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El ritual

en Control Mental

Una pareja nueva se había instalado recientemente en el bloque donde vive Sara, desde el primer día vio algo raro en ellos, a menudo ponían músicas extrañas de noche y no se relacionaban apenas con el resto de vecinos.  Un día que Sara estaba estudiando para un examen fue a pedirles que moderaran un poco el volumen de la música, no la dejaron pasar de la entrada, al fondo se escuchaba la misma música extraña de casi todas las noches…

Mientras ellos se disculpaban, pudo ver como había más gente en la casa, una extraña fiesta, o algo así. Algunos invitados salieron y la observaban fijamente lo cual puso nerviosa a Sara. Iban saliendo invitados, la miraban y les hacían una señal afirmativa a sus vecinos, Sara muy nerviosa, se  dio la vuelta para irse cuando alguien tiró de ella, la metió dentro y cerró la puerta. Cuando Sara fue a gritar  una mano enorme  tapó su boca mientras otras manos la sujetaban fuertemente. Sara estaba aterrada, se debatía infructuosamente, no dejaban de repetirle que había venido por su propia voluntad.  A tirones le fueron quitando la ropa mientras ella intentaba zafarse de ellos sin resultado.

Todos iban vestidos con túnicas, la arrastraron hasta el comedor,  la echaron encima de una mesa y  le ataron manos y pies en forma de cruz. Empezaron a dar vueltas alrededor de la mesa al son de la música,  luego cogieron cada uno una vela y mientras giraban,  cada uno dejó caer una gota de cera ardiente sobre sus tetas y su pubis. La quemazón hacía retorcerse a Sara. La tortura no acabó hasta que todos hubieron dejado tres gotas sobre ella.  Después cogieron ramas de olivo y empezaron a agitarlas por encima de su cuerpo, algunas la golpeaban, Sara intentaba tirar de las correas que la inmovilizan y gritar pero sus esfuerzos fueron inútiles.

-- Quieta hermana, hay que purificarte para el Líder, le dijo uno de los hombres.

En ese momento, Sara se dio cuenta que estaba en manos de perturbados.

-- No deja de moverse, no está purificada por completo, dijo otro.

Entonces trajeron una fusta, las mujeres del grupo sin que nadie les dijera nada se quitaron las túnicas,  quedando desnudas y se pusieron de cara a la pared. Los hombres empezaron a azotarlas,  como a Sara. El primer fustazo la cogió totalmente por sorpresa haciéndola retorcerse y gritar, el resto no hizo sino llevarla a la agonía. Las demás mujeres también se retorcía y gemían, sorprendentemente había una mezcla de dolor y placer en sus gritos. Los fustazos se acompasaron,  todas gemían a un tiempo. Esa sincronía descolocó a Sara. Se sincronizó con ellas y empezó a sentir algo parecido al placer.

-- Bien hembras, bien, estáis haciendo purificar a la nueva hermana para ser ofrecida al Líder, dijo uno de los hombres.

Sara se retorcía pero de un modo distinto, levantaba las caderas ofreciendo su sexo. Uno de los hombres quiso acariciárselo pero inmediatamente otro le detuvo.

-- No hermano, primero el Líder.

Entonces el hombre se apartó de Sara y cogió una de las mujeres y poniéndola a 4 patas empezó a follársela. Una tras otra, todas empezaron a ser folladas por los hombres del grupo.

Entonces llegó otro hombre que vestía una túnica distinta a la de los demás y se quedó observando atentamente a Sara,  ella se retorcía de placer y dolor con los azotes y levantaba  las caderas.

-- Voy a comprobar si ya estas purificada, le dijo a Sara ese hombre y llevo una mano a su coño y metió dos dedos.

-- Aaaaaaaahhhhhh  Siiiiiiiii Mmmmmmm, gimió Sara arqueando las caderas ofreciéndole su sexo a ese desconocido.

Cuando el hombre sacó los dedos del  coño de Sara estaban brillantes y un líquido viscoso goteaba de ellos.

-- Si, ya segrega el licor de pureza y está receptiva como las siervas, dijo el hombre.

Sara seguía moviendo las caderas,  se retorcía y  arqueaba su cuerpo realzando sus pechos, parecía un animal en celo.

-- Si, esta hembra está deseando ser montada, dijo el hombre.

En ese momento cuatro de las mujeres la desataron y la pusieron a 4 patas en la mesa, Sara movía el culo gimiendo. Una le sujetaba los tobillos, otra las muñecas y las otras dos desnudaron al hombre y le lamieron los pies.

-- Aaaaaaaahhhh  Aaaaaaahhhhh , Sara no podía parar de gemir.

-- Sed testigos de cómo monto a esta hembra que se entrega voluntariamente  ¿Quieres ser montada por el Gran Macho y unirte a su rebaño? Le preguntó el hombre a Sara.

-- Aaaaaaaahhhhhhh  Siiiiiiiii, contestó Sara gimiendo.

El hombre se puso detrás de ella y de un empujón le metió su polla y empezó a follarla.

-- Ooooooooohhhhhhh Aaaaaahhhh.

Las que la sujetaban empezaron a ser folladas también. Sara movía el culo cada vez más deprisa y gritaba. Otros hombres la azotaban mientras el hombre se la follaba. Las sensaciones la desbordaban.  De pronto el hombre se salió de Sara.

-- Aaaaaaahhhhh Noooooooo, dijo Sara que estaba excitadísima.

-- La Primera Puerta está abierta... Ahora franquearemos la Segunda Puerta, dijo el hombre que empezó a presionarle el ano con su polla.

-- No, no, no, lo tengo virgen....  imploró Sara intentando rebelarse.

Pero ya era demasiado tarde, Sara podía sentir cómo las paredes de su recto cedían dolorosamente ante la polla de  ese hombre. Sara  lloraba de dolor, la que le sujetaba las muñecas recogió sus lágrimas en un recipiente y lamió lo que le quedaba en la cara besándola.

-- Ríndete al Gran Macho, tu Segunda Puerta ya es suya, le dijo la chica.

-- Duele, contestó Sara llorando.

-- El dolor es necesario,  nos hace puras, dignas de su rebaño, le dijo la chica.

La que sujetaba sus tobillos le preguntó al hombre si podía besar su Primera Puerta para ayudarla y él le contestó que sí. La chica empezó a lamerle el coño a Sara haciéndola gemir y con sus dedos le mojaba el ano con los flujos de su coño. Sara se relajó y empezó a abrir su ano,  el hombre empujaba con fuerza hasta que logró entrar por completo quedándose allí un rato. Sara se calmó y al poco tiempo empezó a mover las caderas, su ano se estaba abriendo como una flor.

-- La Segunda Puerta se está abriendo, dijo el hombre.

En ese momento todas las mujeres empezaron a ser sodomizadas. Los gritos y los gemidos llenaron  la estancia, todas pedían más gimiendo y gritando.

-- Gritad, siervas gritad, es música para nuestro Señor, dijo uno de los hombres.

Ellas gemían y gritaban que entregaban sus Puertas al Gran Macho.

Como las otras mujeres, Sara estaba siendo sodomizada también y  movía el culo desesperada, Sara quiso acariciarse pero el hombre le cogió las manos.

-- ¡NO SIERVA! Le gritó el hombre.

Le sujetaba las manos a la espalda con una mano y con la otra le azotaba las nalgas sin dejar de follarle el culo. La sensación era tremenda. Sara se sentía completamente anulada, entregada… Veía que las otras estaban en la misma situación,  sometidas a la voluntad de los machos que las montaban. Sara se dejaba hacer, se sometía a ese desconocido.  Culeaba rápido y gritaba con los azotes. Se sentía invadida en lo más íntimo y eso la excitaba enormemente. El la penetraba hasta lo más hondo de su ser,  sujetándola,  inmovilizándola,  haciéndola totalmente suya.

-- Ooooohhhh siiii, gritaba Sara.

Las otras mujeres daban las gracias al Gran Macho, Sara acabó haciéndolo también sin saber  por qué.

-- Muy bien hermana, entrégate al Gran Macho, para eso hemos nacido,  le has entregado tus puertas, ahora entrégale tu orgasmo, revienta de placer para él. Vive con nuestro dolor y nuestro placer. Lo notas en tu culo y también en tu mente le dijo una de las mujeres mientras la besaba, Sara solo acertó a gemir y cruzar su lengua con la de ella.

-- El Macho piensa por vosotras, entrégate, le dijo a Sara uno de los hombres.

-- Aaaaaaahhhhh Siiiii Gran Macho, dijo Sara.

El hombre que la sodomizaba le empiezo a acariciar el clítoris a Sara y ella estalló de placer como nunca lo había hecho.

-- Oooooooohhhhhh Gran Macho, dijo Sara entre gemidos, su coño explotaba de placer y chorreaba.

-- Mirad, su Primera Puerta está inundándose para el Gran Macho, dijo uno de los hombres.

-- Siiiiiii soy suya Gran Macho, dijo Sara.

Todo su cuerpo temblaba,  las otras mujeres empezaron a correrse unas tras otras también.

Tras correrse todas las mujeres, cada macho cogió a una de ella del pelo y la puso de rodillas y empezaron a masturbarse.

-- Abre la boca hermana, le indicó a Sara una de ellas.

Casi desfallecida lo hizo

-- Recibe al Gran Macho,  recíbelo en tu Tercera puerta, le dijo el hombre que se la había follado y ahora tenía su polla en la boca de Sara.

Ella apenas podía con su alma, simplemente se dejó hacer. Los machos se iban corriendo en la boca de las mujeres. Sara abrió más la boca.

-- ¡¡¡Toma al Gran Macho!!! Le dijo el hombre.

Sara, que no se esperaba su corrida se echó un poco atrás y él hombre le agarró la cabeza.

-- No hermana, no rechaces el néctar del Gran Macho, le dijo una  de las mujeres, temerosa.

Entre varios le sujetaron la cabeza,  la lefa le inundaba la boca.

-- Traga, sierva, le dijo el hombre.

Sara se ahogaba y él se la metió hasta el fondo.  Sara acabó tragando.

-- Si, eso es, traga el néctar del Gran Macho, ahora eres una sierva más, una hembra del rebaño del Gran Macho, le dijo a Sara uno de los hombre que sujetaba su cabeza.

Sara estaba en el suelo desfallecida y confundida, las demás siervas la abrazaron y felicitaron. La levantaron del suelo  y le pusieron una túnica igual a la que llevaban ellas.

-- Ahora debes descansar, los próximos días tendrás que entregarte al resto de machos del rebaño, le dijo una de las mujeres.

Sara la miró extrañada.

-- Si, hermana, si, tranquila todo va a salir bien, le contestó la mujer.

La llevaron a una cama y la arroparon.

-- Descansa hermana.

Ellas se tumbaron en unos camastros que había alrededor.

A la mañana siguiente la despertaron las mujeres.

-- Bienvenida a nuestra comunidad hermana, donde gracias al Gran Macho las mujeres podemos volver a nuestra esencia.  Junto a nosotras y el resto de Machos te desprogramarás de toda la basura que nos  mete en la cabeza la sociedad de fuera haciéndonos creer que somos algo sin un Macho a nuestro lado.

A Sara todo le había parecido un sueño... Pero con las palabras de esas mujeres volvió a notar su cuerpo dolorido. En ese momento entraron los machos, cada uno escogió a una hembra y ellas empezaron a comerles la polla.

-- Una hembra que se precie se desayuna con la sagrada lefa de un macho, le dijo una de las mujeres a Sara.

Ella contemplaba la escena medio horrorizada, medio excitada, cuando se le acercó una de ellas con la boca llena de lefa y la besó, Sara intentó resistirse y uno de los machos le sujetó la cabeza y le dio un azote en el culo.

-- ¡Vence tus resistencias hembra! Busca tu esencia sumisa en tu interior, le dijo el macho a Sara.

Ella seguía resistiéndose, aunque no podía evitar tragar parte de la lefa y el macho le dio más azotes pero en lugar de resistirse Sara le ofreció sus nalgas. Esa lefa parecía tener un extraño efecto en ella. El macho la azotaba más y más fuerte y Sara gemía.

-- Muy bien hermana, déjate llevar por el macho, él sabe lo que necesitas,  le decía la chica besándola.

Luego el macho metió un dedo en el ano de Sara y empezó a moverlo, tirando hacia arriba a modo de gancho.

-- Levanta la grupa hembra, esta postura deberás aprenderla, le dijo el macho a Sara.

-- Así, muéstrate receptiva, le dijo otra de las chicas.

Entonces una de las chicas le dijo al macho:

-- ¿No hay que marcarla primero con su número en el rebaño Señor?

-- ¿Quien mierda eres tú para decirme lo que debo hacer? Le contestó el macho dándole un bofetón, encargaos de ella, les dijo a los otros hombres.

Ella pidió perdón pero ya era tarde y entre varios se la llevaron a otra habitación desde la que se la oía gritar.

El otro hombre seguía  con Sara, le metió otro dedo en el ano y los movía y le azotaba las nalgas  provocando con ello que Sara gimiera y moviera el culo.

-- Eso es, buena hembra, le dijo el hombre a Sara.

A pesar del placer que estaba sintiendo, Sara estaba preocupada por la otra chica, a la que oía gritar desde otra habitación.

-- Tranquila, su impertinencia está siendo corregida, nada más, le dijo el hombre.

Al rato  la chica volvió  a entrar a 4 patas y le besó los pies al macho.

-- ¿Ves? A veces es necesario un correctivo, las hembras no destacáis por vuestra inteligencia, le dijo el hombre a Sara sin dejar  de mover los dedos  en su ano, en cambio, sois perfectas cómo complemento de un macho... Un poco de lefa sagrada cada día y encontrarás tu sitio en el rebaño...Eso, gime, muy bien.

Sara no paraba de gemir y mover el culo, entonces el hombre llevó su otra mano al coño de Sara.

-- Muy bien hembra, ya vuelves a segregar el licor de pureza, le dijo el hombre.

-- Eso es hermana, sigue purificándote, le dijo una de las chicas a Sara mientras le acariciaba la cara y la besaba.

Sara estaba totalmente loca de placer.

-- No hembra, no debes estallar aun, debes seguir segregando licor, le dijo el hombre sacando sus dedos del  ano de Sara, proceded hembras, les dijo entonces a las otras chicas y entre varias la ataron a la cama impidiéndole tocarse.

Entonces  entraron el resto de los machos que  la rodearon y empezaron a masturbarse, Sara que estaba excitadísima tiraba de las correas y gritaba de impotencia.

-- Calma hermana, ahora los machos te cubrirán con su lefa sagrada, le dijo una de las chicas a Sara.

Entre gemidos, los machos entonaban un extraño cántico, a él se unieron las hembras mientras se tocaban también.  La escena, a Sara le parecía irreal pero estaba muy excitada, meneaba el culo y apretaba el vientre y el coño, impotente para aliviarse. Una de las hembras acercó un pequeño frasco  al coño de Sara y recogió en él los jugos que segregaba.

-- Muy bien hermana, nuestro papel en el universo es someternos al macho y segregar todo el licor que podamos, le dijo la chica a Sara que dio un respingo de placer al sentir el roce del frasco.

Sara gritaba desesperada.

-- Tranquila hermana, tranquila, pronto acabará tu agonía, debes expulsar toda impureza de tu cuerpo y mente, le dijo otra de las chicas a Sara.

-- ¡Estáis locos, soltadme! Grito Sara.

-- Hay que azotarla hermanos, dijo uno de los machos al resto.

Y cogiendo unos látigos le azotaron todo el cuerpo dejándoselo  enrojecido, luego se corrieron encima de ella.

-- La lefa sagrada curará tus heridas y te purificará hermana, le dijo una de las chicas con cariño a Sara y la besó en los labios.

-- ¿Pero no veis que se están aprovechando de vosotras? Le dijo Sara llorando mientras seguía  tirando de las correas.

-- No te rebeles, libérate de esa ilusión de independencia que tienes, habéis nacido para servir. La lefa sagrada te purificará, le dijo uno de los hombres.

En ese momento una de las mujeres cogió parte de la lefa con sus dedos e intentó que Sara la tragase, ella se negó, pero un par de azotes en las tetas la hicieron gritar lo cual aprovechó para meterle los dedos, Sara notó el sabor acre, la viscosidad... Se la refregó por la lengua y Sara acabó tragando, otro dedo se le metió  antes de que pudiera cerrar la boca... El sabor era distinto,  otro dedo, otro sabor... Las hembras seguían gimiendo y la seguían azotando. Cuando se quiso dar cuenta, Sara estaba chupando, tragando, lamiendo. Los dedos le invadían la boca, de dos en dos, de tres en tres…

Luego los machos cogieron unos velones que llevaban horas ardiendo y derramaron sobre el cuerpo de Sara toda la cera, ella gritó de dolor y tanto hembras como machos gimieron de placer al oír sus gritos. Todos estaban excitados y  los machos cogieron a las hembras y empezaron a follárselas sin que ellas pusieran la menor resistencia, las follaban brutalmente y ellas arrancaban la cera ya fría del cuerpo de Sara haciéndola gritar de  nuevo.

-- Oooohhh si el dolor te purifica y satisface al macho, hermana, le dijo una de las mujeres.

Sara sabía que estaba en manos de locos pero una parte de ella quería abandonarse al cúmulo de sensaciones que recorrían su cuerpo y su mente.

Entonces,  sin saber cómo ni porque Sara dijo:

-- Oh si soy una sierva para los machos.

Volvieron a echar más cera en el cuerpo de Sara y gritando de dolor, se retorció y dijo:

-- Oh sí, soy una sierva.

-- Bien, bien, abandónate, únete al rebaño, sabes que está bien, dijo una de las hembras.

-- Oh hermanos es una de las siervas del dolor, una de las elegidas, exclamó uno de los machos.

En ese momento todo se paró y todos miraron a Sara fijamente.

-- Llamad al Gran Macho, tiene que hacerle pasar la Prueba de la Puerta del Dolor, dijo unos de los machos.

Entonces entró el Líder del grupo y le dijeron al oído lo que pasaba.

-- Traedme el Relicario de las Elegidas, dijo el Líder del grupo.

Al poco, trajeron una caja dorada, las  hembras se echaron al suelo y los machos inclinaron la cabeza. El Líder extrajo con cuidado un gran cirio, una fusta dorada, algo que parecían unas pinzas y un gran pene dorado.

Llevaron a Sara a la habitación de al lado donde había un altar y en la pared, tras él, una cruz de San Andrés a la que ataron a Sara. El Líder colocó las herramientas sagradas sobre el altar.

-- Oh Gran Macho, soy tu sierva, dijo Sara.

Todos se maravillaron.

-- ¡Oh! Otro de los síntomas, dijo uno de los machos.

-- Es una de las señales... La Elegida se entregará al Gran Macho al cabo de una noche. El universo consigue su equilibrio gracias al placer... Y el placer más poderoso es el que nace de la sumisión y el dolor, dijo el Líder mientras acariciaba a Sara atada en la cruz de San Andrés, ella se retorcía entre las manos de él y movía las caderas hacia delante gimiendo.

El Líder cogió la fusta con cuidado y le dio a Sara un fustazo en el vientre.

-- Aaaahhh siiii, gimió Sara.

El Líder repitió la operación siete veces, Sara se retorcía de placer y dolor a un tiempo. Luego, otros siete en el pecho derecho, alcanzando el pezón, mordiendo la carne tierna de su pecho. Sara chilló.

-- Aaaaahhhh Maaaasss, por favor Gran Macho, os lo suplico, exclamó Sara.

-- La Elegida pasará la agonía y la transformará en jugos de placer y suplicará más, dijo el Líder.

Otros siete fustazos, en la izquierda, junto al corazón. A Sara se le nublaba la vista, solo podía mirarle a él, al Gran Macho, Sara le miró a los ojos  y él a los de ella.

--¡Oh! Se ha establecido conexión ¡Qué maravilla hermanos! Dijo uno de los machos.

-- Más Gran Macho por favor, dijo Sara.

-- Solo te espera dolor, hembra  ¿Aceptas? Le dijo el Líder a Sara.

-- Lo sé mi Señor Gran Macho y si, Acepto, contestó Sara.

Un murmullo de triunfo recorrió la estancia.

Entonces el Líder cogió las pinzas.

-- Una en cada pezón para recoger la Leche del Dolor, otras en los labios mayores para abrir la Primera Puerta a los Jugos de la Agonía, otra en la lengua para perder tu humanidad y convertirte en la Primera Hembra, tan perfecta que únicamente profería gritos, gruñidos y gemidos.

Sara gritaba de dolor y agitaba todo su cuerpo. Babas empezaron a caer de su boca.

-- Miradla, es como un animal, la ha despojado de su dignidad humana, dijo uno de los machos con asombro.

Entonces el Líder volvió a los azotes, esta vez más furiosos y le metió dos dedos en su sexo. Lagrimas caían de los ojos de Sara.

-- ¡Está mojada! La Elegida inundará su Primera Puerta con sólo la angustia de la tortura, los Jugos del Dolor... El fluido más poderoso, dijo el Líder.

Sara movió las caderas intentando hacer entrar y salir los dedos de él en su sexo.

-- No, hembra, no habrá placer de este tipo hoy, le dijo el Líder retirando sus dedos del coño de Sara.

Ella bajó la cabeza en señal de obediencia, se sentía totalmente entregada a ese hombre.

-- Hoy el Gran Macho torturará a la Primera Hembra hasta que estalle de placer cuando crea morir de dolor, dijo el Líder a todos los presentes.

En ese momento el Líder sacó el pene dorado de la caja, era muy grueso, con estrías y rugosidades. Lo mostró al resto y todos se arrodillaron.

-- Contemplad el pene dorado hermanos, solo la Elegida es digna de él y solo en las puertas de la Elegida es capaz de adentrarse. Rememoraremos la muerte de la Primera Hembra a manos del Gran Macho, cuando creó el universo con su orgasmo agónico. Al oír eso, parte de la entrega de Sara desapareció pero era demasiado tarde, el Líder estaba metiéndole ya el pene dorado. Era demasiado grueso para ella.

-- Aaaaaaaagggghhhhhh Noooooggghfgg Aaaaagggggh, gritaba Sara rota de dolor agitándose en la cruz intentando soltarse.

-- La Primera Hembra también se agitó cuando fue violada por el Gran Macho, sintió terror y dolor que se convirtió en placer.

Sara sentía como la desgarraba. Algunas gotas de sangre cayeron al suelo.

-- ¡Jugo y sangre a la vez! Exclamaron todos entusiasmados.

-- La sangre de la Primera Hembra animó al Gran Macho a continuar, dijo el Líder.

-- Aaaaagggg Nooogooofgggg, Sara lloraba.

-- Y lágrimas, oooh... ¡Están saliendo todos los fluidos de su cuerpo! ¡Otra señal! Dijo uno de los machos.

-- Gruñendo como el animal en celo que era, la Primera Hembra fue violada una y otra vez, recitaba el Líder mientras la violaba con el pene dorado,  cada vez más duro y más deprisa.

Sara sentía como si la estuvieran rompiendo por dentro pero a la vez se daba cuenta de que cada vez estaba más excitada. Sus gritos de dolor se iban transformando en gemidos.

-- La Primera Hembra convirtió el dolor en placer, como sabía el Gran Macho que pasaría, las hembras solo tienen jugos y genitales, dijo el Líder.

El pene dorado estaba inundado de los jugos de Sara y casi esta al completo en su interior.

-- A las puertas de la muerte, la Primera Hembra renunció a dominar el mundo, reconoció la superioridad del Gran Macho, dijo el Líder.

-- Aaaahhhh siiii Gran Macho, contestó Sara

-- Se entregó a él, aunque el Gran Macho ya había tomado lo que quería, dijo el Líder.

Sara estaba enloquecida, no paraba de gemir y gritar. Creía que el pene la reventaría, que moriría entregada al Gran Macho, reventada por él. El miedo se apoderó de ella pero no quería parar. Quería más.

-- Aaahhhh si Gran Macho soy tu sierva, haz tu voluntad en mi, Gran Macho, dijo Sara.

El Líder empujaba el pene más rápido, más hondo…

“Voy a morir a manos del Gran Macho. Estoy en sus manos” pensó Sara.

El coño de Sara cada estaba más mojado y ella movía la pelvis. El Líder metía y sacaba el pene dorado cada vez más deprisa clavándoselo hasta el útero. Entonces Sara empezó a correrse. Chillando como una bestia en celo. El Líder tuvo que sujetarla para que no rompiera las correas de la cruz. Chorros de fluidos salían del interior de Sara. Su furia al correrse dejó boquiabiertos a todos. Sara mojó todo el suelo. Todos se lanzaron, machos y hembras, a lamer sus chorros sanguinolentos.

-- La Elegida ha sido violada para alimentaros, torturada para fortaleceros, la Elegida se ha vaciado para vosotros, les dijo el Líder.

Sara estaba desfallecida aun con el pene en su interior, colgaba de la cruz como un guiñapo, una muñeca rota.

Entonces el Líder sacó el pene dorado del interior de Sara y todos contemplaron el boquete que había dejado en ella.

-- La Gran Puerta. Es la Elegida. ¡Solo ella resistiría que le abran la Gran Puerta! Exclamó el Líder.

Después de esas palabras el Líder desató a Sara y esta cayó al suelo, embadurnada en sus propios jugos;  y sobre ella las hembras fueron tomadas por los machos. Sara sentía sus cuerpos, sus jugos, oía sus gritos. Le daban las gracias por mostrarles el camino, que han de ser tomadas por los machos, violadas si hace falta, para anular toda resistencia, que va en contra del orden cósmico.

De pronto le abrieron la boca a Sara, era el Líder quien le estaba metiendo la polla,  derramando su lefa dentro de ella.

-- Así, sierva, así... Esta lefa es la que necesitas para vivir, le dijo el Líder después de correrse en su boca.

No había ni la más mínima resistencia en Sara que se agarró a las piernas de él y restregó su cara por sus genitales gimiendo de gusto y satisfacción.

-- Ahora llevadla a descansar, les dijo el Líder al resto.

Entre todos la llevaron a la cama, en donde Sara no dejó de gruñir y gemir débilmente mientras se revolvía entre las sábanas hasta quedarse dormida.