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Forced 3 El cuerpo de Cristina

en Sadomaso

El día empezó con el recuerdo de Marina sobrevolando mis pensamientos, me hubiese gustado escogerla hoy, pero no era una opción. Hace dos días Casandra me eligió a mí, ayer debería haber podido escoger yo, pero era el día en que nos emparejaba el sistema, mi turno se perdía, y hoy volvería a ser escogido por otra persona.

Cuando entré en la sala vi a una mujer desconocida para mi, tu atractivo era evidente, aunque tu apariencia me hizo pensar que te dirigías a una reunión de la junta directiva de un banco, y no a un encuentro en la sala. Debías de ser un poco mayor que yo, pero no mucho, y aunque tu rostro tu rostro tenía un aire amable, inocente, casi infantil, tu expresión y tu indumentaria te conferían un aire severo.

Tu cabello recogido en una coleta no lograba ocultar lo que seguramente era una melena rizada y dorada como la de la protagonista de un cuento para niños. Del mismo modo la falda de tubo negra, la camisa blanca y la americana hubiesen conseguido que no reparase en las curvas que escondían, pero siendo la única persona en la sala, era imposible que no me fijase en la mujer de curvas pronunciadas frente a mi.

Esta vez entraba por la puerta entre la zona de los libros y el dormitorio, pero me quedé mirando lo que había sustituido a la habitual cama. Una estructura de plástico y metal similar a un acuario, a medio llenar, casi tan grande como la cama que había sustituido, solo de verlo empecé a sentir una erección crecer.

Tu entrabas por la puerta entre el sofá y la cocina, estabas apoyada en la barra bebiendo algo. Por el color y como lo sujetabas parecía una bebida alcohólica, aunque bien podría haber sido té negro, yo nunca había encontrado alcohol en esa cocina. Te incorporaste y diste un par de pasos hacía mi, y en ese momento empezaste a, no se puede definir de otro modo, tomar el control de la situación.

- Ayer fallé mi misión así que esta es la sesión de castigo, completaremos el objetivo lo más rápido posible, ¿has hecho algún castigo antes? No son agradables, si me haces caso no será tan malo.

Me sentí como deben sentirse los médicos novatos al encontrar un paciente de los que lleva tanto tiempo por el sistema sanitario que se autodiagnostican y te dicen que debes recetarles.

- He estado en algunos castigos, si.

Veinte sin contar este, la mayoría de gente veía uno al mes. Casandra decía que era por mi cara, según ella, por mi aspecto físico, en una película de acción sería el personaje noble que muere siempre por los demás pero que no te importa porque no es divertido ni interesante.

No había decidido hacer lo que tu me dijeras, pero tampoco iba a discutir, tenías intención de mandar, todo tuyo, me habías tomado por un recién llegado al que intimidar, verías pronto tu error.

- Querrás completar los objetivos adicionales, pero son mucho más duros en un castigo, si consigues ocuparte de la misión principal rápidamente podría escogerte en el futuro, tu y yo no tendremos problemas completando lo que sea.

Te habías acercado a mi, mucho, claramente estabas intentando seducirme, supongo que también sería eficaz con un recién llegado, que te escoja una mujer atractiva es un buen soborno. Decidí seguirte el juego, no sabrías cual es mi misión así que no podías saber si había completado mis objetivos a tu costa o no.

- Claro, tiene sentido, nos quitamos esto de encima cuanto antes y otro día podemos hacer objetivos fáciles.

Creo que fui suficientemente creíble, tampoco tenías motivo para dudar de mi, un chico normal como yo debería estar encantado de que una bella mujer le elija para tener sexo. Pero la verdad es que hoy quisiera estar aquí con otra persona, a lo mejor de no haberme elegido tú habría podido hacerlo Marina.

- ¡Genial! Me alegro de haber encontrado a un chico bueno como tú. Por cierto, me llamo Cristina.

Mientras lo decías cogiste mi mano entre las tuyas como si te invadiese la emoción y me miraste a los ojos con una sonrisa. empezabas a caerme bien, todo este numerito estaba motivado por el miedo al castigo, tal cantidad de miedo era algo que podía explotar.

- Yo Erwin, encantado de conocerte Cristina.

Solo me molestaba tener que fingir yo también, no iba a ser por mucho tiempo. Nuestras misiones ya estaban apareciendo en la pared, ambos nos giramos para mirarlas. Me gustaba ver la expresión de la persona que estaba en la sala conmigo mientras leía su misión, esta vez era de resignación, seguramente ya te esperabas lo que te tocó.

Te dirigiste hacia el tanque de agua y te miré alejarte, ver a una mujer atractiva vestida de forma que lo oculta no suele ser un deleite para la vista, pero esa ropa iba a desaparecer pronto, y mi erección empezaba a doler en mis pantalones.

Seguías mirando dentro del tanque de agua cuando me puse a tu lado, dentro había cuatro correas para inmovilizar tus extremidades y algo que me llamó especialmente la atención. Había un collar flotando con una cadena que bajaba hasta el fondo, la cadena tiraría de ti cuando empezase la acción, esto iba a simplificar mucho mi misión.

Te giraste hacia mi, con mirada de damisela indefensa y poniendo tus manos en mis mejillas hiciste tu último intento de jugar conmigo.

- Se que he acertado contigo, vamos a superar esta misión juntos.

Pensé que a lo mejor no estabas jugando conmigo, ¿podía ser todo auténtico? No valía la pena darle más vueltas, asentí y te diste por satisfecha. Entonces empezaste a prepararte para entrar en el agua, te quitaste los tacones, me gusto ver tu altura real, entorno a 1'65cm.

Luego cayeron las medias, no pretendías ser seductora en este momento, o no lo creo que fuese tu intención, pero igualmente lo eras. A las medias las siguió la americana, y te quedaste mirando el tanque, creo que no querías quitártelo todo, pero esa falda de tubo sería un problema.

Yo empecé a quitarme la ropa, a lo mejor te resultaba más fácil si yo también me desnudaba. En un momento me deshice de mis zapatos, mi camisa y cuando desabrochaba mi pantalón vi que me mirabas. Mis abdominales, mi pecho y finalmente a mis ojos. Empezaste a desabrocharte la falda y la dejaste caer al suelo al tiempo que caían mis pantalones.

La vista me dejó aturdido, tu cadera, tus nalgas, voluminosas y bien proporcionadas, claramente podías ver el bulto en mi ropa interior ahora que habían caído mis pantalones. Me sentía como si volviese a ser un adolescente tímido, parece mentira, tras todo lo que había hecho.

Levantaste mi vista con dándome un toque en el hombro, y empezaste a quitarte la camisa despacio, seduciéndome, esta vez de verdad. Te pusiste de espaldas y la dejaste caer, acariciando tu trasero que habías echado hacia atrás. Si seguías así la misión duraría muy poco, y me estaba pareciendo bien.

El ambiente había cambiado, la aprensión dejaba paso a una sensualidad que me cogía por sorpresa. Te giraste y mis ojos se clavaron en tus pechos, dentro de un sujetador gris había dos pechos que disparaban mi imaginación de todas las formas posibles. Estaba inmerso en mis pensamientos cuando volviste a llamar mi atención dándome un golpecito en la mejilla con el índice.

Antes de que pudiera excusarme por quedarme mirándote fijamente tus labios tocaron los míos, unos labios carnosos como nunca había sentido antes. Me sentía abrumado por las nuevas sensaciones, un chico delgado como yo no había tenido mucha relación con chicas tan llenas de curvas, ni siquiera dentro del sistema.

Apartaste tus labios de los míos y sentí tu mano deslizarse sobre mis abdominales mientras esbozabas una sonrisa, hasta llegar a mis calzoncillos. Empezaste a apretar y a frotar mientras volvías a besarme. Yo puse mis manos en tus muslos, y los agarré fuerte mientras subía hasta tu trasero. Lo agarraba, lo apretaba y finalmente le di una palmada.

Separaste de nuevo tus labios de los míos y pusiste cara de estar ofendida, no iba en serio claro pero a continuación tomaste tu venganza apretando mi miembro con más fuerza, haciéndome retroceder un poco. Te hizo gracia mi reacción y decidiste meter tu mano bajo mi ropa interior donde seguiste trabajando mi erección, con mayor intensidad.

Me sentía fuera de mí, tu mano seguía jugando conmigo y tus labios me besaban con mayor intensidad y sentía tus grandes senos contra mi pecho, agarraba tus nalgas con fuerza y disfrutaba de todo ello, claramente cuando entrásemos en el tanque iba a ser por poco tiempo.

Entonces sacaste tu mano de mis calzoncillos, y te separaste un poco, te miré aturdido por todo lo que estaba ocurriendo, y vi como te relamías los labios, entendí lo que significaba cuando te pusiste en cuclillas frente a mi.

- No vayas a acabar antes de tiempo, avísame cuando te falte poco.

Entonces bajaste mis calzoncillos, y tras darle un par de sacudidas a mi pene completamente erecto tus lengua entró en contacto con la punta y fue trabajando todo su camino hasta la base humedeciéndolo todo a su paso.

Yo seguía disfrutando, lo que sucedía era más de lo que podía procesar, cuando tus labios besaron la punta y se deslizaron completamente hasta la base sentí que podría acabar allí mismo, pero no quería que el placer finalizase tan pronto. Aplique todo lo que había aprendido estos meses, para aguantar más tiempo. Dejé que entrase y saliese unas cuantas veces de tu boca y entonces te lo dije.

- Deberías meterte en el tanque.

Entendiste lo que eso significaba, te levantaste y con cuidado pusiste tus pies en el agua. Te pusiste en posición, preparada para que te pusiera las correas que inmovilizarían tus rodillas y tus codos en el fondo del tanque. Me miraste expectante.

Te inmovilicé y te puse el collar que iba a tirar de tu cabeza hacia abajo, hasta sumergirla. Me puse detrás de ti, tu culo quedaba justo por encima del nivel del agua, no pude evitar masajearlo antes de hacer nada, tu cuerpo por fin estaba a mi merced.

Me preparé para penetrarte y te miré, tú también me miraste y asentiste, pero el ánimo había cambiado y sabias que eso iba a retrasarlo todo, era difícil correrse con tanta presión para hacerlo rápido. Mientras te penetraba tu cabeza estaría bajo el agua, y debía correrme dentro de ti para completar la misión.

- Me sentiré mejor si agarras mis tetas mientras me destrozas con tu enorme polla Erwin.

Me dijiste mientras me guiñabas el ojo. Claramente lo decías para excitarme, la presión había sido sustituida por mis enormes ganas de follarte, y eso, junto a todo lo que me habías hecho ya, iba a hacer que la misión fuese mucho más fácil.

Te bajé el tanga hasta las rodillas y desabroché tu sujetador, tus grandes senos quedaron parcialmente sumergidos en el agua, todo en ti parecía lograr excitarme aún más y más. En cuanto la punta de mi pene tocó tus labios el collar tiró de ti hacia abajo, al verlo decidí meterla entera dentro de ti de una sola embestida.

Mi polla entraba y salía de ti fuerte y profundo mientras agarraba, y hasta arañaba tus jugosas nalgas, pero la presión de saber que debía correrme, de que tenía que correrme porque no podías respirar no me dejaba hacerlo.

Sentía un placer enorme, penetrando tu vagina que parecía apretarme más y más cada vez, sabía que la asfixia podía tener ese efecto. Entonces pensé en lo que me habías dicho, fuese sincero o no una frase así podía tener un gran efecto en un hombre.

Agarré tus tetas que llevaban calentándome desde que había entrado en esa sala, las agarre y las masajee con fuerza, disfrutando de su calor, su suavidad y su tamaño. Mientras te penetraba cada vez más deprisa pensaba en ese cuerpo tan magnífico, en tu abundante trasero que esperaba penetrar algún día, los enormes senos que cedían bajo las presión de mis dedos, tus jugosos labios, besándome y recorriendo mi miembro.

No había pasado ni medio minuto desde que te había penetrado pero sentía como la falta de oxígeno empezaba a ser problemática, te estabas estresando, te movías, tu cuerpo te pedía salir a la superficie pero las correas y el collar no te permitían ni moverte. No se como te sentirías mientras en medio de todo eso penetraba con toda la intensidad posible tu húmedo y prieto agujero.

Seguí entrando y saliendo sin descanso, habían pasado cuarenta segundos y sentía como me acercaba al final, pero lo que acabó del todo con mi entereza fue sentir como llegabas al orgasmo, en ese instante llegué yo también, dudé que alguna vez hubiese sentido más placer al correrme.

Sin parar de penetrarte solté hasta la última gota de semen que tenía en tu interior, mientras lo hacía podía notar que tu orgasmo continuaba, supuse que se debía a la asfixia. Mientras tanto el collar dejaba emerger tu cabeza del agua, tosías y cogías aire.

Habías estado un minuto bajo el agua, una persona normal puede aguantar más que eso, pero la situación tan complicada en la que te encontrabas seguro que no ayudaba. Rápidamente te liberé de las correas, con tus manos aún temblando te quitaste el collar y trataste de salir del tanque.

Aún no te habías recuperado así que traté de ayudarte, te apoyaste en mi para salir, pensaba llevarte hasta el sofá pero decidiste sentarte allí mismo. Ambos seguíamos desnudos y mayormente mojados así que me acerqué a los armarios y cogí dos toallas y fui hacía ti para darte una.

Ya parecías estar mejor pero no levantaste la vista para ver la toalla que te ofrecía, así que me arrodillé para dártela. Te secaste la cara pero parte de tu cabello se había mojado, no mucho debido a la coleta alta que en ese momento decidiste deshacer. Yo seguía arrodillado frente a ti y no pude evitar excitarme mirando tu cuerpo desnudo.

Levantaste tu mirada hasta mi erección y para mi sorpresa una de tus manos la agarró y empezó a darle lentas sacudidas mientras me mirabas.

- ¿Aún no has tenido suficiente?

Yo claramente quería más, mucho más, pero tú tampoco habías tenido suficiente, dirigí mis manos a tu entrepierna. con una estimulaba tu clítoris con un movimiento circular, con la otra te introduje dos dedos, claramente estabas preparada así que masturbé con fuerza, presionando y frotando la entrada a la vez que la punta de mis dedos jugaba con tu interior.

Retiré tu mano de mi entrepierna y puse la toalla frente a ti para arrodillarme en ella, tu pusiste la tuya bajo tu cuerpo, ahora estabas un poco más tumbada. Agarré tus muslos con fuerza y te obligue a abrir tus piernas para mí, bajé mi cabeza y empecé a lamer tu clítoris, despacio, una lamida profunda, luego otra.

Mis dedos seguían dentro de ti sin parar ni un instante, cuando me agarraste del pelo y el muslo que agarraba con mi mano se tensó decidí que era un buen momento para introducir tres dedos. Seguí estimulandote con mis dedos y modificando mi ritmo, con ráfagas de mucha velocidad e intensidad seguidos de momentos de lentitud y fuerza. Solo aparte mi lengua de tu clítoris un instante para morder con suavidad tus labios inferiores, el sonido agudo y cortado que se te escapó me reveló que te había gustado.

Continué así mientras la mano que tenía posada en tu muslo subía hasta agarrar uno de tus pechos, jugué con él, lo apreté, lo sentí por completo, froté y pellizque tus pezones sin dejar de comerte, sin dejar de penetrarte con mi mano, me encantaba tu cuerpo.

Entonces me separé de ti y me situé entre tus piernas, nos miramos a los ojos, podías ver en mi expresión lo caliente que estaba, follarte era todo lo que necesitaba en este mundo. Agarré tu culo para acercarte a mi y te besé mientras tus piernas me atrapaban, entonces agarré mi pene que estaba presionado contra ti y lo introduje completamente.

Te embestía una y otra vez mientras agarraba con fuerza tu culo para no dejarte ir, podías sentir mi cuerpo contra ti, mis abdominales contra tu vientre, tus pechos contra mi torso. Nos besamos profundamente varios minutos mientras follábamos y sudábamos.

Decidí cambiar de posición, me arrodille y te puse sobre mi polla de nuevo, la gravedad se aseguraba de que la tuvieras toda dentro y yo la sacaba y la metía con movimientos de mi cadera. Te mordía el cuello mientras mis brazos te mantenían pegada a mi, podías sentir como mis dedos se clavaban en tu carne, el placer era tal que necesitaba arañarte para dejarlo salir.

Tú disfrutabas de todo ello mientras me abrazabas con fuerza, me mordías y me arañabas, me encantaba sentir tus gemidos en mi oído. Decidiste que me harías acabar a tu manera, me obligaste a tumbarme y te giraste dándome una vista espectacular de tu trasero. Subías y bajabas lentamente con tu cadera, podía ver como mi erección desaparecía dentro de ti, la sensación de mi polla frotando contra tu interior era demasiado intensa.

Subiste el ritmo y la visión de tus cachetes moviéndose arriba y abajo sobre mi era tan abrumadora que los agarre con fuerza para a continuación marcar el ritmo de tu cadera, quería que sintieras mis manos controlar tu culo y mi polla entera dentro de ti. Tu espalda desnuda me excitaba mucho pero estaba cerca de correrme y necesitaba tener tus tetas entre mis manos cuando lo hiciera.

Me levanté obligándote a ponerte a cuatro patas y seguí penetrándote mientras mis manos te agarraban por tus grandes y excitantes senos, sentía que me iba a correr con la vista de tu trasero chocando contra mi y la sensación de tus pechos en mis manos, pero aun me reservabas una sorpresa.

Después de correrte, cuando yo estaba también apunto de llegar al orgasmo, apartaste mis manos y te alejaste de mi. Entonces te giraste y te acercaste, envolviendo mi pene entre tus pechos empezaste a follarme con ese busto tan erótico tuyo.

No pasó mucho más tiempo antes de que sintieras cómo iba a correrme, con tus pechos aún alrededor de mi pene succionaste la punta de mi erección con tus jugosos labios, haciendo que me corriese sin poder ni avisarte. Ya estabas preparada y te limpiaste sin problema.

Nos levantamos de las toallas y fuimos a por la ropa de los armarios, encontramos rápidamente ropa interior para ponernos y empezamos a buscar entre la multitud de opciones que esos armarios contenían.

- Eso ha estado bien.

Te dije mientras ojeaba camisas. Todo en la sala era de máxima calidad, también la ropa, pero por mucho que me gustase, era extraño vestirse tan bien para sentarse a esperar.

- Muy bien. Oye esos trajes te quedarían muy bien, pruébate uno, quiero verlo.

Lo dijiste mientras me mirabas, y nos reímos. Te acercaste para ver los trajes, es verdad que eran geniales pero usar algo así para nada.

- Lo hago si tu te pones uno de los vestidos, de los de gala, los que dicen a gritos "ocasión especial".

Miraste la ropa del armario durante unos instantes, entonces cogiste una camisa blanca, una corbata gris oscuro y un traje de un gris más claro, con un chaleco que quedaba a medio camino entre ambos tonos. Me pusiste todo eso en las manos y volviste a tus armarios, concretamente al de los vestidos de gala.

Fui a una de las butacas de la zona de libros y empecé a ponerme todo aquello, hacía mucho que no me ponía algo tan elegante, ciertamente había perdido práctica con la corbata, no conseguía hacer el nudo simple, pero cuando lo intenté con el más complicado salió bien a la primera.

Volví hacia los armarios donde estabas tú a buscar algo que ponerme en los pies, no había pensado ni en ponerme calcetines. Te vi de espaldas, llevabas un vestido rosa, con la espalda al aire y una falda que llegaba hasta el suelo, todo ello gritaba alfombra roja. Te estabas poniendo unos tacones a juego apoyada en el armario cuando empezaste a perder el equilibrio, llegué justo a tiempo para sujetarte.

Me puse unos zapatos negros mientras tu te alejabas poniéndote unos pendientes, supongo que si íbamos a hacer esto lo haríamos bien. Estaba intentando peinarme de forma acorde con la nueva indumentaria cuando escuche sonar la música, venía de la televisión, casi no la había usado nunca, así que pensaba que solo había DVDs con temporadas de series de televisión y películas.

Estabas en el centro de la sala esperándome, cuando me acerque a ti te cogí por la cintura y empezamos a bailar. Era una tontería y nos reímos como idiotas, durante un rato.

- Espero que nuestra próxima misión sea así, la misión opcional puede ser no pisarnos durante cinco minutos.

Te lo dije sin darle demasiadas vueltas, y me acordé de que no habíamos hablado de cuáles eran nuestras misiones de hoy, ya daba igual, las habíamos completado, aunque no los objetivos adicionales.

Seguimos bailando hasta que nos cansamos y decidimos comer algo antes de que nos echasen de la sala. Alardee, medio en broma medio en serio de mi habilidad para la preparación de carnes, por lo cual decidiste, viendo que tenias allí todo lo necesario, preparar un tipo de pasta llamada Spätzle, no entendí muy bien que la diferenciaba de la pasta normal.

Hablamos de lo que sabíamos sobre este lugar, me sorprendió descubrir que estabas a nivel cinco, dos por encima de mí, pese a llevar aquí solo un mes más que yo. Te conté mi teoría, que los objetivos adicionales de las misiones eran lo que te hacía subir de nivel, me pusiste una cara rara.

- Los objetivos extra, son solo una excusa, una pista de lo que debes hacer para que a la otra persona le guste la misión. Estoy segura de que lo que te hace subir de nivel y recibir buenas misiones es cuanto disfrutáis tu y la otra persona en la sala.

Me pareció extraño pero al final eran teorías, ninguno podíamos estar seguros, lo que estaba claro es que habías ascendido más rápido que yo y que Casandra, así que debías de tener algo de razón.

Comimos y me convenciste para ver una película en el sofá, los tacones y mis zapatos cayeron deprisa, pero conseguimos ponernos cómodos pese a la ropa de gala, además era gracioso arrugar ropa que normalmente trataríamos con mucho cuidado.

Vimos un musical, de entrada parecía la típica historia de dos artistas que buscan triunfar en la ciudad, se enamoran y en mayor o menor medida viven su sueño artístico. Me dijiste que habías querido verla en los cines antes de llegar aquí pero no habías podido, y hace un tiempo había aparecido aquí el DVD.

Vimos la película y llevábamos un rato hablando cuando se encendió la luz que indicaba que era el momento de abandonar la sala. Nos pusimos el calzado y nos disponíamos a irnos cuando me diste un abrazo.

- Elígeme siempre que quieras, especialmente si te toca un castigo.

Te lo dije como una broma pero tu asentiste sin soltarme, parecía haber pasado una eternidad desde que entraste a la sala asustada por lo que iba a suceder, tratando de controlar la situación y pasar por esto lo más rápido posible. Te soltaste y me sonreíste.

- Hasta pronto Erwin.

Te sonreí y me colgué la americana al hombro, la verdad es que tenía ganas de volver a verte tan pronto como fuera posible.

- Hasta pronto Cristina.

Dimos un par de pasos hacía atrás y nos giramos, escuché el sonido de tu puerta cerrarse antes de salir. No pude pensar en nada que no fueses tú durante lo que quedaba de día. Intenté preparar esa pasta rara esa noche, pero no tenía ni idea de que como lo habías hecho, te lo preguntaré en nuestro próximo encuentro.

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