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Mi hermana y la paja (relato 4)

en Amor filial

Pasaron más de dos semanas desde la vez que Laura entró en mi habitación por la noche. Desde entonces no había vuelto ha hacer nada con ella. Era como si no hubiese existido nada, como si no hubiese pasado nada. Yo no entendía una mierda.

Las tres siguientes noches tras el encuentro la esperé impaciente en la cama. No vino. A la cuarta noche me fui hasta su cuarto y la encontré roncando, no la desperté. Tampoco volví a intentarlo ninguna noche más.

Al principio se me quitaron las ganas de hacerme pajas pero según iban pasando los días las ganas de masturbarme iban en aumento. Laura aun estando en casa y dejando la puerta abierta me ignoraba cuando me masturbaba, era como si no hubiese pasado nada.

Cansado de la incertidumbre cerré la ventana del navegador y cerré todas las pestañas de videos porno que tenía abiertas. No me apetecía masturbarme. Me dirigí al comedor donde estaba ella sentada en el sofá con la mirada perdida en el móvil y con un programa del corazón al cual no le prestaba atención.

Me senté a su lado con una bolsa de patatillas fritas con sabor a jamón y le ofrecí un poco. Sin levantar la vista de la pantalla del móvil, agarró un buen puñado y se las metió en la boca.

- ¿Creo que tenemos mucho de qué hablar no crees? – Le dije al fin

- No, no creo.-

- ¿No? ¿Porque?

- Porque se de lo que quieres hablar y no tengo ganas de hablar de eso.

- Lo que ha pasado entre nosotr… -

- Nada, no ha pasado nada – Me interrumpió. – A ver, no voy a hablar del tema porque no quiero hablar del tema, no le des más vueltas, no te emociones con estas cosas porque no es sano. Es una simple mamada y ya está. Tampoco es para tanto. La conversación se acaba aquí y ya. ¿Vale?

- Vale – Me levanté, le dejé las patatillas a su lado y me fui.

Mi vida volvió a su normalidad, a su monotonía pajera y a mis estudios. Pasaron los días y la relación con mi hermana no cambió en absoluto. Empecé a olvidarla, a recordar el encuentro como un mero sueño y las pajas con Veruca James pasaron a un segundo plano.

Estaba en mi habitación cuando pasó Laura toda sudada, vestida de runner moderna con su leggins negros y su camiseta rosa fucsia chillón directa a su habitación.

Me levanté y salí corriendo tras ella para alcanzarla.

- Ha llamado mamá. – Le dije

Se giró para mirarme mientras seleccionaba la ropa del armario que se iba a poner después de ducharse.

-¿Llega tarde otra vez?

- Si-

- Que novedad.

- Lose, voy a hacer pizza para cenar ¿Quiere que te prepare una?

-Mmmm. No me apetece pizza ahora la verdad. Hazme un bocata vegetal, pero sin mayonesa, ¿Si? -

-  Vale ¿Con atún o pollo?

- Atún. – Me dijo mientras pasaba junto a mí y se metia dentro del baño.

Estaba terminando de hacer los bocatas cuando escuché a mi hermana llamándome a gritos desde el baño. Fui cuando terminé de lavarme las manos. Golpee la puerta del baño y una rendija muy pequeña se abrió.

-Me he dejado las braguitas encima de la cama. ¿Me las traes?

Suspiré

En la cama de su habitación no había ningunas braguitas, ni por el suelo. Me fui al baño otra vez.

- No están encima de la cama –le dije a través de la puerta.

La puerta se abrió otro poco.

- Pues en el primer cajón del armario hay unas, tráeme las verdes. – Y cerró la puerta.

Busqué en el primer cajón y había un montón de ropa interior. Sobretodo tangas. Al final localicé unas braguitas de un color verdosos azulado. Las cogí las abrí y vi que era más un cullote que unas braguitas. Se las llevé al baño otra vez.

Abrí la puerta y al momento encontré que ella me impedía abrirla más. Le pasé por los dedos de la puerta las braguitas que ella cogió.

- ¿Puedo entrar? – le pregunté con un tono así en broma pero que en realidad era en serio.

- ¿Para qué?

- Pues, para, mmm, para ver cómo te quedan esas braguitas.

- No- Respondió secamente, cerró la puerta y echó el pestillo. – Gracias – Se escuchó a través de la puerta

- De nada – Respondí.

Al caboo de un rato largo apareció en mi cuarto. Con un pantalón corto de pijama, una camiseta ancha y un moño recogiendo su pelo.

Se sentó en la cama mientras yo prestándole poca atención seguía sentado en la silla del escritorio.

- ¿Que haces? – Me pregunto

- Leo, ¿Y tú?

- Aburrirme

- ¿Y no dan nada en la tele?-

- A esta hora, solo basura-

-¿Nada en el móvil?

- No me apetece móvil – Respondió

-¿Y qué te apetece?- Le pregunté a la vez que dejaba de leer y le prestaba atención.

- No lose- Se estiró, y se tumbó en mi cama bostezando – Si lo supiera no estaría aquí.

La miré y llevaba unos calcetines tobilleros rosas con la suela algo oscura de andar por casa, las piernas con un perfecto depilado me llamaron la atención. ¿Tendría el coño también completamente depilado? No pude evitar mirar su entrepierna. Por desgracia el pantalón, aun siendo corto no marcaba nada y no pude apreciar nada.

- ¿Y qué haces tú cuando te aburres? – Me preguntó mientras miraba aleatoriamente entre los objetos de mi habitación.

- Yo, pues, no sé, masturbarme supongo.

- Entonces te sueles aburrir mucho – Y se incorporó en la cama – ¿Tienes alguna peli nueva para ver que te hayas descargado?

- Que va, no hay nada nuevo que ver.

- Pues que mierda – Se levantó de la cama lentamente y se fue a su cuarto sin decir nada mas.

¿Pero qué cojones? Pensé. Me quedé mirando un rato largo el hueco de la puerta abierta al no saber muy bien a que venía todo esto. Me levanté y me fui a su cuarto.

Estaba tumbada boca abajo en la cama con el móvil entre sus manos. Me miró nada más aparecer yo.

- Ya sé que me vas a decir que no pero. Si quieres, como estás aburrida, me podrías hacer una felación –

- Naahh, no me apetece mucho la verdad – Dijo como si lo que yo acabase de decir fuese lo más normal del mundo.

Entré en la habitación y me senté a su lado.

- ¿Ni una mamada rápida? – Le insistí. La verdad es que me apetecía mucho.

- NO, no me apetece, además me duele un poco aquí. - Y se tocó la parte de atrás del cuello. -Se ve que he dormido mal o algo y me molesta aquí.

- ¿Quieres que te haga un masaje? -Y le puse la mano en el cuello y empecé a hacerle un masaje.

- No, venga para – Me quitó la mano – Todo esto es par que te la chupe, no me apetece de verdad.

Desplacé la mano, sin saber por qué a su nalga izquierda, la posé suavemente y noté lo duro que tenía el culo.

- ¿Qué haces?- dijo girándose rápidamente y apartándome la mano.

- Nada, nada, lo siento, algo instintivo, no lo he podido evitar. Perdona.

Con el ceño fruncido, me miró de arriba abajo y cuando terminó suspiró.

- Todo sea por el aburrimiento. – Se levantó se puso a mi lado y empezó a tomarme el paquete.

- ¿Me la vas a chupar?- Pregunté ansioso

- NO, ya te he dicho que me duele aquí, te la casco solo para que me dejes tranquila con el tema.

Sin cortarse un pelo, sin preliminares cariñosos ni nada, metió la mano por debajo de mi pantalón de chándal, también por debajo de mis calzoncillos y me cogió con fuerza el tronco de mi polla.

Alcé el culo, me bajé los pantalones hasta las rodillas, me volví a sentar y bajé los pantalones hasta los tobillos. Laura que estaba en una mala posición se levantó, se puso entre mis piernas y empezó a menearle la polla con gracia.

- Aún está blandita – Dijo

- No tardará – Respondí

Y efectivamente pocos segundos después ya estaba en todo su esplendor. El sube y baja de la mano de Laura era magistral, con fuerza suficiente pero con delicadeza, con ritmo pero sin ser abusivo. Una paja que apenas me duró un minuto. Empezó a notar que me iba a correr.

- Me voy a correr – Le susurré.

Laura puso su otra mano encima de mi capullo, justo encima en forma de cuchara y en ese preciso momento me miró directamente a los ojos. Se mordió el labio y me corrí en su mano. Siguió masajeándome la polla mientras yo iba manchándole la mano de mi semen.

- Gracias – Le dije al final

- NO hay de que – Y se miró la mano manchada de esperma. Se levantó y se fue al baño a limpiarse. Yo me levanté como pude hasta alcanzar el rollo de papel higiénico que tenía el escritorio. Me limpié y me volví a vestir.

Laura apareció de nuevo con las manos limpias.

- Bueno, y ahora que.

A final pasamos el rato jugando a cartas, sin mencionar nada.

Esa misma noche caya una tormenta impresionante, muchos rallos y truenos. Parecía que se iba a acabar el mundo. Todo temblaba, el cielo nocturno se iluminaba y la luz de los rayos se filtraba a través de los agujeros de la persiana. Aun así intenté conciliar el sueño.

Algo se movió en la oscuridad. La puerta se abrió despacio y un rayo ilumino la habitación mostrándome a mi hermana Laura entrando.

-¿Puedo pasar?- Me dijo cerrando la puerta tras de sí.

- ¿Estas bien? – Le pregunté susurrando.

- Te importaría que pasara aquí la noche, tengo un poco de miedo por la tormenta- Me dijo

- ¿Y mama no se va a enterar que no estás en tu cuarto? – Le respondí a la vez que le hacía un hueco en mi cama.

- NO, se ha ido con su nuevo novio y no creo ni que venga  a desayunar como otras veces. Se irá al trabajo directa desde casa del novio- Y se metió dentro de la cama dándome la espalda.

- No eres un poco mayor ya para tener miedo de una tormenta?

- De pequeña me venía a tu cama cuando había tormentas ¿No te acuerdas?

- Si,

- Aun así nunca me ha gustado dormir sola con tormentas. Hoy aprovecho y así conseguiré dormir más tranquila – Dijo mientras se terminaba de tapar y se acurrucaba en la cama.

- Buenas noches – Le dije al fin tras unos segundos de espera y tras comerme mucho la cabeza del porque mi hermana se había metido en mi cama.

Me tumbé con ella, le aparté algunos pelos de la cabeza que me hacían cosquillas en la nariz.

- Espera, levanta la cabeza- Le dije mientras pasaba mi brazo por debajo de su cuello. Tenerlo pegado al cuerpo en una cama pequeña aplastado por dos cuerpos me molestaba un montón.

El otro brazo instintivamente la abrazó. Nuestros cuerpos se pegaron un poco más y permanecimos un buen rato en silencio.

Podía oler el pelo de mi hermana y olía muy bien. Podía sentir su reparación debajo de mi brazo y sentía el calor de su mano agarrando la mía.

Empezó a mover sus pies fríos y a meterlos entre mis piernas.

- Tienes los pies helados-

- Calla, tengo frio – me contestó

Sus pies rebuscaron entre mis piernas hasta que encontraron un hueco donde quedarse y refugiarse del frio.

Mi cuerpo pegado al suyo, su espalda contra mi pecho, mi mano sobre su mano y su mano sobre sus tetas, su culo contra mi pelvis y sus pies entre mis piernas hicieron que sin poder evitarlo, mi polla se pusiera dura. Ella lo notó.

-¿Es que no puedes pensar en otra cosa?

- Lo siento, no he sido yo, ha sido sola.

- Ya claro, sola… - Y movió un poco el culo restregándomelo contra la pelvis – Pues sí, la tienes bien despierta, que tonto, a ver cómo te duermes ahora.- Y se rió por lo bajini.

Dejé de abrazarla y metí mi mano en mi entrepierna. Cogí mi polla y la moví. Era incomodo estar en esa situación y encima estar empalmado. Intenté ponerla en una posición que no molestara.

- Pero te quieres estar quieto – Me reprochó.

- Solo me la coloco y ya está - La volví a abrazar al terminar.-  Venga duérmete – Le dije

Ella volvió a mover el culo y a restregarla por mi entrepierna mientras se reía

- ¿Quieres parar? – Le amenacé

- Solo te provocaba, que eres muy tontito, ya paro, ya paro – Y se quedó quieta mientras se reía

Pasaron unos segundos y mi polla palpitaba, me había despejado por completo y solo podía concentrarme en el cuerpo de mi hermana que tenía en mis brazos.

Le solté la mano y noté cierta resistencia a que se la soltara, se la posé en la cintura. Espere unos segundos y fui bajando lentamente recorriendo su cuerpo hasta casi llegar a su nalga.

- Ni se te ocurra – Me dijo cortante

-No iba a hacer nada –

- Ya claro – Me dijo, pero tampoco me apartó la mano de donde estaba.

Seguí un rato más quieto, pero dejando un tiempo prudencial volví a intentarlo, al estar más cerca el recorrido sería menor. Empecé a bajar la mano otra vez y llegué a la nalga sin que opusiera resistencia. Simplemente la posé y la dejé ahí. Encima del pantalón, notando el tejido de la tela pero también notando la firmeza de la nalga que había debajo. Apreté un poco. Y se quejó.

- Veeeeeeeenga, para – Dijo. No contesté.

Al cabo de un rato volví a apretar.

- Quiero dormir –

- Yo también – respondí pero volví a apretarle la nalga y esta vez no aflojé.

Llevó su mano a la mía y la apartó.

- Eres un pesao. – Y se movió ligeramente hacia adelante dejando hueco entre los dos. Su mano empezó a buscar mi mano pero se encontró con mi paquete duro. Lo apretó, lo soltó y resopló.

- ¿Aun sigues así?

- Tú que crees – Le dije con un tono que intentaba ser erótico pero que resultó ser patético.

Al final me cogió la mano y me obligó a abrazarla.

Yo seguía sin poderme dormir, mi polla estaba dura como una piedra, mi olfato me obligaba a oler su pelo y eso me excitaba aún más. Había conseguido pegar otra vez mi polla a su culo sí que ella se moviera. Empecé a fijarme en su reparación y me di cuenta de que ella seguía igual de despierta que yo. Pasé al ataque, no sabía si me iba a dar resultado pero por intentarlo no perdía nada.

- Laura,

- ¿Que? – dijo al fin tras unos segundos en silencio

- ¿Follamos?-

Giró la cara un poco para intentar mirarme, me miró de refilón con cara extrañada y volvió a ponerse en la misma posición

- ¿Tienes condones?- dijo tras unos segundos en silencio.

- No – Respondí.

- Pues entonces no.

- Oh venga ya-  le dije.

- No, que me preñas-

- Me corro fuera, lo juro – Le dije en tono de suplica

Volvió a girarse para mirarme con el ceño fruncido y resoplo.

Sin mediar palabra me soltó la mano, la dirigió a mi polla y la palpó. Cuando la encontró metió la mano por debajo del pijama, la sacó y me la soltó. Se movió ligeramente en su sitio. Puse mi mano encima de su cintura y noté como se bajaba ligeramente los pantalones y las braguitas dejándome el culo al descubierto. Volvió a cogerme la polla y se la colocó en la entre pierna.

Puse su mano en su culo

- NO, déjame a mí. – Me apartó la mano y me la puso un poco más arriba donde no la molestaba. Volvió a cogerme la polla, levantó un poco la pierna y noté como la punta del capullo tocaba piel calentita. Empezó a moverse un poco y mi polla empezó a frotarse con el coño de mi hermana.

La punta de mi polla abría los labios de su vagina cada vez que pasaba. La otra mano la usó para frotarse el clítoris.

La habitación estaba en silencio. Yo apenas me movía un poco por la zona de la pelvis y Laura hacia lo mismo a un tiempo acompasado.

La respiración de mi hermana se intensificó un poco pero no tanto como en las porno que chillan una barbaridad. La punta de mi polla empezó a mojarse por los flujos de su coño y poco después, tras apuntar bien y moviendo un poco el culo para acomodarse, el capullo se quedó atascado en el agujero del coño. Empecé a empujar y la mano de mi hermana me frenó al ponerla en mi pelvis.

- Despacito –  Me susurró

Empecé a moverme muy suavemente, al ritmo que ella me iba dejando, mi pene fue entrando muy poco a poco dentro del coño de Laura. Nota calor, humedad y me hacía muchas cosquillas en la polla del gustito que me estaba dando. Media polla la tenía dentro ya cuando me apartó la mano de la pelvis. Puse la mía en su cintura y seguí empujando lentamente. Ella sacó un poco de culo y el último tramo entró con mucha facilidad.

Mis huevos tocaron su clítoris, mi pelvis aplastó las nalgas de mi hermana y mi mano atraía hacia mí la cintura de Laura. Permanecimos unos segundos así. Disfrutando del momento. Entonces Laura empezó a moverse. Lentamente mi polla salió hasta la zona del capullo y volvió a meterse en la caverna mojada. Resbalaba y la sensación cálida me encantaba. Los movimientos se repitieron, una y otra vez. Dentro y fuera, dentro y fuera. Aparté la mano de su cintura y se la mentí por la barriga, pegué mi cuerpo un poco más al suyo y gracias a eso mi brazo llegaba a más sitios. Noté la barriga lisa de Laura y al subir me encontré con sus pechos. Toqué uno y después toqué el otro. No dijo nada, simplemente me dejo tocárselos. Pincé con delicadeza uno de sus pezones. Estaba duro como un guisante congelado. Seguí apretando una de sus tetas  y nuestros cuerpos empezaron a intensificar los movimientos. Empezaron a ser más brucos. El silencio se rompió la respiración acelerada de ambos, por los choches de nuestros cuerpos y por chuff chuff de mi polla al entrar y salir de su coño.

Laura hecho hacia atrás su cabeza y yo apoyé la mía sobre su mejilla. Nuestras caras se tocaron. Alzó su mano y me toco mi otra mejilla. Empezó a resoplarme en la cara con sus ojos cerrados. Yo seguía empujando y me vino casi de golpe. El subidón. Empezó sin darme cuenta y al momento me empezó a dar mucha alegría por el cuerpo, tanto que empezó a concentrarse mucha sensibilidad en mi polla, note que iba a estallar. La saqué a tiempo, me la agarré y al cogérmela un buen chorro de semen bañó por fuera el coño de mi hermana. Me la meneé dos veces más y las dos veces solté esperma.

Mi hermana siguió respirando, cada vez más despacito, hasta que se tranquilizó. Me empujo un poco hacia atrás. Se sacó un calcetín, se limpió como pudo la corrida, dejó el calcetín en el suelo, se colocó las bragas, el pantalón moviéndose y retorciéndose en la cama.

- Mañana me lavas la ropa – Dijo secamente. Se tumbó plácidamente como si no hubiese pasado nada.

- Vale – Le respondí. La abracé y me dormí con ella.