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Mi mujer accede a probar a con el perro (3)

en Zoofilia

Han pasado ya farios fines de semanas desde que se me metió la idea en la cabeza y no he encontrado ninguna solución al problema. No tenía ni idea de cómo hacerlo. De donde iba a sacar yo un caballo y no solo eso sino que nos dejaran tranquilos para que mi mujer se lo follara. O me tocaba la lotería, me compraba una mansión y me compraba un caballo o poco podría hacer.

Era una obsesión para mí. Eso y el culo de mi mujer que seguía cerrado. Siempre que me acostaba con ella me la imaginaba con el caballo o yo rompiéndole el culo y cuando esto sucedía me corría en pocos segundos. Tenía que evitar pensar en eso, centrarme en otras cosas para no correrme enseguida y poder disfrutar tranquilamente del polvo con mi mujer.

Durante todo este periodo mi mujer se desmelenó. Su recatada mentalidad sexual desapareció y se instauró una nueva y mejorada Lidia sexual. Empezó a ser mucho más abierta, a plantar nuevos desafíos y a ponerlos en práctica. Se desinhibió completamente y eso es de agradecer.

- He estado pensado que en podríamos hacer algo nuevo, es solo una idea, pero a ver qué te parece-

Simplemente aguardé a que continuara su idea antes de contestar a nada.

- He pensado en que podríamos hacer…si te parece bien ehh… no te lo tomes a mal… un trio.

- ¿Un trio?- Mi mujer me acababa de proponer un trio? No me lo puedo creer, el sueño de todo hombre se cumpliría en mí? Increíble. Hace apenas un año mi mujer jamás se habría planteado algo así, es más, JAMAS se me hubiese planteado hacer algo así con ella. Pero ahora algo había cambiado.

- Sí, un trio-

- Pero, con un hombre o con una mujer – Pregunté al caer que para hacer un trio hace falta una tercera persona.

- Pues si te digo la verdad, y para ser justos, tendríamos que hacer un trio con un hombre y otro trio con una mujer ¿No?-

No había caído en esto. Está claro que me encantaría montármelo con otra tía y mi mujer pero no sé si estaba preparado para ver a mi mujer con otro hombre. Que se la clavara otro me daba un poco de cosa.

- Un trio con una mujer vale pero con otro tío…-

- ¿Porque no?-

- Porque no me apetece ver como otro te la clava. Y si te gusta más que conmigo, o si la tiene más grande ¿Te irás con él? Es muy tentador pero mejor no.-

- Pero tú eres tonto o que te pasa. Como me voy a ir con otro tío. Tu perro me hace gritar más que tú y la tiene más grande y no por eso me voy a casar con él. Vahh, no que para que te digo nada. Siempre estas con tus tonterías de siempre fastidiándolo todo. –

Se enfadó, se levantó del sofá y se dirigió a la cocina.

Vayamos por partes, pensé. Me gusta ver a mi mujer, MI MUJER chillando y gozando como una perra mientras se la folla Rody, visto así que incorporemos a otro chico no puede estar tan mal. Y bueno, depende también de la chica que incorporemos. ¿Estará buena?. Entonces me imaginé a mi mujer de rodillas comiéndome la polla y compartiéndola con otra, o a mi mujer comiéndole el coño a la otra. ¿Haremos trio lésbico o solo las dos para mí…?

Me levanté y me dirigí a la cocina. Me la encontré en la nevera comiendo un trozo de chocolate con leche.

- Si hacemos un trio, empezamos incorporando a una chica en vez de un chico?-

- Me parece bien- contestó mirándome con una ceja levantada

- Y te vas a liar con ella o me la vas a dejar para mí-

Una ligera sonrisa apareció en el rostro de Lidia.

- Nunca me he acostado con una mujer. Pero siempre he tenido curiosidad en saber cómo era, así que si se puede me gustaría probar-

Me puse cachondo. Afirme con la cabeza mientras ponía en orden todas estas nuevas ideas.

- ¿Y has pensado en quien sería?-

- Si te digo la verdad es que ya llevo un tiempo dándole vueltas al asunto. Y aunque no le he dicho nada a nadie he ido tirando chinitas a amigas a ver como racionan a según qué cosas y Jessica es la que mejor ha reaccionado, y es además con la que más ganas tengo, así que todo seria de probarla a ver cómo reacciona si le informo de mis intenciones.

- ¿Que Jessica? – Pregunté

- Mi amiga Jessica -

- Si, ya, pero tienes 2 amigas que se llaman Jessica

- La alta y morena-

- Ahh la de las tetas grandes operadas –Dije mientras hacia el gesto de sujetarme unas tetas ficticias.

- La de las tetas operadas, sí. Esa. – Dijo mi mujer mientras entrecerraba los ojos y me miraba con odio. – Que pasa, ¿Te gusta mi amiga?-

- ¿No, por? – mentí. Su amiga estaba muy, pero que muy buena

- Hombre porque veo que ya te has fijado en ella y es sus tetas operadas.-

- Será porque se ve que son operadas –

- Pues será que te has fijado mucho para verlas-

- Pero que tontería me estas contando ahora, pero si has sido tú la que has sacado a tu amiga-

- Sí, pero no sabía que mi marido iba fijándose en las tetas de mis amigas-

- Que yo no voy fijándome en tus amigas-

- Anda que no, dime la verdad, ¿Te gusta o no?-

-Que no me gusta! A mí la que me gusta eres tú. ¿No estoy contigo?, Entonces ¿A qué viene todo esto ahora?-

- Si ya pero se te ha visto muy emocionado cuando has visto que tenías posibilidades de follártela -

- LIDIA pero qué coño pasa, no te entiendo, Pero si has sido tú la que ha sacado lo del trio. Y ahora me acusas de que si me fijo en tu amiga o no seque pollas. Pero qué coño te pasa.

- Nada, déjame en paz.

Salió disparada como una bala de la cocina y se dirigió al nuestro cuarto. Supe que había llegado cuando escuché un buen portazo.

- Que, cojones, acaba, de, pasar – Murmuré perplejo.

Me acerque a cuarto e intenté abrir la puesta. Había echado el pestillo.

- Abre-

- NOO-

- Venga abre – Dije mientras giraba el pomo repetidas veces

- Déjame –

- ¿Qué te pasa?- Dije en un todo suave y reconciliador, aun no sabiendo que había hecho sentía que tenía que disculparme por alguna cosa para hacerla sentir mejor.

- Nada-

- ¿Pero me quieres dejar entrar? Anda abre y hablamos-

No hubo respuesta. Espere unos segundos y nada. Seguía callada.

- Venga abre, déjame pasar –

- No, déjame, me vas a mosquear más si sigues insistiendo.-

Me dirigí al sofá y encendí la tele. Puse un programa de estos tontos para ver si me olvidada de o que acababa e pasar y esperando a que Lidia diera señales de vida.

Al cabo de un rato largo oí como se abría la puerta y mi mujer se acercaba cabizbaja. Se sentó a mi lado sin mirarme y sin decir nada manteniendo la mirada fija en el suelo. Yo aguaré impaciente y los minutos pasaban y allí nadie decía nada

- ¿Me perdonas?- dijo al fin con una vocecita de niña buena que suplica el perdón a su padre tras romperle alguna cosa de valor.-

- ¿Porque te has puesto así Lidia? ¿Qué ha pasado?-

- Lo siento, es que… Me da vergüenza... me ha venido un ataque de celos horrible al pensar en serio que te podrías follar a otra.-

- Lidia, has sido tu quien ha sacado el tema.-

- Ya, pero una cosa es fantasearlo y otra darse cuenta de que podría ser verdad. Entonces me he imaginado a ti follándote a otra y abandonándome.-

- O cariño, yo a ti jamás te abandonare por nadie ni por nada – La abrecé cariñosamente y la besé en el cuello

- ¿Ni por Jessica la Tetas operadas?-

- Ni por mil Jessicas – Exclamé

- Júralo -

- Lo juro -

- Dilo bien –

- Juro que jamás te abandonare por nadie ni nada y ni por ninguna Jessica y ni mil Jessicas, Pero si se presentan mil y una entonces si -

- Anda calla- Me besó muy apasionadamente

- Lo has jurado eh! Ya no puedes echarte atrás.

- ¿Entonces ya no hay trio no? – Dije en plan de cachondeo

- De eso nada guapo. Me has prometido que no me abandonarías, no que no hiciéramos un trio. -

- No te entiendo, de verdad que a veces creo que no te conozco. –

- Lose -

Ahí quedó la cosa aparcada durante un tiempo. Creía que fue una idea momentánea que se le había pasado por la cabeza pero estaba completamente equivocado. Lidia empezó a mover hilos y a cerrar el cerco sobre su amiga Jessica. Empezó a quedar más con ella, a entablar una amistad mucho más íntima.

- Creo que ya está a punto de caramelo – Me dijo Lidia una vez mientras cenábamos

- Quien está a punto de caramelo-

- pues Jessica, quien sino -

- ¿A sí, como lo sabes?

Pues porque he estado haciendo los deberes. Resulta que hoy he utilizado una táctica de ataque y ha funcionado.

- ¡Se apunta al trio?

- Aun no lo sé, espérate que aún no se lo he insinuado. Hoy he probado otra cosa, para comprobar si realmente estaba receptiva sexualmente a probar cosas nuevas.

-¿Que has hecho?

- Hoy he quedado con ella esta tarde para dar un paseo. Al final he ido a tomar un té a su casa y hemos hablado… bueno de cosas nuestras. Yo en todo momento me he mostrado muy, muy cariñosa con ella. La miraba de la misma manera que te miro a ti cuando quiero sexo y parecía que ella me devolvía la mirada. Entonces le he preguntado sobre la operación de pecho que se hizo. Ya que se lo he preguntado diciéndole que quería operarme yo. Que me contara todo el proceso y como le fue la experiencia.

- Ajam, ajam – yo solo asentía con ligeros soniditos de aprobación para que siguiera con la historia.

- Yo no hacía más que mirarle las tetas y comparándolas con las mías. Le explique que es lo que no me gustaba de las mías y le expliqué que las suyas parecían muy bonitas. Entonces ella va y me dice “No hace falta que te operes los pechos, tú los tienes muy bonitos así tal y como los tienes”. Entonces aproveche la oportunidad, era arriesgado pero parece que funciono. Me saqué la camiseta y me desabroche el sujetador, dejando los pechos al aire. Me los cogí y le insinué que no me gustaba la forma de mis pechos, cogí mis pezones y le dije que tampoco me gustaba la forma de la aureola. –

Yo en ese momento me puse cachondo. Me imaginaba estando presente en la historia y mi polla empezó a hacer acto de presencia. Empezó a ponerse dura y a molestarme dentro de los pantalones. Pero hice como si nada y aguardé al resto de la historia.

- Le dije que no sabía si operarme también la forma de la aureola y dejarla más pequeña. Entonces Jessica empezó a hablar de cómo le habían operado el pecho. De que no había tocado la aureola y que le habían puesto la silicona por debajo. Del cuidado que tuvo que tener para cuidar bien la piel y que no se notara la cicatriz”. Yo contesté que ese era mi miedo, que se viera mucho la cicatriz. Entonces Jessica se desabrochó la blusa, la dejó encima de la silla y se desabrochó el sostén. Dejó libre los pechos y con una mano levanto uno de ellos. “Ves aquí está la cicatriz”. La verdad es que apenas se veía, le habían operado bien los pechos, pero yo instintivamente acerque la mano a uno de sus pechos. Pero justo cuando iba a tocarlo me paré y le pregunté “¿Puedo tocártelos?-

- Y que dijo ella? – Interrumpí intrigado

-Que sin ningún problema. Me cogió la mano y me la acerco ella a su pecho. Me la estrujo un poco para que viera lo firme que era. A decir verdad yo le manoseé los dos pechos con las dos manos un buen rato. Hasta que noté que los pezones se le pusieron duros como guisantes congelados. Se los pellizqué en plan de broma y le pregunté si con la operación perdían sensibilidad.

Ella me contestó que no, que a ella se le volvieron más sensibles. Entonces pude ver como entreabría la boca y su respiración era algo más entrecortada y jadeante. Entonces sin mediar palabra, me acerque, y sin soltarle las tetas le di un beso en la boca.-

 Aguaré silencio a la continuación de la historia.

- Ella al principio se quedó parada, solo unos segundos hasta que se rindió a sus instintos y me devolvió el beso. Nos besamos durante minutos sin dejar de respirar, sus manos jugaban con mis tetas y yo jugaba con sus tetas. Pero mi idea no era esa, mi idea era comprobar si era la candidata idónea. Así que deslicé mi mano a su entrepierna. Le metí la mano entre la falda, palpé su coño. Y jugué con su entrada. Noté la humedad a través de las braguitas. Entonces finjí dame cuenta de la hora que era y me vestí corriendo alegando que habíamos quedado para ir a un sito y que me esperabas a esa hora. Pero antes de irme le di un buen morreo extra. Y allí la dejé con el mismo calentón con el que me he venido yo aquí.

- El calentón que me has provocado tu ahora mismo contándome esto-  Dejé de comer, dejé el plato a medio terminar y me avalancé sobre ella. Me esperaba con los grazos y piernas abiertas ya que tanto ella como yo nos picaban los genitales y pedían a gritos sexo salvaje.

La levanté en brazos y Lidia soltó un “Uuuhhhh” entre risitas mientras me la llevaba en volandas al dormitorio.

La solté tumbada directamente en la cama, la giré boca abajo y metí mis manos por debajo de su falda. Se la levanté dejando a la vista su precioso culo y sin pensármelo dos veces le deslicé las braguitas por las piernas hasta quitárselas. Cuando volví a ella me recibió con las piernas abiertas, mostrándome su coño dispuesto a todo.

Yo me quité la camiseta, los pantalones y cualquier otra prenda quedándome completamente desnudo. La agarré por la cintura y la levanté dejándola a cuatro patas.

Me encantaba cuando se ponía tan servicial y eso solo lo hacía cuando estaba necesitada de sexo. Y hoy lo iba a tener. Quería follármela, romperla a pollazos, hacerla gritar. Quería sentir el olor de su piel, quería ver brillar su piel de sudor y quería que se corriera todas las veces que nuestras fuerzas nos dejaran.

Separé sus nalgas con mis manos y planté mi cara entre su entrepierna. Pude notar su existo olor a mujer. Un olor delicioso, un olor a sexo. Deslicé mi lengua de abajo a arriba, desde su clítoris hasta el agujero de su culo. Y allí me quedé. Relamí todo se ano haciendo círculos, recorrí su piel y me permitió penetrarla analmente un poco pero sólo con mi lengua.

No pude controlarlo, deslicé un dedo a la entrada de su culo y empecé a hacer presión.

- No, sabes que no- me contestó moviendo sus caderas.

Me daba igual. No podía esperar más. Mi polla quería su caverna mojada y no la iba a hacer esperar. Me puse detrás de ella y apunté con mi miembro a la entrada de su coño húmedo. Lo recorrí de arriba abajo con mi punta sin llegar a penetrarla, recorriendo su raja al completo y separando sus labios.

Pero llegó la hora, la punta de mi polla se colocó donde debía y empecé a metérsela. Notaba como su coño iba abriéndose al paso de mi polla erecta. Un par de movimientos más y ya la tenía incrustada hasta los huevos.

- Fóllame por favor, fóllame- Me dijo mientras su cabeza se apoyaba sobre la almohada de la cama.

Me eché para atrás todo lo que pude pero sin sacarla dl todo, y agarrándola bien por las caderas se la metí entera de un buen golpe, hasta que mis huevos rebotaron en su clítoris. Ella aun que se lo esperaba no tuvo más remedio que echarse para adelante. Yo se lo impedí gracias a que la tenía bien agarrada.

Volví a repetirlo. Otro buen pollazo hasta el final. Otro gemido de placer salió de la boca de mi mujer.

Entonces empecé a bombearla, con movimientos constantes, firmes y duros. Al sujetarla por la cadera me permitía follármela a placer. Ni en las pelis pornos. Me la follaba salvajemente. Mi pelvis sonaba con fuerza cada vez que chocaba con sus nalgas. Y para mejorar la acústica de vez en cuando me permitía el lujo darle un buen cachete en el culo. Algo que nunca había echo con tanta fuerza.

Lidia, dejando su cara apoyada en la almohada, con los ojos cerrados y la boca abierta destinó una de sus manos a masajearse el coño para potenciar su orgasmo. De vez en cuando la deslizaba un poco más y con sus dedos me rodeaban la polla para notar aún más como mi miembro la reventaba.

A mí me quedaba muy poco para terminar cuando noté el gemidito típico del orgasmo de Lidia. No podía evitarlo solo lo hacía cuando realmente se corría. Yo no lo había dicho que lo sabía para que no fingiera. Era mi truquito para saber que realmente llegaba al clímax.

Pero yo aguanté un par de minutos más.

- Me corro cariño, me corro-

Le dije cuando le inundé el coño de leche calentita. La arrimé hacia mi y dejé que mi polla descargara tranquilamente dentro de ella. Inevitablemente le di un par de empujoncitos más hasta el final.

Me tumbé a su lado jadeante. Ella apoyaba su cabeza sobre mi brazo  recomponiéndose del polvazo. No nos dijimos nada, simplemente nos quedamos así un rato. Yo desnudo de arriba a abajo, con la polla medio flácida pero recubierta de semen y de jugos de mi mujer. Mi mujer medio vestida, con la falda subida, el coño rebosante de sexo, con las piernas abiertas y con una mano acariciándose muy suavemente los labios y los contornos de su chocho.

- Me gusta que me folles así-

- Pensaba que eras más de sexo suave y pasional-

- Si, está muy bien pero de vez en cuando dame esta caña. Me gusta. Antes no me atraía tanto pero…me has puesto a cien que me follaras duro, que me agarraras y todo eso. Pero ….

-¿Pero qué? – Pregunté extrañado-

- La próxima vez que me folles así, no me digas “Cariño”.-

- ¿A no,Y como quieres que te llame? ¿Y cuándo te he dicho yo Cariño?-

- cuando te corrías.-

- Amms, y que te digo entonces ¿Guapa?-

- No- Se hizo un giro de su cuerpo para quedarse de lado y así mirarme directamente. Su sonrisa y su mirada era de placer perverso, de vicio y de morbo- La próxima vez que me folles así dime cosas guarras.-

- ¿Cosas guarras como que?-

- Llámame puta, perra y esas cosas.

- ¿Puta?- Arqueé las cejas de asombro. Siempre había tratado a mi mujer con dulzura y jamás le había hablado así. Pero realmente estaba dando unos cambios sorprendentes. – ¿De verdad quieres que te llame puta?-

- Seehh- Dejando la boca torcida como su lo dijese con chulería.

- Y que más quieres que te diga-

- Más que decirme más cosas, podrías tratarme como tal-

- ¿Que te trate como una puta?-

- Si, una puta muy guarra. – Se llevó la mano a su coño, movió ligeramente sus dedos y se introdujo un par dentro- ¿No te gustaría tratarme así? – Empezó a jadear. Su fuego volvía a estar en llamas otra vez. Su cuerpo volvía a pedir guerra pero yo necesitaba unos minutos para recuperarme. Aunque mi cuerpo también empezaba a calentarse mi polla tenía otro ritmo distinto.

No me lo pensé dos veces. Metí mi mano donde ella tenía la suja. Metí un par de dos más a su coño junto a los dos suyos. Ella levantó y separó las piernas. Empezó otra vez a jadear. Me miraba directamente a los ojos mientras se mordía los labios de placer.

- Quítate la ropa- Le ordené.

Ella no tardó en quedar desnuda completamente.

- Te vamos a follar tanto que estarás días sin poder andar bien-

- ¿Vamos? – Preguntó sorprendida hasta que cayó en la cuenta de que es lo que iba a hacer.

-Ponte de rodillas en el suelo y apoya el cuerpo en la cama

Ella obedecido a la primera.

Fui a buscar a mi perro Rody que por sorpresa ya estaba en el pasillo de nuestra casa esperando su ración de hembra. Lo entré en la habitación y no lo pensó ni un momento. Se lanzó a oler el coño usado de mi mujer.

- Sepárate las nalgas y deja que te lama toda- Dije

Ella obedeció. Separó sus nalgas y la lengua de Rody lo lamia todo. “Que sumisa está hoy” pensé.

Rody ya sabía el proceso a seguir. Él sabía que iba a montar con su hembra y ya estaba preparado para la ocasión. Su pene rojizo y venoso asomaba por la funda característica de los perros. Le cogí por esa misma funda y se la meneé con suavidad a fin de ayudarle a sacar todo su miembro. Algo que hacíamos casi siempre.

Cuando estuvo preparado saltó encima y empezó a montarla. Como siempre, había que ayudarlo a atinar. Le costaba entrar la primera vez, pero una vez se la metía se transformaba en un buen empalado.

Su pene empezó a soltar ese liquidillo transparente que suelta siempre llenándole todas las nalgas y piernas a mi mujer. También decir que me llenó la mano intentándolo ayudar a penetrarla.

Una vez Rody notó que tenía la punta metida donde debía empezó el baile. Mi mujer levanto las rodillas del suelo ligeramente debido a las embestidas a la vez que soltaba un agudo grito de placer.

Poco a poco volvió a recomponer su postura. Rody siguió follándosela. Lidia puso un par de dedos a la entrada de su vagina para impedir que le metiera la bola. Pero hoy, no sé por qué no quise. Le aparté la mano. Ella forcejeó un poco, pero se rindió al poco.

Entonces la abotonó. Se quedó pegada a ella. La bola se había hinchado dentro de su coño, con toda su polla rellenándola por completo y con una buena cantidad de semen. Ya tenía dos dentro de ella. El mío y el del perro.

Me senté al lado de mi mujer en la cama para ver como disfrutaba de su abotonada. Esta parte mi mujer entraba medio en trance. Según ella el perro seguía llenándola por dentro. Iba soltando chorros porque notaba su coño arder. Pero la sensación de estar completamente llena de polla y de no poder moverse le hacia temblar de placer. Decía que era los mejores momentos.

Entonces Rody reacción. Siempre estaba yo pendiente de ayudarlo a desabotonarlo pero esta vez no quería hacerlo, quería que lo hiciese él solito.

Intentó moverse, a bajarse, empezó a inquietarse.

- Por favor, páralo, que estoy enganchada.-

- Losé - Puse mi mano en su espalda haciendo fuerza para inmovilizarla. Rody se deslizo a un lateral, pasando una pata por encima del culo de esta.

- POOORRR DIOOOSSS, ME VA A REBENTARRRR. Ostia puta, que tengo el coñññññoooo lleno de polla- Logró gritar entre lo que apreció un grito e dolor y un gemido de puro placer.

Mi polla ya lista se me puso de nuevo dura como un trozo de madera. Ahora me la volvería a follar.

Rody quedó pegada a ella, culo con culo, sin que nadie frenara su movimiento, sin que nadie le calmara. Estuvo unos cuantos minutos inquieto, intentando liberarse, y cada vez que forzaba el intento un sonido gutural salía ahogado de la garganta de Lidia.

Le cogí las manos que tenía apoyadas en la cama al lado de su cabeza. Se las llevé a la espalda.

- Que haces? – Preguntó mientras salía de su trance.

- Calla y disfruta.

Cogí mi camiseta, que me sirvió de esposas. Le até las manos una al lado de la otra a la espalda a fin de que no pudiese moverse.

- no, en serio, que haces-

- Atarte, no lo ves-

- Déjate de tonterías y desátame-

- No- Contesté

Me asomé para contemplar mejor el espectáculo. Levanté la cola re Rody y lo vi. Su polla incrustada dentro de mi mujer. Cómo ejercía presión hacia afuera intentando liberarse y como su bola abría de par en par los labios del coño de Lidia. Entonces como cuando fuerzas una botella de champan Rody empezó a moverse hacia adelante obligando a Lidia a sacar el culo hacia fuera debido a que le estaba estirando del coño.

- AAAAHHHH, UUUUHHHh, me va a romper el carbón…

- Abre un poco más las piernas y verás que no te rompe-

Dicho y ello, ella movió como pudo las piernas separando las rodillas entre sí.

Su coño se abrió de par en par. Jamás había estado tan abierto como en ese momento. Una bola salió disparada abriéndose paso dejando tras de sí un coño abierto como la boca de un túnel. Un ligero sonido hueco y sordo a la vez “Plobbf” confirmó el descorcha miento de la botella.

Nada más sacarla Rody empezó de puso en una esquina de la habitación tumbado a lamerse sus partes. Por otra parte, Lydia jadeaba anestesiada por esta excitante experiencia. Yo en cambio no quería dejarla descansar, quería que hoy se fuera a dormir completamente agotada. Era el momento de reaccionar.

Me puse detrás de ella, en la posición en la que había acabado solo cabia hacer una cosa. Follármela. Lidia de rodillas en el suelo con el cuerpo inclinado sobre la cama, con la cabeza embutida en la almohada y con las manos atadas a la espalda. Una de mis manos agarró sus brazos con la camiseta y la otra la la sujetó por la cintura. Me dispuse a penetrarla.

- Pero que vas a hacer ahora-

No respondí, mi polla ya estaba dura otra vez. La dirigió al coño dilatado y la penetré sin contemplaciones. Apenas noté las paredes del coño de mi mujer. Estaba extra lubricado, mucho semen, muchos jugos y muy abierta. Pero aun así empecé a bombearla con agresividad. Por cada penetración un buen chorro de fluidos mezclado escapaba de sus interiores para caer al suelo. Pero no me importaba.

Entonces me di cuenta que Rody volvía a estar listo. Estaba ya a cuatro patas a mi lado, mirándome. Como si quisiera pedirme permiso. Como el que pide la vez en la cola de la frutería.

- Hoy va a ser un gran día Rody- Le dije mientras le cedía el turno. Me aparte dejando a mi mujer expuesta.

Este seguía teniendo el pene rosado hinchado, y aun que la bola seguía en su sitio se había perdido algo de volumen. No era tan gorda como antes.

Saltó de inmediato y posó sus patas delanteras sobe la espalda de Lidia dejándole ligeras marcas. Está reacciono con gruñidos y quejidos. Yo lo ignoré.

Volví a cogerle el pene al perro y lo guie otra vez al coño.

- ¿Otra vez?- Dijo medio preguntando y medio suplicando para que no fuera así.

-Sí, hoy hasta que nos quedemos sin fuerzas.

- ¿¿Queeee???—No llegó a terminar la palabra cuando Rody la envistió. Esta vez la bola ya hinchada hacía de tope impidiendo que le entrara completamente dentro del coño.

Pero gracia a mí, a que empecé a empujar al perro por detrás y a la dilatación superlativa del coño la bola, ya hinchada volvió a entrar dentro de mi mujer.

- OOOOhhhhhhgggghh- Logró decir, un gemido ahogado de placer.

El perro siguió un poco más empujándola como sólo él sabe hacerlo hasta quedarse otra vez quieto. Se estaba volviendo a correr dentro de ella. Ella lo sabía y murmuró una palabras que no logré distinguir.

Esta vez el perro no tardó nada en darse la vuelta y en repetir la misma situación. Quería liberarse y esta vez no le fue difícil. A la más mínima su bola se abrió paso y salió. Dejando a mu mujer abierta otra vez.

Pero en esta ocasión, Rody no fue a lamerse. Sino que fue a lamer el coño usado. Entonces la muy cerda de mi mujer. Tras sentir los lametones de su can en la entrepierna empezó a jadear otra vez.

- Madre mía, por favor…. Que noche….. que noche… cariño, no dejes que pare… - decía entre lametones. Para mi sorpresa, volvió a soltar ese gemidito de orgasmo.

Aparté al perro para volver a penetrarla, era mi turno, yo no había terminado. Empecé a embestirla rápidamente y muy fuerte. Obligando a mi mujer a gritar.

Pero esta noche, era especial. Me había dicho que la tratara como una puta, como una cerda, y aun que no me salía aun natural decirle estas cosas sí que mi estado de morbo y excitación me permitieron hacer otras.

Saqué  mi polla chorreante de su coño y me dirigí esta vez a su delantera. Me senté como pude en la cama, Pase una pierna por encima de mi mujer y quedé justo delante de ella, delante de su cara. Le cogí de los pelos con fuerza y le levanté la cabeza tirando hacia atrás por su nuca.

Entonces pude ver a mi mujer en un estado de éxtasis y orgasmo que me hizo ratificar mi posición de domínate. Su boca medio abierta, sus ojos medio entornados casi cerrados, chorretones de sudor recorriendo su cara, sus pelos completamente desaliñados, como un rastrojo de desierto, algunos pegados a su frente y a su lateral de la cara, si no era una puta guarra se le parecía mucho.

Moví el culo, lo arrimé a ella, quedándome aún más a su altura, para facilitarle la siguiente tarea. Le arrimé la cabeza a mi polla y ella supo lo que tenía que hacer. Sin dudarlo abrió su boca y se incrustó mi miembro erecto hasta la campanilla. Empezó a relamer, a saborear todos los jugos que impregnaban mi miembro. Mi semen, el semen del perro y los fluidos internos de su coño. Ahora estaban dentro de su boca y parecía disfrutar mucho con la mezcla de sabores.

- Se mi desatas de la podré chupar mejor-

Es verdad, no me acordaba. Estaba chupándomela simplemente usando la cabeza. Pero si la desataba podría defenderse.

- ¿Quieres que te desate?-

- Sí, estoy un poco incomoda y me duelen los brazos-

Si siempre había tratado con dulzura a mi mujer, si siempre he intentado cuidarla, mimarla tratarla como una reina, llevarla entre algodones de azúcar, porque me excitaba tanto verla así, ver que sufría, que además me pedía ser tratada mal. Que había pasado. Pero porque quería hacerle todo tipo de cosas que jamás se me habría ocurrido hacerle.

Ahora no quería que fuese mi reina, quería que fuese una puta, alguien a la que tratar mal y que sabes que no va a tener consecuencias. Ella misma hacia un rato me había pedido que la tratase así. ¿Porque no iba a hacerlo? ¿Por qué no hacerla feliz? En esa postura, en esa situación solo se me ocurrió una cosa con la que humillarla.

- Muy bien, te desataré, pero antes…- ni quise terminar la frase para der explicaciones. La cogí por los pelos de la nuca, le abrí la boca con una mano y le metí la polla en la boca. Empecé a usar su boca como sui de un coño se tratase. Con mis manos le subía y le bajaba la cabeza. Penetrándola hasta llegar hasta el fondo de su boca. Pero yo quería más, quería mucho más.

Paré, dejando mi polla dentro de ella. Casi tocando su campanilla. Y lo hice. Empuje con fuerza y determinación. La forcé. La obligue a comerse todo mi miembro. La obligue a tragarse hasta el último centímetro de mi pene. Mi polla empezó a deslizarse hacia el interior de su garganta, abriéndose paso por su boca.

- GGGBBBBFFFFF – Dijo, o algo parecido. No le entendí nada. Sus ojos abiertos como platos reflejaban su desesperación y su angustia. No podía respirar, le entraban arcadas pero mi polla seguía allí. Adentrándose.

Hasta que mis huevos por fin tocaron su barbilla. Y la parte superior de mi polla tocó su nariz. Le vino una arcada, y pude ver como soltó un montón de saliva transparente por la comisura de sus labios y que fue a parar encima de mis huevos.

Le saqué la polla y vi como intentaba respirar con dificultad.

- Eres un cabronazo-

Simplemente le sonreí. Cogí parte de su rastro de saliva que me había dejado, y se lo unté en la cara. Se la restregué por toda su cara.

- Eres un cabronazo, esta me la guardo-

- No me habías dicho que eras una puta y que te tratara como tal? Pues disfruta de lo que te queda de noche puta.-

Rody volvía a estar en forma y sin pensárselo volvió a montarla. Aun con las manos llenas de saliva cogí la pilla del perro y lo guie otra vez hasta la cueva ya mas que dilatada de mi mujer.

Volvió a follársela frenéticamente por tercera vez seguida en una noche.

Lidia, agotada no pudo más que gozar, no tenía fuerzas para resistirse, era toda una perra. Gemía, jadeaba.

- Me está matando, oooohhhhhhh, uuuuuhhh… por diossssssssssss, me va a partir… aggrrrr,- vi como mi mujer empezó a morder la sabana de la cama para ahogar sus gritos. No sé si serian de placer o dolor, pero había estampado su cara en la zona donde había soltado la salivada.

Entonces me asomé a ver que estaba pasando. Me agaché y le levanté el rabo. Y pude comprobar que estaba pasando. La bola de Rody, aunque ya no estaba tan dura, seguía siendo grande y la estaba usando para follara. El coño de Lidia estaba dilatado, tanto que permitía que la bola entrara y saliera sin apenas dificultad. Esta sí que era la mejor follada de Rody de su historia.

Los gritos de mi mujer iban en aumento, como chillaba la tía.

No tardó mucho en acabar. Simplemente se bajó. Ha había cumplido con su tarea. Había dejado su semillita dentro de su hembra humana. Estaba agotado, así que se tumbó en su esquina a lamerse sus partes y a descansar.

En cambio Lidia estaba en las últimas. Agotada, anestesiada, dilatada, orgásmica y sucia pero se sentía mejor que nunca.

- Yo no me he corrido aun-

- No puedo….. Dame un respiro, por favor.-

- No hace falta- le dije. Me acerque a ella. Le desaté las muñecas y vi como dolorida recomponía su posición natural. Se incorporó levemente y entonces un buen chorro de semen de perro salió de su chocho para caer al suelo. Apoyó sus manos en el borde de la cama. Intentó incorporarse y vi que le fallaban un poco las piernas. Le costaba.

- Deja que te ayude-

Le ayudé a incorporarse. Por alguna razón no vi maldad en su ser, no vi resentimiento ni venganza. Solo vi placer y tranquilidad.

Se tumbó en la cama y cerró los ojos. Yo hice lo mismo. Me tumbé a su lado. Ella se giró al notar mi presencia. Me miró con los ojos visiblemente agotados.

- Eres un cabrón, pero gracias- Me sonrió y me acarició la cara muy suavemente.

Yo le devolví la sonrisa.

Fue cerrado los ojos hasta que poco a poco fue quedándose dormida.

- Gracias, lo necesitaba, gracias, gracias…- Fue diciendo hasta que finalmente se durmió.