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La panadería II final

en Amor filial

La panadería II Final

 Las cosas nunca salen como uno las tiene imaginadas, volviendo en el autobús a Madrid yo me veía en un trasiego constante entre mi casa y el pueblo y daba por hecho que, a poco tardar, mi adorada tía me iba a dar todo lo que yo deseaba recibir.

 Me veía a mi mismo tomando posesión de su cuerpo, disfrutando de sus carnes y haciéndola alcanzar los orgasmos más salvajes. Sabiendo, y eso era lo único que tenía por cierto, que el estar juntos nos sacaba de nuestras casillas y nos llevaba a un estado de excitación que ninguno de los dos sabía ni quería controlar, la siguiente etapa creía yo que iba a ser inevitable. No fue así.

 A mi vuelta pude comprobar que la relación entre mi padre y Lola había ido a más, y a menos , lo que no había cambiado era que la seguían manteniendo en el más estricto secreto.

 Había ido a más porque ahora era Lola la que venía a nuestra casa y sus visitas eran diarias. Durante el día cada uno a lo suyo, pero a la hora de irse a la cama Lola aparecía, y casi sin cruzar palabra se llevaba a mi padre al dormitorio.

 A menos, porque la relación no era tan fluida ni tan cariñosa como cuando me fui, algo había cambiado.

 La nueva rutina de Lola me facilitó el oír como follaba la parejita sin necesidad de cruzar el rellano y entrar en su casa a hurtadillas. Lola no venía a dormir con mi padre, venía a follar y a diario. A  mi entonces la frecuencia no me extrañaba, hoy se que el régimen al que estaba sometido mi padre tenía que ser agotador.

 Lola seguía a raja tabla su costumbre de nada más acabar el combate ir al baño a lavarse, yo oía con nitidez correr el agua del bidet.

 Escondido tras las cortinas pude ver a Lola en pelota docenas y docenas de veces. Y cada vez que la veía más se inflamaba mi deseo de adueñarme de su cuerpo.

 A base de verla y de poderme fijar en los detalles sus tetas me parecieron más deseables, cuando salía al baño sus pezones apuntaban a techo y parecían duros como dos piedras, el culo me parecía cada vez más ancho y más duro y la mata de pelo que cubría su sexo más extensa. Una mujer diseñada para follar. Y a los ojos de un adolescente la mujer más deseable del mundo.

 Cuando todo esto sucedía yo no sabía lo que hoy se y que en cierto modo explica el cambio que sufrí, de gozar pensando en mi tía con un amor casi platónico a desear febrilmente follarme a la amante de mi padre.

 Los humanos estamos más o menos civilizados pero dentro de cada uno de nosotros vive un animal, en nuestro caso un casi mono. Y los monos machos tienen en su cerebro una obligación instalada, se quieren follar a todas las hembras que puedan. Esa misma pulsión la tenemos los hombres aunque la educación y las normas nos hagan ocultarla. Creo que ese fue el pensamiento que se instaló en mi cabeza.

 Fue la primera vez que vi a Lola desnuda en nuestra casa cuando me atropello la calentura del deseo. En ese mismo instante sentí que , a cualquier precio tenía que conseguir meterla en mi cama, el deseo de acostarme con ella, para ser más claro, de follármela. Como los monos todo lo que quería era hacerla mía. Fecundarla.

 El arrebato místico que había sentido por Teresa dio paso a un deseo animal , irrefrenable de follar con Lola y la transformación tardó lo que tardé en verla desnuda. Es posible que la abundancia de sus carnes me hiciera recordar a mi tía, pero no eran tantos los parecidos, era algo más simple, era una mujer más que apetecible y yo, por lo que oía cada noche, sabía que le volvía loca follar.

 El que Lola durmiera en casa me daba la oportunidad de verla por la mañana con los camisones con los que obsequiaba a mi padre cada noche. Solíamos compartir desayuno cuando mi padre se había ido a trabajar. Para mi era un momento mágico en el que los dos estábamos solos.

 En una ocasión en  Lola no estaba en casa mi padre tuvo un rapto de sinceridad conmigo:

 - Hijo no hace falta que te explique lo que ves. Quiero a Lola y la he pedido que se case conmigo.

 - Me vas a decir que os vais a casar.

 - Eso quisiera yo pero ella no quiere boda. Lola es viuda de un funcionario del Banco de España y eso le da derecho a una pensión de viudedad que le permite vivir con cierta holgura, si se volviera a casar la perdería.

 - Yo en su lugar tampoco me casaría.

 - Yo también la entiendo, pero querer a una mujer y hacer vida furtiva es un tormento.

 - Bueno pero hacéis vida como si estuvierais casados, yo no puedo evitarlo, os oigo casi cada noche.

 - Mira que le he dicho que no sea tan escandalosa pero no puede evitarlo, es una mujer que necesita sexo a diario y que el follar le vuelve loca. Yo no he visto una cosa igual.

 Me dejó atónito la sinceridad de mi padre y lo explicito de su comentario pero mi mente lo interpretó de otra manera, de hecho tuve una erección. Dos datos: necesitaba follar a diario y se volvía loca cuando follaba. La afirmación de mi padre confirmaba mis pronósticos. Todo lo demás no me importo un pepino.

 Desde ese mismo día empecé una tarea de acoso y derribo a mi madrasta. Para ser sincero no tenía ni la más remota esperanza de tener éxito, pero como la peor gestión es la que no se hace y como el provocarla me divertía me dediqué en cuerpo y alma a la tarea.

 Cuando todo esto sucedía yo estaba para cumplir 19 años y Lola debía andar en la frontera de los 50.

 Todo mi arsenal de piropos, elogios, halagos y alabanzas habrían caído en saco roto tan pronto como Lola me hubiera dado un corte y me hubiera puesto en mi sitio, pero no fue así. Más bien todo lo contrario.

 Descubrí que Lola era una mujer coqueta hasta lo patológico, que gozaba cada vez que un hombre le decía lo bonita que era, que en cierto modo sentía que se estaba acabando su etapa de gustar a los hombres y se aferraba a sus últimos años de atractivo.

 Prueba de lo que digo es que mis comentarios que al principio parecían de un adolescente enamorado poco a poco fueron cambiando a tenor de sus contestaciones. Mi papel era hacerme el ingenuo mientras ella se divertía provocándome, más aún poniéndome cachondo. Y he de reconocer que era rápida e ingeniosa en sus contestaciones.

 El combate de frases con doble sentido empezaba cada mañana cuando desayunábamos juntos, una vez que mi padre se había ido al trabajo, y el tono fue creciendo día tras día.

 Al principio:

 - Que guapa estás esta mañana y vaya camisón.

 - Me lo pongo porque a tu padre le gusta verme en camisón, pero es un gasto inútil porque yo duermo siempre desnuda.

 Para pasar yo a:

 - Que cuerpo tan bonito tienes.

 - Dime la verdad, que te gusta más mis tetas o mi culo.

 Lo que dio pie a que a su siguiente entrada le dijera:

 - Tienes las tetas más bonitas del mundo.

 - Y eso que no las has visto, si las vieras te volverías loco. Tienes que tener cuidado conmigo, soy droga dura y engancho. Y además de un buen par de tetas tengo un culo precioso.

 Días después fue pasar de las palabras a los hechos.

 Estando yo sentado entró en la cocina , además de alabar su culo le dediqué un azote que ella recibió sin rechistar.

 A partir de ese azote cada vez que Lola entraba en la cocina se acercaba a mi y ya sin ninguna traba lo le acariciaba el culo con mi mano por encima del camisón.

 En una ocasión deslicé mi mano por sus muslos y cuando estaba llegando a sus nalgas me dijo:

 - No seas descarado y sobre todo no abras la caja de los truenos.

 Pero mientras lo decía sus muslos como en un acto reflejo se abrían para facilitar mi acercamiento.  

 Más adelante, estando ella sentada cuando yo me levantaba a dejar mi taza en el fregadero me gustaba ponerme a su espalda y separar el camisón a la altura de su escote mientras le decía:

 - Algún día no me voy a poder resistir y me las voy a comer.

 Su contestación solía ser una risita acompañada de una frase equivoca:

 - Qué más quisiera el gato que lamer el plato. Soy demasiada mujer para ti.

 No era yo solo el que provocaba, a ella estando yo en pijama le gustaba llevar su mano a mi entrepierna para agarrar fugazmente mi paquete mientras me decía:

 - Dios de mi vida estás mejor armado que tu padre, un día de estos voy a hacer una barbaridad.

 La complicidad de Lola en todas las maniobras que yo provocaba me llevaron al convencimiento de que ni los antidisturbios podrían evitar que me la llevara a la cama y esa certeza por un lado me tranquilizó y por otro me llevó a ser cada día más osado.

 Me viene a la memoria un día en el que los juegos de Lola alcanzaron otro nivel, llegó a la cocina con un camisón mínimo de un  tejido casi transparente, por arriba un escotazo, la espalda al aire y por abajo justo el largo necesario para no enseñar el sexo.

 - En vez de venir con ese camisón podrías venir desnuda, se te ve todo.

 - Esta noche me ha debido de picar un bicho.

 - Yo se el bicho que te ha picado, os he oído.

 --No tonto, me ha picado un bicho o me está saliendo un granito pero yo no puedo verlo, quiero que lo veas tu y me dices lo que es.

Tan pronto acabó la frase se bajó el tirante de su babydoll y se dejó una teta al aire. 

Delante de mis narices a menos de una cuarta de mi cara tenía una teta de Lola, me quedé sin saber que hacer pero si me di cuenta que su pezón estaba erecto y su areola arrugada. Ya las había visto antes pero esa visión cercana fue para mi un regalo.

 - Mira por la parte de abajo, hay algo que me pincha.

 Sabiendo que se me habían abierto las puertas del paraíso eché mano a aquel cántaro de carne y lo levanté para ver la parte inferior.

 - Si aquí tienes una picadura, te ha debido picar un mosquito, eso te pasa por dormir en pelota.

  - En el baño hay una cosa contra las picaduras, tráelo y me la das.

 Batí el record del mundo de velocidad y al instante estuve de vuelta con una especie de rotulador Afterbite, se lo pasé con todo cuidado por la picadura mientras con mis dedos mantenía en alto su teta agarrándola por el pezón. Noté al cogerlo que se arrugaba y se ponía duro.La picadura estaba en la zona baja, donde la teta se apoya en el pecho.

 Le di crema en abundancia y después la extendí con mis dedos.

 Cuando estaba acabando le dije:

 - Enséñame la otra teta no vayas a tener otra picadura.

 Lola echó mano a su tirante y dejó la otra teta al aire.

 En esta ocasión  le cogí directamente el pezón y lo subí para permitirme ver la parte baja del seno. Lo examiné como si fuera un entomólogo y no vi nada.

 - Tu sabías que no tenía nada, dime la verdad, buscabas otra picadura o lo que querías era verme las tetas.

 - Lo que quería era verte las tetas, y tocártelas, las tienes preciosas. Me pones enfermo y lo sabes

 - Como premio a tu sinceridad te dejo que las toques pero solo un momento.

 Eché mano a las dos y tan pronto las tuve cogidas y pensaba dedicarme a los pezones Lola me dejó con la miel en los labios:

 - Vale, ya te he dado suficiente premio. No quiero que tengas un infarto. Seguro que nunca has tocado unas tetas como las mías.

 Ella daba muestras de disfrutar con cada una de mis escaramuzas y de gozar con que un jovencito estuviera prendado de ella. A la edad de Lola las mujeres empiezan a ser invisibles, sobre todo para los jóvenes y a ella tener un enamorado de mi edad le ponía a cien.

 Una mañana después de que yo le hubiera dicho todas las burradas que se me habían ocurrido, que la hubiera acariciado las nalgas metiendo mi mano por debajo del camisón se me ocurrió comentar:

 - Anoche tuvisteis jarana, no puedo evitarlo, te oigo gritar como una perra. Te corriste a lo bestia.

 Lejos de reprochármelo me dijo:

 - Seguro que te pusiste cachondo y te hiciste una paja. Pues para serte sincera no llegué a correrme, estuve a punto pero no llegué.

 - Los gritos eran de haberte corrido. Entonces que haces cuando de verdad te corres.

 - Me vuelvo loca, me dan calambres por todo el cuerpo, se me va la cabeza y casi pierdo el conocimiento, y en algunas ocasiones me hago pis.

 - Y ayer no te hiciste pis.

 - No, es más cuando acabamos me tuve que tocar porque me había quedado con las ganas de correrme. Yo necesito correrme a diario.

 - Os vais a acabar casando mi padre y tu.

 - Estás loco, yo no me vuelvo a casar con nadie, tu padre me da a mi lo que yo preciso y yo le doy a él lo que necesita. Pero ni amor , ni boda.

 - Me sabe mal por mi padre porque él creo que te quiere, pero me alegra por otra parte.

 - Ya te digo yo lo que piensas, si no me caso con tu padre no paso a ser tu madrastra. Vamos a hablar claro, un día más pronto que tarde me lo vas a pedir.

 - Pedir el qué

 - Lo que tu y yo sabemos.

 - Y si te lo pidiera me lo darías.

 - Eso solo lo sabrás cuando me lo pidas.

 - A lo mejor me lo vas a pedir tu a mi.

 - Yo no he pedido nunca, yo lo que quiero lo cojo.

 - Y si te dicen que no.

 - No me ha pasado en toda mi vida. Y basta de charla.

 Se levantó y se dirigió al baño, por el camino se levantó el camisón y me dejó ver su culo al aire: esto es parte de lo que me vas a pedir.

 Aunque ya lo había visto antes la visión fugaz del culo de Lola me dio un subidón tanto como para hacerme pensar si seguirla al baño y acabar allí con el juego pero me contuve, es más pensé, no voy a parar hasta que sea ella quien tome la iniciativa.

 Mi padre por cuestiones de trabajo se tuvo que ir unos días fuera de Madrid, lo natural habría sido que Lola se quedara a dormir en su casa pero no fue así, yo lo interpreté como una señal, como una manera de decirme ahora tienes la oportunidad sin decir nada.

 Apareció en casa como a las nueve de la noche, yo estaba preparando mi cena.

 - ¿Quieres cenar?

 - No gracias ya vengo cenada de casa.

 - Esta noche vas a dormir solita, ¿por qué no te has quedado en tu casa?.

 - Bien que lo siento, no me gusta dormir sola, y el venir ha sido para darte una oportunidad.

 - Una oportunidad de qué.

 - Tu sabrás.

 Estuvimos un rato de charla y a una hora temprana nos fuimos cada uno a su cuarto.

 Ya estaba yo metido en mi cama pensando en la oportunidad de la que me había hablado Lola, cuando llamó a la puerta.

 - Cariño si me haces el favor mañana me despiertas temprano que tengo hora en la peluquería.

 Venía con un camisón que yo ya conocía y que le había dicho que era el que más enseñaba.

 Una especie de camiseta corta que apenas le tapaba las tetas y que dejaba todo el vientre al aire y unos pantaloncitos como de boxeador.

 - Hoy por lo que veo vas a dormir con bragas.

 -No mi amor me las he puesto porque iba a venir a verte y no iba a venir con el mocho al aire, pero antes de meterme en la cama me las quito. Y tu ¿con que duermes?.

 En vez de contestarla levanté la sabana que era lo único que me tapaba y le dejé ver que yo también dormía desnudo. Tenía mi bandera a media hasta.

 Hizo un gesto cómico como si se hubiera asustado, se acercó a mi cama y me dio un besito de buenas noches, fue solo un piquito en los labios, pero que produjo un efecto instantáneo en mi verga.

 Cuando se incorporó se la quedó mirando.

 - Hay que ver como sois los jóvenes parece que tuvieras un muelle.

 Pensé que se iba a ir pero me equivocaba. Se inclinó de nuevo y me dio otro beso, delicado, fugaz, pero en la mismísima cabeza de la polla.

 - Buenas noches.

 Me dejó con un calentón del diez, no podía dormir, pensé en tocarme pero ya tenía un pensamiento taladrándome el cerebro.

 Desnudo como estaba me levanté y me fui al dormitorio de mi padre. Entre sin preocuparme del ruido y lo primero que hice fue encender la luz y retirar la sabana que cubría la desnudez de Lola. Ella, que estaba boca arriba no hizo el menor gesto de taparse.

 - No vengo a pedirte nada, vengo a follarte.

 - Si te digo la verdad me has tomado la delantera, si llegas a tardar un minuto más  habría sido yo la que me hubiera ido a tu cama. Desde que me dijo tu padre que no dormía en casa estoy cachonda perdida pensando que me vas a follar. Se que te tengo loco de deseo pero yo también estoy deseándolo.

 Pensaba yo pedirla que se pusiera de pie y me dejara verla desnuda, por mi cabeza pasó cuando se lo pedí a mi tía y lo que disfruté viéndola, pero no me hizo falta. Lola se levantó mientras me decía

 - Te voy a enseñar lo que te vas a comer. Nunca has tenido para ti un cuerpo como el mío. Te vas a volver loco. Vas a saber lo que es una mujer. Lo que no se es si va a ser mucho arroz para tan poco pollo.

 Me eché en la cama y Lola se plantó de pie a mi lado. La mata de pelo de sus ingles estaba a dos cuartas de mis narices y desde esa postura le veía las tetas desde la parte de abajo. Dos tetas llenas, ligeramente apoyadas sobre sus costillas, con lo pezones enhiestos y casi juntas en el centro.

 Cuando me disponía a prestar atención a su coño Lola me puso su pie izquierdo contra mi pecho, separó los muslos y con sus manos separó los labios de su sexo.

 - Nunca has podido ver un chocho como este, tan grande, tan jugoso, y tan follador. Fíjate lo mojada que estoy, me corre el flujo por los muslos.

 Era verdad el chocho de Lola brillaba como el charol y sus fluidos se desbordaban hasta humedecer sus muslos. Entre medias de su mata de pelo eran perfectamente visibles los labios menores que sobresalían como dos alas.

 Lola fue consciente de mi mirada embobada y fija. Ya tenía los labios de su chocho separados pero los abrió más.

 - Aquí es donde te quieres meter, míralo, te voy a volver loco cuando te tenga dentro de mi.

 Una vez me permitió observar su sexo con todo detalles se dio la vuelta y me ofreció sus nalgas, las movió ante mi como si estuviera bailando , con sus manos las separó para que yo pudiera ver su chocho y no solo eso, también su ano. Un botón cerrado y estrecho rodeado por una fila de pelo a cada lado que continuaba por la raja que separaba los dos cachetes.

 - Ves ese culito, pues me lo vas a pedir y vas a disfrutar como un perro pasándome tu lengua por él antes de cogértelo. ¿Nunca le has comido el culo a una mujer? Pues este va a ser el primero, cuando siento una lengua en mi culo pierdo el control y esta noche quiero perderlo.

 No se me pasó por alto que lo de verdad extraordinario del cuerpo de Lola era el paquete completo, una cara bonita, el cuerpo lleno, explosivo, turgente, una carne que pedía a voces ser acariciada. Los brazos fuertes de carne prieta, las tetas sublimes, la cintura estrecha y una ligera curva en su vientre, un escudo que me provocó comérmelo a mordiscos y por debajo una mata de pelo oscuro, rizado y denso que se desbordaba ligeramente por el interior de sus muslos. Por último me fijé en sus muslos para subiendo por ellos llegar a las nalgas. Sus muslos  a mi gusto perfectos, tirando a rellenos, fuertes, rotundos, estaban pidiendo a gritos ser acribillados a mordiscos y a caricias.

 No estoy hablando de una mujer perfecta, se que mi excitación me hacía ver como precioso lo que era simplemente normal, pero para un chico joven tener a su disposición un cuerpo como el de Lola y sobre todo escuchar las ofertas que la mujer le estaba haciendo eran motivo suficiente como para tenerme al rojo vivo.

 - Dime la verdad ¿has estado en toda tu vida follando con un tronco de mujer como yo?, ¿te has comido unas tetas o una nalgas como las mías?.

 - Lola tengo que decirte la verdad tu eres la primera mujer con la que voy a follar, soy primerizo.

 - Ay, que alegría voy a estrenarte, no te preocupes yo te voy a ayudar a que disfrutes, yo se que tu te vas a correr conmigo, lo que no tengo tan seguro es que tu me hagas correrme a mi.

 Cuando se dio la vuelta fijó su mirada en mi verga como hipnotizada. En ese momento ya estaba apuntando al techo.

 - Todo eso me vas a querer meter. No se si me va a caber porque la tienes muy gorda y yo aunque he follado mucho tengo el chocho muy estrecho.

 - Si tu me lo mandas no te la meto.

 - Si no me follas ahora mismo te mato, estoy muy cachonda. Pero te aviso, una vez hayas follado conmigo cualquier otra mujer te va a dejar insatisfecho. Este coño crea dependencia.

 - Voy a empezar comiéndome tus tetas.

 Lo primero que hice echar mano a sus tetas, una con cada mano, y las amasé mientras la mordía en el cuello. Noté como sus pezones crecían y se ponían duros como dos piedras por lo que decidí que era buen momento para comérmelos. Me lancé sobre ellos en picado y empecé a sorber el que me caía más cerca.

 - Yo se que mis tetas te tienen enfermo, he visto como me mirabas y se me mojaban las bragas,  pero el que te las comas me vuelve loca, chúpame los pezones, chúpamelos, sigue chupando, chupa fuerte.

 Mientras me deleitaba en su teta mi mano descendió lentamente por su vientre hasta llegar a mi primer objetivo, la mata de pelo que tapizaba su chocho. Tropecé con su mano, mientras yo le comía las tetas ella se estaba tocando. Al notar mi mano retiró la suya para dejarme el campo libre. Me recree jugando con sus rizos durante un momento antes de sumergir mis dedos en sus profundidades. Me encontré con un charco en el que embadurné mis dedos deslizándolos a lo largo de su raja.

 - Acaríciame la pepitilla, un poquito más arriba y quédate ahí que vas a sentir como se me pone gorda, cuando me pongo cachonda se engorda hasta parecer una judía. Tócamela.

 Seguí donde me había mandando Lola y efectivamente noté como entre mis dedos su clítoris aumentaba de tamaño, hasta el punto que lo cogí con mi pulgar y mi índice y empecé a acariciar el capuchón que lo cubría adelante y atrás como si hiciera una paja a aquel pequeño pene.

 - Quien te ha enseñado a hacer eso, sigue que me está dando mucho gusto, sigue por dios, sigue.

 Mientras hablaba, ella también maniobró, echó mano a mi verga pero en vez de cogerla por el tallo me agarró directamente el capullo.

 - Esta manzana que tengo en mi mano me la voy a comer entera. ¿Te la han mamado alguna vez?

 - Nunca

 - Yo te estrenaré.

 Al sentir sus caricias tuve miedo de correrme en ese mismo instante pero pasado un momento de pánico disfruté de lo que me hacía. Es más sentía oleadas de placer cada vez que Lola me apretaba.

 - Que sepas que no he venido a jugar con las manos.

 - Yo se a que has venido, has venido a follarme, estás loco por meter esta polla en mi coño. Pero me encanta ponerte cachondo antes.

 - Llevas toda la razón pero te tengo que hacer una petición quiero que me pidas que te la meta, que te folle, dime que estas loca por ofrecerme tu chocho. Pídemelo.

 - Eres un canalla, métemela, fóllame, lléname el chocho con tu polla, y si, estoy loca por darte mi coño para que te lo folles. Y por su cuenta añadió y para que sepas si lo has hecho bien y me has hecho correrme, yo te daré una pista, que será ofrecerte mi culo para que también te lo folles.  

 No quise pasar más tiempo en prólogos, me coloqué entre sus muslos y sin la menor delicadeza la penetré.

 - Que gorda la siento mi amor, mira que he soñado con este momento pero no creía que se te iba a poner tan gorda, me tienes el chocho lleno de carne.

 Dame bien duro que quiero que me lo revientes, dame bien de polla.

 Tengo la obligación para no contar fábulas, mi verga es absolutamente normal si acaso algo cabezona, pero lo mismo que yo le decía a Lola que tenía las mejores tetas del mundo entiendo que ella me correspondía alabando mi polla aunque estoy seguro de que ella se había comido docenas de rabos más grandes que el mío.

 Mientras hablaba había subido sus muslos hasta rodearme y noté como cruzaba sus pies a mi espalda, lo siguiente fue hacer fuerza para que mis ingles se aplastaran contra las suyas.

 - Que cachonda me has tenido estos días, pensaba que no te ibas a decidir y yo estaba deseando tenerte dentro y dártelo todo. En cada desayuno tenía las bragas empapadas.

 - Y por que no me lo has pedido

 - Porque soy una señora.

 - Una señora muy golfa y muy viciosa.

 - Ni golfa ni viciosa, puta y bien puta. Llevas razón soy una señora muy puta, me gustaría que pensaras de mi que soy la más puta de España. La más folladora y a la que más le gusta que se la follen. Y quiero que te vuelvas loco follándome.

 Yo había seguido entrando y saliendo de ella con todas mis fuerzas y estaba en un estado de excitación serena, estaba caliente pero al mismo tiempo tenía el firme propósito de seguir follándola hasta tener la certeza de que se había corrido.

 - Quiero que me digas cuando te estás corriendo.

 - Mi amor si haces que me corra lo vas a saber aunque yo no te lo diga.

 De una forma intuitiva porque era mi primer polvo lleve mi mano izquierda a lo largo de su nalga hasta alcanzar su culo, más exacto sería decir su ano, y empecé a acariciarlo, mi mano derecha la coloque entre el cuerpo de los dos y no paré hasta encontrarme con su clítoris y allí me quedé.

 Lo que empezaron siendo suaves gemidos por parte de Lola empezaron a ser gritos.

 - Fóllame , fóllame  hijo puta, que no respetas nada, pero fóllame que me estás subiendo mucho, me tienes ardiendo.

 De los gritos pasó a unos gemidos largos, cada vez más largos y más profundos y de repente cambió a una serie de convulsiones mientras me clavaba las uñas en mi espalda. 

 Hice ademán de salirme para con el capullo prácticamente fuera embestir como un animal mientras mis dedos apretaban su clítoris.

 Lola me correspondió con un grito desgarrador,

 - Me corro como una perra, me estoy corriendo pero sigue dándome polla, sigue, y méteme ese dedo en el culo, bien adentro, ya me viene, ya me viene me estas follando muy rico.

 Sus gemidos fueron a más y empezaron una serie de convulsiones cada vez más potentes, parecía transida por el placer, en el medio del fragor Lola pudo articular:

 - Si notas que me dan convulsiones, incluso que se me va la cabeza,  sigue follándome porque es que me estoy corriendo, pero tu sigue que lo que quiero es enganchar un orgasmo con otro. No pares de follarme hasta que yo te lo suplique.

 Volví a salir hasta que mi capullo estuvo a la entrada de su sexo y desde ahí lancé una estocada haciendo fuerza con los riñones.

 Lola me contestó con un gemido largo, mientras su cuerpo se desbarataba y le empezaban a dar una especie de convulsiones. Si no me hubiera avisado me habría asustado pero lo que esas convulsiones me dijeron fue que se estaba corriendo.

 - Dame tu leche, dámela que me he corrido muy duro y quiero sentir como me llenas el coño con tu leche, dámela. Mátame. Me sigo corriendo.

 En vez de hacerla caso me salí de ella y voltee su cuerpo hasta ponerla boca abajo.

 - Ahora quiero que te espatarres que te quiero follar desde detrás.

 Con Lola a cuatro patas y yo de rodillas entre sus muslos me dediqué un rato a pasear mi capullo por su entrada, bajaba  hasta el clítoris y subía hasta la entrada de su culo.

 - Estás pensando en follarte mi culo, eres un degenerado.

 - Me has dicho que si te corrías me lo ibas a ofrecer, ¿me lo ofreces?

 - Si, si, te lo ofrezco, si quieres puedes encularme, pero me gustaría que acabaras lo que has empezado y que me follaras hasta llenarme el coño con tu leche. Por favor vuelve a metérmela.

 Tener a Lola espatarrada frente a mi, con su culo en pompa y sus tetas colgando me pareció el mejor espectáculo del mundo pero lo que de verdad me tenía en el paraíso fue comprobar que era yo el que controlaba la situación,  que aquella mujer acostumbrada a mandar mientras follaba estaba entregada y que podría hacer con ella lo que yo quisiera.

 La volví a penetrar y mientras con una mano le agarraba la cadera,  mi dedo pulgar de la otra mano lo enterré en su culo.

 - Que hijo puta, no me creo que sea la primera vez que follas, me has mentido, pero sigue ahí y dame polla que me quiero correr otra vez y sobre todo quiero que me des toda tu leche.

 Lola con su cara apoyada en la almohada con su mano me cogió los huevos y desde ahí subió ligeramente como para acariciar mi ano. Me sentí morir.

 Ya loco de deseo y con la obsesión de darle mi leche empecé un mete y saca desesperado, bestial, violento, como si el mundo se fuera a acabar. En alguno de mis empujones la cabeza de Lola fue a chocar contra el cabecero de la cama.

 Los gritos del polvo anterior fueron un simulacro comparados con los de esta segunda embestida, Lola gritó como si la estuviera matando mientras exigía.

 - Dame tu leche, dámela, dámela toda que te quiero sentir. Me estoy corriendo otra vez.

 - Me voy a venir, me voy a venir y te voy a dar toda mi leche.

 - Se que cuando note tu leche entrando en mi cuerpo me voy a mear como una perra, ya me estoy meando, ven pon tu mano y vas a notar como me meo.

 Le hice caso y era verdad, Lola se estaba meando y no eran unas gotitas, era un chorro potente. Al sentirlo en mi mano una oleada de placer recorrió me cuerpo empezó en mi polla y fue subiendo hasta explotar en mi cerebro, en ese momento me fui, sentí como de mi polla surgía a borbotones una descarga de semen.

 - Te siento, siento tu leche entrando en mi coño, me estás matando de placer, que rico mi amor, tu puta se esta corriendo, me estoy corriendo muy duro, me corro mi vida, me estoy corriendo como una perra, no me des más que me vas a matar.

 No había acabado de hablar cuando entre convulsiones se desplomó sobre la cama.

 Estuvo cerca de dos minutos como desmayada, inerte. 

Supe que había vuelto en si cuando me dijo:

 - Hacía mucho tiempo que no me corría tan salvajemente, me has echado un polvo bestial, todavía tengo mi coño palpitando y gordo, eres un canalla.

 Nos quedamos los dos tumbados boca arriba recuperándonos del tremendo esfuerzo. Yo me sentía incapaz siquiera de parpadear, pero al mismo tiempo flotaba en un estado de felicidad absoluta.

 Lola rodó sobre su cuerpo hasta apoyar sus tetas contra mi cuerpo.

 - Me tienes todavía temblando, me has echado un polvazo, todavía siento tu leche dentro de mi coño. Eres una animal follando.

 - ¿Te has corrido rico?

 - Me he corrido como una perra, hacía muchos años que no estaba tan caliente y tan salida, me  he corrido tres veces, se me ha ido la cabeza y me he hecho pis. Eres una bestia follando. Además me tienes agotada.

 Dormimos como dos bebés, y cuando me desperté vi que tenía el coño de Lola a diez centímetros de mis narices.

 - Quiero que me comas el coño, me despierto cachonda y quiero tu lengua, méteme un dedo en el culo, en el culo, métemelo.

 Empecé a darle lengua y comprobé que lo que al principio no era mayor que una lenteja fue creciendo y creciendo hasta alcanzar como me había dicho Lola el tamaño de una judía. Su clítoris además estaba cubierto con una especie de capuchón que Lola se encargo de recoger con sus dedos. Hice fuerza con mi lengua para hacer subir y bajar el objeto de mis lengüetazos y ella me correspondió con sus habituales gemidos.

 - Me hubiera gustado echar otro polvo, pero no tengo fuerzas, comete mi pepitilla y haz que me corra otra vez.

 Esa primera vez que le comí el coño a Lola comprobé que con mi lengua era capaz de llevarla al orgasmo y además con facilidad, si es verdad que su clímax fue menos explosivo que el que alcanzó follando, pero llegó.

 - Te voy a hacer un desayuno para que repongas fuerzas.

 Cuando llegué a la cocina me la encontré de espaldas, con su glorioso culo al aire, yo también iba desnudo.

 Me acerqué por detrás y mientras le agarraba las tetas acerqué mi polla a su culo. Ella me correspondió abriendo los muslos.

 - Se lo que estás pensando, estás loco por darme por el culo. Eres insaciable.

 - Y tu en que estás pensando.

 - Estoy cachonda de ganas de que me des por el culo. Pero estoy agotada.

 Se dio la vuelta y me cogió la verga.

 - Tienes una polla divina, como a mi me gustan, gorda y cabezona (de la longitud no dijo nada, prueba evidente de que se las había comido más largas). Tuve un amante negro que tenía una polla el doble que la tuya, yo me relamía pensando en como iba a ser que me follara, pero con ese tamaño no se les pone de verdad dura y acabé dándole puerta.

 Y mientras me hablaba se arrodilló , se metió mi capullo en la boca y me agarró lo huevos. Fueron solo dos lengüetazos pero suficientes para que mi verga empezara a desperezarse.

 - Que vigor tenéis los jóvenes, vamos a desayunar que te estoy viendo las ganas de empalarme aquí mismo. Tienes más vicio que yo y mira que yo soy folladora.

 - Para que quedemos empatados quiero que me abras tu culo.

 - No me la vas a meter , verdad. Se que estas loco por darme por el culo.

 - He dicho para quedar empatados.

 Me dio la espalda y abrió sus nalgas para mi.

 Me lancé entre aquellas dos montañas de carne y mi lengua fue directamente a su ano.

 Le di una pocas lengüetadas y Lola me mandó parar.

 - Si sigues me la vas a tener que meter y quiero darte mi culo pero para eso me tienes que dar bien de lengua y tenerme ardiendo. Voy a dejar que te recuperes hasta el mediodía y a la siesta vas a empotrar tu polla dentro de mi.

 Como yo no estaba seguro de poder esperar hasta la hora de comer inventé una escusa y salí a dar un paseo.

 A mi vuelta me la encontré en la cocina, pero ya no estaba desnuda, se había puesto unos ligueros negros con unas medias con costura, por delante un pequeño delantal que no llegaba a cubrirle ni el coño ni las tetas y de remate unos zapatos de tacón.

 - Tu me quieres matar.

 - No cariño, solo quiero que estés todo el día tan cachondo como yo. Mira lo mojada que estoy.

 Pasé mi mano por donde debía y era verdad, estaba empapada.

 - Te has estado tocando.

 - No, pero he estado a punto porque en un momento me he puesto tan caliente que me han dado ganas.

 Comimos a la velocidad del rayo y Lola me dijo que tenía que  ir al baño.

Apenas unos segundos después entre yo, esperaba verla haciendo pis, pero la encontré sentada en el bidet.

 - Me ha duchado esta mañana  pero la primera condición para ser una buena amante es ser mas limpia que los corales. Me estoy lavando para ti. Y tu deberías hacer los mismo porque yo también me voy a comer tu culo.

 Le hice caso y tan pronto acabó ella tiré de jabón y agua y deje mis bajos impolutos, mientras tanto ella se había ido al dormitorio.

 Cuando entré esteraba encontrármela tendida boca arriba y desnuda. No acerté, seguía con sus medias, su liguero y sus tacones y estaba a cuatro patas en la cama con su culo apuntando a la puerta de entrada.

 Es esa una obsesión que me ha acompañado toda la vida, ver una mujer en perrito con sus carnes y en el caso de Lola su abundancia a mi disposición, entregada, para que yo haga con ella a mi capricho me pone enfermo. Sería la postura o mi excitación pero lo que sentí es que a Lola le había crecido el culo, en ese momento lo vi más ancho, más lleno, con las nalgas bien abiertas lo que me permitió ver la mata de pelo de su sexo y el caminito de hormigas que rodeaba su ano. En cuanto  a sus tetas la postura hacía que colgaran y le rebosaran por los costados.

 Para los que no sean expertos en la materia tengo que decir que hay anos y anos. Los hay oscuros como el carbón y arrugados, el de Lola era y es como un alfilerazo entre sus nalgas, casi del mismo color y sin una sola arruga.

 Me coloqué entre sus muslos, cogí su clítoris entre mis dedos y lancé mi lengua a la profundidad de su culo.

 Nada más tomar contacto, bajé hasta alcanzar su coño, me recreé en él un momento para volver a ascender hasta mi objetivo de ese momento.

 Mi otra mano sujetaba un muslo de mi amante para poder hacer fuerza y el primer síntoma que noté fue que Lola tan pronto notó mi lengua, empezó a sudar.

 Ya me había dicho que la volvía loca que la comieran el culo, pero no sabía yo hasta que punto. Ya conocía sus berridos pero tan pronto notó mi lengua lo que su garganta produjo fueron alaridos, como si la estuviera matando. Mientras gritaba su cabeza iba a un lado y a otro como si estuviera poseída.

 - Si me sigues dando lengua me vas a hacer correrme sin que me metas la polla, métemela, métemela ya.

 No le hice el menor caso, seguí amasando su clítoris entre mis dedos y fui combinando lengüetadas anchas que le cubrían todo el culo con ataques selectivos con la punta de la lengua como si intentara penetrarla.

 Señal evidente de su excitación fue que los dedos que jugaban con su chocho al momento estaban inundados, sentí su flujo correr por mi dedos y alcanzar la palma de mi mano.

 Los gritos de Lola pasaron a ser súplicas

 - Métemela, métemela ya que me tienes muy cachonda y con muchas ganas de polla, no seas hijo puta, métemela. Lléname el culo.

 Paré un momento para decirle

 - No te la voy a meter hasta que yo vea que ya te has corrido.

 - Eres un canalla, sigue dándome lengua y mete tus dedos en mi coño. Ay que rico te siento, me está viniendo me vas a hacer correrme, sigue que siento que me viene, me estoy corriendo mi vida, me vengo, me vengo toda.

 Y en ese momento en el que me anunciaba su orgasmo, cuando Lola se estaba corriendo solté mi presa y enfilé mi verga a su entrada posterior. Esperaba yo una resistencia feroz porque ni le había dado a ella ni me había puesto yo ningún lubricante, ella pareció adivinar mis pensamientos.

 - Mi culo no necesita de lubricantes, cuando note tu polla vas a ver como se abre. Empuja, empuja duro y verás me la clavas hasta el fondo.

 Dicho y hecho, su culo como su tuviera vida propia al sentir al intruso que pretendía perforarla se abrió de par en par y mi polla se deslizó sin dificultad hasta que mis huevos chocaron contra sus nalgas.

 Ahora era ella misma la que acariciaba su chocho.

 Lola era una caja de sorpresas, cuando se sentía empalada por el culo su tono se convertía en quejumbroso, como si en vez de hacerlo con su consentimiento estuviera siendo forzada.

 - Mi amor, me tienes el culazo lleno, me lo vas a dar de sí, trátame con cariño, siento que me las metido hasta el fondo, eres un atrevido, cogerte mi culo a traición, pero sigue por dios sigue dándome polla que me vas a hacer correrme otra vez. Cógeme las tetas y cuando empujes dame azotes en las nalgas, bien fuerte.

 Enhebrada con mis manos abarcando sus ubres de vez en cuando las soltaba para darle un azote en las nalgas. Ella los recibía con alegría y con excitación.

 El tono casi silencioso de principio fue transformándose tan pronto arreciaron mis embestidas y mis azotes. Ella ayudaba a la maniobra alejándose de mi cuando yo salía y abalanzándose contra mi polla cuando yo avanzaba.

 - Nunca más te voy a dar mi chocho porque a mi lo que de verdad me pone cachonda es recibir una buena polla por mi culo. Me estás matando y ya quiero sentir que me llenas. Sácame tu verga por la boca, destrózame, rómpeme el culo a pollazos que ya estoy muy arriba y siento que me corro, ay mi vida, que me estoy corriendo toda, me estás sacando la vida y me voy a mear, me corro y me meo y quiero sentir tu leche en mi barriga.

 La escena a Lola la tenía al borde del orgasmo y a mi también, de manera que me sumé a la fiesta

 - Te lo doy , te lo doy todo, siento como me estoy vertiendo en ti, me corro en ti mi vida.

 - Te siento, he sentido un borbotón, ahora quiero que te la saques y me eches lo que te queda en mis nalgas, quiero sentir tu leche caliente en mi cuerpo.

 Otras dos o tres descargas fueron a parar a sus nalgas y hasta a su pelo y ella los recibió con gemidos de placer y al grito de

 - Me sigo corriendo, me sigo corriendo al sentir tu leche. Échamelo todo, lléname, lléname con tu leche .

 Me acoplé a su espalda y sujetándole las tetas estuve un buen rato mientras ella de vez en cuando resoplaba y me decía:

 - Me has follado muy bien, a mi el tomar por el culo me da más placer que follar, lo veo más guarro, más sucio y me vuelve loca.

La vuelta de mi padre     

 Teniendo la seguridad de que había encontrado la máquina de follar más letal del Universo toda mi energía física y mental solo se orientaba a un objetivo, estar dentro de Lola. Su furor uterino se me debió contagiar porque no encontraba momento en el que no deseara volver a follármela.

 Con mi padre en casa la cosa se complicó algo, Lola seguía viniendo a casa a dormir en su cama y tan pronto él se había ido a trabajar venía a la mía a que los dos nos sacáramos la bestia que nos esclavizaba.

 Una tarde mi padre con toda inocencia me confesó que después de una conversación con su amante ella había rebajado sensiblemente sus demandas de sexo lo que el interpretó como un rasgo de cariño por parte de ella.

- Ya no me pide sexo cada noche y no sabes lo que eso me ha aliviado, es una mujer maravillosa. Yo antes llegué a creerme que a por lo único que venía era a por sexo pero ahora viene a dormir y a charlar conmigo.

Lola resultó ser una manipuladora de primer orden, su objetivo era follar conmigo a diario pero no dudó en engañar a mi padre y hacerle creer que le importaba y para ello su demostración fue ir disminuyendo sus demanda sexuales hasta reducirlas a un o dos polvos semanales, más lo primero que lo segundo. Por su parte mi padre no estaba en edad de hacer grandes excesos y la reducción de la demanda le hizo feliz.

Con ese programa de festejos pasamos casi tres años, mi padre yéndose al trabajo y Lola viniéndose a mi cama.

Yo, aunque follaba a diario, no era feliz. Me atormentaba saber que engañaba a mi padre y por encima de eso, que era cómplice de una mujer que todo lo que quería, y puedo decir que de una manera enfermiza, era tener una polla dentro. Y cuando digo dentro me refiero a dentro de su culo. A Lola le ponía cien veces más ser sodomizada que cualquier otra practica sexual. Pasamos semanas y semanas en las que lo único que me ofrecía era su culo. También he de reconocer que estos pensamientos bondadosos se me pasaban tan pronto la tenía espatarrada pidiéndome que la penetrara.

Una mañana como tantas otras cuando andábamos en las maniobras previas a que me cogiera su culo,  sonó mi teléfono, es verdad que yo ya había hecho mi tarea y tenía a Lola berreando de placer y pidiendo que la llenara, la noticia que me dieron me dejó de piedra. Mi padre había sufrido un infarto en el trabajo y le habían llevado en ambulancia al Hospital Clínico.

- Mi padre ha sufrido un infarto. Está en el Hospital.

- Sigue con lo que estabas haciendo que nosotros no podemos hacer nada, estará en buenas manos.

- Pero como puedes decir eso.

- No me vas a dejar así, me has puesto cachonda y ahora tienes que cumplir.

No soy nada violento pero en ese momento dudé si lo que tenía que hacer era cruzarle la cara. La hija de puta ponía su placer delante de lo que fuera.

La  miré a la cara y todo lo que vi fue deseo, vicio, su propio placer por encima del dolor ajeno.

Me vestí a toda prisa y llegué al Hospital tan rápido como pude, nasa más llegar me dijeron que mi padre había fallecido en el trayecto hasta el Hospital, nada se pudo hacer.

Todos los trámites que acompañan a estas desgracias son muy desagradables en mi caso más porque los tuve que hacer yo solo. Enterré a mi padre en el Cementerio de Carabanchel en la misma tumba que mi madre. Al entierro acudieron cuatro compañeros de trabajo y nadie más. Lola siguiendo su estrategia de proteger su pensión tampoco fue. En esos momentos vi con toda nitidez que había estado compartiendo cama y sexo con un monstruo, con una mujer que todo lo que quería en su vida era follar, y la odié. Me inundó una tristeza infinita y una gran preocupación sobre mi futuro una vez que había decidido no volver a dirigir la palabra a Lola.

Hundido como estaba, en un día lluvioso y oscuro por el camino que llevaba a la tumba de mis padres vi acercarse a un ser luminoso, angelical, divino. Mi tía Teresa avanzaba hacia mi, vestida de negro de pies a cabeza. Venía en traje de chaqueta , la falda estrecha se abrazaba a sus caderas, camisa blanca y medias también negras. Me pareció una diosa. Su cara era de tristeza pero al cruzar su mirada con la mía sus ojos se iluminaron. En ese momento me pareció la mujer mas bonita del Universo. Mi inocencia perdida.

Acabada la ceremonia los compañeros de mi padre desaparecieron. Teresa y yo refugiados bajo el mismo paraguas tomamos el camino hacia la salida.

- Muchas gracias por venir , tía.

- No te iba a dejar solo en este momento. Aunque hayamos estado distantes sabes que te quiero mucho.

- Quieres que tomemos un café.

- Si, tenemos muchas cosas de las que hablar.

Salimos del Cementerio y paramos en el primer bar que vimos.

- Bueno , dime que has hecho estos años.

- Llevo tres años estudiando cocina, este verano acabo y pienso ponerme a trabajar, ahora con más razón. Y a ti que tal te va.

- Sigo con la panadería aunque ahora también hago pasteles, me va bien.

Y después de charlas de mil y una cosa, Teresa, creo que para distender el triste momento me dijo de sopetón.

- Sigues pensando en casarte conmigo.

- Ay Teresa, el jovencito que pasó un verano en el pueblo ya no existe, además ahora se que no te merezco. He perdido la inocencia.

- Pues que sepas que durante estos años he vivido con gozo el que tu me iba a pedir en matrimonio aunque fuera una pura farsa. Teatro, puro teatro, como la canción. Vente unos días al pueblo y descansa de todo este trajín.

- Me dejas un cuarto en tu casa.

- La casa es tan tuya como mía, era de tus abuelos y ahora es tuya y mía. Puedes ir cuando tu quieras y no tienes que avisar.

Me la quedé mirando y vi en ella un Ángel, un ser luminoso y limpio, una persona antagónica con todo lo que me había rodeado los años anteriores.

Estuvimos un buen rato charlando y su compañía me quitó de la cabeza todos los malos pensamientos y la sensación de suciedad que me dominaba.

Juro por dios que sin la menor malicia, sin la menor mala intención acepté la invitación de mi tía y juntos y contentos nos fuimos a toda prisa a la Estación de Autobuses. Aunque el pueblo está cerca el viaje es pesado por que el autobús para en todos los pueblos del camino.

Yo, agotado por todo lo sucedido y por los mil pensamientos que pasaban por mi cabeza me quedé dormido sobre el hombro de mi tía. Me desperté cuando mi tía me estaba acariciando la cabeza, con una dulzura infinita, con cuidado de no despertarme, enredando sus dedos entre mi pelo.

No recuerdo las caricias que en su día me hizo mi madre de manera que estas fueron las primeras caricias maternales que sentí en mi vida y la verdad es que me llevaron a un estado de felicidad serena, de sentirme protegido y de saber que estaba en un lugar seguro.

Me despertó cuando llegamos al pueblo. Los dos solitos caminamos por las calles desiertas hasta llegar a la casa. Estaba anocheciendo.

- Hoy quiero que veas en mi a tu madre, es un día muy triste para los dos, tu has perdido a tu padre y yo a mi único hermano. No voy a preparar ninguna habitación para ti, vas a dormir conmigo, no como la última vez que estuviste aquí, pero si en la misma cama. Si quieres te preparo algo de cena.

- No quiero cenar, estoy agotado.

- Pues vete al cuarto y duerme, yo tengo que terminar algunas cosas.

Me fui a su habitación y me quedé dormido al instante. Para no romper el encanto del momento y al no haber llevado equipaje me dejé los calzoncillos.

No supe a que hora vino Teresa al dormitorio, ni cuando se metió en la cama, sí noté, a no se que hora, que dormíamos abrazados, como dos huérfanos que necesitan del calor del otro para sobrevivir.

A la mañana siguiente me despertó el olor a pan recién hecho. Me vestí y me fui al obrador, Teresa estaba en plena faena.

- Ayer no tuve la delicadeza de decirte que estás muy guapa.

- Pues sigo soltera y sin compromiso. Tuve un marido pero solo unos días.

- Eso es porque eres muy antipática, pero estás más guapa que nunca.

- Ya te ha salido tu vena zalamera.

- Te doy mi palabra de honor que no, estás más guapa de lo que yo recordaba.

Era verdad. Me pareció la mujer más guapa del mundo.

El poder de evocación de los olores es infinito, el volver al mismo sitio, el olor a pan en el horno, y el volver a ver a mi tía en la faena me devolvió al feliz verano de hacía unos años.

El día pasó visitando a familiares más o menos lejanos, comimos en casa de uno de ellos y por la tarde continuamos con las visitas. Volvimos a casa casi anochecido y esta vez si Teresa preparó una cena ligera.

- Si quieres quédate un rato viendo la tele, yo mañana como sabes tengo que madrugar.

- Yo mañana también voy a madrugar, quiero ayudarte. Nos vamos a dormir ya los dos.

Una vez los dos en la cama, Teresa con un camisón largo y yo en calzoncillos fue ella la que rompió el fuego.

- Estoy muy feliz de que hayas venido y quiero que sepas que has sido muy importante en mi vida.

- Por qué

- Porque me has hecho creer en mi misma. Me has hecho ver la vida de otra manera, contigo me he sentido que puedo gustar a los hombres, que soy bonita y valiosa, y eso me ha ayudado mucho. ¿Te puedo dar un beso de buenas noches?

Antes de que yo contestara, se había acercado a mi y había clavado su boca en la mía. Fue un beso largo y profundo pero al mismo tiempo sereno y limpio.

- No te sientas atacado, pero es que necesitaba besarte. Ahora a dormir.

Yo no pude conciliar el sueño, hacía la comparación entre lo que habían sido mis últimos años, de sexo en sesión continua y engaños y mentiras y lo vi como un pasado oscuro en comparación con lo que ahora estaba sintiendo. No me atrevía tocar un pelo de mi tía, tampoco estaba excitado, estaba en el paraíso.

Ala mañana siguiente Teresa me despertó cuando ya tenía preparado el café. La encontré en la cocina con el mismo camisón con el que había dormido y sentí el placer de lo ya visto y disfrutado. Mi mente volvió a unos años atrás cuando mi felicidad era estar enamorado de mi tía. Y de nuevo me sentí en la gloria. Acabado el desayuno nos fuimos a la tarea.  

Mientras amasábamos Teresa me dijo:

- Somos como dos adolescentes, nos da miedo empezar donde lo habíamos dejado, somos dos cobardes y dos miedosos.

- Yo no es que tenga miedo, tengo pánico.

- A qué

- A molestarte, a que no me entiendas, a que te haga sentirte incomoda además han pasado muchas cosas que me hacen pensar que no soy una buena compañía.

- ¿Has asesinado a alguien?

- No pero no estoy satisfecho de lo que he hecho estos años.

- No quiero saberlo.

La miré y de nuevo me pareció la mujer mas bonita del mundo,  los años transcurridos la habían madurado, la veía más mujer, más plena, más segura y más inaccesible. Solo el estar a su lado era para mi suficiente recompensa.

Trabajamos toda la mañana y para mi disfrute pude ver a mi tía con uno de sus vestiditos ligeros amasando pan, con sus brazos al aire y sudando. El amasar pan es un trabajo duro en el que uno acaba exhausto. Me asombraba la fortaleza de mi tía porque yo acababa más cansado que ella.

Siguiendo la rutina de cuando estuve aquel lejano verano después de comer Teresa me dijo que se iba a echar la siesta, habló en singular, ella se iba a echar la siesta, pero yo la seguí como un perrito faldero. Ya en la cama me dijo:

- Tomás yo creo que los dos sabemos lo que va a acabar pasando, y ninguno de los dos quiere evitarlo, porque los dos lo estamos deseando, lo que si te pido es que tengas paciencia, no lo quieras todo el primer día, sigo siendo la misma inexperta que dejaste y sigues siendo el único hombre que me ha acariciado y que me ha visto desnuda. Y tengo un miedo horrible a que nos salga mal.  Tu ya no eres un niño, tu eres un hombre y yo soy una mujer pero una mujer miedosa. Además podría ser tu madre, todo está en nuestra contra.

 - Teresa yo también tengo miedo pero nada puede salir mal porque yo te adoro y no voy a hacer nada que pueda incomodarte. Me gusta saber que soy el único hombre que te ha visto desnuda y quiero seguir siendo el único toda tu vida. Te amo.

 Hicimos lo que mejor sabíamos hacer: besarnos y abrazarnos, sentir nuestros cuerpos empotrados el uno en el otro.

 Con nuestras lenguas enroscadas y nuestros cuerpos juntos solo me atreví a llevar mi mano a acariciar sus tetas pero por encima de su camisón. Me pareció que en los años pasados Teresa había adelgazado algo, o quizás fue que acostumbrado a las tetas de Lola, las de Teresa me parecieron algo más pequeñas.

 - Tomás, me empieza a dar vértigo, quedémonos donde estamos, yo ya soy feliz y quiero seguir siéndolo. Cada día daremos un pasito adelante si estamos de acuerdo los dos.

 - Vuelves a querer ser mi mujer.

 - Soy tu mujer desde el día en que me lo pediste. Nadie me ha puesto una mano encima. Aunque te parezca ridículo me estoy guardando para ti.

 - Pues mi mujer siempre que duerme conmigo duerme desnuda.

 - Dame tiempo, esta noche dormirás con tu mujer.

 Aunque parezca increíble, abrazados y felices como dos tortolitos nos dormimos.

 Esa noche nos fuimos a la habitación al mismo tiempo y con la luz encendida Teresa se fue quitando la ropa, no era mucha, un vestido y debajo un sujetador coqueto y unas braguitas a juego. No pude evitar pensar en la ropa interior que yo recordaba de mi tía y tuve la seguridad que la que se acababa de quitar era un homenaje a mi persona.

 El tiempo mínimo en el que Teresa se quedó desnuda, de pie, delante de mi fue suficiente para comprobar que los años la habían mejorado, estaba un poco más delgada pero la curva de su cintura, la rotundidad de sus caderas, el regalo divino de sus pechos, seguía en su sitio.

 Quizás recordando el pasado mi tía se me quedó mirando y levantó sus brazos por encima de su cabeza, el resultado, sus tetas se elevaron y me permitió ver que en sus axilas seguía manteniendo los dos mechones de pelo que tanto me habían excitado.

 - Se que te gusta que no me depile las axilas, mira, me las he dejado así para ti.   

 Durante todo el proceso mantuve mi mirada fija en su cuerpo. Yo a mi vez me quité la camiseta, los pantalones y los calzoncillos. Esta vez mi verga no salió disparada hacia el techo.

 Nos metimos en la cama y tan pronto empezamos a besarnos nuestras manos tomaron vida propia, lo empecé por acariciarla las tetas y a pellizcarle los pezones, Teresa me contestó con una respiración apresurada y ligeros gemidos, mientras ella me abrazaba.

 Ahora si tenía las tetas desnudas de mi tía a mi entera disposición. 

 Cuando mi mano descendió por su vientre Teresa decidió actuar. Yo llegué a sus ingles cuando la mano de Teresa me cogió la verga. Desde el episodio anterior yo había adquirido una experiencia digna de ser aprovechada.

 Mis dedos recorrieron su monte de Venus, disfrutando de acariciar el pelo que lo alfombraba, lo hice con lentitud, con suavidad, hasta con una cierta crueldad al no llevar todavía mis dedos donde ella estaba deseando.

 Mi tía en una voz que apenas podía oír me dijo:

 - No me martirices, por favor tócame, tócame ya. Estoy ardiendo de deseo.

 Un instante después ya los tenía enterrados en el sexo de Teresa.

 Su reacción fue abrir sus muslos tanto como pudo.

 Empleé todas la mañas que había aprendido y no me fue difícil llevar a mi tía a un estado de paroxismo. Teresa recibió mis caricias sin gritos ni jadeos, yo pensé que era que le daba vergüenza.

 Cuando fue aumentando su calentura se atrevió a decirme muy bajito:

 - Me estas matando mi amor, es muy rico lo que me estás haciendo, no pares por dios, sigue, sigue. Te gusta lo que te hago yo a ti, no quiero ser egoísta. Dime si te gusta. Te quiero dar tanto placer como me das tu a mi.

 - Me encanta Teresa, no me podrías acariciar mejor.

 Y bajito a mi oído me preguntó:

 - Cuando te metas dentro de mi , cuando follemos,¿me vas a dar más gusto?

 - Si mi amor, nos va a dar más gusto a los dos. Cuando estés dispuesta dímelo.

 - No puedo imaginar sentir más placer que el que me estas haciendo disfrutar, siento que se me va la cabeza, voy a tener un orgasmo.

 Para facilitarle el discurso, pregunté:

 - ¿Te vas a correr?, mi amor.

 - Si, me voy a correr, ya me estoy corriendo, nunca me había corrido tan duro, por favor no pares ahora, dame un poco más fuerte que me estoy derritiendo de gusto.

 Sus pudores se redujeron al sentir la oleada de placer.

 - Me corro, me corro, me estoy corriendo, mi hombre me esta tocando y yo me estoy corriendo, que gusto mi amor, que rico estoy sintiendo, ya, ya, ya me estoy viniendo, por dios no sigas que me matas. Déjame ahora a mi que yo te de placer.

 Me hizo una paja con cierta torpeza pero que a mi me produjo un placer infinito.

 - Que cantidad de leche, mi amor, te han salido cuatro o cinco borbotones y verla salir me ha puesto caliente.

 Una vez que estábamos los dos boca arriba recuperándonos del esfuerzo, Teresa me dijo:

 - La última vez que me corrí fue cuando me tocaste tu, yo no se cómo darme gusto sola, si, ya se que me tengo que tocar, y me he tocado pero no consigo darme gusto. Si embargo cuando me tocas tu me muero de placer.

 A la mañana siguiente Teresa en vez de levantarse a preparar el desayuno me despertó mientras ella seguía en la cama.

 - Tomás, Tomás.

 - ¿Ya es hora de levantarme?

 -Si, pero antes te quiero pedir un favor, me da un poco de vergüenza, me gustaría que me tocaras como me tocaste anoche, tengo muchas ganas, me diste mucho gusto.

 - No, no te voy a tocar esta mañana.

 Puso cara de tristeza como el de una niña a la que se le quita un juguete.

 - Ya te has cansado de mi.

 Sin contestarla me bajé a los pies de la cama, abrí sus muslos y lancé mi lengua al centro de su sexo. He de decir que en cuanto al sexo oral soy un autentico maestro. Empecé con lengüetadas anchas que abarcaban todo su coño, sentí como mi objetivo empezaba a licuarse. Bajé a lo largo de su periné y llegué con mi lengua a su culo. Cuando lo alcance y me quedé un rato en él, oí a mi tía decir:

 - Eres un guarro, no se si lo sabes pero lo que me estás chupando es el culo.

 Paré mi tarea para aclararla:

 - Se perfectamente lo que me estoy comiendo, es tu culo, tu ano, y me encanta. Si te resulta violento dímelo y cambio de sitio.

 - No por dios no cambies que me estás dando mucho gusto, siento que se me derriten las piernas, pero eso no quita para que seas un guarro.

 - Te gusta que sea un guarro.

 - Me encanta, sigue Tomás, sigue por dios.

 Y yo seguí, y seguí hasta que mi lengua notó que el cerrojo que guardaba su intimidad se relajó, en ese momento volví adonde había empezado y le di lengua de arriba abajo, de izquierda a derecha y de fuera adentro, por que la punta de mi lengua se introdujo entre sus labios como si pretendiera violarla.

 Paré un momento para decirla:

 - Quiero que me digas cuando te estás corriendo, porque el que tu te corras es mi máxima felicidad.

 - Eres un demonio, nunca había sentido nada tan rico, me estás volviendo loca y me tienes muy cachonda ( fue la primera vez que la oí decir que estaba cachonda) siento que me viene, mi vida, siento que me viene y que me vas a hacer correrme, sigue, sigue que siento que estoy muy excitada y ya tengo ganas de correrme, ya no me puedo esperar, me estoy corriendo, me estoy corriendo mi amor, me matas de placer, me corro, me corro, me corro.

 Sus ultimas palabras coincidieron con un apretón de sus muslos a mi cabeza un apretón bestial que se mantuvo por un buen rato antes de que todo el cuerpo de Teresa se desmadejara.

 - No se si voy a poder soportar tanto placer a diario. Me tiembla todo el cuerpo y estoy sin fuerzas. Te adoro Tomás. Me da mucho gusto todo lo que me haces. Quieres que te toque yo a ti.

 - No mi amor, mi placer hoy ha sido ver como te colmo de placer, vamos a desayunar y antes quiero que me enseñes tu culo.

 Se levantó de la cama, se puso al borde y se inclinó hacia delante mientras con sus manos se separaba las nalgas.

 - Tienes el culo más bonito del mundo, algún día me lo comeré.

 - Ya te lo has comido hoy.

 - Lo que he querido decir es que algún día yo te pediré que me dejes entrar en el , cogérmelo.

 - Tu y yo sabemos que te lo voy a acabar dando todo y si mi culo te da placer yo te lo voy a regalar.

 - Teresa para que no te resulte embarazoso, cuando tengas ganas de recibir placer no tienes que andarte por las ramas, basta con que me digas : Tengo ganas, y yo ya sabré qué debo hacer.

 Desayunamos y nos fuimos a la tarea, yo creo que los dos sabíamos lo que iba a pasar, creo que con mi misma idea Teresa puso el horno al rojo vivo y cuando más calor hacía con toda naturalidad se quitó su vestido y se quedó en pelota. Ni que decir tiene que yo hice lo mismo. Y así los dos desnudos creo que hicimos la mejor hornada de pan de la historia del negocio.

 Cuando habíamos acabado ella vino a sentarse en mis piernas, rodeó con sus brazos mi cabeza y me dio el beso más dulce que yo haya recibido en mi vida, cuando se cansó de enredar su lengua en la mía, se separó unos milímetros y me dijo:

 - Tu me prometiste pedirme en matrimonio y quiero que cumplas como un hombre.

 No lo dudé un instante.

 - Teresa , mi amor, te quieres casar conmigo.

 - Si , mi niño, me quiero casar contigo, quiero entregarme a ti, quiero dártelo todo, quiero que tomes posesión de este cuerpo que he estado guardando para ti y quiero que compartamos el resto de nuestra vida juntos.

 Se que en ese momento los dos vivíamos en un estado de felicidad total, lo que no sabíamos es lo aquel simulacro de compromiso nos deparaba.

 Con mi tía sentada en mis piernas, los dos desnudos entre el delicioso olor a pan, mi fino olfato reconoció otro olor que me era familiar, acerqué  mi cara a su axila y hundí mi nariz en ella. Olía a limpio y a la vez a vida, a futuro, a entrega, a sexo y por encima de todo a mujer. Pensé que si pudiera fabricar ese perfume me haría el hombre más rico del mundo.

 - ¿Que haces?

 - Te estoy oliendo.

 - Me he duchado esta mañana, a qué huelo.

 - Hueles a vida, a sexo y a limpio, me excita tu olor.

 Dos adultos que se gustan y que tienen todo a su favor para saciar sus deseos no es normal que sigan el tortuoso camino que seguimos Teresa y yo, más aún cuando cada noche dormíamos juntos y desnudos. La cercanía de nuestros cuerpos hacía saltar chispas, y gozábamos teniéndolos juntos, parecíamos dos koalas, todo el día abrazados y tocándose, pero ni un paso más.

 Yo que durante casi cuatro años había tenido en mi cama una mujer reclamando sexo, por extraño que parezca no estaba ansioso, estaba en una especie de nirvana, que según los budistas viene a ser una especie de incorporación a la esencia divina, la felicidad plena sin necesidad de nada.

 El descubrimiento del placer del sexo aunque no fuera completo llevó a Teresa a una especie de vuelta a su adolescencia, a disfrutar de todas aquellas cosas de las que no había disfrutado en su juventud. Conmigo todo le parecía nuevo y gozoso. Las peleas simuladas, los besos fugaces, las caricias más inocentes, las cosquillas, el dormir con su cabeza apoyada en mi pecho, todo para ella parecía nuevo y gozoso.

 En ese ambiente algo había aprendido mi tía. Su comportamiento era de una naturalidad casi diría animal. En los momentos más insospechados, cuando estábamos viendo la televisión, o en el medio de nuestra tarea se quedaba parada y me decía con una vocecita angelical: Tengo ganas.

 Tan pronto ella me lo decía yo hacía cuanto estaba en mi mano ( y nunca la expresión viene tan a cuento ) por darla placer. Y se lo daba. Y al contemplar su gozo yo era feliz. Esa misma naturalidad le llevaba a sin necesidad de mediar palabra a echar mano de mi miembro para acariciarme hasta comprobar que me había llevado al éxtasis.

 Ahora pienso que pasamos una larga temporada como dos adolescentes que se desean y que se limitan a acariciarse, como si el dar el paso siguiente les diera miedo o como si pensaran que reservar el combate final formaba parte del placer mismo.

 En esa etapa y al haber incorporado yo a mi repertorio el sexo oral, Teresa quiso corresponderme porque una de sus preocupaciones era no ser egoísta, no limitarse a recibir placer. Ella quería entregarlo en la misma proporción.

 Una noche en la que yo me la acababa de comer entera, en la que mi lengua se había adueñado de su rincón más intimo, una vez que ella entre gemidos se había corrido, cambió su postura por la mía. Se colocó entre mis piernas y empezó imitándome , empezó dándome lametadas en la cabeza de mi verga. Nada más empezar paró un momento para decirme:

 - Tienes un juguito muy rico, tu también te mojas cuando estás excitado.

 Una cosa llevó a la otra y un momento después se había metido mi polla en la boca y me estaba subiendo al cielo.  Toda su inexperiencia la compensaba con su disposición y el resultado era para mi demoledor, sentía que la vida se me iba.

 En mitad del proceso Teresa paró para decirme:

 - Me quiero comer toda tu leche, quiero que me la eches en la boca, chupártela me está poniendo muy cachonda.

 Tuve la delicadeza de avisarla.

 - Me voy a correr mi amor, me voy a correr y te voy a dar toda mi leche.

 Y se la di.

 Un instante después Teresa me estaba besando, nos dimos un beso de los acostumbrados y mientras yo le acariciaba las nalgas Teresa me dijo:

 - Nos hemos bebido tu leche los dos, me he puesto muy caliente pensando que teníamos tu leche en la boca los dos. Te has comido tu leche. Ya no eres tu el único guarro, me has vuelto guarra a mi.

 Me lo contó como si hubiera hecho una travesura, un juego que la había hecho feliz y que la había excitado.

 Una noche que parecía normal, en la que Teresa hizo algo que le gustaba mucho hacer, ponerse a caballo encima de mi para ofrecerme sus tetas, estaba yo gozando de mordisquear sus pezones mientras con mis mano acariciaba su nalgas. A Teresa en esas circunstancias le gustaba restregar su sexo contra el mío. Se echaba adelante y atrás y hacía que mi polla se deslizara a lo largo de su coño. Quité mi mano de su nalga, cogí mi polla y ahora fui yo el que empezó a deslizar mi glande por su entrada, en algún momento hice hasta el simulacro de meterme en ella.

 Era la primera vez que usaba la punta de mi polla para excitar la entrada de su sexo y por su reacción le gustó.

 - Que rico lo que me está haciendo, sigue, sigue que me estás dando mucho gusto.

 Seguí un rato en el cual a la vez que iba arriba y abajo en ocasiones hacía el simulacro de meterme en ella. Me colocaba en el umbral de su sexo y empujaba hasta notar como su ojal rodeaba mi verga.

 - Que gusto me estás dando mi amor, siempre me haces cosas que me vuelven loca, sigue, sigue.

 Después de dos o tres intentos fingiendo penetrarla coloqué mi polla en su entrada y entré, apenas unos centímetros, pero entré.

 - Mi niño esta noche está loco por metérmela.

 - Si, mi amor, si tu me dejas.

 - Métemela, métemela toda, yo también estoy loca por que me folles.

 Enfilé a su entrada y fue ella la que poco a poco fue bajando para empotrarme en sus carnes. Lo hizo despacio, pero en ningún momento paró hasta que sus ingles chocaron contra las mías.

 - Me tienes llena mi amor, me has llenado con tu polla.

 - ¿Te he hecho daño?

 - Me has dado mucho más gusto que daño. He sentido un poquito de escozor al principio pero ahora estoy en la gloria. Quiero que nos demos la vuelta porque quiero que seas tu el que me folle a mi. El que me monte. Mi dueño.

 Sin salirnos nos dimos la vuelta hasta estar yo encima de ella.

 - Quiero darte placer, quiero que me folles, quiero ser tu mujer de verdad , hasta ahora solo hemos sido novios. Hoy voy a ser tu mujer. Tu hembra.

 Me agarré a sus caderas y empecé a entrar y salir con toda delicadeza, deslizándome dentro de ella.

 - Me estás matando de placer, que rico mi vida, que rico sentirme llena de ti, dame más duro.

 Cuando se está follando hay un momento en el que se pierde el sentido de la entrega, en el punto de no retorno en el que lo que uno busca es su placer y no hay fuerza humana que impida el conseguirlo. Yo había llegado.

 Me lancé a entrar y salir como un animal, sin respetar nada y mi mujer me correspondió chillando. Pero chillando con sordina, como si quisiera ser discreta. Gritaba y gemía y todo lo que sus gritos me decían era que estaba gozando. Nuestro esfuerzo produjo otro efecto que contribuyó a calentarme, Teresa empezó a sudar y su olor inundó la habitación.

 - Fóllame, fóllame toda, que me estás dando mucho gusto, ya no te voy a volver a pedir que me toques, te voy a pedir que me folles porque me estás llevando al cielo, mi amor, me estás matando de placer, siento que me vas a hacer correrme, no te voy a poder esperar mi vida, me estoy corriendo  siento que se me va la cabeza, me estás matando, me corro mi vida me corro y quiero sentir como me echas tu leche, échamela, por dios échamela.

 Acudí a su llamada

 - Yo tampoco me puedo esperar más, me voy a correr mi vida, te lo voy a dar todo, todo te lo doy, ¿sientes mi lechita?

 - Si, la siento, siento que me estás llenando y me muero de placer, dios que rico es que me folles.

 Una vez recuperados Teresa tomó la voz cantante:

 - Este tiempo que te he estado esperando no podía yo ni en sueños pensar el gusto que me iba a dar el estar contigo. Ahora pienso que debimos consumar nuestros deseos aquel verano y eso que llevaríamos ganado. Figúrate la de veces que podíamos haber disfrutado como hemos disfrutado hoy.

 - Yo creo mi amor que no hubiera sido igual, yo era casi un niño y tu ya eras una mujer, ha hecho falta este tiempo para que los dos sepamos valorar lo que tenemos por encima de lo que piensen los demás.

 - Tu me vas querer siempre, hasta cuando yo sea vieja.

 - Yo te voy a adorar toda mi vida.

 Lo que vino a continuación y por continuación me refiero a los próximos años, fue una relación de amor y e respeto mutuo. Mi vida cambió de una sesión de sexo duro diarioa disfrutar de mi mujer y ella de mi como una pareja que se ama. No digo que no tuviéramos sexo, lo teníamos casi a diario, pero no como una pulsión animal sino como la prueba del amor que nos teníamos.

Yo pasé de follar como una bestia a hacer el amor con la mujer que amaba.

 Muchas cosas pasaron en ese tiempo pero lo más a destacar es que tanto Teresa como yo pasamos a vivir una vida distinta en la que el foco principal era disfrutar el uno del otro, con la mayor naturalidad del mundo satisfacíamos nuestros deseos, éramos como dos adolescentes en una isla desierta descubriendo los placeres del sexo y gozando de ellos.

 Yo inevitablemente hacía la comparación entre lo que había sido mi vida anterior y la actual. Lola era una enferma, ahora lo veía claro, una ninfómana que no conocía el afecto y menos el amor. Su única bandera era el sexo.

 Teresa por el contrario era el amor en estado puro, el deseo de hacerme feliz en todos los ordenes de la vida, incluido el sexo que ella había descubierto como una experiencia gozosa y de la que disponía de acuerdo a sus deseos.

 Tanto ella como yo aprendimos a disfrutar de las cosas más simples, siempre que las hiciéramos juntos. Ir al cine, dar un paseo por el campo, darnos el lujo de ir un día a cenar al pueblo de al lado, cualquier cosa nos valía. Y todo en un clima de serenidad y cariño no exento de sexo.

 En los rigores del verano, como comíamos bien temprano, nos gustaba salir a merendar a un bosquecillo cercano, provistos de un mantel, una cesta con embutidos y una botella de vino atravesábamos el bosquecillo, subíamos una empinada cuesta y nos instalábamos en la cima de un cerro que domina el pueblo.

 Una vez allí tendíamos el mantel y disfrutábamos de las vistas, con una ventaja que cualquiera que quisiera venir adonde estábamos tenía que subir por el mismo camino con lo que nuestra intimidad estaba garantizada.

 Por el camino yo disfrutaba provocando a mi amada, la provocaba bien desabrochando los botones de su camisa dejando sus tetas al aire, bien metiendo mi mano por debajo de sus faldas para acariciarle las nalgas.

 Teresa se dejaba hacer aunque a veces se quejaba de lo travieso que era y sobre todo le preocupaba de que alguien nos pudiera ver. Eran quejas fingidas, yo sabía, porque ella me lo había dicho, que le encantaba comprobar que su presencia me excitaba y que el remedio era juguetear con sus carnes.

 Una de las muchas tardes en las que hicimos la excursión, después de comernos un trozo de queso, una buenas lonchas de jamón y de haber dado cuenta de la botella de vino, Teresa se tendió sobre el mantel. Lo me sentí en la gloria con mi mujer echada, su camisa abierta y sus muslos al aire. Sin perder ojo al caminito de subida me zambullí entre sus muslos y le di mi lengua, antes de lanzarme yo sabía que Teresa en esas excursiones me hacía el regalo de no llevar bragas. A mi mujer le encantaba el sexo oral y siempre estaba dispuesta a recibirme.

 - No lo puedes negar, estás encoñado conmigo.

 -  Si mi amor, me tienes enfermo de ti. Me tienes encoñado

-  Me encanta volverte loco

 Mi pericia en la maniobra hizo que mi tía diera pronto síntomas de estar en la gloria.

 Mi idea era rematar mi actuación cuando ella hubiera alcanzado el clímax, pero en aquella ocasión Teresa quiso más. Cuando yo me esforzaba en darle placer con mi lengua me dijo:

 - Metete en mi, mi amor, ya me tienes muy excitada y necesito sentirte dentro.

 Esa fue la primera vez que echamos un polvo en la cumbre del cerro. Cuando estábamos en plena tarea dejó de importarnos si venía o no venía alguien por el camino, aunque la posibilidad de ser sorprendidos aportó un plus de excitación. Echamos un polvo muy rico, el primero de los muchos de los que disfrutamos en el mismo sitio.

 Unos días después y siguiendo el mismo guión, Teresa preparó la cesta con la comida y emprendimos la excursión. Es verdad que durante el camino fui un poco más provocador de lo habitual. Le abrí la camisa pero me paré a comerle las tetas y mientras lo hacía metí mi mano por debajo de su falda para acariciar su sexo.

 - Para, por favor para que nos pueden ver y si sigues la que no va a poder parar voy a ser yo. Espera que lleguemos.

 Una vez en la cima seguimos la rutina, comimos algo y bebimos el vino fresco que habíamos llevado. Debo aclarar que una botella de vino entre los dos, yo más que ella, de ningún modo nos llevaba a estar borrachos, si nos daba un puntito de alegría y de descaro pero nada más.

 Cuando habíamos acabado ella se tendió boca arriba y yo entendí que eso era una señal para que yo atacara, antes de que pudiera empezar mis maniobras Teresa me dijo:

 - Mira en la cesta, tengo una sorpresa para ti.

 - Es un regalo.

 - No, el regalo vendrá después.

 Picado en mi curiosidad miré dentro de la cesta y lo único que encontré fue un bote de vaselina.

 - Llevo días pensando en darte lo único de mi cuerpo que aún no has disfrutado. Pero me da miedo que me hagas daño así que me he traído la vaselina para facilitar mi entrega.

 Y de estar boca arriba pasó a ponerse en cuatro mientras le levantaba las faldas hasta taparse la cabeza.

 El culo de Teresa en pompa delante de mi, sus muslos al aire, y sobre todo lo que para mi significaba que ella me lo estuviera ofreciendo me llevaron al paraíso antes de ponerle la mano encima.

 Enterré mi cara entre sus nalgas y llevé mi lengua a alcanzar su ano. Debo decir que me esmeré en conseguir que se excitara y lo conseguí.

 - Te acuerdas el primer día que te di lengua y tu pensaste que me había equivocado de sitio porque me estaba comiendo tu culo.

 - Si y te dije que eras un guarro pero que siguieras.

 - Te gusta que me coma tu culo

 - Me mata de gusto. Te perdono que seas un guarro a cambio del placer que me das. No no es que te perdone es que me encanta que seas un guarro

 Mi experta lengua pudo sentir como su culo se iba relajando, como de un botón duro pasó a ser un anillo suave, señal inequívoca de que se había relajado. Ella debió sentir lo mismo porque me pidió que se la metiera que no podía esperar más. No le hice caso. Seguí un rato más y antes de proceder a lo que ya era inevitable, me di vaselina en la verga y le di a ella vaselina en la entrada de su tesoro. No solo le di en la entrada, metí mis dedos en ella y lubriqué en conducto que estaba dispuesto a profanar.

 No fue difícil , enfilé mi verga y con un esfuerzo mínimo superé el umbral, y una vez superado mi verga se deslizó hasta que nuestros cuerpos chocaron.

Me mantuve quieto dejando que cada cosa se acomodara. Sentía como el culo de la mujer que amaba me cogía con fuerza en toda la extensión de mi verga.

 - Te ha dolido mi amor.

 - La he sentido muy gorda pero no me ha dolido, al contrario me ha dado mucho placer sentir como te metías en mi . Me tienes el culo lleno, eres un pervertido y un    cochino.

 - No es verdad, soy un hombre al que le vuelve loco que su mujer le ofrezca su culo. Yo no te queda nada por ofrecerme, ya lo he cogido todo.

 - Ahora que ya te lo he dado todo me abandonarás, los hombres sois así.

 - Mi amor aunque tuvieras un accidente, te quedaras paralítica y no pudiéramos hacer el amor nunca más, yo no te abandonaría porque tu eres la luz de mi vida y sin ti no quiero vivir.

 - Dame despacito mi vida que me tienes muy llena, dame despacito.

 Casi me salí de ella para volver a entrar a cámara lenta, solo hice fuerza cuando ya tenía casi todo mi miembro dentro. Repetí el mismo movimiento y poco a poco fui dando el empujón final avanzando desde antes.

 Al cabo de un rato estaba haciendo lo que se debe hacer, salir hasta sentir el capullo sujeto por el anillo de la entrada para desde ahí hundir la daga hasta el fondo.

 Teresa en tono muy bajo me dijo:

 - Me estás dando mucho placer, qué rico lo que me estás haciendo, me voy a tocar  mientras te coges mi culo. Dios de mi vida que gusto me estás dando. ¿Te gusta que te haya dado mi culo?

 - Me encanta mi amor, a mi también me estás dando mucho gusto.

 - Lo venía pensando desde hace unos días pero me daba un poco de vergüenza es la tercera vez que traigo la vaselina.

 Agarré a Teresa por las caderas y ya sin estrategia ninguna solo con la intención de dar y recibir placer empecé una mete y saca casi se podría decir que violento. Me pareció que el ruido que hacía al chocar mi cuerpo contra sus nalgas se podía oír a kilómetros de distancia.

 Verdad es que los dos teníamos gran facilidad para pasar del reposo o de las caricias, a un estado de excitación previo al orgasmo y en esta ocasión, tal vez sería la novedad, este tiempo de calentamiento duró aún menos.

 Pronto ella me estaba pidiendo que la llenara, que me vertiera en ella porque no podía soportar más placer sin correrse, es más usó una expresión nueva.

 - Te suplico que te corras ya en mi, te lo suplico, no puedo aguantar más placer, apiádate de mi y córrete, córrete o me matarás, vas a ir a la cárcel si no me lo echas ya.

 Cuando Teresa me pedía que me corriera yo era incapaz de regular mi cuerpo, era oírla pedírmelo y el semen me empezaba a brotar obedeciendo a sus ordenes.

 - Te siento en mi culo, mi amor, siento como te estás corriendo y me estás llenando, siento los borbotones, hoy me parece que me estás echando más leche, eso es porque te tengo más cachondo.

 Cuando acabé de correrme hice como intención de salirme y mi tía me lo impidió:

 - Quiero que sigas con tu polla metida en mi culo, me lo tienes lleno y me da mucho gusto y quiero sentir como se te va aflojando. Cógeme las tetas, cógeme  las tetas pero no te salgas.

 Y así estuvimos un buen rato, yo encima de ella, enhebrada desde detrás y con mis manos acariciándole las tetas.

 Estando todavía dentro de ella me dijo:

 - Me da pena tener tantos años más que tu, si fuéramos de la misma edad podríamos estar follando los próximos cuarenta años.

 - Mi amor, cuando tu tengas noventa años yo seguiré comiéndome tus tetas y tu coño, no se si entonces seré capaz de follarte pero no tengas la menor duda de que te voy a dar placer toda tu vida.

 Camino de vuelta, cogidos de la mano Teresa me confesó:

 - Me ha gustado mucho darte mi culo, me he corrido como una perra pero si nos quedaran unas horas de vida y tuviera que elegir te pediría que me follaras.

 - O sea que no me vas a volver a dar tu culo.

 - Mi culo es tuyo, igual que mi coño y puedes disponer de ellos a tu capricho, ya te he dicho que me he corrido muy rico pero creo que me da más duro cuando me follas por delante.

 - Para yo no ser menos te digo que mi polla y mi cuerpo entero son tuyos y puedes hacer conmigo lo que quieras.

 Esa noche , como tantas otras dormimos abrazados sin necesidad de hacer nada más porque los dos estábamos colmados de placer.

 Ya han pasado unos años desde los hechos que he relatado y algunas cosas han cambiado, vendí mi casa en Madrid, compramos la casa de al lado de la de nuestros abuelos, ampliamos la panadería y ahora vendemos pan en los pueblos de alrededor, estamos rodeados de habladurías porque ni Teresa ni yo dejamos de hacer lo que nos apetece y en el pueblo murmuran que la panadera es una come hombres que ha seducido a su sobrino. Y aunque nadie ha entrado en nuestra casa hay quien asegura que dormimos en la misma cama y que no paramos de follar. Llevan razón.   

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