miprimita.com

Así lo manda el rey (3º parte y última)

en No Consentido

Nos metimos en la cama y disfrutamos de unos momentos de calma antes de que volviera Stephan y se reanudara la pesadilla. Estaba muy dolorida, pero me sentía segura con ella. Se habían abierto pequeños cortes en mi culo debido a los golpes y seguro que en unas horas tendría unos moretones horribles que no me dejarían sentarme en unas semanas.

-          ¿Voy a tener que pasar aquí todas las noches? -le pregunté en voz baja, como si tuviera miedo de que al decirlo en voz alta se fuera a cumplir lo que tanto miedo me daba.

-          Se suele cansar rápido de la gente con la que se acuesta, muy rápido.

-          Pero estoy segura de que nunca había tenido una situación que le diera tanto juego.

Me besó el pelo como única respuesta, sollocé.

···

Supongo que cuando Stephan volvió a sus aposentos lo que encontró fue a Petra y a mí durmiendo abrazadas, en su cama. Nos despertó aplaudiendo.

-          Queridas, qué escena tan conmovedora.  

Ambas nos incorporamos, sus guardias estaban tras él.

-          Qué mal que no sienta pena por vosotras, lo único que he podido pensar en estas horas ha sido que estarías aquí esperándome con las piernas abiertas -dijo mientras se acercaba a mí y Petra intentaba ponerme detrás de ella.

A un gesto de su cabeza los guardias sacaron a Petra de la cama a rastras, dejándome sola e indefensa de nuevo ante el rey.

-          ¿Te has vestido? -me preguntó.

-          No -contesté duramente.

Una sombra recorrió su rostro.

-          ¿Os habéis acostado? -dijo mirándome a mí y a Petra.

Ella no quería contestar para que no volviera a castigarme.

-          Claro que no, no todas las relaciones se basan en follar -espeté enfadada.

Stephan soltó una carcajada.

-          Pues la nuestra sí que se va a basar en eso, se va a basar en que vas a estar las 24 horas del día esperando a que te llame para satisfacerme. Y tú, Petra, vas a estar siempre delante, es más sólo os veréis cuando mi polla esté dentro de ella, no volveréis a tocaros.

El enfado se fue convirtiendo paulatinamente en miedo, tristeza y desasosiego.

-          Por qué nos haces esto, por qué me haces esto a mí, que ni siquiera nos conocemos.

Se acercó despacio a mí y volvió a tocarme la cara, entonces bruscamente y mientras me miraba a los ojos me agarró de la nuca y me sacó de la protección de las sábanas. Ahora no sólo estaba desnuda ante Petra, sino también ante los dos guardias que la sujetaban.

-          No voy a alargar esto mucho más -me dijo.- Sujetadla bien -añadió a los guardias que sujetaban a Petra.

Estaba boca abajo en el colchón y mientras sujetaba mi cuello puso una almohada bajo mi vientre para que mi culo quedara totalmente expuesto a su antojo. Cerré los ojos, agradeciendo no tener que mirar a Petra a la cara mientras pasaba todo. Se bajó de nuevo los pantalones y noté cómo pasaba la polla de un orificio a otro, calentándose a él mismo. Puso la punta en mi coño y comenzó a meterla, o a intentarlo.

No tuve más remedio que agarrarme a las sábanas con todas mis fueras, era como si me estuvieran intentando partir en dos, era imposible que pudiera meterla entera. Lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos mientras intentaba no emitir ningún ruido para no hacérselo más difícil a Petra.

-          Dios mío lo tienes tan cerrado -dijo mientras seguía intentando meterla.

En su siguiente envestida no pude soportarlo más y, aprovechando que no se lo esperaba, me lo quité de encima.

-          ¡No! Por favor le estabas haciendo daño, nunca la han penetrado, déjame que la ayude -dijo Petra adelantándose a la reacción de su hermano.

-          ¿Quieres comerle el coño a María para que me la folle mejor? -dijo casi sin creérselo, pero sonriendo.

-          Sí -contestó segura.

-          No -dije yo desde una de las esquinas de la cama- no, Stephan quiero que se vaya. No quiero que esté presente.

-          Vaya vaya… -contestó.

El rey dio unas órdenes y los guardias soltaron a Petra para venir a sujetarme a mí, mientras él ocupaba la silla frente a la cama. Me sentaron en el borde de la cama, para que él tuviera una vista en primer plano. Petra se arrodilló frente a mí e intentó abrirme las piernas.

-          Petra, no quiero -le dije.

-          María, entiendes que esto es para hacértelo más fácil, ¿verdad? -dijo agarrándome de la nuca, pegando nuestras frentes.

-          No quiero otro contacto físico que no sea el necesario para mojarla para mí, hermana -dijo el rey, empezando a exasperarse.

Abrió mis piernas y comenzó a recorrer mi muslo desde la rodilla hasta las ingles besándome, sus dedos se hundían de forma suave en mi piel. Cuando comenzó a pasar su lengua por mi coño tuve que hacer que parara con lágrimas en los ojos.

-          No siento nada, esto no va a funcionar -sentencié.

-          Bueno, ya he perdido demasiado el tiempo -dijo el rey levantándose.- Has perdido la última oportunidad que tenías de tener algún encuentro sexual con tu amada.

Petra me besó antes de que los guardias me soltaran y la llevaran de nuevo al mismo sitio donde estaba. Esta vez Stephan se tumbó en la cama, con la polla totalmente erecta y me obligó a subir encima, poniendo la punta, de nuevo, en mi orificio.

-          Vas a ser tú la que te la meta.

No reaccioné durante unos segundos así que fue él quien agarrando mis caderas tiró de mi hacia abajo mientras él mismo elevaba las suyas. Intentaba subir de forma inconsciente, por el daño. Petra estaba detrás de mí, viéndolo todo.

Cuando Stephan se cansó de que no terminara de entrar se sentó y terminó de meterla de un golpe. Había estado intentando no gritar, pero me pilló tan de sorpresa que fue inevitable. Además, como él se había sentado de lado Petra podía ver la reacción de ambos. Me dolía tanto que dejé caer la cabeza en el hombro del rey, agotada y dolorida mientras él tenía una mueca de triunfo en la cara.

Comenzó a moverse lentamente, pero yo sentía que iba a reventar.

-          No no no por favor para un momento deja que mi cuerpo se acostumbre -le supliqué.

-          La primera vez se debe hacer así -contestó.

Sacó su polla y me quitó de encima sólo para darme la vuelta y ponerme a cuatro patas, en menos de tres segundos su polla ya estaba dentro de mí de nuevo, con mucha más violencia que antes ya que ahora podía moverse libremente.

Ya no pude evitar llorar y hacer notar que estaba sufriendo, el dolor de sus penetraciones era tan grande que creía que iba a morir. No paraba de meterla y sacarla frenéticamente mientras me sujetaba de las caderas para que yo mantuviese la posición. Jadeaba de gusto mucho más alto de lo que hubiera sido normal, para que Petra y yo fuéramos conscientes de que él sí que lo estaba disfrutando.

Salió de mí y caí derrumbada en la cama, vi un pequeño reguero de sangre, Petra comenzó a vomitar cuando los guardias la llevaron hasta la palangana que se usaba como baño por la noche.

-          Ahora que estás más abierta sube encima y empieza a cabalgar, no es justo que tenga que hacer yo todo el trabajo -dijo con sorna, tumbándose.

-          No puedo -dije con un hilo de voz,- creo que voy a desmayarme.

Cuando trajeron de nuevo a Petra delante de la cama, Stephan dio una orden y cogiendo un cuchillo de su cinturón uno de los guardias lo puso en el cuello de Petra.

-          No tienes por qué hacerlo María -me dijo Petra cuando vio lo asustada que estaba.

-          Lo haré -dije intentando complacer al rey para que no le hicieran nada.

Aunque me costó mucho subí encima del rey, y como ahora se había tumbado del revés no tuve más remedio que dejar que Petra viera mi cara de dolor mientras yo misma me penetraba con la polla de su hermano. Puse las manos en su pecho y sin ni siquiera saber cómo, comencé a moverme para complacerlo. Su cara estaba desencajada por el placer.

Sus manos pasaban desde mi culo hasta mis tetas, donde apretaba violentamente mis pezones, nada estaba destinado a mi propio placer. No había podido dejar de llorar.

-          Quizá mañana podría traer a una puta para que le comas el coño mientras te follo.

No pude más, me levanté y fui hacia el baño, con el rey pisándome los talones y Petra queriendo hacer lo mismo, pero sin resultado.

-          Por favor deja de hacer esto no entiendo nada -dije mientras veía mis manos manchadas de la sangre de mi coño.

Cerró la puerta dejándonos completamente a solas por primera vez.

-          Ya no eres virgen, como a partir de ahora no te apliques en complacerme o intentes escapar de alguna forma Petra va a morir, va a morir delante de tus narices -me dijo amenazador mientras se acercaba a mí y se apoyaba en mi cuello.

-          Estoy enamorada de tu hermana, déjanos ir -supliqué.

-          Te vas a quedar aquí conmigo para siempre, María.

En ese momento me apoyó contra un armario que me llegaba por el vientre, tirando todos los frascos que había apoyados y volvió a penetrarme sin miramientos, sentía un pequeño dolor, pero no era tan excesivo como el de antaño.

-          Es maravilloso ver esa marca en tu culo, seguro que cualquiera sueña con que seas suya -dijo a mi oído mientras resoplaba como si fuera un animal desorbitado.- Gime.

Me dio un azote en la piel malherida del culo.

-          Me da igual que no te salga natural, quiero que gimas muy fuerte para que lo escuche Petra, y quiero que se lo crea.

Llorando comencé a gemir cada vez más alto, el rey hacía lo propio y ahora comenzó a tocar mi clítoris, haciendo que todo cambiara de perspectiva. Notaba su polla entrando y llenando por completo mi coño y ahora que también me estaba masturbando algunos gemidos eran reales.

-          Podría ser siempre así si no hicieras las cosas mal, si fueras una buena esposa y te resignaras a quedarte aquí conmigo siguiendo mis órdenes y olvidándote de mi hermana -me dijo mientras continuaban las embestidas y seguía masturbándome más frenéticamente que antes.

No podía pensar en nada, ni siquiera sabía que me estaba hablando en mi propio idioma, intentaba abstraerme y sólo pensar en el nuevo placer del momento, consciente de que no duraría mucho y que en unos minutos estaría obligada a hacer frente de nuevo a la realidad.

-          Estoy a punto de correrme dentro de ti e intentar por primera vez concebir un hijo, ¿te imaginas la cara de mi hermana al verte embarazada de mí?

Mis gemidos pararon de golpe e intenté que Stephan saliera de mí.

-          No quiero tener un hijo tuyo basta

Su respuesta fue violenta, como las del resto de la noche. Me empotró de nuevo contra el armario, haciendo que me diera un gran golpe en la cadera derecha, agarró tan fuerte mi pelo que creía que me lo iba a arrancar y mordió muy fuerte mi cuello mientras daba las últimas embestidas y se corría.

El placer había desaparecido tan pronto como había venido.  Notaba el semen de Stephan bajando por mis muslos.

El rey me sacó del baño y ordenó que me metiera en la cama, aún con su semen y mi sangre recorriéndome. Petra seguía en el mismo sitio en el que había estado toda la noche, destrozada también psicológicamente. Los guardias reían con sorna al unísono que el rey, sus pantalones estaban abultados, se les había puesto dura con la escena.

-          Petra va a quedarse a dormir esta noche con nosotros, sentada en la silla -dijo mientras se metía a la cama conmigo y los guardias la ataban.

Las luces estaban encendidas, así que Petra podía ver perfectamente mi cara sin expresión, la sangre de mi cuello producida por el mordisco de Stephan y a su hermano disponiéndose a dormir agarrado a mi pecho.

···

Me levanté de golpe en mitad de la noche, con el cuerpo encharcado de sudor frío y unos fuertes dolores en los ovarios. De repente alguien se movió a mi lado y salí de la cama deprisa y asustada, no entendí nada cuando vi a Petra mirándome adormilada desde la cama.

-          ¿Qué te pasa María? -me dijo como si todo fuera bien.

De repente me acordé de todo; íbamos de camino a Ucrania desde España, pero aún no habíamos llegado y mucho menos había conocido a su hermano Stephan.

-          No podemos ir a tu país -dije con la mirada fija en ella.

-          ¿Qué? ¿Por qué? Allí todo el mundo sabe que estoy con mujeres María, todo sería más fácil.

-          No si tu hermano me obliga a casarme con él y me viola delante de ti -le dije frenética y al borde del llanto.

-          ¿Eh? Eh, María -dijo levantándose cuando finalmente eché a llorar.- Sólo has tenido una pesadilla, sólo eso.

-          Pero se sentía tan real, aún puedo notar sus embestidas Petra.

-          Vale, vale, no iremos si no quieres, mañana le diremos a la comitiva que dé la vuelta.

Petra me llevó de la mano hacia la cama, me tapó con las mantas y me abrazó, quedándose despierta hasta que conseguí dormirme de nuevo.

FIN