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Mi vecina Maribel

en MicroRelatos

Mi nombre es Miguel, tengo 30 años y vivo en un pueblo costero de Barcelona, en un piso que fue de mis padres. Esto que voy a contar me ocurrió hace un par de semanas a mediados de junio.

Vivo solo y una calurosa mañana, estaba dedicado a mis tareas domesticas, me gusta ir desnudo por casa, estaba entre la cocina y la galería preparando una colada para la lavadora, ensimismado en mis pensamientos y oyendo la música que llegaba desde mi salón, cuando de repente oí una voz femenina.

- Buenos días  vecino, ¿cómo van esas tareas?

En un principio no sabía exactamente de donde provenía la voz, miré hacia arriba y vi a Maribel, asomada a su galería y por la pose parecía que llevaba un rato observándome

-Hola, ya puedes ver cómo va la faena. Respondí todo ruborizado y tapándome instintivamente con lo primero que pille.

Siguió observándome, de arriba abajo sin decir nada más y yo sin moverme, tapándome con una camiseta, que era lo primero que había cogido.

-Bueno te dejo que continúes, pues si sigo aquí no vas a terminar nunca. dijo mi vecina.

Y esbozando una picarona sonrisa desapareció de la galería.

- Hasta luego. Fue lo único que atine a decir.

Me quede un momento parado, hasta que por fin reaccione, entre en casa y me puse un bañador tipo bermudas y continúe con mis tareas. De vez en cuando miraba de reojo hacia la galería de Maribel, pero ya no la volví a ver.

Maribel, es una vecina nueva, que lleva un par de meses viviendo en la escalera. Está separada y tendrá entre 40 y 45 años. Las pocas veces que hemos coincidido apenas hemos pasado del escueto y educado saludo. Estaba aun con mis pensamientos sobre mi vecina, cuando sonó el timbre de la puerta. Mientras iba a abrir me puse aprisa y corriendo una camiseta, sin mirar abrí la puerta de golpe. Allí de pie, con un vestido blanco a rayas negras que le resaltaban sus pechos y caderas, estaba mi vecina Maribel.

--Hola de nuevo. dijo ella

--Hola, que sorpresa, exclame

--Acabo de venir de la playa, y quería almorzar, pero no me queda ni gota de leche en casa. Si tienes, serias tan amable de prestarme un cartón  de leche.

--Claro, pasa no te quedes ahí, le respondí.

Maribel, me siguió hasta la cocina, en la despensa tenía varios cartones de leche y le ofrecí uno. Al cogerlo nuestras manos se tocaron durante breves segundos, me miro fijamente y sin apartar la vista dejo el tetra brik sobre la mesa de la cocina.

Entonces le dije,

--Maribel,  ¿necesitas algo más?

--Vaya, si sabes mi nombre y todo, que sorpresa!!, exclamo ella.

Y  poniendo su dedo índice sobre sus labios, para que yo no hablara; dijo.

--Quiero ver de cerca, esa cosita tan linda que tapabas antes.

Diciendo esto sin darme tiempo a reaccionar, se puso de rodillas, y suavemente me bajo las bermudas hasta los pies. Mi pene que para esos momentos ya empezaba a ponerse duro, salio aliviado de la opresión del bañador, quedando justo delante de su cara.

--Vaya, de cerca me gusta mucho mas y esta mas grande que antes.

Diciendo esto lo cogió con su mano derecha y lo empezó a menear lentamente recreándose en cada movimiento, poco a poco mi pene alcanzo su máxima dureza, entonces acerco su boca a mi glande y con su lengua empezó a hacer círculos alrededor de él, continuo chupándolo y se lo introdujo todo en su boca de una manera muy pausada, mientras con la otra mano me estaba acariciando los testículos. Después de deleitarse con una esplendida mamada, Maribel se levanto, me cogió de la mano y me dijo,

--ven, siéntate en esta silla.

Deje caer mi bañador  en el suelo y sin rechistar me senté. Una vez sentado, Maribel, sin decir palabra, se levanto el vestido hasta las caderas, entonces pude ver que no llevaba nada debajo, y sentándose  encima mío, fue clavando mi polla en su mojado coño, estaba ardiendo, húmedo, empapado

Fue sentándose muy lentamente, como degustando la polla que se estaba follando, comenzó a jadear y gemir de una manera muy ruidosa. Una vez metida hasta el fondo, inicio una cabalgada rápida, dinámica, fuerte...Se agarraba con fuerza al respaldo de la silla, así era ella la que marcaba el ritmo que más le convenía. Sus tetas se frotaban con mi pecho, notando sus pezones grandes y duros. Yo estaba muy limitado de movimientos, lo único que podía hacer era agarrar sus nalgas, las cuales apretaba con fuerzas y de vez en cuando le daba algún cachete. Lo cual parecía gustarle, dándole un poquito más fuerte el siguiente. De repente aumento la cadencia de sus movimientos y sin esperármelo soltó un gran gemido, seguido de un fuerte mordisco en mi hombro. Acababa de correrse, lo note también en mis testículos y piernas que se mojaban debido a su orgasmo.

--Que cosa más rica Dios...hacía mucho tiempo que necesitaba un buen polvo, exclamo mi vecina.

Se quedo quieta, me miro , se sonrió y se levantó despacito, como si le diera pena sacar de su coño la polla que terminaba de hacerle ver las estrellas del placer.

Se puso de nuevo de rodillas frente a mí, beso y lamio mi capullo, saboreando sus propios jugos impregnados en mi polla. De nuevo empezó  a masturbarme con su mano, pero yo ya estaba casi a punto de caramelo, al notarlo se puso rápidamente mi polla en su boca y recibió en ella la descarga de mi corrida, tragándosela toda.

Entonces se levanto, cogió el tetra brik de leche y se fue hacia la puerta de casa y desde allí me dijo;

--Muchas gracias por la leche vecino

Y cerro la puerta.