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Los inicios del amor tribal VI

en Grandes Series

Después de mi primera fantástica experiencia lésbica, estuve alejada involuntariamente de mis amantes. Tanto de Kili como de mí adorado Esteban. Tuve que atender algunos asuntos de negocios en otra ciudad y estuve tan atareada que sólo me quedaba un poco de tiempo libre para telefonearles de vez en cuando. En las noches llegaba tan cansada que con tan solo colocar mi cabeza sobre la almohada, me quedaba profundamente dormida. Sin embargo, en la madrugada, cuando el silencio lo invadía todo con su tintinear noctámbulo, la pasión llegaba de improviso en forma de algún sueño húmedo turbándome el cuerpo y el espíritu. Soñaba con la grácil lengua de Kili torturando mis pezones. Con sus manos sensuales, cacheteándome sin pudor mis tetas hinchadas de lujuria o mis nalgas firmes, sedientas de aquel goce. Mi lengua recordaba el gusto salobre de su sexo húmedo y el sabor a fresas del delicioso ano de mi diosa canela. En otras noches, el que me visitaba en sueños era Esteban. Y sentía como si fuera real el poder de su portentosa verga llenando íntegro mi sexo. En mi sueño, totalmente erotizada le rogaba por más amor, más intenso y, sin querer, en medio de la noche susurraba… - Mi amor, no te contengas, penétrame analmente, lo deseo –y el frío de la madrugada erizándome la piel preparaba mi ano para las envestidas salvajes de mi amante imaginario, que me hacían llegar a un orgasmo no tan imaginario y entonces lastimosamente, el despertador me traía de regreso a la realidad, en el momento exacto en que aún perdida en el sueño, esperaba con mi boca abierta de par en par y mi lengua extendida, una deliciosa descarga de semen caliente y espeso que se esfumaba con las brumas del amanecer. El nuevo día me daba la bienvenida con mi sexo totalmente húmedo y con el espíritu turbado por la ausencia de mis solitarios amantes.

Finalmente mis deberes con la compañía terminaron he inmediatamente tomé un vuelo de regreso a casa. Para el medio día estaría de vuelta y no podía esperar a la noche para ver a mis amores. ¿Cómo hacer para reunirnos lo antes posible? Una idea arriesgada, surgió de la nada. Kili y Esteban aún no se conocían. Quizás, el día preciso había llegado. Tuve que ir a la oficina a dejar unos documentos importantes. Desde ahí llamé a mi par de amantes. Primero a uno y luego al otro.

- Hola mi corazón – saludé a Esteban con la voz entrecortada.

- ¡Amanda, mi vida, que gusto!, veo que me marcas desde la oficina, ¿cuándo llegaste?

- Hace cinco minutos y no pude esperar uno más para llamarte, te extrañé mucho, no sabes las noches tan frías que me tocó pasar – mi voz se iluminaba con algunos tintes de picardía.

- Yo también te extrañe cantidades, pero bueno, ¡Nos vemos esta noche princesa!, ¿dónde quieres ir a cena…? – interrumpí abruptamente la frase de Esteban.

- No mi vida, ¡quiero verte ya!, dos semana sin ti es un largo verano…!quiero tu pija ya!, quiero que me culees toda…mmm, no sabes las ganas que tengo de que me llenes la boca y las tetas de leche –mi voz se tornó autoritaria, sentí a mi hombre tragar saliva al otro lado de la línea.

- ¿Dónde quieres que nos veamos princesa?

- Tengo una estúpida reunión a las tres, así que no podrá ser tan largo como me gustaría. Te espero a la una de la tarde en el motel Deseos, el que está cruzando la calle, pregunta por la habitación que estará a mi nombre –no le dije nada más a mi hombre, colgué de improviso.

Esteban estaba listo. Ahora tenía que concretar a Kili. Mi corazón latía apresuradamente. La llamé a su móvil.

- ¡Hola princesa!, ¿me extrañaste? –no pude ocultar la emoción en mi voz al escuchar la respiración de Kili al otro lado de la línea.

- ¡Hola Amanda, que felicidad escucharte!, te extrañé tanto…

- Y yo a ti cariño…Extrañé todo, tu voz, tus labios, tu piel; pero especialmente, extrañe tus tetas gordas, tu culo perfecto y tu almeja saladita viniéndose a chorros sobre mí –sé que fui un poco agresiva, pero quería que mi diosa canela me deseara inmediatamente.

- Mmmm, que rico nena, ¡veámonos ya!, quiero comerte toda, no aguanto ni un minuto más –la voz de Kili se escuchó agitada.

- ¿Conoces el motel Deseos?, ¿el que queda en la esquina de la quinta con octava? –pregunté ansiosa.

- Sí, es uno de mis favoritos – contestó Kili.

- Tengo una reunión a las tres, así que si quieres un beso negro de antología, te espero a la una de la tarde en el motel, pregunta por la habitación que estará a mi nombre –le dije a mi amante, mientras mis pezones se ponían duros como diamantes.

- Nos vemos a la una entonces putita. ¡Prepárate porque te voy a pegar la CU-LE-A-DA de la vida!. Te voy a hacer venir mil veces por ese culo de golfa hermosa – Kili colgó y me quedé petrificada por un par de segundos. El aliento del medio día cobró un repentino sabor a sexo.

Reservé la habitación 718. Un pent-house del que se podía divisar toda la ciudad. Como llegué casi a la hora estipulada, solo tuve tiempo para aplicar un poco de maquillaje sobrio. Me quedé en ropa interior. Llevaba mi mejor lencería, un hilo dental diminuto negro semitransparente que no ocultaba nada de mi pubis totalmente rasurado y que se perdía descaradamente entre mis nalgas ansiosas de pasión, esto, perfectamente complementado por un sostén súper bajito, también semitransparente que escasamente alcanzaba a cubrir la mitad de mis pezones, realzando mis senos blancos y turgentes. Me sentía como una mujer fatal lista para la acción. Mientras servía una copa de vino y colocaba algo de rock suave en el estéreo, sonó el intercomunicador, una voz anónima me avisó que mi princesa había llegado. El corazón aumentó inmediatamente su velocidad y un río de calor recorrió todo mi cuerpo.

Apenas abrí la puerta Kili entró como una ráfaga de viento enardecido y tiró a un rincón de la habitación un abrigo de cuero que llevaba puesto, exhibiéndome la imagen salvaje de su total desnudez. Por un segundo sus gloriosas tetas de hembra voluptuosa se clavaron en mi retina, al igual que su perfecto coño en forma de mariposa salvaje.

Sin pensarlo dos veces, mi amante me empujó sobre la cama y corriendo de un solo jalón mi sostén se abalanzó sobre mis tetas. Tomó con firmeza cada uno de mis senos y sus labios se posaron sobre mi pezón derecho chupándolo con frenesí y jugando con su lengua que lamía y relamía mi areola tensa de pasión.

- Estuve pensando en tus tetas gordas y perfectas todo este tiempo –me dijo mi amante mientras escupía mi pezón izquierdo y mientras me cacheteaba con vehemencia mi seno derecho.

- ¡Ahhhhh sí, mis tetas gozan contigo, me las comes como nadie en el mundo!, me encanta que me las pongas rojas con tus palmadas impertinentes.

- ¿Las quieres en verdad rojas puta?, ofrécemelas entonces, ¡ruega por tus senos rojos!

Entonces, tensé mi espalda en un perfecto ángulo recto y coloqué mis manos detrás de mí nuca, de tal manera que mis senos turgentes quedaron exhibidos en toda su magnificencia para mi amante.

- ¡Dale rico en las tetas a tu zorrita, te lo imploro, no te cohíbas! –le insinué a mi amante en un tono enérgico.

Sin pensarlo dos veces, Kili me propinó una sonora palmada en mi seno derecho que me dejo extasiada, cuatro dedos quedaron marcados sobre mi piel.

- ¡Siiii deli, que rico se siente, dame más!

Mi amante tomó impulso y sin restricciones, marcó ahora la palma de su mano sobre la piel de mi seno izquierdo. Yo deliraba de placer.

- ¿Quieres más puta? – preguntó Kili con una chispa de lujuria en sus ojos

- ¡Sí, dame más, marca a tu zorrita con tus palmadas! – le contesté excitada, con mi sexo ya anegado de jugos.

Entonces, cuando mi amante se disponía a castigarme nuevamente, sonó el intercomunicador. Me apresuré a contestar – sí, que pase –contesté con seguridad. El rostro de Kili se llenó de extrañeza.

- ¿Qué pasa princesa? – curiosa preguntó Kili.

- Tenemos un invitado –le  dije a mi amante mientras le mordía sus labios. - Es Esteban, pero él no sabe que estás aquí…vamos a jugar un ratito con él, ¿qué te parece? – Kili no pudo ocultar su sorpresa. Quedó estática por un instante.

Mientras me reacomodaba el sostén, guie a mi princesa hasta el baño y mientras la besaba con ternura fui cerrando la puerta – quédate ahí mi vida, puedes mirar, pero sólo vas a tocar cuando te diga, verás que nos vamos a divertir – y mientras decía esto y me separaba de mi diosa escondida, Esteban tocó a la puerta de la habitación.

- Hola mi sol, estaba esperando justo por ti –le quité la chaqueta de cuero que llevaba puesta y me colgué de su cuello. Mientras mi lengua se perdía en su boca, Esteban me sujetó por las nalgas firmemente, mis tetas se comprimieron contra su pecho agitado y un ligero roce con su entrepierna, me dejó saber que ya estaba empalmado.

– ¡Dame leche chiquito, dame mucha leche!...la extrañé tanto – invadida por la lujuria le susurré a mi hombre, mientras él, delicadamente, me colocaba sobre nuestro lecho de lujuria.

Sentada así, al filo la cama, y mi amante en pie justo al frente, quedaba todo dispuesto para una felación de antología. Delicadamente lo giré un poco hacia un lado pues sabía que Kili nos estaba espiando y no quería que se perdiera nada del espectáculo que se aproximaba. Con afán, desabotoné la camisa de mi hombre y extasiada, acaricié su pecho ancho. Esteban con pericia, desapuntó mi sostén. Con lujuria lo miré a los ojos y mi lengua se movió imprudente sobre la comisura de mis labios. Con apremio desapunté su pantalón bajándoselo hasta los tobillos. Traía unos boxer entallados que se forraban sobre su ya poderosa erección. La miré con lujuria posando mis labios sobre su inmenso glande protegido por la tela. Mi mano derecha se apoderó de sus testículos. De reojo miré hacia el baño, observé los ojos de Kili absortos en la acción.

- Ahhhh, mi vida, cada vez que la veo, es como verla por primera vez…¡pija hermosa que me trae loca!, me encanta que siempre la tienes tiesa para mí. Te ruego que no te demores en eyacular, quiero que me llenes la boca de leche ya…la extrañé tanto.

Cuidadosamente retiré los boxer de mi hombre, liberando una portentosa verga de 27 centímetros, un miembro magnífico de glande ancho y cuerpo venoso, un sueño erótico hecho realidad. Con mi mano derecha jalé sus testículos para exhibirle secretamente en su máxima longitud aquella hermosa pieza de lujuria a Kili. Sabía que de muy cerca seguía nuestro encuentro.

Lamí el miembro erecto de Esteban desde la base del tronco hasta su glande de toro, mi lengua juguetona se deleitó con su frenillo y un hilo de saliva, mojó su hongo enardecido. Escupí dos veces sobre el tronco de la verga de mi amante y sin tapujos tomé su pene a dos manos con firmeza, para masturbarlo con frenesí, al mismo tiempo que su glande hinchado de lujuria se introducía en mi boca, llenándola toda, estrellándose contra mi paladar y rosándome la campanilla hasta casi ahogarme. Empecé a succionar esa deliciosa polla como una total demente, tratándole de succionar semen fresco con cada mamada. Mis manos sentían el cuerpo caliente de aquella hermosa verga, al mismo tiempo que los fluidos preseminales de mi hombre se confundían con mi saliva tibia.

- ¡Ahhhh Amanda, que rico chupas!, ¡mi verga goza! Quiero metértela hasta el fondo de la garganta, quiero que me la mames en garganta profunda, quiero ahogarte mi vida…

Entonces saqué la polla de Esteban de mi boca y con ella comencé a pegarme sendos vergazos sobre mis tetas. Algunos sonidos, solo perceptibles por mi lujuria, salían del baño. La propuesta de Esteban me mojó inmediatamente, tenía las bragas empapadas así que opté por quitármelas.

-  ¡Siiiii mi amor, me encanta que me ahogues con tu tranca!, te prometo que me la como entera si te vienes como un toro y me llenas desde la boca hasta el estómago de tu deliciosa lefa.

- ¡Te voy a bañar en semen mi puta hermosa!

- ¡Ahhhhh, si nene!, dame tu lechita rica, que sea tanta que se escurra hasta mis tetas, lo deseo… prepárate, estoy juguetona hoy…

Y era cierto, estaba lista para el juego sexual de mi vida. Acosté a mi amante boca arriba sobre la cama y con un par de esposas, aseguré sus manos extendidas a los parales de la cama. Esteban se dejó guiar al mismo tiempo que un dejo de sorpresa se marcaba en su rostro. Igualmente saqué una venda que coloqué sobre sus ojos, me aseguré de que quedara bien sujeta para que mi hombre no pudiera ver nada. Su pecho se movía con cadencia al compás de la excitación. Sutilmente me coloqué sobre mi hombre en un mágico 69. Por un par de segundos, le dejé probar los jugos de mi coño, antes de abalanzarme frenéticamente sobre su miembro erecto.

Mientras que con mi lengua recorría deliciosamente el glande extasiado de Esteban, apoderándome de su frenillo y de su agujerillo salobre, muy sutilmente le indiqué a Kili que en silencio saliera del baño y se aproximara a la cama. Me sorprendió verla con el cabello un tanto enmarañado. Con una de sus manos apretaba su hermoso seno derecho mientras que con la otra jugaba con su clítoris. Exageré los movimientos de mis labios mara modular el siguiente mensaje:

- Puedes ver de cerca cómo me como la verga, pero aún no puedes tocar – y llevándome el dedo índice a los labios, le indiqué que hiciera silencio. Subí un poco el volumen del estéreo.

Kili Se hizo justo enfrente, muy cerca de la cama, su rostro era la imagen transfigurada de la lujuria, sus senos estaban turgentes y sus hermosos pezones rosa hinchados. Continuó acariciando su concha hermosa sin restricción. – Quiero ver que te la comes entera- modularon los labios de mi princesa sin emitir ningún sonido.

Empecé a chupar sin escrúpulos, introduje 27 centímetros de verga hasta el fondo de mi garganta, llegué hasta la base de los huevos, estiré mis labios para poder tocarlos. Subí lentamente sobre el tronco, hasta sacar la verga de mi hombre de mi boca, con mis manos lo masturbé con fuerza. Escupí sobre su glande y nuevamente me metí su pija hasta el fondo de la garganta. La dejé allí, ahogándome por unos segundos, hasta que mis ojos se colocaron aguados y mi saliva empezó a fluir copiosamente mojando los testículos de Esteban quien bramaba como un toro enardecido. Me retiré rápidamente para poder respirar. Kili tenía dos dedos en su concha, mientras que con su otra mano jalaba deliciosamente su pezón izquierdo. Mientras recuperaba el aliento, la miré a los ojos.

– Que pija tan rica – mis labios le modularon con lujuria.

– Quiero chuparla un poquito – mi princesa me susurró lenemente.

– Tendrás que esperar – le mande decir con un beso y con una mirada voraz.

Mientras Esteban suplicaba por más y Kili se penetraba en un silencio obligado, volví a mi tarea oral. Descendí como un rayo sobre el magnífico falo de mi hombre, mi lengua extendida acariciaba su piel y le daba paso a su magnífica tranca hasta el fondo de mi garganta, empecé a mover mi cabeza con fuerza, intentando que se metiera aún más al fondo. Un sonido de gargarismos invadió el cuarto, al mismo tiempo que mi saliva fluía copiosa sobre los huevos de Esteban. Estaba decidida a ahogarme, quería seguir allí mamando hasta las últimas consecuencias. De improviso le tomé una mano a Kili y le indique que me mantuviera allí mamando hasta que viera que la vida se me iba. Lo hizo a la perfección, un par de veces quise buscar oxígeno y Kili me obligó a permanecer anclada a aquella magnífica tranca. Esteban delirando de placer movía sus caderas brutalmente, enterrándome su pija en el fondo de mi garganta, mi boca estaba llena, mis ojos llorosos y mi concha totalmente húmeda. Un orgasmo clitorideo llegó sin avisar, entonces dejé de mamar.

- ¡Ahhhhhhh, nene, que verga tan rica, me encanta mamar!, ¡me corrí sólo chupándotela!

- Nena, eres la maestra de la garganta profunda, sigue, no pares, ¡me quiero correr en tu boca!

- ¡Estoy muy caliente, antes de seguir mamando quiero que me la metas un ratito por el culo!…lo extrañé tanto…

- ¡Mi pene es tuyo, has con él lo que plazcas!

- ¡Sí nene, quiero que me llenes el orto, sabes que muero por el sexo anal!

Entonces miré a Kili quien se encontraba exultante por mi lenguaje vulgar y le module excitada la siguiente frase silente:

- Mira puta, así es como Esteban me da todos los días verga sabrosa…

Entonces Kili no aguantó más la tentación, agarró por primera vez la polla de Esteban, escupió en su mano y muy sutilmente, esparció la saliva por mi ano excitado. Yo estaba sobre Esteban, presta a cabalgar. Como mi hombre estaba vendado, no sabía la mano de quien lo tocaba, lo cual era exactamente lo que yo quería, entonces Kili poco a poco fue abriendo mi esfínter anal y con mucho cuidado direcciono el pene de Esteban hacia mi ano. Mis jugos vaginales que fluían libres, permitieron que el glande de mi hombre se deslizara sin problemas por mi culo excitado. Apenas lo sentí adentro, descargué el peso de mi cuerpo sobre el falo de Esteban hasta que se introdujo en su totalidad en mi trasero. Mi ano se llenó completamente de deliciosa verga. Una descarga eléctrica recorrió mi médula. Empecé a cabalgar como posesa, subiendo y bajando sobre ese hermoso falo enardecido. Mis gemidos saturaron la atmósfera sexual de aquella tarde de verano.

Mientras era penetrada analmente, Kili totalmente discreta y en silencio se fundió con mí ser por medio de un delicioso beso lésbico. Nuestras lenguas exultantes se torturaban entre sí, al mismo tiempo que sus manos sensuales se apoderaron de mis senos turgentes y poco a poco también de mis pezones erectos y de mi torso desnudo. Era una sensación de placer mágica. Kili se abalanzó sobre mis senos y sin preámbulo empezó a morder y lamer mis pezones. Yo estaba cabalgando como demente, mis pies apoyados sobre la cama eran el soporte que permitía que mis piernas abiertas de par en par, facilitaran la entrada de la verga de Esteban a mi ano completamente dilatado, mis brazos extendidos y mis manos apoyadas sobre la cama permitían que mi cuerpo se balanceara eróticamente en la sinfonía más exquisita de la penetración anal.

- ¡Ahhhh sí, que rico, tengo el culo lleno, me encanta!

- ¡Que culito tan estrechito tienes puta!

- Tu verga me da placer anal, ¡gozo, gozo, gozo como cerda!

- ¡Te voy a partir en dos puta!

- ¡Ahhhhh, siiiii!, que enculada tan rica, ¡me vengo por el culo!

- ¡Toma nena, toma todo!

Kili extasiada por aquella escena demente, bajo hasta mi almeja húmeda, separo mis labios menores de par en par y con su experta lengua empezó a torturar mi clítoris. ¿Qué más podía pedir? Mi culo lleno por una magnifica verga y mi concha perdida en el deleite de una lengua experta. Me aproximaba a un multiorgasmo brutal. Miré a Kili y le susurré extasiada.

- Chúpame la almeja que me corro, me corro…

Kili embriagada de lujuria, separó mis labios hasta casi arrancarlos, escupió sobre mi clítoris y su lengua ágil empezó a moverse de arriba abajo y de abajo arriba a la velocidad del rayo sobre mi botón de placer. Yo aceleré las penetraciones anales sobre la verga de Esteban, las cuales cada vez se hacían más profundas estimulando mi punto G. En un instante de éxtasis no lo pude controlar más y un multiorgasmo me invadió el cuerpo, chorros de lujuria escaparon de improviso de mi concha empapando la cara de Kili. Mi princesa abrió su boca de par en par y varios chorros de mis más íntimos jugos propulsados por las penetraciones anales violentas que me estaba propinando mi hombre, entraron en su boca y se deshicieron contra su paladar. Mi éxtasis era total, gritaba como posesa.

- ¡Ahhhhh, siiiii, me corro, dios, me vengo por el culo, siiiiiiii!, ¡dame pija, dame pija amor, no pares, siiiiiiiiii!

- ¡Toma nena, toma dulce  verga!

- Siiiiiii ¡tú verga en el culo me hace venir con un squirting de zorra!

-¡Ahhhh nena, me vengo yo también, te voy a llenar el culo de leche!

- Sí, dame leche, ¡lléname el culo de semen fresco, lo deseo!

Entonces sentí como copiosamente, exquisitos chorros de lefa deliciosa me llenaban completamente mi ano exultante de placer. Mi macho se estaba viniendo como un toro enardecido dentro de mi culo, sentía como el semen tibio invadía mi interior llenándome de placer. Instintivamente aumente la velocidad de mis contracciones pélvicas sobre el pene de mi hombre para exprimir hasta la última gota de la deliciosa leche que mi amante me estaba obsequiando.  Kili estaba a punto de gemir del placer, mientras me acariciaba el clítoris y mordía como una gatita rabiosa mi pezón izquierdo. La miré fijamente a los ojos.

- Tengo el culo lleno de leche, llenito…¿quieres leche rica? –modulando sutilmente estas palabras, imperceptiblemente le pregunté a Kili.

Su respuesta fue instintiva. Se sentó sobre la alfombra con la espalda tensa, miró hacia el techo y abrió la boca de par en par. Respiraba ansiosamente y su cuerpo entero era un templo de lujuria, unas gotitas de sudor invadían su piel al mismo que sus tetas perfectas subían y bajaban al compás de la respiración agitada. Esteban bramaba enardecido, disfrutando los estertores de un orgasmo prolongado.

Me acuclillé justo al borde de la cama, con mi trasero al filo del vacío. Mi diosa de lujuria se ubicó exactamente debajo, sacó su lengua expectante y con sus manos separó mis nalgas. Yo empecé a pujar lentamente hasta que poco a poco, cada gota de lefa que Esteban había sembrado en mí, escurrió como dulce néctar de placer  de mi ano hasta la boca de Kili llenándola toda, corriéndole un poco el maquillaje de mujerzuela que se había colocado e impregnando sus portentosas tetas de semen fresco.

- Lámeme el culo nena –susurré aparentemente más alto de lo que debía…

- ¿Qué dices preciosa? –preguntó mi amante en tono de sorpresa.

- Nada mi vida…solo decía que extrañaba montones que me sodomizaras, así, rico, como una bestia…¡que rico que me culeaste! – Mientras decía esto, limpiaba con mi lengua cada uno de los rincones del glande hinchado de Estaban para dejarlo totalmente limpio, al mismo tiempo que Kili buscaba con su deliciosa lengua serpentina entre mi culo, los últimos rezagos de semen que mi agujero erótico pudiera tener…

Esta historia continuará...