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El placer de aceptarme bisexual.

en Bisexuales

Es difícil tal vez en esa sociedad aceptar mi bisexualidad, aunque desde muy niño siempre entre mis primos y íntimos amigos llegue a tener relaciones sexuales del género homosexual, eran quizás las oportunidades, lo fácil de lograr, curiosidad de conocimiento, placer proporcionado o tal vez lo intenso de lo prohibido que resultaban estos encuentros.

En varias oportunidades aunque no muy constante llegue a tener otras experiencias muy parecidas, nunca fueron tan marcadas como la que me sucedió hace unos 15 años. La oportunidad de  trabajar fuera de mi ciudad natal, me llevo a conocer a gente diferente, nuevos amigos, nada de familiares y muchas oportunidades de relaciones amorosas que solo duraban pocos meses, muchas diversiones y viajes que cambiaron la manera de ver la vida. Entre estas amistades apareció un estilista a quien frecuentaba para realizarme un corte de cabello, esto sucedía por lo menos una vez al mes.

Con el tiempo llegamos a hacernos amigos y aunque sabía de su tendencia bisexual muy bien clara y definida, por sus innumerables relatos que me llego a contar en las diferentes oportunidades que lo visitaba y entablábamos una pero muy agradable conversación, el nunca llego a proponer ningún tipo de ofrecimiento, siempre se mantuvo mu decente y serio, ni yo mismo considere que llegaríamos a compartir momentos tan agradables como los que llegamos a compartir.

El delgado, de unos 1.70, apuesto y con su rostro cubierto con bigote y chiva muy bien cortada, de tez morena, cabello lacio de color negro muy bien arreglado, pulcro y de voz muy agradable, siempre inspiro confianza, ojos claros, respetuoso, la confianza fue creciendo con el tiempo y nunca me importo compartir con personas de esta tendencia, nunca me importo lo que dirán. Una de esas tardes en que fui a cortarme el cabello, todo coincidió, era quincena con dinero para gastar, no tenía nada previsto, demasiada gente en su local, me obligo a esperar y como era de costumbre siempre llegaba a última hora para poder estar más tranquilo y conversar.

Atendió al resto de sus clientes y quedamos solos, se dedicó a cortarme el cabello como siempre y entre varios temas, llegamos a comentar que nunca habíamos compartido unas cervezas, que ese sería un buen día, porque no hacerlo?, termino y salimos  del local. Nos dirigimos a una cervecería y tomamos varios tragos, una conversación amena. Nos conseguimos varios amigos y acordamos ir a mi casa donde compraríamos algún licor y saldría más económico en los gastos.

Llegamos a casa, con todo un cargamento de licor, comida y cualquier otra cosa que se nos pudiese haber ocurrido, éramos varios amigos compartiendo, poco a poco al ir haciéndose tarde fueron marchándose, a mí me tocaría llevarlo a su casa, se lo prometí cuando acordamos la salida. Al terminar solos continuamos otros tragos y me pregunto: - tienes alguna película que podamos ver?, como todo hombre soltero el TV en el cuarto y películas porno nunca han de faltar. Fuimos a la habitación y le dije que escogiera, colocó la cinta y nos depusimos a verla, habían dos camas pequeñas en la habitación y nos ubicamos cada uno en una de ellas, yo muy adentro de mi me preguntaba hasta donde llegaríamos, aunque quizás el licor me había desinhibido y dejaba que las cosas fluyeran.

-          Podemos ponernos cómodos?

-          Por supuesto. Respondí.

Se quitó su ropa y quedo en calzoncillos, yo solo lo mire sin pronunciar palabra alguna. Me miro y se sonrió, me dice: - No es justo, quítate la tuya también, así también estarás cómodo. No lo pensé solo me levante y me quite mi ropa, quedándome también en calzoncillo. No habían pasado uno cinco minutos se levantó de la cama y me pidió espacio en la mía. Se colocó a mi lado y bajo mi calzoncillo, yo ya me encontraba muy excitado, estaba tan duro mi pene que creía que reventaría si no lo sacaba a tomar aire.

Tomo mi pene entre sus manos y empezó a acariciarlo, los dos muy callado, el con plena confianza en lo que hacía, y yo aceptándolo como si siempre hubiese pasado. No me sorprendió cuando sentí su boca saboreándome mi verga desde su cabeza hasta la raíz, la lamía con un gusto, me proporcionaba un inmenso placer, me acariciaba todo mi cuerpo, subía a lamerme las tetillas y me hacía una paja lentamente, tomando más confianza me acariciaba mis nalgas suavemente. Cerré mis ojos y me dejaba llevar, estaba gozándome esta mamada que no parecía acabar.

Con mis ojos cerrados, el con sus brazos me llevo a darme la vuelta y quedar boca abajo, sabía lo que él quería, sin poner ninguna resistencia, me coloque en una posición de un perrito domado, arrodillado y apoyado en mis brazos, soñaba con sentirlo entre mis nalgas, no había visto su miembro ni tocado en ningún momento, pero me lo imaginaba grande. Me preparo mi agujero con una crema que no se ni de donde saco, solo sentí cuando coloco su pene en mi agujero y intentó penetrarme, sentí el dolor del placer en mi culo, al que tuve que negarme y con un gesto que el entendió procedió con más cautela poco a poco su penetración.

Sentí un placer enorme al tenerlo todo adentro, lo sentía enorme en mi culo, se movía lentamente, lo sacaba y lo metía, me inclinaba para sentirlo más adentro y poco a poco con mis movimientos nos sincronizamos en un solo placer. No quería que esto acabara, aceleraba sus movimientos y yo lo acompañaba, sabía que llegaría el momento que tanto deseaba desde que sentí su pene en mi culo. Se acostaba sobre  mi espalda y de pronto se levantaba para meterlo con más fuerza, de repente sentí que me llenaba de su leche, caliente y abundante, sentía como su pene convulsionaba con su acabada y poco a poco la saco de mi culo y se acomodó a mi lado, nunca cruzamos una palabra, me sentía satisfecho aunque yo no había acabado.

Me gire y acomode nuevamente boca arriba, seguía con mi miembro muy erecto, se agacho y lo tomo entre su boca, y con la misma fuerza que tenía al principio comenzó a chuparla desenfrenadamente, lo gozaba completamente, tanto el como yo. Llene su boca completamente con mi leche, la cual derramo en todo mi pene, lo lamio hasta que quedo flácido.

Nos levantamos y nos limpiamos, me pregunto si me había gustado y con una sonrisa en mis labios le dije solo: - Si. Acordamos que lo llevaría a su casa, no cruzamos otra palabra más sobe lo ocurrido, quizás me avergonzaba, o pensaba en que esto no se llegara a saber, que fuéramos discretos, que si esto volvería a suceder, las dudas me invadían, el temor me recorría, pero de lo que si estaba seguro era que me lo había gozado. 

Nos despedimos en frente de su casa como dos caballeros, como si nada hubiese pasado. Mientras regresaba a mi casa, de lo que si estaba seguro, era que no sería la última, si la oportunidad se presentara. Así que les aseguro que este momento tan placentero aún no ha acabado……….