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La Farmacia II

en Amor filial

Par entender e incluso disfrutar de este realto recomiendo leer el anterior : La Farmacia , las dos entregas son largas pero creo que es lo mejor que yo he escrito. La Farmacia la han leido más de 120.000 personas.

Como Julia lo vivió

 Todo lo sucedido solo tenía una conclusión, yo estaba loca de excitación y de deseo, dicho finamente, en realidad estaba cachonda como una perra y todo lo que quería era correrme, tener un orgasmo  y Pablo tenía que estar igual o peor.

 Muchas cosas habían pasado desde que me escayolaron los brazos, muchas y muy esclarecedoras.

 Pablo me había ayudado en mis tareas más intimas y para ello me había tenido que quitar las bragas y ya solo con eso me había puesto incandescente de ganas. Después de hace pis me había secado con un clínex y al hacerlo su mano había acariciado mi chocho.

 Por la noche me había desnudado y me había metido en la ducha, estando así he visto la mirada de Pablo clavada unas veces en mis tetas y otras en mi coño. Su mirada era de deseo, las mujeres lo reconocemos inmediatamente.

Y el sentir como me miraba me había puesto caliente como el infierno.

 Al ducharme, cuando empezó a darme el jabón con su mano las pocas dudas que podría tener sobre la situación de mi hijo desaparecieron.

 Pablo acarició cada rincón de mi cuerpo y cuando incidió en mis tetas y sobre todo en mi coño supe con toda certeza que lo que me estaba era sobando, no me estaba lavando, estaba tomando posesión de mi, sobre todo de mis rincones más íntimos. Sus dedos se deslizaban a lo largo de mi raja cada vez más adentro ya sin ningún tipo de disimulo. Sentí ganas de que siguiera porque estaba a punto de correrme, pero Pablo dio su trabajo por terminado antes de que yo llegara al orgasmo.

 No me atreví a pedirle que me siguiera tocando.

 Me fui a la cama ardiendo y eché de menos no poder hacerme un paja pero al mismo tiempo me agradaba tener la seguridad de que mi hijo era ya mi prisionero y que al final, iba a pedirme o a robar, lo que yo estaba deseando darle.

 Fue una noche calurosa que yo aproveché para de nuevo ofrecer a Pablo una visión total de mi cuerpo. Ya se había recreado con mi culo ahora tocaba ponerme boca arriba para que gozara de lo que yo le enseñaba, mis tetas y mi coño.

 Por la mañana, Pablo, después de entrar en mi habitación estuvo un rato quieto, sentí su respiración cerca de mi sexo y hasta pensé que me lo iba a comer pero no fue así, para despertarme apoyó su mano en mis tetas y me llamó bajito.

 Le dejé hacer durante un rato porque el sentir sus manos en mis tetas me estaba calentando.

 Buenos días, hijo.

 Pablo ya estaba lanzado y la prueba fue que se inclinó para darme un beso pero no retiró su mano de donde la tenía.

 Venga perezosa, te llevo al baño.

 En esta ocasión no hizo falta que me quitara las bragas porque no las llevaba.

 Para mi sorpresa la bañera estaba llena de agua, Pablo me había cambiado la ducha por el baño. Con toda tranquilidad y como si fuera lo más natural del mundo me sacó el camisón y me dejó desnuda frente a él. De nuevo sentí su mirada escudriñando mi cuerpo. De nuevo me sentí caliente.

 Si el día anterior se había recreado en mi cuerpo en esta ocasión las caricias fueron dobles, Pablo ya no ocupaba una mano con la ducha de teléfono, ahora podía emplear las dos.

 Me dio jabón en las tetas que estaban ligeramente fuera del agua.

 Al sentirse tocados mis pezones reaccionaron de inmediato. Se pusieron erectos y duros como dos piedras. Pablo lo notó porque les dio más jabón y dedicó un buen rato a tocarlos una y otra vez. Me cogió los pezones y me los pellizco lo que obviamente no tenía nada que ver con la higiene.

 Cuando consideró que ya había acabado con mis tetas empezó a enjabonar mi vientre.

 Yo estaba tan caliente que me pasó por la cabeza que si mi hijo seguía calentándome, el agua de la bañera iba a empezar a hervir.

 Esperando que Pablo siguiera por donde debía seguir yo separé mis muslos todo lo que la bañera me permitía.

 Pablo hizo lo previsible, sus manos bajaron hasta alcanzar mi coño, me dio jabón y se dedicó un buen rato a acariciarme con ambas manos. Mientras con una acariciaba los alrededores, la otra se introdujo entre mis labios y no solo eso, los separó para limpiar la  entrada de mi sexo. Pensé que iba a seguir y que me iba a masturbar pero no fue así. No dejo un centímetro sin recorrer, el malvado de mi hijo me acarició el ano con una mano mientras con la otra me hurgaba en el coño. 

 Ponte de pie, porque no te puedes poner boca abajo.

 Me incorporé de manera que mi sexo quedó enfrente de la cara de mi hijo, que estaba arrodillado junto a la bañera.

 Al principio del baño Pablo fingía que me estaba bañando, cuando me puse de pie dejó a un lado los fingimientos. Darme un poco de jabón era solo una escusa para con sus dos manos acariciar mis muslos. Y desde ahí con toda naturalidad apoderarse de mi culo. Repasaron con detenimiento mis nalgas y sobre todo el terreno en donde se juntan.

 Me pidió que abriera un poco más los muslos para tener acceso fácil a lo que el quería que no era otra cosa que alcanzar mi culo, otra vez sus dedos se dedicaron a acariciar mi ano.

 Me dio jabón más de una vez y sus dedos lo recorrieron, incluso uno de sus dedos jugó con la entrada y hasta la profanó metiéndose ligeramente en él.

 Me encanta que me bañes, hijo, eres muy dulce. Me estas dejando mi culito bien limpio.

 A mi también me encanta, tienes una piel deliciosa. Y en cuanto a tu culito es importante limpiarlo a fondo.

 ¿Te gusta enjabonarme el culito?

 Me gusta mucho. Te diría que casi lo que más me gusta.

 Eres un cochino.

 El baño duró el doble de lo que duraría un baño normal, ninguno de los dos queríamos que se acabara pero en cierto modo guardábamos las formas.

 Pablo me secó con todo cuidado, con delicadeza.

 La suavidad con la que mi hijo me trataba me producía una excitación mayor que si se hubiera comportado con más rudeza.

 Voy a buscarte un vestido, solo un vestido, me gusta saber que debajo vas desnuda.

 Si mi amor pero antes me tienes que dar la hidratante, si te parece me tiendo en la cama y tu me vas dando crema.

 ¿Ahora?

 Si mi amor, por todo el cuerpo, que pasa, te da vergüenza.

 No mamá yo hago todo lo que tu me pidas. Y acariciarte me encanta. Lo único que te pido es que sea por todo el cuerpo de verdad. No se te ocurra decirme no ahí no, porque me vas a avergonzar.

 No te preocupes, debes darme la hidratante por todo el cuerpo. Hasta en mi culito que tanto te gusta.

 Ya no le podía poner las cosas más claras, le estaba pidiendo que me sobara cada rincón de mi cuerpo.

 Me tendí boca abajo con todo mi culo en pompa, el mismo culo que Pablo había estado acariciando sin poder resistir la tentación.

 Empezó echándome un buen chorro de crema en la espalda y empezó a extenderla. Yo sintiendo las manos de mi hijo recorriendo mi cuerpo estaba en la gloría y ya tenía en mente como quería acabar el juego.

 Después de recorrer mi espalda y mis brazos como yo sabía de antemano, lanzó otro chorro de crema, esta vez en mis nalgas.

 Sus manos recorrieron mi culo en todas las direcciones mientras yo me sentía cada vez más caliente.

 Mi hijo parecía adivinar mis pensamientos o mis deseos. Sus manos se sepultaron entre mis nalgas y ya sin ningún pudor empezó a acariciar mi coño y mi ano. Suave pero persistentemente. Sus dedos tan pronto acariciaban las entradas como recorrían los alrededores. Sentir sus dedos me dejaba claras sus intenciones.

 Haciendo como que no notaba lo que me estaba haciendo le pregunté:

 Por lo que veo te gusta mucho acariciarme el culo, eres un vicioso.

 Si te molesta lo dejo.

 Si lo dejas te desheredo.

 Mis palabras dieron lugar a que Pablo metiera sus dedos en mi coño con una mano, y con la otra me metiera dos dedos en el culo. Yo me sentí morir de placer.

 ¿Te gusta acariciarme?

 Me encanta.

 Por eso esta mañana no te has podido contener y me has estado tocando las tetas pensando que estaba dormida.

 ¿Estabas despierta?

 Me han despertado tus caricias.

 Y por qué has fingido estar dormida.

 Porque estaba en la gloria viendo que mi hijo estaba loco por acariciarme. Me has dado mucho gusto y no te he querido interrumpir.

 Pablo que ya había disfrutado de mi cuerpo, que había acariciado cada rincón del mismo , quería más. 

 Te tienes que dar la vuelta, en este lado ya he acabado.

 Has acabado, o es que me quieres tener boca arriba.

 Es que te quiero tener boca arriba.

 No sin alguna dificultad le hice caso y con toda intención dejé mis muslos abiertos.

 ¿Te doy en la cara?

 No mi amor para la cara uso otra crema.

 Con esa información mi hijo me puso crema entre las tetas. Yo sentía que mis pezones iban a estallar, los sentía duros como dos piedras.

 Pablo se lanzó a amasar mis tetas, primero del centro hacia fuera y luego de arriba abajo. Tengo que reconocer que lo que más hidratado me dejó fueron mis pezones.

 Mis tetas puedo decir que son normales, tirando a grandes, su aspecto da la sensación de que están llenas con una fina arruga por la parte de abajo, donde se apoyan en el pecho. Mis pezones si son grandes y cuando me excito triplican su tamaño mientras mis areolas apenas superan el diámetro de pezón.

 Yo sentía que mi sexo se estaba inundando y que un calor delicioso recorría mi cuerpo.

 Cuando más caliente me tenía, me preguntó:

 ¿Me concedes un deseo?

 Me hubiera gustado que sin preguntar me hubiera dicho que me quería follar, no fue así. Mi contestación fue la correcta.

 Depende de lo que quieras.

 Me lo concedes o no.

 Estas siendo tan bueno que no te puedo negar nada.

 Y él mientras mantenía una mano cogiéndome una teta bajó la cabeza hasta alcanzar con su boca el pezón que tenía libre.

 Con mis pezones a disposición de su boca, mi hijo siguió acariciándome el chocho y el culo. Con una habilidad impropia de su experiencia me tenía metido en dedo en cada hueco y los movía para matarme de placer.

Yo se dejé hacer porque me tenía presa, oleadas de placer recorrían mi cuerpo, sentía que mi cuerpo se derretía y ya veía venir el orgasmo. El dedo que me tenía metido en el culo sentí que me daba más placer que el que tenía en mi coño, o quizás era la combinación de los dos. Pablo siguió a su tarea y yo no pude resistir callada tanto placer.

 Sigue, sigue mi amor, sigue acariciándome que me estas matando de placer, por dios no te pares que me tienes muy arriba y estoy a punto de correrme, tu mamá se va a correr, tu mamá se corre, sigue, sigue que ya me estoy viniendo, me vengo, me vengo. No saques tus dedos que me están dando mucho gusto.

 Fue un orgasmo que me fue llegando poco a poco pero que al final explotó. Me corrí como una colegiala. Sentí que se me iba la cabeza, que me desmayaba, que me moría de placer.

 Cuando al cabo de una rato se desenganchó de mi, mientras yo todavía sentía en mi coño las replicas de orgasmo que acababa de disfrutar, le hice una petición. El jugueteo de su lengua en mis pezones y la pajita que me acababa de hacer me había llevado a un nivel de calentura que me impedía comportarme con prudencia y hasta con pudor, necesitaba más placer, necesitaba apagar el incendio que sentía entre mis piernas. Y no quería esperar ni un segundo más, la urgencia de mis deseos dominaba mi mente.

 Pablo, me gustaría pedirte yo también un deseo.

 Dime lo que quieres porque ya está concedido.

 Es que me da mucha vergüenza. Me ha dado mucho gusto que te comieras mis tetas y me acariciaras mi culo y mi coño, me ha puesto muy caliente, tanto que no me puedes dejar así. Estoy ardiendo, mi amor, y no puedo esperar, necesito que me comas.

 Pablo sacó a relucir su vena sádica.

 Que quieres que te coma.

 No me hagas que te lo diga que me da vergüenza. Tu ya sabes lo que quiero.

 Quiero que me lo digas, quiero oírtelo decir.

 Quiero que te comas mi coño y mi culo, que me des con tu lengua, que me vuelvas a volver loca y que me vuelvas a hacer correrme. Hala, ya te lo he dicho. ¿ Quieres comerte el coño de tu madre?

 Es lo segundo que más quiero en el mundo, pero no me atrevía.

 Pablo volvió a enganchar su boca a mis tetas para después bajar en busca me de mi sexo. Recorrió mi vientre lentamente y paró un momento para jugar con la mínima mata de pelo que coronaba mi Monte de Venus.

 Su boca por fin alcanzó lo que buscaba. Yo ayudé cuanto pude separando mis muslos para facilitar su tarea.

 Su único comentario fue:

 Estás muy mojada.

 Es por tu culpa o que crees que después de lo que has hecho no me ibas a poner cachonda. Y tú como estás.

 Tan caliente como tu. No sabes las veces que he soñado con que pasara lo que está pasando. He estado a punto de correrme cuando me comía tus tetas.

 Yo si me he corrido y lo necesitaba. Pero dime ¿Sólo eso has soñado? La verdad.

 Excitada como estaba sintiendo la lengua de mi hijo en mi sitio más intimo, al mismo tiempo me excitaba el oír a Pablo confesándome sus deseos, que no eran distintos a lo míos.

 He soñado que hacía contigo todo lo que un hombre puede hacer con una mujer y que tu estabas tan excitada como yo cuando te lo hacía.

 ¿Todo?

 Si, todo.

 Has sido tan depravado como para soñar que me hacías el amor.

 Si, Julia, no soy dueño de lo que sueño, pero si , soñando me he hecho dueño de todos tus huecos y tu lo has disfrutado tanto como yo. Y no te hacía el amor, te follaba como un animal.

 Era la primera vez en su vida que en vez de mamá me llamaba por mi nombre y me encantó que lo hiciera.

 Yo no podía hacer uso de mis manos pero mi lengua estaba perfecta por lo que no tuve el menor problema para contarle lo que iba sintiendo.

 Pablo, que gusto me da lo que me estás haciendo, y lo que me has dicho, dame lengua un poquito más arriba, ahí mi amor, justo ahí, suavecito, así, por dios, sigue así.

 Eres un pervertido, vas a hacer que tu madre se vuelva a correr, me estás subiendo muy rápido. Sigue por dios, no pares. Dame con tu lengua en mi ano, dame lengua.

 Me había llevado al punto de no retorno, ese en el que me dejaría matar si no llegaba a correrme.

 Me estás dando mucho gusto, me vas a hacer venirme y yo no te puedo acariciar, prométeme que cuando yo me corra me vas a dejar que te haga lo que yo quiera.

 Si Julia, cuando te estés corriendo dímelo que me va a dar mucho placer oírte y cuando hayas acabado quiero que hagas conmigo lo que quieras.

 Sigue mi amor sigue que me estoy viniendo, no pares por dios que siento que me corro, me corro Pablo, me estoy corriendo toda, pero tu sigue que me quiero correr más de una vez, sigue hasta que yo te diga.

 Y me llegó el orgasmo, empezó en mi coño, recorrió mi cuerpo y explotó en mi cerebro. Sentí que mi cuerpo se deslavazaba pero le pedí a mi hijo que me siguiera dando lengua porque sabía que me iba a volver a correr y mis segundos orgasmos siempre son más fuertes que el primero.

 Pablo siguió dándome placer con su lengua y por iniciativa suya metió su dedo hasta lo más profundo de mi culo y me empezó a acariciar por dentro. Nunca hasta ese día había sentido un placer tan intenso, tanto que en ese momento pensé que no sabía que deseaba más , que mi hijo me follara o que me cogiera por detrás.

 Me llegó la segunda oleada de placer y mientras yo gritaba como si me estuviera matando, sentí que me desvanecía, que perdía la consciencia. Mi último pensamiento fue que no podía soportar más placer.

 Lo siguiente que recuerdo fue que Pablo me daba con su mano en la cara mientras de lejos oía una voz que me decía:

 Estás bien, dímelo, estás bien. Me has asustado.

 Si mi vida estoy en la gloría, nunca había sentido tanto placer. Con tu lengua has hecho que me corra dos veces. He tenido dos orgasmos bestiales. Déjame un momento que me recupere porque necesito fuerzas. Quiero comerme tu polla. ¿ Le vas a dar a tu mamá toda tu leche en mi boca?

 ¿Es lo que quieres?

 Me hubiera gustado tocarte yo a ti pero sabes que no puedo. Quiero volverte loco de placer, quiero que te corras como un animal, quiero darte tanto gusto como tu me has dado a mi, y si, me quiero comer tu polla y beberme toda tu leche. Desnúdate.

 Pablo tardó centésimas de segundo en quedarse en pelota. Cuando se sacó los calzoncillos su verga brotó como propulsada por un muelle. Tuve la sensación de que era más gorda que cuando se la vi por primera vez.

 Tienes una polla preciosa y estoy deseando comérmela. La tienes muy gorda y muy cabezona, no se si me va a caber en la boca, me tienes que ayudar.

 Pablo hizo lo necesario para que su verga fuera a parar a mi boca.

 Lo primero que hice fue dar lengua a la tremenda cabeza de la polla de mi hijo para a continuación metérmela en la boca hasta el fondo.

 Chupé, sorbí, mordí y mi lengua recorrió su polla mientras Pablo resoplaba.

 No tardó mucho en dejarme claro que se iba a correr.

 Julia me voy a correr, no puedo esperar más. Si quieres te la saco. Me estás dando mucho gusto.

 Con la boca llena lo único que puede hacer fue negar con mi cabeza.

 Pablo se vino, sentí un torrente llenando mi boca y mi garganta, fue primero una andanada pero le siguieron cuatro más. Sentí que me llenaba la boca de un licor delicioso y caliente que yo saboree antes de tragármelo. El sabor era ligeramente salado y la textura densa, sentirlo entrando en mi boca me volvió a subir lo poco que había bajado: me estaba comiendo el semen de mi hijo.

 Pablo se echó en la cama a mi lado.

 Mamá, ahora cambió el tratamiento, pensarás que estoy loco pero quiero que me lo des todo. Quiero follarte.

 Pablo, cariño, vayamos paso a paso, ahora estás muy caliente y lo quieres todo, yo también estoy cachonda perdida pero que una madre folle con su hijo es un asunto muy serio, por ahora vamos a tomarnos un tiempo. Sin necesidad de follar nos vamos a dar mucho placer. O no te ha gustado lo que hemos hecho.

 No se por que lo dije, porque cuando acabé la frase ya me estaba arrepintiendo. Una cosa fue lo que dije y otra lo que deseaba.

 Como desde hacía un tiempo tenía un pensamiento que no me dejaba vivir aproveché la ocasión para preguntar:

 Dime la verdad, Pablo, dime que no tienes una aventura con Pilar.

 No, no la tengo.

 Voy a definir aventura, te la has follado, le has comido el coño, te ha comido ella a ti la polla, le has comido las tetas, te ha hecho pajas.

 Mamá, no la he tocado un pelo, pero por qué me preguntas.

 Esa bruja come hombres está loca por ti, lo se porque ella misma me lo ha dicho. Me llegó a decir que solo con verte se ponía caliente, se me mojan la bragas fue su expresión exacta. Me dio tantos detalles que le tuve que prohibir que siguiera y le amenacé con despedirla como hiciera algo contigo.

 Entre nosotros no ha habido nunca nada, es una mujer atractiva pero como tantas otras. Y tu sabes que su conducta es intachable, no se le conoce ni un desliz, solo vive para su trabajo y su hija.

 Pregunta por pregunta: tu te has echado un novio.

 No cariño, no me he echado un novio. ¿ Por qué dices esa tontería?

 Nada cosas mías.

 Bueno para no mentirte hay un hombre que me gusta mucho pero de momento no te voy a dar más detalles.

 La versión de Pilar y su secreto.

 Cuando mi jefa tuvo el accidente estuvo unos días en el Hospital y después me pidió que fuera a su casa.

 Llegué anochecido, después de cerrar la Farmacia.

 Me recibió Pablo, lo primero que hizo fue darme dos besos como siempre y luego me dijo:

 Que bien que estés aquí Pilar, te dejo con mamá y así puedo salir un rato sin dejarla sola.

 Charlamos de bobadas y doña Julia me contó que a partir de ese día Pablo iba a ir todas las noches a la Farmacia a recoger la caja, era lo que hacía ella cada día. No era desconfianza era para no dejar allí el dinero por la noche.

 Cuando ya lo teníamos todo dicho, Doña Julia me dijo que tenía ganas de hacer pis. Según me lo dijo no caí en la cuenta de que necesitaba mi ayuda. Nos fuimos al baño y ella se quedó de pie delante del wáter.

 Metí las manos por debajo de su amplia falda para bajarle las bragas.

 No hace falta que me bajes las bragas, no llevo. Ahuécame la falda por detrás para no sentarme encima.

 Cuando hubo acabado me pidió que la secara. Cogí una toalla de papel y a tientas me puse a la tarea. No acerté a la primera, yo esperaba guiarme por su pelo pero mi jefa estaba depilada, a pesar de la sorpresa al final la pude secar.

 De vuelta al salón no me pude reprimir y pregunté:

 Como se está arreglando estos días, tendría que contratar a una mujer. 

No hace falta Pablo está de vacaciones y el me ayuda. Me cocina, me ducha y me viste. Solo van a ser unas semanas.

 Si me necesita, dígamelo.

 Tu atiende la Farmacia.

 Al poco rato volvió Pablo. Como siempre lo primero un par de besos y una ojeada detenida a  mis tetas. Yo estaba segura de que le gustaba, de lo que no estaba segura es de que Pablo sospechara que él me encantaba a mi.

 Mi interés tenía una explicación, desde que tuve a mi niña no he consentido que ningún hombre del pueblo se me acerque, lo que si he hecho siempre que he podido, es ir el fin de semana a casa de mi prima a Madrid, el motivo de mi viaje: seleccionar un hombre y llevármelo a la cama.

 Vamos juntas a una disco y elijo siempre a un jovencito, son más torpes pero también más ardientes y sobre todo, no dan problemas. Les digo que estoy de visita en Madrid que me voy en un par de días, les doy un nombre falso, me los llevo a casa de mi prima y me los follo. Nunca repito, lo que quiero es follar, no echarme un novio. Solo me falta decir que al que elijo me lo llevo a la cama, no he fallado nunca.

 Pablo encajaba perfectamente en mis gustos, y aunque era del pueblo yo estaba completamente segura de su discreción.

 Ya de vuelta en mi casa, estando acostada y antes de tocarme, como hacía cada noche, me puse a pensar en lo que había pasado.

 Doña Julia necesitaba ayuda para todo, para vestirse, para desnudarse, para bañarse, para ir al wáter, y eso quería decir que se pasaba medio día desnuda delante de su hijo, tanto era así que ni bragas llevaba. El pobre Pablo tenía que pasarse el día con un calentón, aunque fuera su madre. Ojalá hubiera sido yo quien le calentara. Estará necesitando un desahogo y yo se lo voy a dar.

 Mañana cuando vaya a la Farmacia le voy a acorralar o mejor, voy a hacer que me acorrale él a mi.

 Y pensando en él y soñando que al día siguiente iba a tener a Pablo entre mis muslos me corrí muy rico.

 Nada más levantarme tracé mi plan. Lo primero fue buscar la bata que había dejado de usar porque se me había quedado estrecha. Conmigo dentro parecía que iba a estallar, yo había cogido unos kilitos. Por la parte de arriba me entallaba y por el escote mis tetas parecían querer salir a respirar, a la altura de las caderas hacía que se me abrieran los botones y de largo se me quedaba a medio muslo. Para que se ajustara más a mi cuerpo la metí en la lavadora y le puse un ciclo caliente.

Me di una ducha más larga de lo normal y cuando me sequé, con una tijeras me repasé los pelillos rebeldes que daban a mi coño un aspecto de desaliño. Corté los pelos más largos y traviesos y dejé mi vello púbico perfectamente perfilado pero al natural.   

 El día en la Farmacia fue tranquilo, cuando llegó la hora de cerrar me fui a la rebotica me quité la bata que llevaba para ponerme la estrecha. Mis cálculos estaban equivocados, la prenda había encogido mucho más de lo esperado, a lo ancho y a lo largo. Decidí quitarme el sujetador y las bragas.

 Por la parte de arriba me entallaba las tetas, a la altura de las caderas apenas me podía mover y de largo me había quedado a menos de medio muslo.

 Para tentar a Pablo le puse todo el genero en el escaparate, las tetas saliéndose por el escote y los muslos al aire.

 Solo pensando en lo que estaba por venir me puse cachonda como una loba porque tenía la absoluta certeza de acabaríamos follando y eso era lo que más deseaba en el mundo.

 Lo que yo no sabía en ese momento, luego me lo contó Pablo, era que la imprudente de doña Julia le había dicho que yo estaba loca por él y que Pablo al saberlo estaba dispuesto a atacarme sin piedad. De haberlo sabido se lo habría puesto un poco más difícil.

 No me cupo duda de que si Pablo soportaba sin hacer nada mi ofensiva era porque lo que le gustaban eran los hombres.

 Según entró Pablo lanzó la primera andanada.

 Que guapa estás Pilar y que bien te sienta esa bata.

 Eres un cochino. A ti lo que te gusta es que se me ha quedado estrecha y me marca todo el cuerpo, pero hasta que tu madre me compre otra esto es lo que hay.

 Le voy a prohibir que te compre una más grande, con esta estás preciosa. Ahora me fijo que tienes unas piernas preciosas.

 ¿No te habías dado cuenta hasta hoy? Claro, como cuando me ves solo me miras las tetas ¿Estás enfadado conmigo?

 ¿Por qué dices eso?

 Siempre que nos vemos me das un beso.

 Pablo entendió mi mensaje, me agarró por la cintura y me acercó a él.

 Los besos de educación se dan acercando la cara sin que nada del cuerpo entre en contacto. En esta ocasión no fue así. Mis tetas chocaron contra su pecho y yo hice algo que vuelve locos a los hombres. Adelanté mi cuerpo hasta que su verga entró en contacto con mi vientre.

 Al sentir el contacto Pablo no se pudo contener

 Me gustas mucho Pilar, eres preciosa y hoy estas más bonita que nunca.

 No seas zalamero, no estoy más bonita es que ir con esta bata es como ir en pelota, guarro, seguro que tienes a dos o tres jovencitas enamoradas  de ti.

 Yo no quiero ninguna jovencita, yo te quiero a ti.

 Mi respuesta no pudo ser más maligna, ni más explicita, abrazados como estábamos me empiné y le di un piquito en los labios. Fue apenas un segundo pero lo suficiente como para notar que la verga de Pablo cabeceaba contra mi.

 Vamos a hacer la caja que si no nos van a dar las tantas.

 Déjame que te de otro beso.

 Puse cara de asombro y fingí quedarme pensativa.

 Te voy a dejar pero con dos condiciones, cuando me lo hayas dado nos ponemos a trabajar. Y de beso nada , un piquito como el que nos acabamos de dar, sin lengua. ¿Me lo prometes?

 Según se lo estaba pidiendo yo sabía que no lo iba a cumplir, tenía por seguro que se iba a lanzar sobre mi como un halcón. Pablo, siendo verano como era, llevaba una camisa ligera y era  imposible que no sintiera que mis pezones se habían puesto duros y  que mi coño estaba apoyado en su verga.

 Te lo prometo, Pilar.

 Con mucha lentitud, mirándome a los ojos, mientras sus manos iban también despacio descendiendo desde mi cintura hasta mis nalgas, fue acercando su boca a lo mía.

 Para no mentir tengo que reconocer que cuando se produjo el contacto yo ya tenía la boca abierta, esperándole.

 Con cada una de sus manos en mis nalgas, Pablo hizo fuerza para que nuestros sexos estuvieran más apretados. Yo sentí con toda nitidez su verga dura y caliente apoyada contra mi. Tan caliente como yo sentía mi coño. Mi sensación era que los dos teníamos una fragua entre los muslos.

 No perdimos el tiempo. Tan pronto nuestros labios se juntaron Pablo lanzó su lengua dentro de mi boca y yo lancé la mía dentro de la suya.

 Sentí que me flaqueaban las piernas porque sabía que era inevitable lo que venía a continuación. Las manos de Pablo parecían querer incrustarse en mi culo, amasando mis carnes y haciendo presión.

 El beso duró una eternidad por deseo de los dos. Ninguno quería darlo por terminado, y yo para dejarle clara mi colaboración me separé un momento como si fuera a rechazarlo y cuando noté que él empezaba a dudar de si yo daba el beso por acabado, volví a acercarme a darle mi lengua.

 Seguíamos empotrados uno en el otro cuando, como mandaba mi papel, eché en cara a Pablo su conducta.

 Me has mentido, me habías prometido que iba a ser sin lengua. Has abusado de mi confianza. Todos los hombres sois iguales.

 Me miró a los ojos y me dedicó una sonrisa deliciosa, de complicidad, que me venía a decir: tu has tenido tanta culpa como yo, aunque su contestación fue:

 Perdóname, no he podido resistirme. Lo llevo deseando desde hace tanto tiempo.

 Mientras me hablaba Pablo se separó lo suficiente de mi como para poder alcanzar mis tetas a besos.

 Por dios Pablo, no me beses las tetas que me vas a hacer perder el control. Para, por favor, para. Si me tocas los pezones me vas a matar. Los tengo muy sensibles. No se te ocurra tocármelos.

 Yo sabía que hablarle de mis pezones era tanto como invitarle a que se los comiera, que era lo que yo estaba loca por que lo hiciera.

 Pablo hizo exactamente lo que yo había previsto. Con una habilidad impropia de su juventud desabrochó tres botones de mi bata y me dejó las tetas al aire antes de lanzarse a devorar mis pezones.

 Que me coman las tetas derriba todas mis defensas. Sentí que se me derretía el cuerpo y que mis piernas no me iban a sostener.

 Para por dios, Pablo, para. Por dios deja de tocarme los pezones o no respondo. Te había avisado de que no me tocaras los pezones y te los estás comiendo, no me haces caso.

 Él siguió a lo suyo, no le habrían separado de mis tetas ni un batallón de los GEO.

 Mientras me seguía comiendo, con la misma destreza que antes, me desabrochó los cuatro botones que todavía estaban abrochados y metió las manos por dentro de la bata acariciando mi cuerpo desnudo. Sus manos volvieron a bajar hasta mis nalgas.

 No llevas bragas.

 No , no llevo porque te estaba esperando. ( más claro no me podía dejar las cosas)

 Sin necesidad de decirnos nada más nos aproximamos a la cama que usábamos para descansar los días de guardia. Me tendió en ella con delicadeza y se quedó de pie.

 Déjame que disfrute viéndote desnuda, tienes un cuerpo más bonito de lo que yo había soñado. Y he soñado con ese cuerpo muchas veces.

 Lentamente me puse en la postura de la maja de Goya, mis manos detrás de la cabeza para que mis tetas se empinaran y mis muslos de modo que tuviera una visión clara de mi pubis.

 Pablo, eterno fan de mis tetas, se quedó hipnotizado mirando mi coño. Soy morena de piel y de pelo y digo la verdad cuando digo que entre mis muslos tengo una mata de pelo preciosa, natural, con unos rizos pequeños, compactos, que parecen astracán o la montera de un torero.

 Eres un abusón, me has comido las tetas y te he pedido que no lo hicieras, no me puedo fiar de ti.

 No me regañes. Ya me has dicho que me estabas esperando, los dos queríamos lo mismo. Déjame que disfrute viéndote desnuda.

 Me da vergüenza estar yo desnuda mientras tu estás vestido.

 Desnúdame  tu.

 Me senté en la cama y no dediqué un segundo a su camisa, le quité el cinturón mientras él se desabrochaba la camisa y a continuación le bajé los pantalones y los calzoncillos de una vez.

 La verga de Pablo saltó como si tuviera un resorte. La tenía delante de mi narices, me recreé contemplándola.

 Los hombres presumen de polla larga sin saber que lo que de verdad importa es el grosor , es mil veces mejor una polla gorda que una larga, las largas la mayoría de las veces no se ponen duras como un hierro que es lo que da placer. La de Pablo era normal de longitud pero en cambio era gorda, tan gorda que pensé que no me cabría en la boca.

 Contuve mi impulso de hacerle una mamada pero no me pude reprimir y mientras le sujetaba la verga con la mano le di unos besos en los testículos.

 Pablo como el resto de la población masculina del pueblo tenía una clara fijación por mis tetas, incluso con mi culo, pero ninguno sabía el secreto mejor guardado por mi, del que solo un hombre del pueblo había disfrutado, estaba entre mis piernas.

 El que lo descubrió fue Emilio Zaldívar, el hijo único de los más ricos del pueblo y el que después de estar muchos meses follando me dejó embarazada y no quiso saber nada de mi niña. A Emilio le gustaba follarme pero lo que le tenía abducido era comerme el coño y tenía razones para ello.

 El secreto es que tengo un coño descomunal, un monte de Venus alto y poblado, una vulva abultada y carnosa pero por encima de todo lo que según Emilio me hacía única era mi clítoris, ese trocito de carne súper sensible con el que me consolaba cada noche.

 Tengo un clítoris grande, muy grande, lejos del tamaño normal en la mayoría de las mujeres. En la parte de arriba de mi coño la funda de mi clítoris mide exactamente tres centímetros, lo he medido. Y cuando echo hacía atrás el capuchón que lo protege aparece un prepucio del tamaño de un garbanzo. Rosado, redondo y con una especie de frenillo por la parte inferior. Para acabar la descripción tengo que decir que cuando algo toca mi pequeño tesoro, me descontrolo, el placer me domina y me corro con casi el primer contacto.

 Cuando me masturbo lo cojo entre mis dedos y llevo el capuchón atrás y adelante como si fuera una polla .

 Protegido por mi vello púbico a primera vista apenas se ve, pero cuando se entra en faena es un regalo que vuelve locos a los hombres.

 Los dos ya tendidos en la cama, desnudos, le pregunté:

 Que me vas a hacer Pablo, me da miedo, solo he estado con un hombre en toda mi vida ( a veces es bueno mentir ) y fue una mala experiencia. Tienes que tratarme con mucha delicadeza.

 Pablo hizo como que no oía mis palabras. Siguió besándome las tetas para poco apoco bajar al vientre. Cuando pasó de mi ombligo cambió de postura y se colocó entre mis muslos.

 El muchacho no parecía tener experiencia pero hizo exactamente lo que yo le habría pedido. Cada vez que en mis viajes a Madrid me ligaba un candidato era yo quien le pedía que empezara dándome lengua. Solo con ver mi coño de cerca se volvían locos. La rutina que más me gustaba era que me comieran el coño y justo cuando sentía que me iba a correr pedirles que me metieran la polla hasta lo más profundo.

 Pablo bajó a la mina. Noté como me separaba los labios para tener una acceso más fácil y en ese momento vio la joya. Debió de sorprenderle porque estuvo un momento sin hacer nada. A continuación nada de besos, lanzó su lengua contra mi clítoris. Para ayudarle en la tarea, fui yo quien tiró hacia atrás la piel que lo guardaba para que su lengua alcanzara mi rincón mas intimo.

 Sus lengüetazos me pusieron incandescente, estaba más cachonda de lo que había estado en los últimos tiempos, me vino a la cabeza cuando Emilio me comía el coño.

 No tardé ni un minuto en sentir que me corría, que el placer supremo me llegaba como una explosión nuclear.

 Me vas a hacer correrme. Que rico lo que me haces. No voy a poder esperar, ya me estoy corriendo, sigue mi amor, sigue dándome lengua que me estoy corriendo muy duro. Sigue, sigue hasta que yo te diga.

 Justo en el momento que sentí que el orgasmo me llegaba, cuando mi cuerpo parecía no soportar más placer, le pedí:

 Pablo, por dios, méteme la polla, hazlo despacito que no estoy acostumbrada pero no esperes más, métemela hasta adentro.

 Le tuve que ayudar porque su falta de precisión hizo que su capullo en un primer intento fuera a chocar con mi culo, volvió a intentarlo con idéntico resultado y al final fui yo quien cogiéndole la verga la dirigí adonde yo quería recibirla.

 Las dudas de Pablo.

 Llevaba ya más de una año obsesionado con Pilar. Ella había sido y seguía siendo la mujer más deseada del pueblo y para mi una diosa, pero al mismo tiempo yo sabía que era inalcanzable. Todos los hombres del pueblo de una manera u otra lo habían intentado y solo habían cosechado fracasos. Estaba claro que para protegerse de habladurías Pilar había decidido no aceptar el más mínimo coqueteo con nadie conocido y eso incluía a todo los hombres del pueblo.

 Yo era un muchachito a punto de cumplir veinte años que nada le podía ofrecer. Lo normal habría sido dejar la cosa en una amor platónico, pero lo que yo sentía era un deseo irrefrenable. Cada vez que la veía, y la veía muchas veces, sentía hervir la sangre.

 En cuanto a ella, me trataba con mucho cariño, pero con ese tipo de cariño que se les da a los niños. No se cortaba a la hora de decirme cosas que para ella debían ser cumplidos pero que a mi me encendían.

 Me saludaba apoyando sus tetas en mi pecho y plantándome dos besos y con toda naturalidad me decía:

 Pablo, que guapo estás, porque eres hijo de quien eres que si no iba a cometer un infanticidio contigo.

 Yo con mi calentura y ella con su indiferencia o mejor dicho, ella sin considerarme dentro del genero adulto.

 El accidente de mi madre vino a dar a mi vida un giro radical. Yo que no había pasado de besos furtivos y de poderle acariciar a tres jovencitas de mi edad, de repente me vi con una mujer de verdad desnuda frente a mi. Es verdad que era mi madre pero eso no limitó el que yo me excitara.

 Toda la tensión sexual que yo almacenaba la descargué en sus carnes. La verdad es que mi madre tiene un cuerpo muy rico, para mi fue una sorpresa comprobar que una vieja, para mi tener 42 años es ya ser viejo, pudiera tener un cuerpo tan bonito.

 Unas tetas perfectas, más chicas que las de Pilar, una cintura estrecha y un culo redondo y firme. Me sorprendió ver que sus muslos son potentes y duros pero mi mayor sorpresa fue comprobar que mis caricias la excitaban.

 El que Julia fuera mi madre me tenía confundido, por un lado pensaba que de ella lo quería todo, para no mentir lo que deseaba era follármela, algo que no había probado todavía y que tenía una necesidad urgente de probar, y al mismo tiempo la mujer de mis sueños era Pilar.

 En eso andaba mi mente cavilando cuando mi madre me dio sin darle importancia una información vital, que yo le gustaba mucho a Pilar.

 Sabiendo que tenía que ir todas las noches a verla pensé que mi obligación era intentarlo.

 Si el primero o el segundo día que estuviéramos solos conseguía robarle un beso para mi sería un triunfo. La primera etapa de una carrera que, quien sabe dios adonde nos llevaría.

 Cuando llegó al hora de ir a la Farmacia una amiga de mi madre vino a hacerla compañía lo que me daba a mi la posibilidad de tardar lo que fuera necesario. Pensando en mi cita me duché a conciencia antes de salir, quería que al acercarse a mi Pilar oliera a limpio.

 Otra ventaja era que para la ocasión mi madre me dejaba llevarme su coche. A propósito llegué cuando Pilar tenía que tener la Farmacia ya cerrada. Esperaba que cuando yo llegara ella se habría puesto su ropa de calle porque la bata con la que la había visto la última vez me pareció una prenda anti lujuria, mi madre se la habría comprado aposta.

 Con el corazón explotándome en el pecho abrí con mi llave y me dirigí a la rebotica pensando que, con suerte, me la encontraba a medio vestir.

 Entré en la rebotica y lo que me encontré fue una visión celestial. Pilar llevaba una bata tres tallas menor de lo que necesitaba. Además al escote le faltaban botones por lo que enseñaba las tetas justo hasta el punto de no dejar los pezones al aire. Lo siguiente que llamó mi atención fueron sus muslos, podría haber dicho sus piernas pero la realidad eran sus muslos. La bata además de estrecha era corta y le dejaba los muslos al aire.

 Con la imagen de las piernas de mi madre en la cabeza vi que Pilar tenía unas piernas y sobre todo unos muslos infinitamente mejores, redondos, potentes, tersos, son una carne que parecía querer explotar.

 Por un momento me vino a la cabeza la idea de que ella, sabiendo lo que me había dicho mi madre, también querría aprovechar la ocasión, pero la deseché pensando que era un absurdo.

 Tardé un poco en reaccionar porque el espectáculo que tenía delante me había dejado paralizado.

 Me acerqué a darla un beso y sentí con toda nitidez los pezones de Pilar apoyándose contra mi. En ese momento tuve la certeza de que ella llevaba las tetas al aire. Estaba disfrutando de esa sensación cuando se me ocurrió una travesura  para sabe que terreno pisaba, adelante mi cadera hasta que mi polla entró en contacto con ella. Pilar no solo no se quejó tuve la sensación de que ella colaboraba conmigo, es más se puso de puntillas para que su coño entrara en contacto con mi verga, pude sentir la suave almohada de pelo que debía de cubrir su sexo.

 En ese momento noté que mi verga se ponía en guardia y con lo apretados que estábamos estoy seguro que ella también lo sintió.

 Estuve tentado de lanzarme a comerle la boca pero no me atreví, me daba miedo que Pilar me mandara a paseo o le que podía ser peor, que se riera de mi.

 En mitad de mis dudas Pilar se puso de puntillas y me dio un piquito en los labios. Fue solo un segundo pero ese pequeño detalle me produjo un corrientazo de placer.

 Le pedí repetir y ella consintió con la condición de que fuera tan solo otro piquito.

 Cuando mi boca estaba casi junto a la suya la abrí y cuando nuestras bocas se juntaron ella también la tenía completamente abierta esperando mi lengua.

 Nos dimos el beso más largo y más sensual del mundo y eso me hizo crecerme. Sin separar mi boca de la suya le desabroché los botones de su escote y sus tetas se quedaron al aire.

 Me las empecé a comer sin piedad mientras ella me pedía que no lo hiciera pero su tono me daba a entender que no lo dejara.

 No paré hasta dejarla desnuda, tal y como yo había sospechado no llevaba ni bragas ni sujetador.

 No llevas bragas.

 Te estaba esperando.

 Sus palabras explotaron en mi cerebro, Pilar me estaba esperando sin bragas, en ese momento tuve la certeza de que me iba a dar todo lo que yo quería.

 Con delicadeza la llevé a la cama y Pilar me regaló una visión perfecta de su cuerpo.

 El cuerpo de Pilar superaba con creces la mejor de mis previsiones.

 Echada boca arriba sus tetas se desplazaron hacia sus costados, un par de tetas a mi gusto perfectas, grandes, compactas, con la piel tersa como si se las hubieran hinchado. Los pezones oscuros y mirando al techo y las areolas pequeñas y oscuras. El vientre le hacía un pequeño escudo y por bajo de él una mata de pelo negro, denso, poblado y con rizos.

 Mi mente estaba ocupada por un solo pensamiento, montarme encima de Pilar  meterme en ella, pero a mismo tiempo me daba pánico demostrar que estaba ansioso por follar. Aprovechando la experiencia que había tenido con mi madre pensé que podía repetir y decidí empezar por darle lengua, por comerme su chocho.

 Hasta ese momento yo había visto cuatro coños, incluido el de mi madre. El de Pilar me pareció diferente. Lo primero que me impresionó fue su mata de pelo, grande, densa, compacta como una moqueta, de un color negro azulado y perfilada por los costados. El monte de Venus alto y por debajo de él una vulva grande y jugosa, nada que ver con mis experiencias anteriores. Mi sorpresa final fue que en la parte superior de su coño tenía un caperuzón de piel que cuando Pilar lo echó hacia atrás dejó al descubierto un clítoris rosado que parecía palpitar como un corazón diminuto.  

 Lancé mi lengua contra aquel trocito de carne rosada y tan pronto lo hice algo se debió desencadenar en Pilar porque el tono que hasta entonces había empleado conmigo cambió de raíz.

 Que rico me haces Pablo, que ganas tenía de que te comieras todo mi chocho, no sabes las pajas que me he hecho pensando en este momento. Me tienes muy cachonda y con ganas de correrme como una perra. Dame lengua bien duro y si quieres te dejo que me des con tu lengua en mi culo. Sigue canalla, sigue que me estás subiendo muy rápido y me vas a hacer correrme. ¿ Te gusta mi chocho?

Dame un poquito más abajo. Me estás haciendo correrme, me estoy viniendo de gusto, me corro, me corro muy duro, no pares, no pares que me estoy viniendo, me vengo, me estoy corriendo, me estoy corriendo.

 Yo también estaba a punto de venirme cuando Pilar me pidió que se la metiera.Todos mis deseos se hicieron realidad. Pilar me estaba pidiendo que me la follara.

 Me monté encima de ella y dirigí mi verga hacía mi objetivo sin conseguir penetrarla. En esos esfuerzos andaba cuando Pilar me dijo:

 Me las estás intentando meter por el culo, es eso lo que quieres, niño vicioso.

 Yo lo que quiero es follarte. Me tendrás que perdonar si soy torpe, para mi es la primera vez.

 Espera un momento, me estás diciendo que nunca has estado con una mujer.

 Es la verdad, es la primera vez que voy a follar y me encanta que sea contigo.

 Déjame entonces que te ayude.

 Pilar me cogió la polla y ahora si, la dirigió adonde debía. Como tengo un prepucio gordo me costó una poco superar la entrada pero luego sin ninguna dificultad mi polla se deslizó hasta que mis huevos chocaron contra su vulva.

 Conmigo ya dentro me pidió que me estuviera quieto un rato hasta que su chocho se amoldara al intruso que lo había invadido.

 Tenía tantas ganas de que me follaras y me has puesto tan caliente que te lo he tenido que pedir, no podía esperar más. La tienes muy gorda mi amor y yo hace mucho tiempo que no follo. Me tienes llena, ahora cuando yo te diga tienes que empezar a entrar y a salir de mi despacito, con dulzura.

 Dime la verdad, cuando has venido a la Farmacia ¿pensabas que íbamos a acabar follando? ¿ Pensabas que ibas a comer el coño?

 Ni en el mejor de mis sueños. A todo lo que aspiraba, era que me dejaras besarte.

 Como has sido sincero yo también voy a serlo, lo que yo quería que pasara es lo que está pasando. He hecho todo lo que estaba en mi mano para ponerte cachondo porque lo que quería es que me follaras. Llevo mucho tiempo pensándolo. Hace ya un tiempo en el que solo con verte me pongo cachonda.

 Sácatela un poco y vuelve a meterla, despacio, pero seguido.

 Seguí sus instrucciones y salí y entré una docena de veces, las primeras despacio pero poco a poco aumentando la velocidad. Empecé a sentir placer cuando empujaba hacia adentro y la cabeza de mi verga chocaba con el fondo de su sexo. Su vagina me abrazaba completamente.

 Pilar debió entender que no necesitaba más instrucciones y yo me crecí.

 Empecé a sacar mi verga hasta casi tenerla fuera para desde ahí lanzarme como quien se zambulle en una piscina. Me excitaba el sonido de cuando mi cuerpo chocaba contra el suyo.

 La reacción de Pilar fue contraria a todo lo que me había dicho hasta entonces, ya no quería delicadeza ni ternura. Quería que la atravesara.

 Pablo dame bien duro, empuja como si me quisieras reventar, como si quisieras sacarme tu polla por la boca. Fóllame como un animal que me tienes muy cachonda y me estás follando muy rico. Dame tu polla Pablo.

Sus palabras fueron como cuando a un regimiento de caballería le dan orden de cargar. Tuve la sensación de que me volvía loco. Sujetando a Pilar por las caderas empecé a bombear dentro de ella como si se fuera a acabar el mundo. Tenía la mente en blanco como si toda la sangre de mi cuerpo estuviera concentrada en mi verga.

 Para mi ego fue precioso que Pilar empezara a gemir primero y a chillar después.

 Que gusto me estás dando, que rica polla tienes y que gorda la siento, dame más duro, rómpeme el coño a pollazos, sigue por dios, sigue. Fóllame, fóllame.

 Entrando y saliendo de ella cada vez con más fuerza y más deprisa sentí una oleada de placer para mi desconocida. Sentí la madre de todos los placeres, sentí que se iba la cabeza, y que cada vez me hundía en Pilar recibía una ración de placer hasta ese momento desconocida.

 Mientras tanto Pilar había entrado en una especie de trance en el que solo gemía y gritaba.

 Pilar me voy a correr, siento que me viene.

 Dame tu leche, dámela toda, lléname el coño, mi vida, llénamelo que me estas echando un polvo divino, yo también estoy para correrme pero siento tanto gusto que lo quiero retrasar un poquito más, córrete Pablo, quiero sentir tu leche entrando en mi cuerpo.

 Me corro Pilar, me corro. Me estoy corriendo.

 Siento tu leche entrando a borbotones, sigue follándome que yo también me voy a correr.

 Mientras me hablaba había metido su mano entre los dos y se estaba tocando yo supongo que el clítoris.

 Yo también me vengo, me está viniendo un orgasmo terrible, no me acordaba de lo rico que es follar y tu me has follado muy rico, me tienes llena de tu leche. No me creo que sea esta la primera vez que follas. Dios que rico me haces, me estoy corriendo mi amor, me estoy corriendo muy duro, me corro, me corroooo.

 Después de un buen polvo todas la parejas hablan y Pilar no iba a ser menos.

 Cuando estuve en tu casa tuve que ayudar a tu madre a hacer pis y me dijo que tu le ayudabas en todo. Me entraron unos celos terribles porque estoy segura que andar desnudando a tu madre te ha tenido que poner cachondo.

 Llevas razón pero viendo a mi madre desnuda lo que me daban era más ganas de follarte a ti aunque no tenía ninguna esperanza.

 No me has contestado, te ponías cachondo o no.

 Si me ponía cachondo.

 No te enfadas se te hago una pregunta.

 A ver que me vas a preguntar.

 ¿Habéis follado?

 Que barbaridades dices, como se te ocurre.

 Tu madre me ha dicho que tu la bañas cada día, luego la acaricias por todo el cuerpo. Y ella que te hace a ti.

 No me hace nada, no seas mal pensada, si sabes que no puede usar las manos.

 Si fuera yo la que se encontrara en su lugar sabría como darte placer sin necesidad de usar las manos.

 Nos levantamos y desnudos los dos hicimos las cuentas y Pilar me entregó el dinero. Mientras ella lo contaba yo me extasiaba mirándole las tetas y pensando que ese espectáculo se iba a repetir a diario. Ella parecía concentrada en lo que estaba haciendo.

 Cuando acabamos me levanté para recoger mi ropa y cuando iba camino de ella me sorprendió la voz de Pilar.

 ¿Qué haces?

 Voy a vestirme.

 No cariño, todavía no te vas a vestir porque no has acabado tu tarea.

 Que tarea.

 Que todavía estoy caliente y quiero que eches otro polvo.

 Pilar me lo has sacado todo, estoy rendido, no creo que pueda.

 Tu déjame hacer a mí, si no consigo sacarte otro polvo haré durante una semana todo lo que tu me pidas.

 Pilar que todavía estaba en la cama cambió de postura, se dio la vuelta y enfiló su culo hacia mi, sería inexacto decir  que se puso a cuatro patas, en realidad se puso a dos con su cara apoyada en una almohada y su culo en pompa.

 Ver aquel culo divino, grande, duro, apretado y sobre todo saber que Pilar me lo estaba ofreciendo hizo que mi verga que apuntaba al suelo tuviera una pequeña reacción aunque todavía insuficiente.

 En esa postura la vulva de Pilar me pareció una breva madura grande y carnosa, una tentación para mis deseos.

 Como necesitaba ganar tiempo y teniendo en cuenta lo que mi lengua había provocado en mi madre y en Pilar hundí mi cara entre sus nalgas.

 Tan pronto quedaron claras mis intenciones ella me ayudó en la tarea, su mano derecha empezó a acariciar su chocho y con la otra separó su nalga para dejarme el camino más expedito. Cuando mi lengua tocó la parte superior de su coño, ella ya había maniobrado para dejar su clítoris al aire. Por ahí empecé, le di pequeños bocados, lo sorbí como si quisiera tragármelo, le di lengüetazos hasta que Pilar empezó a berrear.

 Eres un canalla, sabes que que me comas el coño me vuelve loca, sigue, sigue ahí.

 Tan pronto me dijo que siguiera cambié de posición, puse mi lengua ancha y empecé una lengüetada en su clítoris y seguí subiendo separando sus labios con mi lengua, fue una pasada lenta y profunda que no acabé hasta que mi lengua alcanzó su culo.

 Cochino, ¿sabes donde me estás dando con la lengua?

 Paré mi tarea para contestarla:

 Tengo mi lengua en todo tu culo, en tu ojete pero si no te gusta me la llevo a otra parte.

 No por favor , sigue adonde estás, eres más guarro y más vicioso de lo que yo esperaba. Nunca me habían dado con la lengua en mi culo pero me está gustando mucho y me esta poniendo muy cachonda. Eres un puerco.

Seguí dándole lengua en el culo y las expresiones de Pilar me hicieron saber que le estaba dando placer.

 Tu lo que quieres es hacer que me corra comiéndome el culo. Y lo que yo quiero es que me vuelvas a follar. Pero sigue que me da mucha nota.

 Y un momento después:

 No me estarás haciendo esto para acabar metiéndome la polla en mi culo, pues que sepas que no te dejo. Tienes una verga muy cabezona y me harías daño.

 No me vas a dejar que te la meta por detrás. 

Ahora mismo no, y en el futuro tendré que pensarlo, nunca me han dado por el culo y me da miedo.

 O sea que tienes tu culito virgen.

 Completamente.

 Pues que sepas que voy a ser yo quien lo estrene.

 Yo te prometo que te dejaré probar pero hoy no. Sigue dándome lengua que me tienes muy arriba.

 Seguí con mi lengua en su culo, ahora con mi lengua en punta como intentando penetrarla.

 Que rico lo que me haces, no sabía yo que en el culo se sintiera tanto placer y tanta ganas de que me la metas como un animal, sigue que me estás subiendo y me vienen calores, sigue por dios, dame lengua en todo mi culo, somos dos enfermos, me parece que me voy a venir, sigue, sigue.

 Esta vez no me hizo falta su ayuda, con las nalgas de Pilar a la vista, enfilé mi verga a su vagina y de una estocada la penetré. Pilar me contestó con un gemido que cualquiera que lo oyera pensaría que la estaba matando.

 La agarré de la caderas y empecé un mete y saca frenético. El verla espatarrada con su culo en pompa y sus tetas apareciendo por los costados de su pecho era una visión capaz de resucitar a un muerto. Pilar mientras tanto se seguía tocando, mis huevos chocaban contra su mano cuando yo empujaba.

 Por más que se me hubiera puesto la polla dura como un fierro todavía no sentía yo la venida de mi leche.

 Ves como si podías,  te siento adentro, me tienes llena. Dame polla como un animal, rómpeme el chocho a pollazos, destrózame sin piedad. Que rica polla tienes y que cachonda me has puesto comiéndome el culo. Me voy a correr muy pronto, dame tu leche, dámela que quiero sentir como me llenas el chocho con ella, dámela, vicioso que eres un vicioso. Y cuando me corra yo sigue follándome que me quiero correr más de una vez.

 Como te gusta follar, Pilar, eres una enferma.

 Soy más que eso, soy muy puta, la más puta del pueblo, a la que más le gusta follar pero llevo años sin probarlo, por eso estoy tan necesitada, dame que ya me estoy viniendo, dame que me estoy corriendo como una perra, huy que polla tan rica tienes.

 Pilar se corrió y yo seguí dándole verga hasta que me llegó mi orgasmo.

 A pesar de ser la segunda andanada en poco tiempo Pilar lo notó:

 Me estás dando tu leche, sácamela que quiero que me la eches por las tetas.

 Se la saqué y los siguientes borbotones fueron adonde ella me pedía.

 Pilar los recibió y se los restregó por sus pechos.

 Me has mentido al decirme que esta era tu primera vez, me has follado muy rico y me has comido toda, eso no lo sabe un primerizo, pero me da igual, me ha gustado tanto que ya estoy deseando que llegue mañana para que me vuelvas a montar. Mañana me vas a volver a comer el culo.

 Cuando todavía no habíamos recobrado el resuello le pregunté:

 Por qué yo.

 Porque me gustas mucho, porque sin que yo sepa la razón siempre me has puesto caliente y con ganas de que fueras tu el que me follara y sobre todo porque de todos los hombres del pueblo eres el único que creo que va a guardar el secreto. Si no lo haces no volverás a disfrutar de mí. Y ahora vamos a hacer las cuentas.

 Acabado el trabajo llevé a Pilar a su casa, en el trayecto no me pude contener y le eché mano a los muslos, me dejó hacer, subí por ellos hasta topar con sus bragas.

 Llevas bragas

 Que te pensabas, soy una señora. Entre tu yo muy puta, para el resto del mundo, una señora.

 Cuando la dejé en su casa fue ella la que echó mano a mi paquete.

 Mañana cuando vengas a hacer la caja no voy a estar como hoy con una bata estrecha esperándote.

 Cómo vas a estar.

 Te voy a esperar desnuda, tirada en la cama, cachonda como una loba y espatarrada, para que según llegues me folles como me has follado hoy. No quiero ni que me hables, llegas y me follas, como si fuera una violación

 Me volví a casa pensando en el placer que me había dado el follar con Pilar y con la alegría de saber que mañana iba a recibir, pero con una duda en mi cabeza: follarme a mi madre sería tan rico como follar con Pilar, solo había una forma de averiguarlo y yo no me quería quedar con esa duda.

P.D. aunque parezca increible llevo 6 millonesy medio de lectores y agradezco mucho los comentarios y las valoraciones, en este caso esta historia tiene dos o tres posibles desenlaces, acepto sugerencias. 

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