miprimita.com

Morbo en el balneario (parte 2 y final)

en Voyerismo

Después de la inesperada y excitante sesion de sexo vivida en la sauna con la mujer mayor y casi sin reponernos del agotamiento y la sobreexcitación del momento nos dirigimos al vestuario -todavía con las piernas temblando- para ducharnos y dar por concluida una sesión de balneario que, a esas alturas, teníamos bien claro que repetiríamos.

Caminabamos en silencio, como si cada uno de nosotros estuviese pensando y reviviendo el tórrido encuentro en la sauna. Yo al menos lo hacñia, y a juzgar por la cara circunspecta de mi mujer, también ella parecía haber disfrutado y disfrutaba aún recordando nuestra follada con público. Lo cierto es que no somos exhibicionistas y nunca habíamos ido a ningun playa nudista. Sí es cierto que en ocasiones nos desnudábamos en la playa, siempre en alguna cala pequeña donde tomar el sol sin ser vistos por nadie, pero nunca habíamos exhibido nuestros cuerpos desnudos en público. Al menos hasta ese día. La experiencia me había gustado, sería inútil negarlo, pero me había gustado más aún ver cómo se exhibía mi mujer. Saber que alguien se excitaba viendo el cuerpo desnudo de mi mujer, más aún siendo otra mujer, era algo que despertaba un instinto demasiado primario en mí como para que lo pudiera olvidar en los días sucesivos. Tenía la certeza de que esa tarde, entre las aguas tibias del balneario y la niebla vaporosa de la sauna, nuestra vida sexual había cambiado para siempre.

Sumido como estaba en mis pensamientos llegamos al vestuario y nos dirigimos al final, al último pasillo para recoger nuestras cosas y dirigirnos a la ducha. Mi mujer, que hasta ese momento no había dicho nada se quedó mirándome y dijo:

-“Nunca me había pasado esto” al tiempo que sus manos estiraban el bañador a un lado mostrándome su coño empapado de flujos y viendo como un hilo pegajoso se estiraba desde su chochito hasta el bañador. La visión era demasiado turbadora: mi mujer se descorría el bañador para mostrarme su coñito depilado completamente mojado mientras sus ojos me decían que necesitaría una ración extra de sexo para saciar su apetito.

No podía ser el vino, cuyo efecto había quedado olvidado ya en las aguas del balneario, a buen seguro era debido al morbo de ver y ser vista por una desconocida mientras tenía sexo, un sexo que era conmigo pero, a todas luces, era también con la mujer que nos había mirado mientras se masturbaba.

Pensé que se me habia fastidiado el segundo polvo de la tarde cuando oí pasos en el vestuario y mi mujer se volvió a tapar el coño mientras  adoptaba una postura normal. Pero no, mis esperanzas de más sexo no sólo no se habían desvanecido sino que se multiplicaban, pues quien hizo aparición fue la mujer mayor que, sin dejar de mirarnos, se colocó frente a su taquilla y se desnudó por completo. Me había hipnotizado, no podía dejar de mirarla. Y mi mujer tampoco. No es extraño que la mujer se dirigiera a nosotros y nos dijera:

-“creo que antes no nos hemos presentado”, dijo mientras atravesaba completamente desnuda los tres metros que nos separaban antes de añadir: -“me llamo belén” para a continuación darle dos sonoros besos a mi mujer y otros dos a mi, que apenas pudimos responder presentándonos.

-“es la primera vez que venís por aqui? Nunca os había visto” 

No podía creérmelo, una mujer totalmente desnuda hablaba con nosotros instantes después de masturbarse mientras follabamos, y todo con total naturalidad. No podía dejar de mirar cómo mi mujer hablaba con ella pensando lo increíblemente excitante que sería que fueran ellas quien esta vez diesen el espectáculo de enrollarse mientras yo, ajeno espectador, contemplaba la escena. Evidentemente, la probabilidad de que mi esposa se enrollase con otra mujer quedaban descartadas. Nunca le habían gustado las mujeres, ni le parecía atractivo ver escenas lesbicas que, de hecho, le daban asco. Suponía que tendría que contarme con pensar en la misteriosa madurita mientras repetíamos el polvo en casa o mientras me deshacía en una paja en el baño. Pero no podía imaginar lo equivocado que estaba. Lo que había pasado en la sauna se quedaría en nada mientras mi mujercita me demostraba no ser la mojigata que yo pensaba.

-”parece que tu novio tiene ganas de más sexo, parece que va agujerear el bañador”, dijo belén mientras señalaba la evidente tienda de campaña que mi polla erecta había formado bajo la ropa de baño.

No sabía donde meterme, pero aún me sorprendió más la actitud de mi mujer: -“yo le estaba diciendo lo mismo, antes de que entraras en el vestuario le estaba enseñando lo encharcado que tengo el coñito”

-“Pues por mí no os cortéis, la verdad también me vendría bien volver a ’relajarme’. No siempre tiene una la oportunidad de ver cómo dos jovenes atractivos follan delante de una”

No hizo falta más, mi mujer se abalanzó sobre mí quitadome el bañador y pasando su lengua lentamente por mi polla. La lamia de arriba abajo, desde los huevos hasta el glande, como si fuera el helado más deliciosa del mundo. Y lo hacía mientras miraba alternativa a mi ojos y a la señora que, a estas alturas habia comenzado a frotar sus pezones. Las lamidas dieron paso a una comida en toda regla en la que mi esposa trataba de tragarse toda mi polla -lo que evidentemente no conseguía- y aumentaba el ritmo. No me estaba chupando la polla, me la estaba follando con la boca.

Disfrutaba intensamente y mi mujer tambien, pues dejaba escapar algún gemido de placer que indicaba que seguramente se estaba tocado. Peto cual fue mi sorpresa cuando vi que no se estaba tocando, sino que Belén se había agachado detrás suyo y era ella quien la tocaba desde atras. Sus manos habían apartado a un lado el bañador mientras dos de sus dedos se introducían én coño de mi mujer que, al estar inclinada hacia delante, quedaba completamente expuesta a las manipulaciones de belén. Aparte a mi mujer a un lado haciendo que dejara de chuparme la polla con un doble propósito: situarme de tal manera que pudiera contemplar la escena y darle un relax a mi polla, y a apunto de de eyacular ante tal turbadora visión.

Puse a mi mujer de pie con la espalda apoyada en las taquillas y desnudé su cuerpo retirándole el bañador antes de decirle a Belén -“es toda tuya, quiero ver cómo os coméis los chochitos”

No tuve que decirlo dos veces. Belén se agacho y junto su boca con el coño de mi mujer, iniciando una intensa comida que dejaba ver que no era el primer coño que se comía, lo que me ponía aún más cachondo. Mientras su lengua y su boca jugaban con los labios y el botón cito del clítoris de mi esposa, las manos de Belén recorrían todo el cuerpo de mi mujer jugando con sus tetas y alternandolas con un intenso manoseo y estrujamiento de las nalgas de mi novia en el que, a juzgar por el gesto de mi mujer mezcla de sorpresa, dolor y placer, algún dedito de Belén jugaba con el ano de mi esposa.

No pude más, la visión era demasiado excitante como para quedarme de pie sin hacer nada, así que me agache y comencé a jugar con el culo de Belén. Mis dedos lo recorrían sin dejar un solo resquicio de su trasera sin acariciar. Desde los pelillos de su pubis mis dedos paseaban por su húmeda rajita jugando con unos labios enormes que hablaban de su exictanción hasta llegar a su ano, rosadito, apretadito y duro, que resistía la tímida entrada de mis dedos aunque se contraía de placer cuando mis caricias legaban a él.

-“Será mejor que cambiemos de postura y nos pongamos más cómodos” Dijo belén mientras estiraba una de nuestras toallas en el suelo para despues tumbar a mi esposa boca arriba sobre la toalla. hecho lo cual, fue belén la que se tumbó, pero en sentido inverso a mi mujer, es decir, con su coño en la cara de mi mujer, que no sólo no reaccionó con reticencias, sino que se lanzó a lamer y chupar aquello que mis dedos acababan de recorrer entre furtiva y exploradoramente Hacia unos instantes.

se chupaban y se lamían una a la otra dándome un espectáculo que no podré olvidar en la vida. Sus lenguas recorriendo los labios hinchados y jugosos de cada una, el chapoteo de su excitación, sus gemidos de placer y ¡¡¡todo en un sitio público!!!

-“A qué esperas chaval?por que no me clavas esa tranca?estoy deseando que me la metas”. Mire a mi mujer buscando su aprobación, pero estaba demasiado entretenida como para hacerme caso, asi que me arrodillé y apun´te mi polla contra su coño, que inmediatamente me recibió abierto y acogedor. Desde luego no era tan estrecho to como el de mi novia, pero estaba igual de mojado y caliente, algo que hacía que mi mente pensara en cuantas pollas habrían roto aquel coño antes de la mía. Inicie un lento mete y saca mientras mi novia lamía su coño y su lengua se escapaba aveces a lamer mis huevos y el tronco de mi polla a la vez que entraba y salía. Los gemidos, ligeros al principio fueron dejando paso a pequeños grititos que aumentaron su intensidad progresivamente anunciando el orgasmo de ambas, así que aceleré el ritmo a la vez que ellas tratando de sincronizar nuestras corridas. No podía aguantar más y me corría intensamente dentro del coño de belé, pero como estaban terminando y mi erección aún aguantaría unos minutos más no dejé de bombearle elcoño a hasta que apenas dos minutos después de mi eyaculación, belén se corría entre espasmos de placer y pequeños chillidos apenas contenidos por sus dientes mordiéndose los labios. Mi mujer hizo lo propio justo despúes, y aproveché para sacar mi polla, blanquecida por el batido de semen que había hecho en el coño de belén después de correrme y mi mujer se dedicó a darle pequeños besitos mientras veíamos como se escapaba un abundante flujo de semen y excitacion del coño de Belén.

Agotados y temiendo que alguien viniese, nos fuimos cada uno a nuestras duchas no sin antes despedirnos. No volvimos a ver a belén y cometimos la torpeza de no pedirle su número de teléfono así que ahora es para nosotros el vívido recuerdo de una jornada excitante, sexual y explosiva que esperamos poder repetir algún día. Si Belén o alguna otra mujer lee este relato y, pareciéndole interesante, está dispuesta a revivirlo y emularlo con nosotros que no dude en contactarnos, le prometemos una jornada inolvidable.

Espero les haya gustado. Vendrán nuevas historias con nuestras andanzas sexuales...