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13- Otros tres mas

en Bisexuales

En algún punto de estos recueros parciales (creo que así se pueden llamar), ya comenté que en los primeros años de mi relación con mi actual pareja, solía filmar nuestros largas sesiones de sexo.

No se trataba solamente de meterla, corrernos y sacarla, nos tomábamos nuestro tiempo dándonos gusto mutuamente de todas maneras hasta que ya no podíamos más y follábamos corriéndonos enseguida. Ella varias veces y yo, excepto en dos ocasiones en que eyaculé dos veces sin sacarla, solamente una hasta que me recuperaba en pocos minutos.

En la actualidad, en alguna de las pocas veces que tenemos sexo también lo he filmado, pero sin ella saberlo, ya que en estos momentos no lo aprobaría.

Comparo las imágenes y pienso que no es justo. Con ella antes tenía suficiente, pero ahora no es así.

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Como quien lea esto se puede imaginar, he tenido una vida muy activa sexualmente, no solamente con hombres, sino también con mujeres, aunque en este caso casi siempre ha sido de una manera más abierta.

Como ya dije unas líneas más arriba solamente he hecho un trío con un hombre y una mujer dos veces en mi vida y la segunda fue en otro viaje anterior a la ciudad donde antes vivíamos.

Para mi fue una sorpresa, ya que no me  esperaba lo que pasó.

Por supuesto, durante los ratos que no tenía nada que hacer no estaba constantemente buscando rollo. Me gusta la lectura y ver a amigos y amigas, comer con ellos, y todo lo que hace la gente normal, porque yo soy normal,  aunque con inclinaciones sexuales que no están bien vistas por la mayoría, simplemente. No tengo el complejo de culpabilidad que muchos psicólogos quieren hacer creer que padecen las personas como yo y me lo paso bien con personas que se lo quieren pasar bien también. En mi opinión hay cosas que realmente son crímenes pero que son aceptadas por la mayoría de manera indignante. Me refiero naturalmente al estado del país y de sus habitantes.

¿Sinceridad? Yo creo que está sobrevalorada.

Una de esas extrañas tardes en las que yo no estaba pensando en sexo, fui al FNAC, a mi sección favorita de libros.

Estaba curioseando en una estantería avanzando poco a poco pasando mi vista por los lomos de los libros de una estantería y topé con alguien que, como yo, estaba leyendo títulos pero en cuclillas en la estantería más baja y yo, absorto como estaba, no me había dado cuenta.

Pedí disculpas, se levantó y nos reconocimos. Era una mujer que había sido compañera de un curso nocturno en el que yo había participado en la época de mi primer divorcio, hacía ya bastantes años y que una noche, después de acabar la clase me invitó a cenar. Yo, como en aquel momento estaba en período de separación y no tenía nada que hacer ni nadie que me esperara acepté y, claro, acabamos durmiendo juntos tras un polvo nada memorable, porque no lo recuerdo, aunque sé que follamos.

No se volvió a repetir y después de acabar el curso  no nos volvimos a ver. Todo muy civilizado. Supongo que tanto ella como yo en aquel momento pensamos que mejor era no repetir, o quizá no le había gustado del todo, no sé. El caso es que fue una noche olvidable por ambas partes.

 Como yo, ella ya había pasado su mejor época, aunque ahora vestía más provocativamente que cuando la conocí y, madura como estaba, tenía todavía algunos polvos.

Charlamos un par de minutos de cosas triviales con algunas miradas furtivas a los ojos que me indicaban que, efectivamente habíamos follado y entonces llegó un hombre algo más joven que nosotros  al que me presentó como un amigo que en esos momentos la acompañaba.

Era agradable, y se unió a la conversación sobre como le iba la vida a cada uno de nosotros.

Al cabo de un poco ella dijo que iban a tomar una copa en algún lugar de por allí y me preguntó si me apetecía acompañarlos. No tenía compromisos y accedí de buen grado intentando saber de qué palo iban ellos dos. Quiero decir, si eran pareja o qué.

Nos sentamos en la terraza de un bar, pedimos una botella de vino porque ella dijo que no bebía otro tipo de alcohol y le apetecía. Al cabo de un rato de charla sobre cine, libros y otras cosas que nos gustaban a los tres ya nos habíamos bebido tres copas de vino cada uno y nos sentíamos cada vez más relajados.

Recuerdo que fue ella quien introdujo el tema, la cuestión es que pasó un muchacho muy, muy “gay” por delante de nosotros y la conversación derivó al sexo; tendencias sexuales y demás.

Ella y yo nos reímos un poco de algunos amaneramientos exagerados en nuestra opinión y el muchacho que la acompañaba pareció molestarse un poco diciéndonos que cada uno hace lo que le apetece y que por favor no nos riéramos de esas cosas.

En ese momento, aunque él no lo dijo claramente y no se notaba en absoluto, entendí que era gay o bisexual.

Por supuesto que en ningún momento hablé de mi vida privada. Le aclaré que no estaba haciendo burla de nadie y seguimos charlando otra vez relajadamente cuando ella, de la manera más natural dijo que su fantasía sexual era ver a dos hombres en la cama.

Hasta ese momento yo no había pensado por un segundo que podía salir algo de aquel encuentro y sin reflexionar y animado por el vino le dije inocentemente que la mía era estar en la cama con un hombre y una mujer pasando mi mirada del uno al otro provocándoles.

En ningún momento había hecho yo ningún tipo de insinuación sexual, solamente lo dije para aceptar su reto y comprobar hasta donde llegaba ella, haciéndole un órdago, valga el símil.

Se quedaron mudos los dos, ella algo ruborizada, y dejaron de sonreír un instante. Él me miraba furtivamente sin saber exactamente si yo hablaba en serio o en broma, pero poco a poco la situación volvió a relajarse, aunque en ese momento, mi polla me había empezado a advertir que había posibilidades de que aquello fuera a más y, efectivamente, cuando parecía que ya se había olvidado el tema y tras unas miradas que ellos se cruzaron, ella dijo mirándome que tenía una botella de vino muy buena en casa y que si queríamos la podíamos abrir.

Casi al mismo tiempo los dos dijimos exactamente lo mismo: que nos parecía una buena idea. Me levanté a pagar y por el rabillo del ojo vi como el fijaba su vista en el bulto de mi entrepierna, que ya era bastante notable, pues en alguna parte de mi cuerpo ya estaba en acción.

Tenía toda la tarde para mi y ni ella ni él conocían a mi mujer ni sabían mi dirección, con lo que pensé que no sería nada arriesgado que sucediera lo que yo deseaba que sucediera.

Una vez en su casa, que estaba en un barrio cercano, y con la botella de vino abierta, nos sentamos en el sofá, ella en el medio, y seguimos charlando un poco a ver quien rompía el hielo.

Yo, ya un poco impaciente y más acostumbrado a situaciones de ese tipo de lo que dejaba ver, un punto contento por todo el vino que habíamos tomado y alentado por mi anonimato (como he dicho lo único que sabía ella de mi es que habíamos hecho un curso juntos hacía muchos años), me levanté y me senté encima de las rodillas de ella. Le sujeté la cabeza y le puse mis labios sobre los suyos. Suavemente los fui abriendo con mi lengua hasta que ella también empezó a colaborar. Con una mano acerqué la cabeza de él y cambié de boca.

Me dio la impresión de que era su primera vez en trío y aunque ella había lanzado el anzuelo sin saber exactamente que pasaría, yo había picado y había tomado la iniciativa.

Después de besarnos unos minutos, las manos empezaron a buscar lugares más sensibles del cuerpo.

Entre caricias cada vez más intimas nos fuimos desnudando. Aunque mi polla era algo más grande que la de él, la tenía bastante tiesa y no me lo pensé: me arrodillé delante del sofá, me la metí en la boca y empecé a chuparla mientras con un dedo chupado por ella le abría los labios de su coño. 

Explicar todo lo que hicimos es difícil pues los recuerdos de un momento así se confunden, pero sí recuerdo perfectamente que en aquel rato de tan buena memoria hubo algunos momentos muy intensos y algunos hasta divertidos. Le pregunté dónde estaba la cama y a ella me dirigí mirando hacia atrás, invitándoles a acompañarme, cosa que hicieron enseguida.

Les dije que se tumbaran uno al lado del otro y me obedecieron como corderitos nerviosos. Yo también lo estaba, pero había cogido las riendas y no las iba a soltar. Me arrodillé al lado de sus pies y empecé a lamerle el coño a ella mientras le cogía la polla a él sintiéndola latir en mi mano. Luego le tocó a él mientras se la comía levanté la vista y los vi morreándose y dándose lengüetazos ansiosamente. Eso me excitó más, pues imaginé que no era la primera vez que ellos estaban juntos e imaginé que en algún momento habían hablado de la posibilidad de hacer un trío y les había llegado la oportunidad conmigo.

Después de un rato en el que estuve chupando a ella el coño y a él la polla alternativamente, me estiré boca arriba y sin decirles nada empujé sus cabezas hacia mi polla que estaba a punto de explotar indicándoles que me la chuparan los dos a la vez. Recordé lo que había pasado en el bosque dos días antes y aunque las comparaciones son odiosas (o eso dicen) pensé que esto era mucho mejor.

Cayeron los dos encima de mi polla como si estuvieran hambrientos, una vez derrumbadas las barreras del pudor y entre los lamidos, sus lenguas  se encontraban y se las chupaban haciendo un ruido de succión.

Ya no recuerdo exactamente como siguió porque yo también me dejé llevar, pero en algún momento sé que él estaba haciendo un 69 con ella mientras yo le follaba el culo a ella y sacaba mi polla de vez en cuando ofreciéndosela a la boca de él para que la chupara, para lo cual gastamos bastantes condones, recuerdo. En otro momento estaba yo tumbado con las piernas alzadas mientras él bombeaba mi culo y ella, sentada con su coño sobre mi boca mirando como el otro me follaba, parecía que quería chafarme la nariz. Noté como él se corría encima de mi polla y de mi mano que la sujetaba, pero ella seguía con su baile sobre mi cara.

Él, que aunque ya se había corrido quiso seguir la fiesta, metió mi polla en su boca pringada como estaba y ella al verlo se inclinó hacia delante para participar también. Sé que entonces me corrí pero ella no tenía suficiente. Más tarde, cuando ya estábamos relajados me enteré de que ella, como mi mujer, podía tener muchos orgasmos, cosa que seguramente había descubierto después de yo estar con ella la primera vez, ya que no recuerdo que fuera tan insistente en aquel momento.

Al contrario que en las películas porno, donde hay un director que te dice cómo ponerte y luego un editor que corta las tomas malas, en la realidad, cuando hay tres en la cama y uno quiere cambiar de posición, se pueden dar momentos de risa, incluso ridículos, pero eso es lo de menos.

Lo importante es disfrutar.

Un largo rato más tarde nos dijimos adiós, no “ya nos veremos”, nos intercambiamos los correos (yo les dí mi correo “personal”)  e igual que la vez anterior con ella y no los he vuelto a ver, pero al cabo de unos días me llegó una foto a mi correo tomada por él sin que yo me diera cuenta en algún momento de aquella tarde y que aún conservo.

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Intento seguir un orden cronológico en estos relatos, pero es difícil, ya que algunos de estos momentos están algo difusos en la memoria y los escribo cuando reaparecen.