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Frente al espejo

en Autosatisfacción

Me observaba a mí misma frente al espejo mi Señor se acercó con la fusta, y rompiendo por completo la calma, azotó mis nalgas, me contraje, lo hizo en 5 ocasiones, de mi boca entre-abierta, caía un hilo de saliva..  respiré profundo, tomando aire y fuerzas “Gracias Mi Señor” atino a balbucear, mientras El retomaba la fusta y daba nuevos azotes contra mi pubis, yo contraía mis músculos cada vez que veía acercarse la fusta.  “Gracias Mi Señor” repetía mientras recuperaba el aliento. 

 Comenzó a azotar alternando mis muslos, vientre, abdomen y nalgas,  y podía sentir por mi entrepierna resbalarse la humedad que desataban tantas sensaciones. Cuando me hubo azotado unas 20 veces por todo el cuerpo, las piernas me temblaban, se acercó con la mirada fija, poso su mano en mi entrepierna, hundió sus dedos a lo profundo de mi sexo y me sonrió al sentir la deliciosa humedad, me coloco un consolador en el centro de mi placer, estimulada, me retorcía del goce que sentía, con la boca libre, gemía libremente, en cuanto me vio cerca del orgasmo retiro el consolador, sabía que no podía hacerlo aún....

Abrió mis nalgas introduciéndome un plug en mi trasero, mientras tiraba de las pinzas que puso en mis pezones veía como me estremecía para él de placer verme entregada,  gemir sin control, me repetía como implorándole “mi Amo, mi Señor” sentía que el orgasmo me poseía, el plug, vibraba por reflejo a los movimientos del consolador, me hacían estremecer,  pero tenía que contenerme, era una lucha interna entre sus placeres, sus demonios, los que el desataba. Llegado el momento me retiro el consolador, dejando el plug incrustado en mi trasero.

Me quitó las esposas de los tobillos, aflojo las  que sujetaban mis brazos y me tomo de los hombros, empujándome hacia abajo para que me arrodillara, yo abrí las piernas temblorosas y un poco entumecidas, mis muslos se relajaron y el podía percibir el olor de mi cuerpo, de mi vientre,  ese olor a perra que le encantaba y a mí me excitaba.  Sobre mi piel,  de cerca las marcas de la fusta en mis muslos y en mi vientre, levante la mirada y contemple la virilidad de mi Amo,  su miembro erecto,  impresionante,  solo con verlo tenia la boca hecha agua, me embelesaba saber que esa erección era producto del deseo y placer que yo le provocaba.