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Mi primer trio

en Intercambios

Me encanta darme cuenta de que los hombres me ven.   Sentir que les llamo la atención, que les gusto, es simplemente enloquecedor.

El gimnasio ha sido un lugar propicio para ver y que me vean, es rico sentir los ojos sobre mí cuando estoy haciendo ejercicio y de repente cruzar la mirada con alguno.  Unos, inmediatamente disimulan y se hacen los locos, otro se mantienen firmes y hasta me sonríen.  Normalmente voy al gimnasio con mi novio, con mi amante, con mi moso … tantas cosas aplican para ese hombre; quien suele calentarme desde el momento que me recoge cuando me dice que estoy rica, que mi culito le encanta, que se me ve delicioso con mi ropa de gimnasio.

Lucas es mi novio, es un hombre delgado, atlético, de apariencia seria, un señor, pero es el hombre más caliente que me he comido. Tiene músculos definidos, que cuando me come se le marcan delicioso. Me fascina tocarlo; tiene un bronceado muy rico, pues se deja marcada la tanga, una brasilera que lo hace ver muy puto.  Lo más rico aparece cuando esta arrecho, tiene una verga que se pone dura muy rápido, es un palo capaz de atravesar cualquier coño, pasar mis dedos sobre él es delicioso, se siente suave de los pies a la cabeza; y cada vez que mis dedos lo rozan o cuando respiro excitada con pequeños gemidos, mis dedos, mis piernas van sintiendo como ese animal crece, su verga, la punta de su verga se pone grande, brillante y sabe delicioso; pasar mi lengua por la punta de su verga justo cuando sus jugos dulces brotan de él son un estímulo grandísimo para mi gallito. Me calienta mucho.

Yo, Juana soy delgada, con un cuerpo armonioso.  Por lo general llamo la atención donde vaya, mi actitud pícara, coqueta, mi boca pequeña de labios bien formados y gruesos creo que gustan mucho, mis piernas son firmes, mis tetas redondas con pezones cafés que se ponen duros cuando los toco, cuando les paso mi lengua, cuando Lucas los chupa … Mi coño es bastante “dispuesto” dice Lucas, se prende y se moja con las palabras precisas y con unos besos bien dados, suavecitos, húmedos;  Lucas me dice que le encanta cuando se pone resbaloso, babosito, cremoso.

Cuando Lucas me dice todo esto, siento que esas palabras recorren mi cuerpo y se quedan instaladas en mi coño, siento punzadas, como cuando un bombillo se queda titilando constantemente, la sensación es tanta que es necesario presionarlo con mis dedos y cuando lo toco es como si al apretarlo se humedeciera mi hueco. Suelo estar ganosa en el gimnasio y tengo que buscar espacios para apretar mi coño con los dedos, apretar las piernas o contra alguna máquina que me permita hacerlo. Es delicioso cuando Lucas me morbosea y busca oportunidades para acercarse a mí y me roza con su verga, cuando pasa su mano disimuladamente tocándome el culo o se acerca a mi oído y me dice lo mucho que le gusta mi coño, mi capó.

A Lucas le encanta saber que le gusto a los demás, creo que le gusta que otros hombres quieran tener lo que él tiene: mi cuerpo, mis ganas, mi cama.  En ocasiones me dice que coquetee,   le gusta que le cuente cuando me doy cuenta que me miran, que me morbosean.

Hace un tiempo llegó al gimnasio un grupo de tipos, más que atractivos, buenos, todos extranjeros. Uno de ellos me puso los ojos encima desde el principio, me miraba, me sonreía, ya nos saludábamos. Apenas tuvo oportunidad, es decir cuando Lucas se fue de viaje y me vio sola me abordó e intercambiamos palabras y teléfonos. Ricardo, así se llama.  Es gringo, no muy alto, moreno, de un culo redondo, brazos gigantes con una fuerza brutal, tiene unos ojos o bueno, una mirada que me atraviesa completa. Sé que le gusto, que si le diera oportunidad ya me tuviera debajo o encima, la verdad no importaría cómo, solo si eso pasara … Verlo siempre me genera una especie de timidez arrechante, me gusta que me vea cuando hago ejercicio y me encanta provocar esas miradas, sé que quisiera devorarme y a mí la imaginación me vuela pensando como seria estar en medio de esos brazos fuertes con esas manos grandes pesadas cogiéndome las tetas, agarrando mis caderas para llevarme hacia él, cargándome muy fácil para enterrarme su verga; gimiendo como cuando hace ejercicio, es un animal tirando.  Muchas veces Ricardo ha sido participe de nuestras fantasías, Lucas sabe que me encanta. Hasta que un día, todo se hizo realidad: yo continué con mis miradas, con la coquetería en el gimnasio, por el chat, intercambiamos gustos, experiencias  y cuando estuve segura que Ricardo daría lo que fuera por por un revolcón conmigo, le propuse una de mis fantasías: estar con él y con Lucas.  Nos pusimos de acuerdo y nos vimos en un motel. Hicimos un trio delicioso.  Primero, Lucas como espectador. Siempre había querido ver cómo disfruto comerme a un tipo que no sea él, así que sentado en un sofá, de masturbaba viendo como Ricardo me calentaba con unos besos que yo los sentía en lo más profundo de mi coño.  Ricardo, me quitaba la ropa de a pocos y en medio de besos y caricias, yo disfrutaba de cada roce de mi ropa deslizándose sobre mi piel; quería que me quitara la ropa despacio, pero al mismo tiempo esa sensación de desesperación de sentir a ese hombre grande sobre mí, me hacía ayudarle a arrancar la ropa de mí. Yo miraba a Lucas como se mordía el labio viendo lo caliente que Ricardo me tenía, y más cuando éste me dio vuelta poniéndome en cuatro y de este modo me clavó fuerte y hasta el fondo, ante lo cual Lucas sonrió complacido masajeando su palo sabroso y disfrutando de cada embestida de Ricaro sobre mi coño ue quería más.  Yo con la cara clavada en el colchón, sacando mi culo, ofreciéndole mis huecos a ese moreno que me decía constantemente que le encantaba cogerme, que había querido hacerlo desde el momento que me conoció. Ummm que rico se sentía esa verga entrar y salir entera, que delicia.  Lucas se masturbaba, mirándome y ofreciéndome su verga, invitándome a mamársela.  La fuerza de Ricardo se sentía en cada clavada que me daba, oirlo gemir, oir su respiración fuerte, su aire caliente sobre mi espalda cuando se aferraba a mí para comerme, hacía que mi coño se mojara cada vez más.  Vi nuevamente a Lucas con su verga como a mi me gusta, le hice señas, que se uniera a nosotros, ya muero por tener su palo en mi boca, pues a él le encanta como se lo mamo.  Así, empecé a mover mi lengua en círculos alrededor de la cabezota, noté cuanto le estaba gustando, que le fascinaba, empezó a moverse riquísimo, y la arrechera que tenía hizo que me cogiera  del pelo, haciéndome atragantar con su verga.  Mientras sus jugos dulces eran cada vez más abundantes, me decía que parara, pues sentía que su leche estaba a punto de salir y él aun no quería dármela.

Empecé a sentir que mi coño palpitaba, y le dije a Lucas que quería sentirlo justo ahí, y los papeles entonces cambiaron:  Lucas con su verga larga y lista, me abrió las piernas con sus manos y me la enterró, me la metió despacio.  El sabe que me encanta sentir y disfrutar el trayecto desde que su punta está en la entrada de mi coño hasta que sus huevos me golpean.  Se mantuvo así por un momento verdaderamente delicoso, moviéndose de la misma forma, dándome cada vez más duro para hacerme sentir sus huevos golpeando y rebotando sobre mi culo.  Tenía sus ojos perdidos por la calentura que tenía, mientras se mordía los labios y se movía frenéticamente, le pedí que me diera sólo esa punta, la de su verga … Ufffff eso si que estuvo  delicioso …, sintiendo su pliegue entrar y salir, gemí tanto que no pude articular palabras, sentía la lengua deliciosa de Lucas por mi boca, el cuello, repitiéndome siempre que soy su puta deliciosa. Encharcada de mis jugos, encharcada de sudor … mi gallo no aguantó más, pidiendo que lo sobara, me monté sobre Lucas, empecé a cabalgarlo, mi gallo restregándose sobre su abdomen, fue una sensación deliciosa que no quise interrumpir. Mientras tanto Ricardo, chupándome el culo, baboseándolo, masturbándose, preparándolo para comérselo. A Lucas le encantó la idea y se puso aún más arrecho.  De repente me quejé fuerte, gemí fuerte, sintiéndo algo de dolor que me encantó; Ricardo había metido su gran verga en mi culo y los tres estábamos muy calientes por las embestidas que estaba recibiendo por mis huecos, yo disfrutando de esas vergas dentro de mí,  oyendo de Ricardo y Lucas sus palabras sucias, excitados, sus gemidos, diciéndome que les encanta mi sexo … les dije que iría a llegar; ninguno de los tres aguantó más, ellos muy complacientes me apretaron con sus manos, sentí sus uñas aferrarse de donde pudieron.   Ricardo jalándome el pelo, y al mismo tiempo que llegaba a un orgasmo delicioso, que me estaba viniendo, ellos estaban llenando mis huecos con su leche.  Les pedí que me dieran hasta la última gota, y así terminé llena de sus jugos, abundantes, espesos, chorriándose, mezclándose entre mis piernas, los tres satisfechos de un buen sexo.