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Deseo

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Te deseo. Cállate y déjame gritarlo. Te deseo. Ojalá fuera poco, ojalá pudiese controlar mis ganas de ser empujada sobre la cama y sentir el peso de tu cuerpo sobre mi cuerpo. Ya podrías despedirte de mi mañana que si te tuviera dentro esta noche me daría completamente igual. Porque necesito tu aroma eclipsando mi aroma y el sonido de los besos enfermizos invadiendo el espacio en el que estemos. Y diría habitación, pero no creo que fuera capaz de llegar hasta ahí sin dejar que me tocaras. Ya que si lo hicieras, si sintiera el roce de tus dedos sobre mi tez, se acabaría por fin la tregua y no habría rincón de tu cuerpo sin ser marcado por mis labios.

Me encantaría decir que revolotean mariposas en el estomago mientras escribo estas lineas. Pero lo cierto es que más bien siento la humedad en mis muslos avisando de que esto es real. Que se me eriza la piel con tan solo imaginar la tuya y en mi cabeza solo viajan imágenes donde la ropa no es la protagonista. Así que dime tú, ¿donde queda la dulzura que me caracteriza? quizás se ha tomado unas vacaciones y ha dado paso a la perversidad. Pero, ¿es perverso todo esto? no, es demasiado poético. He tratado de evitar las palabras más soeces porque sí, me gusta parecer inocente. Pero, no te equivoques. Sonrío cada vez que imagino como me embistes con fuerza, como me llenas y me muerdes el lóbulo de la oreja hasta hacerme gritar. Puede que la inocencia se me escape cuando mojo las bragas, aunque ese si será mi pequeño secreto y con suerte algún día será también el tuyo.