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Diario intimo de mi vida sexual Parte 3

en Amor filial

Diario intimo de mi vida sexual Parte 3

Mi Padre.

Mi hermano estaba estudiando en la facultad, por consiguiente regresaba los fines de semana para evitar estar viajando todos los días. Si bien nuestra relación continuaba, era más esporádica, ambos teníamos pareja, aunque en mi caso no estaba totalmente conforme con mi novio, un buen chico pero demasiado infantil.

En ese periodo mi madre enfermo, a pesar de los esfuerzos y tratamientos para curarla antes de cumplir los 17, falleció. Fue un golpe terrible, principalmente para mi padre, un hombre muy apegado a ella que en ese momento tendría 44 años. Realmente esta desgracia destruyó a todos, pero especialmente a papá, apenas atendía la empresa, se había abandonado en lo personal, y permanecía cuando estaba en casa, mirando televisión, aunque parecía bastante ausente en lo que veía, sumado la lejanía de mi hermano.

Por mi parte, comenzaba mis estudios terciarios lo que también permanecía fuera de casa, a pesar que había decidido viajar todos los días para tratar de acompañar más a mi padre. Siempre tuve un gran apego a él, mayor que a mi madre, trataba de entretenerlo, le contaba cosas de mis compañeros de clase, intentaba distraerlo y sacarlo de ese estado depresivo. Desde chica me sentaba en su falda y me dormía abrazada a él, cosa que al crecer abandoné  esa costumbre, pero retomé ese hábito para intentar divertirlo y demostrarle mi cariño.

Cada fin de semana llegaba mi hermano comiendo los tres, e intentando entretener a papá, a fin de poder sacarlo de ese ostracismo que lo embargaba.

El hecho de acariciarlo, mimarlo, tratar de recrearlo, fue modificando su estado, aunque no lo suficiente. En dos o tres oportunidades que estaba sentada sobre su regazo, me dio la sensación en que lo motivaba, creo que me alegró, no desde el punto de vista sexual, sino que algo lo estimulaba y que era su hija, la que lo producía esa nueva sensacion. Así que a partir de ese momento continúe con esa práctica, en algunos momentos intentaba rechazarme y en otros permanecíamos callados, disfrutando ese placer, de una manera individual y como algo tácito.

A veces lo besaba muy cerca de su boca, diciéndole que lo quería mucho, él sonreía y me abrazaba, retribuyendo los besos. Esto fue aparejando cosas, al punto que me obsesioné hasta ir un poco más, aunque pensaba que no debía de ser lo correcto. Lo más cercano que logré fue que me acariciase las piernas, fue una noche, mientras veíamos televisión, estaba con un corto camisón, pegada a mi padre, su mano se posó  en mi pierna, acariciándomela suavemente. Me pegué más a su cuerpo, como disfrutando en lo que me hacía, mientras su mano rosaba mi entrepierna, sentí que mi vagina comenzaba a segregar, por lel efecto de esas mimos.

Me fui como acomodando, entreabriendo mis piernas, a la espera de que su mano continuase internándose hasta llegar  a mi sexo, ya no pensaba que era mi padre, sino en un hombre maduro al que podría llegar a entregarme. Su mano con total lentitud rosaba mis bragas, deseaba desesperaba que tocase mi intimidad, cuando el timbre del teléfono nos trajo a la realidad, despertándonos de ese momento de deleite. Mi padre se levantó rápidamente para atender, cosa que entendí perfectamente, fue como un aviso, que le indicaba que no estaba haciendo lo correcto.

Esperé que después de hablar un buen rato, retornáramos a nuestro “juego”, pero no  fue así, no intente continuarlo, posiblemente no era ni seria lo adecuado.

Si bien, tenía relaciones esporádicas con un amigo, la idea de tenerlas con mi padre fue creciendo, transformándose en una obsesión. Sabía que mi padre era una persona muy correcta, que sería algo difícil llegar a tener relaciones.

Una noche decidí, entregarme, así que me puse mi más corto  camisón, sin nada en mi  interior, era una noche ideal, una fuerte tormenta eléctrica azotaba la ciudad. Papá sabia de mi temor hacia las tormentas, así que mientras mirábamos televisión me acurruque muy junto a él, mis piernas contraídas apenas tapaban mi pubis, aunque al tenerlas juntas no se notaba si tenía algo puesto.

Tomé la mano de mi padre, acariciándola y colocándola sobre mi muslo, su contacto se  hizo  sentir rápidamente, eso me permitió juntarme más a él, demostrando mi placer al apreciar su mano. Así permanecíamos mientras su mano subía y bajaba  por mi muslo. Mi mente estaba más pendiente de su contacto que de lo que veíamos por televisión.

Le pregunte como estaba

“Bien, contento de estar a tu lado”

‘’Te diré algo, te pareces muchísimo a tu madre cuando era joven como tú”

“Gracias, me da mucha satisfacción que me lo digas”

‘’Ojala pueda llegar a  aportar lo mismo que ella” le digo

Me miro algo confuso por mi contestación, diciéndome

“Que quieres decir?”

“No nada, papi, nada”

Me recosté sobre sus piernas, entrecerrando los ojos, disfrutando de sus caricias suaves y continuas. Rascaba mi cuello, llevándome a un estado de somnolencia, relajando mi cuerpo, mientras sentía como su mano subía por mi muslo hasta llegar cerca de la cintura. No sé que pasó pero en determinado momento me desperté, sola en mi cama, realmente me sentí molesta, pero comprendí la actitud de mi padre.

Pasaron unos días, sin llegar a intentar algo mas, notaba que mi padre trataba de eludirme, aunque mi presencia parecía alterarlo, lo que noté es que nuevamente mantenía su aspecto físico.

Una noche, al llegar a casa papá nos estaba, me extrañó, dado que siempre estaba a esa hora en casa. Aproveche para darme un baño, después de ducharme me envolví con la toalla, me prepare un sándwich, llevándolo a la sala mientras veía televisión.

Como a la hora regreso mi padre, me besó y se sentó a mi lado, hablamos un poco, lo veía bastante animado, me recosté sobre sus piernas apoyando mi cabeza muy cerca de su miembro.

Media dormida, en esa posición, con un movimiento que hice, un pecho quedó al descubierto, si bien no me percaté enseguida, al hacerlo, permanecí sin cubrirlo. Mi cabeza sobre sus piernas me hizo percibir que se estaba excitando. Me contente de esa reacción, a lo que moví más mi cabeza sobre su bulto, giré un poco mi cabeza, intentando poner mi boca sobre su bulto, mientras pretendía ir abriendo algo la toalla que me cubría. Percibía la tensión que se había creado entre ambos, llevé mi mano a su verga, mientras intentaba levantarme, deslizándose la toalla quedando mis senos descubiertos.

Mi respiración entrecortada demostraba mi estado de ansiedad y nerviosismo, en parte temía que reaccionase impulsivamente, dándome una bofetada por ser tan osada. Sin ninguna pausa, besé a mi padre en sus labios, mientras apretaba su miembro bastante erecto, sus manos tomaron mis pechos y yo trataba de sacar su verga, baje su cremallera, mientras papá me besaba y manoseaba mis tetas, apretando mi pezón ya bastante duro. Al tiempo en que mi mano llegaba a su miembro bien erecto.

Agitaba su aparato, mientras papá me quitaba la toalla, nuestras bocas estaban en un contacto permanente su lengua hurgaba a la mía, era una paroxismo total. Removía totalmente su erecto pene, cuando traté de mamárselo, pero un chorro de su esperma mojó mi rostro.

Automáticamente papá se contuvo, pero yo continúe hasta sentir que había eyaculado la totalidad. Papá me abrazó y hasta se puso a llorar, por la tensión o no sé por qué otro motivo.

“Pero eres mi hija” fueron sus palabras.

Lo besé cariñosamente, mientras le decía

“Tranquilo pa, me encanto hacerlo, disfrútalo”

En un momento me dice “Es una locura, pero me encanta tocar tu bello cuerpo”

Sin decirle nada, me quité la toalla, y la abracé, sintiendo como su mano acariciaba mi cuerpo, con mucha suavidad, recordé cuando era muy chica que lo llegó a hacer. Dejé que fuese haciendo lo que le parecía, gimiendo suavemente ante el recorrido de su mano.

No quería dar el paso siguiente, quería que fuese él, quien tomase la iniciativa, poco a poco llegó a mi sexo, muy húmedo por cierto, sus dedos rozaban mis labios inferiores, introduciéndolos con algo de cautela, en mi vagina. Así continuo besándome y excitando mi clítoris, el nerviosismo perduraba, pero estaba encantada de lo que me hacía, después de varios minutos me fue llevando a un largo y exquisito orgasmo, para finalmente besarme.

Fui desabrochando su cinturón, tratando de ir confirmando mi deseo,  baje su cremallera, todo se fue desarrollando de una manera muy gradual, como empezando a conocernos, descubriendo nuestros cuerpos necesitados de sexo.

Como dios me trajo al mundo me sitúo sobre el sillón,  admirando y besando mi desnudez, mientras me acostaba sobre el sofá, metiendo su mano entre mis piernas, descubriendo mi sexo saturado por la emanación de mis jugos vaginales.

Mientras mis manos buscaban su verga, que no tardo en surgir grande y muy erguida, mi boca se acerco a ella lamiéndola y mamándosela suavemente, al momento que sus manos abrían mis piernas para introducirla en el sexo de su amada hija. No llego a realizarlo, no porque lo haya impedido sino porque se detuvo en su intención, así que tomé su erguida y la fui acariciando hasta llevarla a mi boca para mamársela levemente. Me encantaba su miembro grande y viril, comprendí los gemidos de mi madre, cuando los espiaba, al recibir semejante elemento.

La fui introduciendo, hasta alcanzar la totalidad, succionándosela y chupándola lentamente, noté que estaba algo perplejo, pero bastante excitado. Notaba que parecía tener una lucha interna, así que besándolo suavemente en sus labios, le digo

“Tranquilo, pa, déjate llevar, soy una mujer que te ama”’

Eso pareció agradarle, así que mi mano continua jugando con su miembro, que rápidamente se fue poniendo muy erguido, que a pesar de la poca luz que invadía a la alcoba, pude ver por vez primera su verga, por cierto bastante grande. Sin darle demasiado respiro, le succione sus tetillas, mientras mi mano captaba la reacción de su miembro.

Eso me provocaba, continúe besando su pecho, abdomen, bajándome lentamente hacia su sexo, al llegar mi boca hasta su miembro, trató de impedirlo.

“’ Si no te agrada, lo suspendo”’ le digo

Al no responderme, proseguí con mi labor, mi lengua lamio la totalidad de su erecta verga, hasta que me la introduje en mi boca, me fue imposible tragarme totalmente, pero la disfrutaba, subía y bajaba mi orificio bucal, mis labios rozaban ese miembro, con total devoción, al notar la convulsiones de mi padre, me incitaban a acelerar esa encantadora mamada que le estaba proporcionando. Seguí sin darle tregua, me fascinaba hacerlo, hasta que eyaculó  fuertemente en el interior de mi boca, aflorando por las comisuras de mis labios, a pesar de eso, no pare en mi labor, hasta notar que había evacuado la totalidad de su semen. Con las labios y mi boca bien humedecidos por su flujo, apoye mis labios en los suyos, buscando su lengua mezclando mis jugos a los suyos.

Creo que en ese momento, se rompió el tabú, ya no éramos padre e hija, nos habíamos convertido en amantes, aunque ante los ojos de la sociedad no lo era así.

Dormimos lo que restaba de la noche, yo no me lave, cada tanto olía los restos, del aroma de su semen, que erizaba todo mi cuerpo. Unas succiones en mis pezones me despertaron, me sentí muy feliz al sentirlos, su mano buscaba mi cuerpo, hasta llegar a mi sexo, sus leves mordidas en mis tetillas y sus dedos introduciéndose en mi vagina, me estimularon rápidamente. Me beso por todos lados, hasta lamer mi húmeda vagina, la punta de su lengua provocaba mi clítoris, había alborotado mis hormonas, me deje llevar, cuando su dedo palpaba el borde de mi ano, sin introducirlo, la emanación de mi flujo, lo estimulaba, acelerando su labor, no parando hasta lograr producirme una serie de gritos y gemidos, que finalizaron con un fuerte orgasmo.

Después de eso su pene busco mi cavidad vaginal, para introducir su erecto aparato, que después de un apasionado bombeo, me llevo a un segundo orgasmo. Esta de mas decirlo, que prácticamente  ese día no salimos de la cama, nunca lo olvidare, estaba realmente feliz, pero creo que mas por mi querido padre, que volvió a ser alguien alegre, con nueva  ganas de vivir.

Nuestros roles  se modificaron de padre e hija a marido y mujer, o esposos o amantes, o como les parezca, permanecimos en esta relación más de  de 2 años, Salíamos, viajamos mucho todo lo que una pareja hace, disfrutar de la vida.

Recuerdo que un día temíamos un casamiento de unos parientes, mi padre me había comprado un vestido largo para esa ocasión, me lo puse, pero sin ropa interior. Evidentemente fui la atracción de la fiesta, dado que el vestido ayudaba a destacar las curvas y la desnudez de mi cuerpo, esta de más decir que papa estaba muy orgulloso de su hija-amante.

Cuando llegamos a casa, mi padre estaba algo estimulado por lo que había tomado, la forma de mirarme y su manera de abrazarme, me dio a entender que me deseaba. A pesar que habíamos considerado cortar con esa relación, la que llevábamos más de 3 meses  sin hacerlo.

Nos sentamos en el sofá, y me beso en la mejilla, sus suaves caricias me comenzaron a incitar, me acurruquée a su lado a la espera de su calor, fue levantando la falda de mi vestido, sintiendo como el satén se desplazaba sobre mi piel, mis pezones se erizaron y sentí que se humedecía mi vagina.

La mano de mi padre, se deslizaba entre mis piernas, las que fui abriendo lentamente, al llegar a mi entrepierna, se percato que carecía de bragas, eso pareció  alterar su sentido sexual. Me giro, dejándome boca abajo, levantando el vestido hasta la altura de mi cintura, quedando mí pomposo culito al descubierto, acaricio mis cachetes, abriéndolos para exponer mi orificio, friccionándolo con su dedo, he intentando introducirlo. Me excitaba esa nueva experiencia, mi corazón latía apresuradamente, aumentando mi agitación, su lengua jugueteo en mi ano, mis pezones se erizaron, su salida humedecía mi cavidad, evidentemente para lubricarlo, sin oponerme permití su juego.

En escasos minutos, sentí su miembro recorrer mi raya hasta detenerse en mi abertura, para hurgar alrededor de mi ano, me relaje dispuesta a satisfacer su intención. Su glande comenzó a penetrarme unos centímetros, me invadió un fuerte dolor, pero a pesar de ese malestar permanecí inmutable a la espera de su penetración, a pesar de conocer el tamaño de su aparato. Me agradaba que mi padre fuese el primero en desvirgarme analmente, su glande se oprimía contra mi orificio con la intención de penetrarme, mi esfínter parecía dilatarse.

A pesar de nunca haber tenido sexo anal, eleve mi culo, como aceptando su intención, mientras me quitaba mi vestido, dejándome como dios me trajo al mundo.

Acariciaba mi espalda para darme tranquilidad mientras el extremo de su pene permanecía oprimiendo mi acceso anal. Al pretender introducirlo, exhale un grito de dolor, se detuvo de su propósito, y girándome llevo su miembro a mi boca para que se lo lubricase. No hacían falta palabras, como una buena hija abrí mi boca acatando su pedido. Fue algo delicioso hacerlo, mi saliva lo lubrico, sin dejar de succionarlo, con entera satisfacción, me sentía alagada, quería hacerlo gozar más que las veces anteriores.

Cuando termine de mamársela, me gire, elevando mi trasero a la espera de la visita de su pene, en mi virgen conducto anal. Templaba como una hoja, como si esa fuese la primera relación que tenia. Inmediatamente percibí su punta introducirse, algo más rápida, tomándome de la cintura, empujo, sintiendo un fuerte dolor, al que trate de no anunciarlo. Lo sentía entrar dolorosamente centímetro a centímetro, usurpando poco a poco la intimidad de mi recto.. Supongo que cada vez más enrojecido por el elemento penetrador, hasta que el esfínter parecía latir, tolerando mejor la incursión. Sentía las palpitaciones de su aparato reproductor  a través de la membrana de mi recto, sus manos apretaban mis senos, hasta que  al fin terminó de entrar y la cabeza se alojó profundamente, dejando sus genitales pegados a mi ano, anunciando que sus 20 cm se cobijaban en mi recto. Mis gritos y gemidos parecía que lo provocaba, porque sus empellones se acentuaban, provocándome un ardor en mi recto ya algo afectado por tal violento acoso.

Era algo cruel sentir su falo metido hasta mis entrañas, dando la sensación de partirme, a pesar del dolor que me provocaba me encantaba ser tratada con ese ímpetu.  Le rogué, que no se moviera, quería disfrutar su aparato en mi interior, mientras mi conducto se amoldaba a su tamaño  Percibía los latidos de su falo en mi íntimo conducto, que no dejaba de hacerme vibrar. Estrechaba mi ano, aprisionando su verga, hasta que súbitamente empezó su impetuoso bombeo, fue fabuloso, lo hacía de una manera algo brutal, al punto de hacerme sentir una prostituta, no era como otra veces, era algo irracional, como si en ese contacto anal estuviese descargando su voracidad, en parte me asusto pero a su vez me excitaba esa comunión anti natura.

 Cada vez que penetra su verga, mi cabeza se elevaba, esa circunstancia parecía excitar mas a mi padre, quien me bombeaba con mayor violencia. El dolor y el goce se mezclaban, haciendo ese contacto en algo impresionante.  Era todo tan delicioso, que si bien mi actitud era pasiva, recibía constantemente el ímpetu de su actividad, manteniendo mi cuerpo en un estremecimiento continuo. Recordaba cuando Anabel me introducía sus bolitas, esto fue mucho más intenso como consecuencia de un mayor diámetro y una entrada y salida intensa.

Gritaba como desaforada, ese roce en las paredes de mi conducto, era alucinante. Exhale, gemidos y gritos de placer hasta mi último aliento, cuando una maravillosa convulsión inundó mí ser. No tardé en tener un segundo, al percibir el esperma de mi padre, colmando el recinto de mi recto. Después de haber eyaculado, su cuerpo extenuado cayó sobre mi espalda, sin quitar su miembro de mi interior, así permanecimos abrazados, hasta que no dormimos.

No dejo de excitarme cuando recuerdo aquel momento, a pesar de haberme hecho sangrar mi esfínter, y tenerlo dolorido un par de días.

A la mañana siguiente sucedió algo inesperado, no sé por qué razón mi hermano llegó antes  del mediodía, papá se había levantado para bañarse, y yo permanecía tendida, reponiéndome de la noche anterior. En la cama de mi padre, totalmente desnuda y apenas tapada por la sabana, ciertas manchas de semen seco y algunas de sangre, producto de mi desvirgue  anal, deban las pautas necesarias de nuestra relación.  Al ver Carlos esa escena me miró y sin darme tiempo a nada se fue como una tromba. No supe que hacer, tardé bastante tiempo en contarle a papá, porque Carlos ya no venía a casa y carecía de excusas para seguir mintiéndole.

La relación con mi padre, duro bastante tiempo, y tengo que reconocer que me celaba constantemente. Creo que hubo dos etapas, la primera fue como más delicada, más cálida, en donde  el pecado nos contenía, donde solo nos manteníamos con caricias, besos y una penetración vaginal, mientras que en la siguiente, fue bastante brutal, sentía que pretendía castigarme, siendo la relación anal la de mayor intimidación.

Todo se fue cambiando, ya no era su hija, así lo percibía, aunque él seguía siendo mi padre, o por lo menos era lo que apreciaba. Mi hermano ya no venía a casa, lo volví a ver cuando falleció nuestro padre, hace un par de años.

 Ya no está mi padre entre nosotros, y si algo lamento es no haber hablado sobre nuestra morbosa relación, en la que era su hija, y era su mujer.