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Cuentos de pecados de colegialas 2 - Mr. Enigma

en Grandes Series

Introducción

Esta historia es parte de un alegato de creación colectiva con otros lectores, que se sumaron a una propuesta que hice en https://www.todorelatos.com/comentarios/138145/

Quería en ese momento escribir a pedido, y tomo esto como un entrenamiento para llegar algún día a escribir profesionalmente, donde hay una demanda específica de qué es lo que hay que escribir, y que haya un tiempo de entrega, el hábito hace al monje.

El proyecto se desvió bastante de sus inicios. A partir de la primera entrega que fue un pedido de Jeremías, un amigo al que agradezco que me lea, y a él le debo este trabajo que te lo dejo aquí por si lo quieres leer y que hagas antes de leer esta historia que estás leyendo porque son correlativas. https://www.todorelatos.com/relato/138390/

En esta historia también va a estar Jere, y aparece Quique de 62 años, que también es un lector al que le agradezco sus comentarios y aportes, y voy a ver si logro concretar algunas de sus fantasías por encargo. Los más curiosos encontraran si buscan en los comentarios.

Al igual se suma José como otro protagonista más, al que también agradezco sus comentarios y su tiempo por leerme, y a modo de adelanto, con él que comparto el placer de los juegos de ataduras y ojos vendados, que intentaré incorporar en este relato, así como cada cosa que he charlado con cada uno de mis lectores.

Hay alguien que hace poco que solamente podríamos llamarlo el Petiso, y que en este relato será solamente el petiso, también agradezco sus comentarios y sus aportes, y a todo los que hayan hecho el intento de leerme o abrir mi relato sumando una lectura más, que esto no significa que me hayan leído, pero no hay cosa más grata que encontrarte una crítica, aunque pueda llegar a ser destructiva, sabes que esa persona te leyó, te dedicó su tiempo. Mi respeto a todos ellos y hago esto para intentar mejorar cada día un poquito más. No sólo sueño con ser una escritora profesional, sino trabajo preparándome para ello.

Última escena del cuento anterior

… Alguna vez con mis amigas habíamos descubierto en internet lo que eran los strapon, y algunos otros juguetes de penetración doble, con los cuales soñábamos. Estas cosas del destino, nunca pensé que descubriría este placer en esta forma, rítmicamente lo penetraba y él a mí. Me estaba cogiendo el chico de mis sueños, no era como lo imaginé, sin duda no. Pero que placer, era más pervertido que yo.

Él no dejaba de masturbarse, a media que estaba llegando a mi orgasmo el ritmo de la penetración fue aumentando, sus gemidos comenzaron a aumentar, mi calentura se fue a las nubes. Fue él que llegó primero al orgasmo, y yo no cesaba de penetrarlo con fuerza. Cuando con su mano llena de esperma me tomó de mi pierna para contenerme y pedirme que cese un poco, esa sensación me hizo estallar en un orgasmo, pudiendo sentirme penetrada y penetrando su leche en mi pierna. Nos desplomamos uno sobre el otro.

Después de un largo silencio de no saber cómo continuar, cómo mirarnos, no sé quién echo a reír primero, pero reíamos como un par de locos, nos abrazamos. No hablábamos, simplemente nos entendíamos. Sabíamos que teníamos un secreto, un pecado y una confesión…

¿Qué pasó en Castillos?

Jeremías, algo pudoroso, aunque sentíamos que teníamos algo de complicidad muy íntima entre nosotros, se vistió y sin más se fue.

Con el poco de esperma que me quedó en mi pierna pasé mucho tiempo tocándolo y no pude evitar de querer probar que sabor tenía. Por supuesto que pasé toda la tarde masturbándome porque mi madre no venía.

Brotaba a borbotones mis fluidos por mi vagina, lo mezclaba con aquel resto de esperma que tenía en mi pierna, y volvía a frotarme y meter mis dedos una y otra vez. No voy a negar que en mi ignorancia no sabía si eso me podía embarazar, pero el deseo de eso era mayor ante el riesgo, era el esperma de Jeremías.

Pasaba las 23 horas y mi madre no daba ni noticias, ya me había empezado a preocupar, por lo general no hacía eso. Las pocas veces que llegaba tarde raras veces pasaba de las 22 horas, y sobre todo lo hacía de una forma planificada, y era casi puntual en su regreso. Era aburrida y estructurada hasta en eso.

Creo que ya había pasado la medianoche, me despertó el teléfono que estaba sonando insistentemente y que no pude saber hacía cuánto. Me había quedado profundamente dormida y agotada de tantas veces que me había masturbado, y había metido tanta cosa fálica que había encontrado imaginando que era la pija de Jere que me penetraba… que ilusa, nada más lejos de la realidad.

Era mi madre la que llamaba al teléfono diciéndome que había problemas muy graves que estaba atendiendo, me dijo que mi abuela Aurora, madre de mi padre, le había acontecido algo de lo que no me contaba, sin duda me lo estaba ocultando, como hasta ese momento no supe que tenía una abuela que se llamaba Aurora ni tampoco habíamos hablado que tenía un padre.

No sé porque eso parecía no preocuparme ni tampoco la voz angustiada de mi madre, quizás porque no generé algún vínculo afectivo con esas personas.

Mi madre hablaba y hablaba, yo creo que no entendí nada de lo que me dijo, tampoco registré ninguna de las tantas recomendaciones que me dio…

De pronto la interrumpí diciéndole a mi madre…

- ¿Quién es mi padre?; ¿Cómo se llama?; ¿Cuántos años tiene?

 –dijo, tiene… ¿vive?

Del otro lado el silencio parecía tan tangible que se podía tocar, tan pesados y grandes como esos barcos llenos de contenedores que veía pasar por la ventana de mi habitación, perdidos en el horizonte.

Mi pregunta seguro fue un golpe bajo a mi madre. Bueno golpe bajo a mi madre…

Que te digan de esa forma que tenes una abuela y un padre a los que no conoces y sobre eso, que están en problemas y que tu madre que nunca habló de ellos y sin duda no le agrada, ahora está preocupada. Esto también es un golpe bajo para mí.

El carraspeo de la garganta de mi madre para aclarar la voz, que seguramente no le salía, fue como el serrucho que fue cortando ese silencio y me dijo:

- Si, tu padre vive. Está aquí a mi lado en este momento… en realidad aquí nomás a unos metros de mí, no escucha lo que te estoy diciendo.

-Tu padre se llama Quique, ahora tiene 62 años… (dejó un silencio como pensando)

- Vive aquí nomás en Castillos.

- Aconteció algo perturbador con tu abuela, en este momento no te puedo dar detalles… ahora ella está un poco mejor, ya pasó lo más grave.

En silencio pensaba… no sé porque esa vieja de mierda no me conmovía en nada, tampoco ella se conmovió todos estos años en prepararme una puta torta de manzana como las que preparan las abuelas, ni una puta llamada para mi cumpleaños.

La conversación siguió sin que preste demasiada atención y me fui a dormir sabiendo que ahora tengo un padre que se llama Quique, que mucho tampoco me conmueve, porque estuvo siempre a 18 kilómetros y no fue capaz de enseñarme a andar en bici.

Que hermosa manera de cagarme un buen día.

Intenté masturbarme algunas veces más para ver si eso me ayudaba a conciliar el sueño, pero fue casi imposible. Dormí muy poco durante la noche y recién a la mañana, después de amanecer me terminé durmiendo profundamente.

Al mediodía volvió a sonar el teléfono. Era mi madre pidiéndome que me organice sola, que seguramente hasta el lunes o martes no regresaría (recién empezaba el domingo y yo a través de la desgracia de mi abuela estaba pensando que desbarajuste iba a hacer en casa con mis amigas.)

Del otro lado del teléfono me estaban dando recomendaciones para asistir a la escuela, organizarme con la comida, bla, bla, bla… cosas que dicen las madres.

Mi madre me dijo que no me preocupara por mi abuela, que ya estaba mejor y que luego me explicaría más, a lo que le respondí que no me preocupaba ni tampoco pregunté. Por el momento para mí era una vieja de mierda junto a mi padre que nunca se preocuparon por mí.

Ante mi silencio mi madre me pregunta que me pasaba. Mi silencio continuó por un instante, y le dije:

-Dile a mi padre y a mi abuela que no quiero saber nada de ellos. Mi única abuela fue tu madre, y que en paz descanse.

A lo que mi madre respondió:

- Ellos aún no saben que son tu padre y tu abuela…

Un balde de agua fría cayó sobre mí…

- Ehhhhh!!!! ¿Qué dices? ¿Cómo que no saben?

Con la voz casi quebrada mi madre me dice:

- Mirá Sofía, lo que ha pasado en esto últimos años ha sido muy complejo, y no se puede explicar por una llamada telefónica. Tu padre es muy buena persona, aunque siempre le dije que no era tu padre, él siempre lo dudó. Es una historia muy compleja, en donde mi madre no facilitó todo esto, pero como te dije es una historia muy larga que de a poco tendremos que empezar a hablar. Eres lo suficientemente grandecita para poder hacerlo.

Tu padre es uno de mis mejores amigos, además de ser tu padre y no saberlo, o por lo menos no estar seguro. Él ahora está en un momento difícil, y como corresponde, estoy a su lado. Te pido que seas lo suficientemente madura y colabores conmigo. Tienes todo tu derecho a sentir frustración en esto, pero sólo te pido que no prejuzgues lo que desconoces.

Después de un largo sermón, bla, bla, bla, corté pensando en la pijamada con mis amigas que estaría por hacer esta noche en mi casa.

Cortando la comunicación comencé a llamar a mis amigas invitándolas para que vayan viniendo a mi casa a pasar el día e ir todas juntas al otro día al colegio desde mi casa.

Intenté a más de una contarle lo que había sucedido con Jere, pero cómo explicarle que había tenido una relación sexual con penetración con el chico que más me gustaba, pero no había sido yo la que había sentido un buen pedazo adentro, incluso pensaba que más parecía a fábula que a realidad, con verlo a Jere nadie se podía imaginar en cuatro patas con una zanahoria en el culo. Así que mi gran secreto continuó hasta que empiecen a llegar mis amigas, a ver si me juntaba de coraje para poderlo contar. La verdad es que no sabía cómo.

Después de las 15 horas, de a una fueron llegando mis amigas. La última en llegar, como a las 19 horas, fue Cele. Para ese entonces, ya estábamos Nati, Jazmín y Sol. Las otras que invité no las dejaron o no pudieron venir.

El descontrol de hormonas adolescentes no tardó en llegar y a las pocas horas ya andábamos todas en ropa interior por dentro de la casa, y poco a poco las charlas de sexo comenzaron a aparecer. Cele siempre la misma, era la gordita calentona del grupo. Fue la primera que se hizo a un lado sus bragas para mostrarnos que se había depilado por completo. Como si nosotras en ese momento tuviéramos demasiados pelitos. Algunas de nosotras aun no nos habíamos depilado por primera vez las axilas.

El descontrol comenzó cuando Nati observó que la zona del clítoris de Cele era mucho más abultaba que el de ella, y le pidió que quería verlo con mejor detalle.

Entre que sí, que no, que déjame ver, que empujones va, empujones vienen, entre risas y un esperá, dejá boluda no me hagas cosquillas que me meo, Cele se dio hacerse a un lado sus bragas y sin que nadie se lo pida, abrió levemente sus labios para dejarnos ver.

Sol, la otra gordita del grupo, pero más tímida, comentó rápidamente.

- ¡Celeee! Estás recontra lubricada. Te estás calentando, cochina… te estás calentando con nosotras que somos tus amigas, ¿qué, sos lesbiana?

- No boluda, estoy pensando en tu hermano, que está más bueno que comer el cuello con la mano. Algún día ese rubio va a ser mío.

- Callate. Que decís, sos muy pendeja para él. A mi hermano no le gustan las pendejas como vos…

- ¿Quién te dijo?... ¿Qué, no te contó?... claro a una pendeja como vos que le va a contar, o si te contase, la que terminas caliente sos vos.

- Bueno… con mi hermano no se metan.

A lo que respondimos todas, casi al unísono:

- ¡Tu hermano está re fuerte y no te lo vas a guardar!

Entre risas y jocosos seguimos pasando la tarde. El sol, ya había caído la tarde, el resplandor rojizo del horizonte, el olor a mar, tomábamos algún refresco esperando la noche, y viendo de reojo veía cómo entre las penumbras y tapada con un almohadón Cele tenía perdida una mano entre sus piernas y el leve movimiento no dejaba a sospechas sobre qué estaba sucediendo mientras que hablábamos de chicos.

En mi cabeza aún rondaba todo lo que había sucedido el día anterior, era el momento indicado para contarlo, pero ni Cele, la más guarra de todas nosotras, me podía tomar en serio si contaba lo que sucedió.

Sin duda pensaba que tenía que buscar la oportunidad de hablar con ella, sabía que era la única que me podía comprender, además guardábamos muchos secretos juntas desde pequeñas descubrimos la masturbación juntas y jugar con zanahorias y penetrarnos con ellas también lo habíamos descubierto juntas. Me di cuenta que no había nadie más que me pudiera entender.

Nos vestimos y nos fuimos a buscar algo de comida. De regreso la conversación siguió ya casi hasta la medianoche entre hamburguesas, pizzas y Coca-Cola, la única que tomó cervezas fue Nati, que trajo algunas latas escondidas de su casa. Sol siguió cuidando a su hermano, todas las otras queriéndoselo comer vivo, y poco a poco las calenturas fueron aumentando en el grupo. Bah, el grupo.

Bah… en realidad las calientes en el grupo éramos tres, las tres de siempre. Obviamente que Sol y Jazmín cuando se empezó a poner más guarra la situación, poco a poco se fueron apartando.

Tampoco ellas, raras veces pasaban más allá de las 23 horas despiertas, y les ofrecí la cama de mi madre para que se fueran a acostar. Nosotras nos fuimos a mi cuarto y Nati nos contó que solía entrar a un grupo de VideoChat ruso, en el que había gente de todo el mundo, y la cosa se ponía muy caliente a medida que te daban likes ibas monetizando a tu cuenta, que, aunque no sabíamos cómo cobrarlos, ella tenía algunos dólares ya acumulados.

Nos contaba que se podían ver hermosas pijas y hermosos ejemplares masculinos de todo tipo. También había muchas chicas que hacían exactamente lo mismo.

La pregunta obvia surgió:

- ¿Te dan likes porque mostras algo?

A lo que respondió Nati, con una cierta obviedad:

- La primera vez que me calenté viendo pijas de tantos hombres, que todos me hablaban a mí, algunos en idioma que ni entendía, no tardé yo en también estar mostrando algo, y minutos más tarde todos nos estábamos masturbando. Esa noche, sin darme cuenta, entre ositos, monedas y otros obsequios que recibí, que hay que comprarlos en el chat y después el chat te da una parte para tu cuenta, llegué a juntar 140 dólares.

Estallamos en un:

- ¡Naahhhh, no puede ser!

Lo que terminó en entrar a la cuenta de chat de Nati, no sólo tenía los 140 dólares que decía, sino que tenía 530 dólares más en total.

No había que ser muy inteligente para entender que Nati había mostrado bastante más en el Videochat.

A los pocos segundos de haber entrado, como hormigas a la miel, comenzaron a llegar solicitudes de chat. Era evidente que muchos la conocían bien a Nati, aunque aún nosotras no habíamos abierto la cámara, sus amigos llegaban exponiendo interesantes miembros de todos los colores y tamaños. Había los blancos muy pálidos, algunas pijas rosaditas muy hermosas, casi de cuentos de hadas, y algunas morenas muy prominentes.

Para nosotras que éramos nuevas, todo se transformó en un caos, aunque Cele estaba muy caliente porque a los pocos minutos de estar exhibiéndose esos hombres, algunos ya comenzaban a eyacular.

La verdad que a mí eso no lograba excitarme demasiado, no voy a decir que algo me atrajo, pero no mucho más que eso. Cuando expongo que así mucho no me atraía esto, porque ni siquiera entendía lo que decían, Nati comprendió enseguida lo que me pasaba.

Fue así que abrió un chat privado con alguien que se llamaba jdel. Pude ver que, si mal no recuerdo, era Juan, Julio o José Delgado. Sí, era José Delgado, ahora lo recuerdo bien. Cuando abrimos los micrófonos él hablaba en correcto español y en una tonalidad que me era muy familiar, muy local.

Me agradó porque por lo menos no estaba con su miembro en la mano masturbándose votando leche por todos lados, no dijo que eso no me guste, pero no en ese contexto como minutos anteriores a este.

José saludó a Nati, sin saber que nosotras estábamos ahí, mientras que Nati nos hizo correr a un lado y nos pidió que estuviésemos en silencio. Mientras tanto apuntó la cámara para que no se viera la cara de nadie y fue así como Nati le explicaba a José que este día ella estaba con unas amigas haciéndonos conocer el Videochat.

Minutos después todo se tornó mucho más interesante. Estábamos hablando de sexo con alguien mucho mayor que nosotras, José tenía 38 años, sin duda un nivel cultural muy interesante en su diálogo por el cual iba induciendo a nuestra calentura sutilmente.

Obvio que estaba muy interesado en saber detalles de nuestra sexualidad como si nos masturbábamos cómo, cuándo y en dónde lo hacíamos, y para esto Nati ya estaba algo borracha porque no dejó de tomar cerveza en toda la noche. Estimo que ya para ese entonces se había tomado unas seis o siete latas.

Cele estaba como un caldero en llamas como siempre no tardó en hacerse a un lado sus bragas para mostrarle que estaba totalmente depilada, y no tardó en contar nuestro secreto de las zanahorias y que lo primero que se introdujo hace mucho tiempo atrás, que no había sido su dedo, fue un cepillo de dientes.

La muy tonta cometió el error de involucrarme y decirle que compartíamos parte de ese secreto. Por ese lado todo se iba al carajo y no sabía cómo contener a mis dos amigas.

Por suerte poco tiempo después, como Cele seguía mostrando su pubis lampiño, Nati ahora bastante borracha, siguió muy interesada en el velo del clítoris tan pronunciado que tenía Cele, yo casi en silencio y a un costado saliendo de escena, las dejé que interactúen sin intervenir en nada, ni en las conversaciones.

Creo que José notó eso, por eso creo que tampoco me incomodó haciéndome participar de las conversaciones y escenas.

No puedo negar que me excitaba verla a Nati revisar el clítoris de Cele, exponiéndoselo a José. Cele estaba tan excitada que desbordaban sus fluidos entre los dedos de Nati. Al principio, aunque ellas quisieran disimularlo, claramente Nati la estaba masturbando a Cele.

José también estaba en silencio, aunque no se veía porque la cámara no lo tomaba, me podía dar cuenta que de alguna forma él se estaba tocando ahí abajo, mientras que miraba y escuchaba atento sin interrumpir.

Nati y Cele seguían descontroladas hablando de clítoris enormes, y fue ahí que me di cuenta que tal cuál como lo había notado Nati, Celeste tenía un clítoris significativamente mucho más grande que el mío. Si bien lo había visto, nunca le había dado importancia.

Nati siguió interesada en preguntar por la zanahoria, cómo era, cómo se hacía, mientras que Cele explicaba cómo hacer una penetración doble entre dos chicas con una zanahoria, a lo que usando preservativos.

Nati lamentó que no había preservativos a lo que Cele dijo que si habría preservativos estaría dispuesta a probar.

Sin dudarlo, en su borrachera, Nati dijo que sí. Cele remató diciendo que cada vez que venía a mi casa le robaba algunos preservativos a su padre, dejándome en evidencia de lo que eso implicaba.

Jocosamente las dos se ríen, Nati pregunta si es verdad que tiene preservativos, a lo que Cele responde que sí. Seguido a eso, Nati me pregunta si habría zanahorias en la cocina. A lo que le respondí simplemente porque no iban las dos a ver y si hay, se quedan por allá abajo a probar cómo es eso.

Riendo a carcajadas las dos guarras bajan muy alegres, donde claramente la risa de ebriedad de Nati era más que elocuente.

Ahí quedé sola con José, sin saber qué decir.

Él notó esto, y me preguntó si estaba con vergüenza, algo que era obvio, tan obvio como su pregunta, y más obvia era mi respuesta, la cual no di el gusto de darle un sí, sino, dije que solamente tenía ganas de ponerme un antifaz, una careta o algo así.

Igualmente, él me recordó que no podía ver mi cara, pero insistí que necesitaba esconderme. Me dijo que le encantaban los juegos enigmáticos, que por eso él participaba en este tipo de chats, le seducían mucho más los enigmas y los secretos de cada chica que participaba en él.

Le pareció que era muy buena idea lo del antifaz y las máscaras, a él le encantaban, me dijo.

Él me preguntó si no tenía algo así para ponerme, me dijo que tenía una sorpresa, mientras que él se paró a buscar algo, tardó algunos segundos y apareció con un par de guantes blancos puestos… una fina y elegante caja en sus manos. Casi en un ritual fetichista lo primero que sacó fue un sombrero, un sombrero negro, un sombrero muy elegante, de ala angosta con caída y cola muy dibujada, con un cintillo de base de copa, púrpura, oscuro pero que destacaba ese detalle en el sombrero.

Quedó el sombrero en el medio de su escritorio, apuntó la cámara a él ocupando casi toda la pantalla, y no se veía mucho más.

Lo poco que se veía de la caja, pude notar que algo se movía, algo sacaba de ahí, las sombras indicaban que algún movimiento estaba haciendo. Así pasó esto durante un tiempo, y me sorprendió, poco a poco iba subiendo el volumen de los acordes de Johann Sebastian Bach - Tocata y fuga en re menor BWV 565.

https://www.youtube.com/watch?v=NEKF08t3mW4

Un escalofrío tenebroso corría por mi espalda, pero la intriga, el enigma me ganaban. Quería saber qué estaba haciendo este hombre.

Su guante blanco tomó el sombrero de la parte alta de la copa en un movimiento elegante, que claramente era para ponérselo.

Poco a poco fue subiendo la cámara dejándome ver un pantalón negro, poco más arriba asomaba poco a poco cada ala lateral del saco negro que formaba parte de su traje clásico.

Podía notar un hombre delgado, me lo imaginé alto.

Apareció la hebilla de bronce fundido de su cinto entre medio de cada ala del saco, por encima una camisa de blanco impecable y por debajo el pantalón oscuro, como haciéndole un marco perfecto a un par de signos de pregunta (abierto y cerrado) forjado en la hebilla, con rasgos artesanales y de orfebre.

Con corte delicado y elegante apareció su mano derecha tomando el ala del mismo lado del saco, para hacerla a un lado, e introducir suavemente la mano en su bolsillo derecho. Completaba el cuadro casi perfecto de esa hebilla, como si fuese un pedestal de la misma, una atractiva erección varonil que ninguna adolescente podía dejar de notar.

Con su otra mano, evidentemente, lentamente siguió subiendo la cámara hasta la altura de su abdomen. La detuvo ahí, poco a poco se fue sentando, se recostó hacia atrás en su asiento apoyando sus brazos a cada lado del apoyabrazos del mismo.

Su cara aún no se veía, tampoco esperaba yo verla, simplemente no entraba en plano de cámara, el asiento estaba retirado algo para atrás, mientras la cámara apuntaba de arriba hacia abajo.

Con voz pausada me preguntó si me gustaban los enigmas, y antes que conteste dejó rodar su asiento hasta entrar su cara en plano de cámara.

Las sorpresas continuaban. Estaba ahí, Enigma propiamente dicho, con su careta blanca, su sonrisa socarrona dibujada, su bigote estilizado, su barba de mentón también.

La verdad que no supe qué decir. Aunque muda, con Bach de fondo, su voz varonil preguntó:

- ¿No tienes una máscara, algún antifaz?

Le dije que creía que sí, que si me daba un poco de tiempo podía intentar buscarlo. Tenía un antifaz que había hecho en un taller de arte escenográfico y vestuario para teatro de la escuela, que confeccionamos estudiando el carnaval veneciano.

Le aclaré que me gustaría tomar un poco de tiempo para improvisar la producción de mi vestuario a esta cita de gala enigmática.

Mientras estaba en la faena de improvisación artística de mi personaje y vestuario seguíamos hablando.

Esta charla fue distendiéndome y él fue ganando mi confianza. Era obvio que su morbo sexual era a través de los enigmas, quería descubrir los secretos sexuales de mi intimidad. Muy inteligentemente hacía sus preguntas, buscando atajos, puertas que en un descuido no se habían cerrado, indicios de frases, expresiones, lenguaje corporal, que le dejaran ver que algo había escondido ahí.

Cuál Sherlock Holmes sabía ir tras el indicio enigmático, sabía encontrar la punta de la huella perdida, marcada con un hilo de seda casi invisible dentro del bosque de lo oculto.

Digamos que para empezar estaba muy mal parada, Cele aunque dijo poco a la misma vez dijo demasiado. Estaba sabiendo por donde buscar.

Cuál dardo venenoso directo al corazón me dijo:

- Es muy evidente que hay algo que necesitas contar.

No sé cómo pudo adivinarlo, o sólo fue parte de su estrategia de cazador enigmático, era muy posible que sólo fuera parte de su hipnotismo que trataba de inducirme a decir algo, porque es obvio, todos tenemos algo que contar y no tenemos a quién, o qué pendeja nunca fue tan estúpida como para no darme cuenta que esto podía ser así.

Sin duda aproveché esta oportunidad, necesitaba confesar lo que había pasado con Jere. Jdel era eso, solamente una simple encriptación de José Delgado. No sabía nada más de él, ni él de mí.

No había como él podía saber más de mí, y yo de él. Solamente esto sumaba más al juego enigmático.

Para romper el enigma trato de imitar su estrategia de entrar en cámara.

Traté de imaginar sus fantasías, sus morbos, sus perversiones.

Apunto la cámara hacia el piso, dejo a media luz la habitación, sólo la luz que venía de mi baño iluminaba mi habitación. En el rectángulo del piso que enfocaba la cámara voy entrando en escena, lento y sin apuros, al mejor estilo del cine europeo.

Le dejo ver mis zapatos, no más que mis zapatos. Nunca pude imaginar tener tal impacto en él con sólo eso. Noté en su voz un temblequeo involuntario que daba indicios de haber tocado su emotividad, su morbo, su perversión.

Mis zapatos, aunque viejos, similares a éstos, http://kaye-zapateria.es/8090

Y mis pantimedias de lycra en el mismo tono con pequeñas pintas de forma de forma de corazones… él muy pervertido le encantan las pendejitas, por un momento creí que me tenía entre sus garras, ahora sé que cayó entre las redes de mis pantimedias.

Me quedo ahí, en silencio, quieta, esperando que él hable primero. Él también se había dado cuenta que había quedado en evidencia.

Hasta que lo aceptó y se sinceró. Me pidió que quería ver un poco más. Sabía que lo tenía agarrado de su punto más vulnerable, no era su pija, era su mente pervertida.

Le pregunté hasta dónde, cuánto más quería ver. Lo desafié haciéndole un juego invertido sabiendo cuál iba a ser su lógica. Sabía que también le gusta el juego lento, de ir de a poco…

- ¿Quieres ver todo ya, tan rápido?

Sin dudarlo dijo:

- No, no, no… no, hasta las rodillas puede ser.

… Segundos después dijo:

- ¿Es demasiado pedir que sea lento?

Ambos comprendíamos que estábamos entendiendo el juego. Para mí era un juego inteligente, sutil, y me di cuenta que para él también, cuando me devuelve un halago diciéndome:

- No sé tu edad, pero por tu cuerpo, tu voz, me puedo dar cuenta que eres demasiado inteligente para la edad que estimo que tienes.

Le dejo notar que me sonrío.

- ¿Quieres saber mi edad, Mr. Enigma, o prefiere que sólo sea un secreto sin descubrir…?

Estalló en una carcajada.

- Además eres muy irreverente, pendeja. Eres la primera mujer que, en esta situación, por más de una vez, me pone en jaque, estás ganando mi respeto. Esto no quiere decir que haya sido irrespetuoso con otras mujeres en esta misma situación, pero respeto mucho tu inteligencia.

- Si usted lo considera así, no soy quien, para desmentirlo, pero corre por su cuenta su apreciación. Tal halago merece un premio… la oca avanza tres lugares.

Y con pasitos pequeños cual una geisha, me dejo avanzar símil a una muñequita y poco a poco se ve un poco más arriba de mis rodillas, y aún no se ve nada más que mis medias.

La oca avanzó un puesto y mis pasitos continúan. Se ven dos tercios de mi muslo y no se ven más que mis medias.

La oca avanzó dos puestos y continúo mis pasitos, y casi llegando a la mitad del último tercio, recién ahí le dejo ver mi corta falda tableada escocesa que ya me había quedado chica de la escuela.

- Wow, wow, wow… la verdad que me sorprendes. Eres muy buena jugando, ¿ya has jugado de esta forma antes?

Tengo que admitir que su pregunta me sorprendió, pero una vez más me da indicios que aún lo tengo atrapado de su parte más vulnerable.

Es tentador mentirle y decirle que sí, pero más tentador es decirle la verdad y que no la crea…

- No, no, la verdad es que es la primera vez. Ni me había imaginado que había gente que se encontraba así. Mejor dicho, si sabía que había gente que se encontraba así, pero no conocía un sitio de videochat como este. Tú eres el primero, espero que no seas el último.

Su silencio me dejo ver que no sabía si esto era la verdad o la mentira. Él no se daba cuenta que me estaba dictando sus respuestas, estábamos jugando al cazador cazado.

Con movimientos muy sensuales voy trayendo la silla a la escena. Le dejo ver el resto de mi minifalda, hago un giro para que me pueda ver de todos los ángulos. Me arrodillo en la silla, con movimientos muy sensuales, dejándole ver gran parte de la intimidad cubierta por mis pantimedias. Seguramente en la media luz, él no podría haber distinguido que bajo de mis pantimedias nos traía nada más que mi ser. Tampoco le dejo demasiado tiempo para que pueda deducir qué es lo que había debajo.

Continuando los movimientos sensuales me siento, le dejo ver un top también algo viejo que me quedaba algo chico, al que previamente le di unos tijeretazos, sensuales y estratégicamente sugerentes, sin mostrar nada.

Poco a poco mi cara entra en escena. Le dejo ver un maquillaje muy pálido, blanco, labios pintados color rojo sanguíneo, el antifaz veneciano que cubría mi nariz y mis ojos, de terciopelo negro y plumas de gaviotas teñidas. De un lado de mi blanca mejilla derecha dibujé con un delineador negro una cicatriz dark de unos 4 centímetros, con 4 puntos de sutura, y una gota de sangre dibujada con la misma pintura de labios simulando una lágrima, una lágrima de sangre.

Su silencio, y algunos titubeos de su voz que no pudo salir, me dieron claros indicios que ya no lo tenía agarrado del punto más vulnerable, ahora lo tenía agarrado de sus pelotas.

Esta situación no tardó mucho en cambiar, cuando me trajo a tierra preguntándome si le podía dar más detalles de mis juegos sexuales con Cele, los preservativos y las zanahorias.

Le fui explicando que no había mucho por contar, que todo no había empezado más que como un juego de niñas pre púberes que comienzan a sentir nuevas sensaciones en su cuerpo, y buscan transgredir nuevas fronteras.

En aquellos tiempos casi no sabíamos nada de nada, más que darnos cuenta de nuevas sensaciones casi desconocidas. Se despertaban nuestras curiosidades, no mucho más que eso.

En esa etapa más de una vez nos bañábamos juntas, antes también lo hacíamos, pero la curiosidad por nuestra desnudez en esos momentos fue distinta. Fue en ese momento cuando Cele incorporó la manía de hacerse a un lado sus bragas para mostrar sus genitales, costumbre que hasta ahora no perdió. En esas prácticas, no sé si por instinto, accidente o qué, ella descubrió la singularidad de tocar su clítoris y me transmitió esa inquietud. Al principio me costaba y no me gustaba mucho, pero, a decir verdad, esto fue así hasta que una vez ella me mostró como tenía que hacerlo, tocándome ella. ahí descubrí, aunque no sabía su nombre, mi clítoris.

La primera vez que me masturbé no lo hice yo, me masturbó Cele, y por supuesto a esa nueva sensación, no me pude resistir. Nuestros juegos de descubrimientos continuaron y hasta hoy algunas veces hemos hecho alguno de esos intentos, aunque mucho menos frecuente.

Cele siempre tuvo la delantera conmigo, ella descubrió donde estaba la vagina y que ahí podía entrar el dedo como una forma más para masturbarnos. Una vez que descubrimos la sensación de tener el dedo adentro, tiempo después Cele descubrió lo agradable que era hacerlo con un cepillo de dientes Oral-B o una piernita de una muñeca Barbie. Así llegamos, cuando más grandes, a las zanahorias.

Me di cuenta que Mr. Enigma se estaba masturbando ante mi relato. Me quedé en silencio para escuchar su respiración agitada, ahora era yo la que al percibir esto me estaba excitando.

Con voz trémula intentó disimular y preguntarme, si yo ya había tenido alguna experiencia sexual con algún chico.

Por supuesto que le dije que sí, y me di cuenta que era mi oportunidad de liberarme de mi secreto. Le dije que si por primera vez había sido el día anterior con el chico que más me gusta.

Me daba cuenta que se seguía masturbando y para poder continuar me pidió que le dé más detalles de lo que había pasado: cuándo, cómo, dónde, con quién.

Le conté que se llamaba Jeremías. Le dije que era un poco mayor que yo, se los describí, que habíamos tenido una relación sexual muy intensa, una relación sexual con penetración, pero a mí nunca me había entrado una pija dentro de mi vagina…

Ese detalle me di cuenta que le sorprendió y lo sacó de su éxtasis preorgásmico y se incorporó en la silla, poniendo toda su careta enigmática en pantalla, y preguntándome

- ¿Cómo?... cómo que hubo penetración, pero nunca entró en tu vagina… ¿te inició con sexo anal?

Mr. Enigma una vez más estaba atrapado una vez más entre sus propias redes enigmáticas. Una vez más Mr. Enigma tenía sus pelotas en mis manos.

- Si, hubo sexo anal, mucho, intenso, pero nunca entró una pija en mi culo.

Una vez más planta su cara enigmática ocupando toda la pantalla. Un silencio indicaba que elaboraba su pregunta, ordenaba la información lógica que tenía… cómo me gustaba tenerlo de las pelotas a Mr. Enigma.

- ¿Te penetró con algún objeto? ¿con qué te penetró?

Con una sonrisa socarrona y poniendo mi dedo índice junto a la lágrima de sangre que caía de mi cicatriz en mi mejilla derecha, y con un aire intelectual le contesto:

- Si, si, fue una zanahoria muy grande y gruesa, pero nunca entró una zanahoria en mi culo.

Aunque era una careta, puedo asegurar que esa creta ponía cara de estupor. Yo sabía que cuando contara esto nadie me creería. Aprovechando la situación le dije:

- Bueno, ahora tengo que ir a dormir, dentro de pocas horas tengo que ir a la escuela, no soy más que una colegiala… hasta la próxima, si alguna vez nos volvemos a ver…

Desesperado ente los gritos de ¡espera, espera, espera… como hago para volverte a ver, dame tu email, dame algo! Fue lo último que le escuché decir a medida que se iban cerrando las ventanas de mi computador.

¿Te interesa saber cómo continúa esta historia? Dejame tu comentario, tengo mucho más por contarte.

Un beso, tu amiga Tau.