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En primer día de clases

en Hetero: General

Como buen destino para la mujer mexicana, adicionando con el problema que había tenido en la secundaria, habernos cachado, y la falta de recursos.  Tuve que ir a buscarme un trabajo para seguir estudiando, y de repetir el 3er., otra vez.  Fue mi deseo de seguir estudiando, y tuve que realizar 3 trámites para instituciones diferentes para seguirlo.  En mi época, las instituciones tenían su propio exámenes de admisión, la cual elegir realizarla a la UNAM escogiendo la 1ª opción, el CCH Vallejo; la otra en el Conalep campus Venustiano Carranza II; y por último el Bachilleres planteles Aeropuerto y Neza. 

De niña, crecí en ciudad Neza, por ende fui a la primaria y secundaria ahí.  Pero cuando terminé la educación básica, mis padres decidieron cambiarnos de lugar de residencia.  Nos fuimos a vivir en la cercanía del metro Pantitlán.  Y el cambio de lugar, se dio justo días después de la fiesta del fin de curso, a la cual narré la experiencia pasada.  Con la cuestión del trabajo, no me causo gran problema, ya que trabajaba en fines de semana, y el transporte me facilitó ya que iba a vivir en las afueras del paradero de la estación. 

Al hacer los trámites del examen de admisión, tendría que hacerlo yo, sin la ayuda de mis padres por el castigo que tenía de ser descubierta de tener sexo con un chico en la escuela, entonces tuve que irme acompañadas de mis otras compañeras de la secundaria para hacer lo mismo.  Nada más que ellas, se habían registrado en una institución, la mayoría en la UNAM, otras me acompañaron para el Bachilleres, y otras para el Conalep.  Hice los examenes igual con las mismas compañeras, excepto lo del bachilleres. 

Tuve que decirle a mi patrona, que podía estar dispuesta a trabajar entre semana también, hasta que me dieran los resultados.  El día que fui a realizar el examen para el Conalep, que era el examen que me tocaba hacer, me llegó los resultados de la UNAM, y fui aprobada, y no solamente eso, sino también en el plantel y el turno que había escogido: Turno de 14 hrs a 18 hrs.  Pero el primer día de clase, iba a ser en el mes de Octubre.  Y después me llegó lo de Conalep, turno matutino y entrábamos en Septiembre. Y ya no fui a aplicar para Bachilleres.

Comencé estudiando el bachillerato en el Conalep, tuve que comprarme mis uniforme. Y en los primeros días, pués transcurrió normal, sin novedad en cuanto al amor, pero noté que les gustaba a varios, y supongo que por su timidez o su infantilismo que se caracteriza en esas escuelas, en primer año, no tuve mucha relación con los niños.

Ya en mi primer día para asistir en el CCH Vallejo, donde no tenía que llevar uniforme, y eso me favorecía, ya que como trabajaba en una tienda ropa, con la dueña, tuve buenas adquisiciones a buen precio.  Entonces, en la mañana tuve la clases en Conalep, terminando a la 13 hrs, como la escuela se encuentra a 2 km de la casa a la que apenas nos trasladamos, tan sólo se tardará en 5 min en transporte, entonces me daba tiempo para quitarme el uniforme y arreglarme para ir al CCH.

Al llegar a la casa, que no me tardé tanto en quitarme el uniforme, ya que consistía en tener puesto una blusa, un suéter, una falda, calcetas y zapatos de piso.  Rapido comenzé en arreglarme, alisarme el pelo, hacerme una colita de caballo.  Después, saqué mi estuche de maquillaje, que por cierto, lo iba a estrenar, ya que las escuelas nos prohiben literalmente usarlo.  Rubor, arreglar las pestañas, delinear las cejas, pintarme los parparos, los labios de color rojo pasión, etc.  Después ponerme mi corpiño negro deportivo (para sentirme cómoda en mi 1er día), luego me puse una playerita blanca de manga corta, una chamarra de mezclilla deslavada, una minifalda rosada ligera, y unas zapatillas negra (era la 1ª vez que salía con ellas, pero antes ya había practicado en casa). 

Ya lista, agarro mis cosas, comienzo a trasladarme hacia la escuela.  El pararero del metro Pantitlán, me queda a 40 metros, entro por el túnel para irme en la línea 5 en el andén de la letra U (la última) y me dirigio hacia la línea, recorriendo todas la entradas hasta llegar la letra A (del abecedario) y luego unos metros más, está, ya la entrada de los torniquetes y subir para abordar el metro, para dirigirme hacia la estación de Autobuses del Norte.  Al abordar el convoy, me habla un chavo hiper lindo, una guapura, con unos bisceps enorme, y un abdomen bien trabajado, y además de una vestimenta muy cool. 

Lo que voy a narrar en este párrafo, es lo que me contó ése hombre al verme: Al llegar al paradero, se tuvo que ir por las escalera de la entrada de la letra Q, al bajar por las escaleras para irse por el túnel, no ve pasar mucha gente, me oye caminar (gracias a mis zapatillas), todavía no me ve, pero le causa intriga por la constante pisadas que doy, todavía no llega al descanso de las escaleras, donde me ve pasar, no alcanza a verme la parte arriba de mi cuerpo, pero sí ve mi figura luciendo mis piernas gracias a mi minifalda rosada y las zapatillas.  Eso le causó que se le parada… el corazón, y a pesar de que es alto, no me alcanza durante el trayecto del largo túnel, pero aún así, me estuvo viendo desde atrás, mi figura por la espalda.  Se pone a volar sus pensamientos, trata de aguantarse, ya al verme caminar, y mi falda ondeando con mi andar, le provoca una fuerte erección.  Al llegar en la zona de los torniquetes y taquilla, temía perderme, ya que me había perdido de vista, por el camino que se traza al llegar a ese lugar.  Me ve que, me había formado para adquirir los boletos para entrar al servicio, y como él ya tenía lo suyo, eso le convino, ya que al entrar, están luego, luego las escaleras que dan para el andén para abordar los convoys del metro.  Para él, le benefició, y aprovechando que llevaba minifalda, me vió las piernas debajo de ella.  Se dio su deleite, como dice el dicho, “tu taco de ojo”.  Y por fin, me alcanzó, ya que me quedé esperando a que llegará el metro para abordarlo, justo al lado de la cima de las escaleras, y fue ahí que decidió hablarme.

En eso, yo estaba esperando el metro, que llega este cuerazo, la verdad, si me subió la sangre, ya que sentí esa sensación de sorpresa, pero sorpresa buena, por lejos de asustarme, me dio la sensación de emoción, ya que era un hombre que muchas de nosotras, de jovencitas, soñamos con casarnos con ese tipo de hombres.  Era alto, delgado, bien formado de un cuerpo ejercitado, vestido muy casual, unos jeans ajustado, y vaya que estaba ajustado, en ese momento pensaba que lo tenía “flácido”, pero después me confesó que lo tenía muy firme, pero se notaba mucho, lo miraba disimuladamente en esa parte, pero para no verme obvia tenía que mirarlo de frente, a sus ojos, y eso también me hacía latir mi corazón. 

-        Hola preciosa, ¿me puedes dar tu hora?

En lo que trato de asimilar lo que me dijo, ya que fue tal impresión, que estuve a punto de sentir mis bragas caerse.  Le respondo: No tengo reloj, pero ha de ser más o menos la Una y media, ya que a las 2, entro a la escuela.

-        Entonces, vas a la escuela, ¡yo también!, ¿a cuál vas?

-        Voy al CCH Vallejo.

-        ¡Ah, yo también!

En eso, llega el metro, entramos, nos fuimos parados, yo arriconada en una esquina del vagón, donde no había asiento de por medio, y él, estaba prácticamente enfrente de mí, con sus brazos a mis lados, de tal forma que estaba a su merced.  Y estuvimos platicando, como si fuéramos dos grandes y viejos conocidos.  Me encantaba su forma expresarse, tan confiado, además de que me estaba haciendo idea, que podría ser más que “buenos amigos”, jijijiji.

Era tan placentera la plática que sentí que llegamos a la estación que tuvimos que bajar, Autobuses del Norte.  De ahí, nos fuimos caminando hacia el plantel, más o menos, fue entre 10 min y 15 min, durante el trayecto, seguimos platicando de nuestras cosas personales.  Hubo un momento, que me jaló hacia él, agarrandome de la cintura, ya que vimos pasar un grupo de chavitos de la calle, ese gesto lo interpreté que fue una forma de enviar un mensaje, que “yo era suya, que no se atreviera a hacer algo indebido”; yo me sentía feliz, por ése gesto, que no me importó que apenás lo conocía.

Al llegar a la entrada del plantel, corrimos con suerte, que no había alguien en la puerta que no exigieran nuestras credenciales de alumnos. Entramos al salón de clases, escogimos un lugar más o menos cómodos para platicar sin molestar a la clase.  Nos presentamos ante los compañeros de clase.  Había 2 que 3 hombres que me gustaron al verlos, pero como yo este hombre precioso, casi no les tomé importancia.  Y con mis amigas, con el tiempo, me enteré que a ellas también les llamó su atención, pero como estaba conmigo, decidieron no entrometerse.

Y así, pasamos el día, las 4 horas de clases.  Entre los descanso de una clase a otra, platicas, una caminata al servicio de venta de la escuela, o un reconocimiento del plantel rápidamente.  Ya en la salida, ya estábamos más en confianza al tal grado, que nos fuimos abrazados, él agarrandome de la cintura, y yo tan sólo estaba acurrucada a su lado. Llegamos a la estación así, y al entrar al vagón, que me pone la puerta donde por el momento no se abría, sino en unas estaciones después.  Estoy entre la puerta y él, y me agarra con sus manos mi rostro, y me comienza a besar, muy suave y lentamente.  Yo le correspondo, estuvimos así durante unas estaciones, prácticamente entre besos, y casi, casi sin darnos respido.  Yo lo besaba, le acariciaba su torso, esos pechos tan varoniles y firmes.  Sus biseps, sus hombros, su cuello, su barbilla, sus cachetes, toda su cara con mis manos; mientras él, me acariciaba toda mi cintura (es la parte que más me doblega, que cayo rendida aunque ande con hombres que no me gusta), mi culito respingón, mi espalda, y mi nuca, para jalarme para bese.  Si no fuera porque me tenía muy pegada a él, al llegar la estación Eduardo Molina, donde cambia el abrir de las puertas, podría haberme caído, pero gracias a él, no fue así. 

Llegamos a la estación del metro Pantitlán como las siete de la noche, al llegar al último andén de la salida del paradero, a la letra U, ya estaba casi a oscuras, nos detuvimos en las escaleras, estuvimos ahí parados, entre besos, caricias y platicas, que no nos dimos cuenta que el tiempo pasó, entre los que pasaba, y todo eso a nuestro alrededor, no les tomamos en cuenta. 

En eso, vimos que casi ya no había gente, ahora sí, estábamos a solas, en las escaleras, y al parecer ya era más o menos cerca de la media noche.  Entre la calentura y todo.  Siento que sus manos entra en mi falda, y yo literalmente hago lo mío.  Lo acaricio, le bajo su cierre del pantalón, él me baja mis bragas, y yo se la saco, y lo comienzo a acariciar, todo eso, sin mirar, porque nuestras miradas estaban entretenidas en vernos a los ojos, y admirar nuestros rostros mutuamente.  Siento que lo tiene bien grande y gruesa, nunca, en ese momento, había tenido esa fortuna de tener verga entre mis manos, y mucho menos dentro de mí.  Entre besos y acaricia, me pongo en cuclillas, por un rato, para saborear su verga y humedecerla, para que así, me la meta sin problemas. 

Casi de inmediato, me incorporo de pie.  Ya sin mis bragas puesta.  Me hace girar, agarrandome en mi cintura, de tal forma de darle la espalda a él.  Me inclina hacia él, para así, ponerme empinada, lista para ser penetrada.  Siento que levanta mi falda, se incorpora, y la siento que me la mete su puntita gruesezota, con sus manos en mi cintura, me jala hacia él, yo me recargo mis manos en el pasamano, yo en unos escalones arriba, creo que era dos o tres, no recuerdo, y él en la parte del descanso de las escaleras, por eso, tenía apoyo bien de sus pies, mientras que yo, trataba de equilibrarme para que sus empujones no me tirada, y así estuvimos entre mete-saca un buen rato.

Si nuestras platicas y el estar juntos, se nos pasó el tiempo.  Ahora, imáginate lo que habrá sido para nosotros, al estar cogiendo.  No sé, si estuvimos expuestos de miradas, yo sólo disfrutaba el mete-saca, de aquella verga de un hombre bastante grande, y bastante guapo. Debo reconocer, que era tan guapo, que no me importaba conger con él a pesar de casi no lo conocía en ese momento.

Ya, después de que se vino dentro de mí, hasta ése momento, no tenía consciencia de lo que eso significaba para nosotras las mujeres, pero yo lo interpretaba en ése momento algo delicioso y el gusto de sentir de que me amaba mucho.  Nos incorporamos, y le comento que no te preocupará por mí, ya que yo vivía muy cerca de ahí, para que no pudiera tener problema, yo le acompañará a tomar su transporte, me insistió que él, me dejará en mi casa.  Y así llegamos a la puerta de mí, yo entre preocupada por su situación de que estábamos a esas horas, y feliz, porque ya era suya, ya tenía novio en mi primer día de clases.  Nos despidimos largamente, igualmente sin darnos cuenta de la hora.  Ya él, tuvo que irse, hasta que llegó a pasar un taxi, al lugar, y así fue que la pasé con él. 

Continuará.