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Sandra Erótica (3.2) y El abrazo del Diablo.

en Textos de risa

Continuación de Sandra Erótica (1), (2) y (3.1) publicados aquí y allá. 

Aquí el primero de la serie:  http://www.todorelatos.com/relato/116308/

... (close-up a mi cara de idiota...)

¿Y ora? ¿Y luego? ¿Y Sandra?

Estoy confundidísimo. No entiendo nada, aunque tampoco quiero entender nada.  Me desayuno las pescadillas que me trajo Diego y otro Alka-Selter. Saco la penúltima cerveza del refri y le doy un larguísimo trago antes de meterme a la ducha más larga de mi vida.

Dos horas después sigo sin saber de Sandra. Diego me había mandado un mensaje al cel donde me decía que ya habían abordado y que me escribirían llegando.  Salgo rumbo a la playa.  Para mi sorpresa Sandra no está lejos.  Sentada sobre su chalina, con un vestido ligero y floreado, casi transparente y sólo con una tanga debajo, mira la playa sin ninguna expresión en el rostro.  Me siento a su lado y le ofrezco un trago de la última cerveza. Lo toma con gusto y no me devuelve la lata.

-¿Ya regresaron Laura y Pedro?

-Nel pero sus cosas ya no están… 

-¿Apoco?

-Ninguna... 

-Pinche Laura… 

No decimos nada durante un ratote.  Sandra aplasta la lata y me dice – ¿No trajiste otra cabrón?...

-Ya no hay…

-Pos entonces hay que ir a comprar...

Y de un salto se levanta de la arena y se encamina a la casa.  Yo me quedo unos segundos mirando el mar. Luego la sigo.

-¿Qué pasó anoche?

-Ay no te hagas el pendejo cabrón, ahora resulta que no te acuerdas de nada…

-Claro que me acuerdo, quiero saber que pasó cuando me dormí

-Nada…

Y así se va haciendo tarde.  Quedamos de salir al antro en la noche, pero Sandra sigue pensando que Pedro y Laura van a regresar y yo estoy seguro de lo contrario. Platicamos poco, comemos y luego nos quedamos dormitando en las hamacas y los camastros. Creo que Sandra se siente culpable de que “nuestro viaje de generación” se haya convertido, de pronto, en un par de zombis que deambulan por la casa evitándose y encontrándose a veces. Sonrisas amables, cuartos vacíos, un refrigerador lleno, varios pomos en la barra y un imbécil (yo) que todavía no entiende las circunstancias, es todo lo que podemos contar del paso de las horas. Le doy vueltas a un pensamiento nefasto: esto se parece, peligrosamente, al viaje que haría un matrimonio para celebrar sus 15 años de matrimonio.  

Como a las 7 de la noche llega Pedro a la casa, sólo.   Sandra dormita semidesnuda en un camastro. Yo estoy releyendo una revista que había encontrado en un armario. Sandra parece animarse con la llegada de Pedro y a éste le encanta tener la imagen del cuerpo de Sandra bajo el vestido transparente. Nos dice con prisas que Laura y la Munra (supongo que se refiere a la hermana) han decidido quedarse a dormir en casa de sus tíos en Acapulco.  Tratando de suavizar su historia y luchando por ver a Sandra a los ojos, nos cuenta que Laura había quedado de visitarlos desde antes del viaje, pero que no tenía pensado quedarse (ajá, ¿y las maletas? ¿Se las llevaron para no extrañarlas?), pero sus tíos habían insistido mucho.  Él dijo estar muy apenado, pero que por la renta de la casa y los pomos no había pedo.  Sólo vino a ver cómo estaban las cosas, a recoger el cargador de un celular y preguntar si se podían regresar con nosotros el domingo… quesque porque no tenían tanto dinero...

Sandra entonces se transforma.  La cara apagada y distante que había tenido todo el día cede el paso a la furia.  El enrojecimiento es instantáneo. Sus ojos disparan balazos al aire. Pero esboza una gran sonrisa, aunque esta vez no es la sonrisa transparente que le vi ayer en la alberca, ésta sonrisa es – por decirlo de modo amable – diabólica.

Así inicia un pin pon en el que yo sólo soy un mal espectador: 

Híjole Pedro, que mal – dice Sandra manteniendo la sonrisa – …es que nosotros nos regresamos hasta el Martes

(Mi cerebro: ¿que nos regresamos qué?... Mi cara: Si así es…)

A lo que Pedro responde, obviamente también confundido No chingues, habíamos quedado que el domingo…  

(Mi cerebro: Pinche Sandra cabrona… Mi cara: Pero ya está decidido…)

-Pos sí, pero nosotros pensamos que ustedes ya se habían ido.  Acabamos de hablar con la dueña de la casa, y ya le pagamos hasta el martes…  Si quieres te devuelvo lo de la gasolina…

(Mi cerebro: lo de la gasolina alcanzará para un boleto, no mames, pobre Pedro, se le va armar cuando le diga a Laura… Mi cara: Es lo justo…)

-No mames, pero nos vinimos con ustedes, ni modo de regresarnos solos…

-Pos wuey que quieres que haga…

-Pinche Sandra, que mamadas, primero ayer se ponen bien pedos y hoy te pones pendej – no acaba la palabra – hoy te pones así…

-¿Así como…?

(Mi cerebro: Uuuuuuyyyy eso si arde, no sabes en lo que te metiste… Mi cara: Si bueno, probablemente nos pasamos un poco anoche…)

-No mames, no seas cabrona – grita casi lloriqueando el pobre Pedro el pinche departamentito de los tíos de la pinche Laura está bien culero. Yo me voy a dormir en la puta cochera, y todo porque la puta Munra está súper sentida... Y ya vez como es Laura, no va a dejar a su hermana ni tampoco llevarle la contra.

- (levantamiento de ceja)

(Mi cerebro: Pobre wuey… Mi cara: Esto me aburre…)

-¿Y que le voy a decir a Laura? – y esto se lo dice a los pechos de Sandra, cuyos pezones afloran debajo de la híper delgada tela, los ojos habían perdido la batalla, ya no volvería a mirarlos…

(Mi cerebro: ¿Verdá que está rebuena? Mi cara: Pos hazle como quieras hermano…)

-Dile eso, que nosotros (y la camioneta) nos quedamos hasta el martes… Quédense con nosotros – su sonrisa (¿sarcastica?) se agranda – ya está pagado, y la vamos a pasar súper chido, además no tenemos nada que hacer en la ciudad de México.

(Mi cerebro: Pinche Sandra, sabe que Laura no va a aceptar ni drogada… Mi cara: Ey, que buena idea!! Siiii… Quédense con nosotros…

-Pos si estaría chido… ¿y todos se quedan hasta el Martes?

(Mi cerebro: ¿Todos? ¿Quiénes todos?... ¿Qué no ves pendejo que Tooodos somos Sandra y yo?… ¿De verdad este wuey no sabe que Diego y Claudia también se fueron?... Mi cara: A wuevo!!)

-Si no mames, vamos a pasarla de huevos… Les íbamos a decir cuando regresaran… ¿Qué no les dijo Claudia?... quedó de enviarles un mensaje…

(Mi cerebro: En este orden: 1) ¿Le esta coqueteando a Pedro?... 2) Nota mental: enviarle un msj a Claudia… 3) ¿Munra?... No mames, que buen apodo, uffff ni mandado a hacer, neta nunca había visto alguien tan parecido ¿y sabrá la vieja que su cuñadito le dice Munra? No chingues que buen pedo de apodo… Munra el Inmortaaaal… Antiguuuos espíritus del maaaaal, transfoormennn este cuerpo decadeeeen… 4) Ey, concéntrate… aquí está pasando algo importante… Mi cara: ¿Qué? ¿De qué me perdí?)

-No pos si… le voy a decir a Laura, a ver si quiere, pero neta que yo si quiero…

-A wuevo pinche Pedro – responde Sandra levantando el pecho y acercándose, es imposible no ver sus pezones (es una estupidez no hacerlo) – es nuestro viaje de graduación… el lugar está de huevos, podemos pasarla muy chingón – diciendo esto le acaricia la mejilla y...

Pedro no puede evitar sonrojarse y algo se mueve bajo sus bermudas (estoy seguro que no fue el celular).  Sandra deja de acariciarle la mejilla y baja su mano al cuello y la deja ahí sobando su nuca. Continua mirándolo un rato más, su mirada es intensa, incitadora. De manera vulgar, baja la vista a sus pechos y se los toca como distraída. Mira descaradamente la entrepierna de Pedro y luego se muerde el labio sonriendo.  Y eso es todo para Pedro – casi puedo ver a su voluntad ahogándose en una alberca de semen, gritando, Auxilio, Auxilio, pero Pedro ya no escucha… Ya no puede defenderse… ni atacar… ni nada… No se da cuenta que el discurso de Sandra es inconexo y absurdo (pues Laura no va a aceptar, Diego y Claudia ya se han ido y regresar hasta el martes es una locura).  Pedro solo ve las posibilidades (remotas, remotísimas) que le ofrece Sandra a piernas abiertas. Y después, sin venir a cuento, Sandra se acerca a él, y yo pienso (casi lo deseo) que le va a dar un beso, pero solo le da un abrazo. Pero no es un abrazo de esos que le das a tus amigos en las despedidas, tampoco de esos en los que avientas las nalgas para atrás.  Este abrazo, Sandra lo inicia con su pelvis adelantada, asegurándose de que lo primero que sienta la piel de Pedro sean sus pechos y dejando muy en claro donde podría y debería estar su erección. Pedro suelta un gimoteo y Sandra se pega aún más a él. Por un segundo la mirada de Pedro se cruza con la mía y puedo ver todo su terror y toda su excitación en ese pequeño momento. Luego cierra los ojos porque Sandra mueve su cadera ligéramente en círculo (supongo que para embarrarse la erección de Pedro) y exhala un pequeño gimoteo...   

Yo estoy anonadado. A-n-o-n-a-d-a-d-o. Y excitadísimo. Pedro respira apremiado y con todo su cuerpo sonrojado, tiembla al borde del colapso (lo cual es casi cómico). Miro la escena embelesado y encendido.  (Los imagino cogiendo ahí mismo, imagino que ella le susurra al oído, Tómame, hazme tuya aquí y ahora, métemela hasta tocarme el alma, mientras me lanza a mí una mirada loca. Me excito imaginándolos ahí parados jadeando, con una pierna de Sandra rodeando las nalgas de Pedro mientras yo los miro con entusiasmo. Vaya, estoy seguro que hasta estaría aplaudiendo y echando porras).

Medio segundo después y Pedro tendría el orgasmo más emocionante de su historia.

Pero Sandra se separa de él y le (y nos) rompe el encanto. Pedro, aturdido hace un intento por retenerla aunque es demasiado tarde, el cuerpo aún le tiembla y de pronto se esmera en ocultar la erección y una pequeña mancha que aparece en sus bermudas. Ella me voltea a ver con un guiño. Y como si Pedro hubiera desaparecido de escena, con un tono de repentina alegría, me dice que hay que cambiarnos, que nos vamos a bailar.  Sandra está monumental… el sonrojado de su cara delata su excitación. Tengo que recordarme que es positivo y hasta saludable respirar.

(Tardo unos segundos para que  mi cerebro y mi cara se pongan de acuerdo en decir lo mismo: Vámonos)