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Portadores

en Fantasías Eróticas

Vanessa bajó por la calle Rydell con dirección a la rampa de intercambio, la estructura de hormigón se erguía decenas de metros sobre la cabeza de la joven ladrona.

 

Su paso ligero la llevaba entre los murallones de la rampa, donde dificultosamente se entreveía el letrero de neon rojo y verde palpitando apaciblemente, el típico anuncio del bar “La olla de oro”.

 

La mujer velozmente y mirando a ambos lados, entró por una puerta tenuemente iluminada por aquel anuncio.

 

Su nombre es Vanessa y de sus 21 años, 13 los ha vivido en la calle, cuando por razones aún inciertas su madre decidió abandonarla en un centro comercial.

 

Desde entonces, ha tenido que buscarse el sustento con sus propias manos a base de ingenio, talento y destreza. Gracias a ellos se volvió la mejor ladrona de la ciudad, siendo su nombre reconocido, incluso temido en los bajos fondos.

 

Si bien, su apariencia sea de una joven menuda, de cabello negro azabache, de 1.69 de altura, 52 kilos, de anchas caderas y promitentes pechos, sus habilidades en el combate cuerpo a cuerpo le han sacado de más apuros de los que pueda contar. A raíz de ello el cantinero y Propietario del bar “La olla de oro” le llamo una tarde.

 

Se respeta mucho al viejo O'leary, un antiguo miembro de la mafia irlandesa que, actualmente regenta el bar donde, todo tipo de maleantes se reúnen a hacer sus acuerdos y planear sus próximos trabajos, sin preocupación que la policía les pesque ya que ni ellos se atreven a incomodar a viejo Liam O'leary.

Afortunadamente para Vanessa le cayó en gracia, cuando la chica a los 14 años intento robarle unas botellas de licor. Al ver la valentía de la joven, Liam la tomó como protegida ayudándole en lo que pudiese.

 

- para que llamaste? – pregunto la joven acercándose a la barra

- te han dejado un paquete, parece importante – respondió O´leary

 

Vanessa abriendo el envoltorio tomó la nota situada entre las aletas de la caja y comenzó a leerla en voz baja

 

- pero mujer, a ver que dice – replicó el viejo Liam

- entiendo que usted es la mejor en su especialidad – leía vanessa – el trabajo que le encargare es sumamente difícil. Por él que estoy dispuesto a pagar la suma 100 mil euros ahora y otro 100 mil cuándo me traiga el objeto que, usted debe recuperar para mí. Dentro del embalaje encontrara el pago inicial junto con las instrucciones, si decide aceptar el trabajo envié un mensaje al numero escrito en esta nota, de lo contrario, vuelva a sellar la caja y déjela en el bar ya la recogeremos después, no se pase de lista sabemos donde vive –

- y que piensas hacer? – inquirió O´laery

- cualquier trabajo que paguen 200 mil me interesa –

- cuidado puede ser peligroso – respondió Liam auténticamente preocupado

- pero que es esto?...escucha – dijo Vanessa leyendo un papel amarillento que se encontraba sobre los fajos de billetes – en cualquier ciudad, en cualquier país, ve a cualquier asilo o institución mental a la que puedas llegar por ti mismo, estando en recepción pide hablar con el portador de la obsidiana allí te proveerán de más información – ambos se miraron consternados por tan crípticas instrucciones

 

Vanessa aunque no entendía nada, siguió las ordenes del papel al pie de la letra, y así como lo decía la nota, llego al primer asilo menta que encontró, la tarde estaba extrañamente enrarecida, no solo por el color gris infectado que se exhibía en las alturas sino, por una enrarecida sensación que inundaba el asilo y sus alrededores, la joven se aproximó al escritorio luchando con este sentimiento de incomodidad

 

- necesito hablar con el portador de la Obsidiana – dijo Vanessa mirando fijamente al encargado, debido a ello, vio cuando el hombre de unos 48 años cambió su color natural de tez, por una palidez casi mortuoria

- que has dicho? – pregunto el hombre con voz autoritaria

- quiero hablar con el portador de la Obsidiana – repitió la joven

- tu lo has querido –

 

Entonces, el trabajador condujo a Vanessa por unos intrincados pasillo que parecían extenderse más allá de los muros de la institución. Adentrándose en una sección escasamente iluminada y profundamente escondida, donde tan solo se podía escuchar los ecos de sus propias pisadas, y un odioso murmullo en un idioma incomprensible que, aumentaba con cada paso que daba.

 

Un indescriptible terror inundo el alma de la joven, deseando huir desesperadamente, ya no le interesaba el dinero, solo quería salir de hay corriendo con todas sus fuerza.

 

- hasta aquí llego yo – dijo el guía señalando una puerta tallada en la pared de concreto macizo

 

la profunda voz de aquel insólito trabajador, logro acallar por un momento los endemoniados murmullos que retumbaban dentro de su cabeza. El momento justo para recordar cuanto dinero le esperaba una vez entregado el objeto, eso fue suficiente para olvidar el terror que le embargaba y adentrarse por aquella puerta casi onírica.

 

- del otro lado, encontraras un cuarto completamente oscuro, como si toda la luz fuese absorbida a un espelúznate lugar – dijo el trabajador – la única luz que verás, será la que se filtre por entre las rendijas de una puerta, deberás caminar a ella y una vez abierta, hallaras una mujer de espaldas a ti junto a una vela encendida, entonces dirás “que veía la madre por el cristal de obsidiana” la mujer se volteara y comenzara a relatar con lujo de detalles, como sus hijos murieron. una vez terminado el relato, te entregara el objeto que buscas…pero recuerda, sea lo que sea que veas, se lo que sea que escuches, no podrás decir nada, excepto las palabras que te acabo de mencionar, de lo contrario, cuando la vela deje de arder tu vida se apagara junto con ella –

 

la joven cerró la puerta y una espesa oscuridad le cubrió, tal como dijo el hombre, la única luz visible era una tenue franja a ras de piso. Vanessa caminó, casi corrió a ella, no sabia que le provocaba más temor, si aquella fantasmagórica oscuridad o lo que encontraría del otro lado.

 

La puerta se abrió lentamente y Vanessa vio como la mujer vestida de un sepulcral blanco se mecía casi pegada a la pared

 

- que veía la madre por el cristal de obsidiana – grito Vanessa al tiempo que la puerta se cerraba de golpe tras ella

 

la mujer lentamente giro, dejando ver un rostro horrendamente desfigurado. Tan pronto inició su espeluznante relato, la vela que parecía sostenerse en el aire se ilumino con un fulgor imposible.

 

Mientras la mujer continuaba su narración, trozos de su cuerpo se desprendían y ni bien caían al suelo, de ellos brotaban largos y fibrosos apéndices de carne en forma de patas dándoles un aspecto de araña demencial, las cuales correteaban de aquí a allá por el cuarto, el terror de la joven ladrona se volvió insoportable cuando una de estas abominables arañas tropezó con su pie. La joven no pudo contener su horror y sin querer quebranto la principal advertencia de su guía

 

- que mier… - alcanzo a decir cuando recordó el funesto consejo, todo el terror que

sintió, desde poner un pie en aquel asilo, no fue nada en comparación al que sintió en ese momento, al advertir como los brazos de la esquelética mujer se alargaban convirtiéndose en gruesas prolongaciones terminadas en dentadas fauces donde deberían ir las manos. Estos tentáculos reptaron por el piso en su dirección. Vanessa presa del pánico intento echarse a corre pero, notó con desesperación como sus piernas no le respondían a sus ordenes, la joven cayó pesadamente golpeando su redondo y firme trasero. Sin creerlo veía con horror como los tentáculos se adherían a sus piernas, subiendo por sus pantorrillas hasta llegar a sus contorneadas caderas, con el afán de soltarse, intento separar con sus manos aquellas extremidades pero, por cada tirón que daba soltando esas monstruosidades, con ellas se desprendían jirones de tela y sin quererlo, la propia mujer se desnudaba a si misma.

 

- suéltame maldita puta – chillaba Vanessa batallando con los tentáculos que la inmovilizaban

 

el esquelético espectro casi montándose sobre la joven, ordenó a las criaturas en forma de araña desgarrar con sus filosos dientecillos la ropa que la joven aún mantenía intacta. Dejándola completamente desnuda al acabar su tarea. Vanessa en todo momento lucho contra los demoníacos esbirros pero, todo fue inútil y doloroso pues cada vez que intentaba desprenderse de una araña, esta se asía con fuerza a su piel produciéndole profundas llagas en su cuerpo.

 

La fantasmagórica mujer inspeccionaba, con sus ojos negros igual a la infinita noche como, los turgentes senos de Vanessa, bañados en sudor y gotillas de sangre subían y bajaban cada vez que respiraba desesperadamente. Los ojos de la descompuesta mujer descendieron de sus tetas pasando por su abdomen hasta llegar a su depilado monte de venus.

Haciendo contorsiones, la mujer se inclino entre las piernas de Vanessa pero, al no poder ver lo que deseaba. Con sus tentáculos abrió impúdicamente las piernas de la joven.

Entonces, los ojos de la mujer se desprendieron de sus cuencas y alargándose como viscosas serpientes, se posicionaron frente a los agujeros íntimos de Vanessa. Los globos oculares se aproximaron a la vulva de la joven. Acercándose cada vez más hasta penétrala lentamente, el grito de ladrona fue desgarrador, al sentirse profanada por aquel siniestro ojo que, ingresaba sin fin dentro de sus entrañas.

 

El segundo ojo escudriñaba fascinado los contornos de la vagina, por donde su compañero había ingresado. Desesperada, la joven ladrona solo podía contemplar el demencial panorama a su alrededor que para su infortunio, el tormento no había hecho más comenzar.

 

Los tentáculos enrollándose alrededor de su presa, subieron deslizándose por sus piernas hasta que las repugnantes cabezas quedaron frente a los pechos de la joven, las fauces cónicas como las de una sanguijuela se abrieron dejando al descubierto cientos de pequeños colmillos cóncavos juntos a una puntiaguda lengua. Los ojos de Vanessa se abrieron como platos al ver aquellas fauces acercarse lentamente a sus tiernos pezones, y en un veloz movimiento se aferraron a ambas tetas clavando sus colmillos en la tersa piel de sus areolas, podía sentir como las gotas de sangre escurrían por sus senos incluso, podía sentir como las afiladas lenguas se enterraban en sus pezones deslizándose profundamente dentro de sus tetas, para luego agitarse violentamente, causándole un sufrimiento inimaginable.

 

Las aterradoras fauces comenzaron a succionar los pezones, estirándolos salvajemente mientras, las ventosas avanzaban cubriendo todo el volumen de sus pechos, clavándole aquellos dientes en forma de agujas hipodérmicas mientras avanzaba.

 

- No…por favor si los jalas tan fuerte me los arrancaras, me arrancaras los pezones – gritaba Vanessa a todo pulmón

 

La pobre mujer se sacudía convulsivamente, gritaba, gemía y rogaba tratando de liberarse de las infernales criaturas que la martirizaban pero nada daba resultado

 

- no. déjenme hijaputa… déjame te lo suplico –

 

 

El curioso ojo restante, encontró particularmente interesante el orificio trasero de Vanessa y sin dilación pugno por abrirse paso entre el esfínter de la joven. La ladrona comprobó horrorizada, como a cada segundo el dolor se hacia más y más intenso, mientras el ojo ingresaba en su recto dilatando y desgarrando uno a uno sus anillos anales.

Vanessa lloraba, chillaba y gritaba sin descanso. El terroríficos ojos se adentraban cada vez más profundo en sus entrañas, enrollándose y revolviendo su intestino, ya era demasiado para la mujer, el dolor de sus agujeros mezclados con el padecimiento de sus tetas se hicieron insoportables y dando un fuerte alarido cayó inconciente.

 

La ladrona finalmente despertó pesadamente, un fuerte dolor de cabeza le impedía razonar con claridad, miró a su alrededor y noto que, la apariencia de la habitación no era la misma. Fijo su mirada en la vela y vio con horror como esta brillaba débilmente, a su alrededor los muros a los cuales la luz era incapaz de alcanzar, se habían convertido en membranas viscerales de las cuales emergían bulbos semi florecidos, y que desde el interior surgían bestiales pistilos como serpientes al asecho.

 

Al presencial aquel demoníaco escenario su mente se aclaró y por fin se dio cuenta que, se encontraba suspendida a un metro del suelo, unos tendones sanguinolentos que bajaban del techo y le ataban de las manos, mientras otros se enlazaban por debajo de las rodillas asiéndola del techo de igual manera, dejándola con las piernas vulgarmente abierta. Todo eso parecía la antesala del infierno y Vanessa entendió que su alma ardería allí por toda la eternidad.

 

el orgullo que la joven ostentaba volvió con más ahínco, estiró y retorció los tendones esperando cortarlo cuando, la cara descompuesta de la mujer apareció por detrás de la ladrona

 

- tú, la nueva madre serás – dijo la mujer metiendo su larga y aplanada lengua, dentro de la boca de Vanessa

 

la joven horrorizada lloraba apretando los ojos mientras, la invasora lengua se deslizaba por su garganta expulsando una baba viscosa, la espectral mujer estirando sus largas y huesudas manos, cubrió todo el volumen de sus tetas apretujándolas salvajemente, sus senos soltaban pequeñas gotas de sangre, emanando de las innumerable heridas causadas por los colmillos de aquellas monstruosas fauces. Sus esqueléticos dedos acabados en largas y puntiagudas uñas, se ubicaron sobre sus erectos pezones, y en un solo movimiento, penetraron cruelmente los pezones de la joven. La ladrona lanzó un aullido histérico que, se oyó claramente aún con la garganta invadida.

 

Vanessa extenuada, no se percato que, de entre las piernas del repúgnate espectro surgía un par de congestionados y venosos tentáculos en formas falicas, cuya punta se abría como una flor en primavera, los apéndices se frotaron contra la vulva de la chica, estimulándole el clítoris por unos minutos. La descompuesta mujer le continuó violando ferozmente la boca, haciendo que su larga lengua, bajara hasta su esófago y volviese a subir, una y otra vez por más de 40 minutos.

La desdichada ladrona utilizaba esos escasos segundo en que, la lengua subía para obtener cortas bocanadas de aire, en un momento el espectro retiró definitivamente la lengua del interior de la boca de la joven, quien tosió desespera queriendo quitarse toda esa viscosa baba que tenia acumulada en la garganta, logrando tras un largo esfuerzo que el aire regresaba a sus pulmones tosiendo y vomitando ese fluido putrefacto, agotada por el trabajo realizado para poder respirar, bajó su cabeza advirtiendo como las afiladas uñas seguían hundidas en los pezones mientras las manos apretujaban salvajemente sus tetas pero, más abajo fijó

espantada la vista en los enormes tentáculos que se asomaban entre sus piernas

 

- no, no, no, no, lo hagas, esa cosa tan gruesa no cabrá en mi culo – gritó vanessa al sentir como la cabeza del apéndice oprimía la entrada de su ano

 

el grueso y duro trozo de carne podrida, se abrió pasó dando embestidas brutales, exigiendo al máximo el estiramiento del esfínter, desgarrándole el recto en cada embiste, arrancándole gemidos espeluznantes. El cuerpo desnudo de la mujer brillaba por el sudor y los hilillos de sangre que se escurrían desde las tetas y el ano.

 

- me estas rompiendo el culo…detente ya hijaputa, me lo desgarras - gritaba histérica mientras su rostro despedían salivazos y lágrimas

 

el tentáculo seguía adentrándose en el interior del recto, expandiendo las paredes del ano cuando su florecido extremo le abría paso al resto de su voluptuoso ser

 

- va a estallar, por favor mi ano va a explotar – imploraba la ladrona

 

cuando se encontró lo suficientemente dentro, la polla tentacular retrocedió hasta salirse por completo para, luego volver a ingresar fuertemente, una y otra vez hasta comenzar un salvaje folleteo. Vanessa gritaba desesperada a más no poder cuando el segundo tentáculo se enfrento a su coño al cual, ni por asomo podría entrar sin forzarlo excesivamente.

Por culpa del terror que le producía toda la macabra vivencia, la joven se encontraba totalmente seca y al percatarse que el segundo tentáculo, luchaba por ingresar en su castigado agujero vaginal lloró profusamente, el grotesco apéndice arremetió con una fuerza descomunal, enterrándose profundamente en el interior de Vanessa, entonces ambos apéndices la penetraron salvaje y rítmicamente por más de 2 horas. La mujer con los ojos blanco y sollozando lánguidamente se dejaba hacer ya sin protestar, unos hilos de sangre se escurrían del coño y culo bajando por sus muslos para luego acabar en el suelo, donde las siniestras arañillas se peleaban por comer de ella.

 

- detente me estas partiendo en dos – protestaba con todas sus fuerzas

 

La joven ladrona podía sentir como el bestial miembro pugnaba ingresando en su cervix para correrse con una fuerte descarga en su útero, la putrefacta mujer de blanco terminó por inundar el interior de la joven con un semen verde y nauseabundo.

 

- que me haces? Joputa me estas destrozando el útero – lloraba horrorizada

 

Dejándola descansar, los tentáculos se retiraron unos minutos para, luego repetir todo el cruel martirio nuevamente. Esta vez, antes de llegar al clímax las puntas de los apéndices se separaron dentro del interior de Vanessa, depositándole en el culo y el coño 10 huevecillos del tamaño de pelotas de tenis entre los alaridos de la joven, para luego soltar otra profusa descarga de ese semen verdoso y pestilente, con los embriones ya fertilizados dentro de la ladrona, los tentáculos se alejaron.

 

Extenuada e invadida por esos entes extraños Vanessa volvió a desmayarse. La joven, se despertó por los dolores de parto unas horas después. Cuando lo hizo, se encontró con una enorme barriga y a punto de dar a luz.

 

- siento que reviento…que me han hecho, que estoy por parir, díganme cabrones – chillaba muy fuerte

 

 

 

Histérica aullaba del incesante dolor, mientras las ásperas pieles de las engendricas criaturas le raspaban las entrañas al moverse batallando por salir del interior de la joven dilatándole por turnos el culo y coño.

 

- no más…se los suplico, mátenme ya –

 

Secos golpes retumbaban en el cuarto, cuando las aberraciones recién nacidas chocaban contra el membranoso suelo, al salir el último, la barriga de Vanessa se desinflamo por completo. Mientras desde el mucoso cielo raso descendieron unas hebras aguijonadas, estas se dirigieron ávidamente a sus tetas ante los suplicantes ojos de Vanessa.

 

Los 10 centímetros de aguijón cóncavos se situaron rápidamente frente a los pezones de la ladrona, los aguijones perforaron las areolas, envolviendo sus pezones por completo, desde las hebras vasculares bajó un forro gelatinoso que cubrió gran parte de sus tetas para luego succionar fuertemente de ellas. Los viscerales chismes estimularon los senos mamando de ellos, Vanessa sin poder creer como de sus tetas salían chorros y chorros de leche que ascendían por estas mangueras carnosas para luego, derramarse por la pared. Los monstruosos bebes se arrastraron acercándose al charco de leche, luchando entre ellos por acceder y beber del líquido materno.

 

Al pasar unas horas, la nauseabunda mujer regreso y con ella los enormes tentáculos tumorosos deseosos de penetrarla y sin perder más tiempo, volvieron a violarla clavándose profundamente en su interior, para iniciar el ciclo una vez más. Mientras la luz de la vela se atenuaba más y más, las viscerales paredes se acercaban a ella junto con los endemoniados tentáculos pegados a las paredes esperando su oportunidad de follarla.

 

Entretanto la vela se sofocaba inevitablemente, Vanessa entendió la extraña pregunta que debía realizarle a la portadora ¿Qué veía la madre en la obsidiana?...un vientre. Eso veía la madre, un vientre para procrear nuevos vástagos, hasta que la vida de la pobre mujer, al igual que la vela se extinguiera para siempre.

 

Lo ultimo que pensó Vanessa, antes que la llama desapareciera por la oscuridad. Fueron las palabras escritas en aquel papel amarillento: en cualquier ciudad, en cualquier país, ve a cualquier asilo o institución mental a la que puedas llegar por ti mismo, estando en recepción pide hablar con el portador…y tú?...Preguntarías por el portador? Te atreverías a ser el buscador?.

 

 

Un desgarrador grito inundó el infernal cuarto, en el instante que la oscuridad devoró la habitación.

 

Fin