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Mi mujer y yo ayudando a un amigo.

en Intercambios

Hace algún tiempo, que de vez en cuando leo los relatos que se escriben en este portal y creo que sería bueno, que yo contase también lo que nos sucedió a mi mujer y a mí.

Antes de nada os diría, que somos un matrimonio normal, de clase media. Yo me llamo Fernando y mi mujer Pamela. Pam para los amigos.

Os diré, que tiene 42 años. Es alta para ser mujer, pues mide 1,78. Es rubia de frasco, pero rubia, delgada, con unas piernas finas y largas, Un culito muy bien puesto, unas tetas más bien pequeñas pero nada caídas, de esas que caben en la palma de la mano y un coñito que es la locura.

Lo que quiero relataros no es una historia fruto de mi imaginación. Es algo real y que por lo morbosa que, es y dado el anonimato del que escribe, creo que os gustará leerla y luego enviarme los comentarios que creáis oportunos.

Hace cosa de un año, unos amigos nuestros, Nacho y Laura, se separaron a causa de una tercera persona en la vida de ella, dejando a Nacho bastante destrozado, pues estaba enamorado de su mujer. Hace cosa de un mes le llamamos, para que viniese a pasar unos días a nuestra casa y así poder por lo menos, hacer que se distrajese unos días y vernos, ya que desde su separación y dado que viven en la otra punta de España, no habíamos tenido ocasión de vernos.

Voy a ir al grano de lo que quiero contaros, pues me conozco, me pongo a escribir y empiezo a irme por las ramas y no acabaré nunca de relatar los echos. El caso es, que en una de esas conversaciones que suelen tener dos amigos, me hizo la confidencia, que desde su separación de Laura, no había vuelto a echar un polvo y que literalmente le dolían los cojones, por no tener una buena corrida desde hacía tanto tiempo. Yo como comprenderéis, le dije lo que se supone que hay que decir en esos casos. No te preocupes, todavía eres joven y podrás encontrar a una mujer que te los vacíe hasta que no te quede ni una gota dentro y cosas de esas.

Yo, me quedé con la copla de lo que me había dicho y dos días después, se lo comenté a Pam y no se todavía como se me ocurrió, pero sin pensarlo, le dije que porque no le vaciaba ella los cojones, haciéndole una de esas mamadas de cine que tan maravillosamente sabe hacer. Como comprenderéis, se me quedó mirando con cara de susto y me dijo si había perdido el juicio. Que como iba ella a hacerle un francés a Nacho. Que se fuese de putas si necesitaba que alguien le vaciase los cojones, pero que ella, no le había chupado la polla a nadie salvo a mí por supuesto y no tenía intención de hacerlo.

No quiero aburriros con los distintos argumentos de los que tuve que echar mano para convencerla, pues en el fondo me apetecía. Quería ver a Pam, haciéndole una mamada a Nacho. Quería ver a mi mujer, con la polla de nacho en su boca y todavía más, quería ver a Nacho corriéndose en la boca de mi mujer. Quería experimentar, que se siente dentro de uno, viendo a tu mujer chapándole la polla a otro tío.

El caso es que a pesar de los reparos que ponía, al final me dijo simplemente. Vale. Pero luego no pongas el grito en el cielo si las cosas se salen de madre, pues ya sabes como  empiezan pero no se sabe como pueden acabar.

Llegarán hasta donde tú quieras. Le dije. Tú simplemente déjate llevar que del resto me encargo yo.

Tengo que reconocer la razón que tenía Pam, pues las cosas como ella pronosticaba si que se salieron de madre y de que manera.

Al día siguiente por la noche durante la cena, no hacía más que darle vueltas a la cabeza para encontrar la forma de iniciar el asunto de aliviar junto con Pam, en la medida de lo posible la abstinencia sexual de Nacho. El caso es que después de mucho pensar, decidí que ya que no encontraba una forma delicada, por llamarla de alguna manera, que  lo haría a la brava.

Después de cenar y aprovechando que ayudaba a Pam a llevar los platos a la cocina, le dije.

Vete a nuestro cuarto y quítate toda la ropa interior, déjate puesto solo el vestido.

¿Quieres que por debajo del vestido vaya en bolas? Me preguntó.

Exactamente. Quiero que solo lleves puesto el vestido.

Mientras ella subía al nuestro cuarto yo volví al salón con Nacho y nos pusimos a comentar como por casualidad esa abstinencia que tenía y así como en broma y como en serio le dije  que había que solucionarlo.

Al cabo de un  momentito bajó Pam de nuestro cuarto y se sentó en el sofá a mi lado. Si pensarlo ni un segundo le dije.

Levántate y ponte de pie  delante de Nacho con las pierna bien abiertas y los brazos detrás en tu espalda.

Ella obedeció y se colocó como le pedía delante de el con sus piernas bien abiertas y los brazos a la espalda.

Mirando a Nacho le dije.

Imagínate que delante de ti, en lugar de estar Pam, estuviese tu mujer. ¿Qué te gustaría hacerle?.

Nacho, durante unos segundos se me quedó mirando y me dijo.

¿La verdad es que en este momento lo que me gustaría, es hacerle a tu mujer lo que me gustaría hacerle a Laura?.

Bueno pues. A Pam y a mi nos gustaría verlo. Adelante.

Entonces durante unos minutos, empezó a acariciar el cuerpo de Pam empezando por los tobillos y subiendo por los muslos por fuera. Cuando llegaba al culito se veía que lo apretaba y volvía a bajar acariciándola hasta los tobillos. Luego hacía lo mismo pero subiendo y bajando por dentro entre sus piernas. Con esas caricias estuvo como unos 5 minutos hasta que le dijo.

Sácate el vestido. Despacio.

Mi mujer llevaba un vestido entero de esos que llegan un poco más abajo de medio muslo y con botones por delante. Ella estaba ya empezando a tener un calentón impresionante y empezó a desabrocharse los botones muy lentamente  hasta que el vestido cayó al suelo.

A Nacho en ese momento, a pesar de que ya se había dado cuenta de que Pam estaba en bolas por debajo del vestido, casi le da un infarto al verla completamente desnuda delante de el, con las piernas abiertas y los brazos pegados a los muslos. No dejaba de mirarla de arriba abajo, sobre todo no dejaba de mirar su coñito depilado y completamente abierto al tener las piernas abiertas.

Sin dejar de mirar a mi mujer. Me preguntó.

¿De verdad quieres ver lo que le haría a mi mujer si la tuviese delante como tengo en este momento a la tuya?.

Por supuesto. Le contesté.

Por la sonrisa que vi en Pam, me di cuenta de que empezaba a disfrutar del morbo que tenía esa situación.

A partir de ese momento el sabeo que le dio Nacho recorriendo todos los recodos de su cuerpo la llevaron al nivel más alto de excitación al que creo que se puede llevar a una mujer. Cada vez que mi amigo le chupaba un pecho ella daba un gritito de placer y cuando sus dedos le acariciaban el coñito y el clítoris casi se le doblaban las piernas.

Al cabo de más o menos 15 minutos de ese sobeo. mi mujer dijo lo que nunca imaginé que ella pudiera pedirle a un hombre que no fuera yo .Llorando de placer y de excitación dijo.

Nacho. Por favor haz que me corra. Quiero que me veáis como me corro delante de vosotros.

El le contesto.

No hasta que nos lo pidas bien.

Ella no entendía lo que quería mi amigo y le dijo con voz entrecortada.

Ya lo estoy pidiendo bien. Te lo pido por favor no puedo más, necesito correrme o me moriré. Por favor haré lo que queráis pero haz que me corra, te lo suplico no puedo aguantar más.

Entonces Ramón muy lentamente, metiendo dentro del coño de mi mujer dos dedos de su mano derecha, empezó un lento mete saca y con su mano izquierda le apretaba los pezones tirando de ellos hacia arriba. Mi mujer ya no pudo contenerse más y empezó a tener un orgasmo salvaje. Las piernas se le doblaban y tuvo que apoyarse en los hombros de Nacho. Al momento estalló dentro de ella todo el placer que una mujer puede tener. Mi amigo al ver que el orgasmo de mi mujer no paraba seguía metiendo y sacando sus dedos de dentro de ella.

 Al cabo de un momento, se dio cuenta de algo que solo yo conozco, que mi esposa es multi orgásmica total, es decir, que encadena orgasmos uno detrás de otro, por lo que siguió follándola con los dedos hasta que ella ya no podía ni tenerse de pie.

Mi mujer estuvo corriéndose prácticamente sin parar durante 5 minutos hasta que ella dijo.

Por favor fóllame ya de una vez. Fóllame ya. Necesito sentir y tener una poya dentro de mí. Te lo suplico por favor fóllame ya.

Entonces, el levantándose y colocándose detrás de ella, agarrándola por las caderas la puso de rodillas sobre el sofá y metió la punta de su poya en la entrada del coñito de mi mujer. Ella al sentirlo empezó a bajar su culito y lentamente comenzó a metérselo hasta que lo tuvo entero dentro. Inmediatamente empezó a subir y bajar sus caderas a un ritmo cada vez mar rápido, echándose hacia delante y apoyando su cara en el respaldo del sofá para ahogar sus gritos de gusto.

Nacho se la estuvo follando sin parar en esa postura como 20 minutos. Los orgasmos que le vi tener en ese tiempo no pude ni contarlos Mi mujer estaba absolutamente abandonada e entregada a los 20 cm. que tenía dentro de ella. A continuación Nacho, sin dejar de penetrarla se levantó y con ella en brazos la puso de espaldas en el sofá, colocando las piernas de ella en sus hombros, empezó a bombearla de una forma salvaje. Yo no podía dar crédito a lo que veía.

El coño de mi mujer se había hecho perfectamente a la poya de Nacho y a cada embestida se oía como un chapoteo producto de los flujos que mi mujer estaba soltado a chorro.

No paró de tener un orgasmo, uno detrás de otro durante los 30 minutos que mi amigo estuvo bombeándola hasta que ella entre sollozos y gemidos le dijo.

Por favor córrete ya dentro de mí. Necesito sentir como te corres dentro de mí.

Mi amigo no la hizo esperar mucho y al momento empezó a soltar toda su leche dentro de mi mujer. Cuando Nacho terminó de correrse, ella se sentó y cuando mi amigo se levantó, cogiéndole la poya con la mano derecha empezó a chupársela lentamente. Primero le chupeteaba la punta, para luego ir bajando hasta tenerla casi entera dentro de su boca sin dejar de succionarla. De esta forma estuvo un par de minutos como limpiándosela, hasta que quedo limpia, flácida y brillante.

Como habréis podido leer, esa noche las cosas fueron mucha más lejos que de una simple mamada.

Pasados tres días. En lugar de salir a tomar algo, decidimos quedarnos a cenar en casa y de esta forma poder charlar tranquilamente. Durante la cena, no sé por qué razón, pero supongo que por acompañarnos, Pam que no está acostumbrada a beber, se estaba tomando el vinito al mismo ritmo que nosotros y os diré que no es un ritmo lento y ya a mitad de la cena, se notaba que se estaba poniendo bastante piripi. En el fondo me hacía gracia, pues nunca había visto a mi mujer con una copa de más. Al terminar de cenar, saque una botellita de Oporto. Un vintage de los buenos, que como sabéis, cuando se abre la botella hay que terminarla, pues de lo contrario se estropea.

No quiero aburriros con la sobremesa solo deciros, que después de unas copas de Oporto mi mujer se dormía de la borrachera que tenía y le dije.

Pam, cielo. Creo que es mejor que te acuestes, pues te estás quedando dormida de la trompa que tienes.

Si. Creo que será lo mejor. Dijo. Pues todo me da vueltas. Me tenéis que perdonar pero no sé que me ha pasado. No estoy acostumbrada a beber y me pasé un poco.

Al intentar levantarse del sofá se caía hacia atrás, por lo que entre mi Nacho y yo la levantamos y viendo que casi no se tenía en pie, la subimos a nuestro dormitorio que está una planta más arriba. En el dormitorio la dejamos. Le dimos un par de besos de buenas noches y nos volvimos al salón.

Estuvimos charlando como una media hora más de nuestras cosas y decidimos acostarnos también. Al pasar por delante de la puerta de nuestro dormitorio, que queda antes del que habíamos acondicionado para mi amigo, vimos que la puerta estaba medio abierta y sin apagar la luz. Podíamos ver a mi mujer echada boca abajo, encima de la cama, con las piernas abiertas y con el camisón subido un poco más de lo debido, dejando al descubierto no solo sus piernas, sino también, algo de ese culito precioso que tiene. Realmente estaba maravillosa. No hace falta que os diga, que se me puso dura de golpe y supongo que a mi amigo también, pues no quitaba ojo de las piernas y de lo que se veía del culito de Pam.

La verdad es que viendo la forma en que ni amigo miraba a mi mujer en la cama, ni me lo pensé. Agarrándolo por el brazo le dije.

Pasa. Está dormida. Disfruta del espectáculo que seguro que aún lo necesitas.

Estaba como embobado viendo las piernas y el culito de Pam y le dije.

No me digas que no está para matarla a polvos.

Ni que lo digas. Me contestó.

Dejándolo de pie como estaba, me senté en la cama y con dos dedos sujetando las puntas del camisón de mi mujer, se lo fui subiendo hasta dejar todo su culito y media espalda al aire. Al estar sin las braguitas y al tener las piernas abiertas, entre sus muslos se le veía perfectamente el coñito. Se le veían perfectamente los pliegues de los labios menores abiertos y saliendo hacia fuera, abrazados por los labios mayores. Miré para a mí amigo y pude ver el bulto que tenía entre las piernas. La tenía si cabe todavía más tiesa que la mía.

Me levanté y abriendo un cajón de la mesilla de noche, saque un antifaz que uso para dormir y acercándome a la cabecera de la cama, se la puse a mi mujer. En ese momento pareció como si se despertase y le dije.

No te muevas. Quédate como estas. Cuando quieras te la quitas, pero de momento no quiero que veas nada, solo quiero que sientas.

Era evidente, que mi mujer estaba tan borracha que ni protestó.

Me separé de la cabecera de la cama y me senté al lado de la pierna derecha de mi mujer y le dije a mi amigo.

Siéntate al otro lado de la cama. A ver si hacemos que pase un buen rato.

Así lo hizo y empezamos al unísono a acariciar las piernas de mi mujer. Empezamos por los pies. Luego fuimos subiendo por las pantorrillas recorriéndolas de arriba abajo. Poco a poco, fuimos subiendo nuestras caricias hasta los muslos. Los acariciábamos, no solo por la parte de arriba, sino que también tratábamos de acariciarlos por el interior. No lo vais a creer, pero mi mujer a pesar de la borrachera, se estaba poniendo a mil. Podíamos oír claramente que su respiración se hacía más profunda y también ver claramente como se le mojaba el coñito de lo caliente que se estaba poniendo. Yo, al ver a mi amigo que mientras acariciaba los muslos de mi mujer, no le quitaba el ojo a la entrepierna de Pam le dije al oído.

Si quieres acariciarle el coñito. Por mí, adelante. No te cortes.

Ni se lo pensó. Empezó a pasarle muy suavemente los dedos de arriba abajo por toda la raja, mojándoselos con los jugos que soltaba mi mujer. Cada vez, los labios de mi mujer se abrían más, dejando que los dedos de mi amigo entrasen por sus pliegues más y más. En ese momento, mi mujer a pesar de la borrachera que tenía, se estaba dando cuenta perfectamente de lo que estaba pasando y abrió las piernas todo lo que pudo, por lo que desde mi lado, podía ver perfectamente los dedos de mi amigo acariciándole su coñito. No solo veía, también oía como la respiración de mi mujer era todavía  más rápida. Jadeaba y subía y bajaba su culito al ritmo que los dedos de Nacho subían y bajaban por su raja.

Mi amigo ya estaba fuera de sí. Sin decir nada, en una de las veces que sus dedos subían y bajaban por el húmedo coñito de mi mujer mirándome me dijo.

Ya sé que somos amigos y que es tu mujer, pero me encantaría meterle los dedos otra vez en esta preciosidad de coñito que tiene.

Ya te dije antes que no te cortes. Le contesté. Si quieres follarle el coñito con los dedos otra vez, por mí no hay problema.

Se levantó y separándole completamente las piernas se arrodilló entre ellas. Tenía sus dedos tan mojados de los flujos vaginales de Pam que tres de sus dedos entraron  dentro del coño de mi mujer sin el más mínimo esfuerzo. Se los metió hasta los nudillos y empezó un lento mete y saca que estaba llevando a mi mujer hasta el delirio. Ella subía y bajaba su culo, al mismo ritmo que mi amigo le metía y le sacaba los dedos. Cuando mi amigo llevaba como cinco minutos follándola con los dedos, ella medio llorando de placer levantó un poco la cabeza y dijo.

Quien es. Quien de los dos es. Por favor decirme quien de los dos es el que me está metiendo los dedos.

Yo, en ese momento mirando a mi amigo le dije.

Es Nacho el que te está follando con los dedos.

Es ese momento, al oírme decir que era mi amigo empezó a llorar y a decir.

Por favor Nacho no pares. Sigue. No pares. No pares. Me gusta. Me gusta, pero más rápido. Por favor, más rápido. Por lo que más quieras, hazlo más rápido.

Mi amigo empezó a meter y sacar sus dedos del coñito de mi mujer a un ritmo frenético y ella ya sin poder dejar de llorar y de gritar decía.

Dios mío. Así. Así. No pares. No pares Dios. Dios, Dios.

En ese momento pensé, que mi mujer iba a tener un orgasmo de un momento a otro y que mi amigo se iba a correr por los pantalones. Cosa que no estaba en el guión. Me refiero a lo de correrse por los pantalones. Entonces le dije.

Déjame a mi seguir y tu sácate la ropa que vas acabar corriéndote por encima.

Mientras mi amigo se desnudaba, yo le dije a mi mujer.

Date la vuelta. Ponte de espalda y sácate el camisón.

Ella así lo hizo y se volvió a echar en la cama pero ya boca arriba. Mi amigo ya estaba totalmente desnudo y la trempada que tenía era de época.

Al ver a mi mujer desnuda nuevamente y justo delante de sus ojos, empezó a acariciarle las tetas y a jugar con sus pezones usando las yemas del índice y el pulgar y mirándome me dijo.

Joder tío. Tienes una mujer que es una verdadera preciosidad. Me dijo.

Mientras tanto, yo seguía jugando con mis dedos dentro de su coñito. Mi amigo mirándome se agachó y comenzó a chuparle los pezones. Primero uno, luego el otro y cuando no se los chupaba se los agarraba y tiraba de ellos hacia arriba. Mi mujer estaba al borde de la locura. Mientras movía sus caderas jugando con mis dedos dentro de ella, no hacía más que mover la cabeza de un lado a otro con la boca abierta y jadeando y gimiendo de placer. Mientras mi amigo le chupaba sus pezones, ella le acariciaba la cabeza metiendo sus dedos entre el pelo como guiándolo de un pezón al otro.

Yo estaba disfrutando como nunca con lo que estaba viendo pues era la primera vez que veía a mi mujer disfrutando los favores de otro hombre y acercándome le dije.

Cielo. Té vamos a follar los dos, pero tienes que decirme quien quieres que te folle primero.

Como en un susurro por la borrachera que tenía y sin dejar de moverse dijo.

El. Quiero que primero me folle Nacho. Lo siento mi amor, pero quiero que me folle el primero. En este momento lo necesito a el. Quiero que me folle como me folló el otro día. Lo siento mi amor, pero quiero sentir y tener otra vez esos maravillosos orgasmos que me hizo tener con su polla dentro de mí. Necesito  sentir otra vez su polla entera llenándome dentro de mí. Quiero que me haga sentir lo mismo que me hizo sentir la otra vez.

Mi amigo no daba crédito a lo que oía, ni yo tampoco y mirándome como pidiendo permiso, se arrodilló y agarrando los piernas de mi mujer por los tobillos, se las puso en sus hombros y colocando la punta de la polla en el coño se la fue metiendo despacio. Muy despacio hasta que la tuvo entera dentro de ella. Mientras se la iba metiendo, mi mujer subía las caderas como para sentirla mejor dentro de su coñito. Cuando ella subía las caderas, el empujaba para que toda su polla entrase hasta los huevos. Lo hacía despacio. Se la metía entera apretando hasta el fondo de la vagina, se la dejaba dentro unos segundos, para luego sacarla y volvérsela a meter nuevamente. Así una y otra vez.

Mi mujer no tardo ni cinco minutos en tener un orgasmo impresionante. Empezó a gritar y a llorar diciendo.

Me corro. Dios mío me estoy corriendo. Me viene. Me viene. Por favor no pares. No pares. No pares. Sigue, sigue. Más rápido. Más rápido.

El empezó a bombearla como un poseso y en ese momento mi mujer arqueo todo su cuerpo y gritó.

Siiiiiii. Siiiiiiiiiii. Me corroooo. Me corroooo. Dios. Dios. Siiiiiiiiiii. Por favor no pares. Sigue metiéndomela hasta que pare de tener orgasmos y por favor no te corras aun. Quiero que sigas teniéndola como la tienes ahora, así de dura para mí. Luego ya te haré yo que te corras como nunca te ha hecho correrte tu mujer. Pero ahora no quiero que te corras. Necesito tu polla dura y maravillosa como la tienes ahora.

Yo no podía creer lo que estaba viendo ni oyendo. Mi mujer estaba corriéndose como una  loca delante de mí, con la polla de mi amigo dentro de su coño y pidiéndole que no se corriese para que la siguiese teniendo dura y así poder seguir dándole placer. No aguante más y le dije.

Se acabó. Sácasela que ahora me toca a mí follármela

Cuando mi amigo se apartó de ella yo me coloque entre sus piernas y antes de follarla, como para darle un respiro después de los orgasmos que le había regalado mi amigo, metí mi cabeza entre sus muslos y empecé a comerle el coño como a ella más le gusta, que es jugando con la lengua en su clítoris.

Mientras yo le comía el coño, Nacho se puso de rodillas con la cara de ella entre sus muslos y con la poya todavía tiesa empezó a restregársela por la cara. Al sentir la poya de mi amigo en su cara se la agarró y tirando de el por la polla, y echando la cabeza hacia atrás, empezó a chupársela. Primero solo la punta, para luego írsela metiendo en su boca poco a poco, hasta que casi los labios rozaban los cojones de mi amigo. El al principio mi amigo no se movía. Dejaba que ella hiciese todo el trabajo, pero pasados unos momentos, mi mujer echando los brazos hacia atrás, lo agarró por los muslos y empujándolos hacia ella hizo que fuese mi amigo el que le follase la boca. En ese momento fue la locura. Mi amigo se estaba follando la boca de mi mujer como si de su coñito se tratase. Se la metía entera. Tan adentro, que a veces mi mujer tenía una arcada de lo profundo que se la metía, para luego sacársela. Como mi mujer seguía con la boca abierta se la volvía a meter hasta el fondo, se la dejaba entera dentro de su boca unos segundos y la volvía a sacar. Así una y otra vez.

Mientras mi amigo se follaba la boca de mi mujer, yo le levante las piernas y empecé a fallármela por el coño como un poseso. La situación era la de lo más erótico que os podéis imaginar. Mi mujer chupándole la polla a mi amigo como una verdadera puta y yo bombeándola por el coño. Pero la verdad, es que en ese momento lo que quería ver era a mi amigo corriéndose dentro de la boca de mi mujer y a ella, tragándose toda su leche.

La verdad es que no tuve que esperar mucho, pues mi amigo estaba que no podía más. Le vi como empezó a resoplar y echándose hacia delante hasta tocar con su barbilla el vientre de mi mujer y sin dejar de meter y sacar la polla de su boca, se corrió dentro de ella. Mientras él se vaciaba en su boca, ella le agarro la polla con la mano derecha y empezó a meneársela, como haciendo que disfrutase más de esa corrida que estaba teniendo. También veía, como mi mujer, se tragaba cada pistoletazo de semen que le inundaba la boca.

Mientras mi amigo se corría dentro de la boca de mi mujer, yo empecé a bombearla todo lo rápido y fuerte que podía, pues quería que ella se corriese. Quería que ella tuviese un orgasmo con la polla y el semen de mi amigo dentro de su boca y mi polla bombeando su coñito y lo logre. Le hice tener a mi mujer un orgasmo que como me dijo más tarde, fue maravilloso. Mientras se corría no dejaba de chupar la poya de mi amigo y el semen que tenía en su boca le salía por la comisura de los labios corriéndole por la cara. La ostia de verdad. Verlo era la reostia.

Cuando vi que mi mujer había terminado de correrse, me separe de ella y me quedé mirando a mí mujer, pues aun después de hacer que Nacho se corriese, seguía con su polla dentro de la boca, que al tenerla ya flácida se la estaba comiendo entera. En ese instante supe lo que le estaba haciendo. Además de estar chupándosela se la trabajaba con la lengua. Lo sabía, pues es lo que me suele hacer a mí después de correrme en su boca. Viendo lo que estaba pasando, no aguanté más y apartando a mi amigo, le dije.

Ahora me toca a mí correrme en su boca.

Me coloque detrás de ella y lo mismo que había hecho mi amigo empecé a restregarle la poya por la cara. Ella al sentirla me la  agarró y empezó a mamármela como sabe que más me gusta. Media polla dentro de la boca y con la lengua acariciándola. No tarde ni un minuto en correrme yo también dentro de su boca. A medida que me corría, ella se iba tragando todo lo que le soltaba y no paro de chupármela hasta que quedo flácida y muerta.

La verdad es que a pesar del polvazo que le habíamos echado a mi mujer y viendo que con la borrachera que tenía podíamos hacer con ella lo que quisiésemos sin gran oposición por su parte, me vino la idea de hacer algo que nunca me había dejado hacer, que no era otra cosa que follarla por el culo y además, me apetecía ver a mi amigo dándole por el culete también.

Pero antes, tanto él como yo, necesitábamos algún respiro para que nuestros aparatos de follar volviesen a funcionar correctamente y a la vez, no podía dejar que mi mujer se enfriase, por lo que  abriendo un cajoncito de su mesilla de noche saqué un consolador que la volvía loca. Era un cilindro de unos veinticinco cm. de largo y tendría como cuatro de diámetro. Hacia la mitad tenía en su interior como unas bolitas. Dándole al interruptor el aparato se pone a vibrar y la punta se mueve haciendo unos giros circulares.

Con el aparto así funcionando, empecé a restregarlo a lo largo del coñito lubricándolo con los flujos que empapaban su más que enrojecido coño. Una vez que lo tuve bien lubrificado, se lo empecé a introducir lentamente hasta que solo quedaba fuera la empuñadura. Se lo metía y se lo sacaba con lentitud, logrando que mi mujer sintiese en su interior las sensaciones que el aparato le debía estar dando. Cuando lo tenía todo dentro, lo mantenía unos segundos sin sacarlo haciendo que las vibraciones y la punta giraran dentro de ella. Cuando lo sacaba, lo mantenía fuera unos segundos, dejando solamente la punta del vibrador girando en la entrada del coño. Mi amigo estaba como hipnotizado viendo el consolador entrando y saliendo de mi mujer y le dije.

Le encanta que le acaricie el clítoris mientas juego con el aparatito este. Pero ya que estas sin hacer nada. Si quieres, te cedo el honor.

Se puso a mi lado y mientras que con una mano destapaba el guisantito de mi mujer, con  el índice y el pulga de la otra empezó a trabajarlo y hay que decir que muy bien, pues entre los dos estábamos poniéndola otra vez al borde del delirio. Con el consolador entrando y saliendo del coño, vibrando y girando dentro de ella y mi amigo trabajándole el clítoris, la llevamos a tener los orgasmos más formidables que se pueda ver y que una mujer pueda sentir. Gritaba. Lloraba. Resoplaba. Se retorcía. Eran verdaderas convulsiones nerviosas que hacían que su cuerpo temblase desde los pies hasta la cabeza cada vez que le venía uno. Cerraba las piernas y subía las caderas para sentir con mayor fuerza el consolador dentro de su cuerpo. Las volvía a abrir y con sus manos sujetaba el consolador empujándolo hacia su interior haciendo que prácticamente desapareciese dentro de ella  y además sin parar de gritar del placer por los orgasmos que estaba teniendo. Mi mujer estuvo corriéndose sin parar, con un orgasmo detrás de otro como cinco minutos.

Como os podéis ya imaginar, tanto mi aparato como el de mi amigo estaban nuevamente en orden de batalla por lo que Nacho acercándome al oído de mi mujer le dijo.

Date la vuelta y ponte de rodillas cielo que vamos hacer algo que te va a volver loquita de verdad.

Se dio la vuelta y como le había pedido, se puso de rodillas  apoyando la cabeza en la almohada. Tal como estaba, el ojete del culo quedaba perfectamente a la vista por lo que no pude aguantarme y con mucho cuidado empecé a meterle un dedo

Mi mujer al notar el dedo entrando en su culito empezó a protestar muy bajito diciendo.

Por favor no me folles por el culo. Por el culo no. Me dolerá. Nunca me follaron el culo. Ni a Fernando le dejé nunca follarme el culo.

Al oírla, me di cuenta que al tener puesto el antifaz no sabía quién de los dos era el que le estaba metiendo el dedo por el culo y le dije.

Soy yo cielo. El dedo es mío. Pero a partir de hoy, ya no podrás decir que nunca te follaron por el culo. A partir de hoy, vas a saber lo que es tener dos poyas, una después de la otra dentro de tu culo y además el primero que te lo folle no voy a ser yo. Antes no quisiste que te follara yo primero. Pues ahora será Nacho también, el que te folle primero el culo.

Al oír lo que le decía empezó a llorar y hablando bajito me dijo.

Por favor dile que no me haga daño, que no me duela. Si queréis follarme por el culo los dos vale, pero que no me duela, por favor que no me duela.

Yo seguí mojando su ojete y con mi dedo le iba abriendo su culito. Cuando el dedo empezó a entrar sin dificultad  empecé a meterle dos y con lo mojado que los tenía entraron casi si esfuerzo. Estuve metiendo y sacando los dedos de su culo unos momentos y mirando a mi amigo le dije.

Venga. Fóllale el culo que lo estas deseando.

Mi amigo se colocó de rodillas detrás de mi mujer y empapando bien de saliva la poya se la empezó a meter muy despacio. Primero solo la punta, se la sacaba y se la volvía a  meter, cada vez que entraba se la introducía un poco más  dentro de su culito. La mantenía dentro unos segundos y la volvía a sacar. Así metiéndola y sacándola con cuidado, estuvo hasta que su poya entraba y salía con más o menos suavidad  hasta que logró meter la mitad.

Cuando tenía dentro más o menos la mitad, de un golpe de cadera se la metió entera. Mi mujer dio un grito y arqueó su espalda. Se mordió los labios y volviendo a abrir la boca empezó a gemir y a llorar diciendo.

Basta por favor basta no sigas. Sácala, sácala. Me duele. Me duele mucho.

Nacho al oírla me miró y como con gestos me preguntó que hacía. Si se la sacaba o si por el contrario seguía follándole el culete.

Yo tambien con un gesto le dije, que de sacársela na de na. Que siguiese.

Mi amigo por lo tanto, sin hacer caso de las súplicas de mi mujer empezó a bombearla nuevamente por el culo. Dentro. Fuera. Dentro. Fuera. Estuvo follándoselo como diez minutos. De vez en cuando, escupía en su poya para lubricar el agujero de mi mujer permitiendo que en cada envestida la poya entrara entera hasta los huevos. A veces la sacaba fuera del culo y podíamos ver que lo tenía totalmente dilatado, hasta tal punto. que cuando le volvía a clavar la poya entraba sin esfuerzo ninguno hasta los huevos.

Yo estaba que no podía con la calentura, viendo la enculada que mi amigo le estaba metiendo a mi mujercita y me puse delante de su cara. Le levante la cabeza y le dije.

Abre la boca. Chúpame la poya como tú sabes.

Y así mientras mi amigo la enculaba, ella me hacia una mamada de película.

Quiero deciros, que así como al principio mi mujer protestaba con la enculada que le estaban dando, al cabo de unos minutos empezó a mover las caderas  hacia delante y hacia atrás, acompasando el ritmo con las embestidas de mi amigo. Y empezó a llorar diciendo.

Dios mío. Me gusta. Me está gustando, no puede ser. Me está gustando que me follen por el culo. Sigue, por favor. No pares. Dios me voy a correr otra vez, me voy a correr y por el culo. Por favor, haz que me corra.

Y se corrió. Claro que se corrió. No lo creeréis pero tuvo como tres  orgasmos casi seguidos. Sus primeros orgasmos anales. Mi amigo viendo los orgasmos que estaba teniendo mi mujercita, no pudo aguantar más y también se corrió llenando con su semen el culo de mi mujer. Cuando termino con el culo de mi mujer le sacó la poya muy despacio y acercándose a ella le dijo.

Pam. Yo sabía  que te iba a gustar. A todas al final os gusta que os metan por el culo una buena poya.

Mientras mi amigo le hablaba yo no me pude contener y le dije.

Bueno cielo. Ahora me toca a mí follarte ese culito que tienes.

Me coloque detrás, coloque mi instrumento en la entradita de su culo y se la metí entera de un golpe. Tenía el culo tan dilatado de la enculada que le había dado mi amigo, que entró como si nada. Y de lo caliente que estaba,  al momento me corrí dentro de su culo. Cuando se la saque su culito estaba tan dilatado, que ganas me dieron de volverla a encular.

Mi amigo y yo nos la quedamos mirando. De rodillas sobre la cama, con las piernas abiertas y con la cara sobre la almohada y viendo como de su culo empezaban a salirle chorretes de nuestro semen, que bajando le mojaban el coñito. La imagen era la leche. En esa posición y sin moverse dijo.

Por favor ya está, no me falléis más. No me folléis más. Por favor. Se acabó. Ha sido una experiencia nueva y maravillosa, pero no me falléis más. Estoy agotada. Aunque estuvieseis fallando en mí el resto de la noche, no podría daros ni un solo orgasmo más. Estoy muy cansada. Quiero dormir, además todo me da vueltas.

Así la dejamos y mi amigo y yo volvimos al salón a tomar una copita que bien nos la merecíamos.

Cuando nos fuimos a acostar le dije.

Si te encuentras con fuerzas, cuando te levantes y si te apetece otra sesioncita. Ya sabes. De esta casa como sigamos así, vas a salir seco como una pasa.

La verdad y para que este relato no se alargue más de lo debido. Solo os diré que al día siguiente por la mañana le volvimos a llenar su coñito y su culito con nuestro semen. Además Nacho por añadidura, también le llenó la boca de semen como consecuencia de la monumental mamada que le estuvo haciendo mientras yo la enculaba.  Lo que si me ha quedado claro, es que mi mujer se había convertido de la noche a la mañana en una adicta al sexo anal y por mucho que me duela decirlo, también me temo que adicta a la polla de mi amigo Nacho.

Igual que he leído en otros relatos. Me gustaría leer los comentarios que podáis hacer de este.