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Llorica

en Zoofilia

-Explícame por qué siempre que te voy a follar como siempre me estás suplicando, te poner a gimotear como un niño de cuna -exigió, rabioso, Rob.

Brownie lo miró por encima de su trasero en pompa, aún con el tono quejica en la garganta.
 
-¿Eh? Ni que fueras una nena...
 
Rob lo contempló con un poco de ira en la mirada, con las patas delanteras puestas en las caderas y una erección que, aunque había empezado muy bien, empezaba a caerse por los constantes lamentos y quejidos de Brownie.
 
-No soy una nena... Es que me aterra que me vayas a hacer daño...
 
Brownie apoyó la cabeza en la almohada en actitud sumisa. 
Eran precisamente aquel tipo de cosas que sacaban a Rob de quicio. Siempre que iba a darle lo suyo, "au, au, auuuu" y "mmmm... mmm...", como si tuviera algo roto. Cuando empezaba así, el patetismo se adueñaba de su ser corporal y era entonces cuando a Rob le entraban más ganas de matarlo a embestidas. Así que, ignorando lo que su corazón le decía al respecto, decidió tirar por sus instintos más animales y, levantándole la cola de un seco tirón, se ayudó con la otra pata para sujetarse la erección de su sonrosada polla, que había vuelto al ataque en cuanto Brownie había puesto esa actitud de sumisión, como si, oficialmente, le estuviera entregando su estrecho y sucio ano. Se iba a enterar el muy...
 
A Brownie no le gustó el seco tirón que le dio en la cola, lo que provocó que volviera a emitir esos sonidos de pena y patetismo que tanto desquiciaban a Rob. Ya había manifestado en otras ocasiones que lo que quería era que lo follara bien duro, pero cuando estaban en la cama, Brownie se ablandaba de pronto y gemía así. Era un poco cierto que tenía miedo que le hiciera daño, pero por otro lado era totalmente incapaz de controlar aquellos sonidos guturales que le surgían de lo más hondo del pecho.
 
-Espera... ¿qué vas a hacer? Ya no quiero follar. Déjame, por favor. No quiero...
 
Rob sonrió ante las súplicas de Brownie. Ahí estaba el perro sumiso otra vez. Dios, cómo lo odiaba. Lo empaló de un seco golpe, rasgándole el intestino, cuya entrada estaba sin lubricar pues antes, Rob hubiera querido hacerle un delicioso beso negro, llenarle con sus babas un poco, que chorrearan por entre sus testículos, lamerle con su lengua húmeda... pero el tonto de Brownie tenía que haberse puesto a gimotear como un cachorro. Le sujetó con fuerza las caderas y siguió embistiéndolo con fuerza, rabia y placer. Los golpes eran tan duros, que hasta el mismo se hacía daño en las caderas, pero eso no era lo importante.
 
No, señor, lo realmente importante era que Brownie estaba gimiendo de dolor y de rabia, pidiendo súplicas para que se detuviera, pues tenía la sensación de que el dolor ,las embestidas y la fuerza con que lo sujetaba Rob lo iba a partir por la mitad de un momento a otro... y probablemente Rob lo siguiera follando. 
 
-Basta, basta, basta... Deja de sodomizarme así... Me... auuuu... auuuu... auuuuuuuu...
 
Rob le cogió de las orejas con una mano y tiró de ellas hacia atrás. Brownie soltó un grito y siguió gimiendo.

 

 
-¡Eso! ¡Sigue! ¡Vamos! Te encanta esto, te encanta que te viole así. Perro estúpido. Idiota... Toma mi semen. ¡Tómalo!
 
-Auuuuu... auuuuuuuu... auuuuu... Rob, por favor, basta... ¡No...!
 
Brownie se retorció, intentando liberar sus orejas apresadas entre las garras de Rob, que parecía estar disfrutando como nunca del espectáculo.
 
-No te corras... Auuuuu... auuuuu, por favor...
 
Brownie no quería notar la sensación de tener todos sus fluidos espesos dentro de su ano, que luego se iría escurriendo hacia fuera, manchándole los testículos, haciéndole cosquillas... y luego seguramente Rob, para terminar de humillarlo, le obligaría a lamérselos para limpiarse. O algo peor. O las dos cosas.
 
-Basta, Rob... auuuuuu....
 
Rob aceleró el ritmo, sin soltar a Brownie de las orejas, empujando con cada vez más fuerza hasta que por fin, con las súplicas vanas de ese estúpido, se corrió copiosamente en el sucio interior de Brownie. Introdujo todo lo que pudo su verga dentro de su intestino, asegurándose de que su semen llegase a todos los recovecos. Sin soltarle las orejas, lo obligó a ponerse a cuatro patas delante de él, con la verga aún erecta delante de su hocico, el cual percibía desagradablemente el olor de sus intestinos y el del semen derramado.
-Límpiame... ¡Vamos! -le instó, obligándole a abrir la boca y metiéndole a la fuerza su polla.-Mmmmgffff -atinó a decir Brownie, ahogándose con la verga de Rob.
 
Le costaba respirar y notaba ese desagradable olor ya no solo en su nariz, si no también en su boca, donde se juntaba además con el sabor.
 
Rob tardó poco en correrse, pues ya estaba a punto de caramelo cuando lo obligó a meterle la polla en la boca, y, además, el mantenerlo en esa pose... era demasiado para él. Lo tiró en la cama, para que jadeara a justo mientras su semen le salía por una de las comisuras de los labios, aquella que no había logrado que tragase. Sacando unas cuerdas del cajón de la mesilla, lo maniató en una postura que le obligara a chuparse no solo los testículos, si no también su ano, donde no dejaba de manar su semen recién derramado.
 
-Ahí te dejo, perro. Hasta que no estés bien limpio, no volveré para desatarte.
 
Brownie intentó resistirse a las ataduras, pero Rob era más fuerte a pesar de la fatiga del sexo forzado. 
-Auuuu... Espera, Rob, no me dejes así... Auuuuu... Rob... ¡Rob!...
 
Brownie, resignado, empezó a chuparse con cierto asco sus propios testículos, sabiendo que tendría que meter la lengua en su ano para hacer una mejor limpieza, pues Rob era bastante riguroso en esos aspectos de "dictador" y sabía que le abriría su negro agujero con las manos para comprobar que todo estuviera limpio...
 
... Y si no lo estaba como él deseaba, cogería una botella de agua y le haría un lavatorio doloroso y humillante en la ducha, obligando a su intestino a expulsar el agua y los restos de mierda y de semen que hubieran quedado en su intestino.