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Crónicas Animales: Ana y el cerdo salvaje Cap 3.A

en Zoofilia

Esta es mi tercera entrega, la he divido en dos partes para no hacerlo tan largo y tedioso, espero dispensen mi tardanza pero me estaba mudando y ha sido un viaje un poco largo, sin mas preambulos el relato.

Ana  durmió profundamente esa noche, los acontecimientos de los últimos dos días la habían agotado más de lo que se había dado cuenta, se despertó en la mañana mientras caía una aburrida y ligera lluvia, se despertó solo para seguir en la cama, tenía algunos cuadros ya finalizados, igual podía esperar, tenía que pensar en lo que había pasado, los últimos dos días en el pantano habían sido como un sueño muy extraño, aun así para ella parte de este fue una pesadilla, se debía haber sentido traumatizada pero contrariamente no se sentía así en lo absoluto, para ella era una aventura imprevista que pudo haberle causado mucho daño físicamente, por el cerdo, y ¿si ella hubiese sido descubierto por Toño o algún miembro de su familia?, su reputación y su carrera habrían desaparecido bajo la nube de un escándalo de tamaño descomunal y de muy mala fama.

El teléfono sonó, era su amiga Romi: “¡Ana!, hay un problema, acabo de estar a la tienda de telas del centro y el viejo Toño estaba maldiciendo afuera por haber perdido tres de sus cerdas de raza, afirma que se quedaron con ese cerdo gigante del que siempre está hablando, pero eso no es todo… el afirma que el cerdo solo no pudo haber conseguido eso y que había una persona involucrada, una mujer”.

“¿Qué?” Ana actuó sorprendida.”

“Sip, eso es lo que estaba diciendo a las mujeres que estaban allí y eso no es todo, dijo también que ella estaba desnuda y ...” Romi hizo una pausa “y dijo que estaba acampando cerca de su granja,  dijo que esa persona ayudó a al cerdo salvaje a raptar a sus cerdas”, Ana actuó indignada, “Eso es ridículo” dijo, “¿por qué yo haría tal cosa?”, Romi respondió “No, no dijo que eras tu Ana, dijo que estabas cerca, la gente esta comenzando a hablar, ya sabes chismes de barrio como quien dice”, Ana sorprendida dice “¡Coño de la madre!” Ana  increpó y se dejó caer pesadamente en su cama “mierda, mierda, mierda”, luego de una larga pausa Romi habla “Anita ¿estás allí?”, “Si, estoy aquí, Romi, ve... yo estaba pintando mis cuadros en el pantano, ya sabes, como lo hago siempre, tengo un buen negocio cuadrado con una galería allá en Caracas, ayer cuando termine estaba haciendo las maletas para volver cuando el viejo Toño irrumpió en el campamento buscando unos cerdos que tenía perdidos, yo si los ví y habían pasado por el claro cerca de la tienda la noche anterior, el viejo Toño preguntó si había visto un gran cerdo negro con ellos, también me preguntó acerca de una persona que tal vez los acompañaba, una mujer, el no estaba contento cuando le dije que no había visto a ese animal en particular o a la supuesta mujer… ¿Dios que voy a hacer?”.

Lo que hizo fue mantenerse alejada de la vida social del pueblo, excepto para las visitas esenciales y breves como comprar insumos u otra cosa puntuales, Romi hizo todo lo posible para hacer frente a los pueblerinos que hablaban de su amiga y los rumores poco a poco se fueron calmando.

Ya habían pasado un poco más de dos semana desde que Ana hubo regresado del pantano, estaba haciendo maletas para viajar de nuevo, éste sería más largo y necesitaría una canoa para llegar al lugar que pretendía alcanzar, Romi la había convencido de que si ella iba se podía evitar que los del pueblo hablaran de nuevo de ella, de mala gana aceptó la compañía de ella.

“¿Qué es esto?”, Preguntó Romi mientras empacaba un taburete bajo que estaba acolchado en el maletero del coche que las iba a llevar cerca de la vía hacia el pantano, Ana se sonrojó como tomate y luego se maldijo en voz baja, “¡Oh!, sólo un taburete, ¡nunca se sabe cuando se necesita un poco de consuelo!”, respondió guiñando un ojo.

El viaje en canoa había transcurrido sin incidentes y la pequeña isla que Ana había seleccionado era perfecta para las pinturas que quería realizar, le permitía permanecer cerca de su último campamento con el plus de estar fuera del camino de los potenciales ojos curiosos, lo había pensado muy bien esta vez y lo planifico cuidadosamente, cuando se puso en marcha la canoa Romi no estaba al tanto de lo que ocurría, no estaba familiarizada con el pantano, no era más que feliz de estar teniendo un break del trabajo y de ayudar a su amiga y compinche de toda la vida. Era media tarde, el campamento había sido establecido y las niñas habían preparado una comida para saciar el gran apetito que les había dado gastar las energías que las llevaron hasta allá, estaban a unos 400 metros del campamento anterior pero a unos 10 Km. del pueblo, mas adentro del pantano y mas privacidad pensó Ana.

Ahora, ya que estaban allí Ana tuvo que hacer la confesión a su amiga. “Romi” dijo Ana para llamar la atención de su amiga, “oye… acerca del chisme que estaban rumorando en el pueblo hace unas semanas atrás…”, “Olvídalo Ana, vinimos aquí para librarnos de esas malas lenguas” dijo Romi para cortar el rollo, “Romi, si había un gran cerdo… uno negro… y fui yo quien dejo salir a las cerdas, todo sobre esa historia… es verdad” dijo Ana conteniendo el aliento, sabia que su amiga no la desamparaba para nada y que juntas habían hecho muchas travesuras, pero esto ya pasaba a otro nivel.

El largo silencio que siguió fue eléctrico e incomodo, Finalmente Romi hizo la pregunta inevitable “pero… pero… ¿por qué?, ¿Por qué ibas a hacer tal cosa?”

Ana pensó que podía manejar la situación, pero cuando se trataba de admitir haber sido violada por un gran cerdo de pantano no pudo evitar empezar a llorar.

“¿Qué es chica?, ¿qué estás tratando de decir?”

Luego fue al grano, “el cerdo, ese del que siempre está hablando el viejo Toño, el cerdo…  me violó… no una, ¡sino tres veces!... y lo peor de todo es... es que… me ha gustado mucho Romi, tenía que ayudarle a conseguir esas cerdas ¡porque no me quería dejar tranquila!”, Ana se arrojó sobre su saco de dormir y lloró desconsoladamente.

Durante unos cuantos minutos, Romi no pudo encontrar una respuesta a lo que su amiga admitió. Trataba de pensar en un cerdo gigante taladrando y cogiéndose a su amiga, se le hacia inimaginable. Finalmente, cuando Ana quedó en silencio Romi habló.

“Ana, de pana dime que no es cierto… ¡yo creo que estas tratando de asustarme!” dijo mientras forzaba una sonrisa, “Es verdad Romi, es por eso que traje el taburete para descansar sobre él si viene de nuevo y la verdad espero que me quiera coger de nuevo”, luego de una breve pausa dijo “Lo siento que no debería haberte contado eso ni dejarte venir conmigo”, dicho esto terminó con un sollozo y llorando en silencio se acostó de nuevo.

Después de otra larga pausa Romi reflexionó y habló de nuevo “¿Qué se siente estar con un cerdo maloliente de pantano? ¿Estaba hediondo verdad?”, Ana dijo haciendo un mohín de puchero “fue como meterme un triturador de hielo con un sacacorchos en la vulva mientras hurgaba en mi cuello uterino”, ambas chicas de desternillaron de la risa.

“Sí, olía feo, estaba todo encharcado y sucio pero ¡Dios!, ¡Fue genial! realmente genial, en serio, me alegro que estés aquí Romi, aquí cuando estaba sola sentía mucho miedo a veces, puede ser duro y si él viene de nuevo puedo necesitar ayuda”, “¿Qué te hace pensar que va a visitar aquí?.” Preguntó Romi, “Signos, un montón de ellos, ¡algunos son grandes como aquellos de allá!, mira, además el tomó esa dirección cuando me dejó tirada en el piso agotada de aquella incursión y llena a reventar de todo su semen.” le explicó Ana rápidamente.

“No, es otra cosa Anita, ¿y si él quiere conmigo?, ¿qué haré?”

Durante los siguientes dos días no sucedió nada, en este tiempo Ana aprovechó de contarle a Romi todos los pormenores de lo que le había sucedido durante los encuentros con aquella bestia, ya estaba anocheciendo en el tercer día de estar en aquella isla, terminaron la cena y aquellas dos jóvenes estaban relajadas, protegidas solo por una capa de repelente de insectos pues el calor del pantano no convidaba a arroparse mucho. Ya estaban listas para irse a dormir cuando Ana se llevo un dedo a la boca convidando a Romi a estarse quieta, callada y tranquila. “¿escuchaste eso?” susurró Ana, “Nooo, ¡oh! ¡sí!” susurró Romi mientras afuera se rompían unas ramitas, “sí, sí, ¿es el cerdo?” preguntó Romi, “Definitivamente son cerdos pero no estoy segura que el negro grande esté por allí”, respondió Ana.

Cinco minutos transcurrieron antes de que el primer animal emergiera desde el agua del pantano, era una de las cerdas de Toño, seguidamente apareció otra cerda pequeña de aspecto salvaje, después dos cerdas más de las de Toño, a continuación, desde el otro lado del claro, apareció cual gigante sombra negra el cerdo salvaje que le había contado Ana, Romi se quedó sin aliento porque era mucho más grande de lo que ella pensaba.

“Santa madre de Dios, ¡es un monstruo!” soltó mirando a su amiga, “¿Tu fuiste montada por esa bestia?", Ana sólo asintió y se quedó mirando al cerdo gigante en la penumbra de la tarde. “Pronto sabremos si está interesado en nosotras”, susurró mientras esbozaba una sonrisa de exaltación.

El padrote condujo las cuatro hembras a un solo lugar y luego se acercó a las dos chicas, “Ana estoy asustada, ¡no pensaba que sería tan grande!, ¿cómo sobreviviste eso?”, el cerdo olfateó el aire mientras se acercaba a las dos chicas, “Una de nosotras está ovulando, él lo puede oler, piensa que alguna está en celo”, Ana murmuró “ponte a cuatro patas y recuerda que si es a mi a quien quiere  montar debes lanzarme la manta sobre los hombros, si es a ti yo haré lo mismo ¿lista?”, preguntó Ana a la temblorosa Romi.

“No, no lo estoy… ¡Oh Dios!... ¡Oh Dios!.. ¡Me está oliendo Anita!, ¡quiere aparearse conmigo!, ¡Oh dios!...”, el cerdo empujó y empujó mientras frotaba el hocico por todo el cuerpo de la aterrorizada chica, entonces el monstruo revisó a Ana oliendo su trasero dos veces para luego volver con la nueva cerda humana cuyo olor le atraía más.

“¡Romi eres tu!”, Ana se pudo levantar rápido logrando tomar la manta y colocarla sobre la temblorosa espalda de la chica en el momento justo cuando el enorme animal tomaba impulso para apoderarse de las caderas de aquella delgada cerda rosada, tanto la joven como aquel negro animal chirriaron ruidosamente, Ana tomó por el borde una pequeña alfombra gruesa que habían dispuesto a la entrada de la carpa y la colocó sobre su amiga para protegerle aún más en los hombros y el cuello, luego se giró y coloco el taburete rápidamente bajo el pecho de Romi, la mesa estaba servida para lo que venía.

El padrote se dispuso inmediatamente a aparearse como si el mundo se le fuese en ello, buscaba frenéticamente la suave ranura de Romi con su pene giratorio mientras la embestía con fuerza,  “¿Qué.. hay que.. hacer An… a?” decía la chica con el esfuerzo que implicaba tener aquel pesado ser sobre ella, “Él está tratando de encontrar la entrada de tu vagina, eso es lo que está haciendo... mierda no me acordaba que su pene es muy prensil, esta moviéndose por todas partes, se siente bien ¿verdad?.. abre bien tus piernas Romi sino te va a dar un buen pisotón como lo hizo conmigo y te puede lasttimar”, Ana rápidamente comentó luego, “Romi tu culo y tus labios están empapados de chorros de liquido preseminal, sale a chorros, ¡guao!” dijo Ana mientras se llevaba una mano a la boca como gesto de excitante sorpresa ya que hasta ese momento había estado solamente como protagonista más no como espectadora.

“El no es el único que está lubricando Ana, yo estoy empezando a humedecerme mucho rápidamente, coño me está gustando esto, ¿Por qué no puede encontrar mi raja?”, a lo que Ana responde “estaba muy cerca de lograrlo, no, se esta acomodando, allí va, está cerca de la entrada de tu vagina, casi va a entrar. ¡Oh! ¡Ya está entrando!, ¿lo sientes?, es delgado ¡siente como se retuerce!”.

“Chama… ah.. ¡coño cállate!… ummm…”, dijo Romi entre gemidos mientras el gigante animal se encorvaba de manera constante sobre el diminuto cuerpo de aquella fértil cerda rosada debajo de él, Ana sabía que el buscaría la entrada del cuello uterino de Romi, ella observó como las bolas fuertemente agrupadas del animal subían y bajaban, de su escroto salía el aserrado pene del cerdo que era muy largo y ondulaba con el vaivén de éste, Ana observó que el movimiento rotatorio del pene era más que todo en la punta y se perdía en la profundidad del sexo de su amiga alternando dentro y fuera, el coño de Romi goteaba copiosamente como si fuese una gran fuente de semen porcino, Ana miró el rostro de Romi justo a tiempo para ver sus ojos ponerse en blanco y su mandíbula caer para formar un grito silente, grito que al final no se pudo quedar en silencio cuando el cerdo se introdujo firmemente en el cuello uterino de Romi.

El ruido de los chirridos de Romi, los fuertes gruñidos del berraco y aquellos jadeos extenuantes se hicieron eco a través del silencio nocturno del pantano. La alfombra que Ana colocó adicionalmente en el hombro de Romi estaba cumpliendo su propósito, pues el cerdo intentaba morder el cuello de su cerda y esto le salvaba de aquella posible agresión en aquella inimaginable ensenada de amor.

El cerdo había dejado de moverse, Ana sabía que ya estaba en el punto donde debía empezar a eyacular copiosamente dentro de Romi, por la expresión en el rostro de ésta, cuya cara estaba manchada por las lágrimas de dolor que sintió luego de la penetración cervical, supo que sus entrañas estaban siendo rociados copiosamente con toda la cálida semilla del enorme animal.

“¿Mami estás bien?”Ana preguntó en voz baja a una Romi que estaba casi en estado de coma, “Uh hu” respondió ella casi como un susurro sin decir nada más. Ana se puso en cuclillas al lado de la pareja que se apareaba a escasos centímetros de ella, su vagina estaba empapada de lo que acababa de presenciar, tanto que chorreaba como si un hombre le hubiese eyaculado dentro, había sido como una experiencia extra corpórea, la vez pasada era ella quien estaba allí debajo, ella casi sintió lo que vió y que apenas podía esperar su turno para sentirlo de nuevo en su propio cuerpo.

Los labios de Romi se retorcieron de dolor cuando el animal salió de su cuello uterino retirándose un poco pero permaneciendo dentro de la vagina de la chica y así poderle sellar la entrada con el tapón gelatinoso, Ana gateó hacia adelante para hablar con su saciada amiga cuando acto seguido sintió el cerdo que olía su culo, se estremeció de emoción y un escalofrió recorrió su cuerpo dejándole la piel de gallina, inmediatamente agarró la alfombra del hombro y tiró del taburete sorprendiendo a Romi.

El cerdo estaba jadeando por lo duro de sus recientes esfuerzos, sin embargo, él fue capaz de satisfacer también a la otra cerda de dos patas, unos veinte minutos estuvieron apareándose y como siempre se fijo bien en su estrecho cuello uterino para atornillarse bien dentro del útero de su hembra, Ana se sintió bien esta vez, pues ya su cuello uterino había sido medianamente abierto como cuando las mujeres tienen partos vaginales. Cuando hubo terminado con Ana el animal revisó la entrepierna de las dos hembras rosadas y luego se trasladó hacia donde estaban las otras hembras de cuatro patas para dormir y descansar.

“¿Y bien?... dime” – Ana preguntó, a lo que la adolorida Romi respondió echada desde  su bolsa de dormir– “Ahora sé por qué volviste, ¿se apareará de nuevo con nosotras más tarde?”, “Probablemente no, pero si quieres otra atornillada en la mañana más nos vale hacer que esta carga de semen salga antes del amanecer”, Ana tamborileó su abultado abdomen para enfatizar su punto, “Se siente bien Ana, es muy calido, todo esto es muy morboso, ¡vamos a hacerlo!”, decía mientras esbozaba una sonrisa de mujer sexualmente satisfecha, “Él nunca se interesó cuando estaba con todo esto dentro, deben cosas de cerdos supongo” acotó Ana.

Después de hablar durante una hora o más las chicas se ayudaron entre sí extraer el espeso y pegostoso tapón de gelatina de sus respectivas vaginas, sacaron lo que pudieron y se acostaron a dormir así sin bañarse, al final ellas eran dos cerdas también, durante la noche la preciada semilla del enorme padrote se estuvo escurriendo lentamente de sus úteros lo cual las dejaría vaciadas y listas para otra buena montada en la mañana.

Al amanecer las ansiosas chicas se levantaron para ser cogidas nuevamente por el cerdo, apenas estaban fuera de la tienda e iban a su encuentro cuando el animal se acercaba con el resto de la manada, iba a buscarlas.

Ana fue atendida en primer lugar, seguida por Romi y después una de las otras cerdas, eso fue algo digno de ver, era una pequeña de color rosa de las que le pertenecían al viejo Toño, ésta no dejaba de chillar hasta que el terminó con ella, no habían dejado de escucharse los ecos en el pantano cuando la montó de nuevo, las chicas se miraron perplejas y se alejaron tan rápido como podían pues estaban a reventar de semen en sus úteros, iban preguntándose entre ellas si habrían chillado como aquella cerda, pregunta que se quedó sin respuesta.

 Ana vio a lo lejos un par de arrugadas bolas enormes mientras trotaba, con la arrogancia que solo un padrote tiene, fuera del pantano para ir a alimentarse, obviamente él necesita recargar sus energías, las dos chicas estaban ahora solas.