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Un Fotografo en Ancadeira. la Sra Virginia (2)

en Zoofilia

Segunda Parte:  Doña Virgnia...

 Llegamos a la casona, inmensa y solitaria, aunque muy confortable y coqueta y con algunos puntos eróticos reflejados en  cuadros y fotografías...; creí que pasaría allí un verano de miedo con Belinda, pero esta se despidió de mí, dándome las buenas tardes-noches y  comunicándome que nos veríamos dentro de tres  días, hasta entonces la casa era para mi solito.

-. A disfrutarla chaval y que  te diviertas.

 Que hijo puta de  jefe, me había separado de su melindrosa  mujer, a la cual le gustaba le metiesen  por el chocho de todo, aquello parecía  en ocasiones más que un chocho, el carro de la compra, yo creo que lo probaba todo con el chocho antes que con la boca;  y heme aquí perdido en una jodida aldea, con una pila de trabajo del copón, un dulce en pera, como era la Belinda y ahora de solanas a esperar al vesjestorio de la Virginia, que me imagino que será un putón vervenero de ochenta años, al cual el jefe le sirve pimpollos como yo en bandeja.

 Mientras esto pensaba, saqué las revistas de super vixens , y comencé una larga y parsimoniosa paja, acompañado de los mugidos de las vacas y con un medio mosqueo de que no estaba solo en aquél caserón indiano del XVIII de los Cossío Atalaya, tal y como representaba el escudo de armas de la casa.

 A la mañana siguiente  salí para realizar mi trabajo de fotógrafo y recorrer los entornos, por allí no había nada más que vacas, ovejas, algún mastín y muchos gansos alrededor de la casa, ni un alma humana con quien hablar y menos aún que echarle una  ojeadita; día tras día fui haciendo fotos y más fotos de los senderos, los árboles, los gansos, ya habían pasado no tres días como me había advertido Belinda sino, cinco y el trabajo aún no había hecho nada más que empezar.

 AL cabo de los cinco días estaba hasta el moño, salí con la idea de hacer unas fotos rápidas y si podía escaparme de allí  en un par de días, me subí hasta los chozos de Aliviapenas, y allí en medio del gran praderío apoyado en una de las cabañas, me desnudé con la idea de tomar el sol, comerme el bocadillo hacer algunas fotos y a media tarde irme; el sol sin ser un tostadero era algo que incitaba a dormirse en el arrullo de los mugidos y balidos que  poblaban el lugar, en eso estaba medio adormenciéndome , con un dulce sueño donde Belinda era un fiel instrumento de mi placer que empezaba a chuparme la polla, o eso creía yo, de un salto desperté y no era Belinda la que rondaba mi capullo sino una oveja y una cabra, una con cara de bobalicona y la otra con sonrisa satírica medio amenzándome con darme un mordisco a la polla, las espanté pero ellas erre que erre, debía  gustarles el sabor de mi canuto.

 Como me habían puesto de muy padre señor mío, me volví hacer el dormido hasta que ambos animales se acercaron, cuando ya estaban en plena faena, cogí a  la oveja, a la cual en un par de revolcones tenía  medio preparada para ser follada, en algún sitio tenía que meter mi ardiente polla después de cinco día sin catar hembra, la cabra con unas inmensas tetas se acercó a nosotros, preparé a la oveja como pude, mientras llamaba a la cabra para tocarle las inmensas ubres , haciéndome la ilusión de que estaba  con dos buenas hembras, pero cuando tenía a una  se me iba la otra, cuando me dí cuenta andaba en bolas tras mis dos presas en pleno monte,  al final opté por la oveja,

Trabajo me costó endiñársela , pero lo conseguí en medio de balidos que yo creía de placer , medio me estaba corriendo dentro de la tonta  oveja que no sabía lo que se perdía , cuando detrás de mí hoy unas risas.

 Una mujer como de unos 50 años,  de finas  proporciones se reía de mis andanzas por la campera,  y de mí cómica situación , iba a sacar el trabuco de la oveja  y esconderme  donde pudiera,  cuando la buena señora me sugirió que siguiera, que  no me preocupara, que ella me imitaría en el trato zoofílico, pues a buen seguro  que con aquellos balidos alguna más se acercarían... , y más teniendo en cuenta que Ambrosio el pastor las tenía ya medio adiestradas.

 Quedé fascinado por la personalidad y desenvolvimiento de aquella señora, la cual  se acercó a mí  y me ayudó aún más a insertarme en Matilde , pues así llamó a la oveja, que ya se daba por jodida, y muy a gusto, según parecía; la noble señora  me se iba quitando el blanco vestido ibicenco, bajo el cual nada llevaba, dejando al tibio sol  unas tetas pequeñas como  peras en almíbar que deseaban ser besadas y chupadas  y  que me apuntalaron contra la cabaña por encima de Matilde, a la vez que la hembra me metía su lengua hasta el mismo  campanil, degustando mis encías, mi lengua y absorbiendo cuanto podía.., luego subió sus tetitas hasta mi boca, que chupé con fruición, hasta que noté que me iba corriendo muy suavemente al tenor de los apretones que aquella mujer me iba dando en los huevos.

Estaba siendo  una corrida genial, lenta pero de una intensidad que se jodió cuando la supuesta señora se presento:

-. Jovencito soy Virginia, y veo que tu jefe no se equivocaba en cuanto  al producto que nos enviaba a la zona, le vengo observando desde hace 5 días y veo que necesita usted un buen repaso de fondos y ahora si me permite le sugiero que cambie de montura, coja a aquella cabra: Campesina se llama,  y verá usted lo que es follar a las bravas, y mientras para que no se sienta cortado, creo que a Lucifer  le daré  hoy una buena ocasión para recordar este día.

 Hice lo que me sugirió, coger a Campesina que no fue cosa fácil, aunque una vez que la pillé por la inmensas tetas la cosa ya  se apaciguó un poco, follarla cogidas sus tetas por la parte trasera no era fácil, pero hacerlo de otra forma era volver a correr por la pradera en busca de la víctima, ósea que levanté sus cuartos traseros asido a sus pezones y preparé mi longaniza para clavarla en aquel diminuto chocho; Virginia se ha habido ido en busca del tal Lucifer, y ya no tenía  su ayuda externa, cuando creí haberlo conseguido una serie de cagarrutas echaban  mi pito fuera de aquello que yo había tomado por el chocho de la cabra

 AL final dí con el  agujero, bien porque Campesina ya estaba siendo medio domada,  o porque aquel era el juego que se traía con Ambrosio;  estaba en medio de las emboladas, viendo como aquel animal trasegaba mi polla y me miraba cuando no le daba con suficiente fuerza al émbolo, cuando acerté a ver a Virginia con Lucifer, un enorme macho cabrío, negro como el carbón, que se levantaba de cuartos traseros y dejaba ver un principio de extraña polla, Virgnia le hico un par de trisques con la boca, a lo que Lucifer  respondió acercándose a la hembra humana que ya estaba  a cuatro patas, Virginia  abría con ambas manos sus ancas para dar cobijo  aquel rojísimo príapo  que Lucifer ya presentaba; me dejé correr a toda prisa medio fuera de Campesina, que  me miraba medio extrañada...

 El embate del macho  fue descomunal,  en el encontronazo medio la echó por tierra a la mujer , pero aquel terrible sacacorchos que había encontrado su gruta la medio recuperaba de nuevo a su posición inicial, la mujer trastocaba su cara cuando en dolor cuando en placer, arrancando hierba y gritando que quería más, hasta que el mismo diablo entrara por aquel infernal agujero; los embates se hicieron menos intensos y hubo un momento de mansedumbre para ambos contendientes , parecía que todo quedaba ahí cuando un gran embate de Lucifer dió de bruces con Virginia en el suelo, a la par que Lucifer  iba sacando su enorme sable que debía haber llegado hasta lo más hondo, incluso retorciéndose para que todo él cupiera en el chocho de la mujer, al ir retirando el macho cabrío su terrible alfange, la mujer llegaba a los más estrepitosos orgasmos agarrando la polla del animal para que aún no se fuera de allí.

 Allí quedamos tendidos ambos con un olor de cabrío que debía llegar hasta el fondo del valle.

 Tercera y ultima parte: La bacanal

 Una vez llegados a la casa y repuestos del agotamiento tras un reparador baño y siesta con Doña Virginia la cual se dejaba hacer de todo, besar ,mamar y hasta recibía de buen agrado alguna acción de bondage, sus dos agujeros eran un santu santorun para los hombres, como después supe.

 .- Estimado amigo, como invitado y puesto que estás a punto de concluir tu trabajo, hoy te invito a una fiesta muy especial, donde tu amiga Adosinda te reconfortará , espero que para esta noche estés preparado para lo que se espera de ti.

 Y así fue, como tras una opípara cena y una copas de más Virginia me bajó medio arrastras hasta un iluminado salón del sótano, done  me encontré con el tal Ambrosio un jorobado deforme con una descomunal polla de casi 45 cm, a mi dulce y potente Adosinda que mostraba ufana sus buenas proporciones  y a la que sobaba lubricamente el jodido del Ambrosio.

Por allí había  también un enorme perrazo negro una especie de Gran Danés y un inmenso cisne negro, y mil y un artilugios, que pronto mi discreta cámara plasmaron  para la posteridad en repetidas instantáneas.

 La sesión no se hizo esperar, unos cuantos tragos más de un extraño líquido azul, que me quemaba y me ponía más que a tono, pues la polla parecía querer salirse del pellejo, el tal Ambrosio iba rebozando la inmensa polla por el cuerpo de Belinda, Virginia se acostaba en una gran plataforma con mantas y tules y llamaba a sus fieles acompañantes para que la acompañaran en su perfidia.

 Belinda tomó  la polla del pastor y empezó a pasársela por la entrepierna mientras este le iba metiendo sus huesudos y peludos dedos en el chocho de la moza que ya empezaba a desprender nítidos olores de  chocho en salsa, el jodido del jorobado se iba chupando los dedos como si de un manjar se tratara, y cada vez iba metiendo los dedos más y más hasta perder casi la mano dentro del aquél rojizo chocho  que me  tenía hipnotizado, me quité las últimas prendas  y empecé a pajearme pues el espectáculo era de lo más cachondo, y más cuando de un revolcón el tal Ambrosio intento encalomar a la moza con aquél príapo, cosa que reveló a la mujeres de tal forma que las dos abandonaron  sus posiciones y apareció también una viejísima  mujeruca.

 Que se abalanzaron sobre el jorobado y terminaron en un santiamen  atándolo a una gruesas argollas a la pared, se le desnudó por completo dejando al descubierto tan monstruoso cuerpo unido a la grandísima polla  que ahora al la vista del látigo se empinaba cada vez más, dejando ver en toda largura aquel vergajo, seguía dándole a la mi polla suaves toques cuando me vi asaltado por las mujeres y atado en  aquella extraña  empezó la sesión que nos tenían prepara a  mi y al tal Ambrosio.

 Belinda tomó en sus manos el látigo de siete colas, y empezó a zurrar primero suave al jorobado alrededor del vergajo, que en vez de encogerse aún se empinaba más como queriendo atropar a  la moza, mi polla con aquel espectáculo y la Belinda desnuda  hizo que mi longaniza se dispara también , lo que denotó la vieja, que enseñándome la oscura cavidad de sus  encías se dedicó a lubricar  mi polla a base chupetones que aún dándome cierto asco , hacía que la polla mostrase un aspecto inmejorable, lo cual aprovechó Belinda para ensartáesela  hasta lo más jondo de su culo, mientras seguía fustigando a tal Ambrosio, que ya estaba a punto de desmelenarse, pero antes la vieja se dedicó de nuevo a los chupetones, mientras rebozaba aquellas ubres caídas y medio secas por el pollón del Ambrosio,

 Balinda por no sé que extraño mecanismo acercó mi cama a  la zona donde estaba atado el jorobado, por un momento creí que me lo iban a echar encima, pero no, Belinda seguía en el molinillo de mi polla, bien moliendo con mi badajo su culo o su chocho, y ahora se inclinaba a chupar el chorizón del deforme, ya estábamos todos a punto, Belinda se sacó  mi polla del chocho y se la encalomó en el aquel oscuro ojete , hasta que los huevos le hicieron tope, luego levantó las piernas hasta la altura de los hombros del jorobado y se dedicaba a que sí a que no me la meto en el chocho.

 La vieja llamó  al Gran Danés que había estado expectante hasta ese momento, con ligeros escarceos con Virginia, pero ver a la viejuca alargarle la mano con los caldos de todos nosotros hizo que el perro en seguida mostrase una buena tranca y ganas de ensartarla donde ya conocía, la vieja se puso a cuatro patas, cuestión que en segundos aprovechó el perrazo para con una destreza increíble sacudirle unos buenos meneos a su culo y como por efecto de émbolo se le fue saliendo un tremendo badajo que iba cobrando acomodo en el colgadiello que la vieja tenía por chocho, pero que al perro debía gustarle, pues con una mano aparte la cola del animal y pude ver y palpar como aquella verga se iba adentro, hasta alcanzar la pelleja del animal,  Belinda en ese medio tiempo ya se había introducido el cáñamo del jorobado y jadeaba de placer, yo sentía como a pesar de estar atado éste daba emboladas y sentía aquella rugosa polla rascar la mía a través de la delicada piel del chichi de Belinda, aquel trasiego era como una paja a doble acción , el estrecho culo que con su movimiento ya era la hostia, luego aquel masajeo de la polla me estaba ya llevando al paroxismo unido a los finímos peñizcos qué esta en su orgasmo me atizaba, me iba yendo de placer cuando a un lado vi como una inmensa bola se iba haciendo hueco dentro de la vieja, lo más sorprendente fue cuando miré al otro lado y ví a Virginia sobre su mullida cama, mostrándome su bella valva, que abría con ambos manos y se iba masturbando muy lentamente.

 El placer me venía a oleadas y notaba como todos les llegaba al únisono, la vieja que boqueba y pedía a gritos:--más  grandísimo cabrón, híncala y que esos  huevones entren hasta la médula... así que , grandísimo hijo de puta échalo todo...-

La Belinda seguía ya desencajada en pleno orgasmo con el pollonazo del jorobado hasta las mismas trancas, y babeaba de placer dejándose caer sobre mi dolorida polla, que en una difícil posición me iba dejando correr de placer mientras iba sunimiéndome en un marasmo de inconsciencia, acerté antes de evadirme  dedicarle un vistazo a Virginia, esta tenía ahora encima de su blanquíneo  vientre al inmenso cisne que  acoclaba sobre la barriga su vientre, cuando algo salió de su denso plumón y con una rapidez bestial buscó el chichi de mi adorable Virginia, era una especie de larga tripa que debía hacer las delicias de mi señora pues, sus suspiros eran el reflejo de un inmenso placer, y así fue como me adentré en un dulce sueño de desvanecimiento....

 Cuando quise despertarme estaba en la cama de un hospital, con el jefe y su amantísma esposa a mi lado, velando según ellos mi  pérdida de conciencia, pues ya llevaba unos buenos días en el limbo de la niebla, “ – Ya me contarás que ha sucedido, te han encontrado hace unos días en el monte , con el coche hecho un cisco, y no se sabe que ha pasado  pues tus carretes están todos velados, y te hemos estado buscando desde que la Señora Virginia nos dijo que no habías llegado a su casa, y  te han encontrado vagando casi inconsciente por los montes.. Bueno os dejo pues yo tengo que irme  a la redacción...

 Y allí me quedé con la señora bruja de director, que pronto me metió mano bajo las mantas, susurrándome: -un día de estos me tendrás que contar todas esas pesadillas sobre  Ambrosio y Belinda y esos jueguecitos que contabas entre delirio y delirio, y aunque nadie sabe que has hecho ni hay pruebas de casi nada, tendrás que explicarme que significan unas hojas de roble entre tus huevos, y el  moraton en tu polla,- y así mientras iba intentando descifrar entre sueño y realidad, la señora del jefe me iba poniendo a tono, mientras guiñaba a la enfermera un ojo de sutil complicidad..

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