miprimita.com

Me follé a papá 6 (El incesto continúa)

en Amor filial

Pasaron varios días desde que papa se folló a mi amiga, en los que nuestra relación no cambió en ningún sentido, o sea, que continuábamos siendo amantes.

Me desperté y fui a desayunar, mama y papa hablaban en la cocina, ella estaba vestida, a punto para marcharse a trabajar, pero papa solo tenía unos vaqueros, su torso estaba desnudo, yo, que llevaba una camiseta corta y las braguitas, bajo la camiseta se me marcaban mis pechitos, intenté pensar en otra cosa y no ponerme cachonda al ver así a mi propio padre, sobre todo cuando me acerqué a darle un beso y mi mano tocó su pecho desnudo y masculino y sus manos se introdujeron con disimulo bajo mis camiseta para tocarme la cintura.

--Bueno, me voy—dijo Mamá--Portaos bien.

Me hizo gracia eso, ¡Si supiera lo que hacíamos cuando ella no estaba!

Ambos nos quedamos callados, esperando a que la puerta se cerrase, y nada más escuchar el sonido de los pasos de mama bajando la escalera papa se abalanzó sobre mí como un oso, apenas pude reaccionar, me levantó y me alzó mientras yo me reía y me ponía súper cachonda, me rodeó con sus manos, se metieron bajo mi camiseta y me tocó mis pechos, le besé, sintiendo su saliva, su lengua dentro de mi boca, se gustaba el sabor salado de sus babas, sentí su pene ya tieso bajo sus pantalones, sus dedos manejando mis pezones, y el coño comenzó a palpitarme.

--Ay, papi—gemí—Fóllame, vamos, dame tu polla por la mañana.

Papá me tumbó sobre la mesa, rodeada de platos con tostadas, mantequilla y café, mis piernas quedaron fuera, papé se desnudó mientras me miraba con deseo y después me arrancó las braguitas, yo casi no podía esperar a sentir su nardo de nuevo dentro de mí, de volver a ser follada salvajemente por él, y el momento no se hizo esperar.

Papá, con su pene en horizontal debido a la excitación que sentía, se acercó a mí, me cogió por la cintura y me atrajo hacia él.

--Ahaa, que bien entra—gemí.

La polla entró despacio en mi coño, que ya lo recibía gustoso, temblé de placer y papi comenzó a follarme sobre la mesa, me sacudía con violencia, tal y como le gustaba  a él, yo era su putita y él mi chulo, mi dueño, mi amante…

--Ahaa, ahhaa—gritaba yo sacudiéndome sobre la mesa—No pares, dame más, siiii.

Papá se inclinó sobre mí y me besó, jugamos con nuestras lenguas, su aliento sabor a café me excitó, después él me quitó la camiseta y me quedé desnuda ya, con mis tetitas excitadas para él.

--Oh, Marieta—gimió—No puedo dejar de follarte, nunca.

Su polla avanzaba dentro de mí, ras, ras, sin piedad, las paredes de mi sexo se abrían ante tal badajo, ya no se me quedaba dolorido después de aquel pollón, pues ya se había acostumbrado a sentirlo, incluso lo deseaba, como si mi coño tuviera vida propia y yo le diera lo que quería siempre que quería.

Sentí un estupendo orgasmo, grité como una puta sin pensar  que los vecinos podían escucharnos y comentar, solo quería papá y mas papá.

--Ohooo—grité—Me corrooo, siii.

Entonces papá empujó dos veces y se detuvo, creía que iba a rellenarme con su caliente y jugosa corrida, pero en vez de eso sacó su polla y me giró, quedando yo con el culo en pompa, preparado para él.

--Oh, hace mucho que no me rompes el culete—dije.

Papi cogió la mantequilla y, ante mi sorpresa, frotó con ella la entrada de mi culo, sentí un escalofrío, pero lo desee, quería anal.

Papi preparó su inmenso nardo y empujó hacia mí.

--Ay, no, oh—gemí, pues al principio dolía.

Papa no se detuvo, iba a darme por culo quisiera yo o no, empujó de nuevo y su glande entró en mi.

--Ahaaa—gemí.

--Oh, Marieta—gimió papa—Como deseaba esto.

Me agarró por la cintura, como para que no me escapase, y empujó, me rompió el culo, la polla entró de una y el grito que di seguro que lo escuchó todo el bloque de pisos.

Papá se detuvo con toda su polla dentro de mí, yo cogía aliento sobre la mesa de la cocina, dolorida, pero también quería que siguiera, y así fue.

Papá comenzó a meter y sacar su polla de mi culo haciéndome gemir de dolor, mordiéndome los labios con cada vaivén, por suerte para mí lo hacía despacio, tampoco quería hacerme sangre y tener que ir al médico.

Continuó un rato así mientras yo me acostumbraba al anal, de nuevo volví a sentir excitación en todo mi cuerpo, mi coño volvió a latir y mis pechos, que yo acariciaba, a ponerse erectos lo pezoncillos.

--Dame mas fuerte—pedí.

Papi sonrió, sudaba, aquel polvo le estaba encantando, como a mí, comenzó a follarme más deprisa y yo a gemir, sintiendo su nardo entrando y saliendo de mi culo, al final lo hizo sin consideración, rompiéndome, sonando su chof chof, tan característico.

--Ay papi, mi papi, que rico, que bien, ahaaa—grité

Papa me cogió y me pegó contra él, puse mis piernas sobre la mesa y las manos de papa fueron a mis tetas y mi coño, comenzó a  masturbarme mientras me follaba el culo, y ambos comenzamos a gritar de placer como dos animales.

--Ahaaa, ahaaaa.

El orgasmo fue mejor que el anterior, tremendo, de mi coño salió mi corrida manchando toda la mesa, las tostadas,  la taza con café de papa.

AL final él se tumbó en el suelo, exahusto, y yo sobre él, me gustaba como nuestros cuerpos desnudos y sudados se pegaban, me excitaba su calor.

--Que bien, papi—gemí—Que polvazo, eres mi mejor amante.

Papa me miró, sonrió y me besó en la boca, se levantó, separándome de él, estaba sudoroso pero, como yo, contento por el polvazo que habíamos heechado, se vistió para marcharse a trabajar, ya llegada tarde, suerte que era el jefe, cuando se hubo marchado, yo me levanté y me vestí, me puse una camiseta de tirantes y unos pantalones cortos, estaba contenta y feliz.

Recogí la cocina y entonces lo vi, papa se había dejado el almuerzo, seguro que con el polvo y luego las prisas se lo había dejado.

Decidí llevárselo, salí y subí a mi bicicleta para ir al almacén, que estaba algo lejos.

Los hombres que trabajaban con papá eran cinco, el más mayor era un tipo gordo, calvo, sabía que era el que más salido estaba, siempre se me quedaba mirando sin disimular, pero era, o intentaba, ser simpático, se llamaba Dioni, otro, más joven, que estaba casado y tenía hijos, y se llamaba Jaime, el siguiente, los estoy enumerando a lo tonto, se llamaba Pedro,  estaba divorciado, por lo que sé, también estaban Pascual y Antonio, pero apenas se nada de ellos.

Todos ellos me habían visto crecer, fueron a mi bautizo y a mi comunión.

Al llegar, como siempre que pasaba, todos me saludaban cordialmente, creo  que porque mi aspecto les atraída, no podían decírmelo, claro, porque era la hija del jefe, y creo que pensaban que yo era una niña inocente y que no podían follarme, pero que me deseaban en secreto por cómo me miraban.

--¡Marieta!—dijo Dioni--¿Cómo tu por aquí?

--Vengo a traerle el almuerzo a este hombre—dije—Fíjate que se lo deja en casa.

--Si es que un día va a perder la cabeza, se lo digo yo—dijo Dioni--¿Que tal el verano? ¿Disfrutando de la piscina?

--Si, eso es—sonreí.

Los demás me saludaron casi rodeándome, me sentí algo coartada, pero estaba claro que eran inofensivos, como mucho querían verme de arriba abajo, y mi atuendo invitaba a ello, me sentía bien al sentirme a la vez tan mala, poniéndoles cachondos.

Subí a la oficina de papa mientras veía, no sé si él se dio cuenta, como Dioni resoplaba, estaba segura de que luego se haría una paja pensando en mi cuerpo desnudo.

Entré sin llamar en la oficina de papa, estaba sentado ante el ordenador.

--¿Qué haces aquí?—preguntó sorprendido.

--Te olvidaste el almuerzo—dije yo dándole la bolsa.

--Ah, si es verdad, gracias hijita.

Se levantó para coger la bolsa y nos despedimos con un beso en la boca, volví a casa a relajarme, ¿Que podía hacer? Decidí ir a la piscina, me puse el bikini y estaba a punto de salir cuando recibí un mensaje, este mensaje cambiaría todo mi verano.

Hola.

¿Quién eres?, pregunté.

Dioni

¿Qué quieres?

Enseñarte una cosa.

¿El qué?

Esperé, recibí una foto, al abrirla me quedé estupefacta, era yo, tenía toda la cara manchada de semen, era la foto que el segurata del salón de orgías me hizo, ¡Sabía que esa foto me traería problemas!

¿Qué quieres de mí?

Quiero eso de la foto.

Me enfadé, no pensaba ceder, al menos de momento, ante el salido de Dioni.

Ni hablar, salido, déjame en paz.

Si no me haces caso le envío esto a tu padre.

Sabía que papa no diría nada al ver esa foto, es más, se masturbaría con ella y después me follaría a lo grande, pero Dioni no sabía eso, él creía que yo era la niña, ya no buena, que ocultaba sus movidas a papa.

Eres un cerdo.

Y a tu madre también se la enviaré, y a todos los del almacén.

No pienso chupártela.

No solo vas a chupármela sino que vamos a echar un polvo como una casa, no te hagas la estrecha, cacho puta, que hoy ibas vestida como una guarra solo para ponernos a todos cachondos.

Eres un cerdo.

Si, y tu una puta, así que de momento envíame una foto tuya para ir abriendo boca.

Yo me quedé pensativa, ¿Que podía hacer? tontamente, pensé que quizás enviándole una foto me dejaría en paz, en cuanto se la cascase con ella, así que como estaba con mi bikini puesto, muy sexy, sin tirantes, me hice una foto de cuerpo general y se la envié.

Ya está, ahora déjame en paz.

Tardó unos minutos en contestar.

Si, ya, venga hombre, esta tarde te enviaré un mensaje con la dirección de donde recogerte, mas te vale ir, y lávate bien porque voy a follarte toda la noche, adiós, Marieta, estoy deseando.

Ya no dijo nada más, yo me quedé allí pensando en que hacer, si pasar de él, y que mi padre, mi madre y todos los salidos de la fábrica supieran lo puta que era, o acceder.

Creo que solo había una respuesta lógica.

Continuará.