Serían 35 minutos subido en ese autobús. Trayecto corto.
Subí caliente ya. Me prometí una masturbación en cuanto llegase a mi casa, pensaba correrme muy fuerte.
Me tocó asiento de ventana y cuando parecía que viajaría sin acompañante, se sentó ella.
Ejecutiva de unos 40 años, blusa y una minifalda corta. Cruzó las piernas, mostrandome el muslo.
Tres cosas a tener en cuanta :
1 - Ibamos en la parte de atrás, sin mucha más gente
2 - Tenia puestas mis gafas de sol y eso me permitiría mirar clandestinamente.
3 - Llevaba en mis manos una pequeña chaqueta.
Me moví inquieto. Caliente y dura. Así la sentí bajo mis pantalone vaqueros.
¿Y porqué no?. El autobús arrancó, tapé mi regazo con la chaqueta y me bastó una mano para meterla debajo y comenzar a desabrochar uno a uno los botones de mi pantalón.
Ella leía. Mis gafas cubrían el destino de mi mirada. Fué agarrar mi polla y entender que no tardaría mucho en correrme. Estaba a mil y la situación multiplicó mi calentura aún más. A movimientos muy muy lentos pero intensos, comencé a masturbarme ahí.
Ahí mismo.
Ella jamás fué consciente. El tío que estaba a su lado en el bus, se pajeaba a su costa. Debajo de esa chaqueta masajeaba su polla mientras la miraba de arriba a abajo.
En ningún momento la saqué del todo, no podría esconder el enorme bulto que se marcaría en la chaqueta. Con mi mano metida en la ropa interior y masajeandola, decidí acabar. Poco importaba en aquel momento el hecho de eyacular en los boxers.
Me la imaginé sentada sobre mi polla, en ese mismo asiento. Cabalgandome.
Y me corrí como un cerdo.