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Irene y Eduardo

en Bisexuales

Esta historia sucedió hace 6 meses. Siempre me habían gustado las mujeres, pero llevaba un tiempo dándole vueltas a que podían sentir ellas al chupar una polla y la idea de probarlo me estaba rondando la cabeza. Tras darle muchas vueltas y nunca terminar de decidirme, busqué en una página de contactos un hombre que buscara a otro. Tras la búsqueda me decidí por uno y le escribí. Poco después recibí respuesta, animándome a quedar en su casa. Cuando llegó la fecha de la cita, me dirigí a la dirección que me había dado y, tras superar la última indecisión, llamé al telefonillo a la hora convenida. Me abrieron sin contestar y subí. Cuando llegué al piso, la puerta estaba abierta, llamé con los nudillos y, para mi sorpresa, abrió una mujer, que me invitó a entrar. Se presentó y me dio un beso en la mejilla, acompañándome al salón. Allí estaba él, que me pidió que me sentara y me ofreció una copa. Tras servirlas, me explicó que eran una pareja bisexual y que ella le invitaba a él cuando conseguía algún ligue y él hacía lo mismo con ella, pero que si había algún inconveniente ella se iba y nos dejaba solos. Por mí no hubo ningún problema para que ella se quedara. Así que nos sentamos los tres en el sofá, Irene en el centro y Eduardo y yo cada uno a un lado. Mientras terminábamos las copas pusieron una peli porno, empezando a subir la temperatura. Al rato, Eduardo se levantó y se desnudó, pudiendo ver una polla erecta de dimensiones similares a la mía, que empezó a masajear suavemente. Irene le siguió, desnudándose rápidamente, mostrando un buen cuerpo, con buenas tetas y un chocho peludo. A mí me costaba más desnudarme debido a la vergüenza, por lo que ambos me animaban, así que, finalmente, también lo hice. Seguimos viendo la película hasta que Irene estiró sus manos y agarró ambas pollas, empezando a masajearlas lentamente. Estiré yo también mi mano y me dirigí una de sus tetas, haciendo lo mismo su marido. Estuve masajeándola un rato hasta que me decidí a bajar al coño, abriéndose ella para que el acceso fuera más fácil. Estuve un buen rato acariciando su raja, buscando su clítoris y metiendo mis dedos en su vagina, mientras ella seguía masturbando las dos pollas que tenía en la mano. Después se levantó y se puso ante mí, se arrodilló y se metió mi polla en la boca, subiendo y bajando y parándose en el glande para recorrerlo con su lengua.  Eduardo también se arrodilló ante mí y se turnó con su mujer comiéndome la polla. Irene se levantó, dejando a su marido con mi polla y se puso de pie en el sofá, con un pie a cada lado de mis caderas, quedando su coño a la altura de su boca y, abriéndolo con sus manos, me invitó a comerlo, hundiendo mi lengua en él. Chupaba el clítoris, la follaba con la lengua y los dedos. La verdad es que yo estaba en la gloria.

 

Tras un rato así, Irene se bajó del sofá y me pidió que me tumbara en la alfombra, me agarró la polla y se sentó sobre ella, empezando a cabalgarla. Mientras tanto le hice un gesto a Eduardo para que se acercara, le agarré la polla y empecé a masajeársela hasta que tiré de ella y me la acerqué a la boca, empezando a imitar los movimientos que habían hecho ellos cuando me la mamaron a mí. La verdad es que me gustaba tener la polla en la boca y sentirla. Tras un rato así, Eduardo sacó su polla de mi boca y pidió el puesto a Irene, puso lubricante en su culo y mi polla y se sentó sobre ella, metiéndosela lentamente hasta el  fondo. Se quedó un momento sentado con la polla dentro y empezó a cabalgar despacio primero, para ir incrementando el ritmo. Pedí a Irene que se pusiera en cuclillas sobre mi cara, comiéndome de nuevo su coño y follándola con los dedos y, de vez en cuando, agarraba la polla de Eduardo para masajearla. Yo ya no aguantaba más, por lo que le dije a Eduardo que me corría, incrementando él el ritmo hasta que exploté en lo más profundo de su culo. Ya no tenía control y algo empezó a rondarme la cabeza, entonces pedí a Irene que se tumbara en el suelo y continué comiéndole el coño, estando yo a gatas. Le hice un gesto a Eduardo, señalando mi culo con la mano, entendiendo Eduardo rápidamente lo que quería. Cogió el lubricante y me puso en el ano, masajeándomelo. Después, introdujo un dedo, metiéndolo y sacándolo, luego, añadiendo lubricante, metió dos, estando un rato con ellos dentro de mí. Entonces noté como colocaba la punta de su polla en mi ano y empezó a presionar suavemente, intentándolo hasta que mi ano se abrió y dejó entrar su glande. La verdad es que me dolió, pero la curiosidad me hizo mantenerlo dentro. Eduardo, tras esta entrada, paró con la presión, esperando a que remitiese el dolor, volviendo a presionar de nuevo. Cuando me quejaba por el dolor, paraba y la sacaba un poco, esperaba y volvía a presionar pasado un rato, estando así hasta que toda su polla entró en mi culo. Esperó un poco hasta que empezó a bombear lentamente para ir subiendo el ritmo de la penetración. Yo me estaba comiendo el coño de su mujer y metiendo mis dedos en su vagina mientras él me daba por el culo. Una vez pasado el dolor, me resultó placentero. Estuvo follándome un buen rato, hasta que noté como mi recto se inundaba con su leche. Mientras, Irene se corría en mi boca.

 

Tras descansar, nos fuimos a duchar. Irene y yo nos duchamos juntos, ya que tres no cabíamos, enjabonándonos mutuamente, deteniéndome yo en su coño y ella en mi polla. Cuando terminamos de ducharnos, le tocó el turno a Eduardo, dirigiéndonos nosotros al salón, continuando allí con nuestros masajes, poniéndonos otra vez a tono. Entonces Irene se levantó, cogiéndome de la mano para llevarme al dormitorio, donde me tiró sobre la cama. De nuevo, se metió mi polla en la boca, pidiéndole que me diera el coño, poniéndose en posición 69. Después, se tumbó en la cama, boca arriba, y me dijo que entrara, poniéndome sobre ella y penetrándola, empezando el mete saca. En esto, apareció Eduardo, que nos dijo que no nos podía dejar solos, agarrándole su mujer la polla para comérsela, turnándonos ella y yo en la mamada. Ella se corrió mientras tenía la polla de su marido en la boca y yo, poco después, dentro de su vagina. Luego nos centramos en la polla de Eduardo, lamiéndola hasta que se corrió en nuestras caras. Tras este encuentro, nos hemos visto bastante a menudo.