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Cazado. 1. Novio o criada

en Dominación

Soy un poco dominante, me había dicho, me gusta llevar las riendas, ¿te importa?

Eso me lo dijo la cuarta o quinta vez que nos acostamos, o a lo mejor la sexta, no sé, tampoco importa mucho. Lo que importa es que ella cabalgaba sobre mí, mientras me acariciaba suavemente los pezones y me tenía los ojos tapados con un pañuelo, camino de otro orgasmo glorioso.
No, mi amor, le había contestado, claro que no. Al contrario, me encanta.
Y era verdad. Me encantaba. Mi amor era perfecta, en la cama y fuera de ella. Me había enamorado casi desde el primer día, y a esas alturas, apenas una o dos semanas después, estaba rendidito a sus pies y nada me parecía mejor que estar con ella. 28 años, dos más que yo, morena, pelo largo, delgada, estatura media y una cara preciosa, sobre todo cuando me dejaba verla mientras me follaba como una amazona, además de inteligente, divertida... una maravilla, vamos, y me había elegido a mí. No me podía creer que la mujer de mis sueños fuera mi novia. 
 
Han pasado unas semanas. Hoy he llegado a su casa y en la puerta me ha vendado los ojos. Hoy tengo una sorpresa, me ha dicho, que a mí me encanta. Y a ti seguro que también. ¿Jugarás conmigo? Desde luego, le he dicho.
Me ha llevado a la habitación, me ha desnudado y me ha tirado en la cama, como siempre. Se ha sentado sobre mi cara y le he comido su sexo hasta tener varios orgasmos. Se ha puesto entre mis piernas. Me masturba despacio. Cuando casi estoy llegando, se para.
No te corras.
Intento relajarme, el momento pasa, pero sigo muy excitado. Me cubre el sexo y los muslos con un pañuelo de seda, que mueve muy despacio. Mantiene mi excitación al máximo. Quiere hacer largo el momento. Lo disfruto como nunca.
Quítate el pañuelo de los ojos. Mira a tu derecha.
En un perchero cuelga un vestido o bata rosa, con un delantal en la cintura.
¿Lo ves? ¿Sabes qué es?
No sé, digo entrecortado, porque sigue moviendo el pañuelo, porque sigo a punto, parece... un uniforme de camarera?
No. Es un uniforme de criada. Míralo bien. Lo he comprado para ti.
Me quedo entre asombrado y divertido, ¿qué nuevo juego me estará esperando? Apenas puedo decir nada, mientras ella me acaricia entre las piernas con el pañuelo.
Para cuando hagas las tareas de la casa.
Pero si ya las hago casi to...das... , amor, y no... ahhh, necesito vestirme...
Te lo he comprado para ti...¿Me darás el capricho de ponértelo? Por favor...
Sigue acariciándome todo el cuerpo, se inclina y me da un chupetón en la polla que casi me hace estallar. Miro el uniforme. Un vestido cerrado por abajo y con botones por arriba, de fondo rosa y dibujos medio florales medio abstractos, y un delantal igual, con un volante blanco alrededor..
Ahhh...Estaré... ridículo... ahhh, no te... gustaré.
Estarás encantador, me dice, y se mete mi polla en su boca. Imposible negarle nada.
Míralo bien. Me corro solo de pensar en que te lo vas a poner. Dime que te lo vas a poner.
No me puedo negar a nada. Y menos a algo que hace que ella me haga disfrutar como nunca.
Sí... ahhh.... sí, lo que tú quieras... sí... me lo pondré.
Gracias, amor.
Y se vuelve a meter la polla en la boca y casi me corro, pero sale y se para y me tranquilizo.
Me masturba muy despacio con el roce del pañuelo.
Mira en la silla, ¿qué hay en la silla?
Hay un sujetador colgando del respaldo y unas braguitas a su lado.
¿tu ropa interior?, digo
Me acaricia con el pañuelo, acelera el movimiento.
No, mi amor, tu ropa interior.
ahhh... ¿mi ... ropa...?
Tu ropa. Te he comprado ese conjunto para que vayas bien vestida, mi criada. estarás preciosa. 
Se mete mi polla en su coño y cabalga despacio mientras me acaricia los pezones. Vuelvo a estar a punto de correrme. Para. Me pellizca los pezones con una fuerza inesperada que mezcla dolor y placer.
dime que serás mi criada.
Seré tu criada.
Y que te pondrás ese bonito conjunto que te he comprado.
sí, sí, lo que tú quieras, sigue
Lo que yo ordene.
sí... lo que tú ordenes
Y que te vestirás así para hacer todas las tareas de la casa.
sí, lo que tú quieras, sigue
Repítelo, que me corro al oírtelo: todas las tareas de la casa.
Todas las tareas de la casa.
Debidamente uniformada.
Sí... si, debidamente uniformado.
No, no, mi criada estará uniformada, debidamente uniformada.
Sigue sobre mí, muy muy despacio, yo sigo a punto, ella se corre pero no deja que yo lo haga.
si, siiii, ahhh... debidamente uniformada, como tú ordenes... sí, sigue, por favor, estoy... estoy...
Seguiré, mi criada, seguiré.
De repente, para y se incorpora.
Póntelo, criadita. Vístete de criada. Quiero verte.
ahhh, pero... mi amor... estoy...
chhssss! Póntelo.
Me incorporo, con la polla bien dura. Cojo las braguitas, también rosas, como el sujetador, miro a mi amor...
No me va a caber.
Póntelas.
Su voz suena a orden. Me las pongo, la polla sobresale. Me siento ridículo. Mi amor estira un brazo y me acaricia el prepucio.
Se levanta y coge el sujetador.
Estira los brazos.
Me lo mete por los brazos, me da la vuelta, lo coloca, coloca bien el relleno, y lo abrocha atrás. Me rodea con sus brazos y me acaricia con fuerza mis "tetas" y mi polla.
Te enseñaré a ponerte el vestido.
Gracias, mi amor, le digo.
No, bonita, no. Eres la criada, acuérdate. Se dice gracias, Señora.
Gracias, Señora. Todavía soy capaz de sonreír al decir eso. Es un juego íntimo, una fantasía suya que realiza conmigo, y me siento encantado.
Lo recoge por abajo y me mete la falda por la cabeza, la lleva hasta la cintura. Me coloca las mangas en los brazos, estira el vestido y lo abrocha por delante. coge el delantal, me da otra vez la vuelta y me lo pone desde atrás, atándolo con fuerza.
Mi amor se pone delante y me levanta el vestido.
Vaya, dice, mira, tu cosita ya cabe en las bragas.
Lo sé, le digo, pero en cuanto tú quieras...
Y ahora es cuando yo creo que nos tiraremos a la cama, y que ella quiere follarme vestido así.
Me baja el vestido y el delantal, los coloca con cuidado. Siento su tacto en los muslos, y el sujetador presionándome el pecho. Ella me dice:
Yo... verás, me he corrido no sé cuántas veces, así que vamos a esperar un poco. Me encanta verte así, y volveré a correrme, contigo. Pero ahora... vete a la cocina, mi criada, así, uniformada, y déjala bien limpia. Luego seguimos.
Pero... ¿y yo?...
Pretendes que la Señora se acueste con la criada?, dice, riendo, lo que me tranquiliza
Sí, por favor.
Hecho, pero antes... tienes que hacer tus tareas.
Me empuja fuera de la habitación y cierra la puerta. Ella se va a echar una siesta mientras yo, convertido, convertida en criada, me voy a la cocina a hacer mis tareas, pensando en lo que vendrá después.
Una hora después, me llama.
¿Podría la criada follarse a su Señora?
Me mira desnuda y sonriente desde la cama.
Por supuesto. Me voy a quitar la ropa.
No, no te quites nada. Sube a la cama, ahí, entre mis piernas, bájate las braguitas hasta las rodillas. Ven, bonita, entra.
 
Ha pasado un día. Mientras abro la puerta, no puedo evitar recordar la vergüenza de ayer, cuando mi novia me hizo vestirme de su criada. Tampoco puedo evitar recordar el mejor polvo de siempre.
-Holaaa
Nadie me contesta. Ella no está. En la puerta del salón hay un pos-it:
"Tienes tu ropa en el dormitorio. Limpia los baños"
Allí, encima de la cama, está cuidadosamente colocada, la ropa: suje y bragas, el vestido, el delantal.
No me la pongo. Pienso que ahora no me hace falta. Cuando ella llegue, ya me la pondrá, como el día anterior. Limpio los baños con detenimiento, pero sin esa ropa.
Ella llega cuando estoy terminando. Me mira, me saluda con frialdad y se va al salón a leer. Termino con los baños y voy en su busca.
-Mejor te vas. Me apetece estar sola. Ya te llamaré.
Ni un beso, ni una palabra amable. Debí haberme vestido, pero ya no tiene remedio. Me voy.
 
Espero su llamada uno, dos, tres días, una semana. Empiezo a estar desesperado. La posibilidad de que quiera dejarme me aterra.
Por fin llega un wasap:
"Si crees que puedes darme un capricho, ven."
Voy corriendo.
Me espera en el salón, pero no se levanta.
-hace una semana que nadie limpia esto. Pero ya que tanto te molesta, hoy lo harás sin el uniforme ¿te parece bien?
-Sí, mi amor -sorpresa inesperada.
-solo en ropa interior. La tienes en el dormitorio.
Sobre la cama está el sujetador y las bragas, a lo que ha añadido unas medias. No me lo ando pensando. En unos minutos soy una chacha en ropa interior.
Han pasado dos horas. Estoy agotado, pero creo que todo ha quedado perfecto. Tal como estoy, me siento al lado de mi novia. Le sonrío.
-Ya está, mi amor, todo a tu gusto.
-Ayúdame a vestirme, que he quedado.
El que se queda de piedra soy yo.
-¿Cómo que has quedado? ¿Ahora?
No me contesta, sale hacia el dormitorio y yo detrás. Se quita la bata. No lleva nada debajo y contemplo ese cuerpo que me tiene loco.
-El conjunto marrón de encaje.
Estoy aturdido, esto me supera, pero no quiero estar otra semana, o más, sin saber de ella. Convertido en su asistenta, cojo de su cajón el sujetador y las braguitas que me ha dicho. Me agacho ante ella para ponerle las braguitas. Luego el sujetador.
-Unas medias negras.
Se sienta en la cama y se las pongo.
-el vestido negro corto.
La estoy vistiendo para irse, mientras yo me quedo vestido como una chica, me doy cuenta de ello y me da muchísima rabia, pero no me atrevo a decir nada, a preguntar nada.
Coge el bolso, comprueba que lleva llaves, móvil, dinero...
-Si vas a seguir por aquí, estaría bien que limpiaras los cristales. Cierra bien al salir. Ya te llamaré.
Y se va.
Me pongo mi ropa y estoy una hora larga limpiando cristales y a veces cabreado, a veces llorando. Pero sobre todo llorando. ¿Qué me había costado hacerle caso el otro día?
 
Solo ha pasado un día cuando vuelve a mandarme un mensaje.
"Te echo de menos, ¿vienes?"
Esta vez está como antes, como siempre. Charlamos, reímos, nadie menciona lo de los días anteriores. Y nos achuchamos en el salón y me lleva al dormitorio.
allí está, colgado en una percha como el primer día, "mi" uniforme, y "mi" ropa interior en la silla. No lo menciona. Follamos.
Al terminar, cuando caigo rendido a su lado, me dice:
-Vístete como lo que eres y vete a hacer los baños y la cocina.
Me levanto triste y cabreado, pero me visto, le hago una carrera enorme a una media. ahora no hay excitación, no sé si querrá luego... pero yo me he desahogado y estar vestido así solo me enfada.
Termino pronto, y sin esperar me cambio y me voy.
 
Lleva dos días sin llamarme. No puedo esperar más y le mando un mensaje: "Lo siento"
"No basta con sentirlo. Rompiste una media y te fuiste sin despedirte. Mereces un castigo por ser un niño malo. Ven el sábado a las diez de la mañana. Y no seas vicioso, no te masturbes."
¿Un castigo? ¿Niño malo? No sé por qué, pero el tono no me desagrada. Sobre todo el final. Espero al sábado con impaciencia.
 
 
Sábado. Ella me está esperando en la puerta. Me da un cariñoso beso y se pega contra mi cuerpo, lo que provoca una inmediata erección.
-Vamos al chalet de una amiga.
Conduzco yo, y desde que entramos al coche, ella deja su mano sobre mi sexo.
-Vaya, vaya, veo que has sido obediente. Lo vamos a pasar bien.
Algo no cuadra. ¿A casa de una amiga a pasarlo bien? A lo mejor no está la amiga.
Mi novia tiene la llave. Entramos en un chalet de una urbanización de las afueras. Efectivamente, parece que no está la amiga.
Vamos a un dormitorio.
-Ponte esa ropa.
Encima de la cama hay un conjunto de ropa interior, medias, y un uniforme de criada, pero este es negro, no es el de siempre.
-¿Aquí? ¿Y tu amiga?
-No te preocupes por ella y obedece. Recuerda que me debes un castigo.
"Obedece", me ha dicho, y me ha sonado raro. Pero lo que no quiero es volver a echarla de menos.
Me quito la ropa y voy poniéndome la que hay en la cama, mientras ella observa. Las braguitas, rosas y sedosas, a juego con el sujetador con relleno que ella me abrocha por detrás,
-Cuidado con las medias.
Me las pongo con cuidado, negras, muy finas.
El vestido es como el otro, pero negro, más fino y algo más corto.
-Póntelo por arriba, que será más fácil.
La falda queda por encima de las rodillas. La parte superior se cierra con una hilera de pequeños botones. El cuello es redondo, con puntilla blanca, igual que el final de las mangas. Me pongo el delantal blanco también con un volante de puntillas alrededor.
En el suelo hay unos zapatos negros, finos, con algo de tacón. Me los calzo,
-Esta vez te quiero con cofia, amor. Inclina la cabeza que te la pongo.
Una diadema con una cofia blanca y tiesa completa mi atuendo.
No sé si espero que me abrace, se ría, y me tire a la cama, o... o tener que limpiar la casa de su amiga.
-Ven.
Me agarra de la mano y me saca de la habitación, hasta otra puerta donde me empuja por delante de ella. Me quedo petrificado. Otra mujer me mira desde el sofá, con un perrito en su regazo.
-¿Qué te dije? En menos de un mes.
-Genial. ¿Nos vas a atender como es debido, bonita?
se refiere a mí con lo de bonita.
-No sé... no sé qué es esto...
-Cómo que no sabes -me dice mi novia-. Esto es dos señoras, mi amiga y yo, y una criada. ¿Qué eres tú, dime? ¿Qué eres?
-La... la criada? -estaba anonadado, y ya decidido a irme, pero ya estaba allí, ya me había visto así vestido su amiga... ¿podía esperar a ver qué pasaba? ¿íbamos a tener una especie de orgía ellas y yo? Podía servirlas si después...
-Exacto. Y qué es eso que hay ahí en medio.
Me fijé entonces en una especie de banco alargado que había en el centro. Como los de gimnasia, pero más estrecho y con la barra redondeada, y más alto, como de medio metro de alto, y un metro de largo, con las patas muy abiertas hacia los lados. Y en uno de sus extremos, cruzado, una especie de cepo de madera, con tres orificios, más grande el del centro, y dos más pequeños a los lados, como los que se utilizaban... me asusté...
-No sé... es muy raro.
-Sí, criadita, piensa... ¿cómo podrías acomodarte tú ahí?
-¿Qué dices? Mira, mejor me voy, aunque sea andando. Me voy a quitar este estúpido disfraz...
-Vale, vale, aquí no se obliga a nadie a nada. Vete al cuarto y te cambias y adiós, pero para siempre, si no eres capaz de jugar... ah, eso sí, antes de cambiarte te aconsejo que mires la tablet que hay en la mesilla. cuando hayas visto el vídeo, decides. Puedes irte y nosotras jugaremos con el vídeo que vas a ver, o puedes volver aquí a ver cómo estás de cómoda en este potro. Tienes cinco minutos para volver. No vamos a esperar aquí a que veas el vídeo entero, que dura más de media hora. Le echas una ojeada rápida y decides.
Me fui de allí. Volví a la habitación decidido a ni mirar la tablet. Pero la tentación era muy fuerte. La cogí.
El vídeo empezaba con un letrero en el que se leía: "Por si no lo sabes, te recuerdo que tengo todos tus contactos del móvil y del correo." Y luego, tal como me temía sin atreverme a creérmelo de verdad, yo de protagonista absoluto. Yo vistiéndome de criada. Yo haciendo los trabajos de la casa, una y otra vez, a veces con el uniforme, a veces simplemente en bragas y sujetador. Y calculo deprisa: ese vídeo entre todas mis amistades y familia, o yo siguiéndole el juego un rato más...
Vuelvo al salón, humillado. Me quedo en la puerta.
-¿A qué esperas?
Me acerco al artilugio, al potro. Del cepo han quitado el tablón superior. Los huecos están ahora abiertos, esperando...
-Quítate las bragas antes de acomodarte.
Las bragas. en ese momento ni me acordaba de que sigo vestido de criada. Me bajo las bragas y me las quito.
Me coloco sobre él, a horcajadas. Mis piernas quedan a los lados. Me inclino hasta que mi cuello se encaja en el hueco central del cepo. Llevo las manos a los huecos laterales.
Mi novia, ¿novia?, se acerca, y coloca el tablón superior sobre mi cuello y muñecas. El hueco del cuello el amplio, aunque de ninguna manera podría sacar la cabeza. Las muñecas quedan aprisionadas con fuerza. fija el tablón con unos candados a los lados.
su amiga mientras tanto me ha descalzado, me quita las medias. Me coge un tobillo y lo levanta hasta atarlo con un pañuelo a una argolla que hay en mitad de la pata. Me levanta la otra pierna y me la ata a la otra pata.
Mi novia me enseña dos fustas.
-Fuiste malo, y merecías un castigo. además has sido rebelde, por lo que el castigo será mayor.
Le pasa una fusta a su amiga, y las pierdo a las dos de vista, porque se van a la parte de atrás del potro.
Me suben el vestido del uniforme hasta la cintura. Siento el culo al aire, pero solo un momento, porque de inmediato empiezan a llover los golpes de las fustas. Primero son suaves y me da la impresión de que el juego es aguantable, pero poco a poco se van haciendo más y más dolorosos. el culo ya está martirizado y ellas pegan más fuerte.
Se me escapa un grito, y mientras la amiga sigue golpeando, mi novia me coloca una mordaza con una bola enorme en la boca, sujetada a la nuca.
No puedo decir nada, no puedo quejarme, solo babeo y lloro de dolor.
Los golpes se extienden por los muslos, y ya golpean con saña. Cada azote me hace temblar de dolor, y es seguido de inmediato por otro, y por otro, y por otro...
Llevamos así una eternidad cuando paran.
La amiga coge una silla y se sienta frente a mi cara.
-bueno, criadita, ya ves lo que hay. Te creías que tenías una novia, pero en realidad solo te estaba cazando. Pero no nos gusta engañar, o al menos no demasiado, así que te contaré el resto. Queremos que seas nuestra esclava, para que trabajes para nosotras, o para divertirnos, porque a lo mejor somos algo sádicas. No será para siempre... puede que unos días, o unos meses, hasta que nos aburras. Pero en ese tiempo, nos obedecerás absolutamente en todo, o serás duramente castigada. claro que siempre podrás irte, y el castigo por eso será el que más huella deje, porque todos tus conocidos, y cualquiera que teclee tu nombre en internet, verán los vídeos que tú has visto, y los que iremos grabando, porque este que has visto... en fin, no sé por qué no te has ido, total, verte hacer cuatro cosas en casa vestidita de niña... eso sería hasta divertido de comentar. ¿te acuerdas de aquel director de un periódico al que grabaron a gatas con un corsé de puta? ¿qué pasó? Pues nada. Pero grabaremos otros que serán mucho más humillantes, tanto que preferirás pasar por cualquier castigo. Ahora descansa un poco, espero que estés cómoda, mientras nosotras... bueno, imagina lo que vamos a hacer tu "novia" y yo en el dormitorio.
Desaparecen y me dejan solo con mis pensamientos, que van, como un torbellino, de mi inocente alegría de hace apenas una hora, cuando llegaba con ella al chalet pensando que íbamos a pasar un buen día, al tormento que siento en mis nalgas con cualquier movimiento, pasando por el miedo que me da lo que piensen hacer. algo más humillante que posar en ropa interior... sí, claro, porque eso ahora me parece nada, ¿cómo no me he ido si había visto lo que tenían preparado? Lo que no había pasado por mi cabeza eran los cientos de azotes que había recibido... ¿algo peor? no puedo imaginar, sí, sí puedo. Me veo atado en una cruz, torturado con un látigo que me arranca la piel, o con tenazas que me la retuercen... había dicho que eran algo sádicas y yo, su presa, atado en un cepo, esperando a que vuelvan para... ¿para qué? Lo único que en este momento no pasa por mi cabeza es ninguna pena por no tener ya novia. En realidad, me gustaría no volver a verla, borrarla del móvil, borrarla de mi cabeza...
No sé el tiempo que ha pasado, cuando las siento detrás de mí. Un fustazo horroroso me hace volver a la dolorosa realidad.
Mi exnovia acerca más la silla a mi cabeza.
-Ese azote es solo un recordatorio... si eres una chica obediente, no habrá más... por hoy. ¿entendido?
Lo he entendido, pero no se me ocurre contestar. Ella me levanta la cabeza tirando del pelo e insiste:
-¿has entendido?
Asiento con la cabeza.
-Te voy a quitar la mordaza, porque tienes que usar la boca, pero no quiero oír ni un sonido.
Me quita la mordaza, babeo como un niño e intento recuperar las sensaciones en la boca y la mandíbula.
-Vamos a ver si has entendido. Di "ah"
Me quedo callado, no quiero que nadie toque mi culo. Pero reboto con el siguiente fustazo que me abrasa el muslo.
-No has sido una chica obediente. Di "ah"
Digo "ah" muy despacio, esperando que... otro golpe hace que se me salten las lágrimas.
-Nunca dije que fuera fácil ser mi esclava.
El perro está a su lado con un hueso de plástico en la boca. Se lo quita y lo acerca a la mía.
-Chupa.
Chupo el hueso, húmedo de babas del perro. Lo chupo a conciencia, mientras ella lo va girando.
Deja el hueso a un lado y coge al perro, pequeño y peludo.
-Besa a Castor en la boca.
Me acerca su hocico, y le doy un beso. Ahora imagino que lo está grabando. Esto puede ser peor que posar vestido de criada, pero no quiero recibir más golpes. Eso es lo único que ahora importa.
-Con lengua, y no te preocupes, que no te va a morder.
Ni se me había ocurrido, hasta que ella lo dice. Muerto de miedo, junto mi boca con su hocico, la entreabro, paso mi lengua por sus morros, que de repente abre, pero no me da tiempo a meter mi lengua, porque la suya invade mi boca. Estamos "besándonos" un rato largo.
-¡Qué bonitos! Ahora en el culito.
Me acerca el culo del perro a la boca. Huele a... a.... pero da igual. Abro la boca y saco la lengua... ella aparta al perro ligeramente a un lado.
-No seas comodona. Tienes que buscar su culito, estirar la cabeza, lo que puedas, claro, sacar mucho la lengua, perseguirlo, saborearlo...
Eso hago. Me da igual, el sabor, logro tocarlo con la punta y ella lo mueve, y yo lo sigo, como si deseara... como si buscara ansiosamente ese culo para meter mi lengua en él. Estamos así un ratito, hasta que lo deja suficientemente cerca, aplasto mi boca contra su culo y... meto la lengua en él... y la muevo, la saco, la meto...
-Y ahora... ya sabes lo que te falta...
Le da la vuelta al perrito y allí, delante de mí, aparece su polla...
-Una buena mamada, que es macho, y a los machos les gusta, bueno, tú debes saberlo, porque eras macho hasta no hace mucho... Y no te preocupes, criadita, que esto no pasará a menudo. A nosotras tampoco nos gusta la zoofilia, pero no hay nada como estas grabaciones para que una criada como tú sea servicial.
Me acerca la polla a la boca, y creo que a lo mejor puedo resistirme, aparto la cara.
-Si tenemos que dejar la cámara para azotarte no va a ser solo un azote...
Me tiro a por la picha del perro, me la meto en la boca, la siento crecer...
Y no es eso lo peor. Lo peor es la cámara que nos graba a pocos centímetros. La miro de reojo, y sé que mi mirada a quedado grabada, mientras sigo chupando la polla de un perro.
 
No sé el tiempo que ha pasado. Me duele todo el cuerpo de estar tumbado, ¡tumbado!, sobre la barra, con los pies atados a las patas y la cabeza y las manos aprisionadas en el cepo. Todavía siento el sabor de la leche del perro, que me bebí cuando él terminó, después de dejar la boca abierta para que la grabaran bien. Ya soy soy esclava, me lo han dejado claro, y me lo recuerda la piel dolorida, la postura inaguantable, el sabor...
Ahora regresan las dos.
-Bueno, ¿has entendido tu situación?
-Sí.
-Sí, Señora, desde ahora, y siempre.
-sí, Señora.
-Lo que pasa es que no nos gusta dejar las cosas a medias. Pues eso, que tenemos los detalles, pero falta el contexto.
No sabía a donde quería ir a parar, pero ya temblaba de miedo.
-Es muy fácil, bonita. Tú eres una criada a la que le gusta montárselo bien cuando está sola en casa, ya sabes, el folleteo con el novio y esas cosas.¿A que no parece difícil?
-...no, Señora...
¿Me harían ahora follar? Parecía demasiado bonito, pero... yo era la criada... ¿me harían follar con un tío?
-Lo que pasa es que tú eres una chica de gustos... bueno, que te gusta follar con la mascota de la casa, en este caso con Castor. ¿Tienes experiencia en follar como una mujer con un perrito?
-Noooo, Señora.
-Por eso te vamos a poner unos vídeos de internet. En ellos vas a aprender cómo tienes que comportarte. Y después rodaremos un vídeo que será mucho mejor que esos, un compendio de todos, desde la seducción del perrito hasta donde sea. Presta atención, porque si nos gusta tu actuación, si es realista, colgaremos el vídeo con tu cara pixelada, pero si no nos gusta... habrá que castigarte y repetirlo.
Colocaron una tablet delante de mi cara y durante un larguísimo rato (más, porque la postura era ya dolorosa por todas partes) estuve viendo a mujeres haciendo de todo con sus perritos o sus perrazos, sin perder ni un momento la perspectiva de que eso era lo que tendría que hacer yo. No había hombres, pero yo tenía claro qué parte de mi cuerpo sería el coño.
Cuando volvieron, fueron desatándome. Caí al suelo, pero me levanté de inmediato, con miedo a cualquier castigo.
-toma, ponte las braguitas y las medias, y síguenos, que queremos motivarte.
Bajamos unas escaleras, abrió una puerta y dio la luz. Ante mí apareció una sala que ponía los pelos de punta. Cadenas colgando del techo, una cruz en aspa, látigos colgados en las paredes, una jaula pequeña...
-¿Quieres probar algo?
-No... no, Señora, no, por favor.
-Pues tú te lo pierdes, jeje, hay gente a la que le gusta y se corren solo de ver todo esto. A nosotras lo que más nos gusta es jugar aquí con quién no quiere estar... como tú. Así que no nos des motivos.
-No, no, señora.
-Te haré un resumen de lo que esperamos: Eres la criada y te has quedado sola en casa. Dejas tus quehaceres y buscas al perrito. Siempre muy amorosamente, lo cogerás, lo acariciarás, lo besarás y te lo llevas a tu cama. Allí sigues, mientras te vas desnudando, menos el suje, que estaría feo ver el relleno. Te pondrás un camisón muy sexy para tu macho, y con él seguirás jugando en la cama. Ya sabes lo que queremos: todo. Pero recuerda que eres una mujer, no se te ocurra tocarte. Si llegáis a follar, cosa que esperamos, tiene que ser cara a cara, si levantas bien las piernas, él podrá entrar en tu culito. Hay una crema en la mesilla que te lo facilitará. Y lo importante es que él se corra. Si también lo haces tú con su frotamiento, mejor para ti. cuando terminéis, lo limpiarás amorosamente, te vestirás y seguirás con tus quehaceres. ¿Alguna duda?
-No, no señora.
-Muy bien. Y si hay sorpresas, espero que tu improvisación esté a la altura.
Subimos y me llevaron a la cocina, me puse un delantal y me coloqué frente a la pila de fregar.
Empezaron a grabar.