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Mi hermana y la paja (relato 3)

en Amor filial

Pasaron unos cuantos días y la relación entre mi hermana y yo no cambió para nada. Es como si no hubiera pasado nada entre nosotros dos, las mismas discusiones, las mismas palabras, el mismo trato… todo exactamente igual. O por lo menos eso es lo que aparentábamos. Yo en cambio empecé a ver a mi hermana de otra forma. Antes la veía de un modo morboso, la situación de incesto era súper excitante, y aún lo es, pero ahora la veo y la miro con deseo, analizo su andar, su forma de moverse, su risa escandalosa cuando está viendo la tele e incluso la forma que tiene de apartarse el pelo de la cara. Todo lo que hace mi hermana me resulta tremendamente sensual.

Me había costado días decidirme a dar el paso, necesitaba hablar con ella y disculparme por haberme corrido en su boca sin avisar. Espere a estar seguros de que estábamos solos en casa para decírselo.

Salí del cuarto y me dirigí a su cuarto pensando en cómo decírselo, o en cómo empezar la conversación. La puerta estaba cerrada, giré el pomo de la puerta y la abrí.

- Mira que me gustaría…. – No terminé la frase.

Allí estaba ella, tumbada en la cama con la cabeza hundida en la almohada, mordiéndose el labio, su espalda curvándose mientras una mano se apretaba un pecho por encima de su camiseta y la otra sujetaba un dildo rosa liso con el que se penetraba el coño enérgicamente.

Abrió los ojos de par en par al escucharme.

- ¿PERO QUE HACES? ¡Sal de aquí ahora mismo idiota!- Logré esquivar el cojín que me lanzó de la cama con cierta puntería a la vez que cerraba la puerta para salir corriendo hasta mi cuarto.

Llegué a mi cuarto, cerré la puerta y me apoyé en ellas de espalda

- ¿Por qué estoy corriendo? – Me dije

Me reí al pensar en que no solo yo me masturbaba en esa casa. Volví a salir al pasillo para irme a la cocina y se abrió la puerta de la habitación de mi hermana. Salió y se dirigió hacia mí. Se plantó delante con cara rabiosa. Me miró, resopló, me apunto con el dedo y se dio la vuelta otra vez hacia su cuarto sin decir nada.

Me empecé a reír.

Se volvió a girar y vino otra vez hacia mí.

- Llama antes de entrar, ¿vale? – Me dijo con un leve reproche antes de darse la vuelta otra vez y meterse directa en su habitación.

Esa misma noche, muy entrada la noche estaba en mi camba tumbado con la polla en mi mano dándole que te pego pensando en la visión de mi hermana de esa misma tarde. Pero por alguna razón no conseguía llegar al orgasmo.

Me incorporé en la cama, me puse los pantalones y me fui al baño. Todo estaba en silencio y a oscuras. Todos estaban durmiendo. Tras lavarme un poco la cara volví a salir al pasillo hacia mi cuarto. Pero por alguna razón me dirigí al cuarto de mi hermana. Planté la oreja en la puerta y no escuché nada.

Giré el pomo y abrí la puerta. Vi a mi hermana tumbada en la cama con la luz del móvil iluminándole la cara que se giró a mirarme cuando vio que se abría la puerta.

- ¿Qué haces? – susurró

- ¿Estas despierta? – Le dije mientras pasaba y cerraba la puerta sin hacer ruido.

- Si- Me contestó.

Me acerqué y me senté a su lado en la cama.

- ¿Qué haces? Le pregunté como si tal cosa

- Nada, en el faceb…. ¿Y tú qué haces aquí?

- No podía dormir – Le dije

- Ajam,¿Y?-

- Me aburría y he pasado a verte.

- Anda vete a tu cama – Me dijo  la vez que me empujaba con la mano

- He pensado que ya que estoy aquí podrías... Bueno... Podríamos repetir lo de la última vez.

Se incorporó en la cama y la sabana se le resbaló hasta la cintura, llevaba una camiseta ancha pero se le marcaban un poco las tetas y los pezones. No pude resistirme a mirárselas.

- Mira, vete a la cama, te haces una paja de las tuyas y veras como te relajas y consigues dormir.

- Ya lo he intentado, incluso me he puesto un video de Veruca y no ha habido manera.

- De Veruca y no… - Hizo el gesto con la mano típico de una paja mientras recalcaba la palabra VERUCA.

- No

- No venga, ya estoy medio dormida, lo siento. Va a tu cama – Me insistió empujándome.

Al final desistí y me fui de su habitación.

Me volví a tumbar en la mía y me saqué la polla. Algo tenía que hacer. Empecé un lento “sube y baja” con una picha flojucha y me forcé en imaginarme alguna película porno guarra. No había manera. Empecé a imaginarme alguna peli en la que saliera Veruca, el clon de mi hermana y entonces mi polla dio alguna señal de vida. Le costó un poco pero por fin llegó a ponerse dura.

Escuché ruidos justo detrás de mi puerta, me dio tiempo a taparme rápido con la sabana justo en el momento en que apareció la cabeza de mi hermana Laura por la puerta. Me alumbró con el móvil.

- ¿Puedo? – Dijo en voz muy baja.

- Si – susurré

Entró, cerró la puerta y se vino hacia mi cama.

- Hazme un sitio – Dijo movió las manos enérgicamente par que me apartara.

Lo hice, me hice a un lado. Laura levantó las sabanas a oscuras y se tumbó a mi lado. Se acurruco junto a mí, apoyó su cabeza en mi almohada y quedamos a escasos centímetros el uno del otro. Nos miramos sin decir nada un buen rato.

- Esto no significa nada – Me dijo al fin. Yo no respondí. Noté una de sus manos se posaba en mí. Por la zona del brazo. Laura se movió un poco y se acercó a mí buscando una posición más cómoda.

- ¿Ya te has hecho la paja?- Me dijo seriamente.

- Estaba en ello, pero hoy me cuesta.

Noté como su mano empezaba a bajar por mi cuerpo lentamente, como si estuviese buscando algo con la mano, el móvil o un mechero encima de una cama en plena oscuridad hasta que llegó a  su destino. Tu mano se topó con mi polla dura como un bate de béisbol. La rodeó con los dedos y me la apretó con ganas. Sonrió.

Apartó un poco el culo hacia atrás para dejar sitio y poder trabajar con tranquilidad. Cambió la mano de posición y entonces me la cogió bien. Empezó a pajearme con delicadeza. Arriba y abajo, sin parar, a un ritmo lento y constante y sin apartar la mirada de mis ojos.

- Sigo muy enfadada contigo – Me dijo al fin.

- Lo siento – Le dije de corazón.

- ¿Lo volverías a hacer?

- No-

- ¿Porque?-

- Porque no te gusta

- Yo no he dicho que no me guste.

- ¿Entonces?- Pregunté

- Te dije que no lo hicieras y me mentiste.

- Ya te he dicho que lo siento.

- ¿Entonces lo volverías a hacer?- Volvió a preguntarme esta vez acercándose aún mucho más a mi cara.

- Depende – Dije al fin

- ¡Ah!, esto está mejor. ¿De qué depende?-

- De que si tú quieres o no que lo haga.

- Así me gusta. No te acostumbres a ello. – Se incorporó un poco en la cama, me empujó en un hombro para obligarme a tumbarme boca arriba en la cama. Levantó las sabanas pasó una pierna por encima de mi quedando a horcajadas se tapó la cabeza con la sabana y susurro.

- Hoy puedes, pero no te acostumbres a ello.

Entonces bajó, el bulto que veía era raro, En la oscuridad solo veía un poco de sabana moverse y algo jugando con mi entre pierna. Cuando por fin se colocó en su sitio no tardó en enfundarse mi polla en su boca.

La sabana subía y bajaba, a la vez que su boca succionaba.

Mi polla erecta notaba cada roce de sus labios, cada lengüetazo y algún que otro roce con algún diente despistado. Notaba cuando la punta golpeaba con su garganta y cuando sin querer le provocaba alguna arcada.

Cerré los ojos. No oía nada. Estaba todo en silencio. Se escuchaba ladrar a un perro a lo lejos y una ambulancia pasar a toda velocidad. Apenas se escuchaba mi respiración, pero Laura era completamente silenciosa.

Le volví a poner la mano en la cabeza y esta la apartó con maestría. Se la quité.  Separé un poco las piernas y ella se acomodó rápidamente. Se sacó mi polla de la boca y empezó a lamerme el tronco de arriba abajo. Se detuvo en mis huevos que se los metió una uno en la boca succionarlos. Volvió a mi polla poco después. Dejo quieta la cabeza, su boca rodeaba mi glande por completo y su mano empezó a pajearme cada vez con más velocidad.

Empecé a escuchar la respiración entrecortada de mi hermana y eso me puso aún mucho más cachondo. No aguanté nada más. Estrujando la sabana con mis dedos, aguantando la respiración descargué toda la leche acumulada otra vez en la boca de mi hermana Laura. Laura no se apartó dejando que esta vez disfrutada de la corrida. Solté un chorro, mientras ella seguía pajeandome. Solté un segundo y Laura aflojo el ritmo. El tercero solo soltó unas cuantas gotas que se perdieron entre la saliva, el semen, la lengua y los dientes de Laura. Me succiono un par de veces y relamió la punta del capullo. Me soltó la polla y empezó a moverse. Poco después apareció entre las sabanas.

- No te acostumbres a ello – Se levantó de la cama. Cogió su móvil y silenciosamente salió de la habitación.