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Diario de mi vida sexual parte 4

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Diario intimo de mi vida sexual Parte 4

Mis alumnos de matemáticas.

1ra Etapa

Después de romper con mi novio, con el que teníamos una buena relación sexual, ya tenía 23 años, no podía concretar un futuro con él, que a pesar de mi vida bastante alocada, había llegado el  momento en que deseaba tener una familia o por lo menos charlarlo para un futuro no muy lejano, pero esa ruptura tiro por la borde mis esperanzas.

Mi padre ya tenía una pareja, y mi relación con él ya no existía, a pesar que seguía viviendo en su casa, además con su nueva mujer, no teníamos una amigable relación.

Hacia un par de años me había graduado como licenciada en matemáticas, la cual jamás ejercí esa profesión, mi padre me mantenía y mi novio estaba en una situación económica muy buena. Pero consideré que debía elaborarme un porvenir, al ver un anuncio que requerían una profesora de Matemáticas en un pueblo, para una escuela secundaria,  a unos 600 km de donde vivía. Sin recapacitar demasiado, envié mi currículo, contestándome a los pocos días, que llenase unos formularios y recibiría una contestación. En pocos días me informaban que el puesto era mío, por unos meses, que en base a mi  desempeño, me darían una docencia permanente. Para mí era un reto interesante por lo que previo a la aceptación, hice mis preparativos para viajar a ese lugar. Sabía que tenía facilidad de palabra y que a pesar que nunca había ejercido la docencia, me encantaba estar con los adolecentes, además de enseñar una materia que conocía a la perfección.

Una semana después viaje al lugar, y me entreviste con la directora del establecimiento, y al otro día ya estaba dando clase. Conseguí un alojamiento por medio de la directora, que si bien no era demasiado grande era muy acogedor y estaba muy bien equipada, a unas 6 cuadras del colegio. El pueblo era algo chato, no había muchos lugares de distracción, un par de confiterías, 3 o 4 restaurantes, y los lugares básicos que conforman estos municipios. En lo que respecto a lo de conocer gente,  me costó un poco al principio entrar en esos círculos sociales.

Durante la semana, el hecho de estar en actividad, mi estancia era llevadera, pero al llegar el fin de semana, realmente no sabía qué hacer, a pesar que de vez en cuando la directora me invitaba a alguna reunión que efectuaba. Viajar a mi ciudad era algo problemático, el precio de los pasajes y los horarios hacían que no llegaba a estar un día entero en mi casa, a lo que opté  hacerlo algún fin de semana largo.

 

Si bien el sueldo me rendía, sentí la necesidad de hacer algo por las tardes ya que mi horario de clases era por la mañana, y un solo día en ambos turnos, era alguna manera de llenar el día. Se me ocurrió tener alumnos en mis tiempos libres, ya que una entrada extra no venia nada mal. Para evitar problemas llevé mi inquietud a la directora, la que me dijo que sí, que le parecía muy buena la propuesta, ya que había un grupo de chicos que requerían un apoyo en sus estudios, que ella misma me los recomendaría.

A la semana siguiente ya contaba con mi primer alumno, realmente era un chico inteligente, algo desordenado, tenía 17 años, aunque representaba algo más. A pesar de todo mi esfuerzo, mi alumno no progresaba, realmente no sabía qué hacer, posiblemente mi poca experiencia hacia que no hubiese un adelanto. Hablé con unas de mis compañeras de clase, sobre mi problema con este chico, y una me dijo trata de darle un incentivo, para que se interesara.

  • Ah, qué buena idea.- le conteste, sin saber cuál podía ser ese estimulo.

Una tarde mientras trataba de explicarle un ejercicio, sorprendí a Gabriel mirando mis marcados pezones, al verse atrapado infraganti se puso colorado y apartó la mirada. De hecho la expresión de su rostro me causó mucha gracia. Sus pómulos se marcaron cuando frunció los labios y sus cejas se arquearon al máximo. No podía culparlo por mirar, era lógico suponer que cualquier persona miraría, hasta yo lo haría si una chica estuviera enseñándome sus timbres a través de la ropa y eso no quería decir, que me gustaran las mujeres.

Como si no hubiese pasado nada, continúe corrigiendo su ejercicio, levantando los ojos cada tanto, notaba que de manera disimulada no quitaba su vista de mis tetas.

De improviso le digo:

  • Te gustan mis pechos, por que los miras con mucha insistencia y reiteración?

Volvió a ponerse colorado, y titubeando me dice

  • Si, son muy tentadores, señorita.

  • Bueno, te propongo algo, el día que hagas los ejercicios bien, te las mostrare, dado que hasta ahora no das pies con bolas.

Los ojos de mi alumno parecían salirse de su órbita al oír mis palabras, que apenas las dije me arrepentí de haberlo hecho. A pesar, que tengo que reconocer que, si bien trataba de negármelo, había algo que me atraía, la forma de mirarme, ciertas contestaciones algo capciosas, ese doble sentido que si bien lo pasaba por alto, en parte me impactaba.  En realidad esa propuesta terminó desencadenando algo no previsto, pero de alguna manera admito que fui la causante, o por lo menos la que encendió la mecha. Situación que me llevo a un estado de crisis, tanto desde sexual como mental, pero a medida que iré relatando lo ocurrido, paralelamente explicare mi estado conflictivo.

La soledad me jugaba en contra, un poco mi timidez, me llevaba a estar parte del día sola, pero fundamentalmente los sábados y domingos. A la tercera semana de estar en ese pueblo, una mañana me levante bastante incitada, me palpé mi vagina y estaba muy húmeda, si bien no urgía hacerlo en mi periodo de noviazgo, en ese momento sentí la necesidad de masturbarme, así que mientras tocaba mi sexo, para estimularlo y llevarlo a un estado de total paroxismo, mi mente creaba fantasías con mi alumno, desde mostrarles mis senos hasta entregarle mi cuerpo.

Creo que a partir de esa primorosa masturbación, fue lo que me hizo dar ese primer paso, a lo que después se convirtió en una relación de dependencia y sometimiento.

El lunes estaba nuevamente en un periodo de ansia, estado que se me producía vísperas de mi menstruación, con la diferencia que mi ex novio aplacaba esa necesidad. Por la tarde venia Gabriel, así que no comenté la propuesta que le había prometido, solo le explique un tema y le di un ejercicio. Antes de comenzar a resolverlo, me dice:

  • Señorita,  si lo resuelvo me mostrara lo prometido?

Esa vez yo me sonrojé, y como haciendo un esfuerzo le dije que cumpliría con mi promesa.

Mientras intentaba resolverlo, mi mente hacia mil clases de conjeturas, después de casi veinte minutos, me entrega el ejercicio, lo reviso, y ante mi sorpresa veo que el resultado es el correcto.

  • “Bueno, veo que lo has resuelto el problema”.  Le digo sorprendida y a la vez algo desconcertada por lo que tenía que hacer.

Lentamente, baje la vista y comencé a desabrochar mi blusa, la abrí y me bajé el sostén, mis senos afloraron ante los ojos de mi alumno, que los miraba con una apasionante avidez. Permanecí algo más de un minuto, con mis pechos al desnudo, sentía que me  comía con su mirada, mi exaltación comenzó a acrecentar, mientras imaginaba cómo reaccionaría el cuerpo de Gabriel. Mis pechos comenzaron a agitarse como resultado de ese momento, pero a pesar de eso, me puse el sostén y abroche mi blusa. 

  • Bueno, está bastante por hoy, nos vemos la próxima. Dije, mientras me levantaba dando por finalizada la clase.

A partir de ese momento, todo tuvo un vuelco, sentí como una obsesión, pensé que el haber  expuesto mis pechos a este adolecente, podría acarrear algún problema, comentarios a sus compañeros, a pesar de haberle hecho prometer, nada de comentarios.

El día que tenía que  venir, estaba bastante nerviosa, no sabía si volver a repetirlo o darlo por finalizado. Aunque inconscientemente o no, me arregle, me pinte y no me puse el corpiño, una blusa algo transparente permitía mostrar mis pechos. Mi corazón latía presuroso, no sé si quería acostarme con él, solo deseaba algo de caricias, en parte mi soledad me llevaba a crear una serie de locas fantasías.

Al entrar, me dio un beso, muy cerca de mis labios, también estaba muy arregladito. 

Nos sentamos en la mesa, y en un momento me dice

  • “Está muy linda  Sofía”. y además mencionando mi nombre.

  • “Bueno gracias Gabriel, tu también lo estas”. Le respondo.

Cortando el dialogo, para interiorizarme  en la clase, era obvio que el ambiente estaba comenzando a tensionarse, no había concentración en lo que se debía de hacer.

  • “Bueno te daré un ejercicio, es algo más complicado”. Le comento

  • “Tendré algún premio si lo resuelvo? “Me contesta.

No le respondo y sigo con el problema, al dárselo me dice:

            - Puedo contarle algo, si no se enoja?

            - “Si, no me enojo”. Le contesto

            - “Anoche, me masturbe pensando en sus tetas”. Me dice

Si bien me impacto su confesión, sentí una especie de estremecimiento, sin darle demasiada importancia a su comentario, le digo:

  • “No me interesa tus intimidades, así que trata de resolverlo” bajé la mirada, como si estuviese interesada en otra cosa. Pero interiormente me encantó saber que se excitaba, era como tener un dominio sobre él, por otra parte sentía una gratificación al ver que comenzaba a resolver los problemas, aunque esto último era secundario.

Al cabo de unos minutos, nuevamente había resuelto el problema.

Sin decir palabra, me desabroche la blusa, mis tetas quedaron algo a la vista, mientras su mirada se llenaba de una total sensualidad. Me sentía algo incomoda, pero con el pasar de los minutos, fui perdiendo esa sensación.

  • Son hermosas, merecerían ser acariciadas y besadas. Le gustaría que lo haga? Me dice.

Me estaba alterando, pero a su vez avivando  no solo mi ego, sino mis hormonas.

  • Quieres hacer una ecuación? Le pregunto, intentando desviar la situación.

  • Si la resuelvo, tendré posibilidades de tocarlas?

  • Me sonrío y le digo ya ha sido bastante por hoy, probablemente será para la próxima.

Finalizada la hora me abrocho la blusa y lo acompaño hasta la puerta, al despedirse me da un beso en los labios.

  • Opa, eso no estaba previsto. Le digo, esbozando una sonrisa.

Al irse quedé mal, creo que arrepentida de no haber dado cabida a sus pretensiones, pero sobre todo bastante excitada. A pesar de no quererlo hacer, termine masturbándome, creando una fantasía con mi alumno. Sabía que estaba jugando con fuego, un menor, en un pueblo que todos se conocen, además un colegio muy estricto y que cualquier comentario, podría afectarme, Apenas quedé aplacada por mi  placer solitario, pensé en darlo por finalizado.

A la mañana siguiente antes de ir al colegio, comprobé que me había venido el periodo, estaba nerviosa y  mis hormonas bastante alborotadas. Estaba por llamarlo por teléfono para postergar la clase, cuando suena el timbre, era mi alumno. Sin decirle nada opté por darle su clase, mientras nos sentamos, me dice

  • Hoy no tengo el premio, por haber hecho bien el problema del otro día?

  • Te gusta ver mis tetas? Le pregunto

  • Si, anoche me volví a pajear, pensando en ellas.

Paso por mi mente, en  que me encantaría hacérselo, pero conserve mi pensamiento. Sin decir palabra me quite la blusa y el sostén, para que recrease su vista.

  • Bien, ya está el premio, pero hoy resolverás estas ecuaciones.

Las prepare y se las di para que las solucionase. Después de un rato me dice que hay una parte que no comprende. Me coloco la blusa, y apenas abrocho un botón,  me  acerco a él para explicarle, al agacharme mis tetas afloran, lentamente me acerque más, hasta que su boca comenzó a besarla, traté de impedirlo, aunque era yo la que lo provocaba. Su boca se apodero de uno de mis pezones ya bastante erguido, cuando su mano se metió bajo mi falda, buscando mi sexo. Sentí sus dedos oprimir mi vagina a través de mi tanga.

  • Estas mojada, Sofi. Me dice.

Algo turbada y avergonzada, traté de apaciguarlo, notando a través de su pantalón, su erguida verga.

            - Estoy menstruando. Le digo, de manera sumisa, como tratando de calmar la situación y explicar esa humedad.

            - Es tu problema. Me responde de una manera algo punzante.

En ese momento me atemorice, por su manera de contestar, me había metido en un brete, no sabía cómo podría reaccionar este chico. Me abroche la blusa y me dirigí a mi silla. Gabriel se levanta, se pone tras de mí, comienza a acariciar mis hombros, diciéndome:

  • Tranquila, estas temblando, me encantan tus pechos, son tan sensuales.

Realmente, mi temblor era evidente, no sabía qué hacer, aunque deseaba ser acariciada, más que nada ser amada. Sus manos se metieron a través de mi blusa, arrancando los primeros botones, comenzando a friccionar mis pezones, apretándolos algo enérgico con sus dedos. Recuesto mi nuca contra su abdomen, manteniendo mis ojos cerrados, cuando me saca la blusa. No sé cómo, logra girarme con silla y todo, levantándome, mientras su mano la mete bajo mi falda, manoteando mi vagina,  sentía como mí tampón se introducía más en mi útero.

  • No por favor Gabriel, estoy con la regla.

Sin decir palabra, baja su cremallera, aflorando su verga bien erguida, diciéndome:

  • Mira como me has puesto.

En ese momento me sentí culpable de su estado, así que se lo agarre intentando masturbarlo, pensando en aplacar su ansiedad. Su boca succionaba mis pezones, produciendo una terrible excitación. De improviso me levantó de la silla, para volver a meter su mano en mi intimidad, mientras pretendía quitar mi falda.

  • Por favor, no ¡!!!!!, volví a replicar.

Algo molesto, en ese  momento de intensidad, de ese manoseo sexual, sus manos se apoyaron en mis hombros haciéndome  arrodillar, hasta dejar mi boca a la altura de su sexo, me miró como indicándome que debía de hacer, baje sus pantalones y el bóxer, hasta liberar totalmente su verga bien erecta, lo fui besando suavemente, lo que me producía una sensación de placer al verlo tan erguido. Sin esperar nada lo fui lamiendo, desde sus testículos hasta la punta de su glande,  mientras oía las exclamaciones de goce del chico, lo hice para aplacarlo pero admito que lo deseaba.  Lo fui introduciendo en mi boca chupándolo suavemente, acrecentando sus  exclamaciones de goce, al acorde de mis mamadas.  Me toma de mi rostro haciendo acelerar mis chupadas. Debo confesar que a pesar de sentirme algo violentaba, me agradaba la situación.

Mantengo mi mirada en la suya, esperando su descarga.

 ― ¡Trágate  mi verga que me voy a correr!... siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

Al tener mi cara sujeta me impide evitar de desplazarla, mientras al unísono de sus exclamaciones de deleite, sentí su cálido semen irrumpir mi boca. Me aprieta la cabeza con sus manos, apreciando como su cuerpo tiembla...., mientras la totalidad de su verga se alberga en mi cavidad bucal, sintiendo su corrida, copiosa y espesa, descendiendo por mi garganta algo encrespada.

― ¡¡ Woooooooooowww....que hermosa corrida!! Grita.

Sin poder impedirlo, tragué muy buena parte de su leche, cosa que no había hecho jamás. Como una sumisa esclava, la mamé bien, con la intensión de limpiarla. Si bien Gabriel había aplacado su necesidad sexual, yo aun estaba bastante caliente, arrodillada aun en el suelo, semidesnuda, intente volver a mamársela, rodeando mis brazos en sus piernas. Pero de una manera contundente, me dice:

  •  Me tengo que ir, otro día será.

Se levanto el pantalón y dándome un beso se fue. Me quede con bronca, pero no hacia Gabriel, sino hacia mí por no haberle permitido follarme. Creo que con  el pasar del tiempo me doy cuenta que a partir de ese día, voy aceptando su dominio, algo en que cada uno va adquiriendo su rol, y a medida que una parte cede, la otra va ampliando su autoridad.

Pasaron varios días, pero Gabriel no concurría a mis clases de apoyo, me preocupe por saber que le pasaba, o mejor dicho deseaba verlo. Hasta que una mañana en el colegio pude hablar a solas con él. No me dio muchas explicaciones, solo metió su mano entre mi falda, mientras me decía         -

  • Sácatela.

  • Estás loco. Le digo algo alterada

  • No hagas escándalo, y hazlo. Me dice de manera determinante.

  • Está bien. Respondo, yéndome hasta el baño a cumplir con su mandato.

Al llegar me pidió mi prenda, y metió sus dedos en mi vagina, no tiene explicación como eso me excitaba. Estaba por venirme, cuando alguien salió de un aula, y quitó su mano, ahí reaccione que hacía más de 10 minutos había finalizado el recreo. Por supuesto que di clase sin mis bragas. Después pensaba como podía ser tan estúpida y hacer lo que me pedía. Me había prometido que vendría esa tarde, así que prepare todo porque estaba decidida a ser suya. Lo espere, pero no vino ni ese día ni el siguiente. Opté por darlo por terminado y no darle más clase particular, así que me propuse, buscar a otros alumnos, hacer borrón y cuenta nueva. Dos días después, de concretar con Bruno, mi nuevo alumno, un lindo chico, delgado  algo más  alto que Gabriel, que me hacia recordar bastante al amigo de mi hermano que se había cogido cerca de aquel arroyo. A los veinte minutos de darle clase a este chico, suena el timbre, cuando abro estaba Gabriel, para retomar las clases. Si bien me puse enérgica, diciéndole su mala actuación, en el fondo me alegró su retorno. Terminada la clase, me pidió si se podía quedar un rato más, para ver ciertas ecuaciones. Sabía que era una pretexto, pero no me opuse.

  • La verdad, que no podía dejar de recordar tus ricas tetas, eres muy sensual, me excitas. Mientras me decía eso, se fue acercando, hasta que me beso, respondiendo ante ese contacto.

Empezó, a quitar mis prendas, besando cada parte que desnudaba, me enloquecía, su impetuosidad. Apenas tuve mis pechos al aire, su boca se apodero de ellos, besándolos y mordiendo mis sensibles y rígidos pezones. Me dolía pero me encantada, fue quitando mis medias, mis bragas, hasta quedar como dios me trajo al mundo. Sus dedos se apoderaron de mi sexo, penetrándolo con bastante saña. Luego mi ano tuvo un tratamiento similar, al que respondía con gemidos tanto de padecimiento como de deleite. Antes de penetrarme con su verga, me alzo, y depositándome sobre la mesa, abrió bien mis piernas, separando mis labios vaginales y presionándolos con sus fuertes dedos, para apoyar su boca, mordiendo mi exaltado clítoris.  Cuando estaba por venirme, su verga se introdujo con toda su energía. Su bombeo fue rápido e inquisidor, sentía como chocaba contra las paredes de mi útero, se frenaba, lo sacaba y lo volvía a introducir, fue bastante tiempo, admire la destreza con que lo hacía, a pesar de ser un adolecente sabía muy bien cómo practicarlo. Los músculos de mi vagina se apretaban contra su poderoso miembro y mis manos se aferraban al borde de la mesa. Me encantaba volver a sentir una verga entre mis piernas, esos tres meses de abstinencia merecían algo así, a pesar que sabia que podría llegar a sucederme.

Gabriel me follaba con gran maestría, todo su cuerpo se arqueaba, se echaba hacia atrás para volver a clavármela bruscamente. Cada impulso que producía sentía su falo incrustarse en lo más profundo de mi cavidad vaginal. Después de ese bombeo impetuoso, su cálida leche irrigó mi útero, paralelamente me vine como nunca. Nadie me había cogido así, ni me había entregado tan fácilmente, me sentí una prostituta pero estaba feliz. Apenas nos desacoplamos, busque su verga para limpiarla con mi boca.

Al rato volvió a quitarme mi poca ropa y utilizando mis medias, ató mis manos a  mi espalda y arrodillándome en el piso, volvió a repetir el coito arreándome por mi cabello, recurriendo la misma o más violencia que la anterior. Esa noche lo repetimos varias veces, cuando me desperté eran las 7,45 de la mañana, en 15 minutos debía estar en el colegio, Gabriel no estaba, así que me levante como un rayo y a pesar de mi cansancio llegué al colegio. Lo busque en el colegio y no lo encontré, sintiendo como desamparada.

Continuara……..