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El juego

en Orgías

Todo empezó como una broma. Somos un grupo de parejas (cinco matrimonios de entre 40 y 45 años) que pasamos todos los años juntos unos días en una casa rural en España. Sin niños. El objeto es divertirnos, recordar los viejos tiempos, comer, beber, jugar a las cartas y, en resumen, desconectar de los problemas del día a día.

Estábamos en una casa rural en Sierra Nevada durante el mes de diciembre, y ya habíamos cenado hacía rato. En la casa no había nadie más que nosotros, porque nos gustaba la intimidad. Ya andábamos por el tercer o cuarto cubata y estábamos jugando a un juego de mesa. A raíz de un par de preguntas picantes alguien (una mujer seguro) propuso subir el listón y jugar a algún tipo de juego erótico. Como lo estábamos pasando francamente bien, y estábamos todos algo bebidos, nos dejamos llevar.

Ni que decir tiene que en un grupo de matrimonios que se conocen de toda la vida y que llevan compartiendo experiencias y viajes durante muchos años, es normal, al menos para mí, que surjan situaciones picantes y  fantasías sexuales, entre hombres y mujeres. Algún encuentro en el baño desnudos, roces en la piscina, un tonteo a altas horas de la noche con la mujer de un amigo. Incluso, aunque todos estábamos felizmente casados y somos heterosexuales, yo por lo menos tenía algún tipo de fantasía con algunos de mis amigos. Incluso con uno de ellos tuve de joven algún escarceo (en concreto Jorge y yo, perdón, me llamo Miguel, nos hicimos unas pajas de jóvenes viendo una peli porno y yo llegué a chuparle la polla).

Así que éste era el caldo de cultivo para lo que vino después, que sinceramente ninguno creímos que pudiera llegar tan lejos. Empezamos jugando a las prendas. Algunos nos quedamos en calzoncillos, y la mujer de Rodolfo, Eva, se llegó a quitar el sujetador. Eva, junto a mi mujer Gloria, y la de Ernesto, Virginia, eran las más atractivas. La de Jorge, Vanessa, y la de Antonio, Marta, no estaban mal, pero no tenían el mismo nivel. De joven, yo salía con Virginia y recuerdo con gran calentura la dulzura de su boca, y tonteé con Eva.

Después elevamos el tono pasando al juego de la botella (ese en que se gira la botella y tienes que besar a aquél o aquella al que señala cuando para). La verdad es que fue muy excitante y fue subiendo de tono. Algunos besos ya eran con lengua, de momento todo muy heterosexual. Pero nos fuimos calentando y Eva y Virginia se besaron larga y lascivamente ofreciendo un espectáculo a todos. Después me tocó besar a Jorge, y aunque fue un beso menos sexual, me excité enormemente.

El siguiente juego consistió en incorporar tocamientos y en desnudarnos. Así que a eso de las 3 de la madrugada estábamos los 10 desnudos y cachondos. Y entonces propuse el JUEGO.

Todos me escucharon mientras lo exponía. Se trataba de un juego de azar. Preparamos 2 urnas con papelitos. En la primera urna 10 papeles, cada uno con un nombre; en la segunda urna, 4 papeles (sexo completo, sexo oral, masturbación, beso con lengua). El juego consistía en lo siguiente. En cada turno una persona extraía dos papeles de la primera urna: dos nombres, el primero realizaba la acción y el segundo la recibía), y un papel de la segunda urna (la acción a realizar).

Todos estábamos excitados como monos y juramos aceptar las reglas y el resultado de cada turno sin rechistar. Y el JUEGO empezó. Yo tenía clara mis preferencias. Me moría por comerle la polla a Jorge o por follarme a Virginia o a Eva. La suerte estaba echada.

Le toco el turno a Gloria mi mujer, y sacó dos nombres: Ernesto y Marta. En ese orden. Acción sexo oral: Ernesto tenía que comerle el coño a Marta. Supuse que Marta estaría muy excitada porque sé que Ernesto le ponía bastante. Marta era algo gordita pero atractiva. Rubia y con un buen par de tetas. Ernesto, bajito y fuerte. Le comió el coño con gran destreza y Marta se corrió gimiendo como una loba.

Segundo turno, Eva. Sacó mi nombre y Antonio. Acción: masturbación. Que excitante. Agarré el rabo de Antonio, que era bastante atractivo. Me moría por comérsela, pero tenía que controlarme (Gloria me observaba muy excitada). Traté de simular incomodidad. Me escupí en la mano y le hice un trabajo perfecto. Se corrió en mis manos (las retuve para notar su semen caliente) y fingí escandalizarme cuando me las mojó con su jugo.

Pasaron muchos turnos (en otro relató los contaré en detalle), de hecho jugamos a el JUEGO las tres noches. Tuve el gran placer de follarme e Eva y de que Virginia me la chupara (fue la tercera noche y ya incluso se tragó mi semen). Su marido, Ernesto no me lo tomó a mal, porque justo antes me había desvirgado. Todavía recuerdo la extraordinaria sensación de notar su polla corta y gorda en mi culo y su semen escurriendo por mis muslos.

Pero mi gran placer llegó la segunda noche a las 2.37 a.m. Marta, la muy picarona (a quien le comí su dulce sexo un rato antes), me devolvió el favor: Miguel y Jorge. Sexo oral. Miguel y Jorge, sexo oral. No me canso de repetirlo. Conseguí reprimir un grito de felicidad, como si me hubiera tocado la lotería. Me puse a la faena. Me arrodillé ante Jorge, que miraba con sorpresa mi cara de felicidad. Quizá recordara cuando se la chupe a los quince años. Esta vez llegaría hasta el final. Comencé lamiendo su presemen con la lengua. Mmmm, ¡qué placer! Después chupé la cabeza de su polla, el tronco, los testículos (en ese momento el público me ovacionó). Después la agarró con mi mano derecha y comencé a mamársela como si me fuera la vida en ello. Cuando gritó “¡me corroooo!”, aceleré mi mamada, hasta que recibí mi premio: chorros y chorros de semen inundaron mi boca. Seguí chupando hasta dejársela limpita del todo. Cuando terminé, me aplaudieron todos. Jorge quedó exhausto, y yo feliz.

Desde entonces, en vez de viajar una vez al año, lo hacemos una vez al trimestre. Ni que decir tiene que lo paso genial con todos y todas, pero cuando el azar selecciona: Miguel, Jorge, Sexo oral, empieza la fiesta para mí.

Gracias, espero que les haya gustado.