miprimita.com

Cuarteto amoroso 2: La suegra, hija el perro y yo

en Amor filial

Llegué a la habitación tras volver del baño, y me encontré a mi suegra tumbada en la cama y a mi novia con la cabeza metida entre sus piernas comiéndole el coño.

Sara tenía los ojos cerrados, se mordía los labios, gemía pausadamente mientras le sujetaba la cabeza a mi novia con una de sus manos y se pellizcaba uno de los pezones de sus tetas con la otra. Mi novia, se encontraba con medio cuerpo fuera de la cama apoyada de mala manera entre el borde de la cama, el suelo y el colchón.

Rufus, el perro se encontraba en un lado de la habitación, sentado sobre su trasero, con la cabeza alzada, la lengua fuera jadeando y sin quitarles la mirada a las dos mujeres.

Aguardé un rato y me puse a admirarlas. Es tremendamente morboso ver a dos mujeres comerse el coño y lo es mucho más cuando son madre e hija quien lo hace.

Mi polla volvió a dar señales de estar preparada para un nuevo encuentro sexual tras haber reposado un rato pero no podía desperdiciar la oportunidad de mirar desde la lejanía como un amateur la pareja incestuosa.

Tamara se acomodó mejor. Puso sus dos rodillas en el suelo, y agarrando por las piernas a su madre la movió lo suficiente para estar mucho más cómodas. Cuando aparataba una de las piernas mi suegra podía apreciar la lengua de Tamara recorriendo los pliegues rosados de los labios de su madre, el brillo que producía la piel al estar chorreando de jugos vaginales y de saliva, y podía ver sin tapujo como Tamara usaba un dildo para penetrar a su madre lentamente.

Me acerqué a ellas y me puse de rodillas al lado de mi novia. Ella se hizo a un lado y sin decir nada apartó su cara del coño de su madre. Yo la remplacé y empecé a lamer. Sabía a saliva y a coño. El mismo sabor del coño de su hija. El mismo sabor delicioso. Seguí usando el dildo igual como estaba haciendo su hija antes de que esta se apartara.

Escuché llamar a Rufus y a los pocos segundo ya estaba con nosotros. Me aparté. Su hija cogió una de las piernas de su madre, yo agarré la otra y se la levantamos. Rufus entrenado sabía lo que tenía que hacer. Acercó el hocico al coño de su madre y al momento empezó a lamer.

Sara que no se había percatado levantó la cabeza asustada

- ¿Pero qué hacéis?

- Tu déjate mama verás que bien lo hace

- Nonono, yo no quiero perros - Intentó inclinarse.

- Túmbate y disfruta

- No, hija… - Pero se tumbó – No, yo no… - Y cerró los ojos y empezó a contorsionarse. Dejó de hablar y empezó a superar sus tabús zoofílicos.

Tamara dejó de sujetar la pierna que Sara recogió con su mano. La hija se agachó y empezó a masajear el capuchón del perro.

- Creo que ya puede otra vez.

- ¿Él o tú? – Le dije

- Yo, no.. Ahora te toca a ti cariño.

-¿Ahora? No era otro día?

- No, creo que será mejor ahora – Me dijo. Miré la cara y vi a mi suegra que no se enteraba de nada al estar sumergida en un estado de placer absoluto.

 Al volver a mirar a Tamara la vi que se habida escondido debajo de las patas de Rufus y que le practicaba una felación al perro. Me incliné y efectivamente parte del pene rosado se le metía en la boca mientras esta movía la cabeza.

- Cariño ponte que creo que ya está preparado. – Me ordenó.

- ¿Y los calcetines?

- Coño, es verdad. Nosé.. Pues ponte una camiseta o algo.

Dejé de sujetar la pierna y cogí mi camiseta que se encontraba por el suelo tirada. Me la puse, y me puse a cuatro patas en el suelo. Tamara tiró del collar del perro y lo llevó a la parte trasera de mi culo.

Yo agaché la cabeza y la puse entre mis brazos que se apoyaban en el suelo. Oí quejarse a mi suegra por haberle quitado al perro.

Noté el hocico de Rufus. Noté al instante la lengua áspera lamiéndome parte de los testículos y como subía entre mis nalgas para centrarse en mi culo

- Buen chico, buen chico – Oí decir a Tamara

A los pocos segundos rubís se subió encima de mí. Que sensación más rara. Notaba el peso pero era muy poco en comparación con lo que había imaginado, las patas peludas me hacían cosquillas en las piernas y en el culo. Notaba como me iba cayendo líquido caliente sobre las piernas desde la polla del perro y el jadeo constante en mi nuca.

El perro empezó a moverse enérgicamente pero no acertaba. Me daba golpes en las nalgas con la polla, fallaba mucho. Saqué culo para facilitar la penetración pero aun así tuvo que intervenir mi novia que volvió a hacer de mamporrera. En cuando la polla estuvo en su sitio Rubus me sodomizó. Me la clavó entera sin contemplación.

Abrí la boca y los ojos de golpe, solté un gemido ahogado al inclíname hacia adelante instintivamente pero Rufus me tenía cogido con sus patas delanteras y no me soltó ni un ápice.

Empezó a follarme sin contemplación. La polla del perro, gorda y larga me perforaba el culo de una manera completamente espectacular. Notaba como se hinchaba algo dentro de mí. Notaba que me iban a partir el culo. La bola se estaba formando dentro y joder que gusto me estaba dando. Al no estar entera del todo entraba y salía con cada pollazo mientras me abría el ojete de par en par. Apenas podía respirar de la sensación tan maravillosa. Tenía la mirada perdida en el suelo, la boca abierta y se me había olvidado hasta tragar con lo que me caía un poco de saliva de los labios. Solo me centraba en la sensación de ser penetrado analmente por el perro. Rufus empezó a sacudirse más violentamente pero ya no conseguía sacar la bola. El culo se me empezó a llenar de semen de perro y noté como un torrente de líquido supercalientre me rellenaba todo el hueco posible del recto. Es como si me hubiese hincado un globo en el ano hasta el punto de estar a nada de reventar.

Rufus paró y aguardó quieto unos segundos. Los suficientes para que yo recobrara el aliento y volviera un poco en mí. Joder, esto es mejor que un puto dildo gordo. Sentía mucha presión en el culo y me encantaba. Miré por debajo de mi cuerpo y veía mi picha floja gotear liquido pre seminal o semen, no lo se. O podía ser también del perro. Pero goteaba alguna gotita que no sabía lo que era.

Rufus empezó a impacientarse y quiso deshacerse de mí.

-Tranquilo - Le decía Tamara para calmarlo

Pero no dio resultado, pasó la pierna por encima y quedamos culo con culo como solía quedar con Tamara.

- ¿Qué tal estas? – Me preguntó Tamara.

Levanté la cabeza y vi a las dos riéndose y disfrutando de las vistas.

- ufff- Conseguí resoplar de gusto.

- ¿Es su primera vez?- Preguntó mi suegra

- Si- respondió Tamara – nunca lo había hecho. Pero me da a mí la sensación que lo hará más veces.

-¿Tú crees?

- Si – Y noté como me acariciaba la espalda.

Pasados unos minutos de charla Rufus se cansó de estar así y empezó a moverse hacia adelante. Aún tenía la bola bastante grande y me empezó a tirar del culo. ¿Os podéis imaginar que incluso esa sensación fue maravillosa?

Apoyé la cabeza en el suelo, me agarré las nalgas, hice fuerza con el culo como solía hacer cuando me metía el consolador gordo para facilitar la dilatación y milímetro a milímetro mi esfínter fue abriéndose dejando salir la superbola del perro.

Tras un tirón seco mi culo se abrió de par en par doliéndome una barbaridad a la vez que me recorrió una sensación de placer absoluto que me recorrió desde el culo, por toda la espalda hasta llegar al cuello y que me hizo perder todas las fuerzas con lo que me tuve que dejar caer al suelo.

El perro se soltó de mí y se dirigió a su esquina a lamerse el pollón. Mi culo abierto empezó a soltar toda la leche del perro. Me llevé los dedos al culo para comprobar el estropicio y lo noté súper abierto.

- ¿Te duele? – Me preguntó Tamara al sorprenderse con qué rapidez me había soltado de la bola de Rufus.

- No, estoy bien. No duele, es solo.. muy, muy intenso.

Noté la mano de mi novia en el culo.

- Ala, madre mía, pero si lo tienes que parecer un túnel de tren o algo. Mira mamá

Y mi suegra se asomó y vio mi culo-.

- Tienes mucho aguante-

- Y que lo digas – digo Tamara – ¿Quieres descansar un poco?

- ¿Que?- contesté molesto – Todo lo contrario, estoy super cachondo. Parar ahora me mataría.

Me levanté del suelo y al ponerme de pie parte del semen se me escapó del culo para recorrer mis piernas. Recorrí con la mirada el cuerpo entero de mi suegra. Estaba esplendida. Desde las uñas pintadas de los pies, por sus piernas firmes por exceso de fitness, pasando por su coño y su rayita de pelo, su vientre liso donde se empezaban a marcar un pelín las abdominales, subiendo por esos pechos pequeños con los pezones erectos, pasando por sus labios que formaban una media sonrisa para encontrarme unos ojos que me miraban directamente a los míos. Me invadió un ataque de excitación que no pude evitar. Me lancé a ella, la agarré por la cintura y por la nuca cosa que hizo que se riera con un chillido de sobresalto. La besé con pasión y antes de que  pusiese resistencia empujé su cabeza hasta mi polla. Mi suegra no me defraudó bajando sin dilación. Abrió la boca y se metió mi polla medio dura en su boca.

Mi Novia se acercó por detrás pegando su cuerpo al mío sintiendo sus tetas en mi espalda. Empezó a morderme el cuello y la oreja. Giré mi cara para besarla y ella se puso de puntillas para llegar a mis labios. Sus manos recorrían mi pecho acariciándome las tetas, los pezones y mi vientre. Volvió a mi cuello con besos, luego pasó a mis hombros y empezó a bajar con besos y lametones por toda la espalda muy lentamente. Llegó a mis nalgas que mordió suavemente para empezar a lamer el hueco que hay justo entre la espalda y las dos nalgas.

Metió la lengua entre el culo y fue bajando a la vez que me separaba las nalgas. Lo dejó a medias y se bajó para intentarlo desde otro ángulo. Se puso justo debajo de mí. Yo apoyé una de las piernas en el borde de la cama. Mi suegra seguía sin dejar de chuparme la polla aun habiéndose subido a la cama para facilitar toda la operación. Mi novia atacándome desde abajo empezó a lamerme la zona entre los huevos y el agujero del culo antes de sin pedírselo nadie me limpiara todo los resto que habían quedado de Rufus en mi ojete.

Estuve a punto de correrme en la boca de Sara, cosa que me hubiese encantado pero quería follármela. Las aparté a las dos. Giré a mi suegra que se encontraba encima de la cama y se puso a cuatro patas y sin miramientos le atravesé el coño con mi polla: Tamara se puso a su lado a cuatro patas también y me ofreció su sexo. Saqué la polla del coño de mi suegra y se lo metí en el coño de su hija. Me la follé con dureza y Tamara empezó a gritarle de placer a la cara de su madre. Vi el bote de lubricante en la cama. Lo agarré, le embadurné el culo y apunté con mi polla.

Hice fuerza con la punta que sin mucha presión se internó en el culo. Media polla estaba dentro cuando empujé de golpe el resto. Mi pelvis chocó con las nalgas de Tamara. Repetí la operación con toda la polla y ya no paré. Sacudía con fuerza a mi novia mientras su madre disfrutaba asomándose y viendo como le partía el culo a su amada hijita.

Me empezó a venir el hormigueo en el miembro.

Saqué la polla de culo de Tamara y empecé a masturbarme como un loco. Tamara ya sabía lo que tenía que hacer. Rauda se levantó cogió la cabeza de su madre y se pusieron juntas. Tamara abrió la boca y su madre hizo lo mismo.

Solté un buen chorro a tiempo que cayó justo en la mejilla izquierda de la madre cruzando la parte derecha de la cara de Tamara. La segunda descarga la apunté bien y cayó completamente dentro de la boca de mi suegra. La tercera ya con muy poquito no me dio apenas tiempo de llegar a la boca de Tamara.

Aun disfrutando del orgasmo Tamara empezó a besar a su madre con lengua y vi como intercambiaban mis fluidos