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CUATRO HERMANAS. Cap. 6. Mariana (I)

en Zoofilia

Un día voy con Mariana a la huerta de su vecina Victoria (la de la serie “mi mujer la más deseada del pueblo”). Las dos tenían por entonces mucha complicidad en sus secretos sexuales y Victoria le había dado la llave de la huerta para que mi cuñada Mariana fuera con sus amantes cuando quisiera.

Eran las cinco de la tarde. Al llegar nos dimos cuenta que la puerta estaba abierta, pero dentro no vimos a nadie, seguramente alguien se la habría dejado abierta sin querer. Entramos y cerramos por dentro. Subimos a la salita.

Era el mes de marzo, Mariana llevaba puesto un jersey con camisa, una falda por las rodillas, medias negras y zapatos de tacón bajo. Yo pantalón vaquero, camisa y cazadora. Hacía tiempo que no tenía relaciones con mi cuñada. Yo entonces tenía 29 años.

Empecé a meterle mano por detrás estando ella apoyada sobre la mesa. Me arrimé a su cuerpo de 40 años. Creo que estaba en el mejor momento de su vida desde el punto de vista de buena y atractiva. La cogí por la cintura, le restregué mis genitales sobre su excitante culito. Ella no dijo nada, solo sonrió.

Le acaricié su cara desde atrás y los pechos por encima de la ropa. Se dio la vuelta, yo me senté en una silla y ella sobre mis piernas. Nos besamos dulcemente primero y apasionadamente después en nuestras bocas entreteniéndome en chuparle la lengua durante un ratito.

Mariana mientras tanto me sobaba el paquete por encima del vaquero. Yo ya tenía la polla empalmada.

Mariana: me he puesto medias con ligas, así no tengo ni que quitármelas. Lo hacemos aquí sentados ¿vale?

Su idea me había puesto fuera de control. Metí la mano por debajo de la falda y comprobé que era verdad. Las medias le llegaban un poco más arriba de medio muslo, por lo que toque la parte alta y más deliciosa de sus piernas.

Estaba decidido a quitarle las bragas, sacarme el rabo y sentármela encima, cuando oímos unos ruidos y voces que provenían del establo. Nos llevamos un buen susto, nos levantamos sigilosamente y fuimos a ver de quien se trataba. Caminamos por la huerta y a través de una ventana nos dimos cuenta que dentro de una cuadra se encontraba Victoria y su hija.

Victoria, con sus 46 voluptuosos años. Maciza a reventar vestía una falda negra ceñida y un jersey negro. Creo que estaba de luto por su madre. Inma vestía pantalones vaqueros y un polo de cuello alto negro ceñido que marcaba sus enormes tetas que tenía a sus 16 años que contrastaban con su cuerpecito delgado.

Estaban sentadas en sendos taburetes junto al burro Padrón. La madre le estaba explicando a la niña cómo ponerle tieso el cipote al borrico.

Victoria: mira, hay que cogerle la verga y acariciársela moviendo la mano adelante y atrás, apretándole sobre todo el capullo, y con la otra mano magrearle los huevos. Venga hazlo tu.

La hija probó y vio como aquella monstruosidad de polla crecía entre sus manitas.

Inma; mamá, pero si es más grande que la del abuelo!

Victoria: claro hija, es que es un burro. Y tiene que ser muy grande para metérsela a las burras. ¿Tú no sabes lo hondo que tiene el coño una burra?. Pues cuando yo tenía tu edad mi padre me lo demostró haciendo que le metiera mi gordo brazo entero en el chocho de una que teníamos y que a él le gustaba tirarse.

Mariana y yo estábamos pasmados observando el espectáculo. A mí me excitaba bastante lo que estaba viendo y a mi cuñada le traía gratos recuerdos de su adolescencia cuando descubrió el sexo con el burro que le prestaron.

Victoria: vamos Inma, vamos a ordeñarlo, verás cuanta leche echa Padrón. Es un semental. Pon ese cubo debajo.

Madre e hija se liaron a masturbar aquel cipotón con las cuatro manos y en menos de un minuto el burro empezó a expulsar chorros de semen amarillento que llenó medio cubo.

Inma: Ostia mamá, cuanta leche.

Victoria: este burro siempre tiene semen, tiene unos cojones que producen mucho esperma. Y eso como tú sabes, me vuelve loca hija. Me encanta, soy una viciosa del semen. Mira, ya estoy cachonda, mira como tengo las bragas.

Esto lo dijo Victoria subiéndose la falda y quitándose las bragas mojadas para que las viera su hija.

Mariana y yo seguimos expectantes. Escondidos en nuestro puesto de observación.

Mariana: qué sinvergüenza es mi vecina!, con su hija! Si se enterara su marido! Pero quiero quedarme a ver las cochinerías que hacen, me calientan mucho.

Yo estaba tras ella, le contesté que también deseaba quedarme a ver los vecinos. Le agarre de la cintura y me rozaba con su cuerpo. Me saqué el nabo , le cogí su mano y se la puse sobre él para que me lo acariciara. Así lo hizo sin dejar de mirar a Victoria e Inma.

Inma: y ahora qué mamá? Ya se ha corrido. Ahora que hacemos?

Victoria: no te preocupes hija que este burro es capaz de correrse muchas veces. Vamos a dejarlo descansar mientras probamos lo buena que está la leche de burro.

Victoria metió en el cubo un vaso llenándolo de semen y se bebió la mitad.

Victoria: Umh, que bueno. Que caliente me pone. Toma bébete la otra mitad.

La niña cogió el vaso de su madre y se lo bebió enterito.

Inma: umh, sí que está bueno mamá. Me he puesto cachonda yo también. Que guarras somos.!

Yo mientras le había levantado a Mariana la falda y le había metido una mano entre las bragas. Tenía el coño chorreante y me puse a hacerle una paja acariciándole suavemente la pipa. Ella seguía meneándome el cipote de arriba abajo, por la punta ya lo tenía mojado.

Victoria: ahora vas a ver como se empalma Padrón. Como está el animal a follarme desde chiquitito, conoce el olor de mi coño y se cree que soy su burra.

Esto lo dijo la madura vecina quitándose la falda y poniéndose delante del burro acercándole su chocho al hocico. El  animal lo olfateo y lo lamió. Vimos como automáticamente el cipotón le fue creciendo hasta ponerse totalmente tieso y horizontal.

Inma: joder mamá, cómo lo has puesto. Qué calor tengo.

La adolescente se quitó el polo y el sujetador dejando al aire sus dos tetones grandes y tiesos. Cogió la tranca del borrico y se frotó el capullo por sus grandes areolas.

Yo seguía metiéndole un par de dedos en el coño maduro de mi cuñada. Ella gemía y me magreaba mi gorda polla. Yo tenía puesta la otra mano en su boca tapándosela para que no hiciese ruido con los gemidos y nos descubrieran.

Tenía el chocho a caldo. Si, le chorreaban los jugos del coño por los muslos y ya casi le llegaban por ambas piernas hasta las ligas. Yo le restregaba los caldos por los pelos del pubis. Los de la vulva los tenía empapados.

Inma: ¿puedo chupársela mamá?

Victoria: claro hija, mama con tu bocaza el rabo del burro.

Inma se aferró a nabo del animal lamiendo, chupando, mordiendo como si fuera un divino manjar. Le salían restos de semen que la putilla relamía con gusto.

Victoria: déjame la tranca Inma que no puedo más hija. Necesito correrme.

Victoria se sentó en el taburete abierta de piernas le agarró el cipotón al burro y se puso a frotarse el chocho mojado y el gordo clítoris.

Victoria; Ay que gustazo hija. Qué madre más guarra tienes. No me lo meto porque no me cabe. Pero me corroooooo.

Yo seguía dándole caña a Mariana. Le había subido la falda estrecha hasta las caderas, le había bajado las bragas y con ella inclinada hacia delante le metí mi polla con gran facilidad en su jugoso higo mientras seguía restregándole la pipa que estaba muy hinchada.

Mariana: Valiente niña, con lo chica que es y lo guarra que es ya. ¡Cómo me calienta!.

De repente mi cuñada se corrió estrepitosamente haciendo bastante ruido con sus gemidos, del gusto que le vino, lo suficiente para que Victoria y su hija nos descubrieran.

Mariana se puso la falda corriendo y su hija el polo sin sujetador para irse corriendo asustadas

Pero Mariana, subiéndose las bragas y bajándose la falda les dijo que no se asustasen. Yo que no me había corrido aun , de la vergüenza se me había puesto morcillona. Me la guardé toda mojada de los caldos del chocho de mi cuñada.

Mariana; no os vayáis Victoria, soy yo, Mariana. Estoy aquí con mi cuñado. Como me distes las llaves. No os preocupéis que de aquí no sale nada, Ángel es de confianza.

Victoria; Jesús, que susto nos habéis dado. Creíamos que era mi marido. No te preocupes hija que con Mariana estamos seguras. Mariana, es que le prometí a mi hija que le iba a enseñar las cosas que hago con el burro.

Mariana; ya veo, estábamos observando. Pero por favor seguid disfrutando de Padrón. Si quieres yo también le enseño cómo me la meto en mi coñazo.

Inma; si mamá, no me imagino este pollón dentro de un coño.

Mariana; vale, Inma, pero antes tienes que hacerle un favor a mi cuñado que lo he dejado caliente perdido. He visto que a Ángel le han gustado mucho tus tetazas. Si le haces una cubana te enseño como me folla Padrón.

La chiquilla, sin dudarlo, sonriendo con su bonita cara se acercó a mí y me sacó de la bragueta mi gordo nabo. Se volvió a quitar el polo negro y metió mi polla entre sus tetazas haciéndome una cubana deliciosa.

Victoria; No veas que bien despachado está tu cuñado Mariana, así estáis todas las hermanas con él. Mira como mi niña le aplasta el nabo con sus grandes tetas. Córrete en ella Ángel.

Así hice me vino el gusto. Empecé a lanzar chorros de crema que le llegaron a la cara de la chiquilla. El resto se derramó sobre sus largas tetas. Inma relamió los retos que tenía en su cara y después se untó la leche de sus tetas.

Después Mariana se despojó de la ropa totalmente. Como había calefacción no teníamos frio, aparte de lo caliente que estaba mi cuñada.

Se tendió debajo del burro sobre un banquito y se fue metiendo su gorda polla poco a poco en su coño sin fin. Debía tener metidos 35 cms de ancho cipote en su supervagina.

Yo me fui hacia Victoria y le dije;

Ángel; Victoria, usted es una de mis maduritas preferidas del pueblo. Le importa que le meta mano?

Victoria; no seas capullo, ya he visto que siempre me estas mirando. Venga aprovéchate de mis carnes.

Le quité la falda de nuevo y sentándome en el suelo estado ella de pie le magree aquellas piernas gordas en las que tanto había pensado en mis pajas. Le chupé los pies gordetes, las nalgas, le sobé y mordí el gordo culo grasiento.

Victoria; Ay, que calentona me estoy poniendo Ángel. Cómeme el coño hijo.

Yo no solo le comí el coño sino que también le repasé la raja del culo poniéndoseme tiesa de nuevo mi polla.

En esos momentos Mariana se corría con el trabuco del asno mientras le lamía las tetazas a la adolescente llenas de mi semen.

Inma; que bestia eres Mariana. Que coñazo tienes.

Victoria se echó al suelo y abriendo las patorras me ofreció su coño que me comí con ganas hasta que mi deseada madura se corrió en mi boca.

Después de descansar un rato, nos dimos cuenta que Inma se había quitado los vaqueros y en pelotas se estaba frotando el chochito con el gordo capullo del burro.

En esos momentos Patrón empezó a eyacular chorros de semen que sorprendió a la chica. La guarrilla se bañó completamente el cuerpo con la leche del burro llegando incluso a beberse un trago grande

Inma: joder, se ha corrió antes que yo. Y me ha dejado más caliente que una burra.

Mientras Inma lamia los restos de semen del nabo del burro la madre me dijo:

Victoria; Ángel, fóllatela. Fíjate que abierto tiene el ojete del culo de tanto como le da por ahí mi padre. Enculala verás cómo se corre mi niña.

Yo que estaba empalmado de nuevo me fui tras la chiquilla y se la endiñé en el culo mientras mamaba la polla del burro.

Inma; Ay, si. Dame por culo. Y tócame las tetas que me corro.

Así fue Inma se corrió, pero yo seguí enculandola.

La chiquilla estaba totalmente impregnada de semen de burro.

Victoria: levántala en volandas sin sacársela del culo Ángel. Pesa poco.

La cogí por las delgadas piernas y la levanté ofreciendo su cuerpecito a la maduras.

Mi cuñada a una indicación de Victoria le metió tres dedos en el coño follandola de este modo, y su madre se puso a morrearla y sobarle las grandes tetas.

Victoria; Sigue dándole por culo Ángel. Qué me gustan tus tetazas hija, ojalá yo las tuviera como tú. ¿Te atreves a comerte el chochito de mi hija Mariana?

Mariana; Venga, si. Así hacemos la gracia completa. Aunque tu niña no deja de correrse la muy puta.

Mi cuñada se amorró a chocho de Inma que efectivamente no dejaba de echar flujos mientras yo la enculaba y su madre le daba lengua.

Así la hicimos correrse como una loca y yo me vacié en su recto.

Para terminar mi cuñada le dijo a su amiga;

Mariana; Bueno, Victoria, para terminar haznos una demostración de cómo te folla Padrón por el culo para que mi cuñado y tu hija vea a qué lo tienes acostumbrado.

Victoria se desnudo entera y se puso echada en unos sacos, llamó al burro.

Victoria; venga Padrón, échale un polvo a tu dueña. Acércate, eso es, lámeme el coño. Ahora monta a tu burra.

Al burro se le puso enhiesta de nuevo la tranca y levantando las patas delanteras apuntó con destreza a la entrepierna de Victoria. Esta se abrió las nalgas con las manos y el burro de un empujón consiguió a lo bestia incrustarle el cipotón en los intestinos de la mujer de tal manera que la levantaba en volandas del suelo.

Ángel; que bestia de mujer, cómo la empala el burro!

Victoria gritaba y a las cuatro o cinco embestidas el asno se corrió soltando chorros de leche que le salían del culo a Victoria corriéndole por las patas abajo.

Inma: joder mamá, como te monta el burro. Eres una puta burra. Que pedazo de culo tienes. Venid vais a ver el culo de mi madre.

Cuando el burro se bajó Victoria se puso a cuatro patas y su hija le introdujo su delgado brazo hasta el hombro.

Inma; venga Ángel, venga Mariana. Meterle el brazo en el ancho culo lleno de leche de mi madre.

Mi cuñada y yo le metimos los brazos hasta el codo.

Victoria; Aggh, que gusto. Me reventáis el culo, pero me gusta mucho . Me corro como una burra. Agggh.

Quedó derrengada y dimos por terminada la sesión de incesto y zoofilia que tuve con mi cuñada mayor de 40 años.

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