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Lilith, al encuentro de condenados

en Bisexuales

A sus 335 años Lilith todavía no había asumido su necesidad de alimentarse de humanos, le gustaba muchísimo el sexo y aunque no le asustaba estar sola, no creía no poder volver a ser amada por alguien a quien ella amase, alguien hermoso y complaciente que compartiera con ella éxtasis inesperados y aventuras llenas de fluidos y sensaciones.

Todos los vampiros que conocía estaban solos, buscaban sexo y sangre entre las putas y putos de la calle, y no se complicaban mucho la vida, ni se lamentaban de estar solos. Pero ella no renunciaba a la idea de encontrar a alguien con quien compartir todos sus sueños, sus fantasías y sus realidades.

Llevaba 6 años encerrada en casa comprando sangre congelada a una empresa distribuidora de sangre de animales para vampiros con escrúpulos: SnakeBlood.

A ella siempre le habían gustado los hombres sanos y fuertes, y sabía que el dueño de la empresa era gay y aunque no tenía relaciones con sus repartidores, era un buen tío, tenía buen gusto. Los elegía fuertes, altos, con ojos bonitos y por lo general con buenos paquetes.

Lilith hacía un pedido mensual a SnakeBlood, era lo mínimo que ella necesitaba para no sentirse tan sola y hambrienta, cada vez venía un repartidor nuevo, ella los hipnotizaba, no se enteraban de nada, aunque estoy seguro de que si no los hubiese hipnotizado ellos hubiesen aceptado de buen grado, pero ella prefería que no recordasen nada, sus gemidos, sus mordiscos, su manera de deshacerse cuando ellos le lamian sus labios. Se iban tan tranquilos, con una buena propina, y sin saber que ella los relamía cada mes, a veces el mismo, a veces diferentes, a veces iban el cobrador y el repartidor, y caían los dos. Y así pasaron los años, se sentía feliz de ser una buena vampira que no hacía daño a nadie, todo lo contrario, producía lo que ellos creían sueños orgásmicos, auténticas realidades que un mes y otro mes se hacían más bestias e interesantes.

 Estaba contenta del sistema, cada vez una nueva sorpresa.

 El octubre del año 2000 fue duro para Lilith, llevaba un mes muy nerviosa, agitada, sabía que habían empezado a cazar vampiros de nuevo y tenía miedo de tener que volver a salir a hacer daño a humanos incautos, aquella vez esperaba al repartidor con más ganas que nunca, sólo aquellos momentos la sosegaban, sonó el timbre de la puerta y cuál fue su sorpresa cuando vió que el repartidor traía compañía femenina, era su novia.

 Lilith, estaba desesperada, ella que nunca había pensado en la bisexualidad, empezó a sudar, le temblaban las manos, mil imágenes le venían a la cabeza, sabía que todavía tenía muchas sensaciones que experimentar y se decidió a hipnotizar a los dos. Le pareció una idea divertida, y sin más, zas! los tenía a uno chupándole el clítoris y la otra haciendo lo mismo con el culo, oliendo su sexo vampírico, hipnotizados por sus caderas. Ella se retorcía, y les balbuceaba palabras sucias y llenas de morbo. Les hacía besarse bajo sus piernas, se acariciaban y la acariciaban a ella, hacían todo lo que a ella se le antojaba.

 Cuando ya estaba más que a punto de caramelo le pidió a él que se la follara, y separándose de su vulva y de su novia, el chico le lamió todo lo que encontró hasta sus tetas, sacudió tres veces firme y solemnemente su hermoso pene y la embistió con todas sus ganas. Mientras tanto Lilith pidió a su novia que le acercara su sexo a la boca para probar por primera vez después de tantos años la miel de un coño suave y firme, el coño perfecto para dejar de ser 100% heterosexual.

 Esta vez estuvieron hipnotizados más de la cuenta, en la empresa les echaron mucho en falta, Lilith no veía el momento de separarse de ellos, le pedía a él que penetrara a su novia, luego la sacaba y la metía en su boca, la volvía a sacar y luego en el culo, Lilith creía que había encontrado el paraíso, veía de cerca los dos sexos y se enfermaba, lamía y les hacía lamer los flujos que iban cayendo, saboreaba dada movimiento buscando el placer de ambos y el suyo propio. Hasta que por fin hizo al chico correrse dentro de su coño vampírico y después a ambos besarse lamiendo el semen todavía caliente que brotaba de sus entrañas.

 Extasiada, decidió hacer perdurar esta relación, salieron una vez más sus instintos más oscuros y no pudo resistirse a sangrar a ambos arrancándoles la posibilidad de volver a ser humanos, convirtiéndolos para siempre en siervos y compañeros fieles, con los que compartiría muchos hermosos momentos de sexo y perversión.