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La prima de riesgo. (Parte 1)

en Amor filial

Hacía más de un año que mi separación de la pareja con la que mantenía una unión de hecho se hizo efectiva y sin hijos todo fue fácil, concentrándose en el reparto de bienes materiales. Me quedé sin vivienda, motivo que me llevó a la inmobiliaria de Ángeles; su negoció no iba bien, con unos aparta-hoteles al 50% y la burbuja inmobiliaria por los suelos, aún así mantenía una empleada para asistir a todo el negoció como limpiadora, vendedora o representante, Fina una chica para todo. Además el divorcio le había afectado mucho, por lo que suaspecto dictaba mucho de la última vez que la vi, apagada,  triste y deprimida. Estuvimos tomando algo y charlando sobre nuestra vida y los negocios. A mí no me iba mal; me llamo Pascual y tengo cuarenta y ocho años y desde hace diez años soy profesor de secundaria. Quedamos en ver varios pisos, ella me prepararía una ruta de visitas para aprovechar bien el tiempo. Cuando se marchó me fijé que todavía conservaba un tipo estupendo de curvas pronunciadas y contorneo sensual que alimentaron siempre mis deseos más íntimos, ese meneo de caderas nunca se pierde, era evidente que seguía hipnotizándome.

He de reconocer mi atracción histórica por Ángeles, muchas veces me había imaginado follándola. A sus cuarenta y cuatro años conservaba esos rasgos adolescentes excitadores de bajos instintos. Tiempos atrás se interesaba de forma denodada por mi trabajo en la empresa privada, le emocionaba lo que hacía o tal vez estaba más interesada por mí, no lo sé yahora podría ser elmomento de averiguarlo. Me citó después del trabajo para ver un piso que pronto lo despachamos esa tarde-noche; Ángeles dejó caer una invitación en casa para cenar y seguir conociéndonos; daba la sensación que se amarraba a un tronco en su naufragio. Cenamos con su hija que apenas conocí de niña y ahora es estudiante de bachiller; le intenté convencer para que estudiara una carrera técnica y en último intento les propuse pasar un fin de semana en el Museo de las ciencias y las artes de Valencia. Yo correría con los gastos, solo tenéis que decidir habitación compartida o individual, le dije. No se hizo esperar mucho la respuesta afirmativa....

...Aparcamos en el parking del hotel y después de instalarnos nos dirigimos a visitar el museo dando una vuelta por todos y cada uno de los rincones, asistiendo a los eventos que presentaban ambos días. Terminamos agotados pero valía la pena, la niña estaba encantada aclarando su siguiente paso en los estudios. Antes de marchar en el cine viendo la película 3D; la cogí de la mano y le dije susurrando a su oído, esta escapada te ha sentado fenomenal, estás radiante; le dejé caer un beso en su mejilla. Gracias a ti, no sé cómo te voy a poder agradecer.  Muy sencillo, solo tienes que encontrar mi casa ideal. Cuando llegamos a su casa la niña cogió la maleta y entró, Ángeles se despidió en la entrada con un beso más que cariñoso, al que respondí cogiéndola de su cintura con firmeza. Al cabo de dos días me citó para ver algunos inmuebles; no pensaba encontrar algo interesante, pero me apetecía volver a verla después del suceso espontáneo del beso. La visita al piso fue su escusa. Me llevó en su coche hasta un edificio de tres plantas de un color verde crema. Llevaba un vestido vaporoso de tirantes que cubría por las rodillas y ligeramente bien arreglada con sus labios carmesí; estaba arrebatadora contrastando con mi informalidad... ¿Qué te parece, es precioso, verdad?, espera a verlo por dentro es de primera. ¿De qué estamos hablando? ¿Del edificio o de ti? pregunté mirando su cuerpazo; sonrió girando despacio y sensual, moviendo las caderas dirección a la puerta principal. Ella narraba las características del piso con mi mirada perdida en su boca. Estás escuchando o sólo me oyes. Perdona se me ha ido el santo al cielo, no es fácil concentrarse cuando te habla una voz tan bonita como la tuya. Te he traído porque me parecía una buena oportunidad, me dijo insinuándose; mi mano acarició su mentón..., Una oportunidad para comprar o para vernos; nuestros labios contactaron como dos adolescentes impacientes para alcanzar el frenesí, abrazado a su cintura nos comimos la boca durante varios minutos, se soltó los tirantes cayendo el vestido al suelo, después y se bajó las bragas hasta que cayeron a sus tobillos, se desprendió de ellas de igual manera que yo me desprendí de mi ropa. Sin dejar de besarnos le ayudé a subir sobre la encimera dejando medio culo al aire perfecto para penetrar su hermosa vagina de vulva voluptuosa, posicioné mi cipote a la altura de su raja hurgando con el capullo entre sus labios, resultaba un coño sumamente carnoso de labios internos enormes que me envolvían el glande, pero lo más asombroso era el gran capuchón cubriendo un clítoris fastuoso... debía tener el tamaño de la falanje de mi dedo meñique, blanco, duro y saliendo de su encondite era de lo más sugestivo. Encontré la bocana de ese coño anhelante, enfilé mi capullo y en un segundo se hundía en las profundidades de mi prima, poco fui conquistando su conducto apretado que suministraba a mi falo las más deliciosas sensaciones de placer... cuando la tuve bien empotrada la comencé a follar como un animal que ha atrapado su presa y no piensa soltarla.

Su cuerpo es hermoso, con tetas protuberantes, de culo duro, respingón y exuberante, para culminar en su coño depilado de vulva carnosa y labios envolventes que apetecían comérselos cual buffer libre. Me recosté sobre la encimera y se montó encima, ahora era ella quien me follaba y disfrutaba de su enormes tetas en mi cara mientras le chupaba los pezones erguidos y duros. Sus movimientos se sincronizaron a los míos aumentando la cadencia de las clavadas. En un estado de éxtasis me susurraba con voz ahogada, ¡Fóllame así no lo dejes ahora por Dios, me voy a correr! ¡Métela hasta el fondo, quiero sentir tus huevos aporreandome el coño...! Estaba fuera de sí alcanzando su orgasmo y el mío no tardaría, ella gemía de placer disparando mis ganas de eyacular. Cambió de postura y se recostó sobre la dura encimera de azulejo apoyadasobre sus codos ofreciéndome su culo,busqué con mi polla entre sus labios hasta que el glande divisó el agujero por donde debía entrar; la volví a incrustar de un solo envión hasta hacer desaparecer mis 18 cm de tallo... esta vez hasta la base del cipote. Sus gemidos eran elocuentes. El chasquido que brotaba de sus nalgas contra mi cuerpo, junto con el perfume a rosas amalgamado con el aroma a hembra en celo, me expandía las fosas nasales y excitaba mi verga a cada instante más dura e incisiva.

Cambié otra vez la posición de mi prima retardando mi corrida, tras cada cambio mi polla encontraba el camino sin ayuda, su dilatación y lubricación, así como mi rigidez extrema facilitaban la incursión. Comencé a realizar los mete saca más rápido sujetándola por la cintura para soportar mis embestidas; no aguanté más y el subidón de testosterona me nubló la vista... a ella no le pasó desapercibido y gritaba entre gemidos y jadeos hiperventilando, entrecortada me espetó... ¡Folláme bien duro primo, métemela a fondo, así ¡Vamos no pares hasta acabar conmigo y con toda tu leche dentro...! No pude esperar más y la compuerta se abrió soltando todo mi energía orgásmica...le suministré un chorro de leche espesa que llenó el coño húmedo y caliente de Ángela, el segundo llegó a ser más voluminoso y los siguiente fueron decayendo hasta dejar de convulsionar al sexto o séptimo chorro de lefa. Tomé aliento durante varios segundos de su boca húmeda y excitada, después saqué la polla envuelta en flujo vaginal y semen. Con voz de gata en celo me dijo..., ¡¡Termíname por favor con tu lengua, me tienes a punto!!  Sentada en la encimera le comencé a comer el coño frondoso, mi boca se perdía en sus labios; me centré en su enorme clítoris que lamía y chupaba metiendo un par dedos en su conejo follándola de nuevo. Al cabo de varios minutos su vagina chorreaba de flujo que bebía metiendo la lengua y restregándola por toda su raja hasta la pepita, que volvía a lamer. Dio un gemido estremeciendo todo su cuerpo y se corrió, soltando sus jugos que tragué excitando mis papilas. Tras  ganar el aliento jadeante se marchó desnuda al aseo con su ropa y en pocos minutos salió perfecta como llegó.

Durante el trayecto no hablamos por temor a decir alguna inconveniencia. Pasados unos días la llamé por teléfono disculpándome por mi comportamiento impulsivo, quizás inadecuado. Pueda que no sea correcto por los lazos familiares que tenemos, dijo, pero es algo que surgió del deseo mutuo. Yo no estoy nada arrepentida ¿acaso tú sí lo estás? no, pero sería bueno que nos viéramos, ¿te apetece salir esta noche?, de acuerdo fue su respuesta. Cuando fui a recogerla esa noche Asumpta y yo hablamos de lo bien que estaba su madre. Estaba cambiada algo más delgada y cuidada estéticamente, con ganas de comerse el mundo de nuevo poniéndose guapa cada mañana; mirando al futuro de frente. Asumpta también estaba en otra órbita desde la cena y posterior viaje a Valencia, más centrada en sus estudios. Le pregunté cómo veía nuestra relación. Aunque sois primos la consanguinidad no va a ser un problema, por tanto todo perfecto. Antes de salir Ángeles al salón, Asumpta se acercó a mi oídoy me dijo..., No tengáis prisa en volver esta noche, divertiros y no pensar en nadie más, se marchaba diciendo. Voy a ayudar a mi madre a elegir bien sus armas de mujer.  ¿Cómo ves las mías? mejorables.  Necesitas ver mi fondo de armario. Cuando quieras te echo una mano encantada. No sólo a mí me gustaba la situación, sino que Ángeles había tomado las riendas de su vida y Asumpta se había convertido en la cómplice de esta historia. Mi prima apareció resplandeciente, como en su primera salida con su chico.

Hace tanto tiempo que no salgo que no sé donde se va ahora, no te preocupes hay varios sitios interesantes. Cenamos y entramos en un pub de música de los 80’s, charlamos y bebimos un poco, después decidimos salir a dar un paseo por la calle, era una noche templada de primavera. Al cabo de un rato cogida de mi brazo me hizo una propuesta, ¿Te apetece llevarme a uno de mis apartamentos? Durante el trayecto le solté que la primera vez no tomamos precauciones; ni tampoco te harán falta ahora me dijo, no te preocupes, tengo las trompas ligadas. Ahora comprendí lo que me quiso decir Asumpta. Fue la escusa de mi divorcio, por eso ha tenido mellizos con esa joven fulana. Tengo la hija que deseé y no deseo tener más hijos. A estas alturas ser padre me sería algo raro, me he planeado la vida sin ellos. Con mi hija y el negocio tengo la carga justa, pero esta noche nos vamos a olvidar de todo, solo tú y yo. De acuerdo nos centraremos en nuestro ocio. En el cochele acaricié sus muslos hasta llegar a sus bragas; abrió las piernas para dejarme acceder a su vello aterciopelado, a la raja de su coño ligeramente húmeda y a su dura pepita; la acaricié frotando mi dedo índice en sus labios.

En el apartamento se quitó el vestido y preparó unas fresas que sirvió en viso y tanga negros. Me hizo un striptease rápido después de dejarme en calzoncillos, sin perder tiempo me bajó el bóxer agarró la polla por los huevos y me hizo una mamada sorpresa; tras varios minutos ensimismada en mi verga y huevos, no dejó ni un centímetro sin saliva; el glande lo chupaba y absorbía con fuertes succiones para golpear con lengüetazos rápidos mi frenillo. Se dio la vuelta y me tocó a mí proceder a mi comida vaginal tan deliciosa como la primera vez; empecé a meterle la lengua para mamárselo. Separó las piernas para que tuviera suficiente espacio y que mi lengua pudiera entrar y salir sin ningún problema. Embriagado con el olor de susexo y del flujo que despedía, ella miraba y acariciaba con sus manos mi cabeza a la vez que le mamaba el clítoris, le agarraba las nalgas con un poco de fuerza para atraerlas hacia mí y ella se dejaba venir con su cintura para que mi lengua le entrara más adentro cada vez. No podía aguantar más, le había mamado el chocho durante largo tiempo y se lo sentía muy caliente y húmedo, para rematar le di un par de mamadas más. Jugué con la verga por su entrepierna hasta llegar a su raja, le besaba los pies y las pantorrillas elevadas, mis manos se fueron a acariciar sus tetas, eran un par de ubres grandes, blancas y con sus pezones duros rosados; alargó su mano para cogerme la verga firmemente, la apretó llamándole la atención su estado a punto de reventar, me hizo un par de movimientos como masturbándome, pero lo que en realidad quería era que se la metiera, deslizó el prepucio dejando el capullo libre para su entrada triunfal, su respiración era cada vez más agitada de jadeos entrecortados muy tímidos. Ya no podía aguantarme más... acomodé el cipote en su conejo, por instinto ella separó las piernas hizo un movimiento hacia arriba invitando a mi polla para que entrara, era tanta la excitación, que aumentó el ritmo de mi corazón, me acerqué a besar su boca insertándole a la vez la verga en varias clavadas hasta que se perdió entera en aquel coño súper tragón.

Era la segunda vez y nuestra compenetración respondía a viejos amantes, era una mujer hermosa, bella y experimentada, eso me excitó más y sin pensarlo mi polla ya estaba entrando en su coño partiéndoselo en dos, exageradamente mojado y caliente. Cuando empezó a entrarle ella subía la cintura para recibirla; no éramos primos hermanos sino un hombre y una mujer deseosos de follar, una pareja normal que sentía el deseo de poseerse y de entregarse el uno al otro; una pareja en plena follada gozando plenamente, sudorosos y cachondos en el acto más íntimo que que un macho y una hembra pueden tener.... Seguía besándola, ella atrapaba mi lengua con sus labios simulando una mamada, mientras se sacudía con mi verga adentro y mis pelotas le golpeaban el culazo. Sin inhibiciones de ninguna clase, empezó a gritar y a moverse, rozando con sus pliegues vaginales el sensible glande que le invadía su intimidad. Gemía con más fuerza, no podía creer que la mujer inaccesible en otros tiempos se prestaba a ser follada con tanta entrega ¿Te gustaría ver mi culo? soltó con una voz sensual y caliente que me regalaron los oídos... Me encantaría tener esa hermosura, le dije, échate sobre la cama, así lo hice y ella se colocó de espaldas entregándome la visión de su culo mientras mi polla se perdía en el interior del conejo bajo ese ano estrellado tan ceñido que suponía un punto perdido en su majestuoso culo. Apoyada con sus manos en mis piernas se tragaba mi cipote hasta las pelotas, yo le ayudaba sujetando sus nalgas y disfrutando de ellas; tras varios minutos noté su cansancio ¿Quieres que te folle el chocho por detrás? ¡¿Cómo una perrita?! sugirió. ¡Vamos házmelo lo estoy deseando!, se abalanzó hacia delante dejando caer sus tetazas sobre las sábanas y mirándome se abrió la nalga izquierda con su mano, dándome paso a la penetración.

Se colocó a cuatro patas y se la inserté de una sola estocada hasta el fondo; tenía la vagina expandida e híper lubricada; la asía de la cintura notando como estaba disfrutando, acompasados nos empezamos a mover con mucha más fuerza... Apareció una mano en la zona de acoplamiento, notando como entre sus piernas me trincaba los huevos amasándolos con los dedos como caramelos en la boca, dentro de mi escroto. Podía sentir cuando se estremecía, gimió con más fuerza y dejó ir un grito largo y seco, había alcanzado su orgasmo; paré clavándola al fondo y ella contorneó su cintura dándose un masaje interno con mi polla dura. Había conseguido retrasar la eyaculación en dos ocasiones pero al verla así yo ya no me pude resistir; realicé varios mete-sacas rápidos, asiéndola con fuerza, se me puso dura la polla y deje descargar toda mi leche dentro de su vagina, cuando sintió que estaba eyaculando, me atrajo más a ella cogido por las pelotas, las aplastó contra su vulva para que echará hasta la última gota de semen, escurriéndolos como una esponja. La dopamina me relajaba todo el cuerpo elevándome a las nubes del Olimpo... en esta ocasión no fue poca lefa que le suminuistré tras más de cuatro días sin eyacular, teniendo en cuenta que mis eyaculaciones no bajan de los 12 cm3, el triple de una persona normal. Exhaustos y agotados, nos quedamos desnudos bajo las sábanas satisfechos y felices. Para nuestros encuentros siempre elegiríamos aquel apartamento que se convertió en nuestro nido de lujuria, después lo haríamos indistintamente en mi dúplex o en su piso. Lo que pudo provocar una reacción adversa hacia nosotros por nuestros lazos familiares se convirtió en una situación milagrosa que curó muchos males de una vez.

Continúa... 

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