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CAROLINA - 2 (Continúa la fiesta)

en Grandes Relatos

COMO TERMINO LA FIESTA EL VIERNES

Después de disfrutar del primer polvo, mi padre y yo nos tumbamos boca arriba sobre la cama descansando un poco para recuperarnos. Eran más o menos las 11 de la noche, pero continuaba haciendo calor y seguimos los dos en pelotas.

--Carol, bajémos al salón y charlemos sobre todo esto.

Cogimos la botella de whisky y descendimos. Nos sentamos en el sofá.

 Empecé a juguetear con su polla mientras bebía pequeños sorbitos de la botella de whisky. Ya había perdido la cuenta de lo que había bebido, -que era mucho-, pero me encontraba bastante bien.

--¿Cómo estás, Carol? ¿Te ha gustado la experiencia que acabas de vivir?

--Estoy cojonudamente bien, perdona la palabrota; me lo he pasado guay, sobre todo después de que me dieras la cocaína, porque ahora ya no me mareo tanto con el whisky. Ha sido flipante, como dice Susi. Pero tengo una pregunta que hacerte.

--Adelante; desembucha.

--¿Antes habías deseado alguna vez joder conmigo, o se te ha ocurrido esta tarde sobre la marcha?  

--Joderte, exactamente joderte, no. Pero sí que desde hace unos cuantos meses te estaba viendo ya de una forma muy diferente. Ya no te veía como a mi niña; me parecías ya una jovencita muy apetecible, una mujercita y… sí… claro que sí… empecé a tener alguna que otra fantasía erótica contigo; suponía las cosas que tú podrías estar haciendo ya con los chicos y, muchas veces, me ponía bastante cachondo al imaginarlo. No lo podía evitar.

--En esas ocasiones ¿Fantaseabas con que me jodías?

--Sí, claro. Varias veces me he masturbado pensando que estabas conmigo en pelotas y que eras tú la que me estaba meneando la polla.

--Así que me imaginabas a mí, desnuda, haciéndote una paja y eso te excitaba. Insisto en mi pregunta. ¿Hasta el punto de querer joderme?

--Claro, pero enseguida tomaba conciencia de que eres mi hija y que no debía siquiera fantasear que podía hacer esas cosas contigo.

--¡Joder, papi! Nunca habría imaginado que fueras tan reprimido. Entonces, como soy tu hija, lo que hemos hecho esta tarde no lo deberíamos repetir nunca más, ¿no?

--No lo sé. ¿A ti te gustaría volver a hacerlo, Carol?

--¡Hostias!; ya lo creo. A mí no me importa nada que seas mi padre. ¡Con lo guay que me has jodido esta noche! Me gustaría hacerlo todos los días. Y más de una vez cada día. ¡Ha sido una pasada! ¡Me has llevado al paraíso!

--Ah; por favor, no me llames “papi” más. Ya sé que es tu costumbre. Pero después de lo que ha pasado entre nosotros ya no puedo seguir considerándote una “niña”; ni tú debes considerarte una niña, tampoco. ¿Lo entiendes? Entre nosotros ya somos dos adultos y debemos dejar esas “niñerías” olvidadas por completo.

--Tomo nota; procuraré no hacerlo más, pero es casi seguro que alguna vez se me escapará. Pero, dime, ¿Vas a joderme muchas veces? ¿Todos los días?

--Pues va a ser difícil, Carol. Con tu madre en casa no vamos a tener muchas oportunidades más como la de hoy.

--Pero sabiendo que a mí me gusta y que no me importa, ¿Tú querrías joderme más veces?

--Con mucho cuidado y tomando las precauciones que sean necesarias, por supuesto que te jodería más veces.

--Entre hoy y mañana podemos hacerlo muchas más. Hasta que vuelva mama el domingo tenemos mogollón de tiempo. Además, mamá suele faltar a menudo algún que otro fin de semana. Podríamos aprovecharlos todos ¿No?

--Tanto como muchas veces, no sé si podré follarte hoy. No es tan fácil. No soy supermán. Necesito descansar.

--Solo te has corrido dos veces. ¿Cuántas veces más puedes correrte esta noche?

--Podré hacerlo una o dos veces más, como mucho, pero correrme mañana otras tres o cuatro veces, no creo que pueda. Ya paso de los 40, cariño.

--Pues que putada, porque sigo estando cachondísima y me gustaría pasarme toda la noche follando; para eso me diste la cocaína, ¿No? Dijiste que se puede estar jodiendo toda la noche cuando la tomas.

--Tú, si podrías; pero no estarías jodiendo siempre con el mismo hombre. Necesitarías tener a varios para que te jodieran uno detrás de otro. Tú solo tendrías que abrirte de piernas y recibir en tu coño una polla, y otra, y otra. Es lo que ocurre en las orgías: muchos hombres joden a unas pocas mujeres. La cocaína era, sobre todo, con el fin de protegerte de los efectos de la borrachera y para que pudieras seguir bebiendo whisky.

--Pues yo te entendí que tomando la coca era posible que  pudiera joder y beber durante toda la noche.

--Sí que lo puedes hacer, pero haría falta saber con quién más puedes seguir follando. Yo, más de otro polvo no creo que pueda echarte esta noche. A lo sumo, otros dos.

--Pues vaya una gracia. Me has hecho la jugarreta del melón, ¿recuerdas? Me has hecho beber whisky, me has dado cocaína -que me ha puesto supercachonda-, y ahora resulta que no eres capaz de seguir jodiéndome toda la noche. ¿Qué puedes hacerme para que se me pasen las ganas de joder que tengo ahora?

--Aun no son las 11 de la noche. Se me ocurre que podrías llamar a esa compi del insti que folla con su padre y su tío y preguntarle si puedes ir a su casa. Así podrías follar con ellos y serían un par de tíos más. ¿Qué te parece? ¿Te atreverías a hacerlo? Ella te lo ha propuesto ya alguna vez; me lo contaste antes. Me dijiste que te arrepentías de no haber aceptado su idea de joder con ellos cuando te hizo la proposición.

--Si quieres, puedo llamarla, pero la idea no me gusta mucho. No les conozco suficientemente a ellos.

--Pues si tanto te ha gustado joder, no siempre lo vas a poder hacer conmigo. Alguna vez tendrás que hacerlo con otras gentes; incluso con desconocidos.

--¡No me jodas! ¿Me estás diciendo que ya no te importa que folle con cualquiera? Entonces sería una puta; juvenil, sí, pero una puta. ¿Cuánto debería cobrar?

--No es eso, Carol. Entiéndeme. No tardarás mucho en follar con otros; chicos, jóvenes o, a lo mejor, mayores. Será normal. No vas a estar jodiendo siempre y solo conmigo. Aterriza, Carol. Siempre que seas juiciosa y no corras riesgos, por mi parte puedes tener sexo con quien prefieras. De vez en cuando me guardas un turno para que yo también te joda; pero tú debes disfrutar de la vida y del sexo, que acabas de descubrir, tanto como puedas.

--Cada día que mama tenga trabajo y nos deje tiempo suficiente ¿Lo aprovecharemos nosotros para joder? Tu polla es cojonuda y me has echado mucha leche. Mira; todavía tengo los muslos pegajosos de la que me escurre desde el coño.

--Eso sí que te lo puedo asegurar, pero bueno, Carol, no adelantemos los acontecimientos. Anda; llama ahora a tu compi y comprueba si es posible ese encuentro. Si no resulta, intentaré otra cosa. Pero estate tranquila. Algo se me ocurrirá. No te quedarás con ganas de follar. Lo juro.

Tomé mi móvil y llamé. No lo cogió. Dejé un mensaje: “Celebrando notas” “Colocada mogollón” “Llama ya” “Loca por verte” “Bueno para las dos” “Muy urgente”. Además, le puse un whatsapp lleno de emoticonos favorables.

--Ha saltado el contestador; Le he dejado un mensaje para que responda urgente. Por si no contesta, ¿Qué es esa otra cosa que intentarías?

--Debes ser muy madura y juiciosa y prometerme que no le contarás a nadie lo que vas a escuchar. Sobre todo a tu madre. Arriesgamos seguir manteniendo unida la familia.

--¡Joder! Yo soy la primera interesada en que mamá no se entere de lo de esta noche. Seré una tumba. Lo juro.

--Es que lo que vas a oír es mucho más gordo que lo de esta noche. A fin de cuentas lo de hoy solo nos afecta a nosotros tres, pero lo que te voy a contar afecta también a otras familias.

--Pues cuenta y no me tengas en ascuas. ¿Qué pasa?

En ese momento mi móvil comenzó a sonar. Me tiré hacia él, ansiosa de saber si era Susi respondiendo a mi llamada. Era ella, y ésta fue nuestra conversación.

S-¿Qué pasa tía; a qué viene tanta prisa y misterio?

 

C-Verás, es que esta tarde he estado celebrando las notas con mi padre y la cosa se ha desmadrado un poco.

 

S-¿Qué es lo que se ha desmadrado?

 

C-Pues que me he tomado unas cuantas copitas de whisky; me he pasado mogollón y al final lo he hecho.

 

S-No me parece tu voz como de estar muy borracha ¿Qué es lo que has hecho? ¿Has llegado medio pedo a casa y tu padre te ha echado la bronca?

 

C-No; cállate un poco y deja que te explique. Las copitas me las he tomado aquí en casa, con mi padre. El desmadre ha sido entre los dos; copa va, copa viene, una charlita sobre el sexo y, al final, los dos estábamos muy cachondos y lo hemos acabado haciendo. Vamos, que he jodido con mi padre. ¡¡Hostias!! ¡¡Qué ya no soy virgen!!

 

S-¡No jodas, tía! ¿De verdad te ha follado tu padre? Y ¿cómo te lo has pasado? ¿Te ha dolido mucho?

 

C-Lo he pasado de muerte. No me ha dolido casi nada.  Pero ahora sigo estando muy cachonda… y bien colocada.

 

S-Joder qué guay. Enhorabuena. Ya te dije lo que te estabas perdiendo con tus prejuicios y tus chorradas. Pero explícame eso de que estás bien colocada. Suena como a que has tomado pastillas o algo así.

 

C-Una pastilla y una rayita de coca. Me las ha dado mi padre. Ahora estoy a mil y con unas ganas locas de polla.

 

S-Espera… espera… que me aclare, tía. Dices que has jodido con tu padre, que has tomado una pastilla y una rayita de coca. Y me dices que te las ha dado él. ¿Lo he entendido bien?

 

C-Exacto; lo has entendido perfectamente.

 

S-¡Hostias! ¡Hostias! ¡Hostias! qué fuerte, tía. ¿Dónde estás ahora, tía?

 

C-Estoy aquí; en casa, con mi padre. Las drogas me las ha dado él para que no me haga efecto todo el whisky que he bebido.

 

S-¿Tanto has bebido? ¿Cómo para emborracharte?

 

C-No podría decirte cuanto, pero sí; ha sido mucho.

 

S-Tu padre cómo está ¿Borracho?

 

C-No; él está muy bien. No se ha emborrachado.

 

S-Entonces ahí mismo tienes la polla; aprovéchala, ¿O es que os arrepentís de haber jodido los dos juntos?

 

C-Qué va. Estamos contentísimos los dos. Lo que pasa es que a mi padre ya le he sacado un par de polvos y tengo ganas de muchos más. Había pensado ir a tu casa y hacerlo también con tu padre y tu tío. Hoy estás con ellos y dices que siempre que os toca juntos el finde, acabáis follando.

 

S-Eso es verdad. Estoy con ellos, pero hoy has dado en hueso, tía. Un par de polvos sí que me han echado ya, pero también todos nosotros hemos bebido mucho y están los dos bastante pedo. No se les volverá a empinar si no les damos alguna cosa estimulante… ya me entiendes. Si quieres podemos preparar algo para mañana, si es que a tu padre no le importa. A mí también me gustaría más marcha –soy insaciable-, pero ya ves el plan. Habla con tu papi y me lo cuentas; ah: ¡¡Enhorabuena!! ¡¡Al fin has entrado en el club!!

 

C-Por estimulante, ¿te refieres a coca o algo así?

 

S-Pues claro, joder, pareces gilipollas, tía. Alguna rayita de coca estaría guay. A veces me han dejado compartir con ellos un porro, pero la coca no la he olido. Los porros los suele traer mi tío, que es más joven. De eso sí que tenemos bastante. Convence a tu padre y os venís.

 

C-Vale, tía. Se lo explico a mi padre y te llamo ahora.

Puse al corriente a mi padre del contenido de la conversación, haciendo hincapié en que Susi tenía muchas ganas de marcha. Le dije que era buena gente y de fiar. Y Susi está buenísima. Mucho mejor que yo, le animé.

--¿Qué sabes de su familia; su padre y su tío?

--Su padre es autónomo, creo que vende seguros. Del tío no tengo ni idea. Pero tiene buena pinta; le he visto en el insti, en alguna reunión de la ampa.

--Pues si estás tan cachonda como dices no habrá otro remedio que ir un poco a la ventura, sobre todo si quieres disfrutar de alguna otra polla esta noche.

--Eres un cielo, le dije, dándole un besazo en plena boca. Llévate algo de coca para ellos, si es que tienes y no te importa. Susi es una cría fantástica. Verás como tú también te lo pasas guay con ella. Vamos a disfrutar los dos, mogollón; Susi es una salida y le mola follar.

--Venga, Carol. Déjate de zalamerías. Llámala, vístete y no pierdas el tiempo. Cogeré estimulantes y otra botella, para que no estemos escasos. Pero del whisky normal. El Gran Reserva es solo para nosotros. Ya te dije que cuesta un huevo.

Cogí el móvil y llamé a Susi.

S-¿Qué me dices Carol? ¿Se anima tu padre?

C-Por supuesto. No he tenido que insistir mucho. Le he dicho que tú estás buenísima, que eres una salida y que te encanta follar. Debes estar a la altura, tía.

S-No le has mentido. En cuanto me vea se le caerá la baba. ¿Traeréis algo para animar a estos dos muermos?

C-Coca y whisky. ¿Te parece bien?

S-Cojonudo. A estos les va lo bueno. Dame media hora para que espabile y les ponga decentes.

C-De acuerdo. Media hora y estamos ahí. Estate al loro.

El padre de Susi no vivía muy lejos de nuestra casa, así que me arreglé con un poco de maquillaje y me puse guapa. Iba a conocer gente nueva y quería causar buena impresión.   

En poco más de media hora estuvimos frente a la casa de Susi; un adosado en una zona turística, poco ocupada todavía porque aún no había comenzado la temporada alta de las vacaciones. Susi nos esperaba con la puerta del garaje abierta para que no dejáramos el coche en la calle.

Mi padre se prendó inmediatamente de ella. Quince años; una cara pecosilla; un pelo color zanahoria; sonrisa pícara; tetas que apuntaban al cielo; una camiseta ajustada y sin sujetador que le marcaba los pezones y una mini de vértigo, que apenas le tapaba la cacha del culo, le daban a Susi un aire de muñequita frágil y provocadora, tan apetecible como prometedora de ser un manantial de todo tipo de maravillosos e inacabables goces carnales.

(Hay que ver lo cursi que me ha salido el final de este párrafo; pero así se queda)

Accedimos a la vivienda desde el garaje, subiendo una empinada escalera. Mi padre, que subía inmediatamente detrás de Susi, se retrasó un par de escalones para contemplar mejor el “paisaje” que ella le ofrecía y alucinó al ver que bajo la minifalda iba sin bragas y le mostraba libre y diáfano todo su coño y culo. Arriba, en el salón, nos esperaban el padre y el tío de Susi. El padre, sobre los 40 años, y el tío bastante más joven. No creo que pasase mucho de los 30. Estaban presentables, como quería Susi.

Susi los presentó a todos: Javier; mi padre, Fidel; mi tío; Antonio, el padre de esta lianta, y Carol, mi compi del insti.

Cumplido el protocolo de las presentaciones de rigor, enseguida se rompió el hielo. Susi ya les había hablado de mí a sus parientes, mientras esperaban nuestra llegada. Me había puesto por las nubes como ejemplo de buena estudiante y amiga. También les había contado mi estreno en el sexo y las ganas que tenía de seguir jodiendo.

Aceptamos una cerveza bien fresquita, -para mí una novedad-, y Fidel dijo que había preparado unos “canutos”.

--Anda que no hace años que no me fumo un buen porro, dijo mi padre. Le haré los honores con mucho gusto.

--Tú tampoco lo has probado, ¿Verdad, Carol? Salió Susi al quite.

--Ya sabes que hasta hoy era novata en todas estas materias. Pero estoy dispuesta a recuperar el tiempo perdido, añadí mirando pícaramente a mi padre.

Mi padre recogió el guante y se dirigió a mí, también con intención de que los demás supieran a qué atenerse.

--Hoy vas a acumular un montón de experiencias, Carol, que eran desconocidas para ti: alcohol, coca, sexo y, ahora, también un buen canuto. No seas ansiosa. Inhala al principio poca cantidad de humo. Así toserás menos y te hará mejor efecto. Altérnalo con la cerveza y te irá bien.

--Susi nos ha dicho que acabas de estrenar el coño y que vienes con ganas de guerra. Pues te aseguro que vas a tenerla, y de la buena, dijo Fidel. Te vas a hartar de joder.

Mientras bebíamos la cerveza y fumábamos los porros, la conversación derivó hacia lo “curiosas” que eran todas las “niñas” de ahora y lo “despiertas” que resultaban algunas, para lo que les interesaba. Mientras tanto, mi padre se disponía a preparar unas rayitas de coca y a servir unas copitas de whisky.

--Susi es una cría muy precoz, dijo su padre. Al poco de cumplir los 13 ya tuvo su primera aventura sexual -su madre aun no lo sabe y yo me enteré un año después de separarnos-, sólo que entonces ni su madre ni yo nos lo imaginábamos. Lo disimuló muy bien, la jodía, pues a pesar de que durante todo el curso anterior anduvo con unos y con otros de morreo y quién sabe con qué otras historias, -supongo que bastante más atrevidas-, nunca nos llegó el más leve de los rumores. Nosotros achacábamos todas sus “travesuras” a los ímpetus juveniles, sin más. Su madre y yo andábamos ya a la greña y Susi bien que se aprovechó de ello. Enseguida llegó nuestro divorcio. Fue hace un par de años y Susi acababa de cumplir los trece y quedó bajo la custodia de su madre. Conmigo está los fines de semana alternos. Ahora en verano la tendré un mes entero.

--Cuando ellos se divorciaron yo me vi liberada. Se acabaron en casa los gritos y los malos rollos y mi madre, que me consideraba responsable de todo, dejó de culparme  y aflojó su vigilancia sobre mí. Su nueva actitud hacia mí me vino de perlas y por supuesto que me aproveché bien de ello, dijo Susi. No veais cómo me puse de follar a partir de entonces. Hasta faltaba a dormir a casa cuando me salía algún plan suficientemente atractivo. Mi madre tragaba con todo: quedarme un finde en casa de alguna amiga para no ir a dormir a casa; tener que repasar lecciones, preparar algún examen, etc. Cualquier excusa era válida para ella. Jamás hizo un intento de comprobar si lo que le decía era verdad. Vivía en la gloria: follaba todo lo que quería y no tenía que romperme el coco dando explicaciones.  

--Cuando nos divorciamos Susi pasó a estar los fines de semana alternos conmigo, continuó el padre. Todo fue bien casi todo el primer año, hasta que un viernes llegó a casa medio borracha; recién tenía 14 años y venía del cumple de un compañero. Dijo que le habían hecho beber en contra de su voluntad. No quise regañarla y, como yo estaba ya también un poco alegre, le permití que siguiera bebiendo conmigo. Acabamos los dos en pelotas en medio del salón, totalmente borrachos y follando como conejos. Eso ocurrió hace poco más de un año. Y ahí empezó todo.

--El sábado, cuando nos despertamos, después de dormir el pedo, fue cuando mi padre me echó la bronca por haber llegado a casa medio borracha. Yo le dije que él ya lo estaba cuando yo llegué y que me animó a que bebiera con él y así terminamos luego: follando despendolados, dijo Susi. Que no me soltara el rollo.

--Admití mi culpa, siguió el padre, y le dije a Susi que eso no podía repetirse. Está muy mal: soy tu padre, añadí. Estaba arrepentido y dispuesto a que no volviera a pasar. Pero la respuesta de Susi lo lió todo. No contaba con que ella me respondiera así.

--Pues es una puta lástima, papá, porque yo flipé anoche jodiendo contigo. Menudo pollón tienes, tío. Follas como un campeón.

--Tú que sabrás de pollas, Susi. Eres solo una cría.

--Sé mucho más de lo que te piensas. ¿No te diste cuenta que no te costó ningún esfuerzo metérmela? ¿Creías que era virgen? Desde que os habéis divorciado he jodido con todos los chicos de mi clase y de algún otro curso.

--Fue entonces cuando me enteré que hacía más de un año que ya iba de polla en polla en el insti y casi se había convertido en una ninfómana: follaba con cualquiera que tuviera “rabo”. Un par de meses después, un viernes que estábamos en pelotas en medio del salón, bien borrachos después de un fantástico polvo, apareció Fidel, que vino sin avisarme antes y abrió con su llave. Se encontró con el espectáculo y, sin dudarlo un segundo, nos espabiló y se unió a nosotros. Susi lo aceptó de inmediato y desde entonces somos tres jodidos incestuosos que lo pasamos de puta madre cuando estamos juntos. De vez en cuando Susi viene con alguna de sus amiguitas para que lo pasemos todavía mejor. Hemos desvirgado a bastantes compañeras de vuestro Insti. Suerte que hasta la fecha Susi no ha tenido ningún embarazo, ya que casi siempre follamos a pelo y eso tiene su riesgo.

--No se trata solo de suerte, papá, intervino Susi. Yo no soy gilipollas y cuando la suerte falla sé que hay que tener recursos, y saber usarlos. Esas pollas del insti que yo he frecuentado desde hace más de dos años, no son solo de compañeros. También hay más de un profe que se jacta de haberme llevado al huerto. Pero son todos unos “pardillos”; se creen unos conquistadores irresistibles cuando piensan que “cae” alguna palomita como yo en sus redes. Al huerto los he llevado yo a ellos, cuando así me ha convenido, y les he sacado bien los cuartos.

--Joder, Susi; no me vengas a decir que les cobras por dejarte follar. Una cosa es joder porque te guste y seas una

golfa y otra cosa es cobrarles, como si fueras una vulgar puta, dije yo.

--No les he cobrado por joder, Carol. A mí no me han dado nunca un puto euro por hacerlo. Pero la pasta que les he sacado ha servido para que yo pudiera pagar, cuando mi suerte no ha sido suficiente y me ha hecho falta un aborto.

--Susi, no me digas que has estado embarazada, dijo su padre con sorpresa. Esto sí que no me lo esperaba.

--Sí, papá. A mis 15 añitos ya he estado embarazada. Tú y, sobre todo, mamá, estáis en babia. Tú tienes un pase porque me ves solo dos fines de semana al mes, pero mamá; lo de mamá es increíble. Si es que no se entera de nada la tía. Podía haberse dado cuenta de que vomitaba a menudo casi todas las mañanas o de que me crecían rápido las tetas y que mi cuerpo cambiaba a ojos vista.

--Yo tampoco me he enterado, dijo Carol. No se te notaba nada en clase.

--En clase disimulaba como podía. Me he preñado dos veces en este curso. La primera a poco de empezar, y la segunda en las vacaciones de la Semana Santa. Cuando he tenido alguna sospecha de estar preñada he buscado un profe facilón, me he dejado “seducir” por él y luego, cuando ya tenía confirmado el embarazo, le he planteado el dilema: Profe, creo que estoy embarazada, ¿Cómo lo arreglamos? Me acompañaron para hacerme los análisis y cuando me confirmaban el embarazo ninguno quiso averiguar si el culpable era él o era otro. Investigarlo suponía que todo se divulgaría, con el consiguiente escándalo social y familiar: yo era una menor y ellos profesores del instituto. Su vida estaría totalmente arruinada y con grave riesgo de cárcel, pensaron. Lo mejor para ellos sería arreglarlo sin que se supiera y decidieron que abortase. Yo nunca les presioné ni les chantajeé. Fueron ellos los que me proporcionaron la pasta, voluntariamente, y buscaron el lugar donde abortar. Fue muy fácil. No me hizo falta más que un fin de semana cada vez. Mamá se tragó lo del finde con una compañera.

--¿No te arrepientes de haberles embaucado? Dijo mi padre.

--No, Antonio. No me arrepiento en absoluto. Si les elegí a ellos es porque ya se me habían insinuado antes en bastantes ocasiones y me habían hecho proposiciones muy claras en ese sentido. Les habían llegado rumores de que yo era una “chica fácil” y quisieron cobrarse su pieza. Cómo se les iba a marchar viva una pivita de 14, que estaba como un tren y que follaba con todo quisque, a poco que le insistieran. Una oportunidad como esa no la podían dejar escapar. Así que, cuando me convino a mí, accedí a sus pretensiones haciéndoles creer que me habían conquistado.  Eran ellos los que cuando me estaban jodiendo pensaban que, al fin, me habían embaucado a mí.

Busca en el Diccionario. EMBAUCAR:

  1. 1.   tr. Engañar o alucinar, prevaliéndose de la 

    inexperiencia o candor del engañado.

Creían que me habían “seducido”; busca cómo define el diccionario qué es: SEDUCIR:

  1. 1.  tr. Persuadir a alguien con argucias o halagos para algo, frecuentemente malo.

 

2. tr. Atraer físicamente a alguien con el propósito de           obtener de él una relación sexual.

 

Les di a beber a los dos de su propia medicina. Pero era casi seguro que el embarazo fuera de ellos, porque los chicos del insti me follaban casi siempre con condón. Ellos sí que no quieren problemas.

 

--De todas formas, continuó mi padre, les hiciste pagar un precio muy alto por algo de lo que quizá no eran los responsables y, de alguna forma, te aprovechaste del miedo que tenían a las consecuencias de un hecho del que fueron protagonistas, sí, pero en el que tú también tuviste una contribución necesaria. En definitiva, Susi: tú no fuiste a joder con ellos engañada; lo hiciste voluntariamente.

 

--Tienes razón, en parte, Antonio. Yo no fui a joder con ellos engañada, pero, ¿Cuántas crías sí que han jodido engañadas?: por sus profesores, entrenadores, padres, familiares, o gente en la que ellas confiaban. Muchas de ellas han quedado traumatizadas por lo que les sucedió y nadie ha pagado por ello. A mí no me causa ningún remordimiento que esos profesores pagasen mis abortos. Qué le voy a hacer; yo pienso así.   

 

--Tú jodes con tu tío y con tu padre, Susi, y yo acabo de hacerlo esta tarde con el mío; y lo quisiera seguir haciendo todos los días. Tampoco me importaría joder con mis tíos o mis primos o con cualquiera de mi familia que me lo proponga. Después de joder con mi padre esta tarde, me he desprendido de ese tabú familiar. Hoy acabo de descubrir el sexo; y me gusta mucho. Quizá el próximo curso folle también con los chicos del insti y a lo mejor con algún profesor, si me lo insinúa y estoy lo suficientemente cachonda como para no negarme. Pero no me veo utilizándolo para que pague mi aborto. Lo siento, Susi, pero así es como pienso yo. Pero no te culpo a ti por ello, que conste. Quiero seguir teniéndote como amiga y compañera de juergas como la que nos vamos a correr esta noche.

 

--Gracias, Carol. Espero que no te veas nunca en una situación como la mía. En el fondo creo que es posible que no tardes mucho en seguir mis pasos. Cuando una chica de nuestra edad descubre el sexo con la fuerza con la que lo hemos descubierto nosotras, lo más probable es que muy pronto estemos dependiendo de tener cada día una buena polla en nuestro coño. Mírate, Carol. Has descubierto esta tarde el sexo: hace unas pocas horas. ¿Dónde estás ahora y por qué? Estás en esta casa, porque es aquí donde están esas pollas que estás empezando a necesitar. Convéncete, Carol: tú y yo, en el sexo, somos tal para cual.

 

Llegado a ese punto intervino mi padre.

 

--Carol, no discutas con Susi. Yo también pienso que es posible que tú acabes como ella, pero no me importará si eso ocurriera. Antes de venir aquí te dije que acabarías follando con desconocidos ¿Recuerdas? Ahora añado que si en algún momento tienes un problema como los que tuvo Susi, un embarazo o algo similar; cuéntamelo, Carol. No te lo guardes solo para ti. A lo mejor no tienes un profesor a mano, si llegara el caso.      

--Pues ya puedes andarte con cuidado con tus futuros embarazos, le dije a Susi. Si ya te has follado a esos dos profesores no creo que te queden muchos más a los que puedas liar. Algunos no van a tragar. Seguro.

--Ya lo sé, pero vuelvo a estar en un apuro. Ya me ha faltado una regla, así que voy a tener que buscarme otra víctima, pero tengo que darme prisa. Todavía me quedan un par de candidatos. El curso está para acabar y si no lo puedo solucionar antes se echarán encima las vacaciones y eso sí que sería un problema: en Septiembre estaría preñada de cuatro meses y no lo podría disimular. Mamá se daría cuenta; aunque hasta ahora no se ha enterado nunca, si me crece la barriga lo acabará notando. Si lo prefieres, pagas tú, papá; lo más probable es que sea tuyo o del tío, porque la mayor parte de los chavales del insti que me follan se ponen condón; ya dije que esos no quieren líos.

--Está bien, Susi. Búscate tu mirlo blanco. Pero date prisa. No tengo la economía como para asumir ese tipo de gastos precisamente, pero en último caso tendría que esforzarme. No te voy a dejar tirada. Eres mi hija. Todo lo que sea, antes de que tu madre se entere. Menudo follón nos armaría. 

Durante esa charla nos fuimos quitando la ropa y el fin del porro nos pilló a todos ya en pelotas. Todos cruzamos las miradas, los unos a los otros, calibrando la “calidad” del “género” que se nos ofrecía a la vista. Susi no quitaba ojo de la polla de mi padre, lógicamente; éste de las tetas de Susi y yo de las pollas de Javier y Fidel que, por su parte, me comían con los ojos el coño y las tetas. En definitiva: todos estábamos ya muy “salidos”, deseando follar cuanto antes.

--Joder con tu amiguita, Carol, dijo mi padre. Está preciosa y es una tentación, pero por lo que ha dicho es toda una profesional. Adiós a mis ilusiones de follarme a una jovencita inexperta.  Claro que de este embarazo, si es que lo tiene, no me podrá culpar a mí. De todas formas, me la voy a follar como si fuera el último coño que me pueda joder en mi vida.

--¡Hostias! Yo no tenía ni puta idea de todo esto. Soy la primera sorprendida. ¡¡Qué putón eres, Susi!!

--Anda, Carol, no finjas. Te brillaban los ojos cada vez que te contaba algo de lo que hacía con mi padre y mi tío. Tú también lo estabas deseando, pero siempre has sido una miedica. No pensarías que te iba a contar todo lo que hacía en el Insti. Ya se rumoreaba bastante y debías suponerlo.

--Pues Carol no va a irse de rositas, dijo Javier. Para eso la has traído aquí, ¿no?, preguntó a mi padre.

--La he traído porque la tengo tan cachonda que si no os la folláis los dos un par de veces, por lo menos, sentiré que malgasto el whisky y la coca que os he preparado. Así que dejémonos de tanta charla: un buen lingotazo de whisky, una rayita de coca y cada mochuelo a su olivo. Mejor dicho: a cada coño su polla; viene a ser lo mismo.

Todos bebimos un buen trago de whisky y esnifamos las rayitas de coca que acababa de preparar mi padre –para mí era ya la segunda rayita de la noche-.

Sería cerca de la una de la madrugada cuando comenzamos lo que fue la primera orgía de mi vida. No muy numerosa -solo tres tíos-, pero suficientes para ser la de mi iniciación.

La primera polla que acudió a mi coño fue la de Javier, el padre de Susi. Su tamaño era algo mayor que la de mi padre, pero solo en grosor, aunque desde luego su largo no bajaría de los 20 ctm. Yo pensé que esa barra de carne, tiesa, dura y tan gorda era más de lo que mi pobre coño podía admitir, a pesar de estar ya suficientemente lubricado por los flujos vaginales que habían surgido de su interior a causa de la charla que Susi nos había dado sobre sus embarazos. Escuchar sus “embarazosas aventuras” hizo galopar mi imaginación, haciéndome pensar qué haría yo si alguna vez estuviese en su misma situación.

Sin embargo, Javier no tuvo miramiento alguno. Me colocó a cuatro patas sobre un cojín en el suelo y desde atrás me la enterró hasta el fondo de un golpe brusco.

Lancé un desgarrador grito, que hizo que las miradas de todos confluyeran en mí.

--¡Cabrón! No seas tan bestia; vas a destrozarme el coño. Aún no tengo 14 años, aullé. ¡Eres un animal!

--Perdona, Carol; se me ha ido la pinza. Pero es que esto es lo que más le gusta a Susi: que se la metamos de golpe hasta el fondo. Disfruta como una loca con ella dentro. No te apures que ahora te la saco y luego te la vuelvo a meter, pero más despacio.

--No me la saques, cabrón. Me ha dolido un huevo cuando me la has metido, pero ahora me siento tan llena de polla que no quiero que la saques. ¡¡Fóllame todo lo bestia que quieras!! ¿No ves lo cachondísima que estoy?

--Tu coño es pura delicia, Carol. Cuánto tiempo hacía que mi polla no visitaba un coño tan estrechito como el tuyo, -el de Susi ya es como un túnel de autopista- así que voy a disfrutar como loco y te la voy a meter a golpes, sin parar hasta que me corra. Mientras, chúpasela a Félix, para que luego él continúe la faena contigo. Esta noche te vamos a follar hasta que te hartes de polla.

--Eso es lo que estoy deseando, Javier. ¿Para qué creéis vosotros que me ha traído aquí mi padre?

--Ya nos contarás qué te han parecido nuestras pollas cuando acabe la juerga. Te vas a arrepentir de haber venido. Te vamos a destrozar el coño.

--Eso es lo que me gustaría, cabrón. Venga: métela fuerte y no pares hasta que me veas desmayarme. Quiero convertirme en una jodida puta y cuanto antes empiece, mejor.

Así lo hizo y durante más de media hora Javier no paró de meter y sacar su polla de mi coño y yo de chupar la polla de Fidel. Me la metían poco a poco, o de un solo golpe; a veces era lento y otras rápido, cada uno en su agujero; alternaban tremendas embestidas con suaves penetraciones. Me pusieron más de una vez al borde del orgasmo, pero entonces Javier aflojaba el ritmo y luego volvía a crecer en intensidad. Poco antes de mi orgasmo definitivo les pedí que arreciara en sus envites.

--¡Vamos, hijos de puta! ¡Metédmela cada vez más fuerte! No paréis ya hasta que me corra. Estoy a punto.

--Pero es que yo también estoy a punto y te la tengo que sacar para no preñarte, dijo Javier.

--Me importa un huevo si me preñas. Ni se te ocurra sacármela hasta que me corra. ¿Verdad que no te importa que me preñe? Anda, dile que no me la saque y que se corra dentro de mi coño.

--No sé cómo voy a poder evitarlo, respondió mi padre, así que, Javier: hazle caso a esa puta que tengo por hija; disfruta de ella todo lo que puedas y córrete dentro.

--Pues toma polla, dijo Javier, mientras me la enterró de un solo golpe hasta lo más profundo de mi coño.

--¡¡Así, así, a lo bestia!! ¡Joder, lo que me gusta que me la metan! ¡Sigue, cabrón! ¡Me estoy corriendo como la gran puta que quiero ser!

--Yo también me corro, dijo Javier.

Sentí sus potentes chorros de leche cómo me regaban el coño y me inundaban de placer, mientras mi cuerpo se arqueaba y temblaba de manera espasmódica debido a las intensas convulsiones propias de un tremendo orgasmo.

Una vez que recuperé mi respiración normal agarré la botella de whisky y le di un enorme trago. No había bebido otra cosa que la cerveza que nos ofrecieron al llegar y el trago al iniciar la orgía. En todo el tiempo de la jodida con Javier no probé una gota, y el polvo duró casi una hora.

Saciada mi sed me preparé para recibir de inmediato la polla de Fidel, pero antes dirigí la atención a mi padre y Susi.

La escena que vi era dantesca. Susi estaba a cuatro patas, arrodillada en el suelo, con los brazos y la parte superior del cuerpo sobre un sillón. Tenía en la mano una botella de cerveza de las llamadas “litrona”, de la que bebía constantemente, a la vez que ofrecía sus cuartos traseros a la polla de mi padre.

--Vamos, tío. ¡Destrózame el culo! Dices que mi coño está tan abierto que tu polla no lo nota. Llevo jodiendo casi tres años y la polla de mi padre es de las de campeonato. Por eso tengo el coño tan dilatado, así que métemela por el culo y hazlo sin miedo; ¡Me encanta que me den por el culo! Luego te enseñaré como me la meten a la vez en el coño mi padre y mi tío, para que Carol se muera de envidia. Es una gozada que te follen dos tíos al mismo tiempo. Fidel; si me termino esta botella de cerveza tráeme otra. Quiero emborracharme tope y el whisky no me va mucho; prefiero una buena birra.

Mi padre disfrutó de lo lindo jodiendo a Susi por el culo, hasta que los dos se corrieron, entre grandes gritos. Luego Susi se puso a recoger el semen de mi padre que le salía del culo y se lo llevaba a la boca, saboreándolo.

--El semen es algo sagrado. Transmite la vida y por eso no hay que desperdiciar ni una gota.

--Pues aquí tienes bastante, Susi, le dije yo, al sentir cómo me resbalaba por una pierna parte del que me salía del coño. Es una parte de todo lo que me acababa de echar su padre.

Susi vino, se arrodilló ante mí y lamió mi coño, y todo el pelo que lo rodeaba, hasta que no quedó una gota sin rebañar. Lo tragaba, entre sorbo y sorbo de cerveza, disfrutando como una loca. Estaba ya medio borracha. Eso sí; me dejó el pelo del coño agrupado en varios pegotes.

La segunda raya de coca, que acababa de esnifar en casa de Susi, tuvo la virtud de despertar todavía más, si eso era posible, mis ansias de alcohol y sexo, por lo que di otro largo trago de la botella de whisky y pedí a Fidel que no dejase que mi coño se “enfriara”. Eran ya casi las dos de la madrugada.

--Vamos, Fidel; ahora te toca a ti joderme. No puedes dejar en mal lugar a Javier. Quiero que me eches un polvo acojonante.

--Pues voy a darte todo lo que te mereces. No creas que me voy a apiadar de ti, como ha hecho mi hermano. Voy a meterte la polla hasta que te salga por la boca.

--Eso espero, cabrón, porque estoy cachondísima. Lléname el coño de leche para que se la pueda beber luego Susi. Ya has visto cuánto le gusta.

Durante más de media hora Fidel hizo diabluras con su polla en el interior de mi coño. Su verga entraba y salía con unos cambios de ritmo endiablados, que me llevaban cada vez a un nivel más alto de excitación.

Mi coño segregaba fluidos a gran velocidad, y eso permitía que mi vagina tuviese la lubricación necesaria para el fácil deslizamiento de la maravillosa polla de Fidel que, a sus escasos 30 años, era un verdadero virtuoso en el arte de la jodienda. Al menos, eso es lo que me pareció a mí.

Nuestra “actuación” era un espectáculo contemplado por todos los demás: Susi, con su inseparable botella de cerveza, -que casi estaba ya vacía-. Javier y mi padre recuperándose del polvo que cada uno acababa de echar y compartiendo con Susi un nuevo porro, que a veces acercaban a mi boca para que le diese una larga calada.

Mis gritos crecían y crecían en intensidad; no solo por el trabajo que realizaba en mi coño la polla de Fidel, sino por el estado de sobreexcitación a que me llevaban las tres drogas que tenía en el cuerpo: el porro, la coca y el whisky.

Llegué a un estado de delirio tal que comencé a decir verdaderas barbaridades.

--¡¡Reviéntame el coño, pedazo de cabrón!! Pero no olvides que también me gusta mucho tragármela. ¡¡Métemela en la boca hasta que me llegue al estómago!! Y preparadme más whisky. Esta botella está ya casi vacía.

Fidel cumplió mis deseos al pie de la letra, pues me folló la boca a lo bestia y me hizo vomitar unas cuantas veces, hasta que enterró sus casi 25 centímetros hasta el fondo de mi garganta.

--Carol está completamente drogada, dijo mi padre a Susi. He perdido la cuenta del whisky que ha bebido ya desde esta tarde, pero sigue con ganas de más.

--Parece alcohólica perdida, respondió Susi. Yo he visto a alguna cría que con mucho menos de lo que ha bebido Carol hace tiempo que ya se habría desmayado.

--Carol lo aguanta porque ya se ha esnifado un par de rayas de coca. En casa se metió una y hace un par de horas ha esnifado la segunda. Y, además, ha fumado marihuana aquí esta noche.

--Pues a mí también me gustaría disfrutar tanto como lo está haciendo ella, dijo Susi. Se ve que se lo pasa guay.

--No te preocupes por eso. Si nos seguimos viendo ya me ocuparé de que a ti tampoco te falte estímulo. Me ha encantado tu culo y espero rompértelo muchas más veces.

--Todas las que quieras, le respondió Javier. Susi va a seguir haciendo lo que le salga del coño, así que si lo hace con vosotros estoy tranquilo. Sé que la cuidaréis bien.

Después de este inciso, que os refiero porque me lo contó mi padre, cuando yo estuve en condiciones de poder enterarme, sigo relatando cómo concluyo el polvo que me echó Fidel.

Durante media hora más soporté sus acometidas, en la boca y en el coño, alternándolas con tragos de whisky y caladas de marihuana. Al final solo era una pobre muñeca, carente por completo de voluntad, que Fidel manejaba a su antojo. Únicamente balbuceaba tres palabras: polla; whisky y marihuana -a veces añadía: coca-.

Fidel se encargaba de suministrarme polla y los otros tres, completamente “colocados” ya y bastante borrachos, me acercaban a la boca la botella de whisky y el consabido porro.

La puta de Susi, ya muy borracha, grabó con los móviles los minutos finales de mi orgía con Fidel, hasta que llegué al orgasmo más sensacional de la noche. Estuve convulsionando durante casi dos minutos, de lo intenso que fue. Gracias a que Susi lo grabó lo puedo contar ahora, porque de aquella noche no consigo recordar casi nada.

Al final acabé hecha una verdadera piltrafa. Borracha por completo, pero sin llegar a perder el conocimiento; absolutamente drogada, con mis tetas y vientre cubiertos de restos de los múltiples vómitos, y con el semen de Fidel rebosando por mi coño, derrumbada en medio del salón, incapaz de hacer nada por mí misma.

--Estás hecha un verdadero asco, dijo Fidel. Eres una puta de lo más guarra.

--Ya lo sé. Me ha gustado mucho, balbuceé. Pero sigo queriendo más.

--Susi -ordenó Fidel-, límpiala. Quiero verla reluciente.

Susi dio el móvil a Fidel, que siguió grabando, y se puso a lamer mi coño para tragarse toda la leche que salía.

--Las tetas también, dijo Fidel, y Susi cuando acabó de lamerme el coño se puso a hacerlo con mis tetas, para quitar los restos de vómito.

--Ya está limpia, Fidel, dijo Susi cuando acabó.

--No lo has hecho bien. Tendré que terminarlo yo.

Lo que hizo a continuación fue ponernos a las dos bien juntas, recostadas en un rincón para mantenernos el tronco erguido, puso unas toallas en el suelo junto a nosotras y mientras nos seguía grabando con una mano, con la otra dirigió su polla hacia nuestras caras y nos regó con una buena meada.

--Vamos, putas. Abrid bien la boca y probad este néctar. Es mucho más sabroso que la cerveza o el whisky: es mi “agüita amarilla”.

Nuestras bocas se llenaron de su orina y la nariz se nos obstruía por lo que, al tratar de coger aire con la boca nos tragábamos parte de su meada, en medio de continuas toses y atragantamientos. La orina resbalaba por nuestra barbilla, nos mojaba las tetas y descendía por nuestro vientre hasta llegar al pelo de nuestros coños y empapar las toallas que teníamos delante. Pero Susi le pedía a Fidel que la siguiese meando.

--Tío; dame toda tu meada. Está calentita y sabe muy bien, -decía con su voz de borracha-.

 Colocadísimos por los porros y ya completamente borrachos por el whisky, nuestros padres se reían muy alegremente contemplando el espectáculo que les ofrecíamos, al tiempo que liquidaban por completo la botella de whisky.

--Javier, míralas como boquean, -decía mi padre-. Parecen dos pececillos recién sacados del agua que buscan respirar. Nunca pensé que Carol pudiera comportarse como si fuera una puta. Y eso que aún le falta dos meses para cumplir los 14 y hoy ha sido su bautismo en todo esto. Cuando sea como Susi quién sabe lo que será capaz de hacer.

--A mi ya no me sorprende casi nada de Susi, dijo su padre. Cuando se coloca bien con un par de porros y se bebe unas cuantas cervezas pierde completamente el control; no es la primera vez que lo hace. Fidel es un cabrón y la tiene conquistada. Susi hace todo lo que le pide; jamás le niega nada porque adora su polla.

--¡Eh! Vosotros, cabrones. Dejad de reíros y venid a mearnos también, dijo Susi.

--Eso, papá, cabronazo. Mira a tu hijita lo borracha y drogada que está. Ven a mearme tú también. Ya que no me dais más whisky dame por lo menos tu meada.

Nuestros padres se pusieron frente a nosotras y casi de inmediato comenzó una lluvia de orina interminable. La boca de Susi y la mía, abiertas como si fuéramos pajaritos esperando la comida del pico de sus madres, tragábamos la mayor cantidad posible de la orina que llegaba a ellas. Lo mismo daba de qué padre era el líquido que llegaba hasta nosotras. Tragábamos todo lo que éramos capaces.

Al final, cuando ya no nos llegaba ni una gota, Susi me dio un ligero codazo.

--¿Qué te ha parecido el fin de fiesta, novata?

--Cojonudo, Susi, dije con voz gangosa, pero creo que estoy a punto de desmayarme. No aguanto más. Estoy tan borracha que ya no sé dónde estoy. Quiero irme a dormir a mi cama. Estoy muy cansada. No aguanto más. De pronto me desmayé.

--Pues estas chiquillas parece que nos van a proporcionar muchos días de diversión. Porque, esto, hay que repetirlo, Javier.

--Cuando quieras, Antonio. Susi viene conmigo cada dos fines de semana, así que nos organizamos y ya está.

--De acuerdo, Javier. Choca esos cinco.

Los dos estrecharon sus manos cerrando el trato.

Eran casi las cuatro de la madrugada cuando todos, incapaces de hacer otra cosa que no fuera abandonarnos al sueño, que yo ya había cogido, según los ronquidos que me dijo mi padre que yo lanzaba, quedamos tirados en el suelo del salón entre los restos de la orgía.

Así acabó mi debut en el mundo de los placeres. En una tarde/noche, probé el alcohol, la coca, el sexo, la marihuana y tuve mi primera orgía; ah, se me olvidaba; también probé la lluvia dorada. A mis escasos 14 años fue un estreno de lo más prometedor.

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El fin de semana no ha acabado. Queda todavía el sábado. ¿Qué ocurrirá? Paciencia. En el próximo capítulo lo leeréis.