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Me pica el coño

en MicroRelatos

Mario tiene cuatro años y como la mayoría de niños de su edad aún sigue a su madre a todas partes. Hace meses que se

porta mucho mejor, y hasta intenta ayudar en las tareas de la casa. Nuria se muere de risa al verlo agarrar el palo de una

escoba que le sobrepasa en tamaño, ponerse de puntillas para alcanzar el fregadero y limpiar los platos. Sin embargo, ya

lleva dos tazas y una jarra rotas en lo que vamos de semana, y su entusiasmo se está convirtiendo en una molestia. No

importa lo que llore: nadie quiere que vuelva a pincharse las manos con los cristales rotos como el otro día y haya que

darle puntos. A mamá no le gustaría que nadie pensara mal en el hospital donde trabaja, de modo que Mario se queda

en una esquina, simulando jugar con una escavadora y mirándola, el delantal puesto por encima del chándal del Barça,

con la esperanza de que lo llame a su lado y le diga que necesita un ayudante.

Nada de esto tendría algo de particular de no ser porque ayer escribió su primera carta de su propio puño y letra a los

Reyes Magos, y esta mañana, tras haber simulado echarla al buzón de correos para contentar a su hijo, Nuria por fin la

ha leido. Un momento mágico, sin duda. Allí, entre renglones plagados de faltas de ortografía, ha visto la cruda verdad:

su hijo quiere un "Moster Tuck rradio control", la "Barby Henfermera", "un bestido como el de Elsa" y... "combertirse

en María". Quiere que el seis de enero por la mañana pueda mirarse al espejo y ser por fin una niña.

Cuando termina de fregar, se da cuenta de que las manos le tiemblan y no puede posponer esa conversación ni un

minuto más. No es una cuestión de vida o muerte, pero posiblemente sea la más importante que tenga jamás como

madre. Tiene que mantenerla ya.

-Mario -le dice- tenemos que hablar sobre tu carta.

-¿Cuánto crees que tardará en llegarle a Baltasar?-Su rey favorito había siempre el negro, por su amplia sonrisa, el bello

contraste entre su piel y esos dientes blancos.

-No es sobre eso, cariño... Verás, la he leído y...

Mario se levantó de un salto, indignadísimo.

-¿Y eso por qué? ¿La has cogido del buzón?

-El cartero nos la ha devuelto, porque necesitaba un sello más...

-Bueno, pero mañana hay que echarla sin falta ¡Sin falta, mamá! Que luego se forma una caravana de cartas y no les da

tiempo a buscar mis juguetes...

-Es sobre lo de querer ser una niña, Mario. -Se agachó hasta su nivel, para acariciarle con cuidado la cabecita- Esas

cosas no pueden ser.

-¿Ni siquiera si me porto super-bien?

-No.

-¿Por qué?

-Porque los hombres y las mujeres son distintos en anatomía, tesoro...

-¿Qué es anatomía?

-El cuerpo, Mario...

-Ma-rí-a.

-¿No te han contado ya en la escuela que los niños tienen pene y las niñas vulva?

-Sí, pero ¿por qué?

-Porque nacen así.

-¿Y por qué no puedo cambiarlo si quiero, como los caramelos de fresa que no me gustan? Mohamed se los queda y me da los de naranja a mí...

-Esas cosas no se cambian.

-¿Por qué?

-Porque es como venimos hechos, y si no... hay que operar.

-Pues me opero.

-Las operaciones duelen. Y mucho.

-Me da igual.

-Además, eres aún muy pequeño...

-Muy pequeñA.-Corrigió a su madre, con tozudez- Y además ¿por qué no me puedo operar?

-Hay muchas cosas que no entiendes aún...

-Entonces explícamelas. Tengo que operarme para ser niña. Si no, no podré ser nunca una chica tan guapa y lista como tú, mamá.

Nuria llora, aún no sabe si de miedo o de alegría. Su Mario, su único bebé, quiere crecer para ser una fémina

 independiente e inteligente como ella. Y ella no ve más motivos para negarse. La abraza entre sollozos.

-Tienes razón, princesa ¿por qué no?

 

Su hija -decide llamarla así desde ese momento, estremeciéndose de orgullo por su valentía- va a sufrir durante toda su

existencia, especialmente porque la incomprensión va a venir hasta de su propia familia. A Nuria nunca le había

preocupado demasiado su padre andaluz, con sus maneras de señorito machista, desde que se marchó de casa. Ni

siquiera le había tolerado meterse en su vida cuando reunió suficiente valor y decidió convertirse en madre soltera. Pero

ahora ese viejo retrógrado, votante confeso de (Ciudadanos, PP, NSDP, Amanecer Dorado, Matemos moros y maricas

S.A) puede a destrozarle la vida a su preciosa nieta con sus hirientes y nada modernas palabras. Aplastar sus Sueños

bajo la bota de la intolerancia ... y si has conseguido llegar hasta aquí sin suicidarte, no te preocupes, si crees en algún

Dios, él te lo tendrá en cuenta.

 

 

 

Me pica el coño