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Mi hermana Marta

en Zoofilia

Ayer llegué a casa bastante más temprano de lo habitual. Subí directamente a mi habitación y nada más entrar escuché ruidos que provenían del jardín. Debía ser Marta, mi hermana pequeña. Me asomé y efectivamente, ahí estaba, en la piscina, junto a Azúcar, nuestro peludito. 

Me quedé allí, apoyada en el quicio de la ventana, observando a mi hermana y su cuerpo atlético, ese cuerpo que siempre había envidiado. 

Marta nadaba, daba grandes brazadas y estaba totalmente desnuda, ya que creía estar sola, pues tanto papá, como mamá y Pedro, nuestro hermano mayor, se encontraban en el trabajo, como también debería estarlo yo...

 

Al poco rato Marta salió de la piscina y se estiró en una tumbona en la sombra. Azúcar no dudó en seguirla y estirarse en el suelo bien cerca suyo. 

 

De repente Marta llevó su mano derecha hasta su sexo y empezó a masturbarse. 

Me avergonzó presenciar esa escena, pero inexplicablemente no dejé de mirar. Me quedé ahí y, enfermizamente, me empecé a excitar. 

 

Marta se retorcía de placer en la tumbona y gemía, gemidos que alertaron a nuestro perro, que rápidamente se levantó y se acercó a Marta. 

Marta empezó a acariciarle el morro, pero este pronto la empezó a chupar. Parecía que a Marta no le importaba. Le chupaba todo el cuerpo y Marta lo alentaba. 

De repente, Azúcar se acercó al coño de mi hermana y está quitó su mano. Me quedé totalmente helada cuando vi como Azúcar lamía el coño de mi hermana y esta, lejos de poner resistencia, lo alababa: "así chico, muy bien" llegué a escucharle decir. 

 

Yo seguía allí, en mi ventana, paralizada sin saber qué hacer, cuando observé como mi hermana se corría escandalosamente. 

Se tiró en la tumbona con cara de felicidad. Mientras, yo estaba aturdida, pensando en lo que acababa de contemplar, cuando la voz de mi hermana me desconcentró: "Ahora me vas a follar, mi amor. ¿Verdad que sí, guapo?" Dijo con ese tono con el que se le habla a los perros. 

 

"¿Qué?, pensé y al segundo vi como mi hermana se tiraba al suelo y se ponía a cuatro patas, levantando bien el culo y moviéndolo, supongo que para llamar la atención de Azúcar, que no se lo pensó y se puso encima de ella rápidamente. Más le costó penetrarla, ya que no lo hizo hasta el quinto o sexto intento y cuando lo consiguió, cuando se la metió toda dentro de un solo golpe, mi hermana empezó a gemir como una loca y no me extraña, ya que Azúcar parecía una máquina de follar, algo robótico totalmente, que no paraba de metérsela y sacársela a un ritmo frenético. Mi hermana le chillaba que la follase y yo no pude evitarlo y empecé a tocarme viendo como a mi hermana se la estaba follando el perro. 

 

Me corrí y me tiré en mi cama, donde, con los gritos de placer de mi hermana de fondo, me quedé dormida.