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Un desconocido de ojos claros

en Grandes Relatos

Por fin había llegado la fecha de las ansiadas vacaciones de verano, tres semanas en las que no hacer nada, solo pensar en mí y en pasármelo bien, nada de horarios, nada de rutina…

Entre dos amigas más y yo, habíamos decidido hacernos una escapadita, ¿el destino? No lo teníamos claro realmente, sabíamos que queríamos un sitio tranquilo, sin barullo, sin cantidades desorbitadas de gente, entonces, ¿Qué mejor que una ciudad pequeñita, del interior?

Al final nos decidimos por Mérida, una ciudad con mucho encanto a mi parecer, miramos en internet alojamientos baratos y vimos un piso en el mismo centro de la ciudad, el cual alquilaban por semanas y bastante bien de precio, una semana o diez días allí tranquilas nos vendrían genial para desconectar y cargar pilas.

Cogimos un tren a Madrid, y de allí uno que nos dejaba en el mismo Mérida, salimos de Zaragoza en viernes por la noche y el sábado al medio día ya estábamos allí, dispuestas a quemar la ciudad y a disfrutar de las vacaciones.

Llegamos al piso bastante cansadas, así que decidimos comer algo rápido y tirarnos toda la tarde descansando, teníamos intención de salir por la noche, y empezar a conocer algo de nuestro destino de vacaciones. Yo había estado toda la noche durmiendo en el tren así que no tenía nada de sueño… para no molestar a las otras, me fui a dar un paseo y cuál fue mi sorpresa al descubrir que en el piso había piscina comunitaria…

Enseguida subí de nuevo, me puse el bañador y las chanclas, cogí una toalla y me baje a nadar, la verdad que apetecía bastante ya que hacía un calor insoportable, llegué a la piscina, no había mucha gente, extendí la toalla, y me fui al agua a nadar, ya que me encanta, me hice unos cuantos  largos, disfruté como un niño pequeño…

Cuando llegó la hora de salir y volví a la toalla a tomar el sol para secarme antes de volver, lo vi, allí estaba el, mirándome, con esos ojos claros, no se el rato que llevaría porque cuando yo llegué él no estaba, lo hubiera visto, un hombre con esa mirada, no me pasa desapercibido.

Cuando yo me senté en mi toalla él se levantó, se dirigió hacia la ducha, yo no pude evitar mirarlo, lo devoraba con la mirada, era alto, guapísimo, con barba de dos o tres días, que lo hacía muy interesante a mi juicio, un torso perfectamente dorado por el sol, y esa mirada…

Yo no podía dejar de mirarlo, como se ponía debajo de la ducha, como el agua caía por su cabeza y resbalaba por su espalda, así tenía un aspecto mucho más sexy, descaradamente seguía con la mirada cada uno de sus movimientos, como cerró el grifo y sacudió la cabeza para acto seguido, con paso lento pero seguro, dirigirse al borde de la piscina y tirarse de cabeza con la perfección de un maestro.

Dios mío!!! ¿De dónde había salido ese hombre? Cuando salió del agua, otra vez lo desnudé con la mirada, al pareció no importarle que lo mirara tan descaradamente, aunque quizá no se diera ni cuenta, aun me pareció mucho más guapo, con ese bañador azul, el pelo mojado y el sol iluminando mucho más su mirada, me miró fijamente y me sonrió… creo que los colores subieron a mis mejillas casi en el acto, se tumbó boca abajo con la cabeza apoyada entre los brazos y yo decidí coger mis cosas e irme de allí, el momento de verle salir del agua, el cruce de miradas y su sonrisa, habían acelerado mi corazón y la temperatura de mi cuerpo.

No sabía nada de él, pero en mi cabeza no dejaba de dar vueltas, debía de ser un vecino del edificio si no, no hubiera estado en esa piscina, me propuse hablar con él, por lo menos para verle más de cerca, me había dejado impactada, por no hablar del morbo que desprendía en cada uno de sus movimientos.

Al día siguiente, no lo vi, ni al otro tampoco, la semana avanzaba estaba conociendo todo de aquella ciudad y de mi desconocido de ojos claros no sabía nada, llegué a pensar en que todo había sido fruto de mi imaginación, al tercer día cuando volvía de comprar el pan y se estaban cerrando las puertas del ascensor, un brazo las detuvo  para colarse dentro antes de que se cerraran de todo, no me lo podía creer, era el, vestido esta vez, con unos pantalones piratas negros y una camiseta blanca, seguía guapísimo todavía sin afeitar, era alto realmente alto, las piernas empezaron a temblarme, nuestras miradas se volvieron a cruzar, sentí que me faltaba el aire, así de cerca sus ojos me impresionaron mucho más, tenía la mirada limpia, clara de una buena persona… Además del morbo que desprendía, volvió a sonreírme y rompió el hielo iniciando una conversación banal:

-          Hola, ¿eres nueva en el edificio?

-          Sí, estoy de paso, de vacaciones, con unas amigas, estoy en el cuarto.

-          Me llamo Mikel, encantado, si necesitas cualquier cosa estoy en el sexto.

-          Yo me llamo Daniela.

Entonces él se acercó a mí y me dio dos besos, despacio, sin prisas, cerca de la comisura de los labios, me pareció un momento súper intenso, el corazón me iba a mil, la boca se me secó en cuestión de un segundo, me quede paralizada, pidiéndole a la vida que ese momento se alargara mucho más, como si hubiera podido leer en mis pensamientos como en un libro abierto se giró tocó un botón del ascensor y ahí nos quedamos colgados en el aire, en el mismo metro cuadrado, el me miraba y me sonreía, me tenía dominada con esa sonrisa, se acercó a mi despacio sin apartar la mirada de mis ojos, cada paso que el daba hacia mi  yo daba uno hacia atrás, hasta que mi espalda se apoyó contra la pared, el seguía avanzando hacia mí, en el silencio se podían escuchar los latidos de mi corazón, se acercó a mí, pude sentir el olor de su colonia, que me volvió loca y me dio un beso en los labios, apenas un roce de su boca, empezó a olerme el pelo, el cuello… hundía su cabeza en mis hombros mientras me susurraba al oído:

-          No he podido dejar de pensar en ti, desde que te vi en la piscina…

Yo no podía hablar, solo podía mirarle a la cara, le sonreí no era capaz de pensar en otra cosa, entonces el cómo poseído por una fuerza interior, empezó a comerme la boca, con fuerza, con ansia, su lengua se introducía dentro de mi boca y jugaba con la mía,  me agarraba de la cintura y me apretaba contra él, y pude comprobar que ese momento estaba siendo para el tan intenso como para mí, porque noté que su entrepierna estaba tan dura, como mojada estaba la mía…

Me besaba la boca, el cuello, con una fuerza y una pasión increíble, su mano bajó por mi pecho, hasta colarse debajo de mi camiseta, libero mis pechos de la ropa, mis pezones estaban duros por la excitación, se los llevo a la boca, primero uno luego el otro,  yo emitía gemidos suaves, porque me estaba volviendo loca, mientras me comía las tetas, su mano bajaba más y más, hasta dentro de mis bragas, entonces empezó a tocar mi rajita, y dijo:

-          Joder, nena, como estas…

Entonces alguien desde el otro lado empezó a aporrear la puerta del ascensor, esos golpes lograron sacarnos de situación, de golpe volvimos a la realidad, el sacó la mano de mi entrepierna y con un movimiento lento y sensual se chupo los dedos llenos de mi flujo, volvió a besarme y puso su teléfono móvil en mi mano, no hicieron falta palabras, lo cogí, marque mi número, le devolví el móvil, él le dio al botón correspondiente para que el ascensor volviera a andar y salí sin decir nada más.

No conseguí sacarme ese encuentro de la cabeza en todo el día, por la noche  mis amigas habían decidido salir de fiesta con un par de chicos que habíamos conocido en el paseo que nos dimos por el puente romano aquella tarde, yo por no estar de aguanta velas, no quería ir, después de cenar, mientras ellas se arreglaban yo les dije que me iba a la piscina, porque me apetecía nadar a esa hora que la piscina estaría vacía.

Baje, me di un chapuzón en la tranquilidad de la noche, la piscina estaba oscura la única iluminación procedía de la calle o de las pocas ventanas que tenían luz en época de vacaciones, cuando volvía hacia la toalla vi una sombra, alguien se había sentado en ella, llevé un susto de muerte, hasta que una voz conocida me dijo:

-          ¿Tú no sabes que esta prohibidísimo utilizar la piscina por la noche?

Era el, yo me quedé parada de pie, chorreando agua y mirándolo como tonta, el en cambio estaba perfecto, sentado en el suelo, con una camisa blanca, que dejaba su pecho al descubierto, y unos pantalones vaqueros, entonces yo le dije:

-          Si, lo sé, antes de entrar leí el cartelito de la puerta.

Él se echó a reír, a carcajadas, no sé qué le hizo tanta gracia, pero no paraba de reír, hasta que al final dijo:

-          Entonces, ¿porque lo haces?

-          ¿cómo sabia que estaba aquí?

-          Te llamé para invitarte a tomar algo y tus amigas me dijeron que estabas aquí, pero todavía no contestaste, ¿si sabes que está prohibido bañarse por la noche, que haces aquí?

-          Bueno, es que soy un poco rebelde, y me da morbo lo prohibido – Le dije en plan de broma.

Se me quedó mirando fijamente, dios esa mirada como me activaba los sentidos, no pude más, sin decir nada, me fui hacia él, me senté en sus piernas, sin importarme que pudiera mojarlo, y empecé a besarle, mi boca estaba ansiosa, mordiendo la suya, le besaba, metía mi lengua en su boca, le besaba el cuello, le mordía la oreja, volvía a poseer su boca con fuerza, y él se dejaba hacer, sin dejar de besarle, lo impulse hacia abajo, hasta dejarlo totalmente tumbado en el suelo, mi boca recorría su cuello y mientras iba bajando por su pecho le desabrochaba la camisa, tenía ganas de conocer cada centímetro de su cuerpo.

Iba jugando con mi boca y mi lengua en su pecho, el gemía y mis manos buscaban su entrepierna, volvía a besarle la boca, mis manos jugaban con su polla notando poco a poco como se le ponía dura al sentir mis caricias, volví a recorrer su cuello y su pecho con la boca, pero esta vez bajé más abajo, tenía ganas de devorar a aquel hombre, sentía necesidad de tener su polla en mi boca, con la lengua empecé a recorrerla de arriba abajo una y otra vez, despacio, escuchando sus gemidos de placer, empecé a acelerar el ritmo de mi lengua en su polla, hasta metérmela por completo en la boca, fuerte, cada vez más deprisa metía su miembro  en mi boca, cada vez más adentro hasta la garganta, hasta que note que estaba a punto de correrse y paré.

Él se dejaba llevar por mí, me tome mi tiempo en terminar de quitarle la ropa, era una visión exquisita, un desnudo perfecto, morenito, con su polla todavía en erección, sus ojos claros parecían pedirme más, y se lo iba a dar, quería hacerle la mamada más increíble de su vida, sin decir nada, directamente volví a metérmela en la boca, lo único q se oyó fue un gritito de placer, lo que más me gusta a mi es que un hombre  gima mientras se la chupo, enloquezco, así que con ganas le comí la polla hasta que se corrió dentro de mi boca… quedó extasiado tumbado en la hierba con la respiración agitada, mientras yo lo miraba con ojos de perra en celo pidiéndole a gritos que me follara allí mismo.

No fueron necesarias las palabras, se abalanzó sobre mí, me agarró por las muñecas y sin soltarme, empezó a besarme como si no hubiera un mañana, con pasión… de repente parecía poseído por una fuerza que no era capaz de controlar, porque me hacía daño con la presión de sus manos en mis muñecas, y su boca buscaba la mía, entrando su lengua con la fuerza de un ciclón, mordía mis labios con rabia y a mí me estaba poniendo a mil…

De repente soltó sus manos de mis muñecas y me arrancó el bañador, empezó a recorrerme con su boca, su lengua jugaba con mis pezones, y una de sus manos bajaba hasta las caderas, que agarraba con fuerza, mientras me comía los pechos, soltando la mano de la cadera, se hundió en mi coño, que estaba chorreando por el morbo de esa situación…

Sus dedos se movían con destreza, jugaban con mi clítoris, y los introducía poco a poco en mi vagina, primero uno luego otro, mi excitación crecía por momentos, su mano me hacía enloquecer mientras que su boca no dejaba de morderme los pechos, así en esa postura, hizo que tuviera el primer orgasmo, entre convulsiones y gemidos.

No dijo nada, no medió palabra, sus manos volvieron a la acción entre mis piernas, esta vez no mucho rato, porque enseguida metió su cabeza, y su lengua empezó a recorrer mi sexo mientras me agarraba las piernas, yo no podía parar de gemir, succionaba mi clítoris, su lengua subía de arriba abajo, me volvía loca, me tenía dominada, sin poder evitarlo mi cuerpo se vino en otro intenso orgasmo.

Me puso de rodillas y así, a cuatro patas empezó a comerme desde atrás, primero el coño con esa habilidad que tenía, luego el culo, me comía con intensidad, mientras se acariciaba la polla, hasta ponérsela dura…

De repente sin avisar, se introdujo dentro de mí, me agarro por las tetas y empezó un extraordinario movimiento, adelante y atrás, despacito primero, para subir progresivamente el ritmo de sus embestidas yo me estaba volviendo loca, a punto de estallar otra vez, hasta que sacó su polla de mi coño y la metió despacito en el ano, que parecía pedirla a gritos ya que sin ningún esfuerzo consiguió introducirla toda, me agarraba del culo y a la vez que el me follaba fuerte, yo masturbaba mi clítoris, hasta que nos corrimos juntos, el dentro d mi culo…

Caímos rendidos en la hierba el uno encima del otro, estuvimos así un rato abrazados mientras recuperábamos fuerzas, después nos vestimos, me acompaño a casa, donde nos dimos una buena ducha junta, y  nos fuimos a tomar algo.