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Mi mujer accede a probar a con el perro

en Zoofilia

Acabábamos de hacer el amor. Estábamos tumbados en la cama, desnudos, abrazados el uno al otro. La bebida ayuda a desinhibirse mucho y esa noche habíamos bebido bastante en la cena.

Era verano y hacía calor, no nos cubría ninguna sabana.

A mi mujer le pico otra vez el gusanito del amor y empezó a buscarme otra vez.

Ella sabe bien como animarme y haciéndose la despistada empezó a bajar su cabeza cada vez más a mi entre pierna. Una vez llegó empezó el juego. Volvió a meterse mi polla en su boca. Aunque aún estaba flácida no tardó en endurecerse dentro de su boca.

Entró nuestro perro en la habitación, normalmente suele estar en la planta de debajo de la casa pero por alguna razón había subido.

Mi mujer siempre ha sido muy cariñosa con los animales, Siempre

Ella no se dio cuenta de que había entrado en la habitación, pero yo sí.

Se asustó cuando le empezó a olfatearle el trasero.

- Ostras, fuera de aquí, que susto me has dado- Le dijo mientras intentaba apartarlo de un manotazo.

Se ve que el olor era demasiado excitante para nuestro perro y este insistió

- Déjale-

- Que le deje que?-

- Ya sabes, -

Me miró incrédula por lo que había insinuado. No lo había dicho implícitamente pero estaba claro a lo que me refería.

Se incorporó, se puso de rodillas en la cama y con una mano sujetó a Rody. Me miró fijamente sopesando que iba a decirme.

- Te gustaría que lo hiciera?

- Claro que sí, creo que puede ser una experiencia muy excitante.

- No sabía que te gustaban esto

- A ver, ni fu ni fa - Mentí, ya que me encantaba este tema- Pero como siempre has sido tan cariñosa con él… Pero si le dejas que te de besos en la boca y todo.

Lidia, desde siempre ha sido muy cariñosa con los animales, siempre. Con Rody tenía una conexión especial. Siempre jugaba con él, le abrazaba, le deba mimos y le dejaba que le chupara la cara. En muchas ocasiones ella misma le correspondía dándole besos y sacando la lengua. Ella decía que así se comunicaba con él y así le demostraba lo mucho que le quería.

Me sorprendió las primeras veces pero poco tardó en pasar a ser algo común.

- Pero luego no hay marcha atrás, no quiero que te enfades luego ni te arrepientas.

- Cariño, no creo que me arrepienta- Le dije

Lidia empezó a acariciar a Rody y este le correspondió excitado con gestos juguetones. Le abrazaba y le acariciaba todo el cuerpo. Y este le correspondía.

Rody empezó a lamerle la cara como de costumbre y esta le correspondió con su boca. La abrió y dejo que las dos bocas, la del perro y la suya se fundieran. Rody le lamia la cara, el cuello y la boca. Metía toda la lengua en la boca en busca de su saliva, ésta por su parte no hacía más intentar atrapar su lengua en su boca para así succionarla.

Esta escena me excitó. Empecé a masturbarme despacito gozando del espectáculo.

Mientras se comían la boca, mi mujer deslizó una mano a la entrepierna de Rody. Intentó masturbarlo pero no tuvo éxito. La polla de este no salía.

Así que optó por otra estrategia. Se sentó en la cama, en el borde, abrió las piernas y con unas palmaditas indicó a este que le lamiera el coño.

¿De verdad iba a hacerlo? Como era posible que accediera tan rápido, como era posible que mi mujer, aun siendo muy liberal como yo, no pusiera reparos, entonces me pasó por la cabeza que ella ya había pensado en esto alguna vez. Poco después hablando con ella me lo corroboró.

El coño de mi mujer estaba húmedo. Y recién follado, con lo que jugos del polvo y fluidos nuevos de la excitación animaron a Rody.

Posó el morro en la entrepierna y si un segundo después ya lo lamia todo. No solo el coño mojado, también parte del culo y toda la zona interior de las piernas.

Jamás había visto a mi mujer gemir así. Se terminó de tumbar en la cama ajena a todo salvo a nuestro perro.

El volumen de los gemidos, y la respiración aumentaron considerablemente. Yo no dejaba de mirar a mi mujer y he de reconocer que me excitaba mucho esta situación. Ver gozar a Lidia como una perra me ponía muy cachondo y más con nuestro perro.

No pude evitarlo y le arrimé la polla a su boca. Ella la acogió de buen gusto y empezó a mamarla.

Estuvimos un buen rato así pero al parecer Lidia decidió que quería más.

Se incorporó, se bajó de la cama, puso las rodillas en el suelo y se inclinó encima del colchón. Quedando el culo en pompa.

Empezó a darse palmaditas en las nalgas a fin de que le montara, pero Rody prefirió seguir lamiendo.

Yo me incorporé para ayudarla. Lo cogí por las patas delanteras y lo subí encima de las caderas a fin de ayudarlo.

Se quedó quieto. No se movía, solo jadeaba. Tampoco tenía el pene fuera.

Mi mujer se desesperó. Lo intentamos unas cuantas veces más pero no había manera.

Se incorporó medo indignada porque la habían dejado a medias. Se acercó a Rody lo abrazó. Súper excitada que estaba no estaba dispuesta a que le dejaran a medias.

Tumbó a este en el suelo y empezó a acariciarlo. No tardó en coger la funda de su pene y a masturbarlo.

Se izó el milagro, empezó a asomar una punta roja rosada de la funda, desprendía un ligero olor a acre, pero era soportable.

Esta siguió masturbando delicadamente mientras poco a poco iba saliendo el carmín. Cuando ya tuvo un buen trozo fuera se hizo otro milagro. Mi mujer se lanzó.

Me imaginé que nuestro encuentro se centraría sólo en la monta pero ella hizo realidad todos mis sueños.

Abrió la boca y sacó la lengua,  se acercó a la esa polla venosa y la lamió ligeramente. Como probando un alimento, metiendo la lengua dentro de la boca, esperó unos segundos a que identificara y catalogara el sabor y como decidiendo si le gustaba o no. Decidió que sí.

Sacó la lengua otra vez y esta vez lamió mucha más polla de perro. Empezó a lamerla de un lado para otro mientras que con una mano la sujetaba por la base.

Un par de lametones más tarde se la metió en la boca.

Empezó a mamarle la polla al perro. A meterse todo lo que podía y más dentro de la boca. Y mientras hacía eso no dejaba de mirarme a los ojos.

La polla de Rody no dejaba de crecer, poco después ya superaba en grosor a la mía y minutos después forzaba la boca a mi mujer a abrirse como nunca lo había hecho.

No sé si era un exceso de saliva, del típico líquido pre seminal o parte de las corridas del perro pero alrededor de la boca de mi mujer y por las comisuras de su boca había mucho líquido espeso transparente.

Ahora si que estaba preparado.

Se levantó y volvió a ponerse en la misma posición que se había colocado antes. Esta vez no hizo falta que ayudara a Rody. Lo entendió perfectamente.

Este la montó. Pasó sus patas delanteras por encima y las apoyó en la cama. Empezó a mover la cadera como un loco pero no atinaba.

De la polla del perro no hacía más que salir líquido a chorritos, pequeñas gotitas que no cesaban llenando todas las nalgas de mi mujer, dejándolas chorreando.

Yo me acerqué, le sujeté por la cintura, alargue mi mano y le sujeté la base del pene. Le ayudé a apuntar, le guie hasta la entrada del coño de mi mujer y como si de espasmo muscular se tratase, al notar la cavidad empujó con todas sus fuerzas hacia el interior de Lidia.

Levantó el trasero como pudo y se inclinó hacia adelante con un fuerte grito orgásmico. No pudo moverse más a causa de la cama y del peso del perro.

A Rody le importaba bien poco, el seguía bombeando a una velocidad pasmosa. Mi mujer gritaba de placer. Gritaba como una poseída sin medida alguna. Por su boca salían auténticos gemidos orgásmicos.

Su coño fue acostumbrándose a las polladas y embestidas y volvió a apoyar las rodillas en el suelo. Ahora Rody le podía dar bien.

Tenía la cabeza apoyada en el colchón  y sus manos al lado se agarraban a las sabanas con firmeza mientras Rody le jadeaba en el oído y le llenaba la cara de babas.

Entonces mi mujer empezó a gritar mucho más fuerte.

-No no no noooo-

Se llevó la mano a la entrepierna como pudo en un intento en vano de evitar lo inevitable. La inexperiencia hizo que se olvidara de la bola.

Una bola que ahora le estaba reventando por dentro.

Rody se había quedado abotonado a mi mujer. No podía despegarse.

Mi mujer entro en una especie de trance orgásmico. Yo sujetaba a rody para que se mantuviera encima y no se diera la vuelta y la hiciese daño.

De vez en cuando Rody pegaba algún que otro bombeo, que hacia chillar de placer Lidia.

Me asome por debajo ya que me hacía curiosidad ver como estaban enanchados. Vi el coño de mi mujer con los labios rosados, excitados, las piernas salpicadas de líquido, un pequeño tubito rosa lleno de venas se adentraba dentro del coño de mi mujer y se veía perfectamente como éste hacía fuerza para sacarlo. Cuando ejercía presión hacia afuera se vislumbraba un tapón de bola dentro del coño.

Pasaron varios minutos en esa posición y mi mujer no dijo ni mu. Tenía la cara aplastada, con el perro encima y los ojos cerrados. Pero su cara era un poema, una cara de puro gozo, de felicidad extrema, de post-polvo milagroso.

Rody ya se percataba de que si iba aflojando y se intentó liberar.

Yo lo ayudé para hacerlo lo más fácil posible. Le cogí de la base del pene y fui frenando la estirada del perro. Vi como el coño se iba dilatando poco a poco a unos niveles espectaculares. Es impresionante como el cuerpo humano puede aguantar tanto.

La bola era tan gorda como mi puño.

En ese momento pensé que mi mujer si era capaz de aguantar eso sería capaz de aguantar un buen fisting. También pensé en si sería capaz de hacerlo por detrás. Pero eso ya es otro relato.

La bola salió con un sonoro Plob y dejo un agujero tras de sí digno de ver. Un coño dilatado, chorreando de semen y con algún que otro pelo pegado.

Rody se sentó en el suelo y empezó a lamerse la polla. Mi mujer siguió en la misma postura un par de minutos más.

Luego volvió en sí, su respiración se tranquilizó, Se incorporó y me miró.

No hizo falta que me dijera nada. Le veía la cara y era de post polvo apocalíptico.

Desde ese día no hemos parado de incorporar a nuestro perro en nuestras relaciones y hemos ganado experiencia en el asunto. Vendrán mas relatos.