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Diario intimo de mi vida sexual Parte 6

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Diario intimo de mi vida sexual. Parte 6

 MI EMBARAZO

Esta sería la última parte de mi diario íntimo.

Después de estar como profesora de matemáticas en aquel pequeño pueblo del interior, no opté en definitiva regresar a mi ciudad natal, en parte quería vengarme de Gabriel, no sabía cómo, pero lo deseaba. Solo un día lo encontré y le dije de todo, de alguna manera me desahogue, aunque creo que algún bocón comentó lo de aquella noche, y posiblemente algo más. Lo comencé a percibir por la manera en que se me trataba en la escuela, y la mirada provocativa con que me observaban en determinados negocios, atendidos por hombres, el refrán de “Pueblo chico, infierno grande” es totalmente real. Así que antes de terminar el año escolar renuncie y me fui de ese pueblo.

Ya tenía 25 años, me hospede en casa de mi padre, que tampoco era lo ideal ya que tenía una pareja, que permanecía gran parte del tiempo en casa, asi que como a los dos meses me alquile un departamento más céntrico, en donde había conseguido unas docencias muy cerquita de donde vivía. Si bien tuve algunas parejas, todas fueron bastantes efímeras, hasta que conocí a Esteban con quien tengo la dicha de vivir con él, y a menos de dos años de nuestro matrimonio estoy por tener un hijo.

Dado que mi esposo viajaba bastante por cuestiones laborales, decidió traerme un perro, como compañía y a su vez de protección, era un cachorro divino de 6 meses .Si bien al principio no terminaba de convencerme, a medida  que pasaron los días me fui acostumbrando a ese pastor alemán, que bautizamos con el nombre de Kim.

Casi cuando nuestra mascota tenía un año, quedé embarazada, fue una alegría para ambos que esta nueva criatura iba a constituir la familia que siempre desee, así que fueron unos días muy felices durante y después de mi periodo de gestación. A eso se sumo que un cambio en el trabajo lo llevo a una mejora económica mucho mejor remunerada, aunque estaba más ausente en casa, pero nos permitía llevar una vida más holgada, y  además solventar una serie de nuevos gastos con la llegada de la futura beba.

El perro se convirtió en un componente de la familia, cuando quedábamos solos, le hablaba y el paraba las orejas como entendiendo que le decía, estaba pendiente de mis movimientos, me seguía, aparentemente con la intensión de no dejarme sola. Poco a poco me fui sintiendo muy cómoda con él, me era de una gran compañía y compatibilizábamos muy bien. Me complacía sacarlo a pasear, mientras mi panza iba en aumento día a día.

Leí que los cambios hormonales pueden ser detectados por los perros, por la transformación del olor de los cuerpos, sus aptitudes, etc. No es que sepan exactamente qué pasa pero huelen que hay algo diferente y llegan a modificar su comportamiento porque algo raro está pasando, eso me llevó a la conclusión,  porque estaba pendiente de todos mis movimientos, actitud que me alegraba.

Hubo un par de hechos, que si bien no fueron categóricos me trajo recuerdos con otros perros con los que tuve contacto solo oral. Un día mientras le hablaba a Kim, le descubrí mi panza desnuda, a la que como de manera de cariño me dio un par de lengüetazos, y el otro que en una oportunidad metió su cabeza bajo una corta pollera, rozando su hocico en mi sexo, sintiendo una cierta exaltación momentánea.

No sé si por curiosidad, inconscientemente o porque, pero me atraía, lo fui aceptando y hasta había momentos en que lo provocaba para que lo repitiese, sin llegar más allá de esa “travesura”.

En una de las veces en que mi marido estaba de viaje, se produzco una fuerte tormenta, si bien había superado ese trauma, no me gustaba estar sola, así que opte por traer a Kim a la alcoba para tener su compañía. Cerca de medianoche me levante a orinar, al regresar a la cama, levantó atentamente su cabeza como para ver qué pasaba, Golpee sobre el acolchado para que trepase a la cama, que lo hizo inmediatamente. Comenzándome  a dar algunos lengüetazos en la cara, me levante el camisón, y le digo “Quieres hacerle unas caricias a mi futuro bebe?”. Como comprendiendo mis palabras, su lengua se contacto con mi pancita, sensación que me fue muy deleitable, durmiéndome con ese agradable gesto. Las ganas de orinar me despertaron y fui casi corriendo al baño, me bajé las bragas y descargue completamente mi vejiga, algo adormecida,  vi a Kim en la puerta, como estando atento a lo que estaba haciendo. Le hablé algo y el paraba sus orejas como interpretando lo que le decía.  Me las subí nuevamente sin limpiar mi uretra, Kim se acercó tratando de meter su hocico entre mis piernas, me causo gracia, pensando que al no limpiarme el olor lo había atraído.  Como aceptando esa  diablura, le permití que continuase, indagando con más intensidad en la unión de mis piernas, recordé las veces que lo había experimentado, así que abrí mas mis piernas para volver a complacerme de esa  sensación. Hoy pienso que ya se había iniciado la química entre ambos, aunque en ese momento no lo tenía muy concreto. .

A pesar que me producía una conmoción muy rica, opté por tratar de evitarlo, por mi estado, por mi esposo y porque me parecía algo promiscuo.

Me dormí rápidamente hasta que algo me despertó, creo que un movimiento de la criatura, inconscientemente levante mi camisola, para acariciar mi crecida panza, y la lengua del perro se deslizo sobre ese lugar, como agasajando o aplacado, mi estado. Aparte de producirme un nuevo estremecimiento me conquistó su aptitud. Le hablé sobre lo que estaba gestando, volviendo a parar las orejas como dilucidando lo que le decía.

Me levanté bastante más mi prenda, ofreciéndole mi abultado abdomen, para que su lengua friccionase sobre la piel. Esta vez fue distinta la sensación, agradable pero a su vez estimulante.. Mi mente me llevó a que lo repitiese, no niego que estaba muy tentada, pero no me pareció adecuado, sumado a mi estado de concepción. Así que me levanté a tomar algo y regrese a Kim a su lugar.

A la mañana siguiente seguía lloviendo, así que no salí en todo el día, solo me bañé y me puse otra camisola, no me puse prendas interiores, me sentía liberada estar con escasa ropa.

Kim no me perdía  pisada, hasta casi me hace caer en una de esas ida, la lluvia continuaba, era un día horrible. Después de almorzar me tiré en el sofá, me sentía bastante alterada, a pesar de no pensar sobre el tema, me continuaba dando vueltas lo de las lamidas, me toque mi vagina y estaba algo  húmeda, con los dedos impregnados por mi flujo, los llevé a la boca del animal, para ver que sucedía, que inmediatamente me los lamio con bastante interés. Sentí que mi cuerpo se acaloraba, y mis pezones se ponían duros, revolucionando mis hormonas, hasta impregnar más mi sexo.

A pesar de la lluvia, el calor era abrumador, opté por ducharme nuevamente, cuando  finalice, me puse una bata corta y me paré frente al espejo, observando mi abultado cuerpo, ya estaba casi en el quinto mes, mis tetas habían crecido proporcionalmente, y a pesar de esa deformación, veía a mi cuerpo muy voluptuoso, adjetivo que ya me había expresado mi esposo.. Estaba totalmente absorta con mis pensamientos, cuando Kim se acerco por atrás, sorprendiéndome al percibir su lengua rugosa entre mis piernas.

Si bien me giré abruptamente para detenerlo, terminé agachándome para acariciar su cabeza, a la vez que recordaba las veces anteriores, pero esta vez fue algo distinto. Me giré nuevamente apoyando mis manos sobre el lavado, mientras separaba mis piernas. Kim pareció entender lo que deseaba, para iniciar una serie de profundos lengüetazos, no sé si por mi estado o que, su lengua no paraba de lamer esa fuente de secreción femenina, mientras me retorcía por los estímulos que me estaba proporcionando. Sentir su sensible lengua friccionar con rapidez y profundizar en parte mi grieta, me hizo temblar, sumado a alteración de mi clítoris, con ese paso áspero y continuo.

Gemía como desesperaba  a lo que parecía estimular a mi perro, que intensificaba sus agiles lengüetazos, así nos mantuvimos bastante tiempo hasta que después de una dosis de venidas me apacigüe. Bastante agitada, traté de finalizar esa sesión de sexo oral, cuando ante mi sorpresa vi que salía una punta roja de su bulto. Traté de dar un corte a esta relación, porque no quería seguir progresando en este tema. Recuerdo que de chica me imaginaba ser poseída por un animal salvaje, que me provocaba una  mezcla entre miedo y excitación, recién ahora puedo entenderlo, aunque he tenido varias veces fantasías con perros desde aquellas veces que tuve esos encuentros ocasionales.

Reconozco que mi etapa de futura mamá, me ponía más sensible y hasta mis hormonas parecían alterar mi estado voluptuoso, pero para evitar cualquier cosa y a pesar de la lluvia decidí salir, para despejarme y tratar de olvidar lo sucedido, el hecho de estar sola estimula la fantasía y terminas haciendo cosas alocadas. Después de visitar a una amiga regresé a casa cerca de las 9 pm, en ese momento sentí una necesidad de volver a mi hogar.

En cuanto abrí la puerta, como siempre me recibió mi hermoso perro con la mejor de las actitudes.  No sé bien que me sucedió, pero sin pensarlo demasiado, inmediatamente lo llevé a mi recámara y empecé a acariciarlo vigorosamente por todo el cuerpo, Kim se mostraba feliz.  Pero poco a poco y cada vez con mayor frecuencia, mis manos empezaron a  toquetear su bulto que aún se conservaba oculto en su funda. 

 Mi excitación crecía segundo a segundo viendo cómo ese pedazo de carne que al principio se mostraba tímidamente, poco a poco iba creciendo exponiéndose en su total magnitud.  Su pene me pareció, hermoso, palpitante y terriblemente excitante, parecia tener vida propia, en su punta mostraba pequeñas gotitas de un líquido transparente que parecía ser un lubricante.  Toqué esas gotitas con mis dedos y empecé a extenderlas delicada y lentamente sobre la superficie de aquél hermoso cilindro que de pronto empezó a crecer aún más, hasta lograr un tamaño y un grosor francamente intimidantes.  Kim temblaba un poco pero permanecía inmóvil, como gozando con lo  que le estaba haciendo. 

 Mis manipulaciones siguieron y cada vez aumentaba en mí la necesidad de hacer algo más con ese miembro que me tenía hipnotizada, pero no alcanzaba a definir con convencimiento qué era lo que quería, así es que solo me dejé llevar por lo que ocurriera en el momento.  Acosté a Kim sobre un tapete que traje del baño y fue así como tuve un total acceso a su miembro que ahora se mostraba en su terrorífica magnitud…. era enorme. 

 Como si comprendiera lo que proyectaba hacer, Kim se tendió en el suelo con las cuatro patas hacia arriba jugueteando y dejando totalmente expuesto su enorme miembro a mi vista y a mis manipulaciones.  Era rojo oscuro, completamente marcado por un sinnúmero de venas que surcaban su superficie.  Se sentía viscoso y húmedo por un líquido que chorreaba constantemente de su punta.  Sin embargo, su textura y su tamaño me extasiaban, me atraían irremediablemente y para esos momentos ya me sentía terriblemente empapada y  excitada.  Mis pulsaciones se habían  acelerado al máximo  y en ese momento sentía que sensaciones prohibidas y desconocidas salían a la superficie y recorrían mi cuerpo tembloroso.  Acerqué mi nariz lo más que pude a ese miembro pulsante  y caliente sin tocarlo, su olor era penetrante pero agradable y fue  así es que en esos momentos decidí hacer lo inimaginable, lo que nunca había pasado por mi mente llegar a hacer, lo toqué con la punta de mi lengua. 

 Un mundo de desenfrenadas y fantásticas sensaciones recorrían mi cuerpo mientras lo hacía, el sabor de su miembro me gustaba, me enloquecía y perdiendo todo control mi lengua inició una erótica danza de roces y conmociones que me transportaron a terrenos fantásticos y desconocidos.  Nunca en mi vida había imaginado gozar tanto de esos placeres prohibidos.  Sin pensarlo siquiera, mis labios se apoderaron de ese miembro palpitante y poco a poco lo introduje en mi boca, lamiéndolo dulcemente con mi lengua, sobándolo, acariciándolo, saboreándolo. El animal se mostraba quieto, impasible, como si estuviera consciente del placer infinito que me estaba  proporcionando o que estaba recibiendo.  Lo empecé a chupar, arriba y abajo, arriba y abajo, una y otra vez, iniciándose  con mi boca una danza erótica de roces y sensaciones fantásticas, de sacudidas y empujones.  Dios..... ¡Cómo lo estaba gozando!  Pero de pronto Kim se levanto bruscamente como impulsado por un resorte y con sus patas me abrazó por detrás subiéndose a mi espalda, empujando su cuerpo contra el mío tratando de penetrarme.

 Fue hasta ese momento que me percaté de mi estupidez.  ¡Yo aún me encontraba completamente vestida, con vestido y pantaletas!  Con Kim abrazado a mis piernas y a mis nalgas, me puse de pie y traté desesperadamente de librarme de mis ropas.  No acertaba qué quitarme primero.  Traía una blusa de botones que en esos momentos era terriblemente difícil de quitar, así es que me levanté la falda y a tirones me bajé las pantaletas, que por cierto se hicieron jirones.  Kim no me dejaba en paz, insistía en abrazarme con mucha fuerza y su peso y corpulencia terminaron por hacer que mis piernas se doblaran.  Muerta de deseo y jadeando como loca,  caí de bruces sobre la alfombra, intentando no golpear mi panza,  con el trasero levantado, lo que de inmediato aprovecho Kim para montarse sobre mí, intentando una y otra vez penetrarme por detrás.  Yo no sabía qué hacer, intentaba inútilmente de controlar mi respiración y evitar los jadeos involuntarios que salían de mi garganta.  Sentía el miembro de Kim cómo me picaba las nalgas y yo apretaba los dientes y el alma cuando sentía que la punta de su miembro toqueteaba los labios de mi vagina y de mi ano.  Oh Dios.... me sentía en la gloria.... todo aquello era fantástico.  Me apoyé en los codos y me incorporé lo más que pude para ver lo que hacía, pero solo alcanzaba a ver cómo su miembro se balanceaba de un lado a otro en una lucha infructuosa por penetrarme.

  Pero  las uñas de sus patas me estaban causando un daño tremendo  en mis muslos y en mi cadera, me desgarraban y arañaban por la desesperación con la que Kim trataba de aferrarse a mi cuerpo.  Era demasiado.  Con brusquedad me lo quité de encima y lo obligué a permanecer quieto sobre el tapete.  Su miembro estaba completamente erecto y chorreante; me acosté boca arriba sobre el tapete y con cuidado me deslicé por debajo del perro hasta que mi boca quedara a la altura de su miembro.  Y me lo metí en la boca, me lo metí en la boca y con mis labios empecé a sobarlo y a lamer con la lengua la longitud total de ese pedazo de carne maravilloso.  Chupé y chupé mil veces sintiendo cómo me atragantaba cuando lo introducía hasta lo más profundo de mi garganta.  Sentía mis pechos hinchados y los pezones endurecidos por la tremenda excitación, pero mi blusa me impedía acariciarlos. Así es que me la arranqué a como pude, bajando  mi sostén y con brusquedad mis manos se apoderaron de ellos.  Semidesnuda, empecé a masturbarme, no puedo describir las delicias que experimentaba en esos momentos al acariciar mi cuerpo con el miembro del perro en mi boca.  Lo hice con devoción, disfrutando como en un sueño las delicias de aquellas sensaciones sin nombre.

 De pronto, sus jugos inundaron mi boca ahogándome.  Lo saqué de mi boca y observé asombrada cómo potentes chorros de semen seguían saliendo de su miembro una y otra vez, mojando mi cabeza, mis cabellos, mis pechos y fundamentalmente mi vientre.  Después de varios segundos y de chorros de semen interminables  Kim se desprendió  de mí, se dio la vuelta y empezó a lamer el semen que se había depositado en mi cuerpo.  Creí que todo había terminado, pero no fue así.  Cuando su lengua lamió mis pezones sentí que una descarga recorría mi cuerpo, cerré los ojos disfrutando esas deliciosas caricias que no había recibido nunca, y luego siguió con mi vientre, para después continuar con los labios mi vagina introduciendo su lengua entre ellos, era increíble lo que sentía en esos momentos.  Me di la vuelta y me hinqué sobre el tapete con la cara contra el piso con el trasero levantado, separé las piernas lo más que pude y con mis manos abrí mis nalgas ofreciéndole a KIm el libre acceso a mis partes más íntimas.  De inmediato atacó.  Su lengua se apoderó de mi vagina y de mi ano lamiéndolas deliciosamente hasta que mi cuerpo literalmente explotaba en mil pedazos por el descomunal orgasmo que me provocó.  Yo jadeaba, me convulsionaba, temblaba y me retorcía, mientras Kim no cesaba de lamer y de transportarme al mismísimo cielo.

 Nunca, ni por un instante imaginé los placeres tan intensos que deparaba una relación sexual con un perro, placeres inimaginables que ninguna mujer, en su sano juicio, debería desconocer.  

 Pero ahí no paró la cosa. Cuando terminamos mi habitación era un completo desastre, había semen de perro regado por todas partes, incluyendo el tapete del baño y la colcha de mi cama, el olor era francamente insoportable y penetrante.  Por otro lado yo estaba exhausta, medio muerta de cansancio y completamente confundida por tantas emociones, mi cuerpo presentaba rasguños en la cadera, en la espalda y en los muslos producidos por las uñas del perro, que se notaban más porque mi piel es muy blanca. Saqué a KIm al jardín aún estando semi-desnuda y de inmediato me entregué a la tarea de arreglar este desastre, tanto de mi cuarto como de mi persona; después me dí un baño corporal a conciencia y cubrí las partes afectadas de mi cuerpo con gasas estériles, y finalmente me acosté a soñar.  Me dormí muy alterada, y hasta tuve un sueño bastante carnal, donde intervenían unos animales difíciles de describir,  cuando me desperté estaba bastante transpirada y muy húmeda entre las piernas.