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Mi aventura con la peluquera

en Sexo con maduras

Toda esta historia empieza cuando tenía 21 años. Yo era un joven que se mudaba a una ciudad diferente, cambiaba de universidad y prácticamente empezaba de cero. 

En esta historia hay dos protagonistas, Flor, una peluquera de la que hablaré más adelante y yo, Juan.

Yo soy, o más bien era, un joven normal. Un chico de estatura normal, cuerpo normal y cara normal. Tengo una característica y es que soy muy peludo, barba y pelo largo, si no lo controlo crece sin parar.

Soy bastante tímido y aunque había tenido contacto previo con chicas nunca llegue a culminar, era virgen. Y mi vicio, las mueres mayores. No hay amiga de mi madre, profesora del colegio o vecina con la que no haya fantaseado.

Como ya he dicho mi pelo crece y crece, así que una de las primeras cosas que hice fue buscar una peluquería, necesitaba estar decente para el primer día de clases.

Allí estaba yo, primera semana de septiembre a casi 40 grados y en una ciudad nueva buscando un sitio decente donde cortarme el pelo. 

Salí del piso, cruce la calle y me metí en la primera peluquería que pille,  no me gusta complicarme.

Era un sitio pequeño, dos sitios para sentarse pero una sola peluquera. Apenas entran tres persona aunque tenía unas escaleras a un piso superior donde guardaba los cacharros.

Según entre ahí estaba Flor, la siguiente protagonista. Esta mujer rozaba por aquel entonces los 50 años. Era más bien bajita, pelo negro canoso y ondulado, algo ancha de caderas y no muy agraciada de cara.

Flor me acogió con una sonrisa, era el único cliente, y me ofreció que me sentara rápidamente.

Ese primer día fue bastante normal, un primer contacto, hablamos de lo típico del tiempo y sobre lo que hacía en la ciudad. 

No me fijé en ella mucho, me percaté del sudor que hacía brillar su escote pero no le hice mucho caso.

Me fui satisfecho. 

Un mes más tarde volví, otro día caluroso. 

Iba pensando en cortarme el pelo pero no pensé que acabaría tan caliente.

Ella llevaba unos vaqueros ajustados, sus grandes caderas y esos milicos de más los hacían ajustados. Arriba una camiseta de tirantes negra mostrando un generoso escote y el pelo recogido.

Me senté y se puso manos a la obra, yo de vez en cuando le echaba un ojo a ella. Me estaba poniendo cachondo viendo cómo estaba goteando de sudor.

La conversación era normal, ella me hablaba de sus cosas y yo respondía casi con monosílabos más pendiente de fantasear que de lo que me decía.

Cuando estábamos terminando la conversación cambio un poco de tono.

Flor: Buen cariño, te voy a quitar los pelos que has soltado para que no vayas con el cuello así y terminamos.

Juan: Bah, no te preocupes que de aquí voy directo a la ducha que con este calor...

F: Haces bien, yo llego todos los días llena y según entró por casa me quito toda la ropa y me pego una buena ducha.

En ese momento de agacho a coger algo y se le asomo el hilo del tanga. Lo que faltaba, ya estaba poniendome muy burro. Sonreí y me fui a casa directo a ducharme y pajearme.

No me atreví. Una parte de mi pensaba que era un comentario normal pero la otra parte lo necesitaba como excusa para fantasear follandomela en la ducha.

Seguí yendo a la peluquería todos los meses, primera semana del mes y ahí estaba, como un reloj. Eso sí, antes y después una paja.

Cada vez que me pasaba la mano por el cuello, se agachaba o mostraba un mínimo de piel mi bragueta explotaba.

Llego mayo, el mes que todo lo cambio. Me quedaba poco en la ciudad, ya acababa las clases y dejaba el piso en junio.

Tenía que volver, aunque esta vez iba con otra actitud. Las cosas me iban bien pero me faltaba el sexo y necesitaba follar, ella era una de mis fantasías. 

Le pedí que me cortara el pelo a su gusto, estaba cansado de mi peinado tradicional.

La conversación fluía, el calor era mi aliado. Que si era insoportable, todo el día sudando, las duchas que me estaba pegando, que según saliera necesitaba otra buena ducha,... 

Intentaba calentarla pero no parecía que surgiera efecto. Estaba a punto de terminar cuando me piropeo y ahí vi mi oportunidad.

F: Ya está, que te parece? Creo te he dejado muy guapo

J: (Sonreí) Bueno que vas a decir...

F: No, de verdad, estás muy guapo. Te da un punto...te vas a llevar a todas por delante.

J: Bueno, gracias, pero lo dudo.

F: Que si, ya veras, si tuviera tu edad me enamorarías.

J: Joder gracias Flor, no me digas lo de la edad que no eres tan mayor hombre...Con lo bien que estas.

F: Anda no me digas tonterías que no eres más que un crío.

J: Que si joder, que tienes un cuerpazo. 

Se rió y giro para ir a la caja a cobrarme, en ese momento se le escapó de las manos el billete y se agachó mostrando un tanga blanco. 

Era la gota que colmó el vaso, me empalmé. El problema o la bendición era que el pantalón corto que llevaba hacia que el bulto se viera perfectamente.

Cuando se dio la vuelta de nuevo lo vio, era inevitable, sonrió.

Yo estaba desatado, la quería empotrar ahí mismo. No era propio de mi, con lo tímido que era pero le dije:

J: Es culpa tuya eh

F: No me digas eso, que salidos estáis los jóvenes.

J: Totalmente, suerte tiene tu marido.

F: Pues si pero el se lo pierde.

J: Como? Más de uno daríamos lo que fuera por tener una mujer tan bella a nuestro lado.

F: Bueno, anda, toma ahí tienes los cambios.

Yo ya me iba, pensaba que ya había perdido. Justo cuando salía me fijé que tenía un cartel con un sorteo. Los comerciantes de la zona ofrecían un premio a los que consumían en cierto locales y la peluquería era uno de ellos. Me di la vuelta y se lo dije, quería participar, me dio el boleto y lo rellene.

J: Bueno, Flor ahí lo tienes a ver si hay suerte. Y si quieres tienes el número de mi móvil.

F: Gracias, majo.

Me fui, asumí la derrota pero aún había un hilo de esperanza.

Continúe con mi vida. Dos semanas más tarde recibo un mensaje, era de ella. Me decía que me había tocado el premio y que me pasara a por el a la peluquería.

En ese momento le dije que no podía así que le propuse de quedar cuando saliera de la facultad y que me lo diera en un bar, era un lote de descuentos.

Así hicimos. Quedamos en un bar cerca de casa. Me asee a conciencia y me prepare porque iba decidido. 

Llegue el primero así que me senté en la terraza a esperarla, pasaron 15 minutos de la hora acordada y a lo lejos le vi. Venía con sus pantalones vaqueros apretados, unos zapatos negros con tacón, una camiseta blanca con tirantes y su bolso negro, tal cual iba a trabajar.

Según llegó, me levante y le di dos besos, se quedó un poco sorprendida pero no dijo nada. Se disculpó por llegar tarde, se había liado en la peluquería, en ese momento no me lo creí.

Mantuvimos una conversación tranquila que poco a poco se fue calentando. 

F: La verdad es que estoy muy a gusto hablando contigo.

J: Yo también, hay que hacerlo más a menudo.

F: No se yo, no creo que a mi marido le guste. Aunque para el caso que me hace, me tiene olvidada.

J: Que idiota, perdona, pero él se lo pierde.

F: Que dices, en vez de decirme estas cosas a mi, a una vieja, deberías estar con chicas de tu edad.

J: Bah, nunca me hacen caso.

F: Nunca?

J: Nunca

F: Me estás diciendo que eres... virgen?

J: Si

F: No te creo, con lo majo que eres y a tu edad con lo espabilados que son los jóvenes de hoy.

J: Pues si

F: Que pena que sea tan mayor

J: Que dices, si estás muy bien

F: Anda, calla, no empieces.

J: Te molesta que te piropeen? 

 En ese momento apoye la mano sobre su pierna, sobre el pantalón.

F: Quita esa mano anda, no nos vayan a ver que yo estoy casada.

J: Si te da miedo que nos vea algún conocido porque te da vergüenza podemos subir a mi piso a tomar la última.

F: Pero que dice Ser!?

J: Mira Flor, te lo confieso, de perdidos al río, me pones. La verdad es que llevo fantaseando contigo desde el primer momento. Cada vez que voy salgo más caliente de lo que ya entro. Siento que sea muy violento esto pero no puedo contenerme ya.

F: Vamos!

Así de tajante fue, me sorprendió lo decidida que me dijo para ir al piso. Rápidamente nos levantamos y nos dirigimos a mi casa que estaba relativamente cerca.

En el momento que nos subimos al ascensor me lancé sobre su boca y ella no me lo negó. Joder, estaba más caliente que yo.

Fue su lengua la que busco la mía aunque yo me lancé primero.

Entramos en casa y fuimos directos a la habitación. Me senté en la cama y la senté sobre mis piernas mientras nos besábamos.

Le quite la camiseta dejando sus pechos al aire, grandes y caídos, se notaban los años. Unos pezones oscuros y grandes a los que me lancé directo mientras ella gemía poco a poco.

Cuando me canse de comérselos, la agarre y la levante para tumbarla sobre la cama.

Me quite mi ropa quedándome en calzoncillos, acto seguido le quite el pantalón dejando unas bragas negras y empecé besando poco a poco desde sus pies hasta llegar a su tesoro.

Se notaba como asomaban sus pelos, me encantaba, estaba con un calentón terrible. Empecé a acariciar sobre las bragas y a besarla, cada segundo que pasaba notaba como estaba más húmeda y no eran solo mis babas, le estaba haciendo gozar y lo sabía porque los gemidos eran cada vez más contundentes.

Cuando le quite las bragas no las tire, las olí, era mi fetiche, ese olor me puso aún más cachondo. Me volví a lanzar sobre su entrepierna y este vez a jugar con mi lengua sobre su vagina. Arriba y abajo, seguía sus instrucciones mientras se retorcía de places, meterle la lengua poco a poco y jugando con los tiempos, parecía un experto.

F: Joder, y una mierda eres virgen, hacía tiempo que no disfrutaba tanto.

F: Quiero que sigas, que te lo bebas todo.

Entre lametón y lametón se escapaba alguno por su culo desde el que también asomaban los pelos, me daba igual, mejor.

Le di la vuelta, boca abajo, y me puse a comerle ese culo tordo y celulitico que había sido mi fantasía durante meses.

Cuando ya no pudo más se corrió y yo pude disfrutar de su jugo con mi boca.

Yo tenía la polla como oleoducto ruso, iba a explotar.

Era su turno, le tocaba comérmela. Me tumbe y bajo ella a lamérmela poco a poco. 

Cuando llegó al glande me corri, si, no aguante más. 

F: jajaja, que rápido, no te preocupes está leche es mía

Ella continuó lamiendo, yo estaba totalmente ido, en el paraíso. Cuando terminó se puso sobre mi polla y empezó a cabalgar. Tampoco tarde en correrme de nuevo pero ahí seguía tan dura como el primer momento.

Ella no paraba de gemir y cada vez le notaba más húmeda. En un momento la agarre, le puse a cuatro patas y empecé a meter mi rabo por detrás mientras agarraba con mis manos sus nalgas. Después de tanto manosear las tetas por fin cambiaba de objetivo.

Estuvimos un rato, yo bombeaba y ella gemía hasta que finalmente se volvió a correr.

Ahí es cuando ella cayó exhausta sobre la cama y yo encima de ella.

Estuvimos besándonos un rato largo, jugando con nuestras lenguas hasta que llegó la hora de irse.

F: Joder Juan, no sé cómo ha pasado esto pero me encanta. Llevaba años sin hacer algo así y que un joven se interesara por mi...uff 

J: Tenemos que repetirlo porque me queda mucho por aprender

F: No lo dudes pero ahora tengo que irme

J: Espera

Me volví a agachar y le volví a lamer el coño.

F: Joder, no paras, me tengo que ir, de verdad. Sabes dónde trabajo, quiero repetirlo.

Se vistió pero dejó la ropa interior para que yo pudiera fantasear cuando no estuviera. Antes de salir de casa nos dimos un beso apasionado mientras le amasaba las tetas.

Este fue nuestro primer encuentro de una relación que se ha mantenido durante los años y que seguiré contando más adelante.