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Deseos de familia

en Amor filial

DESEOS DE FAMILIA

Sarita amaneció ardiendo, aparentemente de fiebre. El padre raudo se dirigió a la habitación de la hija. La chica estaba colorada. Roque beso la frente de la chica. Está se movió revolviendo la cama.

__¡Hija!¿Hija!¿Como te sientes?

__¡Oh! Padre estoy ardiendo.

__Le diré a Rosa que traiga algún antifebril, ¿Ya has tomado?

__No padre, no…__ Sarita se aferraba a la bata de Roque.

__¡Calma niña, calma!

__¡No te vayas padre!__ suplicó ella. En seguida metió su mano debajo de la bata. Se aferró sin dudar a la barra caliente del hombre. Esta estaba dura como una roca.

__¡Oh padre!¡Dame esa barra, la necesito!!__ diciendo esto tiró de las sábanas de la cama y apareció la criatura totalmente desnuda. Su cuerpo caliente se pegó al del padre. La bata cayó al piso. Ella busco con sus labios el garrote. La boca de la chica se tragó el sable. El padre pegó un respingo y gimió enloquecido.

Las manos de la chiquita se apoderaron de las bolas rellenas. Las acarició. Las movió. El hombre tumbado de espaldas recibió sobre el  cuerpo liviano de la chica. La mojada vulva de Sarita rozaba la verga nerviosa que bailoteaba en la entrada. La chica llegó a los labios del padre y ambos se fundieron en un beso furioso. La lengua de la chica humedecía la sedienta boca de Roque que volaba por distintas zonas del planeta.

El hombre apretaba con delicia las nalgas de la chica. Sus manos recorrían esa piel suave y joven. Las pellizcaba. Las amasaba. Entró en la zona de los delirios. Buscó con sus dedos el agujero más pequeño y allí se hundió un momento. La chica se tensó y gimió sabrosamente. Se besaban lamiéndose sin descanso. En tanto las manos de la chica no largaban la espada brillante y febril. Ahora un dedo penetraba la conchita totalmente abierta y mojada de ella que se retorcía como una serpiente dorada. Entraron dos dedos. La hija de Roque gemía y pajeaba a su padre suavemente. Despacio, despacio ella se fue enterrando la verga hasta lo mas profundo de su ser. Una vez clavada la chica empezó a cabalgar. Arañando el pecho del hombre que suspiraba y buscaba aire alrededor. Roque entró otra vez en la cola de la chica que se contorsionaba salvaje, sus dedos la abrían. La dejaban sin resistencia. Ella gemía orgasmando terriblemente una y otra vez. Roque hacía esfuerzos por no irse allí mismo. Quería gozarla un poco más. La verga reemplazo a los dedos. Sarita se dejo penetrar en el anillo. La boca de la chica se fundía con la del padre, le susurraba al oído

__¡Eres mi macho!!¡Dame tu leche!¡lárgala en mi culito caliente!!¡Ahh papito, dulce, ahhh!__ Roque apretando los dientes comenzó a soltar su líquido. Abrazando a su hija. Apretándola contra su pecho.

Lentamente fueron recuperando el aliento. Roque se fue corriendo de adentro de su chica. Salió de ella. Sarita se sentía mejor. Roque se colocó su bata y besando a su hija se retiro de la habitación.

Su esposa aún en la cama lo vio entrar.

__¿Qué haces?

__Sarita estaba con fiebre

__¿Porque no me llamaste?__ diciendo esto se incorporó de la cama. Dando un salto se levantó y piso la alfombra.

__¿Adonde vas?

__Voy a ver como esta, es mi hija__ salió de la habitación . Roque no se hizo mucho problema y se metió en el baño a darse una ducha. Estaba agotado.

Lidia entró en el cuarto de Sarita. La chica estaba en la ducha. Lidia golpeó la puerta y entró.

__¡Hija! ¿Cómo estas?

__Mejor mamá ¿Tu que piensas?

__¡Te ves hermosa, cada día mas!

__¿Me ayudas mamá?__ Sarita extiende una esponja y sonríe a Lidia. Que quitándose la bata en unos minutos esta junto a la chica acariciando su espalda tremendamente sexy. Acaricia sus nalgas y muerde uno de sus hombros. Sarita gira y choca sus tetitas con las enormes tetas de su madre. La boca de ambas se cruzan y se unen en lenguas chispeantes y fogosas. Las manos de la madre acarician la cola y las de Sarita también. Ambas mujeres se besan tranquilas, en tanto el agua les golpea los cuerpos calientes. Los dedos de Lidia frotan el clítoris húmedo de su hija. Sarita se aprieta contra ella y gime casi sollozando.

Las mujeres salen del baño envueltas en toallas. Se tiran en la cama de la chica. Lidia besa los pechitos de Sarita. Muerde los pezones duritos y parados. Pasa su lengua en ellos y ellos responden eléctricos. Los besa  Lidia, la madre, le encantan esas tetitas de su hija, largamente los recorre. No los deja. Sarita se retuerce gozando plenamente de esas caricias que la enloquecen.

La madre sube hasta la boca de la chica, muerde los carnosos y rojos labios. Las dos juegan con sus lenguas retozando y tomándose el tiempo necesario, sin apurar, el tiempo es eterno, no pasa nunca. Se detiene. Ellas se acarician las bocas y los labios. La saliva enjuaga el espacio. Los dientes se chocan.

Los dedos de Lidia entran en la chochita mojada de la chica. Late el clítoris. Sarita se sacude como convulsionando. Los orgasmos la hacen trepidar, hamacarse, reír y llorar todo a la vez. Lidia se arrastra y con su boca recoge la flor. La dulce flor. Bebe el néctar. La lengua entra en el lugar cálido y rosado. La niña sacude sus lágrimas de gozo. De pleno placer y lujuria. El botoncito de la chica la hace vibrar. Esta a mil. Ella sabe que sus orgasmos son ininterrumpidos, feroces.

Lidia besa la colita ya abierta de Sarita. El anillo se abre. La lengua molusca besa los pliegues. Arranca mas gemidos. Brutales gruñidos. Está desaforada. Descontrolada. Lidia, la madre, hunde los dedos en ese agujero. Muerde las nalgas doradas. Sus dientes se calvan en la piel y casi sangran desgarradas. Sarita grita, ahogada en su propio placer, se acomoda de tal forma que llega a la zona vaginal de la madre, mete su boca allí. Penetra con la lengua volcánica.

Lidia se hamaca y permite que su flor depilada se abra para aquella trompa de dulce y miel.  La boca la traga sin remedio. La lengua se hunde en la caverna salada. Chorros de flujo se pierden en la garganta de Sarita que traga y traga, mientras descarga sus fluidos en la boca de su madre. El 69 que logran es perfecto. Armonía sobrevuela en el aire. La habitación se mueve. Es casi un terremoto. Las dos mujeres acaban entre abrazos y gemidos. Sarita se prende a las tetas sabrosas de la madre. Lidia susurra y gime. Se toca el clítoris, lo roza con sus dedos largos. Acaba una y otra vez, lanzando chorros de líquido rociando las sábanas de la cama de la chica, que sigue chupando ruidosamente los pezones oscuros y duros. Pezones que alguna vez le dieron leche. Sarita también se acaricia los labios de su conchita sedienta de mas y mas.

__¡Papá! ¿Cómo era el tema de lo sexos?

__Pero ¿Qué quieres saber Jorgito?

__Tu que eres pastor de la iglesia, me mostraste la otra vez, ¿Recuerdas?

__Jorgito, Jorgito

__¿Te acuerdas que era algo de la estaca?__ el chico se acercó al recién bañado padre.

__¡Hueles rico!__ dice Jorgito acercando su rostro al pecho paterno. Metió la mano y acarició el pecho del padre. Roque suspiró. Estaba siendo seducido por su hijo. No se resistía. El chico acarició el abdomen y desató el cinto de la bata. La desplegó y observó la enorme verga del padre que se bamboleaba buscando erguirse. Los huevos gordos del hombre se bamboleaban. El chico agarró la pija del padre y empezó a masajearla.

__¿Así esta bien papá?

__¡Oh1 si muchacho que bien lo haces!__ la endurecida verga de Roque era apresada por las manos aún pequeñas de Jorgito. Las gotitas asomaban en la punta del glande. En tanto el chico empezó a besar dulcemente las tetillas de Roque. Este enloquecido acariciaba la cabeza del chico. Jorgito abría su boquita y comía la serpiente bravía y venenosa. Con sus manos sobaba las bolas gordas del padre. Hasta allí llegó con sus labios para besarlas y lamerlas a placer. El chico hurgaba con su lengua recorría la vara. La mojaba. La besaba con devoción. Tragaba un huevo y luego otro con un placer infinito y rapaz. Así fue llegando un poco más lejos. Estacionándose en el anillo de Roque. La lengua llegó al agujero. El hombre pegó un respingo, casi un salto mortal al más allá. La briosa lengua del chico se relamía en la profundidad del oscuro túnel. Lubricaba la entrada.

Roque no soportando mas alcanzó la poronga de Jorgito. Y la metió en la boca. La tragaba ardiente. El chico se revolcaba en la cama matrimonial. Roque bajaba y besaba las bolas y volvía al garrote. Luego de un rato lo soltó. Muy despacio, guiándolo dejó que Jorgito lo poseyera. Se mordía los labios de placer. La verga entraba hasta el fondo y lo penetraba. Roque tenía sus piernas sobre los hombros de Jorgito que con su vara iba y venía en el ojete abierto de su padre. Las bolas del chico chocaban con las nalgas aún firmes y lo horadaba sin descanso. Con una mano masajeaba y tocaba la verga de Roque. Se fundían en besos. Las lenguas se buscaban. Se peleaban. Salivaban. La pija de Jorgito se inflamaba mas y mas hasta estallar llenando de semen el culo abierto. Roque estallaba en la mano de su hijo, llenaban el lugar de leche y perfume de macho alzado. El chico quedaba dentro del padre hasta vaciarse por completo. Recién un rato después salió de aquel lugar. Con la pija aún erguida. Roque estaba al punto del desmayo. Eso no le impedía besar la boca de su hijo caliente.

El día avanzó lentamente. En la alcaldía del pastor las lecturas y reuniones se van sucediendo. Así llega el momento en que entra un joven bien parecido y se detien frente al pastor.

__¡Buen día pastor!__ saluda el joven

__¡Buen día!

__Mire he venido hasta aquí porque me ha enviado Jorgito

__¿Mi hijo?

__Sí señor

__¡Que raro no me ha dicho nada

__Tal vez quería que el encuentro fuera sorpresivo

__Siéntate, por favor, ¿Y qué necesitas de mi?__ el joven acomodado al lado del pastor pone una mano en la pierna y roza la entrepierna del pastor.

__Necesito que me de su pene

__¿Como?__ Roque se vio sorprendido. El joven acarició por sobre el pantalón la pija del hombre, que sintió la vibración, es más, le gustaba aquella caricia con el desconocido.

__¡Aguarda, aguarda!

__¿Qué pasa, no le gustan mis caricias?__ sin contestar el pastor se levanta del sillón y cierra con llave la puerta

__¡Ah!¿Que pillo!__ comenta el joven sonriendo. El pastor vuelve a sentarse. El joven ataca otra vez. Ya la verga está endurecida. El muchacho mientras habla baja el cierre del pantalón y aparece ante la vista una hermosa poronga. La mano del chico avanza sobre el mástil.

__¡Oh, es hermoso, necesito que me la meta!

__¡Cométela!__ empujando levemente la cabeza del joven, la boca traga el sable. El pastor pone los ojos en blanco, suspira, la boca succiona. Traga. Se ahoga al meterla hasta el fondo. La saliva inunda la herramienta. Los pantalones de Roque van cayendo. El joven ayuda a quitárselos. Arrodillado ahora entre las piernas del pastor el chico engulle feroz la verga enardecida del hombre. A las bolas las besa, las lame gentil. Los gemidos de Roque van aumentando. Las manos del chico acariciaban el pecho del pastor que se ha quitado toda la ropa y ha quedado desnudo. El chico se levanta y busca la boca del pastor. Se besan. Roque va quitando las prendas del muchacho. Atrapa las carnosas nalgas del chico. Este se pega al cuerpo del hombre. Le muerde el cuello. Los dedos inquietos de Roque perforan el orificio del chico que gime y lame las orejas del hombre.

El pastor apoya al chico en el escritorio. Abre las nalgas del joven, entra con la lengua. Chupa el culo con avidez. El chico se aferra a los bordes de madera y el pastor  abre un poco más las nalgas. Besa y besa el oscuro agujero, lo acaricia con la lengua. Las terribles caricias hacen que la estaca del joven golpee duramente contra el escritorio. Casi acaba sin tocarse. Roque apoya su vergota. Empuja. La cabeza viaja al interior. El joven gruñe. Se abre. La poronga va haciendo camino. El pastor se aferra a las caderas. Bombea despacio y acelera. El joven aprieta su anillo. La verga late.

__¡Ohhhh!¡papi me estas cogiendo, ohhhh, me encanta tu verga!!!__ dice el chico. Roque acelera las embestidas. El joven se mueve. Los gemidos se juntan. Roque muerde la nuca del chico. Acaricia las tetillas del joven. Afirma la poronga del chico con las manos.

__¡Te voy a llenar el culo!!

__¡Papi, dame tu leche, hazlo, ahhh, ahhh, si, si!!__ se sacude el pastor. La leche sale en chorros. Las manos de Roque se agarran del joven que también lanza su líquido esparciéndolo por todas partes. El cuerpo del hombre aplasta al chico. Están uno sobre el otro arqueados. La leche sigue saliendo.

__¡Ahh! Jorgito me había contado de ti!!

__¿Qué te conto?

__Que eras un amante perfecto, ahhh, lo eres…__ golpean a la puerta. Los dos apurados se visten como pueden. El pastor abre la puerta y allí esta Sarita. Con un vestido azul impactante. Radiante. Sonriendo.

__¡Hola papi!__ saluda la chica y se cuelga del cuello del hombre estampándole un beso en la boca.

__¡Oh! Estabas con compañía!¡Soy Sara!

__¡Encantado soy Leo!

__Sí ya se iba

__Bueno nos vemos__ dice Sara mientras Leo se pierde de vista.

__¿Qué haces por aquí nena?

__Aburrida, papá  y me dije le haré una visita al pastor…__diciendo esto acarició la mejilla del padre. Paso su cola por el bulto del padre.

__¿Sabes qué?

__¿Qué?

__Hay olor a sexo aquí, ese chico, hummmm__ al decir esto se colgó del cuello de Roque y empezó a besar la boca del padre. La lengua de Sara se perdía en la boca del hombre que al parecer no podía resistirse. Las manos de la chica fueron bajando hasta llegar al cierre del pantalón. Metió la mano por allí y acarició la poronga semi dormida. Empezaba a reaccionar a los toqueteos de aquella desvergonzada hija. Saltó el muñeco afuera del pantalón. La carne era un fuego. La chica lo sobaba con sus manos, mientras la boca de esta mordía los labios del hombre excitado. El vestido de la chica se levantó. Roque descubrió que la niña no tenía tanguita. El sexo depilado de la chica ya estaba goteando humedad.

La puerta se abrió. Apareció Jorgito

__¿Como empezaron sin mi?

__La cosa esta bien dura hermanito__ dice la chica mientras sostiene en su mano la pija de Roque que ya se ha quitado sus pantalones. Jorgito se coloca de rodillas y la mete en la boca sin perder un minuto.

__¡Eres un glotón!__ comenta la chica risueñamente. Mira a su hermano que se come la pija sin remilgos. Los ojos del pastor son de placer intenso. La chica sopesa las bolas cargadas, el aroma a sexo envuelve la oficina del pastor que vuela.

Sarita se arrodilla y pide su ración de poronga. La comparten. La besan. La chupan. Los gemidos de Roque se hacen intensos. Jorgito se deglute un huevo. Después mete en la boca el otro. Los aullidos de Roque aumentan. Esta poseído por esos demonios voraces. La niña encuentra el orificio del ano y mete su filosa lengua allí. Lo acaricia. Lo hurga. Lo abre jugoso. Una fruta. Vuelve a la tranca dura y rocosa. Jorgito va sacándose la ropa. Queda en bolas en un suspiro. Desnuda ya esta Sarita también.

Ahora la boca de Sartita engulle el rocoso mástil de su hermano Jorgito. El pastor se ubica detrás del chico y abriendo sus nalgas besa el orificio del chico. Jorgito se arquea y gime. Roque mete la verga en el agujero del joven. Lo penetra. Sarita no deja la verga del hermano. No la suelta. La ordeña y recibe la descarga completa en su boquita. La abre bien y traga. Sigue pajeandolo. Le saca hasta la última gota. Roque lo bombea y bombea. Abraza por la espalda al chico. Lo sacude.

Después lo gira y apoyando la espalda de Jorgito sobre el escritorio, le hace levantar las piernas. Las apoya en su hombro y así lo vuelve a penetrar. Las bolas golpean las nalgas de aquel joven que gemía invadido por aquel instrumento que lo llenaba de pasión. Roque lo seguía clavando. Sarita besaba al padre y al hermano alternativamente. Luego ponía los pechos en la boca de Jorgito que los chupaba ávido. Los mordía suave. Pasaba su lengua por cada uno de los pezones.

Roque sacó su pijota de el interior de Jorgito, se colocó en medio de los jóvenes y fue largando su leche en sendas bocas que se regodeaban, se llenaban, alcanzaban los chorros golosos, mientras chupaban y besaban el garrote firme que le daba de beber el néctar que deseaban.

Cayeron luego como en un sopor. Desparramados en la sala silenciosa. Luego se irían de allí. Buscarían a Lidia y se irían a pasar un largo fin de semana en la casita que tenían junto al río.-

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