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Mi experiencia con Toby

en Zoofilia

No estaba en mis planes pero tampoco era mi primera vez con un perro…

Al llegar a la casa de mi primo por primera vez y contemplar lo que seria mi hogar durante mi estancia en la universidad, me di cuenta que vivir ahí seria una experiencia muy enriquecedora para mi vida sexual; amarrado junto a la puerta estaba un fuerte pitbull negro. Era de mi primo, quien estudiaba también en la universidad y lo tenía más por protección que por gusto a las mascotas.

Éramos solo el, su perro Toby y yo. Los primeros meses me centre en conocer y convivir con mi primo. Estábamos en el mismo turno así que después de clases tomábamos algo o solo platicábamos. En otras ocasiones el salía y yo me quedaba aprovechando para jugar y conocer a Toby. Que por cierto me parece un pésimo nombre para un pitbull.

Al pasar de semestre tuve un cambio de horario, ahora entraba en la mañana y tenia la tarde libre. Mi primo seguía teniendo el mismo horario en la tarde, así que tenía también la casa para mí.

Salí de bañarme, durante la ducha me quite cualquier pelito del trasero (como me es costumbre) y me prepare jugando con mi ano y mis dedos. Simulando lo que seria la penetración de aquella bestia, que gracias a mi ya estaba sedienta de sexo. Después de vestirme salí a comprar algo de comer aprovechando el sentir la excitante sensación de deseo, de consumar una oscura pasión no sin antes haberla, estallado y aprovechado hasta la última gota de lujuria.

Caminando de regreso a casa sentía como mis nalgas rozaban entre si a cada paso que daban. Estaban muy tersas por la depilada, cualquiera que hubiera metido su mano por debajo de mi ropa interior, y tocara desvergonzadamente con sus dedos mi agujerito y toda la piel de mi culo, podría dar fe de lo suave y placentero que era al tacto.

Entusiasmado y excitado, entre a casa y deje que Toby entrara al comedor. Prepare de comer y compartí la comida con quien acabando de comer me cogería sin piedad.

Terminamos de comer e hice que me acompañara hasta mi cuarto. Cerré la puerta y me empecé a desnudar de espaldas a él, quien solo se quedo quieto mientras mi ropa desaparecía. Una vez desnudo, me hinque en el piso y recargue mi cuerpo en la cama, dejando a la vista y a su voluntad mi suave culito. No tardo en reaccionar. Casi al instante ya lo tenía olfateando y dando lengüetazos por la raya de mis nalgas. Cuando lamia mi ano era como si estuviera concentrado en abrirse paso dentro de mí con su lengua. Era alucinante sentir aquella lengua ancha y áspera, que jugueteaba a la vez que probaba cada centímetro de mi piel.

Nunca le di ninguna indicación a mi amante. Él simplemente sabia que hacer, al parar un poco mi culo abandono las lamidas e intento montarme. Fueron cinco intentos en los que solo alcanzaba a sentir su enorme rabo picando mis nalgas dejándomelas humectadas de su semen. En el siguiente intento logre acomodarme de manera que sentí la punta de su pene contra mi anito. Me empezó a embestir y no tuvo dificultad al penetrarme y hacer que su miembro empezara a soltar pequeños y repetitivos chorros de leche dentro de mi. A la vez que sus embestidas se tornaron desesperadas y cada vez mas profundas, si al principio pensaba que aquel pitbull de mi primo era fuerte, ahora que era mi amante, sentía su verdadera fuerza. Toda esa energía puesta en destrozarme el culo mientras me llena de su semen. Llego el punto en que sus movimientos eran tan rápidos que tuve que presionar sus patas delanteras contra mí o de lo contrario me hubiera lastimado. Una vez que sostuve sus patas me pude enfocar a sentir ese trozo de carne asiéndose lugar dentro de mí, buscando llegar mas profundo, derramando su tibio néctar en mí. Era puro placer, no quería que la escena terminara.  El morbo aunado a la emoción y adrenalina daban a mi mente mucho placer, como si el hecho de estar teniendo la mejor ración de sexo canino en mi vida no fuera suficiente.  

Era un flujo orgásmico, los latidos me iban a mil. De pronto sentí una gran presión en mi ano; me estaba abotonando.  En un instante pase del placer al dolor cuando el nudo empezó a crecer y Toby me penetraba cada vez más fuerte. Parecía desesperado por estar completamente dentro de mí. Cuando el dolor se tornaba mas intenso intente pensar en algo que lograra distraerme del dolor, sin embargo de cierta manera el dolor también me daba cierto placer culposo. Si bien no era virgen, la sensación de dolor y las distintas emociones hacían de la experiencia algo muy cercano a perder la virginidad por segunda vez, y esta vez con un muy buen amante.

Una vez pasado el dolor todo fue placer…

Después de abotonarme pasaron solo unos segundos y abandono las embestidas dejando caer su peso sobre mi cuerpo desnudo. Sin embargo ese no fue el final de la jornada, tenía su verga dentro de mí soltando copiosamente pequeños chorros de leche caliente que llenaban el cada vez más reducido espacio en mí. Durante los siguientes treinta minutos me concentre en sentir. Sentir aquel animal que yacía dentro y fuera de mi, sentir mi cuerpo agotado y aun lleno de placer.

  

Pasados treinta minutos percibí que el miembro dentro de mí ya no era lo que era antes, había decrecido. Aproveche eso como una señal y termine con la sesión de sexo masturbándome. A Toby le costo solo un poco de esfuerzo separase de mi, su verga salio a la vez que se escucho un característico “Ploop” seguido por un río de semen que recorría mis piernas. Toby me dio una última caricia y después abandono la habitación. Con trabajo me levante, las piernas me temblaban, fui al baño y me bañe. Volví a la cama y me masturbe pensando en todo lo ocurrido.            

Sin duda fue una de las mejores experiencias que he tenido, ya que hasta el día de hoy aun disfruto mucho recreando en mi mente esa escena, e igual que aquel día, sigue siendo muy excitante.                           

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