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Cazado. 2. Seducción canina.

en Zoofilia

Llevo el uniforme negro de criada, tela fina y sedosa, falda hasta las rodillas, con rebordes de puntilla blancos. Llevo cofia y delantal. Muy elegante, mucho, para lo que me espera. Y braguitas, medias y sujetador.  Friego unos platos y mi exnovia y su amiga, ahora mis señoras, me están grabando.
No puedo hacerlas esperar, porque acabaría otra vez en el cepo. y mi culo todavía me duele con el roce de las bragas. Y está el vídeo donde yo le he chupado todo, todo, a un perro. Friego detenidamente, pensando en lo que me han ordenado hacer, y no me doy cuenta de que el tiempo pasa. ¿Y si me fuera? No estoy atado. Estoy, eso sí, aterrorizado, pero podría salir violentamente, coger mi ropa, echar a correr, cambiarme en cualquier sitio, no me van a perseguir... No ahora, pero el vídeo... no, no puedo ni imaginarme si me viera cualquiera, si me viera todo el mundo, los alumnos del instituto, metiendo la lengua en el culo de un perro, besándolo, comiéndole la polla... ¿para qué iban a perseguirme? Podrían mostrar algo, poquita cosa, yo en ropa interior de mujer arreglando la casa de mi exnovia, o así, como estoy ahora, vestido de chacha... no, tengo que seguir y confiar en ellas, precisamente en ellas, confiar en que si hago lo que ellas dicen, me dejen en paz y mi vida vuelva a ser la de antes... y el tiempo pasa y no me doy cuenta. La que creía mi novia se acerca, coge un cepillo de madera, largo, con púas duras, que tendría que utilizar para fregar los cacharros. Creo inocentemente que me va a decir que lo utilice, cuando siento que me levanta el vestido por detrás. Me encojo. Se enfada. ¡El culo en pompa! Me doblo casi temblando hacia adelante, saco el culo, me duelen las bragas, y un horrible cepillazo, con la parte de madera, me lo taladra. Intento recuperarme sin quejarme, pero otro cepillazo me lo impide.
-ahhh
¿Tengo que recordarte para qué estamos aquí?
-No, no, Señora.
-Pues deja la vajilla, que ya tendrás tiempo de fregarla después, relajadita, cuando tu novio te haya follado.
Me baja el vestido, me acaricia el culo, se separa.
Me aparto de la pila, me seco las manos con un trapo de cocina. Me aliso el delantal y la falda del uniforme, y noto el bultito del pito. Soy un hombre, me tengo que recordar, y me dispongo a hacer algo que ni en pesadillas habría imaginado. Tengo que poner en práctica todo lo que me han enseñado en los vídeos, bajo la atenta mirada de la cámara. Sonrío, tengo que sonreír, porque por fin, él y yo, estamos solos y podemos...
Salgo de la cocina, miro a los lados del pasillo, como buscando. Me siento ridículo, humillado, y más cuando empiezo a llamar, casi sin voz al principio.
-Castor... castorín... ¿dónde te has metido?
Una señal de mi ex es clara: tengo que hablar más alto. Levanta el cepillo, y entiendo.
Miro en una habitación.
-¿perrito?  ¿mi perrito? ¿castorín...?
Miro en otra. Mi ex me hace una seña inequívoca: inclina la cabeza y pone las manos a su altura: el cepo. Poner todo en práctica. Se tiene que notar que me encanta lo que estoy haciendo, lo que voy a hacer, que llevo días esperando la ocasión.
-¿Castorín?... -más alto, más claro, más risueño, nadie podrá imaginar que hago aquello obligado- ¿... Amorcito...?
Mi ex y su amiga se ríen en silencio, pero asienten, y la primera, que no lleva la cámara, levanta el pulgar.
Llego al salón. El perrito me mira tirado desde el centro de la alfombra. A un lado está el potro con el cepo al que no quiero, no debo volver.
-Estás aquí, cariño.
Sonrío cariñoso. 
-te estaba buscando, mi amor.
Me arrodillo, y avanzo a cuatro patas hacia el perro. Siento los bajos de la faldita del uniforme en mis muslos y en el dolorido culo. ¡Mi uniforme!
-Estamos solos, bonito, ¿no quieres venir con tu novia, con tu chica, con tu... perrita? La señora se ha ido, y tenemos toda la casa para nosotros...
Me tumbo a su lado y lo voy acariciando...
-mi chiquitín...
...el lomo... el vientre... acerco mucho mi cara a la suya... mi morro a su morro... le doy un suave beso mientras recorro su piel con mi mano
-...tu chica -qué vergüenza- te desea, amorcito... tu perrita -me mata decirlo, pero lo digo, tu perrita, yo soy su perrita- está aquí, y te desea... quiere sentirte dentro...
lo beso de nuevo, entreabre el hocico y dejo que mi lengua entre un poco en su boca, me lleno de sus babas. él, que debe estar bien entrenado, saca su lengua y yo abro la boca para que entre. Y la mete. Me mete la lengua, áspera y húmeda, en mi boca que acerco a la suya. Saboreo sus babas. Me las bebo prácticamente.
Me veo como me ve la cámara: A gatas, vestido con uniforme de criada, inclinado sobre un perro que se ha incorporado y ahora está de pie frente a mí, con apenas medio metro de alto, cara a cara, hocico a hocico, con su lengua fuera y la mía acariciándosela. Por suerte, así no puedo hablar, solo besarlo.
Pero se aparta un poco, y yo lo sigo a gatas. Mi vestido es muy corto, pero el delantal colgando arrastra. Me quedo de rodillas y me lo quito despacio, mientras sigo hablando:
-¿A dónde vas, cariño...? Ven, ven con tu... novia. ¿Ya no te gusto? No me dejes aquí, estoy mojadita para ti -lo sigo a gatas-, estoy empapada, necesito a mi macho.
Como si me entendiera, se ha parado y me encuentro con su trasero. Acaricio las nalgas, levanta la cola y aparece su culo, que ya conozco tan bien, lo chupo con delicadeza.
Lo agarro y me dejo caer de espaldas, con él encima, con su culo en mi boca, con mi lengua dentro de él. Busca entre mis piernas, debajo del vestido, huele mis bragas y las chupa, y me chupa también la picha, por encima de las bragas. Me aparto el vestido para facilitárselo
-ahhh, gracias, gracias, amor, sigue, sigue...
Le acaricio el lomo, mientras él chupa la parte que sobresale de las bragas, cada vez más, porque responde a su lengua. el vestido se ha recogido, y cuando él se aparta, compruebo humillado que mi picha bastante erecta queda a la vista de la cámara, estimulada por un perro.
Me pongo de rodillas y me recoloco el vestido. Me toco el sujetador, las tetas, mirándolo, saco la lengua deseándolo.
Me acerco al perro y deja que lo coja, no pesa mucho.
-¿Vienes conmigo, bonito?
Me pongo de pie con él en brazos, acariciándole el lomo. Lo noto moverse y acomodarse contra mi sujetador.
-Ven conmigo, ven, que vamos a querernos como siempre, amor.
Me dirijo al pasillo. Lo acomodo contra mi pecho. Él levanta la cabeza y lo beso de nuevo en los morros. Le acaricio su cabeza. Saca la lengua y me chupa la cara, el cuello, la boca, mi lengua. Me bajo el escote para que meta su lengua hasta el pezón.
-Ahhh, gracias, gracias, eres un cielo, mi cielo.
Se revuelve y se tira al suelo. Yo me pongo a su lado, a cuatro patas. Lo voy empujando hacia el dormitorio. Caminamos los dos como dos perritos. Un perro y yo, su hembra, su perra. Uno al lado de la otra. Las dos señoras se mueven a nuestro alrededor, sin perder detalle.
De repente, corre y se sube de un salto a la cama. Allí se tira y se revuelve.
Me subo detrás de él, lo abrazo, lo beso, lo tranquilizo.
-Así, bonito, así... tranquilo, tranquilo... 
Me aparto un poco, vuelvo a acariciarlo y mientras él espera, de rodillas me voy quitando el vestido.
Lo voy a dejar en una silla, pero veo un perchero, con una percha vacía. Sé lo que mi ex quiere. Coloco el vestido en la percha. Ella quiere que lo vea, que lo tenga presente. Antes era mientras follaba con ella. Ahora he de tener presente que solo soy la criada mientras follo con un perrito. Al que no dejo de hablar.
-Ya voy, bonito, me tengo que poner guapa para ti. ¿Me dejas quitarme las medias? Así -me quito una, me recuesto hacia atrás y se la paso por su tripa, con mucho cuidado, con suavidad, no quiero que se rompa como la otra vez, y lo mismo con la otra- Y mira, mira qué hay aquí para tí -me bajo las bragas y le enseño mi culo, él se acerca y me lo lame. Me quito del todo las bragas con su lengua pegada a mi culo. Me dejo el sujetador.
De repente me acuerdo que no he terminado.
-Un momento, bonito, que me voy a poner guapa para ti.
Me levanto, cojo el camisón que me han dejado, y una barra de carmín, que sin duda es para mí también, y vuelvo a la cama.
Me pongo de rodillas con él entre mis piernas. levanta la cabeza y me chupa la polla. Me pongo el camisón. Es corto, de raso, de color rojo, con encaje abajo y en el pecho. Me cae sobre las piernas y tapa al perrito que sigue atareado entre mi picha y mi culo. Mi pinto los labios de rojo fuerte, con la cámara grabándome en primer plano. Miro a la cámara y sonrío.
Lo cojo con suavidad
-ven aquí, hermoso, que tenemos que hacer cosas.
Lo cojo y lo beso otra vez, en los morros, que quedan con una huella roja.
Veo la cámara a menos de un metro cuando tengo al perro sobre mí, yo acostado de espaldas, él acostado encima, con su lengua en mi boca, y me imagino otro primerísimo plano, saco de allí la lengua al instante, se da la vuelta y busca entre mis piernas, me subo el camisón, me encuentro su culo a centímetros de la boca y de nuevo chupo allí, mientras él lo hace en la ingle, en un 69 que nunca hubiera imaginado hacer.
Abro las piernas y flexiono las rodillas, el perro se da la vuelta y empieza a buscar con su picha ya erecta entre mis piernas, me acuerdo de la crema, me la doy en el culo y pongo la almohada doblada bajo mi tripa, como he visto en el vídeo. Me estoy muriendo de vergüenza, de humillación, estoy parado un momento y me vuelven a enseñar el cepillo. Sigo con más entusiasmo. Quiero terminar cuanto antes.
-sí, sí, bonito, así...
ahora tengo al perro sobre mí, tengo el camisón subido, y me da por pensar por qué, si me va a follar un perro, tengo que tener además puesto un camisón rojo, de raso y encaje, y los labios furiosamente rojos, y me veo como se me verá en el vídeo, una putilla para perros, y tengo unas ganas infinitas de terminar con aquello, busco su picha con la mano, y la llevo hasta la entrada de mi culo, él no para quieto y empuja, levanto las piernas, hasta que logro que se encaje, encuentra la abertura
-Así, sí, así...
Lo siento entrar, poco a poco, cada vez más dentro, con un vaivén frenético, frotando con su tripa mi polla, que reacciona como era de esperar, subo más las piernas, todo lo que puedo, para ser follado con más facilidad, y ahora mi miedo es correrme antes que él
Y miro el uniforme de criada, y recuerdo el cepo, cualquier cosa que me retrase.
He cerrado los ojos para concentrarme en terminar bien, después de Castor, cuando noto que el colchón se mueve, abro los ojos y me encuentro otro perro allí al lado que se mueve a nuestro alrededor, pasa por encima y veo que es una perra. Castor la ve y parece que va a salirse de mi. Subo más las piernas y empujo el culo del perro hacia mí, más dentro
-No, bonito, yo soy tu perrita, yo, yo, sigue, sigue. Yo soy tu perrita, por favor, no me dejes por esa, no me pongas celosa. Sigue conmigo, por favor, fóllame, fóllame como siempre.
Parece que lo he convencido, vuelve a sus movimientos. La perra se para y inclina su cabeza sobre la mía, saca la lengua, me chupa, nos damos un beso ¿lésbico? Pero ahora no me voy a correr.
el perro termina dentro de mí, y noto su bola, lo acaricio y lo relajo, no quiero que se mueva y me haga más daño.
La perra, como contagiada de esa calma, se recuesta a mi lado. ¿Será suficiente para la cámara que sigue grabando? ¿un perro dentro de mí y otra a mi lado? Intuyo que no. Improvisa, me habían dicho. Con una mano acaricio a la perra, hasta llegar a su coño, chupo mi dedo para hacerlo con más suavidad.
-Gracias, gracias, novio mío, cómo me gusta que me folles, y sentirte ahí dentro, unidos así, siempre quiero estar así, unida a mi novio, a mi perrito, quiero ser tu perrita para siempre...
Y hablo y hablo, y debo decir lo mismo mil veces, porque ya no sé qué barbaridades más decir, y sonrío con cara de felicidad.
Al cabo de un rato, el perro sale y se mueven los dos hasta bajar de la cama. Yo también lo hago. Nos movemos a cuatro patas los tres perritos. Corro detrás de ella, y cuando se para, acerco mi boca a su coño. Lo chupo y al momento siento al otro detrás de mí, se encarama a mi espalda, me abraza con sus patas delanteras y vuelve a buscar mi culo con su picha. Ya ha estado allí, no le ayudo, sigo con la perra, que se aparta. Quiero abrazarla y acabo en el suelo, con ella sobre mí como en otro 69, chupándome la picha con su larga lengua. Voy a chuparla yo, pero se me adelanta el perro, montándola con sus patas alrededor de mi cuello. Lo único que se me ocurre es ensalivarme los dedos y acariciar el culo del perro.
Y de pronto, casi a la vez, los tres nos corremos. Ellos se van abotonados, y yo me quedo en el suelo, con mi camisón recogido en la tripa, con mi picha chorreando leche sobre él, y con la cámara grabando este final del momento más humillante de mi vida, el que me deja definitivamente en poder de mi exnovia y de su amiga.
Me pongo de rodillas, limpio el camisón con la mano, y la picha, y como no sé qué hacer con el semen, me chupo la mano y me lo bebo. Me levanto, me limpio bien con el camisón que me he quitado, del que quito los restos que van quedando con la boca.
Me pongo las bragas, las medias, mi uniforme, los zapatos, el delantal, la cofia, y hago la cama que hemos usado. Vuelvo a la cocina, al fregadero, donde sigo limpiando lo que dejé al empezar.
Dejan de grabar.
Mi ex se me acerca y sin decir nada, desde atrás, me coloca la modaza de bola en la boca.
-Al cepo, criadita.
¡Al cepo! Se me deben quedar los ojos como platos. ¿Qué he hecho mal? He seducido a un perro, que me ha follado como a una perra. pero no sé, no puedo reaccionar. Mi ex está esperando, y yo camino desconsolado hacia el salón.
-Vamos.
Esta vez no me ordenan quitarme las bragas. Me tumbo en el banco y coloco el cuello y las muñecas en su sitio. Mi ex cierra el cepo y me inmoviliza, mientras su amiga me ata los tobillos, sin quitarme las medias y los zapatos, a las argollas de las patas.
-Tu actuación de perrita ha sido memorable y nos ha calentado tanto, que tenemos que volver a la cama. Allí follaré con mi novia, mientras tú te quedas pensando en cómo has follado con tu novio. Luego pensaremos si seguimos divirtiéndonos contigo.