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Sesión de fotos con modelo provocadora

en Voyerismo

Os voy a contar una historia totalmente real que me ha sucedido recientemente en mi trabajo como fotógrafo. Si os excita esta historia, por favor, escribidme. 

En el mundo de la fotografía y los modelos hay una cosa que se llama “Intercambio” que consiste en que el fotógrafo le hace unas fotos gratis a un/a modelo, y el/la modelo posa gratis a cambio de las fotos. Es un acuerdo que funciona para ambas partes. El fotógrafo lo hace para practicar, para probar luces, para hacer pruebas técnicas de algún tipo, etc. Los modelos suelen nutrirse de este tipo de colaboraciones para hacerse sus primeros books. Aunque recibo peticiones a menudo, yo no suelo hacer este tipo de colaboraciones, porque ya tengo mucho material y dispongo de poco tiempo, y  también porque las modelos suelen ser muy amateur, aunque de vez en cuando sí acepto un intercambio con alguna modelo para una prueba de luz o algo muy concreto.

Hace poco compré un nuevo aparato de iluminación y quería probarlo así que le contesté a una chica que me había se había puesto en contacto conmigo, de parte de otra modelo, pidiendo una sesión de intercambio. Me había escrito hacía unos días, diciendo que le gustaba mucho mi trabajo y me pidió si le podía sacar unas fotos eróticas que necesitaba para su promoción personal. Me metí a ver cómo era, y vi que era una chica no particularmente guapa para ser modelo, pero sí muy sensual, de pelo negro, llena de curvas, absolutamente exuberante, con las tetas y los labios operados, y actitud provocadora en cada foto. Era tremenda. El prototipo de mujer de calendario de taller mecánico. Viendo su material, enseguida pensé que sería una de esas chicas que buscan visibilidad a través de la provocación; tenía fotos en lencería, con poses provocadoras, alguna portada en revistas tipo FHM, y un tono muy, muy sensual. La verdad es que me excitó, no porque me gustara físicamente, sino por imaginarme la escena, con ella en esa actitud tan provocadora conmigo. Así que decidí hacer la sesión con ella, en parte porque necesitaba una modelo rápido, sin complicarme la vida, y en parte porque me intrigaba la actitud provocadora de esta chica.

Nos intercambiamos un par de mensajes y se veía claramente que la chica era una provocadora, incluso en sus mensajes. Normalmente soy extremadamente pulcro y profesional en mi relación con las modelos, pero se veía que esta chica quería jugar, y eso me excitó. Enseguida nos citamos una sesión en mi casa, donde tengo montado mi pequeño estudio. Ella propuso traer ropa muy provocativa, porque, dijo, quería renovar sus fotos para revistas de chicas sensuales. Me envió algunos mensajes describiendo lo que pensaba traerse, y para mi, ahí empezó el juego. Yo le dije, por puro fetichismo, que se trajera un trikini de color metálico, algún tanga con el que se sintiera sexy, y alguna camiseta ceñida para mojarla con la prenda puesta. La chica me dijo que sí a todo, diciendo que iba a sentirse super sexy con esa ropa, y algún mensaje añdió un “hhhmmmm” al mensaje, lo cual a mi me excitó muchísimo. Por si fuera poco, el mismo día de la sesión, me escribió un WhatsApp diciendo que estaba deseando que llegara la sesión porque lo ella iba a disfrutar. Con esos antecedentes, yo ya estaba no solo intrigado, sino incluso medio erotizado.

A la hora acordada para la sesión llegó puntual a mi casa con su maletita de ruedas, vestida con unos vaqueros muy ceñidos,  que le marcaban todo el culo y la entrepierna, y una camiseta que resaltaba sus enormes tetas. Tenía acento sudamericano y me explicó que es de un país de Latinoamérica (no voy a decir el país para no dar pistas). Venía con los labios pintados, y el pelo recién lavado. Tenía un culazo notable, y unas tetas operadas para matar, y para atraer la mirada de los tíos. Nos saludamos y pasamos a mi habitación, donde ella extendió en la cama todo lo que había traído, para que eligiéramos lo que se iba a poner. Caminaba ella delante segura de sí misma, luciéndose. Debe de ser la típica mujer que arranca piropos de los obreros y atrae miradas lascivas allá donde va. Tenía, por decirlo de alguna manera, un poco de aspecto de puta, de calientapollas, de ninfómana… A mi ese tipo de mujeres no me van nada. En la calle no le habría hecho ni caso, pero me excitaba mucho el hecho de que esa tía quisiera provocarme, y que le hiciera fotos eróticas, así que decidí jugar a su juego. Ella me estaba intentando calentar, y yo me estaba dejando…

Solo de ver la ropa que había traído, y su actitud provocadora, mi polla empezó a endurecerse. Decidimos que empezaríamos por un trikini rojo metálico. La dejé sola para que se cambiara y me fui a preparar mis cosas, al salón, donde íbamos a hacer las fotos. Cuando se estaba cambiando me llamó pidiendo un vaso de agua, y cuando entré para darle el vaso ya estaba a medio cambiarse. Se medio tapó las tetas con las manos, con un pudor muy mal actuado, pero cuando cogió el vaso de agua, lógicamente, se destapó una de las tetas. Yo ni la miré, no le hice mucho caso. Yo también sé jugar a esto. Le dije que se cambiara y me fui.

Cuando salió cambiada al salón, con el trikini rojo, minúsculo, marcando todo su coño y sus tetas, y unos tacones tremendos, me pregunta qué tal está y hace poses algo forzadas, girando para que la vea por delante y por detrás, acostumbrada, seguramente, a excitar al personal con su cuerpo. Yo pienso para mis adentros que parece una auténtica zorra vestida para matar, pero quiero ser más correcto le contesto “estás tremenda”. Y a partir de ahí, entro en una dinámica de excitarla, y excitarme yo mismo, a base de decirle piropos, y cosas más atrevidas, como veréis.

Le ordeno que se ponga delante de mi cámara y empezamos la sesión, con algo de música (fundamental). Ella posa sin necesidad de muchas indicaciones, enseñando sus atributos, poniendo boca de comepollas, con sus labios operados, y contoneando su cuerpo para resaltar su anatomía. A mi me pone la polla durísima, por lo descaradamente provocadora que es, y le empiezo a dar instrucciones. A medida que avanza la sesión le voy diciendo piropos y pido cosas más sensuales. Le digo cosas como “¡provócame!”, o “¡como si quisieras calentarme!”, mientras disparo. “¡Eso es! Tremenda, estás tremenda…” “¡joder, qué pasada!”, le halago continuamente y ella reacciona poniéndose mas sexy todavía. “Ahora sedúceme con tus tetas…” le digo, y elle saca pecho y pone más cara de puta… “Ahora tócate!” Y ella se toca desde las caderas al pecho, acariciándose entera, entreteniéndose en sus tetas… “Eso es, así, tócate las tetas, más….”, le digo yo, con la polla a reventar… Y ella se toca todavía más, con cara de deseo. Entonces le digo, sin dejar de disparar “¡Vas a conseguir excitarme como sigas así, cabrona!”, y entonces ella remarca todavía más sus poses eróticas, y se toca todas las tetas, y el cuerpo por delante, cerrando los ojos y poniendo cara de placer…  Estoy convencido de que ella se estaba excitando casi más que yo con la situación. De vez en cuando me acerco a ella y me corrijo un poco la posición del trikini para tapar un poco de aquí y destapar de allí, y le observo el cuerpo muy de cerca. Le rozo la piel, y las tetas con mis manos, casi sin querer, y ella se deja, totalmente entregada.

Cuando ya parece que la chica ha tocado la cota máxima de erotismo, me dice: “¿Me haces alguna por detrás?”, y sin tiempo a que le conteste, se da la vuelta, pone las manos en la pared, y saca ese tremendo culazo, para enseñarme sus nalgas, y su coño marcado en el hilo dental del trikini diminuto, y empieza a contornear el culo con la clara intención de excitarme. Yo le hago más fotos, y le digo “cabrona, cómo sabes calentar, cabrona…”, porque sé que ella disfruta ese lenguage. Y efectivamente, deja escapar algún suspiro. Estoy convencido de que si en ese momento le toco su entrepierna, tendría el coño empapado. Se le notaba que estaba tan excitada como yo o más. Claramente, aunque ninguno de los dos lo decía, estábamos jugando a excitarnos mutuamente.

Paramos para cambiar de ropa y ver en la pantalla de la cámara las fotos que habíamos hecho. Al verlas, yo sostengo la cámara en mis manos y ella se acerca mucho a mi, restregando sus tetas contra mi brazo. Dice que le encantan las fotos, y que se ve super sexy, aunque me pide que le retoque ciertas partes. Le digo que no se preocupe, que está tremenda, y que arreglaré cualquier detalle en Photoshop.

Llegados a este punto, le ofrezco una copa, que ella acepta, aunque dice mientras da el primer sorbo“me vas a emborrachar y voy a perder el control, jajaja…”. Le digo que ese es su problema, y decidimos pasar a la foto de la camiseta mojada. Se pone un top blanco de algodón, muy pequeño, y unas braguitas de algodón también blancas. La llevo al sitio donde le voy a hacer estas fotos, contra una pared lisa, con una luz halógena cenital, que resalta las tetas desde arriba. Llevamos una botella de agua y le digo que empiece a echársela encima para mojarse el top. Lo hace obediente, y se ve que ella disfruta. Después de unos segundos, tiene el top empapado, y se le transparentan todas las tetas. Yo la miro descaradamente las tetas, y le digo “Joder, qué tetas, que no soy de piedra, niña, no sabes cómo se te ven, estás tremenda…” Y ella ríe, y me pregunta, “¿De verdad? ¿Te gustan mis tetas?” y se contornea mientras se acaricia los pechos con las dos manos. Y además, al caer el agua por su cuerpo, se le había mojado también el vientre y las braguitas, y se le transparenta todo. Me acerco para colocarla mejor. Ella está de pié, y yo me pongo de rodillas delante de ella, con la excusa de colocare bien las braguitas. Aprovecho para verle las bragas con su coño totalmente marcado a 5 centímetros de mi cara. Ella se deja, colaborando al máximo, e incluso me parece percibir que abre un poco las piernas para que se le vea mejor toda su entrepierna. Yo me entretengo ahí, colocándole la cinta de las braguitas, y disfrutando de la vista, mucho más de lo necesario. Su seducción ya es descarada porque incluso se contornea muy sutilmente con las caderas acercándome el coño a mi cara con muchísimas suavidad, pero al mismo tiempo con muchísimo erotismo. A través de las braguitas mojadas, casi puedo leerle la raja del coño. Mientras me levanto de nuevo me pregunta: “¿Qué tal se me ve? ¿Quieres cambiar algo…?”. Yo le contesto mirándola a los ojos: “La braguitas te quedan de miedo, estás tremenda”. Y ella sonríe seductora, llena de placer y satisfacción.

Vuelvo a mi posición de fotógrafo, y la observo otra vez, para deleite mío y suyo. Tienen los pezones totalmente tiesos, la cabrona. Tiene que estar todavía más caliente que yo con la situación. Entonces le digo: “normalmente para este tipo de fotos eróticas, a la modelo suelo ofrecerle un poco de hielo, para que se le endurezcan los pezones, pero veo que contigo no va a hacer falta”, a lo cual me responde, mirándose las tetas, pellizcando sus pezones y diciendo, entre risas: “Sí, la verdad es que ando siempre empitonada, se me endurecen los pezones muy fácilmente con ciertas situaciones, y si quiero, sólo con acariciarme un poco ya se me ponen duros” Me dice esto mientras efectivamente se acaricia las los pezones delante de mi, la cabrona. Y añade: “Pero igualmente si me das un poco de hielo te lo agradezco”. Con mucho gusto, y con la polla a mil, le doy unos cubitos de hielo en un vaso. Ella coge un cubito y se lo lleva a un pezón, lo mantiene ahí un segundo, y luego lo restriega por toda el pecho, mientras cierra los ojos con cara de placer y abre la boca. Luego hace lo mismo con el otro pecho. Yo no sabría decir si sus pezones, que se transparentan con total claridad, están más o menos duros que antes, pero desde luego, están a tope. La chica está totalmente “empitonada”, como ella misma ha dicho, y sólo de verla por delante los ojos se van a sus imponente tetas culminadas por dos pezones durísimos. Para mis adentros pienso que me encantaría chuparle y morderle los pezones a través de la camiseta mojada. Empezamos a hacer fotos, y el tono de mis instrucciones ya es totalmente sexual. “Márcate las tetas”, le digo mientras le hago fotos, y se tira del top hacia abajo. Le digo, “provócame… excítame… así… así… joder, qué sexy estás, cabrona, tócate las tetas, sóbate… me estás poniendo a mil, sigue así, no pares, joderrr…” y ella se deleita, tocándose todo el cuerpo como una zorra en celo, poniendo caras de placer, y en el top y las braguitas empapados. Vaya escena. Nos estábamos poniendo los dos a mil, y disfrutando cada segundo de ese morbazo de situación.

Después de un rato calentándonos mutuamente, paramos, y me propone seguir con el top mojado, pero cambiarse las bragas por un tanga naranja. Obviamente yo no pongo oposición, y casi me da algo cuando le veo el tanga puesto: es naranja, pero tan finito, que es casi transparente. En dos minutos, le estoy haciendo fotos de esa guisa, con un top blanco transparente empapado, y un tanga naranja que le marca todo el chochito. Yo sigo diciéndole cosas mientras posa, ya totalmente desatado, y ella responde como si quisiera que le dijera más burradas. En un momento dado, mirándole descaradamente el coño, le digo: “niña, ¡ese tanga te marca todo!” Ella, en lugar de taparse o avergonzarse, sonríe y pone caras de seducción. “¿Y no te gusta?” me dice, retadora. Le digo: “¡Me encanta! ¡Me pone a mil verlo!” Ella me contesta con sonrisa pícara: “Hmmmm…. Qué amor. No me digas eso que yo tampoco soy de piedra, y me voy a volver loca como sigas diciendo esas cosas”. Yo le echo un repaso con la mirada a todo su cuerpazo, deteniéndome en su coño, y le ordeno: “Venga, ponte como una diosa, separa las piernas, manos a la cadera, saca la pelvis y los pechos, y provócame!” Ella obedece, y cuando separa las piernas y sacas la pelvis, los ojos se me van hacia ese coño que transparente a través del tanga. Lo tiene empapado, ya no sé si del agua de antes, o de la excitación, pero sospecho que de lo segundo, porque si fuera el agua de antes, ya debería haberse secado. Se le nota clarísimamente la humedad. Ella empieza a subir las manos por todo su cuerpo, sobándose entera, deteniéndose en sus tetas que parecen a punto de reventarle el top empapado, y luego echa la cabeza hacia atrás, con los brazos hacia arriba, exhibiéndose esculturalmente, y permitiendo que disfrute de su cuerpazo, sin que ella me vea.

Al acabar esta serie de fotos, hacemos de nuevo el numerito de revisar las fotos en la pantalla de la cámara, mientras ella me restriega las tetas empapadas en mi brazo. Tomamos un trago de la copa y yo le digo: “oye, yo normalmente no me excito cuando le hago fotos a modelos, pero te reconozco que tú me estás calentando muchísimo con estas fotos…” y ella contesta: “Sí ya me di cuenta de desde la primera foto, por tu bulto en los jeans, que estabas muy excitado, jajaja”. Y se ríe, flirteando. Yo me miro mi paquete, que efectivamente está enorme, e incluso me lo toco un poco para colocarlo bien, descaradamente, a su vista, mientras ella no le quita ojo, y entonces, le pregunto: “Y tú, ¿te excitas con estas sesiones?”, y me dice “Pues a mi en una sesión de fotos eróticas me gusta ponerme cachonda porque el resultado es mejor, es más real, más sensual, pero no siempre me ocurre, depende del fotógrafo”. Y yo le pregunto: “¿Y esta vez, te estás excitando?”. Quería que lo reconociera. Se ríe, se pone coqueta, y me dice “¿Tú qué crees, que sí o que no?”. Yo le digo, sin dudarlo: “Yo estoy convencido de que te has calentado, pero quiero que me lo digas tú”. Y ella se ríe de nuevo, me dice: “Sí, la verdad es que contigo que estoy poniendo muy cachonda, no lo puedo negar, lo estoy disfrutando muchísimo, ¿no se me nota?.” Y sonríe pícaramente de nuevo. Con sus palabras a mi me dio otro latigazo la polla. Hmmm…. ¡Será calientapollas!

Me propuso seguir con un body-trikini de lencería semi-transparente, minúsculo, de rejilla, que no le tapaba prácticamente nada, y era como una invitación abierta a la masturbación contemplativa. Qué cabrona…. Para estas fotos, pasamos a mi habitación, porque a esa hora da una luz espectacular. Yo me tumbé con mi cámara en la cama, y ella se puso de espaldas a la pared, a medio metro de mi, a posar. Después de nuestra conversación creo que los dos estábamos a tope, así que lo que vino fue una especie de sesión de sexo verbal y visual, sin contacto. Ella posaba como una auténtica puta provocadora delante de mi, y yo le decía todo tipo de burradas, que ella recibía con cara de placer, aumentando el tono sexual de su lenguaje corporal. Le decía. “joder, eso, ponme a mil, provócame… qué cuerpazo, qué tetas… lúcete, tócate las tetas, sóbate entera, me estás poniendo la polla durísima…” Yo estaba desatado y ya no disimulaba nada en mi lenguaje. Y eso es justo lo que ella quería. Estaba super cachonda, y obedecía a cada instrucción mías con cara de placer infinito. Ponía morros de comepollas, abriendo la boca y cerrando los ojos, exhibiéndose delante de mi como una perra en celo. A veces, ella suspiraba palabras, como “Sí, sí… hmmm…. Te gusta, ¿verdad? Mírame, disfruta… hmmm…. ¿te estoy calentando, verdad…?”, mientras se metía un dedo en la boca, y luego varios, o se sobaba todo el cuerpo. Las tetas, impresionantes, le brillaban con la luz tenue del atardecer, dentro de body de rejilla, transparente, mientras sus pezones a punto de reventar buscaban huecos en la rejilla para escaparse. El body de rejilla no tenía braguita por dentro, era entero de rejilla incuso en la parte de a entrepierna, así que mientras se tocaba todo el cuerpo, me decía: “Amor, con este body se me ve todo el coño, luego en Photoshop cortas la foto, ¿verdad?”. Yo le decía: “tranquila, por supuesto, no te preocupes…. Pero yo puedo admirar la vista ahora, ¿no…? Y ella contestaba, entre suspiros… “por supuesto… hmmm….¿te gusta?”, y abría un poco las piernas sacando la pelvis para que yo disfrutara de la impresionante vista de su coño empapado a través de la tela de rejilla. Cuando la sesión estaba a punto de pasar a la pornografía, paramos, suspirando ambos, y decidimos pasar al último cambio. Me dijo que esperara fuera, que se iba a poner algo que seguro que me iba a gustar, así que salí de la habitación, más caliente de lo que jamás imaginé para esa sesión.

Al cabo de unos minutos y unos sorbos de whisky salió ella. Se había puesto unas braguitas muy sexy, sencillas, de algodón blanco, muy ceñidas, con bordado en la pelvis. Y por arriba, se había puesto… nada. Venía con las manos tapándose las tetas, y me dice ”¿me haces fotos sin nada por arriba?”. Y yo le dije: “¡Por supuesto!. Nuevamente empezó a posar, y yo a decirle burradas. El corazón me latía a mil, la polla me reventaba el vaquero, y ya ni sé las burradas que le dije mientras ella se lucía delante de mi, provocándome. Se puso de frente, como una diosa del sexo, se quito las manos de las tetas, mostrando todas sus tetazas desnudas, duras, redondas, tremendas, y empezó a provocarme con posturas eróticas. Apretaba las tetas con sus brazos pegados al cuerpo, y se agachaba, para excitarme, mientras me decía “Mírame las tetas…” . Yo le decía: “sabes que me estás poniendo super cachondo, ¿no? Te gusta eso, cabrona… me estás poniendo a mil, sigue así, joderrrrr… joder…. Qué buena estás, cómo me pones… cómo me calientas, Dios…. Hmmmm…, como sigas así me voy a masturbar delante de ti, cabrona…” y ella seguía exhibiéndose como una zorra solo para mi. En un momento dado, yo le ordené: “Quédate quieta, y cierra los ojos”. Me obedeció como una perra sumisa, por supuesto. Yo me acerqué a ella, me acerqué mucho y disfruté de la vista de su cuerpo muy, muy de cerca, le devoré  las tetas con mis ojos, respirando cerca de ella para que pudiera sentirme. Ella sabía que yo estaba a dos centímetros de su piel. Por su momento se me pasó por la cabeza poner mis dedos directamente en su coño, y masturbarla... Estoy seguro de que lo estaba deseando, y lo habría aceptado sin abrir siquiera los ojos. Pero la situación me estaba gustando tanto que no quería pasar al sexo, quería prolongar el morbazo brutal de esa escena. Ella tenía los ojos cerrados, y la boca entreabierta, con cara de placer. Entonces le acaricié una teta suavemente y le pellizqué un pezón. En lugar de revolverse por la sorpresa, ella gimió, sin abrir los ojos, y emitió un suspiro enorme de placer, mordiéndose los labios, y gimiendo hasta que le solté el pezón, me alejé de nuevo, le pedí que abriera los ojos. Ella suspiró, y me miró con una cara de deseo indescriptible. Yo le dije: “ya hemos acabado esta serie, ¿te ha gustado?”. Podía sentir que en ese momento ella estaba tan cachonda que se habría entregado a cualquier cosa que le ordenase.

Después de esa serie, me anunció que le quedaba un cambio, que era un conjunto de ropa interior de sostén negro, braguitas negras y liguero. En esta ocasión se tumbó en el suelo, se puso a revolcarse sobándose entera para mi, calentándome a tope, gimiendo, diciendo “¿te gusta? ¿Estoy buena? ¿Te gustan mis tetas…? Hmm… mírame….” Se ponía boca arriba, levantaba el culo del suelo, para mostrar la pelvis hacia el cielo, con sus braguitas marcando su raja… Luego, en plena fase de excitación, se quitó el sujetador, y se puso boca arriba, mirándome y sobándose entera. Tenía los pezones durísimos. La escena era casi porno. Yo le dije: “no sabes cómo me has puesto, te vas a enterar…”. Entonces me levanté y le ordené: “Ahora vamos a terminar estas fotos en mi cama”. Ella obedeció de inmediato. Se levantó con dificultades, por los tacones, y caminó hasta mi habitación. Le ordené que se tumbara en la cama y que me excitara todo lo que pudiera, mientras yo seguía haciéndole fotos.

Ahí me hizo el show final. Se revolcó dando vueltas de placer, mientras se tocaba todo el cuerpo. Estaba loca de excitación. Yo también. Disparaba mi cámara compulsivamente, pero no me fijaba en las fotos; me dejaba llevar por el juego. Se quitó el sujetador y el liguero, y empezó a sobarse de una forma mucho más sexual, mientras gemía. Empecé a darle órdenes: “eso eso, cabrona, así sí que me estás poniendo a mil… sigue, joderrr…. Tócate el cuerpo, sóbate…”. En un momento dado me aparté de la cámara, me acerqué, y le sobé los labios con mis dedos. Ella, caliente como olla, empezó a chuparme los dedos. Yo pasé los dedos húmedos de su saliva por su cuello, por sus tetas, por sus pezones… Me chupé los dedos y llevé mi propia saliva a sus pezones, y empecé a pellizcarla mientras ella gemía de placer. Retomé la cámara y seguí haciendo fotos, mientras le decía: “mira cómo me has puesto… ¿has visto cómo se me ha puesto el paquete por tu culpa…? Serás zorra… eres una zorra y me has puesto a mil cabrona…”. Y le ordené: “sigue sobándote, sóbate las tetas, acaricia tus piernas, tócate el coño!!!.... eso es, así, tócate el coño, joder….” Y ella lo hacía… “Mastúrbate para mi, mientras te hago fotos, cabrona…”. Y ella lo hacía. ¡Se estaba masturbando delante de mi! Yo no podía más, así que me abrí el pantalón y saqué mi polla, que estaba a reventar. Ella no dejaba de mirar mi polla,  dijo: “no, no por favor… Hmmm….” Pero se le veía que se derretía de deseo. Le dije: “¿te la acerco a la cara?” Y ella no contestaba, pero asentía, casi contra su voluntad. Yo le acerqué la polla a la cara hasta que estaba casi tan cerca que podía chuparla, pero no tan cerca. Quería hacerla sufrir. Ella miraba mi polla con los ojos extasiados de deseo, y gemía. Seguía masturbándose y estaba tremendamente excitada. De vez en cuando, seguía diciendo que no, entre gemidos, pero no paraba de masturbarse delante de mi. Yo le dije: “si sigues masturbándote te voy a violar aquí mismo, zorra… ¿quieres que te viole?” Y ella seguía sobándose entera, masturbándose y provocándome más todavía. Yo repetí “estás tan cachonda que quieres que te viole, ¿verdad, pedazo de zorra?” Y ella seguía en pleno éxtasis de excitación. “Te voy a violar en 10 segundos, zorra, si sigues provocándome, te advierto…”, Y empecé a contar, “10, 9, 8…” Ella seguía sobándose y provocándome… “4, 3, 2….”. Entonces yo cogí mi polla y contuve con esfuerzo el impulso primario de follármela, de clavársela hasta el fondo , que era lo que ella deseaba en ese momento. En lugar de eso, me puse a masturbarme delante de ella, mientras ella siguió haciéndolo delante de mi. Fue un momento increíble. Los dos disfrutamos de lo brutalmente excitante de la situación, y de la visión del otro, con el olor a sexo en todo el ambiente, diciéndonos burradas de todo tipo, masturbándonos y excitándonos sin tocarnos, hasta que los dos nos corrimos, en uno de los momentos más excitantes que recuerdo , y desde luego, el más excitante de mi trabajo como fotógrafo.

Por cierto, las fotos quedaron muy, muy eróticas, como os podéis imaginar. Las tengo como prueba de la veracidad de esta historia, aunque lógicamente no las voy a poner por aquí.

Espero que os haya gustado y os haya calentado esta historia. Y si alguna estáis leyendo esto, os ha excitado la situación, y queréis recrearla la escena conmigo, avisadme. Yo creo que le he cogido el gusto al morbo de estas sesiones eróticas.