Fui a trabajar como cualquier día. El día era soleado y la temperatura agradable, recuerdo que iba en el metro pensando que al fin los astros se habían conjugado bien para no llegar atrasado. Y es que mi trabajo comenzaba antes de la hora de apertura a público, abriendo la tienda unos 20 minutos antes para poder organizar todo.
Mi labor allí, en ese entonces, consistía en vender. Básicamente era una pequeña tienda comercial, más bien como una casa grande ubicada en el sector más acaudalado de la capital, donde había gran surtido de productos de alta gama.
Como decía, era un día normal, hasta que la vi... La anfitriona de la tienda de casa matriz había llegado a ayudarnos en una promoción especial de ventas y aquello me parecía genial, pues esta chica me agradaba mucho y además me resultaba muy atractiva. Recuerdo haber tenido una “historia de miradas” (como me gusta llamarlo) con ella poco tiempo atrás, cuando entré en la empresa, cuando estuve en el local principal en el período de prueba. Yo, que estaba advertido de no acercarme a ella para conversar ni mucho menos, seguía la instrucción al pié de la letra pues nos monitoreaban con cámaras dispuestas en todo lo alto y además yo deseaba mucho continuar trabajando. Eso no impedía que yo audazmente le mirara muy seguido de reojo, o bien usando las ventanas como espejo, vale decir, la miraba mientras aparentemente le daba la espalda. Eso último me gustaba mucho pues me permitía ver su figura de forma sostenida sin ser visto y muchas veces la sorprendí buscándome con la mirada, y esto me hacía mucha gracia. Era genial voltearme y sorprenderle mirando mientras yo hacía como que me la topaba casualmente. Pues bien, así las cosas, esa pequeña historia no tuvo por supuesto gran avance y acabó cuando fui “desterrado” a mi nueva sucursal.
Ahora que la veía junto a nosotros en la tienda, pude por fin abordarla. Ahora que ya no tenía todo el mundo encima y no estaba ya inmerso en ese reality show de la tienda grande rodeado de cámaras, podía ser menos parco que como siempre fui.
La tienda en ese instante estaba libre de público, por lo que esta chica se encontraba algo aburrida, esperando quizás hacer alguna otra actividad que la sacara de la rutina, y tal vez por ello se ofreció a ayudarnos con la reposición de productos en el sector donde me encontraba. Nos pusimos de acuerdo para que me ayudara en el orden de la tienda y de pronto ambos nos vimos envueltos en una conversación de lo más natural mientras todo ocurría.
Me fijé que ese día ella vestía una camisa que parecía ser de seda, algo cubierta por una pequeña chaqueta. Debajo de la camisa, que era algo transparente, llevaba un sujetador negro push up que le hacía juego con el resto. Abajo llevaba puestos unos pantalones muy ajustados, similares a una calza, que delineaban su espectacular figura. Se asomaban marcadamente sus muslos que eran firmes y de igual forma sus bellos glúteos, formando un trasero respingado, proporcionado y perfectamente moldeado, que sobresalía armónico sobre sus largas piernas. Yo naturalmente me perdía a ratos en su figura, pero ya más que nada por una manía personal que por otra razón, no me mostraba evidente como el resto de colegas y me gustaba ver su reacción femenina a raíz de ello.
En un momento en medio de la conversación con ella y estando de pié reponiendo productos, se abre la chaqueta un tanto y descubrió que su pantalón estaba roto en el cierre de la cremallera, lo que dejaba abierta esa zona y con ello, su ropa más íntima quedaba levemente expuesta. Ella lo nota e inmediatamente me lo hace saber en tono jocoso.
-Mirá lo que me pasó, no me había dado cuenta, se habrá fijado alguien?
Yo, totalmente tímido y “planchado” frente a este tipo de cosas, miré breve y rápidamente quité la vista, todo perseguido y mirando a todos lados con mi cara en varias tonalidades de rojo.
-No creo que alguien te haya visto. La chaqueta quizás cubre (le lancé).
-Y a vos qué te pasa nene, si es sólo una rotura (me lo señaló para que lo viese, mas no hice caso. Ella quedó como pensativa y se le notó un pelo mosqueada, luego trató de disimular su inconveniente como pudo para zafar, con ayuda de la chaqueta).
Luego de unas horas, tocó la hora de colación y en esa tienda rotaban en cada hora, dos personas juntas a comer de forma sucesiva. Tocó que justamente ella almorzaba a las 15.00 al igual que yo. Yo me había encargado unos dumplings y me encontraba, en un principio, solo, en el punto donde calzan la mini cocina, el comedor y el centro de control de cámaras de circuito cerrado. Eso era muy bueno pues servía para saber si era necesario aparecer en escena para casos puntuales de sobredemanda en tienda, además de las obvias razones de seguridad. Allí estaba, cuando llega ella y de forma muy rápida lleva su comida a la mesa y se sienta. Momento incómodo…
Nos miramos… y ella de pronto me lanza la frase que parte todo...
-Ché, sos re-tímido vos eh?
-Por? (pregunté justo antes de una mascada)
-No te hagas el boludo, sabés de lo que te hablo.
-Ah, ¿es por el tema que pasó hace un rato? Pero si tenemos cámaras en todos lados y me sales con esa anécdota. Yo no quiero tener problemas, y eso que hiciste quizás lo ven mal, no sé… Igual me persigo, sabes?
-Yo creo que eso es inseguridad (me lanza, aún sin probar su comida). Y qué pensaste… que eso lo estaba haciendo para provocar? Ay pobre… Sos tontito… (me lanza en torno tierno/penoso, mientras me soba el brazo y pone cara de penita).
-Yo no he dicho nada Mimí, creo que se puede malinterpretar y evito riesgos, punto. No hay que darle mucha vuelta al caso, fue un detalle y punto.
-Dale bueno, si querés entonces me voy, no vayan a pensar que te estoy acosando (me larga esa frase y comienza a abrir su comida. Yo sólo sonreí mirando hacia abajo con la cabeza negando y seguí en lo mío, y no conversamos mucho más).
Seguido eso, tocó que en la tarde llegó mucha gente y nos tocó multiplicar las labores. Mimí también nos ayudó en las ventas. Ocurrió que en una ocasión se arrimaba a una plataforma alta para coger una caja, y pude ver (y aquí sí que me pegué mirando) su tanga finita de color celeste, a todo detalle y encima algo reveladora pues era como de gasa. Y me sorprendió viéndole... Hizo una mueca ilegible hacia mí, que interpreté como de vergüenza, y tuvo que mantener un poco la posición pues estaba equilibrándose intentando bajar. Yo acudí inmediatamente en su ayuda y entre los dos, bajamos la caja y terminé ganando esa venta (pues ella no recibía comisión por ello).
Yo, curioso por el acontecimiento (del que fui único testigo), quedé algo prendido con eso, imaginando un par de fantasías pues vi prácticamente toda su ropa interior y más... Ella, en la pausa final previa al cierre, se me acerca nuevamente, con una sonrisa de esas con rubor:
-Vos viste algo, ¿verdad?
-No buscaba verlo, pero sí… (dije tratando de no darle importancia)
-¿Crees que alguien más se haya dado cuenta?
-No, nadie. Pero tampoco fue nada grave… al menos tenías algo puesto.
-Decime qué viste (me dice todo roja, pero sonriendo)
-No mucho, en serio, no te preocupes.
-Y… ¿te gustó lo que viste? (WUOOOOOOO -dije para mí, ¡qué onda!- estallaba súbitamente en éxtasis por el morbo de la pregunta)
-Vi algo muy bello, pero el pedestal que lo lleva le hace lucir mucho más.
(Pausa de segundos que pareció de mucho más. Ella mira con su punto de coquetería y dice)
-¿Mmmm y la timidez dónde te quedó? ¿Ves que lo hacés todo tan complicado?
-(...)
-¿Lo querés ver completo? (aquella frase no pudo ser mejor para mí, la cabeza me comenzó a calentar y noté que mi otra cabeza ya estaba tan alta, que podría haberse asomado por la camisa, de haber tenido el pantalón un centímetro más abajo).
-¿Qué? (Y aquí debí haber tenido una cara de placer insostenible). Wow, sí… ¿me lo dices de verdad o…?
-A ver, vení (y me hace señas de apartarme de la esquina de donde estábamos, pues había una cámara). Ahora que no hay gente creo que tenemos unos segundos.
Fuimos a un probador y cumplió su palabra. Se dejó el pantalón a la altura de las rodillas y me mostró su tanga en todos los ángulos, seguido de agarrarme por los hombros para acercarme a ella y darme un beso ardiente, que de paso, me permitió saber que su vientre estaba muy caliente. Su rubor se plasmó en mi cara como un exquisito calor que sentí plenamente al besarla. Lo que me enloqueció también fue sentir sus pezoncitos duros contra mi pecho, que me seguían levantando mi otrora dormida punta.
Lamentablemente, como aún era horario de atención, no podíamos hacer nada más sin riesgos. Ideamos salir rápido, y uno a la vez. Esto ocurrió en un lapso de 2 minutos. Salimos con una pausa entre uno y el otro para que nadie notase nada.
Ya con esa señal de aprobación inequívoca, anduve mucho más confiado y feliz en lo poco que restaba de hora antes de salir. Conversábamos de forma muy, muy fluida, como dos amigos íntimos que se conocieran desde siempre y ahora acompañados de unas miradas muy sugerentes, de aquellas que quizás no se daban anteriormente en forma tan directa. Me encantó sentir la complicidad de esa pequeña muestra y el beso candente del probador, y claramente ambos teníamos aún las llamas prendidas para dejar que el fuego avanzara hacia el siguiente nivel.
El término de la jornada se dió en un suspiro, realmente el tiempo voló y de pronto ya estábamos en el cierre. Ella, que vivía cerca, sólo le bastaba con irse caminando y llegaría en cuestión de minutos. Yo, en cambio, tenía por delante un viaje de una hora, quizás más. Pero ese día estaba en esta situación, muy metido y curioso sobre cómo acabaría. Con esta confianza ya desbordante que comentaba, me acerqué a ella al salir del local y le dije…
-¿Te molesta si te acompaño un momento a tu casa?
-¡Ay, me encantaría! Iba a ver a una amiga que vive cerca, si no te atraso mucho me podés acompañar…
-No me atrasas nada linda, hoy estoy totalmente libre.
-(pone mirada de pensativa y luego me dice bajito, sonriendo) ¿Estás libre? Mmm ¿qué tan libre…?
-Toda la noche, no tengo compromisos… jeje
-Y si te digo que lo de mi amiga puede esperar, vos... me acompañarías a otro lado?
-Wow… siiii…
Caminamos hasta llegar a un parque muy iluminado, pero extrañamente solitario. Había un viejecito en la esquina que estaba sentado en una banca y aparentemente esperaba a alguien, y más hacia el fondo había una senda rodeada de arbustos. Ella me llevó por ese camino juguetonamente de la mano, hasta unos 100 metros desde la esquina, donde la luz era menos. Nos sentamos sobre el pasto, que estaba algo húmedo, y me dió un empujón suave sobre el pecho para que me recostase. Quise incorporarme porque estaba algo frío y húmedo, pero no me dejó. La encaré...
-Al parecer te gusta el papel de dominante...
-Sí, con vos sí… porque no tomarás la iniciativa jiji
-¿Y si te dijera que sí puedo llevar la situación?
-Nooo porque no sos así… ¡ayyy! (mi mano aparece en escena, fría, bajo su sujetador).
-¿Qué decías? -Y me inclino hacia sus labios para ese beso caliente que abrió paso a todo…
(Ella me sonríe con ojos entrecerrados) -Siii… me gustó mucho lo que acabas de hacer…
Como tenía mi mano bajo el sujetador, uno de esos pezoncitos duros que había sentido ahora estaba totalmente a mi alcance. Era suave y lo notaba exquisito al tacto. Comencé a magrearlo como si se tratara de una masita, eso le robó un par de gemiditos agudos a mi compañera. Seguí avanzando mi mano por entre el sujetador hasta llegar al otro pezón, lo sentí más tibio y me quedé acariciándole por debajo mientras que besaba a Mimí. He de decir que sus labios eran muy cálidos y su lengua sentí que me hablaba en ese lenguaje especial donde puedes transmitir y confesar tus deseos más íntimos sin decir palabra. Bajé con mi lengüita para besar su cuello y sentir aquel perfume con el que después de esta aventura soñaba tanto, recuerdo era dulce y me atrapaba su aroma, invitándome a besar su cuello sin parar.
Volví mi atención al sujetador, y noté que me molestaba un tanto. Ella se dió cuenta y me ayudó desmontando la parte de atrás. No tenía el temor de que nos vieran, ese lugar estaba cerca a unas casas en construcción y en la noche no había faena, el único presente era ese señor de edad que estaba demasiado lejos como para notar algo. Por ello es que cuando ella se soltó el push up, sin ninguna culpa lo suplí con mis manos y me quedé entretenido moviéndoles como perillas, eso vi que le gustó.
Su mano se perdió en mi pecho, desabotonando mi camisa y luego llevando la palma sobre mi estómago, bajando lento hasta mi cinturón, todo esto por debajo de mi camisa. Suena fácil tal vez pero era difícil por mi ropa más bien ceñida al cuerpo, y ella era una maestra. Estaba ella entretenida en eso, bajando a veces un poco más su mano, hasta que luego de un audaz movimiento mío quedó paralizada: mi otra mano se coló por debajo de su pantalón a través de ese cierre malo que originó un poco toda esta situación, y ahora resultaba un desperfecto muy conveniente. Sentí la telilla de su tanga y se notaba muy fina, tanto que su sexo pude sentirlo directamente. Ella lanzó un gemido terrible apenas rocé su área más sensible “-¡hhhmmmmmmmmm!... Ohhhh…” a lo que agregué -”no te lo esperabas, eh?” Y seguí con mi mano empalmada sobre su microbraga. Era sexy y recuerdo que pese a la oscuridad de la noche y a que la luminosidad era no mejor a la de un parque pobremente iluminado, notaba un leve brillo que correspondía, qué duda cabe, a su elixir delicioso.
Fue entonces cuando me levanté un tanto para poder apreciarlo mejor. Era como de gasa, transparentaba toda su rajita y al contemplarla me divertí tocando y luego moviendo mi dedo corazón en círculos sobre ella. Avancé más abajo hasta llegar a aquel punto desde donde noté que la humedad pasaba a ser directamente mucho líquido, eso me subió aún más la temperatura…
-Me encanta que estés así, Mimí
-Estoy así por vos, te gusta…
-Ufff no te imaginas cuánto, me gustaría comértela.
-Y a mí que me la comas, lo he esperado de hace muchooo
-Que??? Me hablas en serio! Uyyyy
-Siiii comeme toda la concha, te quiero sentir ahí…
Eso no pudo ser mejor, era la chica que siempre me había gustado y a la que no me atrevía a hablarle, tal vez de tímido, tal vez por conservar mi empleo y miedo al qué dirán, y ahora ya nada de eso me importaba. Miré a ambos lados para cerciorarme de que seguíamos solos.
-Seguimos solos, te la voy a conocer y a comer (le dije)
Bajé su pantalón por completo y me divertí un momento en el piercing de su ombligo, que es un punto muy fetiche que tengo. Le di besos en remolino bajando por su vientre hasta llegar juego por encima de su zona, plana, suave y depilada total, donde aún tenía su tanguita celeste que resultó ser un ww (que me fascinan). Cumpliendo lo que dice el slogan, le cubría apenas. Más bien era un adorno que no impedía en lo absoluto el disfrute de su bello sexo. Lo corrí hacia un lado y comencé a rozar muuuuy levemente sus labios, primero con un dedo y luego con mi propia boca. Ese movimiento sutil y sensible causó en ella un éxtasis inmediato. Le di calor con mi aliento y mi respiración, y sentí como si se contrajera su vagina, haciendo un sonido casi inaudible que, según sentí, provenía desde adentro, aquello me elevó la pija hasta lo máximo. Mi compañera se dió por enterada y me la agarró con su mano derecha, la “maestra” como yo le digo, y comenzó un sube-baja que me fue enloqueciendo aún más.
Le comencé a meter la punta de mi lengüita por aquel lugar que esconde su botón, pero con la lengua no conseguí encontrarlo. Seguí bajando y le recorrí todo lo que nuestra posición nos permitía. El canal de sus labios menores resultó ser de lo más delicioso, estaba jugoso y suave, y además era muy lindo. Rosada totalmente, y como digo, muy suave. Mi lengua le fue recorriendo desde arriba hasta su zona más ácida, al final, donde el zumo era abundante y aquello motivó a que yo quisiera penetrarla en ese mismo momento:
-Quiero que lo hagamos (dije)
-Siiii dale, lo que tú quieras
-Quiero estar dentro tuyo
-Yo quiero lo mismo, lo deseo hace tiempo nene
-Ufff me dejaste loco, loquísimo
Nos pusimos de pié, ella apoyada en la muralla y yo encima. Ella casi desnuda, de no ser por su tanga. Yo, sin mi camisa y con mis pantalones a la rodilla. Al tiempo que la abrazaba y besaba, mi cabeza fue hurgando por su rajita ayudada por su mano, hasta que entró al canal de los menores, donde todo era más suave y tibio y bastaba un leve empujoncito para acceder a su entrada íntima. Puse mi mano sobre la de ella y se la alejé de mi verga para que comenzara a jugar con su clítoris, mientras yo jugaba con fuego haciendo intentos simulados de entrar, pues era muy rico pasar por ese lugar tan lubricado y caliente. Finalmente le metí la cabeza: “ayyyyyy!”, sentí. Fue magnífico, la sensación de entrar después de tanto tiempo sin saber lo que era el sexo era algo fantástico. El movimiento en un principio era entrar la cabeza y sacarla. Eso enloqueció a mi chica.
Finalmente, abrí un poco sus nalgas y me moví hacia dentro lo más que pude, sintiendo todo ese jugo caliente bañando mi pene de forma que me llevó mentalmente a quedar totalmente en blanco: “uuuuuuuuhhhhh” dije, creo que fue algo hasta gutural.
Fui moviendo de lento a rápido, primero jugando mucho con la cabecita y luego dando auténticos espadazos, aquello nos tenía hirviendo de calentura en medio del frío. Seguí en estos movimientos, que hacían que mis caderas golpearan sus piernas pero ella sólo se quejaba por el placer que esto le dejaba. Me pedía seguir y seguir, que así iba bien, ufff era una pasada. En algún momento se me salió y se me apagó un tanto, pero le pasé una mirada rápida a sus hermosas tetas de pezones rosa, y aquello me reactivó como la mejor cafeína. Seguimos unos minutos más, hasta que ambos nos fuimos juntos:
-Ahora me voy, te aviso! (dije)
-Aaaaaaayyyy quiero irme contigoooo, hmmmmm!
-Roza más fuerte tu cosita, lo vas a lograr conmigo, vamos
-Uyyy siiiiii ya me estoy corriendooo miraa
(Siento una explosión pequeña y aquello termina por excitarme hasta que mi cilindro se cargó totalmente de semen)
-Miiiii me vooooyyyyyy!!!
...y un gran chorro de mis fluidos corporales quedan saliendo de mi punta, ya afuera de ella, cayendo sobre su pierna derecha. Mis esfuerzos terminaron por dejarme rendido, y nos fuimos juntos a descansar sobre la hierba del parque. Le ayudé a limpiarse de mi pegajoso líquido y tenía unas Kleenex a mano, por suerte. Nos vestimos rápidamente y nos dimos un beso ardiente como pocos. Ufff qué exquisita sensibilidad, qué fascinante lo vivido y qué genial encontrar con que sentía algo recíproco con ella!!! Era fantástico.
Nuevamente nos incorporamos y escapamos del lugar. El señor de la entrada ya no estaba, pero había una patrulla de seguridad ciudadana en la esquina, con lo que nos preocupamos pensando que quizás alguien hubiera oído nuestros escarceos del parque.
Por suerte, era algo de rutina y estaban pendientes de otros temas. Avanzando hasta la salida del parque, cogimos un taxi y la dejé por su casa, no sin antes robarle unos besos a esos labios delicados y hermosos, de los que no pasaría mucho tiempo para poder visitarlos una y otra vez…