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El Éxtasis de Soraya (parte 2)

en Zoofilia

Soraya soltó la polla del perro y tiró del brazo de Patricia.

-          Ven, acércate.

-          ¿Qué quieres hacerme?

-          Pues quiero que el perro te folle el culo.

-          ¿Estás loca? Ni de coña, quién te has creído que eres.

-          Pues ahora mismo mando yo, vas a hacer todo lo que te diga, o hago parar la cámara y me largo de aquí. Tienes mucho que perder, y yo mucho que ganar. A partir de ahora- dijo dirigiéndose al director – si quieres tener una buena película debes dejar que yo lleve las riendas del juego.

-          Adelante, adelante, estoy deseoso de ver qué eres capaz de hacer.

-          ¿Seguro que puedo hacer lo que yo quiera?

-          Claro, claro, pide por esa boquita, si me gusta te daré lo que quieras.

Soraya se acercó al jefe y le susurró algo al oído. Su cara de satisfacción era más que evidente con lo que había escuchado.

-          Teresa, querida, acércate un momento- dijo llamando a su hija.

Se acercó hasta su padre, y éste le dijo:

-          Conecta la cámara al trípode, me gustaría que hicieras todo lo que te pida Soraya. Hazlo por mí.

-          Pero….a  mí no me va nada de esto, ya lo sabes.

-          No importa, es mi deseo, y quiero que me complazcas.

-          Vale, Papá, haré lo que pueda.

-          Buena chica, querida. Adelante, Soraya, sorpréndenos.

Soraya se acercó al centro de la sala, y llamó a Patricia y Teresa.

-          Venid aquí. Ya.

Su tono era bastante autoritario.

-          Quitaos la ropa, rápido, y tumbaos boca arriba una al lado de la otra.

Hicieron lo que les pedía, y al momento estaban tumbadas en el suelo, una al lado de la otra

-          Ahora necesito a tus dos matones – dijo señalando a los guardaespaldas del jefe.

-          ¿A estos dos? No sé si vas a sacar mucho provecho de ellos, son bastante cortos de mollera.

-          Bueno, tienen pinta de que no serán cortos en otro aspecto, seguro que están bien dotados. Además para lo que los quiero, no me hace falta que piensen mucho. Acercaos.

Los dos matones se miraron entre ellos, y luego a su jefe, y al asentir éste último con la cabeza, se acercaron al centro de la sala. Soraya los obligó a ponerse frente a Teresa y Patricia, y empezó a desnudarlos. Cuando se quedaron completamente desnudos, cogió la polla del primero y la colocó justo encima de la cabeza de Patricia.

-          Ahora, mea. Y tú, guarra, abre la boca.

Patricia, que no era la primera vez que hacía algo así, abrió su boca. De la polla empezó a salir un buen chorro de orina, que fue cayendo en su cara.

-          Apunta bien, joder, todo a la boca.

El matón rectificó y consiguió que el chorro se metiera en la boca de la chica. Poco a poco, tuvo toda la cara completamente mojada de orina.

-          Abre bien la boca, puta….así, así…ahora, aguántalo dentro de tu boca y ciérrala.

Patricia cerró la boca, ya llena de orina, y la aguantó dentro. Notó como el líquido estaba muy caliente, y ella misma empezó a notar como su coño también se mojaba y calentaba.

-          “Esto me está gustando más que la otra vez” – pensó.

-          Ahora, acércate a Teresa, y pásale la orina – ordenó Soraya.

Teresa, al escuchar la orden, miró a su padre, y éste asintió con la cabeza. Vio como Patricia giraba su cara hacia ella, y posaba los labios sobre los suyos. Al abrir la boca para recibir su lengua, notó como la orina iba cayendo por su cara y su boca.

-          Así es, querida, déjate llevar – le dijo su padre.

Teresa decidió relajarse y pasar a la acción. Cogió por la cintura a Patricia y la besó con pasión.

-          “Estoy chorreando como una cerda” – pensó. Su mano empezó a coger los pezones de Patricia, y los estiró con fuerza, Ésta soltó un grito de dolor, pero pidió que no parara.

Soraya, mientras, llamó al otro matón, y acercó su polla a la cabeza de las chicas.

-          Ahora te toca a ti, úsalas como retrete.

El matón empezó a orinar encima de las chicas, sobre su cara, sobre su cuerpo, mientras ellas se besaban con lujuria, y lamían con frenesí el líquido caliente que las estaba bañando. Cuando acabó de soltar toda la orina, Soraya les dijo:

-          Ahora quiero que os hagáis una paja encima de ellas, y las embadurnéis de vuestra leche viscosa. Avisadme cuando os vayáis a correr, quiero que se traguen vuestra leche caliente.

Teresa y Patricia seguían besándose con pasión, y casi ni se dieron cuenta de que los matones empezaban a frotar sus pollas con fuerza. La polla del primero era bastante larga,  la del segundo era gorda, y se le notaban todas las venas. Estaban tan cachondos que no tardaron en soltar abundantes chorros de semen, que cayeron por la cara y los pechos de las chicas.

Teresa cogió el semen que caía por su cara con un dedo, y lo metió en la boca de Patricia.

-          Ten, cómetelo, está rico y caliente.

-          Mmm...…sí, que rico está. Quiero más.

El resto de semen lo cogió con la lengua, se lo metió en la boca y con un apasionado beso se lo hizo tragar a Patricia.

-          Qué rico y caliente está, quiero mucho más.

-          Pues nos hemos quedado sin leche caliente, a estos se les ha vaciado la cisterna.

-          Tranquilas, chicas, nos queda nuestro semental, y éste no os dejará con sed – afirmó Soraya.

Soraya se acercó al perro, y lo trajo hasta las chicas. Su polla se había puesto flácida después de un buen rato sin que jugaran con ella.

-          Acercaos, putitas, quiero que lo dejéis seco.

Las chicas se acercaron de rodillas hasta el perro. Una vez llegaron a su lado, Patricia hizo ademán de cogerle la polla.

-          No, tú estate quieta. Quiero que sea ella quien empiece – ordenó Soraya.

A estas alturas, Teresa estaba muy cachonda, y ya le daba igual polla humana o animal. Casi que prefería la del perro, después de ver lo grande que podía llegar a ser. Apartó la mano de Patricia, y de rodillas se acercó al perro. Éste, presintiendo lo que iban a hacerle, empezó a ponerse nervioso.  Acercó su mano hacia el vientre del perro, y la bajó hacia su polla. Empezó a menearla con fuerza, y poco a poco apareció la punta de la polla.

-          Más fuerte, menéala más rápido si quieres que crezca rápido – gritó Soraya. A este paso se quedará así eternamente. Vamos, puta.

Teresa aumentó el movimiento de su mano, y de golpe la polla del perro salió en todo su esplendor. Vista tan de cerca le pareció enorme, nunca había visto una polla tan grande.

-          ¿Qué haces parada?...A qué esperas….Hazle una mamada.

Teresa cerró los ojos y empezó a mamar la enorme polla. Sus movimientos eran torpes, como si nunca hubiese mamado una, pero poco a poco su nerviosismo se convirtió en ansiedad. De un solo golpe se metió la polla hasta el fondo de su boca, provocándose una pequeña arcada, pero esto no la hizo parar. La polla entraba y salía de su boca muy rápido, y sus labios rezumaban el semen que poco a poco iba soltando.

-          Traed un recipiente – pidió Soraya

Uno de los matones se acercó a una mesa, en la que tenían vasos y platos, y cogió un recipiente ancho. Se lo acercó a Soraya, y ésta se lo dio a Patricia.

-          Colócalo debajo de su boca, y que no se te caiga nada. Recógelo todo.

Patricia hizo lo que le dijo Soraya. El recipiente se fue llenando del semen que caía de la boca de Teresa, y cada vez lo hacía más abundantemente.

-          Esto está casi lleno, no creo que quepa más semen  - dijo Patricia.

-          Traed otro más grande, nos va a hacer falta – ordenó Soraya.

-          No creo que podamos sacar más leche de esta polla,  pobre perro, lo vamos a dejar seco.

-          No te preocupes y sigue mamando. Tienes razón, a este paso lo vais a dejar seco.  “Jefe, creo que nos haría falta un poco de ayuda, creo que tu hija con una polla no va a tener suficiente”.

-          Tienes razón – contestó el jefe. - No te preocupes, yo puedo arreglarlo.

Llamó a uno de sus matones y éste salió de la sala. Al cabo de cinco minutos apareció con dos perros. No eran tan grandes como el que ya estaba en la sala, pero Teresa no pensó lo mismo. Observó boquiabierta como se le acercaban los perros mientras sus boca no paraba de soltar semen.

El matón situó los perros frente a Teresa y Patricia.

-          Éstos nos van a venir de maravilla, qué buena idea has tenido – afirmó Soraya dirigiéndose a su jefe. – Patricia, prepáralos para Teresa.

Patricia se acercó al lomo del primer perro, y tras levantar su cola empezó a masajear su polla, aún recubierta por su piel. Al cabo de unos minutos, la piel bajó hasta la base de la polla, y ésta apareció ante la atenta mirada de Teresa. Sin soltar la polla del otro perro, acercó su boca a la nueva polla que se mostraba ante ella, y empezó a mamarla. Ésta vez no fue poco a poco, sino que se la metió toda de golpe, y su cabeza bajaba y subía como no había hecho antes.

-          Sí,…perrito,… córrete para mí… - gritó mientras gemía.

Mientras tanto, Patricia empezó a preparar al tercer perro, y en poco tiempo su polla apareció ante ella. La acercó a la boca de Teresa, y ésta, sin soltar la del otro perro, comenzó a mamar las dos pollas a la vez.

-          Dios, casi no me caben – pensó Teresa – pero no puedo parar de mamar.

Patricia acercó la polla que Teresa tenía en su mano y la acercó su boca.

-          Uff…estoy mamando tres pollas de perro…- pensó Teresa, sin parar de mamar.

El semen de los tres perros empezó a juntarse en su boca, y no paraba de salir de ella. Patricia acercó un nuevo recipiente más grande y no tardó en llenarse de nuevo.

-          Menuda guarra te has vuelto, Teresa. Trágalo todo, no dejes ni una gota – ordenó Soraya.

Teresa dejó de mamar y con la boca rebosante de semen, miró a su padre y lo tragó de golpe.

-          Más, quiero más…..