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El grumete 4

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EL GRUMETE 4

 

El oficial Jean pija en mano se acercó a nosotros totalmente empalmado y caliente.

__Ustedes han provocado esto y ahora lo resolverán

__¡¡Como ordené oficial!!__ conteste  alegre y desinhibido por completo aún sintiendo la leche de Baltasar chorrear por mi culo.

__¡Ah mira tu al oficial!

__¡Tiene algo que objetar Baltasar…!

__Por supuesto que no__ dijo el borracho hombre.

Acto seguido nos metimos la pijota del oficial en nuestras bocas aguerridas y salvajes. El hombre comenzó a suspirar. Su instrumento se endurecía a cada chupada. El oficial parado con la verga en la mano nos daba de comer. Nosotros comíamos en tanto nos acariciábamos nuestras propias herramientas que ya buscaban alzarse nuevamente.

La verga del oficial no era tan larga como la de Baltasar. Pero estaba muy sabrosa. Mientras el cocinero lamía el grosor de aquella pijota yo me dedique a saborear las bolas de nuestro oficial caliente y alzado.

Ya el hombre estaba desnudo por completo a la luz de aquella luna brillante. Con una mano en cada nalga sobábamos la carne de aquel muchacho joven. No tanto como yo pero era uno de los pocos oficiales jóvenes de aquella nave.

Baltasar franeleaba mi cola. Hundía sus dedos jugando en mi agujero ardiente. En tanto chupaba con frugalidad la vara del oficial Jean. Las pelotas del hombre fueron bañadas por mi saliva espesa y jugosa. Los movimientos del oficial hacían que se bambolearan y chocaran contra mis labios encantados de besar y chupar esas bolas.

Seguíamos pellizcando los cachetes duros del oficial con una mano. Con mi otra mano  rozaba los muslos de Baltasar hasta llegar a su vara brutal y erguida en esplendor. El cocinero aún seguía hundiendo sus dedos en mi ojete abierto y jugoso y nuestros gritos se acomodaban de forma soñada en el aire de la mar serena y profunda.

__¡Ahhh, que par de guarros que sois!!__ gemía nuestro Oficial.

__¿La está pasando bien Oficial?__ preguntó el cocinero

__¡Siii, sigan así, ohh, ahh!!!__ eran los comentarios que salían de la boca de aquel superior. Me corrí un poco de la hamaca que se agitaba cada vez más y ya se estaba volviendo un poco incómodo.

Me arrastré a la vergota de Baltasar y me apropié de ella. La tomé y la apreté fuertemente. Mi boca engulló la serpiente. El cocinero se retorció y atacó aún más la verga de nuestro Oficial.

__¡¡Ohhh este chiquillo es tan perverso!!__ gemía Baltasar.

__¡Tu sigue comiendo que lo haces tan bien!!__ protestó el Oficial Jean.

Apreté las bolas del negro. Este se sacudió de forma eléctrica. Comí sin más aquellas infladas pelotas.

Estaba de rodillas besando aquella vara que me enloquecía tremendamente. Baltasar seguía mamando la pija de nuestro superior que gemía incansable. Su cara se transfiguraba al recibir esa mamada del cocinero. Que por otra parte no sería la primera vez. Evidentemente ya se conocían.

__¡Que tal si continuamos con esta reunión en mi camarote. Allí estaremos más cómodos!!__ sugirió convenientemente el Oficial. Desnudos como estábamos nos mudamos de lugar.

Baltasar se colocó al borde de la cama sentado. Yo tomé su vergota y la empecé a chupar desaforado. El Oficial se colocó detrás de mi. Acarició mi culo en pompa.

Paso sus dedos suavemente. Yo no dejaba de mamar el tremendo pijón del cocinero que arañaba las sábanas frescas y limpias. La lengua de Jean, nuestro superior, se hundió en mi cola. El anillo se regocijo al sentir el contacto de aquella lengua babosa. Rugosa. Yo resoplaba y gemía. Sentí como rodeaba mi aro. Como lo besaba. Lo aspiraba hondamente. Volvía a hundir su estilete. Al pasar besaba mis bolas y las lamia de forma muy suave. Mi verga estaba parada al máximo. Caliente. Deseoso.

Sentí como apoyaba su verga en mi entrada. La cabeza empujó y fue resbalando lentamente, pero sin problemas, hacia el interior de mi túnel

Me clavó. Hundió su daga. Me conmoví. Mis caderas empezaron a jugar con aquel rabo dentro de mi.

No soltaba la poronga de Baltasar. Apretaba mi culo. Sentía inflamar la vara dentro de mi. Gozaba. Gemía. Apretaba la herramienta con fuerza. La saliva chorreaba aquel mástil hermoso. Negro. Venoso. Ardiente.

El Oficial taladraba mi ojete. Sus bolas chocaban mi carne. Se agitaba.  Sentía aquel fierro clavado y creciente en mi túnel insaciable. El Oficial atacaba mi culo rápidamente. Con velocidad para luego ir deteniéndose. Se movía apenas.

__¡¡¡Ohhh que culo precioso!!¿Ya lo has probado Baltasar??__ incitó el Oficial

__¡¡Ahhh si mi señor, es muy bueno!!!¡¡Sabroso!!__ diciendo esto el negro se corrió del lugar. El Oficial quitó su verga del interior.

Lentamente el enorme negro se fue acostando en medio de la cama.

__¡¡Ven chico, ven siéntate en mi estaca!!__ me pidió el cocinero y yo entendí.

Lentamente fui clavando la tranca del cocinero. Ya mi ojete estaba abierto, así que resbaló prontamente recorriendo. Penetrándome salvajemente.

Así fue que sentí que el Oficial besaba mi espalda. Con su lengua me recorría de la nuca hasta el nacimiento de mi culo taladrado. Creo que besó un poco las pelotas de Baltasar y un poco el mástil cuando se movía en ese ir y venir al cogerme.

Luego sentí que la cabeza de la poronga del Oficial pugnaba por entrar. Abrí un poco más mis nalgas. Sentí como si mi ojete se desgarrara elásticamente. Los movimientos del Oficial y del negro se volvieron vibrantes.

Baltasar buscó mi boca. Abrí mi boca y recibí aquella lengua dentro de mi. Mi culo fue abierto al máximo. Nunca había sentido dos vergas en mi culo. El deseo podía más cualquier molestia, que sentí unos momentos,  en un principio. Luego aquellas vergazas se fueron acomodando. En tanto mi leche saltaba sobre la panza y el pecho del negro. Totalmente desquiciado y caliente de locura y deseo. El Oficial terminaba de vaciarme con su mano. Ayudando con una buena apretada.

Nunca había tenido dos machos dentro de mi. Aquello fue glorioso. Sentir la calentura que provocaba en aquellos hombres. Sentir sus  lenguas. Sus alientos. El Oficial mordiendo mi nuca. Besando mi oreja. Baltasar buscando mi boca. Hundiéndose en ella. Sacudiéndose dentro de mí, colmado.

Sentía mi ojete fundido de placer. Estirado al máximo. Empecé a sentir líquido corriendo por mi interior. El Oficial que daba gritos yéndose y provocando que el negro también se vaciara de leche en mi culo desaforado.

Sacaron sus porongas babosas y bamboleantes. Ablandados. Un torrente de líquido se volcó de mi canal. El Oficial busco mi boca y me beso largamente. Estaba agradecido por la cogida recibida.

__¡Que bien me has hecho sentir!!

__¡¡Oh usted también mi señor!!__ dije yo, diciendo la verdad. Baltasar acariciaba mi espalda. Yo había quedado en medio de aquellos machos alzados.

 El cocinero amasaba mis nalgas y las abría. Aún seguía saliendo jugo de mi interior. El Oficial de frente a mi seguía besándome. Pasaba sus manos por mis caderas. Seguía sus formas. Acariciaba mi pájaro alicaído.

En un momento Baltasar se alzó por sobre mi y se encontró con los ardientes labios de aquel superior nuestro. Se cruzaron en besos mojados y lamian sus labios. Los gruesos de Baltasar y los más finos de Jean. Sin querer rozaban sus miembros que estaban casi dormidos.

El Oficial ahora besaba al cocinero y sus dedos se mojaban con nuestros jugos mientras se metían en mi abierto y regocijado ojete. Sentí que su virilidad comenzaba a cobrar vida. Besé su cuello. Acerqué mi mano. Rodee el glande. Sentí su húmeda piel como se iba estirando al crecer. Al ir tomando forma.

La mano del negro Baltasar acariciaba las nalgas del Oficial. Sus dedos jugaban con el trasero del Oficial Jean que resoplaba. Ya levantando temperatura. Mientras el cocinero hacía aquello, su trompa de elefante golpeaba mis nalgas. Pulsando por levantarse.

El superior volvía a buscar mi boca y yo apretaba sus huevos rozagantes. Atrapaba el pez. Lo sobaba. Lo exaltaba. Lo enmarañaba sutilmente. Lo poseía con mis dedos. El pistón se alzaba. Se ponía rígido. Lo empuñaba mientras nuestras lenguas se enroscaban. Bailaban una danza volcánica.

La espada del cocinero se aplastaba duramente contra mi. Lo deje alzarse un poco más y giré dando la espalda al oficial. Me pegué a la boca del cocinero. Sus labios gordos y su lengua se apoderaron de la mía. Como yo apreté su trompa gigante. Se alzaba como mástil. El Oficial pugnaba por entrar en mi.

Su cabeza  pugnaba por entrar. Lo dejaba hacer. Me tomaba con sus manos el pecho. Acariciaba mis tetillas. Las apretaba como si de ellas fueran a salir jugo. Las estrujaba haciéndome sentir un dolor placentero. En tanto el cocinero del otro lado también chocaba su vergota en mi agujero. Lo rozaba. Se chocaba con la verga del oficial. El otro mordía mi cuello. Yo levantaba mis rodillas para facilitar el roce de Baltasar.

Baltasar   tomaba mi verga,, la amasaba. La movía como un resorte. Estaba tan dura como una roca. Chupaba mi lengua.

Los dos pugnaban por entrar en mi abertura elástica. No sé quien lo hizo primero. Nuevamente sentí esas vergas cogiéndome. Avasallantes. Dentro de mi. Furiosas pijotas. Ellos se movían lentamente. Uno de frente. El otro detrás. Atacando mi anillo. Haciéndolo suyo. Penetrándome. Haciéndome sentir deseado. El Oficial besaba y mordía mi nuca. Baltasar se metía en mi boca. Nuestras salivas nos contagiaban mas locura y deseo. Nos hacían vibrar. Corrientes. Pulsiones. Abierto de par en par por esos machos enormes.

Me sentía una gata en celo. Los palos de los hombres iban y venían dentro de mi. Me taladraban. Los machos sudaban. Sus sudor me bañaba también a mi. Sus bocas me besaban por todas partes. De pronto me había convertido en casi un juguete de aquellos profanadores de piel.

__¡Ahhh, así , así papis, denme verga, cójanme, los quiero adentro!!__ gritaba yo enloquecido.

__¡¡Eres tremendo chiquillo, quieres verga, te damos verga!!__ decía en mi oído el cocinero. Acelerando sus embestidas.

__¡Somos tus papis!!¡¡Como aguantas las vergas!!¡¡Ahhhh!!__ susurraba el Oficial Jean.

Como estaba de frente al cocinero mis manos se aferraban a sus nalgas enroquecidas. Musculosas. Sabrosas. Las acariciaba. Fui metiendo mis dedos por aquel canal. El negro se tensó. Mis dedos juguetones alcanzaron el anillo de aquel hombrón fogoso. Se retorció cuando clavé mis dedos. Ahí nomás empezó a largar su leche a escupitajos en mi interior. Abrazándome con fuerza. Apretándome contra si y pegando su boca feroz contra la mía. Balbuceando quien sabe que cosas. Agradecido con los dedos adentro. Yo los movía y el feliz se pegaba un poco mas contra mi.

El Oficial Jean no tardó nada en venirse en mi canal agradecido. Sus sacudidas provocaron que la vergota del negro saliera de la funda. El descargó furioso su leche dentro de mi. Apretando mi pecho. Mordiendo mi piel. Totalmente descontrolado. Dando grandes suspiros.

Baltasar me tomaba el brazo y lo guiaba. Le daba una velocidad. Mis dedos iban y venían en su agrandado anillo. El lo disfrutaba, se sacudía, se arqueaba. Su tranca hermosa se recostaba hacia un costado. Moribunda.

Nuestro superior que aún estaba clavado en mi. Se quedó quieto unos momentos.  Su inflamado pene se fue bajando lento. Acariciaba mi espalda. Cuando la saco, yo quité mis dedos del culo de Baltasar y me acomodé boca arriba. Para descansar un poco de la otra posición.

Así sentía como resbalan los flujos que me habían inoculado aquellos bravos machos sedientos. Relajados. Un poco adormecidos. Sin tener una mínima idea de la hora que corría como el mundo.

La verga del Oficial Jean descansaba a un costado. La mía también estaba desfallecida. Nos quedamos dormidos finalmente.

Me desperté mojado. Los dos hombres a mi lado dormían profundamente. El sol estaba en lo alto. Se escuchaban los ruidos de a bordo. Alguien llamaba a los gritos  a Baltasar. Seguramente querían comer algo.

Me levanté de la cama. Traté como pude de llegar al camarote del Capitán porque permanecía desnudo. Así es que agarré otras ropas y me encaminé para dar comienzo a mis tareas diarias. Esperando a ver cuando el barco se iba a mover de allí y cuando regresaría el Capitán Mollé.-

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