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Botín de guerra

en No Consentido

BOTÍN DE GUERRA

El ruido de los cañones retumbaba en la noche, cada vez más cerca. La guerra estaba cerca de su fin y todos los sabíamos.  Meses atrás me había paseado triunfante por las calles de mi pueblo llena de arrogancia pensando que nuestros soldados me protegerían y que no podría pasarme nada malo. Viendo como huían todos como cobardes la noche anterior, no podría haber estado más equivocada.

Unos golpes en la puerta de mi casa me sacaron de las ensoñaciones. Sonaron unos gritos masculinos que me llenaron de terror, habían tardado menos de lo que pensaba en llegar. No tuve tiempo más que para meter a mi hermana Marta  debajo de la cama antes de que reventaran la puerta principal de una patada.

Entraron dos soldados en la habitación, manchados de barro y sangre y borrachos como cubas. Parecía que habían empezado ya a celebrar la victoria y que yo formaría parte de su fiesta.

-Jack, mira la preciosidad que me he encontrado – dijo el soldado más joven al veterano cuando me vio.

- Pero que tenemos aquí… - murmuraba el soldado mientras pasaba una mano de mi cuello a mi culo.

- ¡Suéltame! – grité mientras intentaba retroceder todo lo que podía en mi angosto salón.

- ¿Qué te parece Tom?, si tenemos a una fierecilla – se mofaba el más veterano mientras me iba acorralando con su cuerpo.

En ese momento Tom que, aunque parecía que acababa de salir de la adolescencia medía cerca de 1,90 m y se le veía bastante musculado, me agarró de la camisa y la abrió haciendo saltar los botones por todas partes.

Como respuesta le mordí la mano con fuerza y él me dio tal bofetada que me tiró al suelo.

- ¡Será perra! – soltó mientras se miraba la mano ensangrentada.

- No sé que te creerás bonita, pero estás en el bando perdedor y nadie va a venir a rescatarte hoy, asique ya puede mostrarte cariñosa con nosotros y prometemos que terminaras la noche con todos los dientes – comentaba Jack mientras me lamía el cuello.

Me estaba revolviendo furiosamente cuando se oyó un ruido que parecía un sollozo que provenía de debajo de la cama. Los dos soldados se quedaron congelados unos segundos, pero después cogieron sus pistolas con fuerza y se acercaron a investigar.

El más joven de los dos sacó de un tirón de su escondite a mi hermana pequeña. La pobre lloraba ahora desconsoladamente.

-Qué bonito regalo me has traído Tom, seguro que esta muchachita no se resiste tanto como esta puta de aquí – decía sonriendo mientras le acariciaba las tetas a la pobre Marta.

- ¡Noooo! – grité mientras luchaba por soltarme y protegerla, pero el más veterano me tenía agarrada fuertemente por el brazo y no conseguía moverme.

- Lo siento Cat, no quería hacer ruido – decía la niña sin poner parar de llorar.

- No pasa nada ¿vale?, no ha sido culpa tuya – intenté calmarla y, dirigiéndome a los dos soldados, les dije:

- No le hagáis nada por favor, es solo una niña – intentando utilizar el tono más suave que pude.

- ¿Le has oído Jack?, después de atacarnos ahora nos pide favores, que putita más desagradecida, con lo bien que la estábamos tratando.

- Tienes toda la razón, lo único que se merece esta puta es mirar para ver lo que le vamos a hacer a su hermanita – decía mientras se relamía.

- Por favor, no le hagáis daño, haré lo que sea. Seré buena, os dejaré que me hagáis lo que queráis, pero dejad que se vaya – supliqué desesperada.

- ¿Qué te parece Tom?, si en el fondo la zorrita solo esperaba una excusa para follar. Y mirándome a mi dijo:

- Muy bien, suelta a la pequeña, el pueblo está lleno de nuestro ejército, no podrá pedir ayuda a nadie.

- Jajaja, y si no es muy lista seguro que a alguno le gusta la carne tierna y joven – contestó Tom.

Dicho esto, Tom le soltó el brazo y la empujó bruscamente hacia la puerta. Marta miró una vez más hacia donde me encontraba con ojos suplicantes, pero un gesto mío hizo que echara a correr.

-Bien putita – dijo Jack en cuanto oímos como se cerraba la puerta de la calle – espero que seas una mujer de palabra porque Tom solo necesite una orden mía y me trae a tu hermana hasta aquí para hacer de ella una mujer.

- No hará falta – prometí con la poca convicción que pude encontrar mientras intentaba prepararme mentalmente para la violación – olvidadla, cumpliré mi palabra.

- Eso espero – decía Tom mientras se acercaba hacia mí como un lobo hambriento cerca de su presa – porque después de tanta cháchara no voy a ser dulce contigo, eso se ha acabado.

Dicho esto, Jack me rompió el sujetador mientras Tom me lanzaba encima de la mesa mientras me lamía y mordía las tetas. Sentí repugnancia y dolor por como las trataba, pero me acordé de la promesa que había hecho y conseguí no revolverme a quitarme a ese animal de encima.

-Sabía yo que esta tenía unas buenas tetas – decía Tom mientras las lamía con fervor.

- Y seguro que no solo eso, vamos a ver qué tal es su boquita de puta – Jack me agarró fuerte del pelo mientras me obligaba a poner me de rodillas en el suelo.

- ¿Has comido muchas pollas, putilla? – preguntaba mientras se desabrochaba la bragueta.

En realidad, aunque negaba con la cabeza sí que se lo había hecho una vez a mi novio, pero su polla no tenía nada que ver con la gigantesca estaca que tenía delante. Tenía que medir más de 22 centímetros y no estaba todavía totalmente empalmada. Me empezaron a temblar las rodillas de solo pensar en lo que sería que me follara con eso.

No quería abrir la boca, asique a una señal de Jack, Tom me tiró fuerte del pelo y al abrir la boca para gritar me metió la polla hasta el fondo de la garganta. Tenían razón, no estaban intentando ser suaves conmigo. Sentía que me ahogaba con toda esa carne dentro de mi boca.

Más que una mamada el soldado quería follarme la boca y no podía hacer más que babear mientras era usada.

-Como chupa la muy zorra, se nota que es toda una experta. – jadeaba Jack sin dejar sin moverse ni un momento.

-No te la quedes solo para ti – decía Tom mientras se bajaba los calzoncillos y dejaba ver una erección de órdago- esta tía aguantaría seguro un batallón entero.

- Haz lo que quieras con su coño, pero el culo déjamelo a mí, quiero que sea especial cuando se lo rompa.

Tom no aguantó más las ganas y cogiendo una navaja que tenía en el bolsillo se puso detrás de mí y empezó a rajarme los pantalones, hasta que solo quedé con unos jirones de tela y el tanga que llevaba puesto.

Se escupió en la mano, mojó con su saliva la entrada del coño que estaba seco y de un solo golpe metió la polla hasta los huevos. La había conseguido ver antes de que me la metiera y no era tan grande como la de su compañero, pero aún así era más que lo que mi desacostumbrado coño era capaz de soportar.

Me empecé revolver contra esa presencia invasora, pero un fuerte golpe en la nalga consiguió que me estuviera quieta.

-Mira Jack, si no es virgen la putita, ya sabía yo que a esta le encantaban las pollas.

- Pero seguro que va a disfrutar más con nosotros que con esos mierdecillas de por aquí – se jactaba Jack cada vez más excitado.

Por su parte Tom me clavó las uñas en el culo y empezó a penetrarme salvajemente, como si hiciera meses que no follaba con una mujer, lo que posiblemente fuera cierto. Aun con su saliva, tenía el coño totalmente seco y cada vez que embestía sentía como fuego por dentro, aunque a Tom esto no parecía importarle mucho por la forma en la que jadeaba cada vez más fuerte y aumentaba la velocidad con la que me penetraba.

En ese momento Jack metió la polla hasta que sus huevos dieron en mi barbilla y con un fuerte gemido empezó a correrse, ahogándome con su semen. Cuando ya creía que me iba a desmayar por la falta de aire, sacó su polla de boca dejándome jadeante.

- ¡Trágatelo todo puta!, si no quieres arrepentirte. – me dijo dándome una sonora bofetada.

Yo no lo había hecho nunca y cuando lo intenté me vino una arcada y vomité en sus pies.

- ¡Serás puta!, te voy a enseñar yo a hacernos caso – gritaba Jack lleno de furia – termina de una vez Tom, que esta va a aprender.

No parecía que Tom necesitara que se lo dijeran dos veces, ya que empezó a embestirme como un animal y en pocos segundos me mordió con fuerza el cuello mientras se corría dentro de mí.

Cuando intenté escaparme por miedo a lo que vendría, Tom me agarró fuerte dejándome clavada en el suelo y Jack cogió el cinturón de donde había dejado su ropa, se colocó detrás de mí y dijo:

-Te avisé que te arrepentirías si no nos obedecías.

Y sin esperar un segundo alzó el cinturón y empezaron a lloverme azotes por todo el cuerpo, principalmente por mi culo.

-Grita, grita puta, así nos gusta más – decía Jack sin parar de dar golpes que hacían que me quisiera morir.

Cuando después de un rato que se me hico eterno dejó de golpearme se colocó encima de mí tapando mi cuerpo con el suyo y me susurró al oído:

-Todavía no he terminado contigo.

Colocó su polla, ya dura otra vez, en la entrada de mi culo y empezó a empujar hasta que noté como me lo rompía. Entre lagrimas de dolor vi como Tom se reía y masturbaba mientras Jack bombeaba como un poseso en mi culo. Nunca antes me la habían metido por ahí y dolía como el mismo infierno, era como si me estuvieran atravesando de lado a lado con un objeto candente.

Después de un buen rato follándomelo, por fin se corrió entre gritos dejándome llena de semen y sangre en el suelo. Mientras se vestían dándose palmaditas y riéndose de mí me miraron y Tom dijo:

-No te creas que hemos terminado contigo zorra, mañana volveremos a por más y ya sabes… cogeremos lo que tengamos más a mano.

Y dicho esto me guiñó un ojo y salieron de la casa dejándome sucia por fuera y miserable por dentro.